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Los ‘cuarentateenager’: la generación que se niega a dejar de jugar

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25/04/2016, 14:57

Los ‘cuarentateenager’: la generación que se niega a dejar de jugar

Los que rondamos los 40 (arriba y abajo) somos la primera generación que se negó a dejar de jugar. Profesionales por la mañana, niños por la tarde. 

Cuando éramos niños

El texto tiene su origen en un juego. Una amiga pide en Facebook palabras o expresiones en desuso. La edad del pavo, contesto. En desuso aunque muchos de siguen viviendo con ellas, concluyo sin malicia. «Somos treinteenagers», responde mi amiga. (Uno es más bien cuarentateenager, pero ahí lo dejo, y no por coquetería).

Hace lustros que solo encuentro la edad del pavo en columnas de prensa. En una leo que a una presentadora bastante conocida «(…) le dura la edad del pavo» y que uno de nuestros políticos talluditos la tiene. (Será que chochea, pienso). La decadencia de la expresión es patente cuando los articulistas mencionan a sus madres: «Decía mi madre que la edad del pavo…».

Los que rondamos los 40 (arriba y abajo) la escuchamos en la adolescencia en ocasiones. Cuando los berrinches por naderías. Papá sermoneaba o castigaba, o ambas cosas, y mamá defendía (o al contrario): «Déjalo, que está en la edad del pavo».

El argumento de la defensa era molesto: «¡Sé lo que digo!». Indignaba porque sugería que carecer de juicio. «¡No soy un niño!», venía antes del portazo que daba la razón al enemigo.

¿Y por qué el pavo? Uno se autojustificaba en la serenidad: «Porque el pavo dice gru-gru-gru y nadie lo entiende, será». Años después leí que los adolescentes se ponen colorados como el moco rojo del pavo por timidez o vergüenza. En muchos casos, la vergüenza aparece tras recriminaciones por no comportarse como adultos.

Un niño consideraba que dejó de serlo porque no jugaba a la canicas ni a la pelota en la calle. Una niña porque cambiaba las muñecas por los peluches. (Los peluches son remedos de juguetes y de piezas decorativas como las tazas de las abuelas en las baldas). Para los padres, una niña permanecía en la edad del pavo hasta la primera menstruación; un niño hasta la vuelta de la mili. Mitos.

La realidad era otra: el recién adulto (el recluta licenciado o la niña hecha mujer) encerraba a su niño interior bajo llave. Se obligaba a comportase siguiendo un cliché: todo adulto es serio y formal. A partir de entonces sólo debía jugar a las cartas o a la pelota en recintos bajo pago, o gritar y cantar viendo jugar a deportistas profesionales. Sin embargo, el niño sigue ahí: no somos diferentes a cuando teníamos 12 años.

Mantenerse en un estado adulto-formal era una forma de supervivencia social. Salirse del cliché daba material para chismes: que si no tiene luces, que si está loco, que si toma drogas.

En los 80, los videojuegos lo cambiaron todo

Los ordenadores eran para trabajar y estudiar. Así se vendieron los primeros. Por supuesto, incluían juegos «para relajarse» con colorines chillones y musiquitas de lata a veces a lo fanfarria de circo. Los primitivos videojuegos solaparon de alguna manera el paso de la infancia a la adultez. Desapareció la línea que socialmente se trazaba: «A partir de aquí eres un hombre» o «a partir de aquí, casarse y tener hijos». Desapareció el rubor, y en muchos casos los berrinches, pero permanecieron las ganas de jugar como cuando se era niño.

El incipiente adulto-formal de los 80 se permitía a sí mismo apartarse del tiempo lineal para sumergirse en el tiempo de juego. Los que rondamos los 40 (arriba y abajo) somos la primera generación que se negó a dejar de jugar. La primera generación que tuvo claro que podía ser adulto-formal en el trabajo y después niño. La primera generación que supo que hacer el ganso no significa ser tonto. Comprendimos que necesitábamos ser niños por unas horas para no estallar.

Ser niño fuera del tiempo de juego

Y llegó una segunda revolución: ¿Por qué no ser niño fuera del tiempo de juego? Por la mañana ropa profesional y por la tarde chándal o vaqueros rotos. Y con el cambio de indumentaria, unos pasos más lejos de los convencionalismos sociales. Así comenzó a menguar la atención a lo que debe hacerse y lo que no; de lo que está dentro o fuera del protocolo.

Hoy, una abogada, un ingeniero o un técnico de laboratorio publica sin pudor fotos de su despedida de soltera o con disfraces de Star Wars. Lo mejor, no son acusados de estar en la edad del pavo. Ser abogada, ingeniero o técnico de laboratorio son maneras de ganarse la vida. Disfrazarse o comprarse un reloj de Hora de Aventuras y anunciarlo al mundo es una forma de mimarse.

Quedaron anclados en tiempos analógicos los que juzgan al ingeniero o la abogada que publican gansadas. Sin embargo, queda una revolución pendiente… El niño anda más libre que antes, pero prevalece el pensamiento antiguo sobre lo que debe ser un adulto.

La permanencia del pensamiento antiguo

La presión viene del cine y la televisión y las publicaciones digitales. Hollywood machaca: un hombre (adulto) consigue una mujer (adulta) tras vender su colección de Batman. (Un pensamiento paradójico: el ataque a blockbusters que permiten películas críticas).

Los programas de televisión sobre cambios de imagen critican: «vistes como una niña». (Salvo que sea tendencia en las pasarelas). En tertulias políticas se da mayor importancia al traje del político, de adulto-formal, que a la honestidad. Las publicaciones advierten: Cuidado con las fotos que publicas: pueden hacerte perder el trabajo.

Por otro lado, universidades emplean tiempo y dinero indagando por qué juegan los adultos o no actúan conforme al cliché de su edad. Clichés que vienen de tiempos anteriores a la generación de los videojuegos. El verdadero problema para una persona aparece cuando se estanca en una postura: siempre niño o siempre adulto (es una personalidad mutilada).

La revolución llegará cuando expresiones como young adult desaparezcan del lenguaje. Cuando el protagonista de la película sea el artista o el soñador y no el agente de bolsa. Cuando no haya publicaciones que justifiquen o ataquen el ocio ni adviertan sobre qué imágenes publicamos. Cuando ver películas de fantasía o dibujos animados con taitantos no esté mal mirado. De alguna manera, estamos entrando en esa época. Un ejemplo, si The Big Bang Theory funciona se debe en parte a que su público es tan profesional y tan niño como los protagonistas. Y el mundo marcha.

25/04/2016, 15:54

Genial!! :D

25/04/2016, 16:18

Casi totalmente de acuerdo. Solo que los videoju vos robaron mucha interacción social y tal vez sea el motivo de que no hayamos evolucionado como esperaba nuestro cliché, pero solo es una idea. 

Muy buen artículo.

rahel
 
25/04/2016, 17:01

cuarentateenager... yo había oído adultescentes

25/04/2016, 17:18

Buen articulo. :)

25/04/2016, 18:05

Cuarentateenager... soy de esas xD

Buen artículo.

25/04/2016, 18:30

Pues yo no lo he entendido. :/

25/04/2016, 19:15

Se llama síndrome de Peter Pan (o negarse a crecer) o simplemente no hemos perdido la capacidad de maravillarnos por las cosas, yo lo llamo desde hace años ser "Changeling" :D
Aquí otra cuarentateenager que se niega en rotundo a dejar de jugar, es más, deseando que mi neni hable mejor para jugar con ella a algo más elaborado que a hacer de príncipe, princesa, monstruo, perro, gato, kung fu panda, mono, fantasma, bruja malvada o dragón :D
Algunas de las primeras palabras de mi neni: dragón, panda, fantasma, monstruo, ¡jugar! :DDDDDDDDD
Y está disfrutando de todas esas películas ochenteras que desataron nuestra imaginación :DDDDDD

25/04/2016, 21:57
Editado: 25/04/2016, 21:57

Pues yo no lo he entendido. :/

Pobrecillo, ve a jugar a la Play Station. XD

26/04/2016, 08:45

Acabo de cumplir los 40 y me veo tan representado en muchos detalles que estoy por llorar.

26/04/2016, 12:42

Otro que ronda los cuarenta.

100% identificado con el artículo.^^

26/04/2016, 13:58

Yo los pase, pero espero seguir siendo ese niño, cuando no tienes que enfrentar la vida como un adulto.

26/04/2016, 14:12

Jo, Eban, no puedo estar más de acuerdo. Me viene a la memoria este anuncio, el primero con el que me sentí plenamente identificada:

26/04/2016, 16:10

Por un lado me ha gustado verme reflejado en el artículo. Por otro he visto lo poquito que queda para los cuarenta y me ha dado mal rollo.

Asi que...

1) Gracias, Eban... ¡gran aporte!

2) Buuuh... eres un mierder. ¡Aguafiestas!

26/04/2016, 17:03

Por un lado me ha gustado verme reflejado en el artículo. Por otro he visto lo poquito que queda para los cuarenta y me ha dado mal rollo.

ídem, aunque ya llevo unos días meses planteándomelo. :P

Y no, no me identifico con el reportaje, sólo soy adulto cuando duermo o ni eso xDDDDD

Bueno, vale, quizás sí me identifico bastante ¬¬

P.d.: Yo lo llamaba "Guionista/Dibujante de Cómic", "Jugador de rol", y/o "alguien que sabe la importancia de no perderse a sí mismo" :P

XD

26/04/2016, 17:42

Los que rondamos los 40 (arriba y abajo) somos la primera generación que se negó a dejar de jugar.

Claro, porque no hay nadie de más de 70 años que se pasa el día jugando al tute o al domino.

Vamos que para mi el articulo describe algo muy lejos de mi experiencia. En mi familia siempre se jugó, en la familia de mi mujer siempre se jugó, mis abuelos jugaban los cuatro. Excepto mi padre y sus hermanos (todos, deben ser adoptados), creo que mis mayores juegan todos tanto en mi familia de sangre como política. No se concibe una comida familiar sin una baraja.

Para mi lo único que han cambiado son los juegos, no el hecho de jugar, hasta que la muerte o la edad lo permita.

Chemo
 
Demiurgo (Fundador de la web) Carné Umbriano nº1
26/04/2016, 21:09

Opino como JavierRivera2. A mí hay chavales que me dicen en Steam 'ojalá mi padre fuera como tú' pero es una simple cuestión de perspectiva. Yo crecí entre consolas y juegos de rol... así que soy rolero aunque sea mayor. Los padres de algún amigo mío, que ya se han jubilado, siguen jugando al futbol de vez en cuando. Es porque esa era su afición.

Se llama síndrome de Peter Pan (o negarse a crecer) o simplemente no hemos perdido la capacidad de maravillarnos por las cosas, yo lo llamo desde hace años ser "Changeling" :D

Yo asocio el síndrome de Peter Pan con algo más chungo: la gente que al crecer sigue queriendo ser niños esquivando también las responsabilidades. De esos conozco unos cuantos y varios de ellos ni siquiera juegan a nada. Bueno, sí: viven como si tuvieran 16 eternamente, pagándose sus vicios a costa de sus padres. Nada que comparar con lo que hablamos ;) 

27/04/2016, 00:01

Y aún ando más cerca de los treinta que de los cuarenta, pero me mola el artículo :).

Aunque yo, más que a los videojuegos, le echo la "culpa" a toda la revolución tecnológica en general: con las descargas multimedia los frikis rarunos pasaron a ser el tipo guay que te dejaba cosas, con internet esos aficionados minoritas descubrieron que no estaban tan solos como pensaban, gracias al streaming no te ves forzado abandonar ese anime que sigues desde hace diez años, la evolución de los videojuegos permiten incluir temáticas más adultas en sus contenidos, etc.

27/04/2016, 09:44

Pues yo debo de ser algo raruna, porque en mi entorno más directo en la infancia no ha habido afición por el juego (más allá del mus de rigor) o por tebeos (ventaja de tener tíos trabajando en la Bruguera, siempre tuve montañas de tebeos de Mortadelo y Filemón), leer novelas de "Elije tu propia aventura", incluso de los Cinco o los Siete Secretos o los Hollister. Debo decir que soy una jugadora de rol MUY tardía (comencé con 24 años) y ahora, 14 años después los amigos seguimos reuniéndonos en mi casa cada fin de semana a jugar, sea al rol o a juegos de mesa diversos.

No me preocupa que mis hijas jueguen a princesas, que elijan ser Elsa o la muñequita Disney del momento. Lo que me encanta es que lideran mini-juegos de "rol en vivo", en los que asumen personalidades y narran una historia. Puedo asegurar que uno de los mejores momentos que he pasado este mes ha sido enseñando a mis hijas a jugar al Carcassone Junior que ha sido el regalo de cumpleaños de la mayor o que la ésta busque participar activamente cuando jugamos a otros juegos de mesa (ya tiene 5 años). Y es que lo ha mamado. Y es literal, ya que yo he jugado al rol mientras la daba el pecho siendo bebé xD

Es más, cuando me llaman friki, siempre respondo con un sonriente gracias. Incluso más de una harpía se ha llevado una mirada de lástima y un "qué penita me das, que no sabes quién es Darth Vader". Soy friki, me encanta la fantasía, leer, jugar y rolear. Ahora, gracias a internet, es más fácil. 

Recuerdo cuando jugaba al WoW y me decían mis amigas: "hija, si es que no sales" o "así vas a conocer a gente". Pues mira, quizá más, pues gracias a ese juego he conocido a grandísimas personas que, de otro modo no lo hubiera hecho. Y que años después, sigo manteniendo el contacto y se cuentan entre mis mejores amigos. 

Es una forma de ocio como otra cualquiera. Además, constituye una industria que mueve dinero y puestos de trabajo. El mundo evoluciona y dentro de unos años, no será tan raro. Hemos sido pioneros, hemos roto moldes y hemos abierto nuevas vías de entender la vida. Podemos estar muy orgullosos.

27/04/2016, 15:14

Yo asocio el síndrome de Peter Pan con algo más chungo: la gente que al crecer sigue queriendo ser niños esquivando también las responsabilidades.

Es cierto, pero ¿cuantos frikis conocemos así? XDDDDD Tómalo con ironía y cinismo ;-)

Se perfectamente de lo que estamos hablando, de que somos la "generación de los primeros jugones" ( o algo así), aunque algunos tengan padres que juegan aún.

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