Partida Rol por web

Gaidar saludo con la mano a aquellos que reconocio, esta noche no terminsra bien fue el pensamiento que cruzó la mente del minotauro, alcohol y marineros recien pisando tierra, esa suma siempre termina en peleas de bar, al menos en su experiencia, ojala participara en aqulla lucha... 

De inmediato tomo asiento lo mejor que pudo en aquellos taburetes, levantó la mano y en lo que capto la mirada de algun camarero bramo con fuerza... Una jara de cerveza para empezar camarero... 

La bolsa entre las piernas como siempre que entraba a una taberna nueva, al menos mientras mantuviera la sobriedad... 

Escuchando atentamente al "menú" del establecimiento, Vanielle simplemente sonríe, colocando de su monedero, que cuelga del interior de sus vestiduras, cinco monedas de plata en la mesa. -Entonces pediré el guiso de carne y una cerveza, señor. Esperaré aquí por ello. -Es entonces cuando se percata del tema del establecimiento, y se pregunta si habrá algún templo en la ciudad. -Por cierto, ¿Sabe si hay algún templo de Ilmater aquí y como de lejos está, o en su defecto algún otro templo cercano?

Si podía acogerse al cuidado de un templo, podía ahorrarse también el alojamiento, y tener un lugar apropiado para sus oraciones de la noche y la mañana antes de seguir su camino.

    Urgrim se mesó la barba meditando su respuesta mientras alzaba una jarra y la aproximaba a la espita. -Si, me parece que hay uno por la zona norte. No es una zona muy recomendable para ir de noche, pero aún tenéis tiempo de sobra para sentaros y comer con calma antes de que se ponga el sol.- El enano se encogió de hombros y terminó de apurar la jarra mientras dibujaba una amplia sonrisa afable. -Y bien, prefiere comer aquí o se probará suerte tratando de encontrar asiento.-

    A la hora acordada Brisa ya había llegado al local, aunque no acostumbraba a recorrer la ciudad no fue complicado dar con él, era conocido entre los lugareños y el enano que lo regía era un personaje amable que no tenía problema a la hora de acoger a aquellos a quienes les hiciera falta un techo bajo el que tomar resguardo.

    Lo curioso fue que no se encontraba sola, justo delante de ella había una pareja un tanto peculiar, un tieflin y lo que parecía ser un guerrero de exótica armadura en la que resultaba imposible hallar un solo resquicio de piel estaban amarrando sus monturas cerca del abrevadero. El primero parecía animado hablando al primero, pero el soldado respondió con una fría actitud y cruzó la puerta tan pronto como estuvo frente a ella dejando pasmado a su acompañante, que poco después se decidió a adentrarse en los Grifos Burlones también.

    No había mucho más que hacer allí afuera y sería mejor que siguiera a aquellos dos si no quería llegar tarde a la supuesta cita que tendría lugar allí adentro con los hombres de Malk'Evar.

    Mientra el posadero esperaba la respuesta de Vanielle pasó una cerveza a uno de sus camareros para que se la aproximase al minotauro que había entrado a la par que ella. Justo entonces la puerta se abrió de nuevo. Quienes entraron en aquella ocasión eran un tiefling y un guerrero acorazado. El guerrero oteo el local tratando de dar con alguna mesa libre pero, para su desgracia, aquello no era posible. El local se encontraba al límite de su capacidad, entre marineros, montaraces, lugareños y demás sumado a que habían llegado en pleno turno de comidas y durante la actuación de un gnomo bardo era complicado casi hasta comunicarse entre ellos, aunque aún quedaban espacios en los que poder beber si no tenías problemas en hacerlo de pie o próximo a la barra. 

    De hecho, lo mejor que pudo ver Gu1nz0 fue una mesa próxima a la salida en la que se encontraba un inmenso ser astado al que acababan de traer una jarra de cerveza. Aquella criatura se encontraba sola en su mesa con un par de taburetes libres y una banca.

    Y mientras ambos trataban de situarse allí adentro, una joven entró también a escena, era una muchacha de piel azul.

Me muevo como si formara parte de aquella posada, aunque si alquien se fijaba de mi estaba claro que no era de alli, pero observe algo interesante.

Me apoyé en aquella barra que se encontraba realmente atestada, tanto como el resto del local. En una situación así no sería sencillo valorar al personal, pero a fin de cuentas ni tenía prisa ni era un hombre impaciente.

¿Ilmater? Volte brevemente los ojos. Siempre podia hacer mi buena acción del día y llevarme bien con otro clérigo podía resultar útil. Tal vez incluso se apiadase de los niños y se decidiera a compartir algunas monedas o a comprarles comida ella misma.
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Antes de llegar hasta ella aun pude ver entrar a otros tres individuos peculiares. Se me erizo un poco al ver al medio demonio ese, pero me recorde que tambien son parte de la creación.
El tipo de la armadura rara era llamativo, pero tampoco parecia buena idea robarle.
La chica de la piel azul... ¿piel azul? Que curioso...
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Llegue hasta la rubia.
- Yo te puedo acompañar al templo si quieres. Conozco bien la ciudad y esa zona. Tambien por la noche - dije con una sonrisa de seguridad dejando que se derramara a mi alrededor la tranquilidad que parecía emanar de mi - Como sierva de Gond es lo menos que puedo hacer por una colega, aunque sirva a otro dios. - mientras dirigía una mirada de gata buena a Urgrim para que no fuera a decir nada inapropiado de mi. Esperaba que no me tuviera en tan baja estima como para pensar que robaria a otro clerigo. Menos cuando esta noche habria presas mucho más fáciles.

    Tus ojos exploran la estancia, parece haber un buen surtido de potenciales socios aquí. Un corrillo de semiorcos marineros por aquí, un montaraz semielfo allá, un grupo de lo que parecían ser guerreros enanos, hasta el minotauro grandullón que ocupa la mesa cercana a vuestra posición podría ser un buen candidato. Tampoco pasas por alto a la extraña mujer que entró tras vosotros y que jurarías haber visto afuera justo cuando pronunciabas lo que acabo siendo aquel infructuoso monólogo a Gu1nz0.

    Pero entonces te percatas de algo más, una figura, oculta aprovechándose de la multitud, parece estar examinando también al resto de presentes, de hecho, por un instante vuestras miradas se cruzan, solo que ella parece no haber caído en la cuenta de quien eres y en lugar de hacer algún gesto que pudiera denotar el haberte reconocido, sale de su escondrijo para dirigirse a una mujer joven rubia y de piel pálida que permanece en la barra cruzando algunas palabras con el tabernero.

    Tratas de concentrarte para sacar de tus recuerdos de a quien pudiera pertenecer aquel rostro familiar y no te lleva demasiado tiempo reunir la información. Ni más ni menos que Nayle, una tabaxi que ya prácticamente pudiera considerarse nativa de la ciudad. Parece llevar una especie de orfanato y se cree alguna especie e clériga, pero no deja de ser una ratera y de las buenas, hasta hace poco tu linea de negocios como contrabandista se alejaba un poco de la de los rajabolsillos pero tal vez ahora pudiera ser de utilidad el ir a verla.

    Aunque la mayor parte del local parece ajeno a vuestra llegada no pasas por alto que no para todos es así. Si no fuera suficiente con el hengeyokai toro cercano, oculta entra la multitud descubres a otra similar a un nekomata femenina en un punto intermedio entre la barra y la zona en la que el bardo actúa para un público compuesto de jóvenes y mozas. Parece no haber sido consciente de que puedas haberla descubierto y, de hecho, decide salir de su escondrijo para dirigirse a una joven que hasta ese momento parecía estar pidiendo algunas señas al tabernero para iniciar una nueva conversación de la misma. Si esto no fuera suficiente, cuando vuelves la mirada descubres que Hamakok también estaba mirando en aquella dirección con un gesto que podría delatar que reconociera a la mujer felina.

    Apenas llegas comienzas a observar a los presentes, en un principio podría costar diferenciar a los grupos que pudieran destacar entre aquella heterogeneidad, pero tu no eres una cualquiera, y con una mínima concentración pronto empiezas a discernir los distintos grupos, la mayor parte de las mesas se encuentran ocupadas por grupos de marineros a excepción de un pequeño reducto de enanos, quizás una compañía de guerreros, el otro núcleo se encuentra en torno al hogar de la chimenea donde jóvenes y mozas flanquean al bardo ya sea de pie o sentados en el suelo. Por último, avistas pequeños grupos de hombres que charlan animadamente entre ellos, seguramente aventureros, pero tampoco tienen nada en especial. Y ahí es cuando logras separar la paja del trigo, si los hombres de Malk'Evar están ahí dentro seguro que se trata de aquellos que no pertenecen a ninguno de los grupos anteriores, entre esos tus sospechosos son, una clériga sentada alejada en la barra, un minotauro solitario próximo a donde te encuentras, aunque sus atavíos parecen más propios de un marinero, la pareja que entro justo antes que tú y por último una tabaxi que se había esforzado en pasar desapercibida entre la multitud mientras examinaba a conciencia a todo aquel que se encontraba en el interior del local hasta el momento justo en el que entrasteis, justo cuando ha ido a dirigirse a la joven de la barra, lástima que desde donde te encuentras no alcances a oír las palabras que la dedica, aunque si que puedes percatarte que el tiefling tampoco la pierde ojo. 

En aquel lugar parecía haber bastante material prima con la que trabajar. Siguiendo mi propio esquema mental, podía fácilmente ir encajando a algunos de los presentes entre las plazas que yo mismo me había planteado antes de acceder a la taberna, ideas que había compartido con mi nuevo socio cayendo en saco roto. Esperaba sinceramente que aquel guerrero fuera bueno en lo suyo, porque estaba claro que en otras cuestiones no era el caso.

Había algunos marineros semiorcos, y eso suponía algo de músculo. Sin embargo, me hastiaba pensar en tener que negociar, o presenciar su negociación, cuando hubiera que elegirse entre ellos. Los grupos tenían ese inconveniente, además de dejar gente atrás que era conocedora de que uno tramaba algo. No obstante, había también un minotauro solitario, una opción que se me antoja más apetecible.

También me fijé en un montaraz semielfo, un guía experto sin lugar a dudas. Traté de fijarme en si llevaba un buen arco, algo que le daría puntos a mis ojos. Quien sí portaba uno era la extraña mujer de tez azulada que había accedido al local tras nosotros, a quien ya había visto fuera. ¿Sería acaso del mismo oficio, y por tanto otra opción a tener en cuenta? Los exploradores no eran santo de mi devoción, pero tendían a resultar molestamente necesarios, tanto como podían serlo...

Oh, ¿qué veían mis ojos...?

Aquel era un rostro medianamente conocido, aunque realmente nunca nos habíamos conocido directamente. Pero no me resultó complicado sumar dos y dos y recabar la información que se oía en las calles para saber quién era. Si aquello que esa tabaxi trataba de hacer ver a todos era verdad, cubría una de nuestras necesidades. De ser mentira, al menos, cubría otra.

Lo que no tenía claro era la naturaleza de aquella mujer de dorados cabellos y piel clara. ¿Una asociada, o una víctima? En cualquier caso, parecía buen momento para acercarse.

Buenas... -Saludé con voz suave, arrastrando cada letra suavemente a través de mi encantadora sonrisa, mirando fijamente a la tabaxi que se hacía llamar Nayle- Nayle, ¿no es cierto? No nos han presentado formalmente, pero soy un gran admirador de tu trabajo... -Engalanar un poco el discurso no solía dar malos resultados- Es posible que hayas oído hablar de mí, o puede que no. No sé si eso debería tomármelo como una buena señal... -Murmuré, pensativo, sin perder la sonrisa- Mi nombre es Hamakok, hombre de... múltiples negocios. -Me presenté finalmente, desviando mi mirada hacia la rubia- ¿La elegante dama está contigo? No quisiera interrumpir nada demasiado importante...

Entrecerré los ojos un momento. Ahora que se acercaba me sonaba esa cara de diablillo listo y lengua de oro... ahhhh, cla-ro...
Vaya. Se había librado de las redadas del día anterior. Bien por él. Eso explicaría porque estaba por aquí. Probablemente querría reclutar gente nueva para sus "empresas". Eso podía suponer buenas monedas que darian de comer a los niños un tiempo y quizás incluso para reparar el tejado en algunas habitaciones más...
Compuse mi mejor sonrisa gatuna, que no era gran cosa, pero era la mejor que tenía.
- Ah, Hamakok... Me alegra que no tuvieras problemas ayer... Encantada de conocerte - ronroneando levemente antes de volver mi mirada a Vanielle - Solo le ofrecía mis servicios a la señorita para guiarla al templo de Ilmater más tarde. Ya sabes que no está en la mejor zona de la ciudad...

No acostumbraba a moverme por aquellas calles, pero el local no tenía pérdida, con lo que en seguida di con él. Esperaba que lo que decían sobre el enano que lo regentaba fuera cierto, y que no tuviera problemas por mi inusual color de piel y aquella eterna brisa que me acompañaba.

Antes de entrar en la taberna pude ver a dos hombres amarrando sus monturas antes de dirigirse también hacia el interior de aquel lugar. En realidad, supuse que eran dos hombres, pues si bien estaba claro en el caso del tiflin, quién sabía quién se escondía bajo aquella extraña armadura que lucía el otro ser.

El hombre de tez roja parecía charlar animado, mientras el guerrero no parecía hacerle demasiado caso, pareciéndome que se trataba de una extraña pareja. Finalmente entraron, cosa que hice tras ellos, aunque manteniendo las distancias. Una vez en el interior, en seguida eché un vistazo general a cuanto me rodeaba, no tardando en discernir a quienes no buscaba.

Marineros, compañías al completo, amantes de la música… Ninguno de aquellos grupos eran mi objetivo. Terminé por fijar mi atención en quienes sí podían ser parte de los hombres del mercader, casi decidida a acercarme a los dos que habían entrado por delante de mí, pudiendo tratarse de una compañía en formación. Sin embargo, el acercamiento de la tabaxi a la mujer de cabello rubio me hizo preguntarme si acaso se habría acercado a ella en busca de compañeros para aquel trabajo. Al minotauro y a la clérigo los había situado a la cola de mis opciones, al primero por encontrarse solo tomando una cerveza y a la mujer porque no me parecía que diera el perfil.

Trataba de decidir si acercarme a la tabaxi o a la pareja formada por el tiflin y el guerrero cuando me di cuenta de que el hombre de tez roja también observaba a la mujer gato, terminando por acercarse a esta. Así, no tuve finalmente que decidir, pues el colorado ser me impedía hablar con la tabaxi por el momento. Me acerqué entonces al guerrero, queriendo comprobar si el tiflin y él eran los mercenarios que buscaba.

- Buenos días. ¿Estáis buscando compañeros por un casual? – pregunté directamente al guerrero, echando una mirada hacia el tiflin, la tabaxi y la mujer de cabello rubio, antes de volver a mirar en dirección hacia donde debía encontrarse el rostro de aquella criatura. – Busco trabajo.

Vanielle se quedó pensativa cuando la... ¿Gata? le habló, era la primera vez que ella veía alguna criatura como aquella, notándose tan peligrosa como hermosa, la chica estaba segura de que algo escondía... pero desterró el pensamiento en el momento siguiente, uno no juzga por apariencia, sino por acciones, y ésta ofrecía una buena acción.

Se disponía a contestar cuando un tiflín entró la conversación, y una vez más, tuvo que recordarse a sí misma su principio, dada la... sospechosa manera en que éste se presentaba. Vanielle, decidió hacer una inclinación de cabeza educada y presentarse, poniendo su mejor sonrisa, y llevándo una de sus manos al corazón, la otra descansando en su pierna

-Un placer conoceros, señores. Mi nombre es Vanielle, y soy una clériga al servicio de Ilmater.- Es entonces cuando decide dirigirse específicamente a la muchacha feral -Si sois del templo de Gond, confiaré en ti pero, ¿cómo te llamas?.

- Mi nombre es Nayle - me presente sencillamente sin que se me pasara el detalle de que mantenia una mano cerca o bien de la bolsa o de sus armas, quizas de ambas cosas. Una chica precavida. Una chica lista. Miau.
-No... no estoy... bueno, voy un poco más por libre... en el templo y yo tenemos diferentes prioridades... - comenté un poco incomoda - Quizás... quizás por mi entrenamiento como monje... quizás por mi pasado... - me rasqué un poco la cabeza por detrás incómoda - Yo... yo llevo un orfanato... o algo así... estoy reformando un edificio abandonado... y hay... acojo... acogemos... a nenes de las calles... ya son casi una docena... guau... muchas bocas que alimentar... ¿sabes? - compartió la historia en voz alta; quizás lograra ablandar el corazón de alguien que la pudiera oír, aunque lo dudaba sinceramente - Vaya, yo misma te ofrecería alojamiento, pero sinceramente, estarás más a gusto en el templo de Ilmater... - reconoció con total sinceridad. Saltaba a la legua que la mentira se le debía dar bastante mal.

La sonrisa que se dibujó en el rostro felino de la tabaxi adelantó el aire amistoso con que recibió mi presentación, algo que se acrecentaba al llegar del árido desierto que suponía la compañía de aquella armadura andante que mi patrón había tenido a bien poner a mi "cuidado".

Mi sonrisa habitual se ensanchó sugerentemente al hacer Nayle mención a los acontecimientos de la noche anterior, aunque fue su leve ronroneo el que sonó realmente sugerente.

¿Hubo problemas anoche? Me temo que no he oído nada... -Comenté, divertido, alzando mis cejas un par de veces. Sus palabras dejaban claro que lo sucedido había sido algo más general de lo que había supuesto en un principio. ¿Una redada, quizás? ¿Las fuerzas del orden tratando de hacer méritos? En cualquier caso, allí me encontraba igualmente, en parte por méritos propios, en parte... Sí, por méritos propios. No directos, pero sí por haber sabido sembrar para poder recolectar cuando fuera menester- ¿Al templo de Ilmater? -Me mostré sorprendido por la explicación de la tabaxi, así como al presentarse la propia clérigo, ante quien realicé una leve reverencia- Siempre es un honor y un motivo de alegría conocer a una devota servidora de Ilmater, el dios del sufrimiento y la vida. Debo confesar que debo mi vida al poder sanador de su dios, mi señora, por manos de otra persona por supuesto. Hace mucho tiempo de eso... -Quizás, con bastante fortuna, eso fuera incluso cierto. Años atrás había sido curado de una grave herida por un clérigo, pero ni sabía ni me importaba a que deidad veneraba. Pero era un buen momento para alabar las virtudes de alguien que bien podía cubrir una de las necesidades del negocio que tenía por delante. Más aún aprovechando la inseguridad que parecía mostrar la tabaxi al hablar del templo de su dios y del trabajo que desarrollaba en la ciudad- En efecto, como bien os aconseja la famosa Nayle, esta parte de la ciudad no es el tipo de lugares donde resulta aconsejable ir sólo por la calle. ¿Acudís al templo por negocios o por "placer"? -Pregunté, sonriente, pasándome dos dedos por el bigote, intercambiando miradas con ambas- Lo comento porque tengo entre manos un pequeño negocio, y creo que las inestimables habilidades de dos damas como las que tengo delante podrían serme de gran utilidad. Nada ilegal ni inmoral, por supuesto... -Aclaré haciendo un aspaviento- ...al menos, hasta donde he podido averiguar.