Partida Rol por web

De nuevo recorrió con la vista los rostros que reían a su alrededor y asintió en silencio a las palabras de Strigandi. Sí, los hombres me rehuyen, su curiosidad los impulsa a querer saber su destino pero al mismo tiempo les aterra escuchar lo que los dioses les tienen preparado. Así es como me miran, con temor... sí.

Pero esos oscuros pensamientos pronto fueron disipados por la sincera carcajada que Hild soltó. Siempre con los ojos fijos en su acompañante y sin decir palabra dejó la copa en la mesa y, cogiendo al hombre de la mano lo arrastró hacia el exterior, con una sonrisa pícara bailando en sus labios.

Sttigandi sonrió y siguió a la pelirroja dejándose llevar. La respetaba, por supuesto, igual que lo hacía cualquier otro miembro de un clan pero la Völva de Rohald lo había encandilado y el temor a los dioses no le impedirían tener una agradable noche en su compañía.

Jorunn miró desconcertada a su amiga, que desaparecía tras la puerta. Por un momento la noble pensó en seguirla pero aquello habría sido incorrecto. Segundos más tarde se la ocurrió brindar por la noche que iba a pasar la pareja, algo bastante habitual entre los hombres, pero para cuando se le ocurrió aquello la pareja había desaparecido. ¿Como era posible que la völva los abandonase en aquellos momentos? La chica lanzó otra mirada hacía los sospechosos, tan torva que podía sentir como una mancha negra aparecía en sus ojos. Con algo de esfuerzo consiguió hacerla desaparecer y fingir que no ocurría nada mientras continuaban chillando, cantando y riendo.

La chica lanzó una mirada a su padre, necesitaba como nunca había necesitado el apoyo moral de este, una mirada algo...ya que eran los únicos en aquel lado de la mesa que sabían lo que pasaba... o mejor dicho lo que iba a pasar en el momento más inesperado. ¿Y si aquella maldición estaba lanzada sobre su hermana? ¿O sobre su padre? Cuanto más pensaba en ello más la costaba tranquilizarse y el nerviosismo hacía que pensase en ello ¿Por qué todos estaban tan tranquilos? No la importaba que el destino no pudiese cambiarse... Necesitaba distraerse, necesitaba hacer algún juego como los que hacían los hombres, pero a no ser que fuese retada no lo haría. No debía. Tratando de centrarse, Jorunn centró sus sentidos en la conversación que mantenía su padre.

Una vez en el exterior y amparada por la oscuridad de la noche, Hild se acerco al hombre para susurrarle.

- Seguro que los dioses están demasiado ocupados esta noche para prestarnos atención... Y los humanos demasiado bebidos como para darse cuenta de nuestra escapada. Aprovechemos entonces estos momentos.

El cálido aliento de su boca pasó de acariciar su oreja a bajar hasta sus labios donde se asentó para fundirse en un apasionado beso. No estaba tan bebida como para obnubilar sus sentidos pero sí lo suficiente para hacerla más desinhibida.

- Vayamos a un lugar más cálido.

Le volvió a coger de la mano arrastrándolo hasta su cabaña. A pesar que el hogar llevaba horas apagado, la pasión que empezaba a emanar de sus cuerpos contrarrestaba el frío que pudiera hacer en el interior.

Las calles estaban llenas de gente pero todos parecían demasiado borrachos o demasiado felices como para fijarse en algo tan extraño como a la Völva con un desconocido. Cuando llegaron a la cabaña Strigandi sonrió mientras miraba a su alrededor.

-Vaya no me imaginaba así la cabaña de una Völva. Pensé que sería algo más siniestra-dijo divertido sin apartarse de la joven.

La völva se rió de muy buen humor, le había hecho bastante gracia aquel comentario, fiel reflejo de lo que la mitad o más de los hombres pensaban de ella.

- Los murciélagos muertos, los cuervos e incluso las arañas que uso para ciertos rituales los he escondido, no son buena decoración para un encuentro apasionado. Jajajajajajajaja...

Desde luego lo había dicho en tono de broma pero no pudo evitar seguir riéndose ante la expresión del hombre durante unos segundo.

- Por mucho que la gente nos tema no dejamos de ser mujeres normales, que queremos llevar vidas dentro de lo que podamos normales. Y ahora... -Se quedó completamente pegada a él, sin dejar espacio siquiera para el aire entre ellos, acercando su boca a la del hombre.- Prefiero que te centres en mí y no en mi cabaña. -Rodeó el cuello de Strigandi hundiendo los dedos en su pelo mientras se acercaba suavemente a su boca, besándola apasionadamente.- Te puedo asegurar que en mi cama estaremos mucho más cómodos que aquí de pie.

No hacía falta mucho esfuerzo para arrastrar a Strigandi al lecho de la völva.

Hild y el cuñado de Gudrid se habían marchado de la fiesta.

El berserker nunca había sido muy bueno con el protocolo y menos aún lo era en esos momentos cuando la cerveza y la hidromiel estaban haciendo que al hablar empezara a perder algunas vocales y varias consonantes, pero ¿No era una falta de respeto irse antes de que el jefe lo permitiese?

Aunque en su estado no podía discernir si lo que en realidad era una falta de respeto era quedarse y seguir bebiendo, Thorgrim cogió otro cuerno, lo entrechocó con sus compañeros de mesa y lo vació mientras escuchaba a los scaldas.

Yngwe quedó anonadado.... llevaba rato intentando saber su nombre con suavidad y Sigurd con un par de golpes había traducido todos los idiomas... a la próxima el scalda sacaría la espada y dibujaría las runas del sejdr en sus carnes si es lo que les excitaba. Pero por ahora quería ganarse el favor de las dos doncellas. Quería disponer de ellas en un futuro, quería que atendieran al scalda en un futuro cercano por si necesitaba de ellas

Vessa- Taimi- Yngwe - Dijo señalando a los correspondientes, después que Sigurd hiciera la pantomina de los símbolos, Yngwe señaló los que él mismo había dibujado, y que parecía que habían entendido. Luego se tomó el párpado inferior y tiró de él hacia abajo, señalando a las dos esclavas, pretendiendo hacerles entender algo, que pudieran interpretar el lenguaje de signos... por dios, si eran brujas no podía ser tan difícil

La muchacha asintió con la cabeza dando a entender que le había entendido. Ahora sabía como se llamaban cada uno pero parecía que el aprendizaje de las dos esclavas iba a llevar mucho tiempo. De que fueran brujas no había duda, todo el mundo sabía de la reputación que tenían en aquella región de la que venían pero no parecían ser peligrosas. Aunque como bien sabían los dos eso no significaba que no lo fueran.

También se habían marchado Sigurd e Yngwe y muchos otros. Tras haber terminado los platos los hombres desaparecían con las mujeres o llevaban sus cuernos a fuera para beber bajo las estrellas. Pero muchos otros quedaban aún en el gran salón. Jorunn miró a su padre pero este hablaba con Sigr, su primo de tierras noruegas sobe los piratas que últimamente navegaban por el skagerrak y sobre otras vanalidades. Gudrid reía a su lado mientras su marido bromeaba por el estado de uno de los hombres que estaba cerca de Thorgín, que había caído presa del alcohol.

-Eso no será un problema-dijo Strigandi levantando a la joven con sus brazos a la vez que la llevaba sobre el lecho. Sus labios se fundían en su piel, besando sus labios y su cuello con fiereza mientras sus manos se movían fuertes y rápidas, ávidas por dibujar la silueta de la Völva, quien parecía haber hechizado a ese hombre sin tener que usar ninguna clase de magia.

Jorunn parecía algo más calmada que antes, pero seguía sin sentirse completamente cómoda. Bien era cierto que había decidido tomar el camino de las armas, con los impedimentos que aquello incluía, hasta que llegase el momento de desposarse pero ello no quería decir que no se sentase tentada por las visitas masculinas. En realidad, Jorunn había puesto el ojo en un joven unos años mayor que ella que estaba en el grupo de los que acompañaban a Tryggversson pero no sabía como llamar su atención. Había aprendido protocolo de su hermana, pero no lo había aplicado nunca y, la falta de una referencia femenina hacía que no supiese como podía seducir a un hombre o llamar su atención. Solo había visto a las campesinas tratar de mover sus cuerpos de forma mas sugerente delante de los hombres y a los hombres mostrar sus proezas ante las mujeres. Quizás pudiese hacer eso último... nadie quería a una mujer que no supiese defenderse ¿no?. 

La skjaldmö volvió a mirar al joven y, luchando contra el rubor de su rostro se unió a las bromas de nos hombres sobre la puntería y habilidad de uno de los compañeros en combate mientras otro alardeaba de la suya.

Venga ya...no puede ser verdad que acertaraís con un cuchillo a un ave al vuelo. Apuesto a que yo tengo mejor puntería— bromeó cordialmente lanzando el desafío y esperando que el chico se fijase en ella.

 El enorme berserk se levantó de la mesa. La enorme cantidad de alcohol que había ingerido le hizo perder el pie y casi caer, pero en el último momento se recupero y no llegó a suceder nada extraño. - Ei. Parece que Thorgrím ha bebido quizás un cuerno de más.- Se limitó a decir mientras se despedía de sus compañeros de mesa.

Después abandono el salón discretamente. Aún le quedaban muchas horas por delante antes de que durmiese como un tronco junto a la joven esclava.

Tanto las manos como los labios del hombre consiguieron erizar la piel de la völva, la cual se estremeció entre sus brazos. Se veían ansiosos y la ropa resbaló de sus cuerpos con suma facilidad. Hild ni siquiera notaba el frío de la cabaña por el fuego de la pasión que invadía sus entrañas y lo único que deseaba era sentir al hombre dentro de ella.

El catre de la völva tardó poco en acoger los dos cuerpos desnudos y los gemidos de placer comenzaron a resonar en el silencio que los envolvía. El sudor comenzó a empapar las pieles que cubrían la cama mientras Hild gemía y vibraba de placer con las embestidas del hombre.

El tiempo pasaba mientras ellos seguían con sus juegos ajenos a todo lo que pudiera suceder a su alrededor y el amanecer amenazaba con su presencia cuando los dos, exhaustos y sudorosos, se quedaron dormidos.

Thorgím no tardó en llegar a su casucha donde le esperaba en su interior la joven de redondeadas formas que momentos antes había servido para distracción del resto de las personas que se reunían en la gran casa. Afuera se escuchaba el bullicio de la gente que seguía festejando pero ahora la muchacha solo distraería al gran guerrero.

Los hombres rieron divertidos por el desafío.

-Dicen que soy un gran cazador.

-No le darías ni al ciervo que tienes delante-bromeó el hombre del que se había fijado Jorunn-yo en cambio aceptaría gustoso vuestro reto con cuchillo o con arco si vuestro padre no se opone.

Todos se giraron a mirar a Hrolf que observaba inquisitivamente a su hija pero sonrió y accedió a ellos sin mostrar disgusto alguno para acto seguido continuar su charla con el enviado del rey Frodi.

Despues de comprobar que su padre no se oponía la chica cogió una de las codornices que había en la mesa del banquete y se la dio a un atractivo esclavo que estaba cerca.

Lanzalo— ordenó cogiendo un cuchillo del a mesa.No hubo terminado de decir sus palabras cuando el ave volaba mejor de lo que lo había hecho en vida (lo que teniendo en cuenta las capacidades de las codornices era normal).Visto y no visto.El cuchillo atravesó el aire clavandose con fuerza en el ave, que,casualmente cayó junto al hombre que había retado. Cuando terminó, Jorunn se sentó en la mesa con apariencia cansada pero satisfecha.

El hombretón llegó a su cabaña, la noche había estado bien, había bebido, había comido, había reído, había demostrado a todos los presentes la enorme potencia de su brazo, los malos augurios de Klemet y Hild no se habían cumplido así que nada había empañado la fiesta.

Cuando entró la esclava le estaba esperando, tenía el pelo destrozado, como si un esquilador ciego se hubiera entretenido con él, pero era lo suficiente guapa y atractiva como para que ese detalle no importará  en absoluto a Thorgrim.

-Desnúdate.- Fue lo único que dijo el berserker antes de abalanzarse sobre ella, el no era un Skalda y las palabras sobraban aquella noche.

La joven apenas tuvo tiempo de desnudar la parte de arriba de su torso cuando el Berserkr la derribó contra el lecho. apenas dijo nada, sino que emitió un leve gemido al notar las manos del guerrero recorrer su cuerpo. Unas manos frías por el exterior que le daban un contraste a su cálido cuerpo. el hombre se movía con fiereza, algo propio de un guerrero como aquel pero aquello no le importó a la esclava pues ya estaba acostumbrada. 

Los hombres y mujeres que había en la sala se quedaron mirándola sorprendidos por la ferocidad y la locura que por unos instantes parecían haber invadido a la chiquilla en el momento de lanzar el pollo. Todos sabían que aquello era una competición amistosa, apenas una broma entre los soldados y la hija del Jarl pero ella parecía tomárselo muy en serio. 

Cuando la codorníz cayó los hombres aplaudieron asombrados haciendo desaparecer la tensión del momento.

-Tenéis razón señora, yo no sería capaz de lanzar un cuchillo con tanta destreza-dijo el hombre asombrado pero sonriendo- sois digna hija de vuestro padre.