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Crónicas de las Islas del Peligro Eterno

Crónicas de las Islas del Peligro Eterno

Hace muchos años hubo un campeonato de tiro con arco en esta isla. Después de ganar varios concursos de arquería por todo Rokugan, un joven y jactancioso campeón vino hasta esta isla donde retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero desde hacía muchos años. El joven demostró una notable técnica cuando dio en el centro de la diana en el primer intento, y luego partió esa flecha en astillas con el segundo tiro...

- "Ahí está", le dijo al viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!".

Inmutable, el maestro no desenfundó su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo en un extremo de esta isla desde la cual puede caerse al mortal paso de los dientes de Umi-Bozu, el abismo estaba atravesado por un frágil y tembloroso tronco muy largo que no parecía nada seguro. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo.

- "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme.

Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro.

- "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente, que te hace errar el tiro".

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