Partida Rol por web

Tras ya haber superado el día después de la fiesta de despedida os vais todos a dormir. La rutina vuelve de nuevo, pronto quedaréis aislados del mundo y la primera tormenta se acerca. Esa noche no dormís bien por culpa de los ruidos, os parece escuchar voces susurrantes por los pasillos junto con la violencia del viento al golpear las ventanas. Pocos de vosotros lográis dormir con tranquilidad.

Al día siguiente un desagradable descubrimiento os despierta a todos. La nieve se ha adelantado unas semanas a la previsión atmosférica y os ha dejado aislados. El telégrafo y el teléfono no funcionan, las vías de carretera están completamente impracticables, ni siquiera las ondas de radio parecen poder salir de aquí ni ser recibidas. Estáis solos, absolutamente aislados del mundo, al menos hasta que pase la tormenta... aunque afuera luce el sol y no parece haber tormenta aunque el ambiente es muy frío.

Y lo peor de todo es que el resto de empleados del servicio tampoco aparecen. Cuando entráis en el comedor los hayáis a casi todos muertos, se encuentran sentados en las mesas como si siguieran vivos pero el suelo esta manchado de sangre y podéis observar que los han dejado desangrarse mientras estaban atados.

Esas pobres personas debieron sufrir mucho, su muerte fue muy lenta. Alguien comenta que los cuerpos parecen haber sido drogados, tal vez así fue como pudieron montar todo este teatro. ¿Que significa todo esto? Sin duda alguna, alguien de entre vosotros es quien ha orquestado todo este montaje. Alguien que quiere eliminar a todos los demás que no sean ellos.

Tras la impresión iniciar, los balbuceos, el pequeño mareo y finalmente el retortijón de tripas que predice un vómito, Angela Merryweather se desplomó en uno de esos grandes sillones. Miraba con escepticismo a su alrededor.

La verdad, todo sea dicho, no había dormido demasiado bien. Pero siempre había sido muy madrugadora, y por ello se había levantado la primera exactamente a las 8:35 y así poder empezar a disfrutar de su café exactamente a las 8:45, en la cafetería de abajo. Pero eran ya casi las 9:15 y todavía seguía allí, con cara de horror.

Cuando alguien comentó que estaban drogados, se juró a sí misma dejar de tomar café, al menos por esa mañana. Y quitarle el café podía suponer alterar su sistema nervioso. Ahora mismo, la mujer estaba hecha una furia, agitando la mano frente a los responsables del hotel, y queriendo ver muertos a los responsables y alegando que, de ser necesario, lincharía* a los sospechosos. Si en el fondo, como buena dramaturga, gustaba por el drama.

¡Aaaaagh! - grito al ver el dantesco espectáculo. Salgo corrriendo al baño y me encierro en una cabina de retrete para comenzar a devolver del puro asco y casquería por el ferroso olor de la sangre que lo impregna todo.

Algo después, salgo mareada y pálida pero un poco más recuperada aunque en mi interior, pienso

¡La clave de mi tesis! ¡Esto si es un grupo de personas en una situación de tensión!

¿Quién ha podido hacer algo así? - Cuando obtenga mi matrícula le deberé unas cervezas

John se vio trasladado al pasado cuando vio aquella escena. Las tripas se la encogieron por el horror y un súbito mareo quiso apoderarse de su cabeza, pero no podía permitirse ninguna debilidad. Aún cuando esa gente eran sus amigos, con los que había reído, había compartido un licor en los fines de temporada... ya nunca le devolvería la pipa a Martin, ni Simonne se casaría. La próxima primavera pensaba irse, y ahora... 

- Betty - Se obligó a salir de la espiral que no llegaba a ninguna parte. Al menos trataría que la joven no viese la dantesca escena, aunque no estaba seguro de lograrlo. - Por favor, trae al Sr. Foster - El administrador no estaba entre las víctimas. Al menos alguien podría decirle qué era lo que tenía que hacer.

- ¡Jeffrey! - Llamó ahora al mayordomo - ¿dónde estás?

Pero cada vez había allí más gente. Era imposible ocultar el horror a los huéspedes, pero al menos lo intentaría. Trató de interponerse para que nadie accediera a la sala antes de que un profesional la examinara - Por favor ¿Hay algún médico entre nuestros huéspedes? ¿O algún policía o detective? - Recorrió los rostros de los más madrugadores, deseando que aquello no fuese más que un mal sueño pero el olor de la muerte no es algo que se olvide con facilidad. 

El día anterior había sido confuso entre resacas, individuos que aún creían estar de fiesta, y un anciano invitándola a desayunar a medio día. Tanto así que cuando quiso acostarse a dormir no pudo pegar ojo en un buen rato, como si fuese un presagio de lo que iba a acontecer.

Debido a ello se levantó con un cierto malestar pero sin duda bastante más claro que el día de recogida. Hacía frío, sí, pero al menos aquel frío la ayudaría a concentrarse y no distraerse. Desde luego aquella nevada parecía como arrojada desde los mismos cielos y se quedó unos minutos anonadada mirando el paisaje por la ventana, cuando escuchó gritos, movimientos, algo parecía estar mal, así que se puso rápidamente un vestido, una ligera chaqueta, unos zapatos planos y descendió casi a la carrera para...

... terminar chocándose contra el muro que representaba el señor McQueen. Aturdida, retrocedió un par de pasos, él parecía nervioso, dando indicaciones, desde el interior llegaba un olor... extraño, se escuchaban los gritos furiosos y asustados de dos mujeres. Fue entonces cuando la sensación de miedo comenzó a hacer mella en ella, robando el color de su piel, no sabía qué había sucedido y tal vez aquello era lo que le hacía más temerosa. Con la mano hizo un movimiento para pedirle a aquel guardián que la dejase pasar, necesitaba saber qué estaba pasando, lo necesitaba, nada podría ser peor que no saber, que lo desconocido.

Gritos y un hombre en medio del pasillo son el misterio que esta mañana interrumpe mi paseo al desayuno.Aparto con un ademan que no llega a tocarlo al tal McQueen, mientras le dirijo unas palabras. -Apártese, caballero.- para escurrirme en el acto por entre el bulto que era su cuerpo y la pared del pasillo, tras lo que seguidamente me adentre en la sala.
Y allí, ante el grotesco espectáculo que nos había deparado el destino me sentí despertar, sí, esa era la palabra. ¿Quién entre todos los presentes podría haber sido el culpable?
Aquella pose dramática en los cadáveres quizá apuntará a esa pésima dramaturga que tan histriónicamente clamaba ya por la sangre de quién fuera. Quizá no le bastará con la ficción y hubiera decidido hacer real su próxima obra.
Quizá no, quizá fuese cosa de alguien del propio lugar. Había trabajadores vivos, lo que indica que ellos podían ser los que habían orquestado esta variopinta escena, probablemente con la intención de culparnos a los visitantes, lincharnos durante las festividades y resolver así un futuro juicio en el que los muertos ya no podrían defenderse de las injustas acusaciones.
Les miraba a todos, evaluando a cada uno de los rostros que se agolpaban en el pasillo y que poco a poco iban dejando atrás al desesperado McQueen.
Fue entonces, cuando se me heló la sangre, viendo algo que en todo el tiempo que había pasado en el hotel aun no me había percatado, algo que no entendía como no podía haber llamado mi atención.
Allí, con rostros neutros y miradas vacías había individuos, extraños inmutables que observaban todo con pasmosa quietud. Oh, que sangre fría habían de tener, que susto me habían dado...

Jessica salto de la cama con el grito de una mujer, venia de la primera planta y era un grito de autentico horror.

¿Que pasaba en aquella aldea?, apenas había podido dormir en toda la noche se escuchaban ruidos y susurros; ¿Me estaré volviendo loca de tanto escribir novela negra?; pensaba mientras a toda prisa se enfundaba unos pantalones y un jersey para bajar lo antes posible y ver que sucedía.

Al bajar por las escaleras empezó a escuchar a John McQueen pidiendo médicos, policías o detectives aceleró mas el paso abajo se estaba cociendo algo y no olía bien.

Al llegar allí su estomago se encogio el olor era repugnante y calaba en lo mas hondo, las nauseas le indicaban que buscara un baño por el ver un corrillo de gente mirando con cara de horror la incitaban acercarse mas, mientras el señor McQueen y Juan Duro discutían porque este ultimo quería colarse pude ver el horror ....

Mi cuerpo se quedo paralizado, como en un sueño escuchaba las voces de McQueen indicándome que saliera de allí y dejara de mirar pero era imposible. Ante mis ojos casi todos los empleados estaban sentados en las mesas rectos como quien espera que vengan a pedirle nota y bajo ellos el charco de su propia sangre, atados a las sillas con total ausencia de rubor. Quien había podido ser capaz de tener la suficiente sangra fría de dejarles allí, muriendo lentamente, notando como su cuerpo se vaciaba. Era demasiado rebuscado incluso para cualquiera de sus novelas.

un ex empleado con ansia de venganza?, un jefe que necesita una reducción de empleados? un visitante loco? un aviso para le resto de visitantes? un compañero celoso o mal pagado?

Todas aquellas preguntas se agolpaban en busca de una respuesta y la única que llegaba era ESTAIS AISLADOS E INCOMUNICADOS.

Ante aquella respuesta mi cuerpo volvió en si mi cabeza comenzó a dar vueltas y mis piernas empezaron a flaquear busque donde poder dejarme caer pero era demasiado tarde lo único que note era el frio suelo bajo mi cuerpo.

Miro descorazonado la escena que se muestra ante mi, el espectáculo dantesco hace que por un momento quede paralizado.
¿Que ha ocurrido?¿Quien ha podido hacer tamaña atrocidad?Dios Santo.
En todos mis años de servicio a esta obra no había pasado nada.
Todo eso golpea mi mente mientras me centro, aún con el corazón en un puño por el miedo, para dirigirme a la gente que me rodea.
-Señores por favor todo el que no sea personal de la casa vayan a la biblioteca, se les informará de todo en cuanto sepamos algo. Señor Mcqueen saque a las mujeres de aquí, este no es lugar para ninguna dama. Escolte las hasta la biblioteca y encarguese de su protección,
Una vez asegurado la seguridad de los huéspedes respiro hondo... ya habrá lugar para el horror mi responsabilidad es Para el personal y los huéspedes de esta casa.
¿Quien falta que alguien vaya a las habitaciones del resto de invitados y personal

Alguien asume el mando y Linda lo ageadecer. Cumple con lo solicitado y se va a la biblioteca. En realidad, salir de esa sala era lo que más ansiaba hacer. Cuando había llegado allí solo había visto a la dramaturga petrificada de espanto, sentía que si se quedaba más tiempo alguien acabaría por culparlas a ellas por ser las primeras en llegar.*

No habló durante el camino y también procuro no sollozar, aunque tenía los ojos rojos desde que había salido del servicio.

Nota de tesis: En la primera fase de una situación de tensión, mientras todos deambulan como pollos sin cabeza, alguien debe destacar y poner orden. Ese alguien asumirá el control y, al menos en esta fase, la población sujeta lo aceptará sin oposición. Esta fase será más corta y menos problemática cuanta mayor sea la responsabilidad aceptada socialmente de aquel que coja el control: jefe, político, sacerdote, militar...

Cuando el arqueólogo bajó de su habitación a desayunar casi le da un infarto. Había visto cadáveres con anterioridad. Pero los dueños de aquellos cuerpos llevaban muertos cientos e incluso miles de años, a diferencia de los que ocupaban la sala que recién comenzaban a experimentar el rigor mortis.

Haciendo acopio de voluntad se acercó hasta el señor Kane.

-Si... si lo des... desea puedo ayudar -se ofreció titubeante. No deseaba quedarse en el lugar pero no podía permitir que las damas tuvieran que ocuparse de desalojar aquel teatro macabro. Además, tener algo que hacer seguro le hacían evitar tener que pensar en las implicaciones del aislamiento junto a un asesino sanguinario durante los próximos días.

Se escuchan unos espeluznantes gritos que provienen del comedor y que me hacen temblar más que el potente frío de la mañana, me paralizo de miedo, escucho otro grito más y con mi mano temblorosa agarro una de las escobas, buscando defenderme de lo que sea que esté pasando y me dirijo con mucho miedo hacía allá. Al acercarme noto un olor extraño, algo nauseabundo y veo al señor McQueen flanqueando el paso al comedor, voy corriendo a ver que es lo que pasa y él no me deja continuar, pero veo las caras de los presentes y lo intuyo, algo muy malo ha pasado en Clanmurk.

Veo a Jhon McQueen a los ojos, le pregunto y temo la respuesta, él baja la mirada y me dice -Martin, Simmone, Ralph y otros de tus compañeros del servicio están muertos-.

-¡NOOO! ¿Quien ha sido capaz de hacer tal cosa? - La voz se me quiebra y es inevitable que el llanto llegue a mis ojos y a mi corazón, me dejo caer de rodillas y le suplico a Dios que esto no sea cierto, que todo sea parte de una cruel pesadilla. Al levantar la mirada enjuagada en lágrimas puedo ver parte de un charco de sangre a lo lejos, lo que me hace levantar de súbito y aferrarme a los brazos del señor McQueen, de cierta forma me siento un poco más segura con él. Me dice algo, pero no le puedo entender, estoy tan asustada que no creo poder ni siquiera abrir los ojos, menos aún moverme de donde estoy.

Al escuchar los gritos de la gente el cocinero se levanto de un salto de la cama, con un par de zancadas llego a la puerta y en ese instante pudo oír a lo lejos el llanto de Betty, Le habrá pasado algo a la muchacha? Se dijo a si mismo mientras corría con todas sus fuerzas, al llegar el espectáculo dantesco casi hace que vomite la cena, tapo su boca con su mano derecha y corrió hacia la primera ventana para vomitar.

Por lo mas sagrado!, que ha pa Brgggggg!, no era capaz de articular palabra, solo vomitaba, mientas las lagrimas por el esfuerzo y la situación hacía que su visión se volviera vidriosa.

Aquella mañna ya se sentia mejor, despues de la fiesta de hacia dos noches, y con algo mas de apetito, bajaba las escaleras del hotel pensando si acompañaria su cafe con un muffin de vainilla o de frutos del bosque. El bullicio y algun que otro grito de indole femenino ya se escuchaba por el salon, lo que hizo que Samantha se apresurara. Al llegar no comprendia si habia habido un accidente o simplemente regalaban cigarros. Pero poco a poco comprendio, por rumores mas que nada, y cuando lo hizo, se paro en seco. Muchos salian de la escena corriendo llevando sus manos a la boca o el estomago. Otros se desplomaban en los sillones. La señorita Carter simplemente se quedo de pie por algun tiempo indefinido. Reacciono cuando la multitud comenzo a ponerse algo mas agresiva, reclamando, pidiendo, exigiendo al causante de todas esas muertes. Poco a poco, no muy convencida al principio, pero cediendo despues, ella tambien alzo el puño, gritando por su propia seguridad. Resultaba muy peculiar y distinto ver a la joven anticuaria en ese estado. Realmente era una situacion extraña donde la unica certeza seria que no pediria muffin de frutos rojos. 

El olor era nauseabundo. Bernard Quatermass había oído los gritos y eso le había hecho ir rápidamente a la sala. Ahora miraba la dantesca escena atónito, paralizado por la imagen de aquellos  cuerpos desangrados... dios santo, ¿donde nos hemos metido?. Incapaz siquiera de articular palabra y sacando un pañuelo, pues el hedor le hacía marearse, intentó convencer a las mujeres de salir de la sala. Dorothy, la mujer con la que había conversado anteriormente, la joven Betty... Los gritos en la sala eran fréneticos pero no había tiempo que perder.

-Lo mejor será que todos salgamos de aquí, ahora ya no hay nada que hacer. Vayamos todos a otra sala vacía- dijo esto volviendo a echarle una mirada a los cuerpos. Sabía que era lo mejor para las mentes de los demás- y hablemos allí lo que se tenga que hablar. Lo primero sería intentar pedir ayuda al exterior si existe alguna forma- puntualizó.

-Sr. Duro si quiere acompañar a el sr. McQueen, en la protección de las damas, se lo agradecería

 -Sr Jeremahia se lo agradezco quizás sus conocimientos anatómicos nos puedan dar alguna pista del suceso y siempre será mejor que las damas no tengan que sufrir este horror.

-Jack, Amigo, hay recomponerse recuerde que lo primero es la seguridad de los huéspedes, busque al resto de los ausentes y reúnalos en la biblioteca... Si encuentra a Jeffrey dígale que venga a ayudarnos a poner esto en orden.

Ahora, ¿que hacer? creo que uno de nuestros huéspedes es un forense, Dr. Herbert Rosenthal si no recuerdo mal, a ver si habló con el y lo añado al grupo de investigación, ¿Quien pudo haber sido capaz de este atrocidad? poco a poco se va haciendo paso lo imposible a través de mi mente, los informes de esta mañana, estar aislados y solos nadie entró, nadie salió, no es un ataque externo, es uno de nosotros.

- Betty... Lo siento. - no estaba seguro de qué hacer con la joven llorando en brazos. ¿Decirle que no pasaba nada? Mentiría. ¿Que se solucionaría? Las vidas de los amigos de ambos se habían perdido. No hay solución para eso. ¿Que las cosas mejorarían? Miró alrededor. Un hombre se había abierto paso hasta la escena de malos modos y ahora lanzaba miradas en torno a si como si todos fuesen asesinos. Otros estaban, y como era natural, descompuestos, pero lo peor eran las personas que perdían los nervios y pedían imposibles con maneras completamente fuera de lugar. En el fondo no podía culparlos. Los momentos de mayor estrés sacan lo peor de mucha gente. haciéndose eco de las palabras del administrador, dio un par de pasos en dirección a la biblioteca, llamando la atención con serenidad.

- Por favor, todos aquellos que no hayan sido llamados, acompáñenme. ¿Nos acompaña, señorita Hansen? Será mejor que no vea lo que hay en la sala contigua. - Y dicho esto, se encamina en la dirección indicada, con suaves indicaciones al resto para que no se quedaran atrás.

La gente empezaba a entrar en la sala en tropel, incluso había quien intentaba poner cierto orden, pese a que cuando fueron varios, el caos no hizo sino acrecentarse.
Escucho su nombre entre la multitud, aunque no entendió las palabras. Aun así no había intención alguna de quedarse ahí para intentar entenderlo, sobretodo cuando ante sus mismas narices, un par de largas piernas habían caído al suelo.
Aproximándose con celeridad a la señorita Fletcher, cuyo nombre de pila aun desconocía, se arrodillo junto a ella, ofreciéndose con gesto cortes y rostro sereno, aunque preocupado.
-No soy medico, pero usted necesita una copa.- Le oferto, junto a su mano a fin de que la muchacha pudiera levantarse.
Sin dar por sentado la reacción de la joven, espero en esta posición durante unos segundos a la espera de su respuesta.
 

Concentrado en mi habitación, escucho numerosos ruidos y gritos desaforados en el Lobby  “al parecer no terminaban con su fiestita”. Tomando mis apuntes, junto a una taza de café y enfundado en mi pijama y pantuflas me dirijo hacia todo el barullo.

Un  olor extraño se sentía a cada paso que daba en dirección hacía la primera planta, al llegar al Lobby me percate que casi nadie estaba allí, más bien se dirigían como en enjambres al comedor del lugar.

Al entrar al comedor sentí la atmosfera tan  tensa, que el aire se podía cortar con las manos.

Pero que… la taza se resbala de mis dedos esparciéndose por el suelo y sus apuntes al caer vuelan por la habitación;…demonios.

Abrió los ojos poco a poco y vio al señor Juan Duro a su lado ofreciéndole la mano, -Gracias... Aquel hombre era realmente apuesto, tras levantarse gracias a su ayuda intento recobrar la compostura.- Es usted todo un caballero permitame presentarme mientras tomamos esa copa, necesito dejar de pensar en esa imagen. 

Tras varios cigarrillos, la dramaturga decide por fin abandonar la sala, para ir a donde le dice la persona a cargo. Todavía le temblaban las manos. Le había costado bastante calmarse, pero estaba visiblemente asustada; al fin y al cabo semejante transgresión como el asesinato comprometía la vulnerabilidad de todos.

Encendió su enésimo cigarrillo, una vez en la sala contigua, y comenzó a escribir en su diario, como hacía todas las mañanas exactamente a las 11 en punto, con letra muy esmerada y perfeccionista.

Día para olvidar, Clanmurk. Invierno de 1928.

Hoy no he tomado café, he fumado casi dos pitilleras enteras y estoy muy asustada. El teléfono no funciona. El telégrafo no funciona. Y no hay correo ni radio que sirva para pedir auxilio.

Ayer mantuve una agradable conversación con la señorita Hamilton, pero hoy ya quiero marcharme de aquí.

Cuando he bajado al salón, los he encontrado muertos. MUERTOS. Asesinados. Todavía sigo en shock.

Estaban en el comedor todos muertos. Sentados en las mesas como si siguieran vivos. Macabro. Sólo las manchas del suelo indica que los han dejado desangrarse mientras estaban atados. Creo que he llegado a desmayarme, y luego me he puesto como una histérica.

Esas pobres personas debieron sufrir mucho, su muerte fue muy lenta. Los cuerpos parecen haber sido drogados, tal vez así fue como pudieron asesinarlos sin que sus gritos levantaran sospechas. No sé quién ha sido, pero es él o yo.

Tengo miedo.

Después, Angela Merryweather levanta la cabeza, y pregunta a los demás:

- ¿Alguien vio u oyó algo?