Partida Rol por web

Cuando Jorrun bajaba por la calle, ya estando muy cerca de la puerta vio que había en ella un gran revuelo. Un guardia, que portaba una lanza rota, corría hacía un grupo de mercaderes. mejor dicho hacia el lado de estos, pues a unos metros había un caballo que se retorcía moribundo y justo cuando Hild se acercaba vio como Thorgrímm saltaba sobre alguien que estaba en el suelo.

La völva empezó sus ritos y el scalda la miró sorprendido. Raras veces se le permitía ver algo así pues la völva solo mostraba sus conocimientos y rituales en la aldea para casos excepcionales o peticiones del propio Jarl o el Thing. 

Los huesos cayeron esparcidos y la mujer sintió un escalofrío.

Peligro cercano. Quizás alguien que ella conoce. ¿Pero la victima o el malhechor? Dos personas amenazas. Puede que sean dos personas muertas. Los huesos no dicen todo. Pero le dice que debe proteger a esas dos personas cueste lo que cueste o las perderá para siempre.

La noble se acercó corriendo al revuelo llevándose la mano al cinturón, preparándose para sacar la espada si era necesario, aunque rogaba a los dioses para que no lo fuese. Sí tenía que controlar a un bersheker enfurecido lo llevaba claro.

¡¿Que pasa aquí?! preguntó abriéndose paso

Un escalofrío recorrió a la völva cuando vio la amenaza que se cernía sobre dos personas del clan, personas cercanas y queridas. Gudrid y su hijo... La amenaza va por ellos.

- Debo volver... Es muy urgente que hable con Gudrid. Pero preferiría hacerlo a solas, puede que ante tu presencia no quiera hablar demasiado Yngwe.

Se despidió del scalda a las puertas de su cabaña dirigiéndose, con paso rápido, a la habitación donde reposaba Gudrid. Tenía la disculpa de las pomadas que le iba a llevar y eso, con toda probabilidad, sería buena excusa para intentar sonsacarle algo.

Un pajarito quería abandonar el nido. - Dice el berserk tras caer sobre aquel infeliz, inmovilizarlo y ya que estaba darle un cabezazo con la fuerza suficiente para partirle la nariz.- Mira la guarnición de ese caballo. Thorgrim piensa que te resultará familiar.

Cuando le dieron permiso para entrar en el cuarto de Gudrid, la völva se acercó a ella sonriente, ofreciéndole los ünguentos a una de las esclavas que la atendían.

- ¿Cómo te encuentras Gudrid? Te he traído estas pomadas para que te den unas friegas a ver si así te alivia el enfriamiento.

La miró durante unos segundos intentando buscar las palabras más adecuadas.

- ¿Cómo llevas el embarazo? ¿Has tenido molestias últimamente?

¿Qué demonios? Jorunn se acercó con curiosidad a ver el contenido de las alforjas del caballo que parecía estar en sus últimos momentos. Tocando la testa del desgraciado animal comprobó en primer lugar el contenido y en segundo lugar el estado del caballo.

El scalda solo asintió a las palabras de Hild y le acompañó hasta la casa del Jarl, una vez allí se despidió.

Y allí estaba el escalda en la puerta de la cabaña del jarl, con una maldición que amenazaba la aldea, con un frío que anunciaba la llegada del invierno y con casi todo el alcohol consumido la noche anterior. ¿Qué podría hacer? 

En efecto Jorunn no tardó en reconocerlas. Eran las mismas que llevaban los caballos de los mercenarios contra los que lucharon el día anterior.

Y allí estaba aquel tipo delgado y enjuto, cuya barba estaba bien poblada, retorciéndose bajo el berserkr amenazando al guerrero para que lo soltase.

-¡Suéltame!¡te digo que me sueltes!¡haré que los dioses quemen tu pecho desde dentro y que mil langostas moren en tu barba si no me dejas!-amenazaba mientras se retorcía y agitaba.

La mujer parecía realmente enferma. Llevaba casi toda la mañana postrada en la cama y parecía ir a peor a pasos agigantados.

-No, ha sido a partir de ésta mañana. Quizás ayer cogí frío, seguro que me pondré bien con tus pomadas-dijo con una sonrisa agradecida.

Haz eso, haz eso y te estará esperando la venganza en el thing.—El tono de Jorunn era frío como el hielo que rodeaba la ciudad y su mirada estaba posada en las posesiones del escualido hombre.—Y parece por tus palabras que sabes mucho de maldiciones ¿no? Será mejor que me acompañes, si no quieres enfrentarte a mi acero o a su puño.¡Levantate! Thorgrimm, deja que se levante

¿Mil langostas en mi barba? En verdad tendría que ver eso.- Dice el berserk mientras se levanta y levanta al noruego agarrándolo por sus ropas.

¿Estas segura que no quieres que Thorgrim le rompa uno o los dos brazos? Seguro que eso le suelta la lengua.

Si hacemos eso lo haremos en privado—susurró la joven—Y juro ante todos los dioses que si no canta como un pajaro en primavera en los cinco primeros minutos te dejaré romperle lo que quieras. SI diez minutos después no habla...bueno...será mejor para su salud que hable.

El hombre pareció sopesar sus opciones y enseguida cambió su tono.

-¡E-esperad!¡Os lo contaré!¡Pero no me hagáis daño! ¡Si prometéis dejarme marchar os contaré todo lo que sé!-dijo el noruego asustado y nervioso.

Jorunn se cruzó de brazos y miró aprobadoramente a Thorgrimm. Parecía que el bersheker había "trabajado la voluntad" del bastardo.

Habla

- Sí, seguramente será eso. Pero tendremos que asegurarnos... puede que hubiera algo en la comida que te  sentara mal, algún alimento que no debieras haber comido. Ya sabes que en tu estado es normal sufrir ciertos problemas... sobre todo hay que tener cuidado con los alimentos.

Tenía que saber qué había comido o bebido y, si fuera posible, saber quién le había servido, quizás ahí estuviera la clave.

Te das cuenta de que pese a no llevar ropas para salir a fuera lleva una pequeña bolsita colgando que te llama la atención. No es nuevo para ti, sabes que esas bolsas son las que suelen llevar las mujeres cuando acuden a la magia para que el parto(o alguna enfermedad) vaya bien.

- Mmm... veo que tienes un amuleto de hierbas para que el embarazo y el parto vayan bien...

Empleaba un tono amable y se mostraba sonriente para no preocupar a Gudrid, intentando disimular el temor que se acrecentaba en su interior.

- ¿Te lo han regalado o has ido tú a buscarlo? ¿Es buena la bruja que te lo ha preparado?

¿Amuleto? ¡Ah! Son unas cuantas runas que la völva me preparó cuando supe que estaba encinta. Son para protegerme a mi y al bebe y que el parto salga bien-explicó la débil mujer.