Llegó andando muy despacio, mientras el sol se ocultaba entre los verdes árboles. Con su largo bastón de madera y andar quejumbroso se abría paso por el camino lleno de barro, piedras y arboleda.
Sorprendía al mirarlo por varias cosas. Lo primero, por ver a un anciano llegar del camino que ya nadie usaba. Lleno de monstruos y animales salvajes que ganaban terreno día a día. Pero el caminaba tranquilo como si conociera la ruta, directo a la plaza del poblado.
Para cuando se hubo sentado en la piedra del centro de la plaza, los chiquillos ya habían anunciado su llegada y eran muchos los que se arremolinaban alrededor del viejo.
La gente se miraba confundida entre ellos.
Necesito algo que hay dentro de esa mina y sin mucho tiempo que perder ya que grandes huestes de guerreros de otro reino más oscuro, cabalgan hacia estas tierras y hemos de defenderlas, para ello necesito valientes y el objeto del interior.
Nadie estaba impasible podía reconocerse el terror en unos y la chispa de la aventura en otros.