Partida Rol por web

A no ser que Gunnersson mienta para defender a la völva creo que te equivocas, amiga mía...ha confesado ser el quién ha lanzado una maldición contra mi hermana. De todos modos también mandaremos interrogar a la mujer...sin embargo, lo más importante y el asunto por el quería hablar contigo es que...el que ha mandado lanzar la maldición es...—Jorunn suspiró. De nada servía quitar la venda con delicadeza. Era mejor arrancarla de golpe y calmar luego el dolor que andarse con delicadezas que en nada aliviarían la pena (si es que esta existía)—Es Strigandi. O eso sospechamos. Gunnerson le identificará ahora, si es que es él pero la descripción física coincide, y explicaría el aviso de traición...Ha traicionado a su hermano, a su familia. Quería que lo supieses antes que el resto...

- No estoy diciendo que haya sido idea de la völva, sólo que ha sido ella la que ha preparado el amuleto a tu hermana, pero seguramente lo hizo por orden de alguien.

Hild se mordió el labio pensativa. ¿Strigandi? Sí, puede ser obra suya... Aunque la otra noche ni siquiera intentó sacarme información... pero eso no significa nada.

La völva no podía evitar sentirse triste y decepcionada pensando en que Strigandi pudiera ser el cabecilla de todo aquello, pero al fin y al cabo no había puesto ninguna espectativa en él, sólo había sido un hombre como otro cualquiera con el que había pasado un buen rato un día de fiesta. Aunque es una pena... tenía muchas cualidades para atraer a una mujer.

- Te agradezco que me lo hayas contado Jorunn, pero no hace falta que te preocupes por mí. -A pesar de todo lo que estaba sucediendo no pudo evitar sonreír.- Sólo ha sido una noche intensa... no me iba a casar con él.

Lo sé, lo sé...pero no solo es por eso...medio pueblo te ha visto con él y...bueno, si no lo solucionamos rápido y se descubre todo sabes que te juzgaran*. —la chica movió la cabeza. No la gustaban los cotilleos del pueblo, al menos no cuando tenían a alguien que quisiera como objetivo—Solo quería que lo supieses. Que no te pillase por sorpresa. Por supuesto, terminaremos con esto de una forma rápida, mi hermana sanará y Herjolf pedirá cuentas a su hermano. Aunque el crimen haya sido cometido en nuestras tierras es de su propia sangre.

Jorunn hizo un gesto de estar dispuesta a salir y volver con el grupo pero espero a que su amiga la acompañase, por si quería añadir algo más. Estaba nerviosa, quería solucionar todo aquello cuanto antes y comprender los motivos, aunque ya se hacía una ligera idea de cuales eran.

Como si a ella le importara lo que dijeran los demás... nunca lo había hecho y no iba a empezar ahora, pero entendía la preocupación de su amiga y prefirió no seguir insistiendo en el tema.

- Sí, seguro que todo se soluciona. Será mejor que nos vayamos ya.

Y salió detrás de Jorunn para reunirse con el resto.

Las dos mujeres salieron una detrás de otra junto al grupo, a la espera de que llegasen aquellos a los que habían llamado. Si las cosas salían como pensaba, todo se solucionaría. Lo que estaba por ver era si habría sangre de por medio o no. Los gemidos de su padre la ponían los nervios de punta y por un instante se preguntó si sería algo más que la indigestión que todos auguraban. Por un instante pensó en proferir otra amenaza al barbudo malnacido que tanto daño pretendía hacer a cambio de un poco de fortuna y recordó la historia que había contado en la cena. Jorunn miró con desprecio al barbudo.

Oh amigo mío... has mordido más de lo que puedes tragar... a mi hermana nadie la hace nada...

Thorgrimm, ¿los has puesto al día?

-Así es, pero... si han maldito a vuestra hermana, ¿qué podemos hacer para librarla de la maldición?-respondió el hirdman preocupado.

Hild lo ha solucionado. Al parecer era cosa de las runas-—dijo posando la fría mirada en el cobarde thurl— Ahora señalarás al culpable y, el año que viene, cuando serás juzgado en el thing. Pobre de ti como los dioses quieran que el embarazo de mi hermana no sea perfecto, porque aunque Hild haya solucionado tu acto, serás encontrado culpable.

Por supuesto. ¿No confías acaso en Thorgrím? -Contestó el berserk a la noble con una enorme sonrisa.- Y también me he permitido el patearle un poco las costillas a este perro malnacido.

Escuchó las últimas palabras de Jorunn, y arrugo la frente, no le gustaba ese plan. El hombretón no estaba muy al día de conjuros, maleficios y maldiciones, pero por qué esperar a que naciera el niño cuando podían acabar con el extranjero hoy mismo justo después de que deshicieran la maldición que él había creado.

Esperar no era propio de guerreros, era propio de pescadores, pero bueno, la chica era quien mandaba en aquella habitación.

-No se su nombre, os dije todo lo que sé. ¡Dejadme marchar!-insistió el hombre, nervioso, tratando de zafarse de Thorgímm. Su frente sudaba. Sabía cual era el castigo por lanzar una maldición y naciese el bebe o no, su futuro era cada vez más negro. Aún si revelara quién fue la persona que se lo ordeno no podría librarse de dicha pena pues su magia, algo temido por lo hombres y mujeres de aquellas frías tierras, era lo que había causado aquella conmoción.

-No puedes evitar tu destino-dijo el thurl de la aldea mientras lo miraba con sus profundos ojos- el don de Odhinn no debe ser usado de ésta manera. No se cuanto te pagaron para que te atrevieses a maldecir a una mujer inocente y a su hijo no nacido pero las Nornas no tardarán en cortar tu hilo...

Yngwe empezó a entender lo que hacía aquel Thurl allí, habían expuesto lo que habían averiguado, y ahora faltaba saber quien era la mano que manejaba a este títere usuario del Sejdr. - Puedes morir ahora empalado y como un perro, o tener un año para ser juzgado, depende de la paciencia de Jorunn, así que yo de ti, iria pensando en tus alternativas viejo.

En un año pueden pasar muchas cosas, no hay rincón al ojo de Odín para el que muere empalado por cometer esta aberración, ni siquiera las fauces del lobo o el río de la serpiente. Solo el vagar de tu alma llorando por este momento viejo, así que yo de ti me apuraría antes de que tus anfitriones empiecen a perder los papeles

Yngwe se paseaba por allí con las manos a la espalda raspando el suelo lentamente con sus botas a cada paso que daba, haciendo un ritmo un poco incordiante para la situación, pero que pasaba desapercibido si no se le prestaba atención al scalda .

Cansada ya de tanta pantomima Jorunn desenvainó la espada y posó su filo sobre el cuello del hombre, en el mismo punto que Sigurd y otros hirdman la habían enseñado que podía seccionar la yugular sin demasiados problemas. La normalmente afable y formal joven tenía las mejillas rojas de furia. 

Escúchame perro—dijo con una voz sorprendentemente calmada pero con un matiz agudo que denotaba que dicha calma no existía—escúchame bien porque puede que sean tus últimas palabras. Vuelve a decir que no sabes su nombre y te arrancaré la yugular ahora mismo. No me importa si sabes su nombre o no, aunque sospecho que mientes, pero si viste su cara. Así que tienes dos opciones: decir el nombre o permanecer callado como un zorro hasta que aparezca aquí.

Hild escuchaba cada una de las palabras allí vertidas no sin sentir un estremecimiento en el cuerpo. Al final parecía que todo se iba aclarando aunque ella seguía sin saber los motivos que habían impulsado a aquel acto tan condenable.

- ¿Esperamos a alguien más? ¿Quién más está implicado en este asunto?

Si alguno de ellos lo había dicho la völva no lo había escuchado, sólo sabía un nombre... el que Jorunn le había dado pero prefería no pensar en ello.

Se puso tensa al ver la agresividad de su amiga, algo con lo que no contaba, y esperó a ver en qué quedaba todo aquello.

Vienen Strigandi y Herjolf. —dijo escuetamente Jorunn mientras miraba de reojo la puerta meditando si debía llamar también a los hombres de su padre. No creía que hiciese falta por lo que no añadió nada más.

Herjolf bajó las escaleras y os miró a todos con preocupación.

-¿Quién es este hombre?¿Es el culpable de lo que le ha pasado a mi esposa?-dijo mirando al noruego que apresaba el berserkr y avanzando hacia el amenazadóramente.

Jorunn bajó el arma ante la presencia de su cuñado antes de responder mientras meditaba como le daba la noticia. Si se equivocaban estaban en un buen aprieto, pues juzgar a un noble y no poder demostrarlo era algo peligroso En cierto modo Herjolf. El es quien la maldijo, pero hay una mano detrás. Tu hermano le contrató para acabar con la vida de tu hijo. Lo he mandado llamar, no creo que sospeche nada  ¿Gudrid está bien? ¿La has dejado con algún hirdman?

Los ojos de Herjolf relampaguearon de furia. Su voz sonó grave y ronca.

-Hacedme el favor señora de id a buscar a mi hermano. Llevaos a los hombres que necesitéis pero daros prisa, si sospecha algo y se marcha quizás sea difícil volverlo a encontrar. Gudrid está bien, mucho mejor desde que vuestra Völva estuvo con ella-se giró hacia la mujer de pelo rojo- Muchas gracias. Volveré con mi esposa, pero apresad a mi hermano y traédmelo.

No era muy común que alguien de fuera aunque fuese un jarl ordenase nada a la hija de su cuñado pero ahora mismo Herjolf parecía tener una lucha interna y al fin y al cabo Gudrid era la hermana de Jorunn. 

¡¡Rayos!!

Cuando te mandé llamar mandé llamar también a tu hermano. No creo que sospeche nada de unos esclavos pero podemos ir a apresarlo ahora mismo por si acaso. Quédate vigilando al thurl...que este cobarde no se nos escape. Mandaré a los esclavos a que llamen a tus hirdman para que vengan. Manda un par para que protejan a Gudrid.

La joven hizo un gesto al curioso grupo que se había reunido indicando que empezaba la cacería del traidor. Vamos por él. Jorunn salió corriendo de la habitación hasta casi tropezar con una pareja de esclavos que parecían estar muy ocupados barriendo el suelo y se paró el tiempo suficiente para dar un par de breves ordenes para avisar a los hirdman de su cuñado y preparar seis monturas. Nunca se sabía. Si Strigandi sospechaba algo, aún estaría preparando las suyas...entonces estaría...¡En el establo! ¡Si pretende huir estará en el establo!

Hild se alegró al saber que Gudrid, una vez retiradas las dos runas fatídicas, se empezaba a encontrar mejor, y esperaba que el tiempo pasado con el amuleto no tuviera consecuencias para el feto. Asintió con la cabeza a Herjolf aceptando de esa forma sus muestras de gratitud.

Se mantuvo expectante a lo que pudiera suceder con Strigandi, si en verdad era culpable de las acusaciones vertidas y eso era lo que parecía, se sentiría bastante decepcionada, pero también era consciente que aquel intento de traición debía ser castigado hasta el final.

- ¿Seis caballos? No sé si sería buena idea que yo estuviera presente. Aunque si hay que ir se va...

Si hay combate y alguno resulta herido, tanto tus habilidades como las del thurl nos serán necesarias Hild. No podemos arriesgarnos... si Strigandi no atiende a razones deberás mantenerte al margen del combate...