Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

Diario de la Inquisición.

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28/07/2013, 14:05
Ace Velvet
Sólo para el director

Los mensajes de Morfeo

Duelo celestial.

El mismo sueño se repite, noche tras noche. Un caballero alado, en una galería de piedra. Docenas de vidrieras de múltiples colores filtran la luz, dotando al lugar de un ambiente confuso y cambiante. El caballero porta una espada y brillante armadura, pero no hace nada más que observar.

Ante sus ojos, dos ángeles combaten con fiereza. Uno es increíblemente poderoso, de porte altanero y armadura dorada como el sol. Su mandoble brilla con la misma intensidad que su armadura, y parece cortar el mismísimo aire con cada ataque. Sus alas, de luz pura, parecen un milagro demasiado fascinante como para ser observado por meros mortales. El otro es mucho más joven, sus alas físicas apenas pueden rivalizar con la inhumana belleza de las de su oponente. Su mirada penetrante tiene algo especial, pero su aspecto general es mucho menos ostentoso e imponente. Además está sangrando, porta estigmas como precio por el poder divino que emplea.

Para desgracia del caballero, el ángel que va perdiendo significa mucho para él. Pero no puede moverse del sitio, simplemente observa la situación como una estatua de mármol más. Y el combate, lentamente, se decanta hacia el contendiente más poderoso. El ángel más joven se encuentra literalmente entre la espada y la pared. Al caballero se le plantea entonces una elección.

Ayudarle o no.  


Miedo al fuego.

Un rugido hace temblar el suelo bajo sus pies. El caballero alado, con su armadura manchada por el azufre, se encuentra en lo alto de una montaña. Sobre su cabeza un reptil, alado también, se desplaza por el aire mientras calienta su garganta.

Junto al caballero hay un joven de cabello oscuro. Parece un noble guerrero, pero está asustado. Y, ciertamente, la imagen del enorme dragón podría atemorizar a cualquiera. Escamas carmesíes, garras de marfil, fauces afiladas como guillotinas. Pero el joven guerrero debería ser diferente, él está destinado a enfrentarse al reptil. ¿Por qué tiene miedo entonces? El caballero no lo entiende.

El aullido del dragón suena de nuevo, a medida que desciende en picado, directo hacia el joven amedrentado. El caballero se interpone, y empuja al joven fuera de la trayectoria de la acometida. La bestia ríe, y tras hacer una pirueta en el aire regurgita fuego. El caballero detiene de nuevo el ataque, pero esta vez con sus alas, que quedan abrasadas. Para sorpresa de la criatura no grita de dolor al sentir sus extremidades arder. Se acerca al joven, que sigue en el suelo, y se arrodilla frente a él.

- Depende de ti – anuncia con una franqueza perturbadora – Puedo ayudarte, pero sólo si superas el miedo.


Reina de los mentirosos.

Frente a un árbol viejo y retorcido, una mujer de roja cabellera espera. Parece triste, compungida.

El caballero aguarda, a sus espaldas, con su espada alzada.

- Te destruiré, es mi destino – sentencia sin titubear.

La mujer ríe, divertida por la situación. Se gira, lentamente, y mira al caballero a los ojos. Unos ojos de un azul penetrante y pálido.

- ¿Entonces es tu destino destruirte a ti mismo?

El joven se ve en los ojos de la mujer, se ve a sí mismo como si de un espejo se tratase. Da un paso atrás, confundido, y luego otro. Deja caer la espada, no sabe qué hacer. Busca la presencia de su ángel guardián, pero no hay nadie más, está solo con ella.

- No puedes destruirme – la mujer vuelve a reír.

Él cae de rodillas, presa de un terrible embrujo. El embrujo de la verdad y la mentira.

 Ace Velvet: +1 Puntos de Experiencia.

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30/07/2013, 14:14
Kael

La mano del Caos

La otra cara de la Inquisición.

Desde que Kael recuperó la mano perdida cambió muchísimo, tanto para bien como para mal. Se aplicó como el que más en las clases que le interesaban, intentando recuperar el tiempo perdido y no quedarse atrás, pues no quería ser un Guardia Eclesiástico... ?o tal vez sí? No, él estaba allí para evitar que los monstruos acabaran con el mundo, no para vigilar el monasterio. Y ya no le importaba tener que convertirse en uno.

En las clases de Maestro pudo volver a empuñar la Espada Bastarda a la que estaba acostumbrado cuando era pequeño. Al principio volvía a ser torpe y lenta en sus manos, pero adquirió la soltura que tenía con ella de nuevo, incluso la aumentó, pues ahora no solo combatía con ella. Más de una vez venció un combate por bloquear el arma del rival con la suya y luego lanzarle un barrido o un golpe a las piernas, derribandolo y consiguiendo así la victoria. Ebn las de Salieri seguía esforzándose, cogiendo soltura en la pelea desarmado y averiguando nuevas formas de las que usar su energía, aunque aún le costaba sacarlas de su cuerpo. En las clases de Severus empezó a prestar mucha atención, pues si quería poder vencer a las cosas extrañas del mundo tenía que poder entenderlas, y para eso necesitaba esa clase. Le seguía siendo difícil y le costaba mucho entender los conceptos, pero algo se le quedaba y cada vez eran más datos.

En las clases de Mentalismo y Dones divinos no solía prestar mucha atención a como hacían las cosas, solo a como podía resistirlas. En la de Dones divinos se le escuchaba algún resoplido, pues empezaba a estar harto de que a los que podían manejar esas energías les dieran cierto favoritísmo, o al menos eso creía él.

Otro momento en el que se notaba el cambio de Kael era durante las comidas. Ahora hablaba mucho, como si tuviera que recuperar el tiempo perdido, comentaba los cotilleos y rumores y demás. Con Richard gastaba bastantes bromas, ya fueran entre ellos o a otros. Solía pinchar a Richard diciendo en público algo sobre que escribía “cartas a una chica” por las noches, a lo que Richard solía contestar algo sobre que Kael salía todas las noches del cuarto, pero no todas tiene clase con León.

También pasaba algunos ratos hablando con Juliette, normalmente a solas y cuando le preguntaban sobre qué hablaban, el pelirrojo solía contestar con dos frases: “Cosas nuestras” o “puede que habláramos de tí” En realidad, Juliette era su confidente y a la que pedía consejo para saber como tratar a las chicas de su edad, pues él no tenía ni idea y parecía empezar a estar interesado en esos temas. También preguntaba sobre esto a Salieri, que era el que más éxito tenía entre las féminas sin lugar a dudas, y a Leona, pues debía de aprender a tratarlas si quería conseguir algo.

* * * * * * * * * *

Pero no todo eran cosas buenas. La relación que más cambió fue con Elohim y, por tanto, con Ace. Con Elohim tenía una relación de rivalidad, por su parte al menos, bastante brusca. ¿Por qué? Porque el ángel era el niño mimado, según el pelirrojo. Podía hacer gala de sus habilidades ante todos sin que lo miraran mal, era el ojito derecho de casi todos los grandes cargos, sobretodo de las santas. Era el símbolo, a lo que se aspiraba, el guerrero santo por excelencia.

¿Y qué era Kael? Pues todo lo contrario. León le enseñaba a usar sus habilidades en secreto, nadie ajeno a la Inquisición podía verle usarlas en público, o al menos que viviera después de ello, ya que eran unos poderes mal vistos y que algunos asociaban con “el maligno”.

Pero, para colmo, lo que le reventaba es que Elohim lo hubiera tratado bien, intentando ayudarlo durante su temporada como tullido, pero Kael se sintió como un animalito herido al que todos tenían que cuidar- Al menos yo no me casi muero cuando uso mis habilidades -refunfuñaba algunas veces cuando Elohim mostraba sus habilidades.

Con Ace la realción se enturbió y bastante. Todos sabían del extraño vínculo que unía a los dos rubios y, Kael no había tenido mucho trato con Ace, pero como empezó a llevarse mal con el ángel, ambos se empezaron a llevar mal también por ser “amigo de él”. Esa relación de ideas de los adolescentes. Además Kael se enteró que el otro rubio no había visto con buenos ojos la actitud ensimismada del pelirrojo, lo que hizo que Kael se acercara un día a Ace y le echara en cara varias cosas de las que no tenía culpa.

-No tienes ni idea de lo que he pasado -le dijo Kael- así que si me vas a venir a criticar por como me comporté a lo mejor deberías de perder una mano antes, y si no te puedes ir con tu amiguito a los cielos y dejarnos el trabajo sucio a los demás.

Desde ese momento, Kael evitaba en la medida de lo posible a ambos.

-Ahora entiendo porqué León suele estar siempre solo -se decía de vez en cuando.

* * * * * * * * * *

Cuando se los empezó a considerar aptos para salir en alguna misión junto con Inquisidores y algunos guardias, Kael se ofrecía voluntario, siempre y cuando no tuvieran nada que ver con la nobleza o la burguesía, pues eran campos en los que no era muy hábil y un fallo se pagaba muy, pero que muy caro, además de que su cicatriz en la cara no le hacía muy agradable a la vista, y siendo como eran los nobles, mejor no arriesgar.

Las misiones que solían aceptarle eran para hacer investigaciones o vigilancias en las zonas menos atractivas de la ciudad o, incluso en los muelles y el puerto. Cuando le tocaba ir a este lugar, solía intentar investigar todos los barcos que podía para saber si había vuelto esa mujer, esa que le había intentado secuestrar a Gilbe, Charlotte y a él.

En casi todas las misiones y salidas solía estar en el mismo grupo que Ágatha, ya fuera porque lo buscara él o porque, según ella, Kamus la había asignado a esta misión. Con esta chica pasaba bastante tiempo desde que le mostrara que el tener pesadillas con algo que había derrotado era tontería. Cuando estaba con ella, Kael parecía otro, más tranquilo y relajado, como si no quisiera asustarla con los comentarios brutos que solía soltarle a Richard cuando hacía alguna de las suyas. En ocasiones, Kael se tenía que morder la lengua porque Ágatha pasaba por la zona, momento que Richard aprovechaba para pincharle más.

-¿Qué pasa Kael? ¿Te ha comido la lengua el gato? ¿No ibas a decirme algo?

Esto solía terminar con ambos corriendo por los pasillos en cuanto Ágatha  dejaba de estar cerca, Richard huyendo y Kael persiguiéndolo por todos lados para darle un par de collejas.

* * * * * * * * * *

El primer verano una vez recuperada la mano, Lael se fue del monasterio durante el periodo estival, pues Aidan, su padrastro e Inquisidor, había ido a buscarle para que fuera con él a empezar a ganar experiencia de campo. Kael volvió a Alberia, su tierra natal, pues Aidan le dijo que tras unos vagando se dio cuenta de que aún tenía mucho que hacer en esa zona. Para los que son extranjeros, Alberia era una zona extraña. Los bosques y la lluvia eran perpetuos y la gente era bastante supersticiosa. Ahora veía con cierta gracia que la gente creyera tanto en espíritus y seres de fábulas, pero a parte de que el territorio inspirara eso, éstas tenían mucho de verdad. Kael se enteró que estas historias fueron las que atrajeron a Aidan allí en un primer momento, y que se ha dado cuenta de que muchas son verdad en mayor o menor medida, lo que hacía más fácil su labor al poder presentarse como “cazadores de monstruos” pues, en realidad, eran eso.

En este viaje volvió a ver a su madre, la que se mantenía guapísima y estupenda, pues le había tenido siendo bastante jóven. Con ella la relación era diferente. Sí, la quería, pero había pasado muchos años sin ella y ahora no quería encariñarse mucho, pues sabía que lo pasaba mal cuando Aidan se iba tras algún ser y no quería que sintiera el doble cuando lo hiciera también él.

El día antes de volver de este primer viaje, su madre le dio ropa nueva. Era una ropa con cierta elegancia, como la de un pequeño burgués o comerciante, bonita, elegante, pero no de grandísima calidad.

-Si quieres que te digan la verdad no puedes aparecer como alguien con poder, pero tampoco como un pordiosero -le señaló la cicatriz de la cara mientras sonreía- bastante complicado lo llevas para no asustar a la gente ya.

También le aconsejó que no mostrara los símbolos de la Inquisición, pues al ser una institución temida y con muchos rivales sería todo más fácil si pasara desapercibido- Si quieres extirpar una enfermedad lo tienes que hacer con cuidado. Si te ven aparecer con la cruz en el pecho, los herejes se esconderán y desaparecerán.

Desde esta época, todos los veranos se iba con Aidan y, así, pasar un tiempo con su madre, coger experiencia de lo que sería su labor el resto de su vida y, de paso, pasar un tiempo con su madre, aunque el hecho de salir de los muros donde llevaba la mitad de su vida también le motivaba.

 Kael: +2 Puntos de Experiencia.

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30/07/2013, 15:15
Juliette Bourgeois

La nueva Familia.

La boda y lo que aconteció después.

Un par de meses después de la sorpresa de la aparición de Lilianne se celebró la tan esperada boda, para ese entonces Juliette ya participaba del coro de la iglesia, aunque estaba invitada como familia más que como integrante de éste. Fue una ceremonia sencilla... todo lo sencilla que puede ser una boda entre familias nobles. Acudió todo el pueblo para tener algo de que hablar al día siguiente en el mercado. Que si el novio estaba nervioso, que si la novia estaba espectacular, que si el traje de no se qué invitado tenía una mancha que por supuesto nadie más había visto... típicos cotilleos de señoras aburridas que no tienen nada mejor que hacer.

Durante toda la ceremonia Juliette y Landon intercambiaron miradas fugaces constantemente, ese chico del coro tenía algo extraño y la pequeña no sabía que era... pero no podía dejar de mirarlo. Alguna que otra vez se levantó para cantar con sus compañeros del coro, que a decir verdad eran más que buenos, un coro de voces blancas como nunca hubo otro.

La boda terminó entre aplausos y vítores, ya había una nueva familia noble en la ciudad y siendo la unión de las dos familias que eran... daría mucho que hablar y daría también un cierto caché a la zona. Cuando todo el que no estaba invitado abandonó el recinto se dirigieron a donde se celebraría el convite, aquello si que sería algo íntimo, la familia Laminio, y amigos de ambas familias, además de un grupo selecto de gente del Monasterio. Pero... ¿y la familia Bourgeois?, los padres de Lilianne habían muerto años atrás y no tenía más familia cercana que un hermano, y éste se encontraba bastante lejos en algun clase de misión que las niñas no llegaron a comprender. A Juliette realmente le apenó no tener una familia realmente numerosa, pero ya eran algunos más y con eso le bastaba, además ahora Dóminar sería su nuevo primo a la par que su maestro, y eso era algo, cuanto menos, agradable.

Como en toda boda entre familias psiónicas importantes, hubo un espectáculo tras la comida... un espectáculo en que las niñas, ayudadas por su maestro, dejaron boquiabiertos a todos los presentes.

La pequeña Juliette levantó el agua de una fuente situada a uno de los lados del escenario y la colocó formando una lámina donde su hermana, ayudada por “el novio”, proyectaría imágenes de su relación sacándolas directamente de la mente de Dóminar.

Al parecer aquel matrimonio de conveniencia se había concertado hacía muchísimo tiempo, cuando ambos contrayentes no contaban sino con 14 años. Al conocerse se llevaron mal, a ningún crío le gusta que le casen con una persona que a penas conoce... pero con el tiempo el sentimiento mutuo fue tornándose cariño, de cariño pasó a romance y durante aquel romance ambos se dieron cuenta de que eran como almas gemelas. Las imágenes se sucedían una tras otra mientras en la cara de un Dóminar concentrado y serio, se dejaba entrever un ligero rubor en sus mejillas, no estaba acostumbrado a airear sus sentimientos, pero qué mejor momento que aquel. Carlos solo dejó ver lo que él quería, todo imágenes reales cierto es, pero filtradas para que su intimidad se mantuviera casi intacta.

Cuando aquel espectáculo terminó todo el convite estalló en aplausos, las niñas eran muy pequeñas pero claramente eran bastante poderosas, como era de esperar en la familia Bourgeois, aunque... ahora que lo pensaban, las pequeñas no sabían lo que su prima era capaz de hacer, no habían pasado nada de tiempo juntas desde que la conocieron. Eso tendría que cambiar en algún momento.

Las siguientes noches, al terminar las clases, se les permitió ir a pasarlas con su nueva familia en su casa, donde serían acogidas una vez se graduaran como inquisidoras. En aquellas noches tras preguntarle una y otra vez a su prima que cuales eran sus poderes ésta decidió mostrárselos... pero con un juego.

-Bueno... ¿queréis saber lo que hacen mis poderes?.- Se mostró misteriosa Lilianne -. Bueno la verdad es que puedo controlar la luz a mi antojo y hacer lo que quiera con ella, desde cegar al enemigo hasta atacarle con un poderoso rayo penetrante, y crear hologramas, algún día os lo enseñaré mejor. Pero si queréis os muestro mis otros poderes, son aún más divertidos que los demás...- Aquello se ponía interesante, a las pequeñas les encantaban los poderes mentales, sobretodo si de ellos se podía hacer algo divertido-. ¿Sabéis jugar al escondite no?

-¡Claro que sí!.- Respondió ansiosa Juliette -. Y somos muy buenas, verás como te encontramos muy rápido jijiji.- Sonrió a la vez que dirigía una pícara mirada a su gemela, ya habían jugado a ésto antes con sus compañeros del Monasterio y eran capaz de encontrar a la gente muy rápido gracias a los poderes de detección de ambas, así que estaban muy seguras de conseguir vencer a su prima fácilmente.

-Bueno... si tan seguras estáis podéis empezar a contar pequeñajas.

Las niñas cerraron los ojos y, mientras contaban Charlotte se concentró para usar el poder que las hacía ganar a ese juego siempre que jugaban... Localización Psíquica. Cuando desató su poder rápidamente encontró a Lilianne, probablemente porque la propia Lily se había dejado afectar.

...Ya está hermanita, está en el baño del piso de arriba... vamos a por ella...

La pequeña Charlotte comenzó a correr con determinación hacia el lugar donde notaba que se encontraba la psique de su prima Lilianne y mantuvo el poder para saber donde se encontraba en cada momento.

-¡¡Allá vamos!!.- Gritó Juliette mientras perseguía a su gemela para intentar acorralar a Lily.

Corrieron hasta llegar a la puerta del baño, y al abrir la puerta descubrieron que allí no había nadie... No podía ser.

...No... estaba aquí July te lo juro...

Dijo Charlotte con tono afligido.

…Espera... ¡Ahora está en la cocina!...

-Pues vamos hacia allí, no se volverá a escapar .- Agarró a Charlotte de la mano y comenzaron correr hacia donde había dicho. Bajaron escaleras, casi a punto de matarse de la velocidad, y corrieron todo lo que sus pequeñas piernas daban de sí hasta llegar a la barra que separaba la salita de los camareros antes de la cocina, y la cocina misma.

Cuando asomaron sus pequeñas cabecitas solo alcanzaron a ver unos destellos de una luz blanca y pura que desaparecieron al instante, y allí volvía a no haber nadie.

...Ha vuelto a hacerlo...

Charlotte se sentó en el suelo apoyada contra la pared con los brazos cruzados en el pecho y gesto pensativo.

...No lo entiendo...

Dudó un instante, se estaba devanando los sesos.

...Del punto A al punto B sin recorrer el espacio que los separa, tiene que ser eso, aunque es una locura, Leonardo estaría de acuerdo...

Se levantó del suelo y miró a su hermana mientras un suspiro de resignación se le escapaba.

...Teletransportación, no sé cómo es siquiera posible pero...tú ganas Lily...

Sentenció encogiéndose de hombros.

Acto seguido entre luces blancas apareció su prima tan radiante como siempre.

-¿Y bien?, ¿habéis entendido la demostración?.- Sonrió la chica mirando a las pequeñas q se encontraban delante suya cabizbajas.

-Charlotte dice que teletransportación... ¿como es posible?.- Preguntó Juliette realmente interesada.

-Pues veras July...

Tras contarle cómo era que conseguía hacer aquello tan impresionante que las había dejado a ambas con la boca abierta, y tras mucho insistir y rogar, Lily accedió a enseñarle a Juliette como aprender a controlar el espacio y moverse por el a voluntad. Una serie de poderes que para las pequeñas y no solo para ellas, sino para mucha más gente del Monasterio, era algo impensable... Por sus cotas de poder y sus capacidades para enseñar fue aceptada meses después como Profesora Adjunta de Artes Mentales a la vez que ascendían a Dóminar a Profesor Titular.

 Juliette Bourgeois: +2 Puntos de Experiencia.

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30/07/2013, 22:08
Kael

La mano del Caos

La prueba Final.

Al fin había ocurrido.

La fecha para que hiciera la prueba estaba fijada. Durante los dos meses anteriores, Kael no fue a ninguna clase y se puso a entrenar en todo lo que podría servirle para su prueba. Tenía que entrar en el desierto y matar a un ser sobrenatural, no tenía ni idea de cuanto tiempo tenía ni de donde iría, así que con disimulo, la semana antes empezó a llevarse al cuarto piezas de fruta y algunos trozos de comida que no se estropeara, por si a caso no disponía de acceso a comida ni nada de eso.

Entrenaba todo lo que podía sus habilidades, sobretodo las de sigilo porque le habían dicho que tenía que matar a una criatura sobrenatural, no que tuviera que matar a la primera que se encontrara. Quería buscar un objetivo digno de dicha prueba, pero entendía que no podía hacer frente a lo que fuera, pues había seres muy pero que muy poderosos, aunque desconocía si estarían en aquel lugar.

El día llegó y Kael partió hacia ese lugar. El viaje fue tranquilo y lo dedicó a pensar en lo que tenía que hacer y en que tipo de estrategia quería llevar a cabo. El problema fue el entorno. Sabía como eran los desiertos, había leído mucho, pero nunca estás preparado para encontrarte en uno. El ambiente seco y caluroso era lo opuesto a su tierra natal, siempre húmeda y algo fresca, así que lo pasaba realmente mal. Al menos tenía unas pautas marcadas, cada cuanto tiempo beber y cuando, comer y cuanto, y esas cosas para evitar morir de inanición.

Llevaba ropas frescas, pero debajo tenía una ligera armadura de cuero, por si acaso, y eso le estaba asando. La capa con capucha de la Inquisición le quitaba lo más duro del sol, pero aun así hacía calor, y el agua, que estaba templada, no ayudaba a refrescar.

La mañana pasó con dureza mientras el joven pelirrojo caminaba por el desierto intentando evitar los seres que le parecían excesivamente grandes o peligrosos- Se paciente, busca lo que quieres y entonces ataca sin piedad. Recuerda, todo a su debido tiempo -escuchaba la voz de Aidan en su cabeza.

Durante la tarde fue cuando comenzó a ponerse en serio. Las temperaturas comenzarían a ser más agradables y en la noche era cuando siempre salían los seres que el buscaba. Era un ser de la noche acechando a otros iguales que él. Pasada la media tarde, Kael encontró una zona rocosa en la que parecía haber cuevas. Se asomó a una y escuchaba un rugido, como el de un perro grande, pero grande. Algo le decía que ese animal no era natural, y si estaba esperando la noche para atacar ese sería el momento, pero antes tenía que prepararse.

Dejó la bolsa de provisiones y demás a un lado y se escondió en un lado de la entrada de la caverna. Tenía que ser rápido, así que comenzó a canalizar sus energías para aumentar su velocidad. Desenfundó su espada bastarda, un arma lenta, pero si conseguía lo que se proponía, el defecto del arma sería solventado y tendría un arma letal. Aguantó unos segundos, centrándose en su interior, acumulando y dando forma a esa energía...

...pero no le dio tiempo a nada.

A su espalda escuchó un grito, un alarido, se dio media vuelta y vio a un ser, parecíado a un humano que en vez de tener brazos tenía alas, los pies eran garras horribles y tenía cabeza de murciélago, lanzándose hacia él con las garras extendidas. Kael no lo dudó y se lanzó para hacer una voltereta y esquivar el ataque, pero fue algo lento y se llevó un corte en el costado

Un siseo de dolor surgió de su boca mientras que se levantaba. Por suerte, el entrenamiento de León le permitía sobreponerse a casi todo tipo de dolor físico, pero el ser se lanzaba de nuevo hacia él. Kael esquivó el golpe y lanzó un tajo descendente, era un ataque de prueba para ver como se movía ese ser y, como esperaba el pelirrojo, esquivó el ataque con una ligera batida de alas.

-Es como Ace contra Elohim -pensaba al recordar los duelos de los rubios, uno volando y el otro con la espada bastarda esperándole.

Amagó un paso adelante y cuando el ser lanzó un garrazo, Kael dio un paso atrás y lanzo un golpe ascendente, alzanzándole en un costado, pero no en una de las alas como había sido su intención. Como no lo veía claro decidió acumular sus energías, con tranquilidad, y se dedicó a esquivar los ataques del ser. Bailaba con él, como decían algunos, esquivaba, lo dejaba moverse, y acumulaba sus fuerzas.

Unos segundos después estaba a punto. Dio un salto hacia atrás y lanzó un corte al aire. Su espada produjo un arco de electricidad desde la hoja hasta el ser, que no se lo esperaba y empezó a electrocutarse. No estaba muerto, ni de lejos, pues sabía que sus energías no eran tan altas, así que corrió hacia el ser que ahora estaba en el suelo, se situó en un costado para escaparse de las garras y comenzó a descargar el arma sobre él. Le cortaba, cada golpe repercutía en su mano como si golpeara tierra dura, el ser sangraba, pero aún se debatía. En un momento movió un ala impactando en la cara a Kael, que se tambaleó, puso un pie cerca de la cabeza de la criatura y ésta le mordió el tobillo.

Un dolor agónico surgió desde esa zona y el pelirrojo gritó mientras caía al suelo. Soltó la espada cuando, siguiendo su instinto, llevó ambas manos a la boca del ser para intentar abrirla. El monstruo se movía y golpeaba con las alas, podía golpear con cualquier parte de su cuerpo. Pero Kael también. Mientras que con una mano intentaba evitar que cerrara más la boca, con la otra le golpeaba en la cara, repetidas veces mientras ese dolor seguía atravesándole. No podía concentrarse para acumular sus fuerzas, y en un momento que intentó levantarse notó algo en su cintura. Era un cuchillo, el cuchillo que hizo en su primer año, el cuchillo que le había dado a Resha para que se defendiera contra Venganza. Lo desenfundó, la mano que tenía en el rostro del ser le sujetó el hocico y con la otra clavó el arma uno de los ojos. El arma entró hasta la empuñadura y el ser se agitaba y convulsionaba. Con un grito soltó la presa al pelirrojo, que se movió un poco y comenzó a acumular sus fuerzas mientras intentaba que no lo mordiera. Lo sujetaba la boca con ambas manos mientras se centraba y se centraba, y cuando creyó que era suficiente empuñó su cuchillo y usándolo como conducto, descargó de nuevo esa electricidad haciendo que fuera directa al cerebro de la criatura, friéndolo en el acto.

Arrastrándose agotado recogió sus pertrechos y su arma y buscó un escondite. Fue como volver a su infancia. Estaba entre unas rocas, acurrucado, evitando hacer ruido mientras se escuchaban rugidos y bramidos, tanto de dolor como intimidantes, pero el pelirrojo esbozaba media sonrisa, si alguno intentaba cenárselo no sería fácil.

Al día siguiente, con el tobillo herido, fue caminado con dificultad. Por suerte no sangraba y no iba demasiado lento, pero al menos podía andar por su cuenta. Había perdido unas horas y mucha energía decapitando al ser para mostrar que lo había matado. No sabía si era la costumbre, pero sería una prueba.

Su llegada al Monasterio fue victoriosa, pero no fue como en las historias, con trompetas, desfiles, chicas guapas esperando y todas esas cosas. No. Kael entró como tantas otras veces en el monasterio, sin mucha pompa, y fue a buscar a los que puntuarían su prueba y le dirían si era apto para ser Inquisidor o no.

Mostró su trofeo y los dejó deliberar mientras el era atendido en la enfermería, su pie y su costado. Esa misma tarde, le dijeron que le esperaba León inmediatamente. Extrañado, Kael acudió a donde solía recibir esas clases, en las malditas mazmorras del Monasterio. Allí estaba León y Prospera Reinhold.. El pelirrojo carraspeó y el rector le indicó que se sentara, y entonces, el hombre tuero se giró hacia él. Notó como algo hurgaba en su mente y por instinto quiso resistirse, luego recordó que era una sensación parecida a la que tenía cuando le hablaba Charlotte, pero mil veces más intensa. Un instinto de subsistencia surgió en él, le dijo no se resistiera o sería mucho peor, así que intentó no resistirse. Vio todas las escenas de su pelea contra el ser, a revivir todas esas sensaciones. Cuando terminó, el rector se irguió de nuevo y miró a León.

-¿Ves? Fue capaz de acabar con un Hijo de Baal durante la prueba, y con un arma normal, se merece poder llevar un Legislador -decía León- imagínate a que criaturas podrá hacer frente con uno.

El rector soltó un bufido mientras que miraba a Kael- Es cierto que ha superado la prueba y, por tanto, es un Inquisidor, pero lo de darle un Legislador, no estoy seguro.

Ese fue el fin de la conversación para Kael, pues le indicaron que se fuera a su cuarto.

Pasaron unos meses y Kael se paseaba orgulloso por todo el Monasterio. Era un Inquisidor, había escrito a su madre y a Aidan, se lo había contado a todo el mundo. Una noche un guardia le dijo que tenía que acudir al salón de juegos. Cuando llegó, el rector estaba sentado delante de la mesa de ajedrez, en la que había jugado muchas veces contra Alexander.

-Siéntate -le indicó. Cuando el pelirrojo se hubo sentado, una caja de madera grande flotó por la sala desde uno de los sillones por los que habían peleado los niños en su llegada desde tiempos inmemoriables- Hemos deliberado mucho, y se ha decidido que puedes portar este Legislador. No es de los poderosos, pero ya es más que lo que tienen muchos otros -le decía el rector mientras el joven abría la caja. Era una espada bastarda de un metal oscuro, como si fuera un gris ceniza de las brasas de las forjas. La empuñadura era normal, de cuerpo con algunas piezas de bronce- Se te concede un gran honor al darte la oportunidad de portar este arma. Úsala por el bien de la Iglesia, al igual que tus poderes.

El chico no tenía palabras y se quedó inmóvil mirando el arma del que le hacían entrega.

 Kael: +2 Puntos de Experiencia.

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01/08/2013, 00:48
Juliette Bourgeois

El primer amor.

Primeras Impresiones.

Poco tiempo después de la batalla contra Venganza primigenia, cuando ya todos, o casi todos, sus compañeros habían salido de las enfermerías después de curarse de todos sus males, Juliette por fin podría salir a despejarse. No había abandonado un solo segundo a sus amigos, habían sido muy testarudos no haciéndole caso separándose, pero no era motivo suficiente para no estar con ellos mientras se recuperaban de sus dolencias.

Además de para ir a clases no había salido para nada más de la enfermería, no quería abandonarlos hasta estar segura de que todos estaban bien, sobretodo Charlotte y Kael... su hermana por lo obvio, y el pelirrojo porque probablemente fuera el que más había sufrido, a raíz de la pérdida de su mano en combate.

Aquel día decidió dar un paseo por el jardín de rosas, necesitaba con urgencia despejarse de todo aquel sufrimiento y descargar toda la energía negativa que llevaba acumulando todos aquellos días... mantener una sonrisa en la cara cuando a tu alrededor la gente sufre es muy difícil, pero Juliette hacía lo imposible porque su sonrisa no se borrara de su rostro.

Mientras caminaba por el jardín pasó cerca de la zona de entrenamiento de Maestro, no era su hora de clases así que no se preocupó por estar allí paseando, mientras que chicos de otras clases daban vueltas al campo como posesos. Juliette se sonrió al pensar que poco tiempo le separaba de volver a sufrir esos momento de agobio y acaloramiento, de verse presionada a correr más y a no usar sus poderes en absoluto... sonreía por no llorar.

En una de las pasadas que dio con la vista al campo, divisó a un joven apartado a un lado, quizá algo le había pasado y no podía correr, quizá se había retirado del entrenamiento o quizá no era su hora de clases al igual que no era la de Juliette... era raro porque era la primera vez que lo veía por allí, y Juliette conocía a mucha gente y gente que conoce gente, pero a él no. Siguió mirándole largo rato, tenía algo extraño, algo que a la pequeña le llamaba poderosamente la atención. Aquel pequeño era guapo, muy guapo, pero además de eso tenía otra cosa...

Y no, no eran los poderes latentes que la pequeña veía en él, era mentalista y como buena psíónica que era ella lo sabía, sabía reconocer a los suyos. Pero no, no era eso lo que la hacía mantener su mirada fija en el joven, ¿entonces qué era?.

En aquel mismo momento el joven giró la cabeza clavando su mirada en la de Juliette, la pequeña se sonrojó y desvió la mirada... estaba siendo una cotilla, estaba espiando a un chico que ni siquiera conocía y la habían pillado, estaba realmente avergonzada. Caminó sin mirar atrás, hizo como que seguiría caminando y se escondió tras una de las columnas. Tenía que volver a mirar... pero ¿Porqué?, no lo entendía.

Cuando su cabecita se asomó tras la columna de mármol, en el lugar donde se encontraba el chico ya no había nada. Quizá se había asustado, a lo mejor había vuelto a la clase, o simplemente se había cansado de estar allí, pero el caso es que ya no estaba. Un suspiro se escapó de sus pequeños labios, no sabía si de alivio o de que era... pero suspiró.

De repente unos golpecitos en su espalda la hicieron saltar en el sitio, alguien intentaba llamar su atención desde su espalda y para cuando se giró allí no había nadie. ¿Sería alguno de sus compañeros?, ellos eran muy de hacer esas cosas, así que la pequeña sonrió y comenzó a buscar a Gilbe, probablemente fuera él... ¿o Kael?, tenía que averiguarlo.

No tuvo que buscar mucho, cuando rodeó la columna en busca de su compañero de juegos, allí encontró al jovencito del césped.

-Hola, me llamo Landon ¿y tú?.- Una voz infantil a la par que bonita salió de los labios de aquel pequeño rubito. 

La pequeña Juliette no pudo evitar dar un paso atrás... había estado espiándole, mirándole casi descaradamente y ahora estaba ahí frente a ella, presentándose. Sus mejillas se tiñeron de un color rojo carmesí, con un hilillo de voz contestó.

-Yyyo me llamo Juliette, tengo que irme... pperdona.

Tras aquella extraña y escueta “presentación” la pequeña salió corriendo camino a la enfermería, seguro que alguno de sus amigos necesitaba ayuda aún, o quizá solo era una excusa para salir de allí, aunque lo más probable fuera esto último.

*****************************************

Tras aquel primer encuentro, siguió viendo a aquel chico, las siguientes veces fueron todas en clase, en TODAS sus clases, parecía que estuviera siguiéndola, aunque realmente no fuera así. Siempre iba acompañado de un chico moreno, también muy guapo, éste no tenía los mismos poderes que la pequeña veía en “Landon”, pero pasaban todo el tiempo juntos.

Aquel chico rubito no dejaba de mirarla, ni ella a él, era un simple intercambio de miradas, no de palabras... solo miradas fugaces pero intensas. Hasta en la boda de Carlos y su prima, allí estaba él, con el coro de la iglesia... y el otro chico también.

...En serio... esto me resulta muy extraño hermanita, parece que me sigue...

Comentó mentalmente con su hermana en medio de la ceremonia.

… No seas paranoica July, está aquí porque es del coro, y está con nosotras en clase porque va a ser un inquisidor como nosotras, ya está...

Charlotte parecía muy segura de que aquello era solo pura casualidad, pero Juliette no lo estaba para nada, demasiada casualidad... aunque no le sentaba para nada mal que estuviera allí, era extraño porque a ella tampoco es que le molestara que “la siguiera”.

**********************************

Poco tiempo después cuando Leona creyó que estaba preparada para entrar en el coro fue cuando les conoció realmente, tanto a Landon como a Eriol, dos jovencitos que además de guapos cantaban genial, era bastante intimidante. Al principio solo hablaba con Aenea, su compañera y amiga, una de los Asesinos de la Sombra... fue ella quien los presentó, y poco tiempo más tarde ya eran un grupito cohesionado dentro del coro.

Solo un tiempo más tarde fue cuando Juliette se atrevió a hablar a solas con Landon... Se encontraron por los pasillos, era muy raro que el no estuviera con Eriol cerca, y mucho más raro aún que Charlotte no estuviera con Juliette estando fuera del horario del coro, pero ahí estaban.

-Hola July, ¿Qué tal?.- Intento entablar conversación el joven rubio -. ¿Donde está tu hermanita?.

-Está en la biblioteca... iba a encontrarme ahora con ella, tenemos que estudiar.- La pequeña agachó la cabeza intentando no empezar una de sus muchas batallas de miradas-. Siento no poderme quedar mucho tiempo pero me está esperando.

La pequeña se disponía a marcharse cuando la mano de aquel chico la agarró por el brazo y una serie de círculos concéntricos, como cuando tiras una piedra al agua, eran canalizados por sus manos dirigiéndose hacia la pequeña... matrices.

La chica se apartó y reforzó su mente cuanto pudo intentando evitar que cualquier poder pudiera afectarla, no era realmente consciente de qué era capaz de hacer el chico, pero si necesitaba valerse de ello para entablar una conversación y no era mudo como Charlotte... no podía ser bueno.

-¿Qué haces? .- Preguntó la niña casi indignada-. Deja de intentar usar tus poderes en mí, sea lo que sea lo que intentas hacer... no me gusta que me manipulen.

El joven la miró con cara de incredulidad y se llevó una mano a la frente...

-¿Tú también puedes verlo?, ¿aquí soy yo el único que no ve los poderes?.- Refunfuñó el chico un poco frustrado.

-Bueno... quizá si atendieras un poco más en clase de Artes Mentales en vez de atender a las payasadas de Eriol a lo mejor sabrías hacerlo tú también.- Replicó la pequeña a la vez que se apartaba un par de pasos más-. Bueno ahora en serio, tengo que irme... Charlotte me espera, ya hablaremos.

Un gran suspiro de alivio se escapó de sus labios cuando se giró y retomó su camino, no era un suspiro por haberse librado del chico, ni por haber sido capaz de resistir su poder... sino por haber sido capaz de hablar con él sin necesidad de huir, si él no hubiera intentado pararla no se hubiera atrevido. Una sonrisa se dibujó en su rostro y cuando giró la esquina en dirección a la biblioteca dirigió una mirada hacia donde se encontraba Landon, aún ahí en pie sin haberse movido un ápice, dirigiendo también una mirada a la pequeña.

 Juliette Bourgeois: +2 de Romance con Landon Argent.

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01/08/2013, 22:44
Gilbe Klimb

Un desierto ardiente.

Sólo existe un lugar más caluroso que el desierto... Es el propio desierto después de pasar una noche en su gélido clima... Y sólo existe una cosa más gélida que una noche en el desierto... Y es pasarla tras rondar un día entero bajo el calor sofocante de un día en el desierto.

Si repites este ciclo de extremas condiciones descubres que a veces la supervivencia de la prueba inquisitorial se reparte entre las oscuras criaturas que habitan esa zona de El Dominio, y la zona en sí.

Un futuro inquisidor debe estar preparado para el sufrimiento, para enfrentar cualquier dificultad que se ponga frente a él. A veces, esa dificultad mide tres metros y está compuesta por decenas de cadáveres, una golem infernal con hedor a muerte; otras veces son simplemente 50 grados, ninguna sombra y una preocupante escasez de agua.

Ya que el objetivo de la prueba no es permanecer cuantos más días en el desierto sino encontrar una de esas bestia innaturales y destruirla, podría decirse que uno es afortunado cuanto antes se encuentra cara a cara frente al peligro mortal que supone alguna de esas criaturas.

Gilbe no destacaba por su suerte... Sin embargo, cuando te hayas en mitad de la nada y tu capacidad visual es limitada tanto en su calidad como en la distancia, y cuando no vas tras algo en concreto sino que deambulas en busca de un encuentro fortuito... Bueno, digamos que el tiempo que tienes que pasar bajo las inclemencias del clima son más largas de lo habitual.

El futuro inquisidor llevaba ya 5 días de búsqueda. Sus reservas de agua se reducían a un pellejo que había llenado en un oasis... Sus fuerzas flaqueaban, pero su determinación le mantenían en pie, buscando. Cada día se ponía una ligera túnica de color claro y guardaba sus pertenencias en un petate. Al llegar la noche se ponía encima otra túnica negra, con la que avanzaba hasta encontrar alguna duna tras la que refugiarse.

Había llegado a tener miedo, pensando que no superaría la prueba... Hasta el momento había conseguido mantenerse como alumno en el monasterio pero siempre había dudado si a la hora de la verdad conseguiría sobrevivir... Todavía recordaba el encuentro con la Sombra, cómo se había lanzado contra ella, pensando que iba a morir. Y la suerte que tuvo al no cumplirse sus pronósticos.

Cuando llegó la duda Gilbe rezó. No era un fervoroso y espiritual practicante, pero sí creía en Dios y a pesar de considerar que le debía una por su ceguera había logrado hacer las paces con Él y confiar que en Su Plan había un hueco para el pobre ciego.

El chico avanzaba paso a paso por la ardiente arena, con la respiración entrecortada, la boca seca y la desagradable sensación de hundirse y resbalar en cada apoyo que hacía en la arena. Llevaba caminando varias horas, y tras ascender por una duna y caminar por su cresta se propuso descender, pero el cansancio le estaba afectando y no se dio cuenta de que la duna pasaba a bajar casi en picado. Gilbe pisó en falso y calló dando vueltas durante unas cuantas decenas de metros.

Cuando logró ponerse de pie rozó con la punta de sus dedos un surco en el suelo que le produjo un agudo dolor. Estaba extremadamente caliente, olía a podredumbre. Junto a él había otro surco más, ambos avanzaban casi en paralelo.... No sabía que era aquello, pero deseó que fuera un engendro del mal, no podía vagar mucho tiempo más. Limpiándose la arena de la ropa siguió el rastro.

Fueron varias horas avanzando junto a los surcos... El suelo cada vez desprendía más calor, el olor empezaba a ser tan nauseabundo que tuvo que taparse la nariz y la boca con un pañuelo. Avanzaba concentrándose en percibir la criatura a la que seguía y en que ésta no le percibiera, cada vez más convencido de que había encontrado lo que buscaba.

Cuando ya casi era de noche los surcos desprendían un calor tal que el chico tuvo que alejarse un poco, era como si contuvieran fuego. Casi en el mismo momento que decidió cubrirse de negro sintió que se acercaba a algo. Al parecer no se trataba de una única criatura, sino de dos.

Estaban sentadas entre varias dunas, como si fuera una hondonada. Al parecer no habían reparado su presencia... Gilbe las percibía como dos moles altas y delgadas, portaban unas enormes armas que estaban clavadas en el suelo, un suelo de arena que era ya casi líquido. De los cuerpos de las criaturas salía humo. No sabía exactamente lo que eran, pero en las clases de ocultismo recordó al profesor Gerardiere recitar una lista de seres compuestos por fuego... Recordaba los elementales, y los ifrits, pero no sabría decir si se trataba de uno de ellos o de alguno similar.

Valoró si tal vez debería marcharse... Eran dos contra uno, y parecían mucho más peligrosos de lo que un ciego debiera poder enfrentar... Pero llegados al punto de llevar ya casi 6 días por el desierto, el pellejo de agua casi agotado... Decidió atacar, total, morir no dejaba de ser una opción que tenía asumida desde el primer día que ingreso en la academia.

Esperó a que el viento soplara para determinar su procedencia y atacarles de modo que no pudieran olerle. Cuando estuvo en la loma de la duna adecuada bajó poco a poco. Tardaba en dar cada uno de sus pasos entre 10 y 20 segundos, asegurándose de no resbalar, de no hacer ruido, de no ser detectado. Cada metro que se acercaba la intensidad del calor aumentaba, era extraño encontrarse en plena noche con semejante calor.

El tramo final lo avanzó tumbado sobre el suelo, avanzando justo desde detrás de uno de esos demonios, de modo que ninguno de los dos pudiera verle en un descuido. Se acercó tanto que sintió que su piel comenzaba a enrojecerse por el calor. Pero él había llegado ahí para eso, ya no podía echarse atrás. Desenfundó una de su daga y se quedó casi tras la espalda de una de las bestias.

Untó con veneno la hoja y poniendo todo su peso en la empuñadura empujó hacia adelante. La piel era muy dura, pero terminó por ceder y logró atravesar su espalda y su corazón, o eso esperaba.

La bestia no se movió. Gilbe llegó a dudar de si habría sentido el golpe... Cuando fue a sacar el cuchillo del cuerpo del monstruo se quemó la palma de la mano. No pudo evitar que se le escapara un gemido. El metal estaba incandescente, sintió que empezaba a fundirse, como cuando estudiaba forja.

Mientras “miraba” al cuchillo como se deshacía dentro del cuerpo del demonio un alarido golpeó los sentidos del ciego. El estruendo había sido tal que el chico se había mareado y había dado con sus huesos contra el suelo, perdiendo la concentración.

El grito era cada vez más fuerte y agudo, a duras penas Gilbe pudo volver a concentrarse para percibir lo que estaba pasando. Se sentía aturdido pero lo que vio le activó inmediatamente. Uno de los grandes palos que portaban los demonios estaba descendiendo sobre él, y apenas tuvo tiempo de rodar hacia un lado.

El otro demonio se encontraba frente a él enarbolando su arma. El otro se encontraba tumbado en el suelo, el chico esperaba que muerto. Gilbe no lo sabía, pero el demonio que tenía de pie frente a él había visto cómo un pequeño trozo de metal atravesaba el pecho de su compañero. Al parecer al zarandearlo había descubierto que había muerto, y a su vez había descubierto a su asesino.

De nuevo el arma calló sobre Gilbe, quien dio una voltereta hacia atrás y se puso de pie. La bestia a la que se enfrentaba había comenzado a arder fruto de la furia que contenía, el calor era insoportable. El chico intentó sacar otra de sus dagas pero la bestia volvió a atacar. Falló pero Gilbe no podía golpearle con los puños, no tenía dudas de que su piel se derretiría más fácilmente que el acero.

Puso cierta distancia con su contrincante, pero el palo que utilizaban era más largo y más ancho que una lanza y antes de que pudiera ponerse fuera de su alcance le alcanzó en un costado. Una herida de ese tipo no hubiera tardado en sangrar, pero extrañamente el propio ataque le había cauterizado la herida.

Respondió lanzándole varios de los cuchillos que portaba ya empapados en veneno, pero el chico no era un experto lanzador, y no llegaron a traspasar la piel de la bestia. Gilbe no contaba con ninguna de las ventajas que le ayudaban en combate. Se encontraba en mitad de la nada, sin un lugar en el que cubrirse, y no podía siquiera herir a su contrincante... Por lo que sus venenos no tendrían efecto.

La bestia de fuego volvió a lanzarle varias acometidas, pero el chico se movía con habilidad, fintando y esquivando los ataques, que cada vez eran más furiosos. Antes o después le iba a golpear, necesitaba cambiar el combate. Súbitamente tuvo una idea.

Palpó en el interior de los bolsillos de su túnica y sacó tres de las seis bolsitas que tenía en el interior, las que tenían un tacto más áspero. En ellas guardaba el veneno que utilizaba en sus armas. Cogió las bolsas y las vació en su mano, mientras lo hacía tuvo que agacharse hasta casi tocar el suelo, el arma de su enemigo silbó sobre su cabeza.

Tras ello avanzó corriendo como un suicida hacia el demonio... La imagen le recordaba demasiado al combate con la Sombra, ¿tendría la misma suerte? Saltó por encima de la estocada rápida con la que respondió el demonio de fuego alzándose una decena de metros. Al caer le lanzó el contenido que guardaba en la mano, que cuando tocó el cuerpo ardiente de su enemigo prendió emitiendo un humo espeso.

Gilbe avanzó hacia atrás dando una rápida sucesión de volteretas. ¿Tendría efecto en su enemigo? ¿Tardaría mucho? No había comprobado si inhalando el humo de sus venenos tendrían el mismo efecto, aunque sabía que normalmente perdían potencial.

Miró al demonio y vio que éste se acercaba hacia Gilbe. ¿No había funcionado? El chico se encontraba mareado y los pulmones le ardían. ¿Qué estaría haciendo ahora Marie? Se estaba acordando de aquella vez que andaban por la muralla.

Se concentró. Estaba perdiendo la conciencia. El ruido de los pasos del la bestia de fuego no le preocuparon, se palpó frenéticamente la túnica intentando sacar las otras tres bolsitas que tenía en el bolsillo, pero sus movimientos eran imprecisos. Se le calleron al suelo. Un rugido llenaba el aire. Logró abrir las bolsas al tenerlas quitas sobre el suelo, sacó el contenido de una de ellas y lo ingirió. Lo hizo con otra, pero no lograba alzar el brazo... Haciendo un acopio de voluntad logró elevarlo lo suficiente, y tragó también su contenido. Le faltaba una de las bolsas... No lo logró, su cuerpo calló sobre la arena.

* * * * * * * * * * * *

El calor del día le despertó. Se encontraba entumecido. Pero, ¿eso quería decir que estaba vivo? Escuchó, pero no oyó nada. Su piel sólo sentía una brisa ardiente. Su gusto la amargura del antídoto que había logrado ingerir. Su olfato el olor vomitivo del azufre que debían desprender esas dos bestias.

Pero nada más.

Había logrado ingerir el antídoto del veneno mortal que había preparado antes de partir hacia el desierto, y también el que le producía parálisis... Sin embargo el que le dejaría inconsciente no pudo frenarlo, por lo que cayó desmayado. O eso supuso.

Fue recuperando poco a poco el control de todo su ser, y logró sentir a la segunda de las bestias tumbadas en el suelo. No sabía si también estaba inconsciente, paralizada o muerta, pero no quiso saberlo, le apuñalo en uno de sus ojos y rompió la hoja para que se quedara en su interior.

Ahora tocaba el viaje de vuelta. Cortó los pulgares derechos de sus dos víctimas y comenzó su marcha hacia Caedus. Aún tenía que sobrevivir al regreso; el calor y el frío, la sed y el hambre... No eran demonios de fuego, pero también mataban.

 Gilbe Klimb: +2 Puntos de Experiencia.

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05/08/2013, 22:05
Derek Volarn

Cuentos perdidos: Marcus(I)

- Dicen que esta maldito.

Escuche esas palabras fugaces venir de una alumna, demasiado pequeña y estúpida para saber que de estar maldito no estaría en Caedus. Aunque claro, yo llevaba un día allí, y tampoco sabía cómo se la gastaban en el monasterio. Tenía siete años, y lo único que retenía en mi mente era la imagen de las llamas en Echoes y la despedida con Gabriel. No entendí que quería decir la chica, solo me deje llevar por el guardia eclesiástico hasta la presencia del que se convertiría en mi tutor, Owen Salem.

Me miro largo y tendido sin decir nada. Yo asustado y sin saber que pasaba solo temblaba de pie, ante él, esperando sus palabras. El orgullo que había heredado de mi padre había desaparecido tras los días fuera de Echoes, así que escondía medio rostro bajo los ropajes mientras miraba el suelo.

- ¿Te han explicado donde estas y que es lo que hacemos aquí? – Dijo él, aun escudriñando a un niño que a todas luces, no aguantaría ni un día solo en el exterior ¿Cómo lo haría en el interior? – Cuéntame lo que sabes.

- Soy Derek, hijo de Tarosk, de la familia Volarn de Dalaborn. Estoy en el monasterio de Caedus. – mi voz titubeo un poco al decir el lugar. – Aquí se entrena a los que en el futuro serán inquisidores y a algunos guardias eclesiásticos. – Tome una pausa para pensar. – Y estoy maldito.

Owen no pudo retener la carcajada que de manera natural salió por sus labios ¿Qué podía saber un niño de siete años de maldiciones?

- ¿Por qué dices eso? – Me pregunto.

- Porque es lo que dicen de mí en los pasillos. – No era un niño estúpido, sabía que se referían a mí.

Por alguna razón Owen se sintió incomodo un momento, o al menos esa fue la sensación que me dio. Pensándolo ahora, estoy seguro de que no le agradaba la idea de que el rumor se extendiera por el monasterio antes de que él pudiera reunirse conmigo.

- La gente dice eso porque es estúpida, no estás maldito, pero hay algo que debes saber.

Mi invito a sentarme, pero aun me temblaban las piernas y no lo hice. Algo me decía que ya sabía lo que me diría, aunque mi mente luchaba por pensar que era pronto para tener noticias concluyentes, lo cierto es que Gabriel había dado un rodeo demasiado largo, no era de extrañar que las noticias hubieran llegado al mismo tiempo o antes que yo. Seguia sin mirarle.

- Es referente a tu familia y tu hogar…

- ¿Quién fue? – Le interrumpí, me lo imaginaba, pero aun no sabía porque eso de “maldito”.

- Creemos que criaturas sobrenaturales, algo me dice que sabes a lo que me refiero.

Temblé cuando al cerrar los ojos una imagen vino a mi cabeza, una imagen de garras, de rostros humanos en bestias, de una cabeza cortada y yo encerrado con ella en un armario. De dos años de acoso casi diario después de ese primer suceso. Recuerdo de criaturas sin el poder para dañarme pero si mara aterrorizarme, momento que se termino cuando abandone Echoes, como si los hubiera dejado atrás.

Solo asentí a Owen para que supiera que si sabía a lo que se refería.

- ¿Puedo retirarme maestro?

Abrió la boca, pero no dijo palabra, supongo que iba a preguntarme si estaba bien, o a insistir con el tema de algún modo, o a interrogarme, pero cerró la boca y solo asintió dejándome marchar. Lo hice, con tranquilidad, no sé si me vio como un niño demasiado frio o que no sabía reflejar el dolor, pero no me importo. Eso sí, al cerrar la puerta estalle en lagrimas y salí corriendo por los jardines de Caedus.

Quería escapar, quería esconderme de todo o de todos, quería buscar la soledad que necesitaba para llorar a mis padres, para recuperarme del palo que me había llevado al descubrir que mis últimas esperanzas de que vivieran se habían agotado en esa conversación. Corrí y corrí y entre en un edificio que a esa hora parecía vacio, aunque más adelante descubriría que era por la hora y no por el lugar en sí. Una iglesia.

Mis lágrimas se cortaron de golpe al ver la grandiosidad del edificio. Mi familia no había sido muy creyente nunca, pero al ver a tantos ídolos, tantos santos en las paredes, mirándome, se me hizo imposible sentirme solo, al revés, me sentí rápidamente abrigado, calmado. Camine con paso lento hasta el primer escalon del altar, dejándome caer de rodillas, cerrando los ojos y adquiriendo un llanto más silencioso.

- ¿Por quién lloras?

Esa voz me sorprendió cuando llevaba unos minutos en esa posición, parecía tranquila, calmada, con un aire familiar que me hacía sentirme cómodo. Le mire, un hombre mayor, un monje del monasterio estaba ahí plantado, y sabia que lloraba por alguien y no por algo.

- Mis padres han muerto.

Le dije y en su rostro se mostro un gesto de comprensión y compasión, como si de repente hubiera sabido quien era yo, me hubiera reconocido, y era así, por que por lo visto el suceso de mi familia ya había recorrido todo el monasterio.

- ¿Eres Derek?

- Si…

- Te acompaño en el sentimiento.

Se sentó a mi lado, y acaricio mi cabello con calma, consolándome y haciendo que acabara abrazándole y llorando en busca de su consuelo. Tarde rato en reponerme nuevamente.

- Por qué no pruebas a rezar, te sentirás mejor.

- No se rezar, creo que mi familia no era muy creyente. – Confesé.

Como si de un experto en la materia se tratase, se arrodillo en el primer escalón, donde estaba yo, tomo mis manos y me hizo juntarlas y después el hizo lo mismo. Con sus gestos me estaba instruyendo en la manera que él consideraba correcta, al menos en la que él lo hacía.

- Dios te escuchara, solo cierra los ojos, relájate y pide que tus padres vallan a un lugar mejor.

Eso hice, al principio me costo, pero con la facilidad que tiene los niños para imaginar y para mantenerse abiertos de mente, comencé a creer en lo que decía el hombre, a creer que una entidad superior protegía las almas de mis padres, y eso me reconforto, porque sabía que podría volver a verlos cuando hubiera terminado también mi vida.

De aquella situación extraje una sonrisa al final, y un amigo. Marcus se convirtió en mi consejero, en mi mentor en materias que no se daban en Caedus. Con el aprendí muchas cosas que se convertirán en historias para contar en otro momento. Pero lo más importante fue que encontré una persona que no solo me comprendía, si no que estaba dispuesto a explicarme las cosas que no entendía antes que tacharme de blasfemo, pues mi curiosidad en la infancia me llevo a hacer preguntas difíciles sobre la inquisición y nuestro papel, preguntas que solo él podía escuchar y responderme, ofreciéndome claridad a las dudad y guiándome por el buen camino. Siempre respete a ese hombre, y siempre lo respetare.

 Derek Volarn: +2 Puntos de Experiencia.

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20/08/2013, 23:44
Richard Wivernfall

Preparativos de Viaje

30 de Junio, Año 999: Monasterio de Caedus.

Richard había abandonado la mansión Fleur de Lis  junto a sus compañeros para emprender el regreso a su hogar una noche más. A partir del día siguiente, dejaría de serlo y el desconcierto sobre lo que les deparaba el futuro era demasiado grande como para dejar cabos sin atar allí. Solamente tenía un día para dejarlo todo listo y empezó por su estancia personal. Estaba pasmado bajo el dintel de la puerta, mirando el hueco donde había dormido últimamente. Solo. Sin su compañero y hermano Kael. La habitación, idéntica a cualquier otra no era más que un símbolo de lo que ha sido su vida hasta entonces. Dio un paso y luego otro, deslizando su mano sobre la suave madera del escritorio. Era de calidad y estaba tratada para soportar el paso del tiempo. Con la mirada perdida a través del ventanal se preguntaba quién ocuparía después este lugar. Las puertas del armario chirriaron con suavidad al abrirse y Richard fue cogiendo una a una cada prenda de ropa que consideraba que necesitaría. Lo habitual. Ropa interior, camisas, pantalones… Su vestuario solía constar de prendas en tonos pardos, blancos y granates, con detalles en cuero como cinturones y accesorios. Los dobló, dejándolos preparados sobre la cama ordenadamente para no olvidarse de nada aun a sabiendas de que en cuanto emprendiera el viaje recordaría algo que le faltara.

 Después hizo recuento de sus herramientas. Una veintena de pequeños cuchillos afilados y punzantes como agujas cuya punta te hacían sentir que fueran capaces de perforar la vida misma. Estaban todos impolutos y brillaban a la luz. Ni una mota de polvo. Desde que se le había concedido el uso de armas, mimaba sus estiletes con orgullo. Como un ritual, alzó cada uno de ellos los examino minuciosamente y los envainó  en la funda donde los camuflaba. Curiosamente no había dos iguales.

En el reflejo de sus ojos se atisbó algo más. Un detalle de nostalgia. Las dos armas que había forjado hace 10 años, su primer intento fallido de ser un herrero se hallaba colgado en cruz, en la pared como un escudo de armas. No había pensado en ellos para nada, pero en ese momento, los recuerdos le pudieron y los recogió mirándolos con cariño y recordando lo útiles que le habían sido. Sin ellos, tal vez, sus amigos no estuvieran vivos. Fue con ellos con los que se hizo sus marcas de penitencia en la piel. Tenían demasiado peso para dejarlos atrás. No lo hizo.

**********

La peonza rodó por los suelos. Un rápido gesto con la cuerda y un tirón fue suficiente para lanzarla por los aires y que aterrizara sobre la cabeza de Richard, girando y girando en perfecto equilibrio. Sonó una oleada de aplausos dirigidos a él. Los niños más jóvenes, que fueron los primeros en terminar de comer estaban en el jardín de rosas a la espera de que comenzaran las clases de la tarde, le observaban y trataban de imitar sus malabares. Richard estaba con ellos divirtiéndose. Les había regalado varias peonzas de su colección talladas a mano y les enseñaba a jugar con ellas. Él ya no las necesitaría más. Sólo conservó la que le había regalado Charlotte, por motivos personales.

Era una forma de hacer tiempo mientras esperaba que los altos cargos terminaran el almuerzo y volvieran a sus quehaceres. Al poco rato pudo ver a Kamus, líder de la guardia pasear por el jardín. Le estaba esperando.

-¡He de irme chicos! Seguir divirtiéndoos, es más sencillo de lo que parece.-

Se despidió de los novicios y los dejó entretenidos con sus juegos. El obsequio pareció gustarles y eran gestos como ese los que hacían que Richard fuera querido por todos, o al menos, la mayoría.

-Lord Steint, ¿podemos hablar un momento? Necesito consejo.-

Richard lo asaltó a la espera de que no estuviera demasiado ocupado. Por suerte, el caballero aceptó de buen grado y lo acompañó a despacho. Era un sitio amplio, con buena iluminación gracias las ventanas. Las cortinas estaban hechas con una tela fina para no obstaculizar el paso de la luz. Tomaron asiento, primero Richard y frente a él Kamus, con un gran escritorio de madera en medio. Lo suficientemente amplio como para tender un mapa y trazar estrategias de campo. Tomó una actitud bastante más informal de lo esperado y alentó al chico a hablar.

-Adelante Wivernfall. Relájate y pregunta al margen de las formalidades.-

-Está bien Kamus. Iré al grano sin complicaciones. Como obviamente sabrás, mañana emprendo junto al resto de asesinos de sombra viaje oficial a Arkángel. Se nos ha autorizado a escoger un escolta personal y aunque mi primera opción fue Zaina Shair, me gustaría pediros vuestra opinión. Nadie conoce mejor a los guardias que su propio líder.-

Aunque el trato era cordial no era realmente amistad. Richard se entendía con él como con cualquier otro, pero nunca lograría quitarle la responsabilidad de la amputación de Kael, a sabiendas de que no era él mismo aquél día. Kamus se llevó el índice a la barbilla, un gesto de meditación. Ya había tomado una decisión. Poseía una mente ágil, cualidad necesaria para todo estratega. Lo que buscaba eran las palabras adecuadas para no resultar ofensivo ni a Zaina ni a Richard.

-Veamos… Estoy más que al tanto del tipo de camaradería que tenéis vosotros. Sé que confiáis el uno en el otro lo suficiente para este tipo de actuaciones. Sin embargo, Zaina es una guardia recién nombrada, no lo olvides y la misión que os han encomendado es cuanto menos compleja para ser la primera. Además, ten en cuenta el resto de tu equipo. Sí, ya se los integrantes de los dos –Añadió Kamus al percibir la sorpresa de Richard. La media sonrisa se plasmó en su rostro y una pequeña carcajada se le escapó. - Aquí las noticias vuelan. – Se levantó de su asiento. La silla se desplazó con suavidad atrás, haciendo ese ruido tan característico de la madera. El líder de la guardia rodeó la mesa para acercarse a Richard, en un gesto de confianza. –Hay una chica. Ayalgue. Tiene experiencia y lo más importante, se desenvuelve bien con los temas sobrenaturales y la magia. Mejor que cualquiera de vosotros cinco. Tanto los animales como los espíritus santos de la naturaleza que pueblan este mundo la escuchan y por ello es una importante baza con la que contar en tu caso. Es mi opinión personal y como líder de la guardia. Si lo crees conveniente, le notificaré que mañana esté lista en tus aposentos.

-Gracias señor, que así sea. Su recomendación es muy importante. Pretendo dar lo mejor de mí y para hacerlo bien he acudido a usted. Una vez más, gracias.-

Tras ponerse en pie Richard se despidió con el saludo militar, pero extrañamente Kamus le dio la mano como a un igual. Él ahora era un inquisidor. Realmente estaba por encima jerárquicamente de la guardia, pero la sensación era tan extraña y le gustaba tan poco ese trato superior que no se acostumbraba a ello.

A la salida, de nuevo en el jardín, Zaina le estaba esperando. Él se acercó con la cabeza baja. Tenía la sensación de haberla fallado. Le debía el sacarla de entre las murallas para viajar y trabajar juntos. Estaba junto a ella, pensando las palabras para disculparse cuando recibió un coscorrón en la cabeza.

-¡Espabila! No te pongas a llorar ahora como una niñita ¿vale? – Ni siquiera le dio la oportunidad de hablar, como solía hacer a menudo. Simplemente continuó ella alegre y despreocupada.- Sabía que esta no iba a ser la ocasión, pero la próxima no me la pienso perder. Además, seguramente me manden a Arkángel contigo cuando llegues allí y no sepas ni atarte las botas.-

Y con esas palabras le dio la espalda a Richard, dejándole tan desconcertado como atontado viendo esas caderas moverse más que las de cualquier otra mujer, hipnóticas, perdiéndose por los pasillos de mármol blando.

-Nunca entenderé a esta chica… ¡y cada día me pega más duro!-

**********

El rugido de sus tripas devolvió a Richard al mundo real. Ya debía faltar poco para la cena y estaba agotado mentalmente. Tras los preparativos para el viaje, sus entrenamientos obligatorios diarios y la larga tarde de estudio en la biblioteca le habían dejado exhausto. Pasó varias horas entre libros, ayudado por Úrdiz, el extraño superdotado buscando todo tipo de información referente a huevos de dragón en los registros. Si no fuese por su ayuda no habría encontrado ni ese poco de información irrelevante. Cuando oyó el rumor en primer momento pretendió parecer impasible, pero la sola palabra de “dragón” le ardía por dentro.

El día ya se acercaba a su fin y era momento de volver a la realidad, así que descendió de cornisa en cornisa saltando como un gato por los tejados de Caedus hasta que sus pies se posaron en el suelo de nuevo. Tras meditar ese tipo de ejercicios le resultaban tremendamente sencillos. La brisa desapareció, cortada por las enormes murallas que los protegían del exterior y con ella la falsa sensación de libertad. Suspiró.

El comedor estaba lleno de vida ese día. El menú de la cena no difería de la habitual variedad de panes, quesos y frutas por lo que esa vitalidad debía ser gracias al sol y el calor veraniegos que comenzaban a dejar atrás los días de lluvia. Richard se encontraba en la puerta del comedor, junto a Laury Hochadel, arrimados ambos arrimados a la pared de piedra, mientras todos los alumnos entraban y tomaban sitio para la cena. El día se terminaba y no tendrían otro momento mejor para hablar.

-Mañana me marcho. Es mi primera misión.-

-¿Estás preocupado? Yo en tu lugar estaría emocionada. Para esto te has preparado tanto. ¿Sabes cuándo volverás?-

-Llevará tiempo así que no puedo decirte una fecha. Sé que estarás bien sin mí, ya no eres la niña tímida de cuando llegaste. Pero te echaré de menos.-

-Yo... a ti… también.- Se estrechó a si misma en sus brazos. Se sonrojó un poco demostrando que no era tan abierta como Richard para demostrar sus sentimientos.- Pero no quiero perder el contacto.-

-No te preocupes Laury, buscaré el modo. Escribiré cartas, mandaré palomas, o enviaré mensajeros de confianza. Sabrás siempre de mi.- La joven correspondió sus palabras con una sonrisa tan dulce como solo una chiquilla de trece años puede lograr.- Hay algo más. Es posible que visitemos la casa de tu familia.-

El rostro de Laury se ensombreció. Richard, quien se había autoproclamado su mecenas y guardaespaldas, estaría solo frente a la casa Hochadel. Debería exponer sus progresos como inquisidora y de no ser suficientemente buenos, con unas pocas palabras podrían hundirlos a ambos. Ella era buena, tal vez no la más brillante, pero el DON con el que había nacido se estaba desarrollando con rapidez. Solamente le faltaba confianza en sí misma.

-Richard… Ten cuidado con lo que dices. Mis padres son muy exigentes. Se sentirían igual de ofendidos tanto si lo que escuchan no es de su agrado, como si tu versión se escapa exageradamente a la verdad. Yo… no soy nada.-

-Aún. Te queda mucho camino y no eres consciente de tus capacidades. No exageraré nada, no hará falta. Confía en mí –le repitió una vez más- y llegarás más lejos que ningún Hochadel.-

Laury estaba a punto de replicar cuando Richard, le tapó los labios con la punta del dedo índice. Por primera vez sentía el contacto de esos labios de terciopelo. Fue extraño para los dos. Demasiado como para quedarse mirándose mutuamente unos segundos eternos que Richard cortó llevando los brazos alrededor del cuello de la muchacha para que segundos más tarde ella hiciera lo propio en su espalda. Un abrazo tierno de protección.

-No pienses más en ello. Es hora de cenar, vamos.- Deslizó la mano desde su hombro hasta aferrar la de la chica y tiró, guiándola hasta su respectivo asiento en el comedor.-Hasta la vista, Laury Hochadel-

Richard sintió un tirón en la manga cuando estuvo a punto de separarse de ella, lo que llamó su atención y la miró, sentada en el banco con sus ojos clavados en los de él.

-Te… ten cuidado. Y hasta la vista, Richard Wivernfall.-

Con las últimas sílabas, la mano se relajó dejando libre al pequeño dragón para que partiera y alzara el vuelo a nuevas aventuras. Ella, solo podía observar desde su sitio cómo él se alejaba.

 Richard Wivernfall: +2 Puntos de Experiencia.

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05/09/2013, 09:39
- Narrador -
Sólo para el director

Segundo Segmento

Primera Escena de Juego Finalizada

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05/09/2013, 21:32
- Narrador -

Camino a Du'Lucart

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 Juliette Bourgeois y Derek Volarn: +3 Puntos de Experiencia por cabeza.

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06/09/2013, 08:31
- Narrador -

Piedras del Camino

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 Ace Velvet y Derek Volarn: +2 Puntos de Experiencia por cabeza.

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12/09/2013, 00:04
- Narrador -

Visión Nocturna

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13/09/2013, 20:47
Juliette Bourgeois

El primer amor.

 

Afianzando relaciones.

 

 

Tras aquel primer... “acercamiento”, los encuentros fortuitos entre Juliette y Landon se sucedieron una, tras otra vez. La chica, por mucho que le gustara ser el centro de atención, no buscaba para nada la compañía del joven rubio. Mirarle a los ojos le resultaba incómodo, y cuando hablaban era incapaz de encadenar un par de frases sin tartamudear ¿Por qué?.

Aquella, era una pregunta recurrente cuando se encontraban frente a frente... aquel chico era demasiado insistente, y eso, de una manera u otra, le gustaba. Se sentía querida, aunque a veces ese sentimiento la hiciese echarse para atrás.

*******************

Un día cualquiera en las clases de Dóminar, un día en que tuvieron que hacer ejercicios por parejas, a Carlos no se le ocurrió una idea mejor, que separar a las gemelas. Y os preguntaréis... ¿Con quién emparejó a Juliette? Sí, habéis acertado, nada más y nada menos que con Landon. Según decía el profesor, lo único que debían hacer era lanzarse un poder uno a otro, un poder inofensivo... y el otro tendría que deflectarlo, resistirlo o destruirlo.

Juliette, en realidad, lo tenía fácil... podía ver las matrices de su compañero, y además podía destruirlas, si todo iba bien. Pero no todo iría tal y como ella pensaba, allí se mascaba la tragedia... bueno, más que tragedia, la vergüenza.

Primero le tocó el turno a la joven pelirroja, se concentró en su objetivo... solo quería atraparlo y dejarlo inmóvil. Sabía que él aún no había aprendido a ver los poderes de la forma que ella lo hacía, así que no le costaría mucho. Se concentró en el poder que iba a utilizar, lo proyectó fuera de su mente y todo aquel capaz de percibir las matrices vería una maraña de cintas plateadas dirigiéndose a toda velocidad hacia el “Amo de los sentimientos”. Las cintas envolvieron al chico y lo dejaron en el sitio. No podía moverse aunque quisiera... la chica se acercó, y con una sonrisa pícara le tocó la punta de la nariz con su dedo índice.

- ¿Ves lo útil que puede llegar a ser ver los poderes que te lanzan? .- La chica se giró sobre sí misma y, mientras caminaba, las matrices se hicieron añicos, parecía que fueran confeti-. Cuando quieras... te ayudo con eso.- En las clases de Artes Mentales, se la veía más confiada que nunca... ahí, es donde la chica sobresalía, había mejorado mucho desde su niñez, y mucho más cuando empezó a ser tutelada por su ahora primo.

- Cuando quieras preciosa .- Un guiño, y una sonrisa más tarde, siguió hablando -. Y bien... ahora me toca a mi, así que prepárate .- Crujió sus nudillos y comenzó a concentrarse en su objetivo... Juliette.

 

 

Desde que empezó con la concentración, Juliette ya sabía lo que pretendía, ahondar en sus sentimientos... sentimientos superficiales, pero ahondar en sus sentimientos al fin y al cabo, y eso era algo a lo que no estaba dispuesta. No dejaba entrar en su cabeza a su hermana, sino para hablar, no iba a dejar a aquel chico, por mucho que se sintiera atraída por él. Su intención era clara, destruir aquella matriz antes de que pudiera terminar su recorrido. Comenzó a concentrarse a la espera de que su contrincante la embistiera con su poder.

Cuando Landon se dispuso a lanzar su acometida, algo falló en la mente de Juliette... su poder se resquebrajó en el aire, y antes de llegar a destruir el de Landon, se disipó completamente. La matriz del poder del joven rubio impactó de lleno en la chica y, con los ojos cerrados el aprendiz de inquisidor se empapó de los sentimientos de Juliette. Pero, al parecer, solo de los que le interesaban... ¿o no?

- Así que... vaya .- El mentalista, sonrió y se acercó a su compañera, que había caído de rodillas al suelo, exhausta por aquel estúpido error, la ayudó a levantarse, y con un pañuelo que sacó de su bolsillo derecho, le limpió una gota de sangre que le caía de la nariz... y tras eso le rozó el pómulo, cariñosamente.

La chica se apartó casi de un salto, avergonzada y sonrojada como pocas veces había estado. Había fallado estrepitosamente en su cometido... y encima Landon había entrado en su cabeza. Llevaba intentando evitar aquello demasiado tiempo, como para que encima tuviera que suceder en medio de una clase de Artes Mentales, delante de sus compañeros. Aquello era vergonzoso.

La chica, tras hablar con Dóminar, salió corriendo de la clase... antes de salir su mirada se cruzó con la de Landon y una lágrima bastante visible recorría su rostro. El chico sin pensarlo un solo segundo corrió tras ella, daba igual que castigo le impusieran por salir de clase sin permiso... la sala de castigo, ya era como su segunda habitación dentro de Caedus.

No le costó mucho alcanzarla, no es que la chica fuera una gacela, y a Landon se le daban bastante mejor las clases de Maestro que a Juliette. Cuando la alcanzo, ésta ya estaba llorando a lágrima viva, se sentía, como decirlo... ultrajada, y eso él lo sabía. Tal vez por eso fue por lo que corrió tras de ella. Lo único que hizo fue sujetarla por el brazo, y cuando ella se giró para pedirle que la soltara, la rodeó con sus brazos. Acto seguido y sin mucha necesidad de forzarla, la llevó hasta la pared más cercana, colocó cada mano apoyada en la pared cercana, a cada lado de la cabeza de Juliette. Una mirada, una simple mirada mutua, azul contra verde, rubio contra pelirroja. Los ojos llorosos de Juliette inspiraban una ternura a la que pocos podrían resistirse, y en aquel momento... Landon no pudo.

 

 

El chico se acercó lentamente... Juliette estaba inmóvil, no podía creer lo que estaba pasando, ¿De verdad iba a...? Si, lo hizo. Los labios de ambos aprendices se juntaron en uno, y aquel beso se prolongó en el tiempo... no más de un minuto, pero para Juliette el tiempo se detuvo. Su primer beso... estaba siendo mágico. Cuando sus caras se separaron, el rubor de Juliette se había contagiado a su compañero. Se miraron durante un segundos, y ambos giraron la cabeza rápidamente, fruto de la vergüenza.

- Lo...- El joven se aclaró la garganta -. Lo siento, no debí. Ninguna de las dos cosas, no debí entrar en tu cabeza, y... no debí besarte. Pero...

Una suave y delicada manos agarró a Landon por un hombro, y lo hizo girar sobre sí mismo. Aquella delicada mano y otra mano más, evidentemente de Juliette, acariciaron lentamente la cara del joven y lo atrajeron hacia ella... y se fundieron de nuevo en un beso. Otro intenso beso... el segundo de muchos. La chica separó sus labios de los de él, volvió a tocar la nariz del anonadado chico con su dedo índice derecho ,y girándose con una sonrisa, y con un gran rubor en sus mejillas, volvió a dirigirse de camino a la clase.

En aquel momento no mediaron ninguna palabra más, pero sí más adelante... pero ya eso es otra historia.

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14/09/2013, 13:51
Ace Velvet

Anexo: El Estilo del Serafín

“Será como si los ángeles descendiesen del cielo. Guerreros invisibles combatiendo junto a ti.”

Este peculiar estilo de combate sobrenatural fue desarrollado, hace muchos años, por Ernest Velvet. Éste era un inquisidor poseedor del don divino de la telequinesis. Sus capacidades para dominar su poder no eran, para nada, excelentes. Dada la necesidad de encontrar una utilidad práctica para sus capacidades, Ernest desarrolló la idea y tardó varios años en ponerla en práctica.

El Estilo del Serafín consiste en el uso de la telequinesis para tomar numerosas espadas y blandirlas con el poder de la mente. De esta manera, permite a un combatiente realizar poderosas combinaciones de ataques, así como enfrentarse a varios oponentes al mismo tiempo. El uso de armas mediante la telequinesis es una técnica muy difícil de desarrollar, por lo que cualquiera que quiera entrenarse en este estilo debe destinar enteramente su entrenamiento a ello.

Para que el estilo funcione, el usuario debe aprender a sincronizar sus matrices con las propias armas que empuña. Es decir, no funciona perfectamente con cualquier arma que se use. Uno debe tener un gran conocimiento sobre el tipo de arma que empuña telequinéticamente para saber cómo usar las matrices, para mover la misma en el aire.

Coordinando su uso, el usuario debe emplear varias matrices para manejar distintas armas al mismo tiempo. Es necesaria una gran coordinación y visión de campo, ya que un uso poco sincronizado de las diversas armas haría que estas chocasen entre ellas y con objetivos no deseados, entorpeciendo enormemente la labor.

El concepto.

El uso de varias armas no es algo desconocido para el guerrero común. Muchos son los que optan por empuñar una segunda arma en su mano libre. Esta práctica, aunque entorpece un poco los reflejos del usuario, permite encadenar diversos ataques con mayor facilidad. El Estilo del Serafín es esta misma práctica, el mismo objetivo, pero llevado al extremo. Ernest tuvo la idea al reflexionar sobre las capacidades de unos poderosos y legendarios elementales de luz, los Seraphim Potestas. Se decía que eran ángeles de metal, capaces de blandir numerosas espadas al mismo tiempo. Ver combatir a uno era presenciar una tormenta de acerco y sangre.

En alguna ocasión anterior el inquisidor había tratado de tomar alguna arma, o incluso utilizarla, con telequinesis. Pero no era nada comparado al proyecto que se trajo entre manos. Luchar con más de dos armas al mismo tiempo, más aún cuando tienes que estar pendiente de su posición y de todos los movimientos que deben hacer, es algo que requiere un entrenamiento muy intenso. Con el paso de los años, Ernest consiguió crear y depurar su propio estilo personal.

El funcionamiento.

Para que un luchador pueda hacer uso del Estilo del Serafín necesita un requisito indispensable, el poder de la telequinesis. La gran ventaja de los poderes mentales es que pueden mantenerse de manera inconsciente, de manera que el luchador no tiene que estar concentrándose en todo momento en el funcionamiento de sus poderes. De esta manera, el usuario de este estilo puede concentrarse más en el manejo de las espadas que en sostenerlas en el aire.

El segundo requisito es el de entrenar el uso de las matrices como si se trataran de un arma. Combinando esta habilidad de proyección sobrenatural con la propia habilidad marcial del luchador se consigue que las matrices se muevan conforme a sus reflejos combativos. Cuando el luchador es capaz de luchar con sus matrices como si mantuviese un delicado y vistoso duelo de esgrima, está preparado para el siguiente paso.

El tercer requisito es el de la coordinación. El uso del Estilo del Serafín requiere que el propio usuario sea consciente de la posición de sus propias armas así como de todos los movimientos que pueden ejecutar estas en el aire. Ernest practicó enormemente esta faceta, y descubrió que le era mucho más sencillo sostener números pares de armas voladoras. ¿Por qué? El uso de las matrices psíquicas, así como sus orígenes reales, no está estudiado de forma enciclopédica. Pero un número par de espadas voladoras es lo suficientemente harmónico como para permitir una concentración mayor, ya que el peso de las matrices puede repartirse equitativamente entre los dos hemisferios del cerebro. Una matriz más desequilibraría la presión psíquica hacia uno de los dos lados, de manera que el luchador perdería su sincronización y las armas comenzarían a describir trayectorias erráticas. Atención, no es imposible, pero sí que requiere una habilidad y fortaleza psíquica muy mayores en el usuario. Ernest, quizá, podría haber llegado a ese nivel con el paso de los años. Ace no puede hacerlo. Tratar de manejar telequinéticamente un número impar de espadas supondría un descenso de su efectividad y una presión demasiado elevada sobre su mente.

En la práctica.

El Estilo del Serafín es, sin duda, una baza muy poderosa al servicio de su usuario. En una situación desesperada o frente a un enemigo realmente poderoso, el luchador puede desencadenar una oleada de ataques capaces de penetrar cualquier defensa. Ver a alguien luchar de esta forma es tan vistoso como terrorífico. Las espadas vuelan alrededor del usuario, describiendo círculos o simplemente sosteniéndose estáticas. Y cuando hay que atacar, todas se abalanzan sobre el enemigo en direcciones y ángulos distintos. En la práctica, este estilo hace que la valía del luchador se multiplique por el número de espadas que lleva. Ernest logró controlar seis espadas al mismo tiempo, lo cual le permitió superar situaciones increíblemente adversas. Incluso Ace, en la Purga de Misrech, pudo causar verdadero terror entre los piratas con apenas dos espadas.

Los niveles

Para mejorar su entrenamiento y desempeño, Ernest diseñó los distintos niveles del Estilo del Serafín. Estos vienen denominados por el número de espadas del usuario, combinando las voladoras con las empuñadas. Es sabido que Ernest era ambidiestro, por lo que podía aportar aún mejores combinaciones de ataques de las que podría realizar Ace. Así pues, diseñó los estilos pares.

Estilo de 4 espadas: Fue el primero que alcanzó Ernest al dominar el uso de dos espadas voladoras como nivel mínimo, combinado con sus dos espadas empuñadas. Mientras ataca frontalmente de manera física, las espadas voladoras pueden desplazarse hacia los lados para asaltar los flancos del enemigo.

Estilo de 6 espadas: Cuatro espadas voladoras y dos empuñadas. A partir de este momento el cuento de Ernest se volvió leyenda. Con combinaciones de cuatro ataques iniciales, las dos espadas restantes podían concentrarse en aprovechar la maltrecha defensa del enemigo para atacar puntos vitales o de otra importancia.

Estilo de 8 espadas: La culminación del Estilo del Serafín para Ernest. Las seis espadas voladoras se disponían a espaldas del inquisidor, tres y tres. De esta manera se ganó el nombre de Estilo del Serafín, pues los aceros parecían verdaderas alas metálicas. No sólo permitía un asalto por todos los flancos del enemigo, sino que le permitía a Ernest ejecutar un movimiento que él denominaba “Danza de acero”. Las espadas se disponían en círculo alrededor de él y de su oponente para generar un torbellino ascendente de cortes y golpes que impedía al contrincante escapar de él. Fue temido y respetado, entre sus iguales y enemigos, por esa maniobra. En aquellos tiempos, enfrentarse al As de Espadas suponía una muerte rápida y dolorosa.

Ace no es ambidiestro, además del hecho de que empuña una pesada espada bastarda – no como su padre que usaba espadas largas, más livianas. Con la ayuda y orientación de Tyler, tomó el camino del As de Espadas para adaptar el Estilo del Serafín a sí mismo. No es mejor que su padre, pero parece tener el potencial para, con el paso del tiempo, serlo. El Estilo del Serafín de Ace se ha tenido que escalar en los niveles impares.

Estilo de 3 espadas: Con las espadas voladoras a la altura de su cintura, Ace es capaz de descargar todo el peso de su espada bastarda para arrollar la defensa del enemigo. Luego sus espadas adicionales pueden atacar desde abajo, buscando una brecha en la guardia del oponente para ensartarlo sin piedad.

Estilo de 5 espadas: Este estilo teórico dispone las cuatro espadas voladoras a lado y lado del luchador. Tras una carga frontal del mismo, estas pueden atacar al enemigo por los costados, arriba y abajo, creando una combinación de ataques difícilmente rechazable. La gran acumulación de espadas permite destinar alguna a la búsqueda de puntos vitales.

Estilo de 7 espadas: Debería ser la culminación del estilo de Ace, su llegada al lugar donde se quedó su padre. A partir de este momento el nombre de Estilo del Serafín cobra su sentido, y el inquisidor novel debería ser capaz de igualar todas las maniobras de su padre a un nivel casi perfecto.

Sin embargo Ace no está dispuesto únicamente a igualar a su padre, quiere superarlo. Con el suficiente entrenamiento podría ser capaz de adquirir la coordinación y fortaleza psíquica necesarias para acceder a niveles superiores. En la mente de Ace, los estilos de 9 y 11 espadas son posibilidades remotas pero no imposibles.

Cuando la velocidad del luchador no es suficiente, el usuario del Estilo del Serafín puede decidir sacrificar su propia habilidad marcial para dedicarse exclusivamente al uso de las armas voladoras. Aunque jamás fue usado por Ernest, Ace lo ha probado en algunas ocasiones, y los resultados han sido satisfactorios. Si no te preocupas por empuñar tu propia arma puedes concentrarte aún más en tus matrices, haciendo que estas se puedan desplazar a mayor velocidad.

Inspiración visual

0:22 - Sora Final Form de Kingdom Hearts 2, Estilo de Combate acrobático con dos Keyblades empuñadas con Telequinesis.

0:43 - Ventus Wingblade Style de Kingdom Hearts Birth by Sleep, Estilo de Combate acrobático empleando seis espadas que se disponen a espaldas del usuario simulando alas.

1:58 - Xaldin de Kingdom Hearts 2, Estilo de Combate acrobático con seis lanzas voladoras.

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22/10/2013, 21:52
Kael
Sólo para el director

La mano del Caos

El Origen de la Mano del Caos.

Con el paso de las semanas, Kael se iba familiarizando con las catacumbas de Caedus, pues en parte sentía que era allí donde debería de estar, en las entrañas, donde se esconde todo lo que no quieren los Altos Inquisidores que se vea, donde se esperan a que se encuentre una solución o se los encierra para que no sean un peligro. En su inicio, Kael tenía miedo de acabar en ese lugar, ser tachado de monstruo y apresado allí. Ahora se sentía en ese lugar más cómodo que en todo el monasterio, como si de verdad fuera su hogar y hasta ese momento no lo supiera, o puede que por el hecho de empezar a desarrollar y entender algunas de sus habilidades se sintiera más cómodo, porque dicha energía se alimentaba mejor en ese ambiente.

Ya tenía una ligera ruta que seguir, pasaba por delante del pequeño cementerio o mausoleo que había en esas zonas para los Grandes Inquisidores de la Historia y continuaba hasta llegar a una pequeña sala donde León le entrenaba. Se sentaba en el suelo de roca y meditaba y meditaba. Poco a poco empezó a poder captar cierto cambio, un ligero humo negruzco salía a veces de su cuerpo, como si el calor que desprende cualquier ser vivo se hiciera visible. Ésto se hizo más visible desde su enfrentamiento con Venganza, y más aún tras comprender qué podría ser o cuál podría ser su origen. Solo era una teoría de su instructor, pero explica demasiadas cosas como para pasarla por alto, y sobretodo, el saber como podría haberse originado le tranquilizaba, pues lo desconocido es lo que suele dar miedo.

-Estás listo -dijo una voz a la espalda del joven. León entró y se sentó delante de él- empiezas a tener suficiente control de tu energía para poder ayudarme a cumplir la promesa que te hice -cualquiera hubiera sonreído por complicidad, porque la sonrisa de Kael fue amplia y reluciente, pero León parecía estar hecho en piedra o hielo, aunque el pelirrojo sabía perfectamente que no era así.

-Concéntrate e intenta aumentar ese vacío de tu interior -decía el maestro de Némesis al pelirrojo mientras el joven se centraba. Los dientes estaban apretados y chirriaban del esfuerzo que estaba realizando el joven, mientras el maestro ponía las manos sobre los hombros, como a un palmo sobre ellos y apretaba, como si estuviera cogiendo algo de él para ayudarle a darle forma. Un humo de un color púrpura oscuro comenzó a surgir del cuerpo del chico, como si su interior estuviera a punto de arder, pero de su muñón era de donde más salía, como si fuera una manguera. Un gemido de dolor surgió de la garganta del joven y unas lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas de forma abundante. Comenzó a morderse  el labio y este sangró un poco.

-Tienes que controlarlo -decía León- tienes que darle la forma adecuada. Recuerda tu mano. Recuerda como era, como lo viste, qué sentías con él… todo -el joven se centraba y parecía que lo iba consiguiendo. Empezó a sudar por el esfuerzo mientras seguía centrándose. Le dolía mucho, era un dolor atroz, un dolor que surgía desde su propio ser, como si estuvieran cortando su alma y separándolo con un cuchillo embotado y oxidado. Entonces no pudo más, con un gemido que se suponía que debía ser un grito, el joven pelirrojo cayó inconsciente donde estaba.

Se despertó un tiempo indeterminado después. Tenía la boca seca como una zapatilla y le dolía todo el cuerpo como si le hubieran atropellado con un carro. Estaba empapado en sudor y se retiró el pelo que tenía pegado a la cara.

-Vaya, estás despierto -dijo León, que  le tendió la mano izquierda para ayudarle a levantarse, y Kael le cogió, con su mano izquierda. La miró sorprendido, se movía a su antojo como si fuera la original, pero antes de preguntar, León le lanzó unos guantes- eso no será muy bien visto, así que será mejor que lo ocultes con guantes y demás cosas. Ya veremos como lo conseguimos.

El joven se puso el guante y solo podía mirar su nueva mano. Era una sensación rara, pues la notaba como si siempre hubiera sido suya, pero sabía que en realidad no era la original. Era algo muy raro. Una sonrisa apareció en su rostro pálido y ojeroso- Gracias, León. Has cumplido tu promesa -decía el chico mientras movía los dedos sin parar.

-De nada, pero ahora empezará lo duro. Si eres capaz de hacer eso es que ya controlas esa energía, ahora tocará empezar a mostrarte como se puede usar, desde defenderte mejor hasta alimentarte de ella, pero sobretodo, a anular las habilidades sobrenaturales de otros. Esa es la principal baza que dispone los pocos que controlamos estas energías -miró al chico de nuevo- Ve a descansar unos días. Dentro de una semana te quiero aquí para empezar tu entrenamiento en serio, eso sí, no descuides las clases de Salieri, pues pueden ser un muy buen complemento.

El chico asintió y se levantó despacio, pues tenía miedo de marearse y caerse- Así lo haré -dijo el joven mientras se encaminaba a la salida- Nos vemos en una semana, maestro León -hizo una reverencia y subió al monasterio.

Llegó al comedor pues al salir vio que era la hora de comer, se dirigió a la mesa en la que solía sentarse con sus compañeros y, con orgullo empezó a usar su mano nueva, y cuando le preguntaron solo respondió con una frase- León cumple sus promesas.

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02/11/2013, 17:30
Richard Wivernfall

Los Hermanos de Espíritu

 

12 de Julio del año 999. Du´Lucart, Lucrecio. En una habitación cualquiera de un hotel

-Hacía mucho que no compartíamos habitación. Así que espero que hoy no te largues a escondidas en medio de la noche como solías hacer.-

Incriminó Richard a Kael para romper el hielo. Se encontraban acostados en sus camas, prácticamente a oscuras. Incluso para ellos se les hizo difícil hablar tras los acontecimientos. Marie muerta. Gilbe herido en cuerpo y alma. Richard y Ace en un estado preocupante… Y Kael sumido en la culpa.

-No es la primera vez que el señor se lleva a alguien cercano. ¿Por qué nos está afectando tanto a todos, Kael?-

Kael escuchaba a Richard mirando el techo, escuchando todo lo que le preguntaba, pero no sabía qué hacer o decir. Puede que hubieran sido demasiadas cosas en un mismo día.

-Es sencillo, si hubiera muerto combatiendo nos lamentaríamos, pero no estábamos con ella. Murió sola y como si fuera una pieza de ganado en el matadero -seguía mirando el techo ligeramente mientras seguía dándole vueltas a si había alguna otra forma de haberla salvado sin sacrificar a ninguna otra, y la idea era que hubiera venido alguien más. Eriol o Gilbe, pero no se les podía culpar porque entonces podrían haber atacado a Richard o Ace.

-También es que nos hizo sentir como niños contra el Rector, como si en realidad no tuviéramos nada que hacer contra ese ser.

Richard miraba arriba sin ver por la falta de luz, imaginándose sobre sus cabezas esas vigas de madera tan familiares que les acogían antaño en Caedus. Richard jugueteaba con su colgante de madera entre los dedos, haciendo pequeños trucos de manos. Jamás se separaba de él. La figura giraba y giraba al igual que su mente, para encontrar la forma más adecuada de abordar el tema con Kael. Necesitaba compartirlo con alguien esa misma noche.

-Kael… Tengo que contarte algo. Algo que me preocupa terriblemente.-

-Miró a Richard sin levantarse- ¿Sobre tú huevo? -dijo con cierta sorna ante la idea de que su hermano hubiera puesto un huevo como si fuera una gallina- Sabes que me puedes contar lo que quieras, que puedes contar conmigo para lo que sea.

Sonrió ante la muestra de apoyo. Hablar con Kael le animaba de una forma muy peculiar. -Hoy lo he visto. Tras el ataque a las termas. Lo he visto y he hablado con él. Raijard, el asesino de mi familia.- Richard se expresó de una forma un tanto fría. No se percibía miedo, algo que habría sido de esperar.

El asesino de su familia. Kael se sintió algo sorprendido porque, en realidad, pocas veces habían hablado de sus pasados. Kaidan decía que el pasado era pasado y no podía cambiarse, por eso no lo había preguntado- Espera, ¿viste al que asesinó a tu familia y, para colmo, te habló? ¿Como si fuerais amigos? -era algo que le perturbaba bastante. Si a él le hablara una de las Sombras se perturbaría o si fuera Veng… espera, Venganza ya le había hablado- Cuéntame -se incorporó y se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama.

-No entiendo cómo ni cuándo. Pareció una eternidad pero duró un instante. Era una dimensión aparte. Me ha escogido para luchar por él. ¿Por qué? No lo sé. Pero no me va a dejar morir así como así. Todos pudisteis ver en lo que me convirtió. Los tatuajes de mi cuerpo… Tan solo me ha dejado dos cosas claras. Que odia a Venganza. Y que quiere que “YO” le devuelva su huevo, su estirpe. ¿No te parece absurdo?-

- Espera, espera, espera -dijo el pelirrojo mientras alzaba las manos para que fuera más despacio- ¿Conoce a Venganza y lo quiere destruir? ¿Cómo? ¿Por qué? -negaba con la cabeza ligeramente, pues se sentía como un imbécil. Ahora todo el mundo conocía a Venganza y querían acabar con ellas, pero parecía que nadie sabía que poderes podía llegar a desarrollar o cuáles eran sus prioridades, aparte de acabar con su grupo de amigos.

-En mi encuentro parecía enfermo. Su cuerpo parecía estar pudriéndose por el Némesis.  Lo que más me perturba, es que dijo cosas que me hicieron pensar si realmente era tan malvado-.

Una sonrisa triste surgió en el rostro de Kael- ¿No te has dado cuenta de que el bien y el mal depende del punto de vista y situación de cada uno? -dijo tristemente- Yo, por ejemplo, soy un monstruo que la Inquisición debería de haber destruido, pero como me pueden utilizar y les soy útil, no soy “malvado” -sonrió aún más- Ya sabes, hay mucha gente que usa magia, pero si no eres un “santo” eres malo, ¿porqué si son iguales? Puede que alguien haga más bien por su población que un Santo, y sin embargo los cazamos o arrestamos, ¿quién sería el bueno en esa situación? ¿Nosotros? Lo dudo -bajó la mirada a sus manos y las apretó con fuerza- ¿Qué me dirías si te dijera que puede que Venganza no sea tan malo? -alzó la cabeza y miró a Richard con seriedad- ¿Si te dijera que en realidad fue creado por accidente por la Inquisición? ¿Qué me dirías si te dijera que en realidad no entienden las consecuencias de sus actos? -abrió los ojos un poco más ante lo que estaba diciendo- pero claro… solo es una teoría -respiró profundamente- Que nos desviamos, ¿por qué dices que en realidad no es tan malvado?

Las reflexiones de Kael iban cargadas de razón por lo que calaron muy hondo en el corazón de Richard. Ambos eran agentes de la inquisición que seguían manteniendo un criterio moral propio, sin ser recipientes llenos de ideas radicales como muchos otros soldados habían sido convertidos. Aún con esas creían que sus actos eran justificados por un bien mayor.

-Pese a lo que me hizo hace diez años me ha cuidado cuando más lo necesité. Y ahora me guía. Piénsalo. ¿Cómo te sentirías tú tras siglos encerrado en una prisión de la que no hay salida? Y lo que sucedió en mi hogar… Raijard parece un ser muy poderoso y liberarlo podría haber traído unas consecuencias de las que ni él mismo fuese responsable. Me mostró el momento en el que le capturaron, Eran muchos. Si su odio es tan profundo hacia Venganza, tal vez tuviese algo que ver. Sabe cosas que nosotros no. Conoce mejor a nuestro enemigo y… hay algo más. Insistió en que nos vigilan. No dio más detalles, pero se refirió a “los de ahí arriba”. Aún con todo eso sigue siendo el responsable. Me cambió la vida…-

-Creo que todos esos seres poderosos no vienen de nuestro mundo y por eso creo que necesitan de magos que los invoquen, rituales, círculos y todas esas cosas -se encogió de hombros- al igual que Dios no ejerce el mismo su poder, sino a través de otros, Santos, cardenales y demás -hizo un gesto como de “y sigue” a modo de explicación. Era una idea que él tenía pues cada vez veía que la Iglesia y la Inquisición tenían menos de especial, solo que se lo habían montado de forma genial. Eso de “Dios ayuda al que se ayuda” es la mayor estafa que ha existido, pero eso nunca lo diría o pensaría delante de alguien de “la vieja escuela” como mencionaban algunos.

Los dos pensaron lo mismo. Si tan poderoso era, ¿por qué necesitaba un intermediario? Richard compartió sus secretos más íntimos con su amigo, camarada y compañero. Pero ahora le tocaba a Kael.

-Kael. Tú sabes algo. Tu poder se asemeja al de Venganza más que el de ninguno de nosotros- Le resultó complicado buscar las palabras para expresar esa idea sin que llegaran a ser ofensivas. -La información es poder, y tal vez debieras compartirlo con el resto por su seguridad. Pero no te voy a forzar a ello. Sabes que en mi sí puedes confiar y no tienes por qué cargar tu solo con lo que te preocupe.-

El pelirrojo alzó la vista cuando Richard le habló con total sinceridad. Si hubiera sido Ace o Elohim ahora mismo estaría dándole un puñetazo en la cara por comprarlo con Venganza, aunque en realidad sabía que tenían toda la razón del mundo- Ya lo sé -dijo mientras intentaba pensar en ello- lo que sé es lo que te he dicho, una teoría que tiene León. Venganza lo dijo en su primera aparición, que era el cúmulo de muertes innecesarias causadas por ese monasterio, ya fueran niños que no superaban el entrenamiento o ejecutados por herejía u otros delitos -cogió aire ligeramente- puede que ese cúmulo de muertes y sensaciones en un mismo sitio fuera lo que lo creó, por lo tanto, fue una consecuencia de los actos de la Inquisición.

Sus palabras iban cargadas de razón y Richard se quedó helado al darse cuenta de la irrefutable verdad que había estado ante sus ojos tanto tiempo. Vale, el pequeño dragón no era un lumbreras pero tampoco era el tonto del pueblo. Hace tiempo que había aprendido a reflexionar sobre las cosas lo que le había vuelto sagaz, pero esas pequeñas verdades ocultas se le escapaban con facilidad.

-Me cuesta creer que luchar tan fuertemente contra el mal que acecha a los nuestros haya conseguido crear semejante ser. ¿Qué clase de guerreros del señor somos entonces?-

Kael miraba al techo mientras ordenaba sus pensamientos, aunque en realidad no estaba viendo el techo, sino el cementerio de almas y salas de tortura de las catacumbas- Pocos ven la auténtica Inquisición, el auténtico Caedus -esbozó una sonrisa- Ven un ángel brillante con sus alas combatiendo lo que ellos consideran maligno, y lo miran tan fijamente que se deslumbran y no ven más, como cuando estás de noche y miras una antorcha directamente, que eres incapaz de ver cinco metros más allá- la sonrisa se amplió - pero en realidad somos lo que cazamos, controlados, adoctrinados, pero somos monstruos, brujos y psíquicos que si nos descontrolamos no dudarán en señalarte y ejecutarte -los ojos brillaron ligeramente- si no pregunta a ver cuántos han visto las mazmorras y los interiores subterráneos de Caedus.

-Yo sé que no soy un monstruo. Y sé que tu tampoco. Ninguno del grupo lo es. Cada uno poseemos unas… “cualidades” bastante fuera de lo común. Unos dones que hemos desarrollado a base de entrenamiento y estudio y que, a decir verdad, no sabemos de donde provienen.- La preocupación de Kael era evidente. “¿Es realmente así o es fruto del némesis que ha entrenado?” Se preguntaba Richard. Su amigo siempre había sido poco optimista, pero su estado actual iba más allá. -Pero hay que ver más allá de la luz que se percibe. Detrás de ella hay almas buenas. Los monstruos a los que hay que cazar son aquellos que se han dejado llevar por su poder y atormentan a los inocentes. Dios nos ha advertido que hay seres así en el mundo y por eso estamos nosotros.-

Se tiró de espaldas sobre la cama y se estiró con dolor y cansancio, demasiado ejercicio para un solo día- La primera noche que pasé en vela en el Monasterio me lo dijeron León y Mj. Somos asesinos, ni héroes ni caballeros ni santos. Asesinos de la Iglesia, matamos por la Fe, o mejor dicho, por “Su” Fe y por que ellos puedan mantener el control. No creo que Dios esté detrás de esto y, por eso, me hacen tanta gracia los Santos y los que rezan por tener esos poderes. ¿Quieres mis poderes? Te los regalo, sin más.

Parecía que se había ido por las ramas, pero volvió al tema que tenían entre manos- Yo soy un anatema, némesis, el vacío de todo lo sobrenatural. Mis poderes surgen del vacío que se consigue al separar el alma del cuerpo, no la unirlo como haces tú, por ejemplo. Por eso me parezco a Venganza, porque soy todo lo contrario a vosotros. Soy un monstruo -esta vez lo dijo con una sonrisa- y lo peor de todo es que los que nos atacaron en los baños usaban las mismas técnicas que yo, con mayor efectividad, pero las mismas. Hasta les brillaban las marcas de la mano izquierda al usar las técnicas- en ese momento alzó la mano enguantada.

-No sé nada de Venganza, son especulaciones sin pruebas o ideas sin fundamentos -se encogió de hombros- pero tampoco creo que haya muchos fundamentos para las cosas que hacemos muchos de nosotros, ¿no crees? -esbozó una ligera sonrisa como si intentara animar a su compañero.

La forma de expresarse de Kael resultó escalofriante. Mientras hablaba, Richard pudo sentir cómo la oscuridad que los acogía parecía volverse más pesada por momentos. Un peso ficticio que le mantenía en la cama escuchando y le oprimía el pecho cuando inspiraba. Resultó tan parecido a como se sintió la primera vez que conoció a León… Pero en menor medida. Controlar el Vacío debía resultar una tarea avergonzaba de ello. Se sentía orgulloso de lo que era y de lo que hacía, de lo contrario no seguiría ahí. No importaba que palabras utilizase, Richard estaba convencido de que Kael no renunciaría a sus poderes, pese a las desgracias pasadas, presentes y futuras que pudiese ocasionar. Se sentían iguales. El mundo siempre mantenía el equilibrio, por ello aquél que nacía con un don, cargaba con una cruz de igual peso. Y del mismo modo, aquellos que exterminaban el mal, acabarían por crearlo.

-No Kael, desde luego que no. Cuanto más vivimos más incógnitas aparecen en nuestro camino. Me gustaba ser un niño sin nada de lo que preocuparme a parte de que mis padres me riñeran por hacer travesuras, jajajaja.- La risa se contagió a su compañero haciendo que los fríos brazos de la oscuridad se retiraran, relajando el peso de la noche. –Pero me estás demostrando que la fe ciega es peligrosa. Creo en el señor, en que la iglesia pretende difundir el bien y cuidar a sus fieles. Pero sus representantes en la tierra siguen siendo humanos, y el espíritu del hombre es muy fácil de corromper. Por ello no debemos perder nuestro propio juicio.- Reflexionó antes de hablar.

Kael no pudo evitar sonreír ampliamente ante lo que le comentaba Richard- Yo no sé si creer o no -dijo el joven- es algo muy delicado este tema, porque todo son especulaciones y muy pocos tienen las respuestas, pero nunca las quieren compartir -le encantaba poder hablar tan abiertamente con alguien. Solo podía desvelar esas cosas ante Richard, su hermano.

Lo que diría a continuación podría comprometerle a los ojos equivocados. Si tuviera frente a él a otro, Elohim, Ace, o cualquier alto inquisidor, se habría callado. Pero Kael era como él mismo. Richard abandonó el catre de un salto y se acercó al de su amigo, de rodillas, iluminado por la escasa luz que se colaba por el ventanal y producía reflejos plateados en su pelo. Comenzó a susurrar.

–Kael… quizá la inquisición esté actuando de forma equivocada. Quizá erradicar toda amenaza no traiga más que sufrimiento. Porque, si eliminamos todos los misterios que se presenten, también estaremos acabando con las respuestas que conllevan. Las hipótesis que cuentas de León, las palabras que me transmitió Raijard, dicen que hay verdades ocultas en Gaia y si no conocemos la verdad, ¿cómo tener la seguridad de que nuestros actos son correctos? Hace diez años que nos han entrenado para cumplir órdenes sin cuestionarlas. ¿Es que no necesitamos conocer los detalles ocultos o es que no quieren que los conozcamos? Tras nuestra primera misión de campo han sucedido tantas cosas que me han puesto al límite que ya no se qué creer.

Richard terminó de hablar bajando la cabeza y llevándose la mano derecha a la frente. Cuestionarse tantas cosas a la vez llegó a ser agotador.

-Eso es un arma de doble filo -clavó los ojos en los de Richard- Las amenazas hay que erradicarlas por la supervivencia, pero la pregunta es ¿qué es una amenaza? -escuchaba lo que decía atentamente el joven, pues la verdad es que se estaban acercando al culmen de todo. Había que conocer la Verdad- El problema es el siguiente. A lo mejor esa verdad es tan dolorosa que no la aceptamos. A lo mejor estamos tan sumidos en nuestras ideas que no lo entenderíamos. El ser humano es inteligente, pero la masa, la masa es cobarde e irracional. Haz un truco de magia delante de una persona y no pasará nada, hazla delante de mil y como solo uno de ellos se asuste estarás en la hoguera esa misma noche -y eso si que era una verdad absoluta. -Nunca sabremos si nuestros actos son correctos o incorrectos hasta ver las consecuencias. Cada decisión es un salto al vacío, lo importante es no ir contra tus principios -inspiró tranquilamente, bastante más relajado- la verdad es que si los conociéramos puede que dudáramos, y si dudamos ya no somos lo que necesitan.-Una ligera carcajada surgió de Kael- Si no estuvieras al límite, si no estuvieras dudando cosas, no serías humano -y ante eso se echó a reír- tienes razón, mientras dudemos y nos planteamos el porqué de las cosas no seremos monstruos.

Richard sintió el peso de sus dudas esfumarse con los consejos de Kael. No había duda de que su visión del mundo era, si no la misma, cuanto menos similar. Pero era de mucho agradecer escuchar esas mismas de ideas de boca de otro. Le hacía sentir más cuerdo, con más convicción en lo que hacía y así lo demostrarían sus acciones de ahora en adelante.

-Gracias Kael. Gracias por escucharme y por estar ahí. Es de mucha ayuda saber que puedo contar contigo y por eso no pienso fallarte cuando me necesites.-

A punto estuvo de responderle, pero Richard no quería más ñoñerías por esa noche y le interrumpió con un controlado puñetazo en el antebrazo. -Ahora venga, a descansar. ¡Que mañana nos espera mucho trabajo!- Con eso estaba todo dicho y volvió a su cama, a dejarse llevar por un sueño reparador y que, ya fuese gracias a las malas ideas de las que se acababa de librar o gracias a sentirse aún más querido por su compañero, fue una de las noches más agradables y tranquilas que pasó en mucho, mucho tiempo. Y las luces de la noche se esfumaron para ambos.