Partida Rol por web

Entonces abuelo la primera noche en Egipto pasaste mucho miedo ¿no?, con esa peligrosa mujer por ahí y esos hombres intentando cogerla.

Yo estaría temblando y...

...y tú compañero ¿le paso algo después de recibir esa espuma rara. ?

Yo no entraría en esa pirámide si la gente se pone malita luego, como esa mujer.

Sonrió pues mi nieto estaba fascinado por la primera noche que pasamos en aquel lugar, pero eso no era nada para lo que vendría después.

Yo realmente dormía y no llegue a enterarme de lo sucedido, me entere después.

El compañero Samuel estaba bien, además pudo pegarse un buen baño y tener la atención de la Señorita Eva.

Dante no llego a quemar a nadie y esa mujer la capturaron de nuevo a los pocos minutos, además teníamos un excelente policía turístico que velo por nosotros esa noche.

Mire a mi nieto durante unos segundos y estire el brazo para acariciarle el cabello, el no quería moverse de la alfombra y quería saber que pasaría luego, así que continué diciéndole -Eso realmente no fue nada para lo que nos acontecería después, el amanecer sería algo más interesante todavía.

Sobre todo para mi, que madrugue y vi a Daniel el hijo de Eva haciendo de las suyas, quien me iba a decir todo lo que me sucedería por culpa del diablillo.

La mañana comenzó calurosa y se pronosticaba una ola de calor extrema, cosa que no tendría que preocuparnos pues dentro de la pirámide se estaría fresquito y el campamento estaba cerca, tal vez demasiado cerca para mi gusto y tranquilidad.

En la tienda donde se había cenado se había preparado un suculento desayuno y bebidas refrescantes y alimenticias de zumos de cinco tipos de frutas. También abundaba distinto tipos de cafés y del té tipico de ese lugar.

Geend sabía cuidarnos con esos detalles.

Pero estaba algo alarmada, iba descalza con los pies mojados como si hubiese pisado un charco cosa complicada en pleno desierto, el caso es que Comenzó a despertar a la gente.

Siento despertaros así, pero mi hijo ha desaparecido y tampoco veo a Matos, Masud ni a Dante, hay huellas recientes hacía la pirámide y sus raciones de desayuno tampoco han sido tocadas por parte de ellos.

​Me despierto sobresaltado por las palabras de la señorita Geend y sobre la desaparición de Daniel y tres de los investigadores, uno de ellos quien parecía dirigir la parte más técnica de la expedición.

- ¿Pero...? ¿qué...? ¿cuando...? - Mi cerebro todavía no se ha recuperado del todo de la confusión del sueño y salgo a gatas de la cama en busca de mi ropa. Mientras me visto a toda prisa me preocupa especialmente la desaparición del niño, ya que estoy bastante seguro de que los adultos sabrán arreglárselas, salvo que haya ocurrido una desgracia.

Cuando salgo de la tienda, el sol me deslumbra unos instantes, no estoy acostumbrado a que haya tanta luz cuando me levanto y la sensación es extraña, por lo que me paro un minuto para acostumbrarme mientras sopeso la situación.

Me dirijo a la tienda central para poder prepararme una taza de té. Sin un té por la mañana no soy persona, aunque el té egipcio es más fuerte que el que suelo tomar, me vendrá bien para ayudarme a despejar la mente. Mientras doy el primer sorbo, busco con la mirada un sitio elevado desde el que poder controlar los alrededores del campamento.

- ¿Cuándo descubrió la ausencia de Daniel, señorita Geend? - Pregunto antes de dar el segundo sorbo, coger algo sólido y dirigirme al punto más elevado de los alrededores del campamento. - ¿Es posible que se haya ido con el Doctor Moctezuma a la pirámide?

Samuel encuentra muchas dunas algunas elevadas que le podría valer para observar.

Mirando hacía en el horizonte se aprecian varias huellas de distinto tamaños y peso, todas van en dirección hacía la pirámide. (con una tirada df3 podrías saber algo más).

Mientras Geend en el campamento también pone a corriente a los demás de lo sucedido tanto a Jean como a Karina y luego con más detalle al Policía turístico Hakim.

Esta especialmente preocupada por Dani.  

 Tras la noticia me alarme, y luego al ver que Karina no se encontraba entre los desaparecidos suspire.

Menos mal que la antropologa se encuentra bien. Tendré apartir de ahora estar más cerca de ella no quisiera que le pasase algo.

Siento cierta atracción por mi mentora y veo una oportunidad para estar más cerca de ella.

Luego  aHakim y le comenté Como debemos actuar agente.

Vi en el Horizonte a Samuel subido a una duna.

VE ALGO! le grité quería tener información para pasarla a Karina

​Una vez que localizo las huellas, me tomo mi tiempo para examinarlas con cuidado y, aunque hacer algo así me lleva más tiempo del deseado, estamos hablando de un niño pequeño y, seguramente, de dos adultos que lo han seguido.

Oigo la pregunta del señor Årud ​y respondo casi sin volverme.

- Se pueden apreciar huellas de distintos tamaños que van hacia la pirámide, señor Årud. - Respondo en voz alta para que me oigan desde el campamento. - Pero el Sol me impide ver mucho más.

Me quedo en la duna hasta que los demás se puedan preparar por si hace falta guiarlos en la dirección correcta.

Me levanto de mal humor. El poco sueño que he podido conciliar por la guardia ha estado plagado de pesadillas estremecedoras sobre pirámides malditas e iridiscentes, muertos que caminan y… ¿hombres-merengue? Estoy de mal humor y desconcertado. Con el sol cegador de la mañana, me aseo y entro en la tienda-comedor  sin dar los buenos días a los allí presentes y con el único objetivo de anegar mi estómago de café. Voy por la quinta taza cuando la rubia europea dueña de todo el tinglado hace acto de presencia con una visible preocupación en la cara.

Su hijo ha desaparecido, cosa que me hace maldecir el momento en el que mi superior me requirió para aquel “rutinario” trabajo de escolta. Mientras la mujer me da detalles y yo no puedo evitar comérmela con la mirada, los miembros de la expedición ya empiezan a buscar al crío, sin que yo pueda hacer nada para evitarlo. En situaciones así hay que mantener la calma y actuar de forma ordenada y, por lo que noto, la voz de alarma ya ha empezado a liarlo todo.

Salgo de la tienda-comedor y, a unos metros, veo subido a una duna al europeo que, horas antes, había sido cubierto por algo parecido a la nata montada. Pido a los allí presentes que se tranquilicen y que no salgan del campamento. Dicho esto me dirijo hacia donde está el expedicionario con nata y, desde la base de la duna, le indico que baje y que se reúna con el resto en el campamento. Allí también me encuentro al europeo más joven de la expedición.

“Por favor, baje. Debemos organizarnos para encontrar al niño.”

Mientras aguardo a que baje, me dirijo al chico europeo.

“Buenos días. ¿Han podido averiguar algo?”

Samuel no habituado a los espacios de campo, no logra interpretar más que unas huellas, además el sol le impide ver algo más.

Hakim se despierta algo desconcertado cuando tomando el desayuno Eva le intercepta para comentarle lo ocurrido, viendo la que se le avecina indica a los presentes que guarden la calma y que no se alejen, luego intenta reunir algo más de información preguntando a los presentes.

Mientras Eva entra en su tienda y sale con unos prismáticos, mira en vano el horizonte; ya no por la distancia, pues la pirámide esta cerca, sino por las dunas de distinto tamaño que no permiten ver mucho más lejos.

En la tienda sea quedado la ropa del niño, pues a la hora de desaparecer solo tenia un ligero pijama.

Jean parece estar más pendiente de la antropologa que de las huellas.

​Ante el requerimiento del policía bajo obediente de la duna, demorándome sólo unos segundos para tratar de fijarme bien en la ruta que siguen las huellas para recordarla más adelante.

- Buenos días, agente. - Saludo al policía turístico. - Me alegro de que esté usted aquí. Hay una serie de huellas, parece que del niño y los adultos que parecen dirigirse hacia la pirámide, pero no he podido concretar mucho más. - Miro a la señorita Geend mientras esta usa los prismáticos. - Tal vez con los prismáticos sea más sencillo seguirlas desde arriba. - Digo señalando hacia la duna. - Ya que el campo de visión es mucho mayor.

Después me dirijo hacia el pabellón central para seguir con el desayuno.

Los tres hombres llegamos al campamento y me coloco frente a la tienda más grande, la utilizada como comedor y punto de encuentro. Allí aguardan el resto de científicos y el personal de avituallamiento de la expedición. Entre los murmullos cada vez más nerviosos de los allí presentes, empiezo a hablar.

“Ha desaparecido el hijo de la señora Geend y debemos encontrarlo. Como todos sabrán, su nombre es… ¿Daniel? –miro a su madre buscando una mirada de confirmación- y desapareció a lo largo de la noche.”

Me dirijo al europeo en nata y al chico rubio.

“El señor… ehm… y también el señor… - como no logro recordar sus nombres sigo hablando y les señalo – Estos dos hombres han encontrado un rastro de pisadas que bien podrían ser del niño y que se dirigen a la pirámide. Junto a estas pisadas, hay otras más grandes, de adultos… y lo cierto es que tres expedicionarios más han desaparecido: ehm… el doctor…”

Me vuelvo a liar.

“El Doctor Montezuma, Masud Gizah y Dante Thunderer.” – concluye Eva Geend cada vez más nerviosa por mi protocolario discurso.

Asiento antes las palabras de la rubia y continúo.

“Ayer monté guardia en las inmediaciones de la pirámide hasta la medianoche, momento en el que mi superior me relevó. Con lo cual dudo que Daniel se extraviara antes de esa hora. Mi superior me dijo que hoy estaría en el campamento médico atendiendo a nuestro compañero, que, como alguno de los obreros, ha caído enfermo. Quizás ayer por la noche vio algo y nos podría ayudar.”

Hago una pausa y me rasco la nuca. La tengo cada vez más caliente por el sol abrasador.

“Les propongo examinar el rastro de huellas, no sin antes intentar contactar con alguno de los tres hombres a través de sus receptores de radio –mentalmente pido a Dios que lleven uno encima-, ya que puede ser que estén con el niño. Mientras, yo iré a hablar con mi superior en el campamento médico.”

Una vez concluido el discurso, suspiro y concluyo.

“¿Y bien? ¿Alguien tiene algún dato más que nos pueda ayudar en la búsqueda? ¿Alguna duda?”

​Asiento con la cabeza a los comentarios del policía sin dejar de desayunar, todo el mundo sabe que el desayuno es la comida más importante del día, pero atento a sus comentarios.

- Colbert, profesor Samuel Colbert. - Digo cuando el policía me señala.

Sigo atento a sus comentarios pero levanto una ceja y lo miro extrañado cuando menciona los receptores de radio.

- Me temo que no tengo más ideas, agente. - Digo cuando termina de hablar. - Pude ver las huellas pero las perdía a poca distancia de nuestro campamento, aunque creo ser capaz de volver a encontrarlas. - Dudo unos instantes antes de continuar en voz baja. - Lo que más me llama la atención es la desaparición de tantos adultos a la vez sin que ninguno de ellos se molestara en avisar de la desaparición del niño o de sus intenciones de seguir su rastro. Salvo que el hecho de que ellos se hayan ido no tenga nada que ver con la desaparición del niño, claro está...

Me quedo callado unos instantes, pensativo, antes de volver a atacar con más fuerza mi tostada.

Ayer noche vi en el campamento de infectados un poco de descontrol, parecía que varios de estos se les había escapado, este hecho también lo pudo comprobar en persona el agente de policía, pues nos cruzamos en el lugar, quizás este todo relacionado.

Hey, y ehi, tranquilos chicos.

Ya pudimos ver durante la cena que Daniel es un terremoto y seguramente habrá hecho una de las suyas. Los adultos vemos que tampoco están, así que hay muchas probabilidades que estén con el niño, yo comenzaría a preocuparme si al ver a uno de los adultos desaparecidos dijera no haber visto a Daniel; pero por el momento no es el caso.

Comenté entre mordisco y mordisco.

Tranquilos aparecer, aparecerá es solo cuestión de tiempo. 

Si pero estamos hablando de Daniel, mi hijo y no de un mono de feria, en cuanto el sol se eleve más comenzará hacer un calor insoportable para un adulto y ya no digo para un niño.

Geend usaba el clima del desierto para demostrar lo complicado y trágico que podría resultar el no encontrar a Daniel antes del mediodía.

En el campamento había varios “Walkis”su radio llegaba hasta el lugar de los infectados, pero no apareció en los doce canales ninguno de los perdidos durante la noche, Tal vez ellos no tenían “walkis”

Otro dato significativo era las interferencias de los aparatos, cosa un tanto rara estando en un lugar tan despejado.

“Desde el campamento de infectados no vieron a ningún niño ni a las personas desaparecidas. Pero se ofrecieron en hacer desplazamientos y peinados por la zona con los Jeep por si descubrían algo, se les notaba algo molestos y fatigados habían tenido una noche muy movida.

O eso era lo que es entendía entre las interferencias.”

​Escucho con atención y visible consternación las palabras del joven Jean Luc​ mientras meneo la cabeza.

- Eso no es bueno. - Digo apesadumbrado. - Una de las infectadas visitó nuestro campamento durante la noche, tal vez Daniel se haya levantado, se haya encontrado con otro infectado y haya huido sin poder avisar.

​Miro enarcando una ceja a Karina, cuando comparte su opinión.

- Un niño es un niño, señorita Eklund. - Digo cuando ella termina. - Personalmente prefiero salir a buscarlo ahora que esperar a que uno de los adultos desaparecidos aparezca y nos diga que no sabe nada de él, para entonces ya puede ser tarde para poder organizar una búsqueda apropiada. - Dejo escapar un leve suspiro. - Tal vez yo no sea el más adecuado para la tarea, pero desde luego no pienso dejar abandonado a su suerte a un niño pequeño.

Los walkie talkies pueden ser de gran ayuda para las labores de búsqueda y es un alivio tenerlos disponibles, aunque las noticias que llegan del campamento de los infectados no sean buenas.

- Agente, cuando esté listo puede contar conmigo para iniciar la búsqueda. - Le digo a Hakim tras escuchar el informe del campamento de infectados. - No estoy ducho en estos temas, pero creo que un walkie, algo de comida y mucha agua, van a ser algo de imperiosa necesidad, dadas las circunstancias.

Suspiro nuevamente ante los comentarios de los presentes. Me gustaría estar en otro sitio. Haciendo otra cosa. Corriendo, por ejemplo.

“Bien. Les pediré a los del campamento médico que peinen la zona con los jeeps. Mientras, nosotros debemos organizarnos. Necesitamos gente tanto en el desierto siguiendo el rastro como aquí para responder las llamadas de radio y aguardar el posible regreso del niño y de los tres adultos. ¿Voluntarios?”

Algunos brazos empezaron a alzarse.

“Señora Geend, no se preocupe. Encontraremos a su hijo. ¿Quiere venir con nosotros o prefiere quedarse aquí?”