Todo fue muy rápido.
Habíais quedado tu y tus compañeros para pasar unos días en el velero de uno de ellos. Ese día te levantaste pronto y decidiste que irías en tren. Port Ginesta estaba en Castelldefels, una población barcelonesa, a unos 30km de la capital catalana. Como todos los días habías puesto la radio y no había mas que malas noticias: accidentes de coches mortales en las carreteras españolas, crisis en oriente medio, una epidemia de una extraña enfermedad detectada. Vamos las típicas noticias.
A esas horas de la mañana el tren iba casi vacío, así que todo transcurrió con total normalidad. Port Ginesta era un puerto deportivo no muy grande y no parecía haber mucho movimiento, justamente ese día había niebla y pensaste que no era un gran día para navegar, pero ya mejoraría. Esperaste unas horas y no aparecían tus compañeros, parecía que en ese lugar no tenías cobertura así que decidiste esperar en el muelle que te habían indicado.
Luego, sentiste un golpe en tu cabeza. Alguien o algo te había golpeado, se te nubló la vista y caíste inconsciente.
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Romo Lampkin
El Dr. Lampkin es un hombre que destaca por ir siempre impecablemente vestido. Es alto y delgado, aunque nada fuera de lo corriente, lo que se diría un tipo normal, pero el llevar siempre traje, corbata y zapatos, algo poco habitual, le hacía destacar. Aunque aún era joven, ya comenzaba a perder pelo, aunque nada preocupante.
Su procedencia le dada un curioso acento al hablar el español, lo que unido a sus más que correctos modales y amable sonrisa, le convertían en un personaje ciertamente pintoresco, con muchos conocidos, pero pocos amigos.
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Irene
Es una chica de unos 30 años, de constitución atlética. Suele ser bastante abierta y simpática. A veces incluso peca por ser demasiado confiada e inocente. Suele llevar el pelo recogido y vestir ropa comoda.
La mujer te zarandea, visiblemente preocupada.
- Hey, despierta, despierta! - decía con un tono apremiante.
Abro los ojos, y me llevo una mano a la cabeza... Auh... esto duele... Miro a la mujer que me zarandea... - ¿Que ocurre? ¿Que me ha pasado? ¿Quien me ha golpeado?... No llegué a ver nada... Viendo que la mujer esta visiblemente alterada, me incorporo con rapidez, esperando que me conteste, mirándola a la cara medio sorprendido, medio asustado por su propia expresión de miedo.
Miro a mi alrededor mientras me incorporo. Sigue habiendo niebla, asi que no debo haber pasado inconsciente mucho tiempo... pero hay algo raro en el ambiente...
En efecto la niebla seguía, pero era de tarde y el sol estaba menguando, llevabas varias horas tendido en el suelo. Los pocos barcos que habías visto en el puerto ya no estaban.
Irene niega con la cabeza.
- No.. no se que te ha pasado, yo acabo de llegar - dice señalando detrás suyo. Puedes ver como hay una bicicleta, con una rueda pinchada. La mujer parecía preocupada igual que tu, había una atmósfera que no dejaba tranquilo a nadie.
- Te vi en el suelo y me acerque, por desgracia se me acaba de petar una rueda de la bici - dice mirando atras - Siempre vengo por aqui a hacer deporte, que extraño hoy no hay ni un alma por el puerto.
Luego Irene te volvió a mirar.
- ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a una ambulancia? - dijo preocupándose por ti.
Me toco la cabeza, buscando algúntipo de herida por el golpe recibido.
- ¿Que ha pasado?... ¿Ya está anocheciendo? ¡No he podido estar tantas horas inconsciente sin que nadie se diera cuenta! - procuro no levantar la voz a la mujer que me ha ayudado, pero estoy empezando a asustarme. Algo va mal...
Puedes notar un chichón, pero parece que no tienes sangre. Entonces caes en la cuenta.. ¡ te han robado !, notabas como te faltaba algo y te registras no encuentras la cartera ni el móvil. Tampoco había rastro de la mochila que llevabas con el equipaje para pasar esos días.
Irene suspiró algo aliviada al ver que te recomponías. Luego te tendió una mano para ayudarte a levantar. Podías observar como estaba sudada de haber hecho ejercicio, incluso jadeaba un poco al hablar, seguramente había estado corriendo con la bici hasta que te encontró.
- Por cierto, me llamo Irene ¿cómo te llamas tú? - preguntó. No sabías si lo hacía por mera formalidad, o para saber si recordabas tu nombre. La chica había visto muchas películas y siempre que alguien había estado inconsciencia recurrían al tema de la amnesia.
- Romo... me llamo Romo... - me palpó el chichón de la cabeza, pensando que al menos no tengo herida abierta - Doctor Romo Lampkin - digo con una sonrisa, mientras estrecho la mano de la mujer. - Encantado de conocerte, Irene... y gracias por ayudarme... pero parece que alguien llegó antes que tú, y me robó la cartera, el móvil y la mochila que llevaba...
Irene instintivamente mira alrededor pero entre la niebla y que el puerto esta vacío no ve a nadie.
- Vaya lo siento mucho - dijo con palabras sinceras. Luego esbozo una jovial sonrisa.
- Parece que hoy no es nuestro día - dijo divertida, para intentar mejorar la situación. - A mi se me ha reventado una rueda de la bicicleta, y no creo que encuentre nada abierto hoy, después de lo que han dicho por la televisión.
La chica parecía ahora mas descansada y hablaba con normalidad.
Las palabras de Irene me sorprenden. - ¿Que han dicho en la televisión? Yo llegué aquí esta mañana para ir en un velero con unos amigos... ¡pero ya ves como he pasado el día! - Miro fijamente a los ojos de la chica - ¿Que está ocurriendo Irene?
Con un ademán Irene le quitó importancia.
- Este mediodía han dicho por las noticias, que no se que había pasado con una epidemia. - la chica no parece nerviosa - Que aconsejaban a la gente volver a sus casa y a los comercios cerrar.
Luego se encoje de hombros. Irene había vivido la crisis de las vacas locas, la gripe aviar, la gripe A y ya no la sorprendía nada, era bastante reticente a alarmarse por esas cosas.
- Así que como yo trabajo de tardes, me tomé el día libre y salí a hacer un poco de deporte.
Miro alrededor, intentando divisar a alguien más a parte de nosotros.
- Y si esa gripe o infección de la que hablan en la tele no es grave, ¿por que no hay nadie por la calle? ¿¿Has visto t a alguien má cuando venías hacia aquí?
Me ajusto la chaqueta, limpio mis pantalones del polvo que han cogido al estar horas tirado en el suelo, y pongo mi mano en el hombro de Irene.
- ¿Podrías acompañarme a la comisaría más cercana?
- He venido por una ruta de bicicleta que baja por las montañas - comenta Irene - No he visto nadie por el camino, pero es normal. Y aquí supongo que habrán echo caso a la televisión, ya sabes como somos en este país, cualquier excusa es buena para no trabajar.
La muchacha esboza una leve risotada. Luego cayó en lo que había dicho:
- ¿Tu no eres de aquí no? - dijo algo curiosa - Tu acento...
Sonrio mientras me froto la nuca, algo nervioso... - No, no nací aquí, pero llevo más dd diez años viviendo en este pais. Soy de Estonia... bueno, cuando me fuí de allí, aún era una república sovietica, pero bueno... ya sabes... - al hablar de mi pasado me pongo algo nervioso, especialmente con desconocidos...
- ¿Y tu, eres de por aquí? ¿Conoces bien la zona? - la comento mientras comienzo a caminar, a ver si veo a alguien más que me pueda indicar como llegar a la comisaria más cercana.
Irene asiente a medida que explicas tu historia.
- ¿Yo? Bueno conozco un poco la zona, trabajo aquí en verano, soy profesora de vela. - dijo con un ademán. - Aún no han empezado los cursillos de verano, así que normalmente vengo hasta aquí me quedo a descansar y luego vuelvo para casa. Me gusta este sitio para pensar - acabó diciendo.
- Pero este puerto deportivo esta bastante alejado del pueblo, en esta zona solo hay casas de verano y apartamentos. - dice haciendo memoria - Tendrias que coger otra vez el tren en dirección contraria y bajarte en la siguiente parada.
- ¿Profesora de vela? - pregunto intrigado - ¿Saves tu algo acerca de una excursión en velero que iba a partir hoy de este puerto? - Bajo la cabeza y el tono de mi voz es casi un susurro. - Porque la opción de volver en tren... sin dinero es complicado... y aquí no conozco a nadie...
Mañana más, ahora debo irme.