Partida Rol por web

La isla Kalees era una de las islas más calurosas del sur-este del West Blue, un paisaje desértico adornado de vez en cuando por bosques de árboles retorcidos pero exuberantes y oasis de ensueño donde las jaimas parecían reproducirse como setas. En la mayor ciudad de todo Kalees: Zalas, era donde te encontrabas entonces, habías llegado en un barco de pasajeros y ahora estabas hospedada en una posada del puerto llamada el Atún Reseco. La ciudad rebosaba pobreza y hambre, y a tu paso los ciudadanos de Zalas te admiraban como si fueras una diosa envuelta en plata

Habías estado tomando un excelente vino cuando un hombre mayor envuelto en túnicas propias del desierto se había sentado junto a ti hablando entre susurros - ¿Una espadachina? ¿Eres buena? Porque necesito a la mejor

Quedas en silencio y pruebas con cuidado el vino, las manchas no se quitan

¿Acabas de llegar? ¿Como has visto la ciudad? Da pena ¿verdad? Hace quince años no era así, pero nuestro sultán ha enloquecido, algo turba su mente y hace que el pueblo sufra.... - Tu interés había crecido algo- Soy Auta, y como te he dicho, necesito al mejor espadachín, si puedes demostrar que lo eres, tengo un trabajo para ti, y la recompensa estoy seguro te satisfará

La isla Kalees era una de las islas más calurosas del sur-este del West Blue, un paisaje desértico adornado de vez en cuando por bosques de árboles retorcidos pero exuberantes y oasis de ensueño donde las jaimas parecían reproducirse como setas. En la mayor ciudad de todo Kalees: Zalas, era donde te encontrabas entonces, no recuerdas como habías llegado hasta ahí, estabas levantando la cabeza de la mesa en una posada del puerto llamada el Atún Reseco. La ciudad rebosaba pobreza y hambre, y a tu paso los ciudadanos de Zalas te admiraban al cantar del tintineo de tu bolsa de monedas.

Miras a tu alrededor, y está prácticamente vacío. Un hombre se esconde en las sombras, más allá de la barra, tu aguzada vista puede distinguir como cuenta las escasas ganancias de la semana. Un tipo envuelto en una túnica se encuentra sentado junto a una bella y joven espadachina que tiene a su lado un pequeño baúl.... más práctico que el enorme arcón con el que tropiezas cuando intentas levantarte

Otra vez resacoso. Decididamente, empezaba a parecer una costumbre. Agito la cabeza para despejarla y me calo mi fiel sombrero pues el maldito resol que entra a través de las ventanas de la taberna en que me hallo, no contribuye a mejorar mi dolor de cabeza.
Ni idea de donde estoy. La juerga, sin duda, ha sido potente.
Y precisamente en ese momento, empiezan a llegar hasta mi, recuerdos de esa juerga. Y conforme se va haciendo la luz en mi cerebro recuerdo, más o menos, la situación que me ha llevado hasta ese lugar.
Me levanto al fin del asiento que ocupo y, con la boca reseca, me dispongo a acercarme a la barra para pedir algo que termine de despejarme cuando de pronto, un baúl se interpone en mi camino.
Juraria que lo hace adrede el maldito trasto y casi me hace caer al suelo.
Y soltando un reniego, digo en voz alta.
¡Maldito trasto!. ganas me dan de patearlo hasta sacarlo de aquí por una ventana.

Todavía sorprendida por como es la situación en la isla procuro no hablar para no desentonar más.
Me habían dicho que había islas pobres, pero no esperaba una cosa así.Necesito algo fuerte.
Lo primero que hago cuando llego a la posada es pedir una habitación y vino.
Empezaré con el vino, al no estar muy acostumbrada a beber no quiero que me roben estando dormida.
Cuando un hombre se me acerca le sonrío y le sigo la conversación.
Me da igual de que hablar, necesito hablar con alguien. Ya sabía que lo peor de la vida solitaria que llevaría es no poder hablar continuamente, a este paso empezaré a hablar sola.
La conversación con el hombre mayor pasa a través de una búsqueda de una espadachina.
La verdad es que no me había planteado buscar trabajo, ni tan solo creo que me interesa. Cualquier cosa que me aleje de mi venganza es una perdida de tiempo.
A pesar de lo que pienso sigo dándole conversación al hombre con tal de seguir prolongando un poco más la conversación. Así hasta que alguien topa con mi baúl y me pongo en pie irritada.
Serás zoquete, aquí el único trasto eres tú.
Me giro para mirar al hombre que quería probar mis habilidades.
Viejo, ¿si le pateo el culo a este bocazas me servirá para el trabajo?

¿Un desafío?
Me permito echarle un ojo contemplativo a la chavala que dice ser dueña del trasto con el que he tropezado y a continuación, me calo mi sombrero golpeándolo levemente en el ala.
Chiquilla deberías tener mas cuidado a la hora de elegir a tus posibles oponentes. No obstante, por lo que he podido oir, hay una oferta de trabajo por en medio.
Sin perder de vista a la chavala, alzo levemente la voz para que se me escuche en todo el salón de la posada.
¿Es cuestión de habilidad?. En ese caso, acepto encantado el desafio si asi opto a esa oferta de trabajo.

Jack contiene el aire entre sus labios al esbozar una arrugada sonrisa frente a la propuesta de la chica, aquello le había gustado y en su arrugado rostro no podía ocultarlo, separó sus labios que parecieron pegarse entre ellos de forma reseca cuando tres guardias de Zalas entraron en el lugar. La guardia de Zalas se ocupaba del orden en la ciudad pero hacía tiempo que no se les veía, parecían confinados en palacio invirtiendo su tiempo completo en vigilar al sultán, algo muy raro. El pillaje de ladrones y bandidos del desierto azotaba la ciudad sin que ellos llegaran a tiempo jamás... ahora sin embargo estaban ahí señalando a Jack - Viejo, quedas detenido, es inútil que te resistas

El viejo les miró levantando una ceja al tiempo que su sonrisa desaparecía, esto no le había gustado nada. Se puso en pie del taburete de la barra - Es más que habilidad muchacho, pero deberíamos hablar en un sitio más tranquilo -señala a los guardias que entraban en la taberna - Si no os importa ocuparos de ellos... - Hace un gesto al tipo de la taberna que permanecía contando el dinero de la semana que se acerca a escuchar los susurros del viejo mientras recibe unas monedas- Recoge los arcones de tus nuevos inquilinos y guárdalos

Y finalmente, la situación se caldea.
Aunque, cosa curiosa, es contra oponentes imprevistos.
Antes de que termine de hablar el viejo, mis manos ya se muestran adornadas por mis armas.
Y no ha terminado aun de soltar la ultima silaba cuando abro fuego simultaneo con ambas para cazar a dos de los pipiolos que acaban de aparecer.
Y de reojo, miro a la chavala que aun no se ha movido y suelto.
Ese alfiler tuyo, ¿es de adorno o será de utilidad?. Creo que ha llegado el momento de comprobarlo, ¿no crees?
Pero por si acaso, salto para cubrir al viejo en cuestión ya que, puesto que parece famoso en la zona, dudo de que estos tipos sean los únicos en aparecer.

Cuando voy a empezar una pelea con el individuo que pega patadas a baules ajenos cuando entran unos guardias con la intención de detener a mi futuro contratante.
¿Qué debo hacer?, no he venido para luchar contra guardias. Cada pueblo tiene su seguridad y unos son justos, otro despóticos pero...no puedo atacarles a la primera por un desconocido por el que realmente no me interesaba su oferta.
Cuando me quiero dar cuenta es demasiado tarde para reaccionar.
Para una maldita vez que me da por pensar tiene que ser en una situación crítica.
Así que disimulo, junto mis brazos y miro al pateador de baules.
Todos tuyos, no creo que tengas problemas. Aunque si te ves incapaz siempre puedo sacar mi aguja para ayudarte.
Digo con una sonrisa irónica.

Como quieras
Es mi respuesta mientras mi sonrisa, debajo de mi sombrero, aumenta unos milímetros.
Al instante tengo encañonado al tercero de los tipos y añado.
Mala suerte para ti. No pareces despertar lo suficiente el interés de la dama. Pero no te apures que yo me encargo.
Y nuevamente retumban mis armas gemelas escupiendo plomo.

Cuando Daisuke se adelanta los soldados hacen el intento de ir a por el viejo, pero el tipo de las pistolas no pierde ni un segundo es disparar contra dos de ellos. Los guardias no tardan en levantar sus armas de asta y usarlas a modo de porra contra el aspirante a pistolero -¡¡ Detente maldito !! -  Daisuke las esquiva de forma hábil tirando frente a él una silla y volcando hacia atrás una mesa. Mientras Irina posa su mano sobre la espada.

El pistolero junta ambas armas y apunta al guardia aún ileso. Las balas atraviesan su cuerpo haciendo que la sangre salpique la pared tras él. Los dos guardias apartan la mesa de un empujón y la silla con un golpe de lanza para esta vez tratar de ensartarte, pisas una de las lanzas pero la segunda se clava en tu pierna, fácilmente te apartas dejando el arma ensangrentada en manos de su portador

¡¡ TE VOY A MATAAAR !! - El guardia al que hace un momento creías haber matado se levanta cubierto de sangre y saltando desde detrás de una mesa te golpea con su arma partiendo la lanza en tu cabeza. Ahora sí, un reguero de sangre cae desde tu cabeza, una sensación cálida  pegajosa que se adhiere a la piel de tu cara - ¿¡¿QUIEN TE CREES QUE SOMOS LA GUARDIA DEL REY?!?

El viejo susurra a Irina - Lo hace muy bien, es muy bueno, no falla nunca, aún así, creo que necesita una ayudita - Y de nuevo su sonrisa arrugada, es obvio que quiere ver a la espadachina peleando, y se ve bastante confiado de que podreis con estos tres soldados

Miro asombrada como va evolucionando la lucha.
Anda que el pateador de baules ha dudado en utilizar la espada. Se defiende muy bien.
Cierro los ojos un instante cuando veo al guardia acertar en Daisuke.
Vaya, eso sí que ha tenido que doler.
Quería observar como acababa el combate pero la petición del viejo me hace que me ponga en acción.
¿Ahora?, pero si estaba a punto de pedir una cerveza. Eso está en lo más interesante.
Una sonrisa picarona se dibuja en mi cara antes de seguir hablando.
Está bien, pero después le tendrá que pedir perdón al baúl.
empiezo a sacar la espada de la funda y a mitad de la operación la vuelvo a enfundar.
¡Bah!, añoraba las peleas de tabernas. No queremos que nadie salga muy herido, ¿verdad chicos?
Cojo dos jarras de cerveza de una mesa próxima y las vacío.
¿Son tan amables de dejarmelas un momento?, después ese viejo les invitará a dos rondas como recompensa.
Antes de esperar alguna respuesta me dirijo a un guardia con la intención de estamparle una jarra vacía.

Uno de estos pipiolos, me ha tocado el sombrero.
Mal asunto tocarme el sombrero. No me gusta que me toquen el sombrero no.
Y teniéndolo como objetivo prioritario, voy a por el con la sana intención de reventarlo de una vez por todas.
¿La guardia del Rey?. Pues en ese caso, vas a caer cumpliendo con tu deber guardia.
Y nuevamente retumban mis armas escupiendo sendas onzas de plomo sobre el pipiolo que ha osado tocarme el sombrero.

Irina da un jarrazo, pero no coge desprevenido al guardia que la aparta de un empujón. Al verla armada arremete contra ella inmovilizándola contra una pared, le está haciendo daño, pero Irina no está indefensa tampoco, y no le costaría nada sacar su espada y acabar con él

Cuando Daisuke dispara, del pecho del guardia brotan dos lenguas de sangre que trazan la trayectoria de su pecho al caer hacia atrás, cae sobre una silla que queda hecha trizas partiéndose bajo el peso del enorme hombre. El guardia queda ahora absolutamente inmóvil.

Sus dos compañeros, envueltos en sus túnicas no dudan en apretar los dientes, no piden refuerzos, saben que no los recibirán, las calles se mueren de hambre mientras la guardia del rey se esconde en palacio, y los plebeyos ni siquiera tienen con quien rebelarse si tuvieran fuerza.

El guardia libre vuelve a golpear desde arriba a Daisuke usando su lanza como una vara, pero el pistolero cruza los cañones de sus armas deteniendo el golpe, sin ver la patada que viene a continuación, el guardia prácticamente se ha abalanzado sobre él, y ahora tiene que sufrir otro golpe más. Está malherido pero no hay nada que un buen disparo no pueda acabar.

Fin del asunto. Enseño los dientes tras el ultimo ataque y alzo mis armas listo para disparar. El ultimo de los guardias que quedan, cree tener posibilidades. Hora de demostarle su equivocacion.
Cantan nuevamente mis armas enviando sendas onzas de plomo a mi objetivo.
Mala suerte para ti guardia. Quizas debiste rendirte y salir de aquí mirando para otro lado.
Y dicho esto, miro a mi alrededor buscando otros posibles oponentes en medio de la bruma provocada por las nubes de humo causadas por mis disparos.