Karg señala a Bennett.- Esta que tengo aquí al lado.- en ese momento estaba hablando con ella.
Miré a Bennet con interés:
- Bueno... Tal vez tenga que ver porque la haya hecho llamar para que nos atienda a mi y mi esposa... - Indiqué, mirando a la sirvienta. - ¿Entonces debo de entender que recibiste el recado de que vivieras a nuestros cuartos para servirnos y por eso no puedes atender a Lord Karg?. Porque de lo contrario, el castigo sería severo... - Le dije a la sierva, al principio con suavidad, pero la última nota con un toque de advertencia claro de que decir que no no sería buena idea.
- Eso es. - Asiente a las palabras del rey - Sólo os he sugerido otra compañía, ni siquiera he llegado a negaros la mía. - Explica algo nerviosa, pero sintiéndose respaldada. - No era mi intención faltaros, ni importunar a su majestad... Os ruego que me disculpéis. - Vuelve a excusarse y mira a Karg con cierta preocupación y vergüenza, tratando de ocultar también algo de enfado. - Si no fueras el perro faldero del rey al que acudes para memeces, no serías nada. -
Entonces mira al rey, esperando poder poner fin a su incómodo momento con Karg. - ¿Tal vez deseáis que os acondicione la habitación, u os prepare un baño? También podría prepararos un concentrado de frutas y especias afrodisíacas si lo deseáis, o... - Cualquier cosa que le ordene, pero la lista sería casi interminable, así que decidió callar y esperar sus órdenes.
Asentí satisfecho por sus propuestas:
- Haz eso para empezar y luego esperamos, para ver que más podamos necesitar. Puedes ir...
A continuación me dirigí a mi amigo, con una sonrisa amistosa:
- Lo lamento, amigo mío, pero creo que todo esto a sido un lamentable malentendido. ¿Porque no disfrutas de alguna de las otras sirvientas?. Seguro que hay una o dos que estarán encantadas de complacerte...
- Cómo deseéis, majestad. - Afirma y hace una reverencia antes de marcharse hacia las cocinas para preparar dicho concentrado y coger además algunos frutos secos y algo de chocolate.
Se dirige entonces hacia las dependencias del rey para prepararle ese baño y acondicionar su habitación, esperando que sea de su gusto.
Una vez que se a ido la sirvienta, me acerco a Karg y le susurró algo al oído...
- Un consejo, amigo mío, te recomiendo que tengas cuidado a la hora de tomar medidas contra esa chica. Puede que sea solo una criada, pero es la sirvienta personal de Szvesta y me consta que goza de su favor. Ya la conoces y sabes como se las gasta cuando algo la enfurece y no se como podría reaccionar si le hicieras algo malo a la joven... - Le aconseje a mi amigo, con tono preocupado, temiendo por su bienestar, si se ganaba la enemistad de mi esposa.
Ya sabía que era la criada de la señora, pero no pensaba que la tratara como su perro fiel.- Perdóneme pero debo decirte que tu mujer siempre ha sido un incordio. ¡Vete perro fiel con tu dueña!.- le digo a la pequeña para que nos deje a mí y al rey solos. Podía tomarme esta libertad con el rey porque éramos amigos desde pequeño, y seguía siéndolo ya fuera rey o semidios.
La reina aparece en la sala, y un poco más tarde, aparece la bailarina.
Miré a mi esposa satisfecho de encontrarla y le dije a Karg:
- Si me disculpas, amigo, tengo que hablar con mi hermosa dama...
A continuación me acerque a mi reina y la saludé:
- Hola, ¿donde has estado, querida?. Te he buscado por todas partes...
Entré en la sala con una media sonrisa para ser recibida por mi esposo. Le tomé la mano y alcé una ceja.
-¿Tanto ansiabas mi regreso, esposo mío? Estaba en el jardín, hablando con Ailara. Nos topamos con el mago y tuvimos una conversación muy amena. -La reina se puso al lado de su esposo y le susurró algo al oído. Para luego separarse de él un instante y mirar la sala.- Karg, por lo visto has tenido un problema con la dama que escogimos para que nos atendiera. ¿Tienes algún problema?
-Por lo visto tendrás que coformarte conmigo esta noche, esposo mío. La bailarina tendrá que esperar.
- Entonces retirémonos, querida, deseo que estemos solos.... - Susurré.
Aquí venía la reina con la cabeza bien alta, como siempre... a pedirme explicaciones.- Realmente sí, pero ya está solucionado, la quería en mi cama esta noche, pero el rey ya me ha dicho que es solo para el disfrute de vos...- dije farfullando de mal humor.
Tras susurrarle algo al oído de mi esposa, dije en voz alta:
- Karg tuvo un pequeño malentendido con ella, pero ya está todo aclarado, no te preocupes, mi amor... - Tranquilicé a mi esposa, tratando de que no se preocupase y de que los ánimos no se caldearan por una confusión, aunque el comentario de Kang no es exactamente lo que había dicho, solo dije que la criada gozaba del favor de mi esposa, pero daba a entender que eran amantes o así me lo parecía. Miré a mi amigo con una leve nota de disgusto y le recriminé con suavidad, pero con resolución. - ... Karg, no te pases...
- Demasiada tensión esta noche... disculpadme... me voy a mis aposentos... solo.- digo levantándome y haciendo una leve reverencia casi forzada, para luego desparecer de la sala.
Os retiráis a vuestros aposentos?
Si, salvo que la reina tenga algún problema con ello...
Todo el mundo parecía enfrascado en su mundo, y era un lugar demasiado público como para abordar directamente a alguien.
Ailara se sentó en su anterior sitio, observando la inmensidad de la sala.