Partida Rol por web

Y comenzaron las historias. Escuchándolas, a Hild se le olvidó por unos instantes cualquier preocupación, ni las hechiceras ni la maldición podían borrar la sonrisa al escuchar a su amiga relatar las hazañas de Thorgrím y mucho menos al comprobar como éste continuaba la historia con su parquedad habitual. La völva le dio un pequeño trago a su hidromiel, sabía que no podía beber demasiado ya que afectaría a sus sentidos y a su... dignidad, pero necesitaba levantar el ánimo y un poquito de alcohol no le sentaría mal.

Pero su rostro se transformó al oír la última historia de Jorunn, no porque no le pareciese interesante sino porque podía ser... ¿peligroso? Se dio cuenta de lo que la joven pretendía y si alguno de los presentes era el responsable de la maldición y empezaba a atar cabos podía precipitar los acontecimientos destinados al clan, pero la idea de su amiga había sido buena sin lugar a dudas y si alguno de los presentes estaba relacionado con la traición... entonces quizás se delatara con algún movimiento, por mínimo que fuera. Ese era el motivo por el que Hild observó a los presentes con ojo crítico.

Jorunn vio el miedo en los ojos de Hild y sonrió para sus adentros. Su amiga la conocía mejor que nadie de su familia y sabía lo que se proponía... aunque para el resto de los oyentes (salvo el posible traidor) solo sería una inocente historia mas de su clan.

Aquel maldito bastardo no llego a disfrutar de sus monedas de oro... Le obligarón a tragarlas una a una, impidendo que muriese en el proceso— dijo Jorunn enarbolando una costilla de ciervo a la que había comido toda la carne antes de continuar— esperaron unas horas y luego....le rajaron el estómago lo suficientemente profundo para que las monedas fuesen cayendo—concluyó imitando el gesto de un chuchillo que destripa a alguien con el curvo hueso

Mientras alguna de las monedas caía, le ataron del cuello a un arbol, lo suficientemente alto para que tuviese que mantenerse erguido para no ahogarse... haciendo que el olor de la sangre atrayese a cuervos, lobos y osos, que finalmente  desgarraron, picotearon y rasgaron sus carnes.

Era una gran historia, y su clan se sentía muy orgulloso de ella, por lo que era contada muchas veces. Sin embargo, al haber ocurrido hacía tan poco tiempo, no era muy conocida... en los jöll se contaban muchas historias pero el alcohol borraba la gran mayoría de ellas. Por eso Jorunn sabía que no debía excederse con la bebida... no tanto por retener su lengua. Más bien para no olvidar lo que decían a los que se les soltaba. Jorunn se hechó para tras esperando las reacciones y añadió.

Pero contadnos también historias de vuestras tierras. Seguro que son apasionantes.

Hild se puso tensa intentando encontrar cualquier signo, por muy pequeño que fuera, que pudiera delatar a alguno de los presentes. Sabía que era muy difícil, quien quiera que hubiera orquestado todo aquello seguramente tendría la suficiente sangre fría como para no demostrar lo que pasaba por su cabeza de manera notoria cayendo en tan burda treta, pero aún así los sentidos de la völva estaban alerta.

Todos los presentes seguían disfrutando de los placeres que la fiesta les ofrecía. El alcohol ya empezaba a hacer algún que otro estrago y las risas y bravatas comenzaban a circular por las mesas dispuestas para albergarlos a todos. Hild pensó que ella debería estar haciendo lo mismo, disfrutar de la fiesta y mostrarse más sociable con sus invitados, pero su habitual timidez unido a los acontecimientos acaecidos recientemente la turbaban demasiado.

No parecía que hubiese nadie incomodo, ni sospechoso. En cualquier caso era un ambiente festivo y la gente parecía despreocupada. Tampoco, siguiendo las ordenes del jarl y de su hija, había nadie hablado de los hechos ocurridos por la mañana y nadie daba señales de interesarse por algo que no sabían que había ocurrido. 

Uno de los hombres que había hablado al principio rió.

-Habláis con temeridad, pero no parecéis cruel en absoluto hija de Knudsson-dijo el hombre que pese a estar bebido parecía poseer todas sus facultades- No creo que esa historia sea cierta al igual que tampoco creo que se pueda cortar la cabeza a un oso de un solo hachazo. A menos que fuera un indefenso osezno...-rió su chanza coreado del resto de los hombres.

En ojo derecho de Thorgrim empezó a temblar, era un tic prácticamente imperceptible, pero quienes le conocían sabían que estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no levantarse y enzarzarse en una pelea con el que acababa de hablar.

Sentado en su silla dijo - Es una suerte que Thorgrim tuviera que matar aquel oso abriéndole las mandíbulas hasta partírselas y sacárselas del sitio, en lugar de con un hachazo, así es más fácil que los incredulos se crean la historia. - Ya no sonreía en absoluto.

Deberías reconsiderar tus palabras, forastero. Será la cerveza la que habla por tu boca, pero ha parecido que llamabas mentirosa a Jorunn, la hija de nuestro gran Jarl, si se siente ofendida, la noche puede acabar con tu cabeza en el mismo lugar que muchos de nuestros enemigos en Slögga.- miró alternativamente a la jovén noble y al que acababa de hablar. Si ella lo deseaba, aquel hombre de lengua fácil no olvidaría el día en que puso en duda su palabra.

-En cualquier caso saben de magia y acaban de llegar. Estoy seguro que ni Hild ni Klemet harían algo así asi que mi deber es fijarme en los visitantes-dijo el hombre antes de darle un codazo al scalda- y como bien has dicho no debo dejar pasar la oportunidad de echar un vistazo mas de cerca a esas dos preciosidades. Tranquilo, ya dije que no las haría nada.

-No pretendo ofender-dijo el hombre divertido- es solo que me gustaría comprobar con mis propios ojos esa ferocidad y esa fuerza de la que habláis. La cerveza no me afecta en absoluto al contrario de lo que pareces creer pero se me ocurre la manera de ver ese portento del que hablas y demostrarte que mis hombres y yo no somos unos niños de teta. Te reto, ¿que me dices?-el resto de los hombres empezaron a corear y animarlo y también los hombres del clan Kjari gritaban animando a Thorgrímm a participar. Pese a las chanzas de aquel hombre el lugar seguía siendo una fiesta y así lo entendían todos pues ninguno se tomaba a mal sus palabras. El jarl Hrolf observaba divertido la escena junto a los demas.

Jorunn sonrío con indulgencia alnte las palabras de ese hombre, Thorgrimm había respondido y aquello la hacía sentir orgullosa. Los hombres de su clan la respetaban y eso la gustaba. Cierto, preferirían que fuese hombre, pero aquello era sin duda un buen augurio.

Confundis la crueldad con la justicia—respondió— ¿Acaso no merecía castigo alguien dispuesto a ver a sus hermanos desollados? Más si dudaís de mi palabra, solo teneís que preguntar a los scaldas.

La chica apoyó las manos en las rodillas expectante. Ahora era cuando empezaba la fiesta para los hombres y los ánimos se relajarían... aunque era peligroso que el espíritu animal hiciese la aparición.

¿Que dices Thorgrim Olavsonn? ¿Estás dispuesto a mostrar la fuerza de nuestro clan? Mas controlate...podiamos empezar con algo suavecito, para entretener a nuestros invitados. ¿Qué tal un pulso con velas?* Es algo que se puede hacer mientras continuaís bebiendo.

De reojo miró a su padre, temerosa en principio de que su actuación con el tema de la traición le hubiese parecido descortés, pero al verlo sonriente siguió con atención los movimientos de la gente.

Lentamente, comenzó a tranquilizarse, el hombre parecía haber considerado en parte sus palabras, Jorunn no se había sentido ofendida y no sería necesaria ninguna compensación.

Impulsado por los gritos de ánimo, apuró el cuerno de cerveza y se levantó.- Será un placer comparar la fuerza de Thorgrim con la tuya. -La fiesta continuaba y la gente expectante, seguía bebiendo y disfrutando. Se quitó la camisa y con el mismo animo que reinaba en la sala acercó al hombre que le había retado y le estrechó la mano. - Del mismo modo que, en caso de que venzáis, será escuchar en los fuegos de los campamentos la historia del día en que Thorgrim Olavsson encontró alguien digno de su fuerza.

Bueno, yo no dije nada, pero también espero verlas de cerca - Yngwe guardó la lira en la mochila y se ajustó la capa de forma que procurara parecer tan gallardo como Sigurd, aunque fueran de estatura semejante el guerrero tenía unas espaldas mayores que el scalda, algun día su habilidad y destreza podrían paliar su falta de fuerza física, y podría cantar y bravuconear con sus propias proezas

Los dos hombres entraron en una de las casas. Era la casa donde las esclavas solían dormir, las que no tenían otro propietario que no fuese el jarl Knuddson. Las dos brujas estaban desnudas frente a un pequeño banco de madera con nas ropas limpias dobladas sobre él. Otras dos mujeres pasaban paños mojados por sus hombros y sus espaldas pero todas se giraron al veros entrar.

Un par de soldados trajeron a una mujer. Una joven esclava de abultadas curvas y el rostro plagado de pecas. No parecía asustada aunque si algo nerviosa, sus ojos recorrían los rostros de todos los comensales que a su vez le devolvían miradas de lascivia. ella trataba de mantener la sonrisa aunque sabía que aquello iba a ser peligroso. Su pelo era como el heno y este tenía cuatro trenzas. Mientras varios esclavos la ataban a una de las columnas cerca de la pared y estiraban sus coletas con cuerdas el hombre se giró hacia Olavsson.

Si os parece bien haremos lo siguiente, asi nos divertiremos-miró a Hrolf y a Herjolf y ambos asintieron levemente con la cabeza mientras miraban el espectáculo- imagino que ya sabrás como se juega. El primero que corte dos coletas ganas. Antes de cada lanzamiento de hacha deberá beber un cuerno. Por supuesto hay que intentar no dañar a tan bella criatura pero estoy seguro que alguien con un brazo guiado por el mismísimo Thorr podrá con ello sin problemas. Vamos, será divertido. 

Venimos ambos a hablar con el presente al Jarl señoras - Dijo Yngwe haciendo una elegante reverencia a las esclavas que limpiaban a las norteñas, los enormes senos de una de ellas, algo más mayor distraían la mente del lujurioso bardo- Si a bien tienen de darnos privacidad, deberían esperar en la puerta, o tal vez dejar aquí las cosas y tomar un descanso, nos preocuparemos de no dejarlas solas hasta que vuelvan ustedes.

Los ojos de una de las finesas se voltearon para ver al Scalda que hablaba y él le devolvió la mirada, resarciendose la vista con tan bella figura.

Las dos mujeres sonrieron al escuchar al scalda y asintieron con la cabeza. Rápidamente dejaron lo que tenían entre manos y se dirigieron a la puerta dejandoos a solas con las dos brujas.

Yngwe se acercó por detrás a las mujeres que seguían inmóviles en aquél barreño de agua enjabonada, y con una mano alzó la mano de una de ellas al tiempo que daba la vuelta a su alrededor mientras hablaba contemplándoles delicadamente a los ojos, y procurando desviar la atención de Sigurd que permanecía junto a la puerta observador a cuanto aconteciera, y a cumplir su palabra con el jarl de no hacerles nada que ellas no quisieran.

¿Finesas? ¿Entendeis algo de lo que os digo? - La conversación continuó a medida que ellas respondían - ¿Puedo saber vuestros nombres?

Las dos chicas se quedaron calladas, desnudas, de pie la una junto a la otra con su pelo dorado cayendo por sus hombros hasta su pecho. Una de ellas se echo un poco hacia atrás cuando Yngwe se acercaba. La otra lo miraba fijamente sin apartar la vista de ninguno de los dos y le contestó algo en su idioma pero al parecer ninguna de las dos entendía una palabra de lo que el bardo les decía.

Sigurd se apoya contra la pared, cerca de la puerta, con los brazos cruzados mientras escucha al scalda y a la finesa que le contesta. Se sonríe cuando la chica contesta en su idioma. Sigurd ha escuchado hablar en finés antes y, aunque no lo conoce en absoluto, sabe que no va a ser fácil sacarlas información. 

"¡Nombres! ¡Nombres, maldición! ¿Entendéis?" dice, desde el fondo de la sala, levantando ligeramente la voz mientras pierde un poco de paciencia.