Partida Rol por web

La cara de geist era digna de estudio, no se podria decir claramente si estaba asustado, sorprendido o simplemente la impresion habia sido de tal escala que el pobre, ya ni estaba presente.

¿pero... que es esto? dios esta maquina asegura un millar de combates sin fin!!

Mira con cara de satisfaccion a Pajaro: Que maravilla!!

Decididamente, esto no era lo que me esperaba. ¿Nuestra tarea era hacer goblins? ¿Combatir contra ellos? Parece que eso era lo que decía nuestro acompañante, pero no me lo podía creer. Pero si eran un montón!

Mientras divagaba entre estas dos opciones, sin decidir cuál era la más disparatada, mi mirada saltaba de uno a otro.
Vaya si eran curiosos estos seres.

-¿Máquina de hacer goblins portátil? - repito, sin dar crédito a lo que mis ojos ven- ¿Goblins de verdad?

Me pregunto qué tipo de disparatados fines puede tener una máquina como esa. La verdad es que es extraña, nunca había visto un invento igual...

Interesada por saber más (la curiosidad siempre me ha podido) cierro la boca y espero impaciente a que el master nos explique en qué consiste la máquina, o qué debemos de hacer nosotros con ella. Mientras tanto me dedico a pasear mi mirada por el curioso grupo de goblins que hay en la sala.

Ellos luego se reproducen solos, pero los cuervos los hacen personalizados utilizando esta preciosidad. Ahora vosotros tendréis que crear vuestros propios goblins.

La máquina, angulosa y recubierta de paneles diversos, ofrece un aspecto improvisado. Muchos de los cables se quedaron por fuera, y la mayoría no llegan a ningún lado, o se hayan conectados a sí mismos. Unos enormes contadores menean sus respectivas agujas.

Lo primero que tenéis que hacer es su historia. Por supuesto que será falsa, pero bastará con que ellos se la crean. Queda masa de sobra para vuestros goblins. Comprueba rápidamente unas agujas especialmente alegres, y echa un vistazo a la especie de hormigonera soldada sobre aquel mazacote. Sí, de sobra.

Busca las palabras indicadas, y se concentra de nuevo en sus jugadores.

Es recomendable que este paso -la historia- sea el primero, porque al hacer la historia se desarrolla todo lo demás. Aunque claro, tenéis que tener una idea de cual queréis que sea el resultado para ir por una línea concreta. Así pues... ¿Grimpogg? ¿Spluj?

Dos goblins ansiosos corren, chocando uno contra otro e intentando hacerse zancadillas, hacia Pájaro. Llevan en sus manos papeles de pergamino y plumas recién entintadas. Estos goblins son un ejemplo de lo mucho que influye la historia sobre la personalidad, e incluso sobre el aspecto. Y eso que no hice más que hablarles de mí... gracias, Grimpogg. Gracias Spluj.

Ante el agradecimiento ambos seres olvidan su reciente competitividad para alejarse, abrazados, como borrachos.

En fin. El master ofrece los pergaminos a sus invitados. Ahora vais a crear la historia de vuestros personajes. Os recomiendo que os extendáis, como yo en este post. Os parecerá difícil, porque se os irán agotando las palabras, pero con un poco de esfuerzo conseguiréis personajes con muchos más matices... vamos, mucho más reales.

Y en cuanto a la ambientación... me da exactamente igual. Aquí hay dos objetivos: que se crea la historia (lo que, debido a su moderada inteligencia, no es difícil) y que no se duerma de aburrimiento cuando trate de recordar algo (lo cual, debido a la misma razón, es bastante más complicado), lo que podría provocarle amnesia por motivos obvios. Y con amnesia, por supuesto, la existencia de la historia sería inútil.

Y... bueno, los goblins no tienen una lógica muy entrenada que digamos... pero tienen un agudísimo sentido del absurdo y del humor tonto, por lo que se sentirán como en casa si les pones algo de eso en la historia.

Gilya coge una pluma y pergamino y comienza a pensar. Al poco rato veis cómo le sale humo de las orejas.

-Hum... esto va a ser más difícil de lo que creía...

Absorbiendo todas las directrices, agarro rápidamente el papel y la pluma.

Ya tengo algunas ideas en la cabeza, pero cuando estoy a punto de escribirlas, veo como si alguien estuviera fumando. Dispuesta a pedirle que pare, levanto la cabeza, y veo a la chica del lobo a punto de explotar.

Olvido la historia que ya casi había formado, y debatiéndome entre la precupación y la risa, decido avisarle de que algo no va bien, por si no se ha dado cuenta -cosa poco probable-.

Con voz aguda, y aún sin saber con que palabras comunicarlo, carraspeo, y digo:

Tampoco es para estrujarse tanto el cerebro, ¿no? No es un examen ni nada... Además, corres el riesgo de que se quede seco,.. o se incinere...

Me quedo pensando, Hubiese sido mejor decirle que estaba echando humo, más directo y mucho menos...¿gráfico?...

Un día como cualquier otro, el tiempo se detuvo para dos pequeños goblins. Un médico aterrador había ayudado a dar a luz a Fingui, y ahora amenazaba con pegarle una cachetada. Gumi, el padre, viendo sus intenciones, corrió desesperadamente, tirando una mesita llena de cosas metálicas que repiquetearon al caer al suelo. Consiguió arrebatarle el niño, y se lo dio sano y salvo a la madre, Slumi, para tener las manos libres y enfrentarse al médico. El niño, entre el ruido y el movimiento brsuco comenzó a llorar. Y los tres, padre, madre y medico, se quedaron mirando esa fuente de agudos chillidos.

Así es como empieza la historia de Fingui, una joven goblin que había ido dando traspiés a lo largo de la vida. No se sabe si por haber nacido entre tanta confusión, o si ya le tocaba de antes, pero malentendidos como ese se habían vuelto característicos de su historia.

Habían creído que era una ladrona cuando sólo quería preguntar la hora; un día sentada en el suelo y cansada de pasear vio como un trastéunte le tiraba dinero creyendo que era una mendiga,...

Pero no sólo la habían confundido con ese tipo de personas, también creyeron que era una modelo famosa aquella goblin a la que le pedían un autógrafo, o incluso una gran erudita que les enseñaba a sus alumnos, cuando en realidad era una conversacion trivial entre amigos...

Tras un momento en la inopia, Gilya por fin se decide a empezar a crear su historia. Intenta relajarse y, al cerrar sus ojos comienza a ver letras, que se van juntando en palabras y van formando líneas que parecen cobrar algún sentido. Cuando abre sus ojos de nuevo, todo desaparece.

-Habrá que dejarse llevar...- Aunque no tengo ni idea de lo que saldrá de aquí.

Con los ojos completamente cerrados, Gilya deja que su mano se deslice rauda por el pergamino, escribiendo con una letra algo irregular, pero legible:

"En una pequeña cueva, una berreante criaturita se mece en unos grandes, verdes y verrugosos brazos (los brazos de su madre).

 -¿Cómo crees que podremos llamarlo? -preguntaba la mujer, con una inusual voz de tenor

 -¡¡ah... ah... hatplarbf! -estornudó el goblin a su lado.

 -Hatplarbf -repitió la madre- ¡Es perfecto! Ése será su nombre.

Y así comenzó la historia de nuestra pequeña Hatplarbf, Hat para los amigos. En menos tiempo del que cuesta decirlo, la pequeña goblin fue creciendo y pronto se echó amigos. Hat comandaba a su grupo en los grandes campos de barro cercanos a la cueva donde se batían a pelotazos con los goblins vecinos, y ganaba el que más sucio salía. Después de un buen "rebozamiento" en el barró, Hat siempre acudía a su acogedora cueva para comer con sus padres. Su padre era un viejo y sabio goblin, que una vez aprendió a sumar dos mas dos, pero que más tarde lo olvidó. Su madre era una goblin realmente baja, aún para los de su raza, pero cocinaba realmente bien. Un día de tantos otros, cuando Hat entraba en su pequeña casa, se extrañó de no oler el famoso estofado de topo de su madre. En su lugar había una reunión de varios goblins con barbas largas y caras muy serias.

-Hatplarbf -comenzó el más viejo de ellos- es la elegida. Debe de llevar a cabo La Misión.

-Uohhhh... -dijeron todos los demás ancianos al unísono.

-¿Qué misión es esa? -preguntó Hat, curiosa.

-Debes ir a encontrarte con la misteriosa gente de "La academia" -el goblin más viejo calló mientras se repetía la exclamación anterior- y allí recibirás más instrucciones, si te contásemos algo más sería peligroso, tanta información junta en tu cerebro de goblin no es buena.

Hat asintió, siempre lista para las aventuras.

Una semana después, se encontraba a las afueras de su poblado, abrazando a sus padres con fuerza.

-Volveré a veros, no estéis tristes -les dijo Hat con una sonrisa.

Y con la luz del mediodía, Hat partió hacia la dirección errónea (pues llevaba el mapa del revés) y cuando ya llevaba horas de camino se dio cuenta de su error, siguiendo a un cuervo mensajero hacia "La academia" (uooohhh!!)"

Una noche como cualquier otra, en una fría cueva donde vivían una pequeña tribu de goblin, formada por un chaman, un par de machos y 3 hembras, una de ellas en cinta, nació Dulce-sierra, llamado así por su doble personalidad.

Ya pronto su joven madre se dio cuenta de la rareza de su criá, pronto sonreía y jugaba con ella, que le propinaba golpes mientras fruncía el ceño, el primero de ellos lo resivio aun dándole el pecho, cuando su pequeño monstruito le mordió el pezón de una de las formas mas dolorosas posibles.

Preocupados el chaman lo inspecciono... lo primero que pudo ver era que su fealdad, era incluso impropia de su raza, bueno, eso era algo bastante fácil de ver. Tras una serie de rituales y periodos de observación se determino que la joven criá en realidad eran dos criás juntas, que compartían el mismo cuerpo que controlaban a periodos cortos, seguramente algún desafortunado golpe unió a los dos fetos en un estado temprano de gestación.

Así creció Dulce-sierra, dominado por dos caracteres cada día mas opuestos. Cuando tubo edad su pobre madre le confeso que su padre era un rey goblin, que los desterró al saber la existencia de su próxima criá, desde entonces Dulce-sierra solo un objetivo en la vida, encontrar a su padre.

Bueno en realidad tiene 2, encontrar a su padre y preguntarle porque lo abandono y encontrar a su padre, matarlo y quedarse con toda su fortuna, depende del momento en que le pille.

Probablemente por eso, nunca había tenido claro quién era.

Aprovechándose de esa circunstancia, un malvado hechicero, casi sin esfuerzo, la convirtió en su sirvienta. Le pegaba, gritaba, escupía, y demás, y ella creía que todo era así porque así tenía que ser, que había nacido para ello.

Y así fue como nos conocimos: en una taberna vi una de esas muestras de afecto entre el personaje y la goblin de esta historia... Y no me pude contener. En un momento en el que el hechicero estaba bastante borracho, la cogí del brazo y me la lleve a un rincón oscuro. Le hice un montón de preguntas susurrantes, y a medida que avanzaba mi interrogatorio, la luz se iba abriendo camino. Pero enseguida escuchamos los gritos del hombretón ese, que estaba alborotando a toda la taberna. Me acerqué por la espalda, y, cogiendo una jarra de cerveza que llevaba un camarero, se la tiré a la cabeza. Se oyó un ruido hueco cuando se chocó con su frente, y se quedó momentáneamente ciego a causa del líquido que le cubría los ojos.

Corrimos -una por el aire, y la otra por tierra- por el camino con todo lo que daban nuestras fuerzas, como si una jauría de lobos nos estuviera persiguiendo Y nos escondimos en la parte más alta de un árbol alejado.

Estuvimos hablando y recordando su historia, pero como seguía teniendo zonas oscuras y no se acordaba de donde venía, ni qué había sido de sus padres, decidió acompañarme con la esperanza de recordar nuevas cosas en el futuro.

Llegamos al siguiente paso, entonces. Pulsa un botón y sale un par de guantes para cada uno de los presentes de las entrañas de aquel trasto, que parece servir también de máquina expendedora. Luego pulsa otro, y la hormigonera que gira en su elevada posición empieza a vaciarse por un tubo en espiral que culmina en un barreño.

Éste no tarda en llenarse de una masa verde gomosa. Necesitaréis los guantes; esta sustancia es abrasiva hasta que se seca. Moldeadlos como queráis, aunque claro, inspirándoos en las fotos. El milagro de la masa verde que utilizaréis es que es capaz de almacenar emociones y movimientos para reproducirlos posteriormente.

De pronto se despliegan numerosos cajones con una gran variedad de ojos, dentaduras, cabelleras, uñas, etc., todos de plástico, como sacados de una tienda de artículos de broma. Ah, sí... los complementos. Gracias, Máquina De Hacer Goblins Portátil. El master hace una reverencia.

Lo que tenéis que darme es, básicamente, una descripción de su físico, su psicología y su forma de moverse.

Me pongo los guantes y miro la masa verde cual alfarera.  Me pongo orejeras para que no me salga más humo, y me pongo a trabajar. Primero una pelota, luego dos puntiagudas orejas... espera... esto parece un burro... mejor empezemos por los pies...

Tras unas cuantas horas, y unos cuantos fracasos, admiro contenta la imagen de mi pequeña goblin... le pongo unos cuantos accesorios, ahora que ya sé cómo es, y me quito las orejeras...

Hat es bajita incluso para los de su especie, su piel tiene un color verde oliva y sus ojos son marrones claros. Lleva el pelo largo, larguiiisimo, de color negro. tiene un lunar en el pómulo derecho, un poco más abajo del hombro. Siempre lleva ropa olgada, y unas grandes botas de color negro (cuando no va descalza). siempre lleva un pequeño pañuelo anudado a su brazo, y un pequeño sombrerito que le hizo su madre, y al que tiene mucho cariño. Hat puede ser muy ágil cuando está concentrada, por ejemplo jugando a peleas de barro, pero si no lleva cuidado es muy fácil que tropiece con la raya de un lápiz. Es muy despistada, y pierde cosas que normalmente aparecen en sus bolsillos o detrás de sus grandes orejas. Su personalidad es jovial y un tanto bobalicona, y siempre está dispuesta a embarcarse en una buena aventura. Puede llegar a ser muy pesada cuando se encabezona con algo. En sus bolsillos siempre hay un chicle usado, y un tirachinas que su padre le hizo de pequeña. A parte de eso, no tiene muchas más pertenencias, sólo lo básico. Le encanta pasarse las horas muertas mirando a la nada en un sitio bien soleado. si no la enfadan es muy tranquila, pero cuando se enfada es mejor no tener nada frágil cerca de ella (he dicho ya que tiene una gran puntería?) Le gustan mucho los animales, hasta los más pequeños, y odia las verduras.

Me puse lo guantes y dude....¿como puedo hacer un ser con doble personalidad?¿que aspecto puede tener?... En un principio pense en dar forma a dos cuerpos y juntarlos, pero no me gusto la idea...decidi obtar por un ser desaliñado, dado que tener 2 mentes seguro que es un atentico lio a la hora de elegir un buen atuendo.

Dulce-sierra era de los mas altos de su tribu, con un ojo rojo fuego y otro azul como el mismo cielo. Su piel verde azulada, estaba cubierta de un gran numero de cicatrises dado que siempre que una mente tomaba el control se sentia algo mareado, como si su sesos se removiran, y en alguna que otra ocasion se caia. Bestia con telas rotas dado que siempre que Sierra tenia un mal dia lo pagaba con la ropa que el pobre de Dulce habia comprado.

Desde el punto de vista mental el pobre Dulce-sierra esta bastante desiquilibrado, aunque ambas mentes sean conscientes en todo momento, las diferancias entre ambas hacen practicamente imposible tratar con el. Sierra es bastante malhumorado y poco paciente, mientras que el pobre de Dulce es un gran corazon en si mismo, dulce como su nombre indica, fiel y sobre todo noble.

Miro a mis compañeras y sonrio al sentirme orgulloso de ver la joven criatura de barro

 Dado que siempre confundían a Fingui con un montón de personajes diferentes, decidí darle un aspecto de lo más común. Estatura media, pelo por debajo del hombro, ojos marrones, pies más bien pequeños y demás. Había un único rasgo que la hacía diferente y única: una pequeña mancha de nacimiento, de un tono más pálido que su piel, con forma de media luna.

Por otra parte, tenía un estilo de vestir propio, que se caracterizaba porque nunca sabías que look iba a llevar: con ropa super elegante, hecha jirones, a lo hippie, a lo gótico... y eso que ropa tenía poca, pero se iba haciendo con cosas curiosas que luego eran la base de su vestuario: raíces y flores, cenizas y betún negro...

El hecho de que la masa verde almacenase emociones y movimientos me sirvió para darle un carácter amable, simpático y curioso, aunque en seguida se olvidase de lo que aprendía. Además de para dotarla de un movimiento que siempre me ha parecido adorable: balancear el tronco con las manos agarradas adelante.

Después de quedarme sin más ideas, dí un paso para atrás y me puse a observar mi obra. Hmmm, no está mal,... podría estar mejor, pero no está mal..

La perfección no existe, no?