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Él estaba harto y ella más. No se soportaban sino cada miércoles salían separados a vender sus cuerpos. El mercader robot tasaba sus cuerpos. Fruncía el ceño, eran androides anticuados. Pero, ¡qué demonios! Todavía daban guerra porque ellos creían tener utilidad todavía. Todos los días cuando se activaban tenían la esperanza de resistir un día más, aunque nunca podrían saber la hora exacta de ese momento que nadie espera. Algo inesperado sucede al recargar energía usando cristales venusianos su programación cambia. Ahora resulta que fueron seres humanos en otro tiempo y les escondieron para que no se pierda la