Partida Rol por web

Tras dos días de navegación Il Adventurero llega a la vista de un par de islas rocosas. Aunque a lo lejos podeis ver la costa continetal de Vodacce e incluso algunas velas careneando el litoral. Pero ninguna nave se dirige hacia estas dos islas y rápidamente veis el por que: las islas no disponen de ninguna playa para desembarcar pues están rodeadas por acantilados en todas sus vertientes.

Además a pesar del sol y el cielo azul algo maligno parece rodear las islas y os hace estremeceros. En esas islas ocurrió algo malvado y terrible y aunque no sepais el que vuestro instinto os grita que os alejeis de ellas.

Mientras estais los cuatro contemplando las dos islas la criada de la señorita van Acker sube desde la setina para avisaros que su ama quiere veros.

Señores Toisón al parecer la pobre muchacha cree que el nombre de la Compañía es el vuestro La señorita requiere su presencia en su camarote inmediatamente. Manda decirles que ha llegado el momento que conozcan la razón por la que ha decidido contratarles. Y con un gesto que pasa por una tosca imitación de una reverencia os señala el pasillo que lleva a los camarotes bajo cubierta.

Descendeis en fila por la escalera y el estrecho pasillo y entrais todos en el camarote de van Acker.

Martina os espera en su escritorio, frente a ella extendido lo que parece ser un antiguo grabado en el que aparecen representadas las dos islas frente a las que habeis atracado. Un simple vistazo os permite ver rápidamente que existe una clara diferencia con las islas que habeis visto. En una de ellas hay construido un castillo que, en la versión actual, brilla por su ausencia.

Apretados en el pequeño habítaculo permaneceis de pie junto a la mesa del escritorio. Con su voz habitual, mezcla de pedante de biblioteca y maestra de escuela, la señorita van Acker se lanza a una de sus preoratas habituales. Como mínimo esta vez habla en vodaccio por lo que todos podeis entender lo que dice.

Los supondré ignorantes en los rudimentos más elementales tanto de historia como de arqueología. Así que empezaré por el principio tratando de paliar las profundidades de su ignorania. Nos encontramos en estos momentos atracados frente a la Isla Falisci. Hasta hace doscientos años esta isla era el aposento de la familia Falisci una familia menor de principes vodaccios que habían hecho fortuna, como es habitual para los vodaccios, con el contrabando y la pirateria. Desde la fortaleza en esta isla, presuntamente inexpugnable, dominaron decenas de millas de costa continental. Con el dinero amasado por tales medios el último principe Falisci, Carlo III di Falisci desarrolló aficiones aun menos recomendables que la pirateria. 

Se detiene aquí para tomar aire por primera vez. El respiro apenas dura una fracción de segundo.

Concretamente amasó una gran cantidad de artefactos syrneth con los que experimentar en busca de Theus sabe que impíos secretos. Supongo que los señores desconocen el significado de la palabra syrneth. No hace ni tan siquiera el gesto de esperar respuesta a su pregunta Denominamos syrneth al conjunto de como mínimo cuatro civilización prehumanas que habitaron la tierra milenios antes del ascenso de la humanidad. Esas razas desarrollaron artefactos y maravillas más allá de nuestra comprensión que les permitían lograr proezas que bien parecería magia a los ojos del ignorante. Vuelvo al tema principal. Todos esos artefactos se encontraban en el interior del castillo cuando en el otoño de 1508 este desapareció por alguna razón desconocida. Los supersticiosos papistas vodaccios lo atribuyeron a la colera divina. Mentes como la mía, mas racionales y eruditas, creen que la causa fue probablemente algún terremoto provocado por la incosciente manipulación de los artefactos por parte de Carlo III. Hace apenas cuatro meses un barco de pesca fue llevado a las inmediaciones de la isla por la ola provocada por un terremoto submarino y pudo ver como una parte de la isla norte se desprendía. Quedaron así expuestas las runias de o que parece ser el castillo Falisci. Dichas ruinas se encuentran en un estado de conservación nefasto y podrían desprenderse de la pared de la roca en cualquier momento cayendo al mar y destruyendo todos los artefactos que contenga el castillo.

Aun estais tratando de asimilar toda la información cuando tras tomar otra bocanada de aire la mujer prosigue.

Es IM-PE-RA-TI-VO que esta expedición llegue hasta el castillo, se enfrente al peligro de desprendimientos y obtenga los artefatos que haya en su interior, desbarate los planes de cualquier vil cazador de tesoros y, atiendan por que esto es clave, recupere el diario de Carlo III. ¿Me han entendido? Encuentren el diario, recuperen los artefactos y acaben con los cazadores de tesoros.

Se levanta y os mira apoyando las palmas de las manos en la mesa, su mirada es resuelta

A cambio de sus servicios les ofrezco 175 guilders además de una recompensa por cada artefacto de 20 guilders y 80 por el diario. Y piensen que no solamente hacen esto por el dinero ¡Lo hacen por la ciencia! ¡Por el progreso! ¡Por combatir la ignorancia de las masas! ¡Ese diario y esos artefactos haran avanzar años la investigación arqueologica!

Con cada afirmación la mujer va sofocandose y alzando la voz y la ultima se ve acompañado por un gesto triunfante, puño cerrado al aire y un mechón rebelde cayendole por la frente y todo. En ese momento Martina se da cuenta de ello y se sienta rapidamente recuperando su rigidez y frialdad.

Y no hay más que decir. Ponganse en marcha.

Y vuelve a enfrascarse en la observación del grabado.

Después del discurso de la dama, pienso que la misión no era lo que pensaba, yo me imaginaba ir por zonas poco habitadas buscando piedras o cachibaches, pero no buscar un castillo desaparecido, además con peligro de derrumbe, de encontrarnos carroñeros y aparatos que no podrían crear problemas.... lo normal
querida señora tengo un par de preguntas, primero en mi ignorancia creo que no sabré indentificar los artilugios que le puedan hacer falta, así que vq a venir alguien con nosotros con esos conocimientos, por que su manera de hablar me indica que no nos acompañará
Dos podríamos llegar a un acuerdo y si encontraramos algún artefacto que nis ayudase en nuestra venganza, podriamos quedarnoslo y después de ello devolverselo?

Martina arruga la nariz ante solo la mención de acompañaros Entienda monsieur Belain que resultaría impropio que una mujer de mi condición se rebajase a andar entre ruinas polvorientas correteando como una lagartija. ¡Mucho he echo ya con esta expedición a tierras papistas! Suelta un pequeño bufido Identificar un artefacto syrneth debería resultar posible incluso para personas de cultura limitada como ustedes, busquen cualesquiera objetos que resulten soprendentes y extraños. No lo duden los reconoceran cuando los vean. Y en cualquier caso si como me temo han llegado cazadores de tesoros será aun más sencillo, arrebatenles lo que sea que hayan rapiñado.

Toma aire y su mirada se pasea por vuestros rostros En cuanto a su segunda petición debo denegarsela. La ciencia y el conocimiento no pueden detenerse por causa de venganzas personales. ¡Actuen racionalmente! En cualquier caso para eliminar cualquier tentación subo a 30 guilders la recompensa por artefacto. Además ya conozco a los mercenarios de su calaña, sientanse libres de quedarse con cualquier objeto mundano que puedan rapiñar.

Rodirgo escuchó atentamente las explicaciones de la dama. Sonriendo de vez en cuando ante las condescendencias de la mujer.

Esta gente del gremio de exploradores se creen los únicos con conocimientos del mundo. Pero luego bien que necesitan msculos para realizar sus tareas.

Bueno. Seguramente sabréis que no todos los endiablados artefactos Syrneth tienen aspectos extraños. Algunos parecen simples objetos cotidianos. Así que la pregunta de Pierre no es nada descabellada.
Ahora bien. Creía que tan solo el Gremio de exploradores eran lo suficientemente locos para buscar esas cosas. ¿Cómo es que tenéis competidores? ¿Sabéis quienes son?

Yo no tengo ningún inconveniente en realizar la misión, sobretodo con el segundo acuerdo de precios que habéis dicho. Pero me gustaría añadir algo.
Si no volviésemos os ruego que cuidéis del chico. Lo ha pasado mal. Ha perdido el único hogar que ha conocido y su mundo se ha vuelto del revés.

Juntando las yemas de los dedos y recupera la actitud conspiradora

Deben esperar a la chusma habitual. Hombres y mujeres sin ningún respeto por la historia que desean malvender los artefactos a cualquier colecccionista de sangre azul ávido de curiosidades que enseñar en sus cenas y festejos. O incluso canallas peores pues hasta Kirk han llegado rumores de que el principe Cagliari un rico principe mercader vodaccio ha desarrollado un interés malsano por los artefactos syrneth.

En cuanto a aquellos artefactos que pueden esperar a encontrar solamente puedo ofrecerles pistas y conjeturas. Hace una seña a la criada quien esta de pie con expresión ausenten en un rincón del camarote. Anaïs, traeme la caja dorada.

La criada abandona el camarote y vuelve al cabo de un par de minutos con una caja dorada fabricada en algun extraño metal y cubierta de relieves de formas geometricas. Aunque la caja apenas mide unos veinte por treinta centimetros el ruido que hace cuando la deja sobre la mesa indica que es extrañamente pesada. Martina apoya la mano sobre la misma y os mira de forma desafiante.

Lo que verán ahora es otra muestra mas de los avances técnios de los antiguos syrneth. Y tomando un plumín se hace un pequeño pinchazo en la yema del dedo y deja caer una gota de sangre en la caja. Esta parece cobrar vida y los relieves empiezas a moverse revelando resortes ocultos. Al cabo de unos segundos la tapa de la caja se despliega revelando su interior. Con la mano sana Martina extrae lo que parece un folio amarilleado por los años conservado entre dos finas láminas de cristal. Esta es la última carta escrita por Carlo III en ella hace inventario de los artefactos que posee a un posible comprador. Tratenla con cuidad, los Exploradores han trabajado duramente para obtenerla. Y es la única copia existente.

Os la tiende para que la leais.

y es así querido amigo como llegó a mi posesión. Junto a ese valioso activo poseo muchos otros tesoros que serán de [Aquí la carta es ilegible durante un par de lineas]. En primer lugar un extraño monóculo tallado en lo que parece cristal de roca y con montura de jade. Un curioso broche de plata con la forma de un insecto desconocido. Un porta documentos en marfil cubierto de extraños glifos. Un guantelete [De nuevo la carta es ilegible durante varias lineas debido al paso del tiempo y al mal estado del documento] esto como podrás comprender ha resultado casi tan interesante como el extraño conjunto formado por el globo terraqueo, el cubo y el cetro que mencionaba en mi carta anterior. 

[El resto de la pagina es ilegible o carece de interés]

Álvaro había permanecido callado casi toda la conversación con Martina. Sus compañeros eran más duchos que él en el arte de la oratoria y del ingenio, por lo que ya hacían las preguntas que a él se le pudieran ocurrir varios segundos antes de que él llegara a comenzar a formar la idea en su mente. Estaba distraído observando de reojo a Anaïs en su rincón, algo que disimulaba francamente mal.

Lo más que había llegado a decir era un:

- Trepar… saquear… deshacernos de la competencia… Lo habitual en estos casos, vamos… - más para sí que para aportar algo a la conversación.

También contribuía a que estuviera absorto el hecho de intentar calcular de cabeza cuanto era lo que Martina les ofrecía y si resultaba una empresa realmente ventajosa. No es que tuvieran mucho donde elegir para ganar dinero, pero le gustaría saber como de lucrativa iba a ser. Parecía haber llegado a un resultado satisfactorio tras bastante cavilar al respecto, algo que sus compañeros pudieron notar pues durante el tiempo que había estado concentrado en las matemáticas se había olvidado de mirar a Anaïs; claramente no era hombre que pudiera tener dos cosas en la cabeza a la vez.

Abrió mucho los ojos al ver la “magia” de la caja al caer la gota. Se acercó hasta la página, más por curiosidad que por otra cosa. Quizás con suerte se acordaría de algunos elementos de la lista una vez estuvieran en el castillo.

Veo que Rodrigo a hecho las preguntas a decuadas pero sigue sin decirnos si se hará cargo del mancebo

Una cosa más madam, los mercenarios que inicialmente contrato sabían toda la información de este encargo y podríamos encontrarnoslos por aqui o algun otro historiador conocido suyo que supiese algo de su tarea por estas islas perdidas?

Martina niega vehemente con la cabeza

Los mercenarios originalmente contratados desconocían completamente los detalles de la expedición igual que ustedes los desconocían hasta hace unos minutos. Por lo demás aunque la aparición de las ruinas no es un secreto pocos enteinden su significancia y aun menos se habrán movido con mi diligencia. Solamente espero, en el peor de los casos, la presencia de Cagliari y aun así esta es dudosa excepto en la peor circunstancia.

Y finalmente os espeta lo siguiente

Espero que tanta pregunta no sea signo de una deficiente fuerza moral señores. Así que les recomiendo ponerse en marcha cuando antes. 

Uno no va a la guerra, o a un encargo peligroso, sin conocer a su adversario. A menos que sea un iluso o un inconsciente. Y ninguno de nosotros lo somos.

Como ya he dicho me comprometo a ir. Pero sólo si acepta las condiciones sobre el muchacho. Si no, me da a mi que le va a ser dificil encontrar a otro grupo de aguerridos y apuestos soldados capaces de salir con vida de ésta misión.

Rodrigo sonrie ampliamente mientras comenta esto último. Sabe que la mujer no tiene opción. Pero quiere oírselo decir. Más que nada para saber si va a cumplir su parte o pretende engañarlos.

La mujer se encoge de hombros. No tiene elección y lo sabe y lo que le pediis no parece costarle demasiado Tienen mi palabra de erudita, si ustedes no vuelven el muchacho vendrá conmigo a Kirk donde lo dejaré al cuidado de mi hermano para que aprenda el oficio de contable. Y ahora si ya hemos concluido nuestro contrato salgan de mi despacho y cumplan con su deber.

Y hace un gesto a Anaïs para que abra la puerta. La muchacha obedece, la via está abierta. De nuevo a la aventura.

Nos alejamos de ese camarote, para que la dama con unos modales de tabernera, no entrase en cólera y acabase acordandonos de nuestras santas madres.
buenos señores creo que es hora de empezar nuestro camino, cojamos mochilas para traer los artefactos y todo aquello útil que encontremos y comprobemos que llevamos todo lo necesario
Cojo las cuatro pistolas, la espada y el maingauche, he aprovechado la ropa que encontramos en la habitación para usarla como vendaje, además de varios botecitos con agua salada que mejor desifectante que ese no hay, un par de agujas e hilo para cerrar las heridas, cojo una cuerda, que en el barco habrá de sobra, una antorcha y una mochila para guardar lo que encontremos, creo que ahora estamos para todo

Saliis todos a cubierta tras pasar por el camarote a recoger vuestras pertenencias o a rapiñar algunos objetos del equipaje de los mercenarios que no lograron llegar. Cuando saliis podeis ver que l'Aventurero ha amarrado entre las dos islas. Una de ellas no tiene mucho interés más allá de las paredes de roca vertical. La otra por el contrario tiene tres elementos que os llaman la atención.

En primer lugar podeis ver lo que parece ser una ruinos fortaleza de tres plantas excavada precariamente en la misma roca. Adivinais ventanas, pasillos con las paredes derrumbadas y puertas que dan ahora al avismo. Todo el conjunto parece inestable y a punto de desprenderse del acantilado y os preguntais con que fuerzas debió jugar Carlo III Falisci para sepultar la fortaleza en la misma roca.

En segundo lugar veis lo que parecen ser una escaleras, talladas en el mismo precipicio que descienden sinuosas hasta el agua. Aún así ya veis que hay tramos derruidos así como que la ascensión será peligrosa cuando no suicida. Aún así esforzando los ojos podeis ver cuerdas, al parecer alguien ha subido por ahí no hace mucho.

Y en tercer lugar mientras vuestros ojos descienden por las escaleras incrustadas en la roca llegais al nivel del agua y veis una goleta amarrada al pie del desfiladero. Podeis ver figuras correteando por cubierta y os parece que la nave se está separando del acantilado y se dirije hacía vosotros.
 

Voy escuchando la conversación, asientiendo casi la mayoría de veces, alunas por que estaba de acuerdo, otras por que apenas entendía nada.

Pero lo importante es que era un buena misión, con una buena paga y poco riesgo de lucha real con hombres realmente entrenados, un inicio para recuperar la gloria de la familia.

Gente acercarse, cuidado tener.

Dig observando el barco que se acerca, rozando la empuñadura de mi arma.

Rodrigo asiente a las palabras de Alvaro, pues está más que de acuerdo con él. Y una vez fuera se dirige al camarote que tiene asignado y se prepara para partir. Cambia su ropa manchada de sangre y suciedad por una algo más limpia. Un chaleco de cuero, unos pantalones nuevos, y sus viejas botas. Ha pasado mucho con ellas y sabe que le servirán bien. Su fiel espada al cinto. Recarga la pistola normal, y logra encontrar cuerda lo suficientemente fina como para cargar la pistola garfio. Nunca se sabe cuando se puede necesitar.
En una mochila echa un par de velas, yesca y pedernal, una antorcha y un espejo pequeño y pulido que milagrosamente no se ha roto. Su juego de dados de la suerte también está intacto, aunque eso lo lleva en un saquito dentro del chaleco. La capa no iba a hacer más que molestar así que la dejó.

Con sumo cuidado desplegó el blasón de la compañia del Toisón. Lo cepilló un poco y lo volvió a doblar con igual cuidado. Después de mirar por el camarote acabó dejandolo debajo de la madera que hacía de cama. Por si acaso.

Estaba listo. Y justo a tiempo al parecer, pues iban a tener compañia en breve. Las cuerdas que vieron era un indicativo que no eran los primeros en llegar. Y la goleta que se dirigía a ellos lo confirmaban.

Bueno. Parece ser que nos acercaremos a esa isla en goleta en lugar de en nuestro bajel. ¿Listos para realizar un abordaje compañeros?
 

Álvaro terminó de acuchillar su camisa ensangrentada del conflicto con los Perros para hacer con ella vendas que Pierre pudiera aplicarles en caso de recibir más cuchilladas como hacía pocos días. Dejó él también su capa, pues bien pudiera enredarse en algún lugar durante la exploración o estorbarle para trepar por las cuerdas u otros sitios. La cuerda y un par de ganchos se presentaban como imprescindibles para él. La brújula parecía una buena idea también para no perder la dirección al orientarse dentro de la piedra donde no tendrían el sol para tomar una referencia. La linterna y la lámpara de aceite serían útiles para ver en la oscuridad, además de las antorchas en un peor caso. ¿Silbato? ¿Por qué no? Podía ser de utilidad en caso para dar su ubicación a sus compañeros en caso de separarse y ocupaba poco espacio. El catalejo por supuesto. La lima y el espejo pequeño… quizás no fuesen tan útiles a priori, pero nunca se sabía y ocupaba poco… y sí, quizás… mejor no pensar en ello, pero, ¿y sí se quedaban atrapados unos días por algún desprendimiento? Las provisiones saladas podrían darles alimento un par de días a todos, quizás tres si las racionaban. Por supuesto, las dos pistolas estaban fuera de toda duda. A veces eran necesarias, así como plomo y pólvora, siempre útil para abrir huecos, y su medidor, claro. Colgó los dos cuchillos en su sitio, y las dos espadas, Victoria y Almudena, en sus vainas tras besar sus empuñaduras. Dejó también el sombrero encima de la capa en el camarote y se enfundó las botas y los guantes de cuero; no quería tocar esos malditos cachorros extraños con las manos desnudas y le ayudarían con la escalada por las cuerdas. Bah, venga, también, la piedra de afilar. No ocupaba nada y a saber.

Una vez preparado con su petate en el hombro junto a un par de mochilas vacías, se dispuso con sus compañeros a emprender la nueva aventura.

Asintió a las palabras de Rodrigo.

- Parece que pronto comenzaremos a ganarnos el oro. – sonriendo divertido.

ante la perspectiva de las ruinas y su dificultad para llegar hasta alli di gracias a los años mozos en mi barrio subiendo por las paredes de los edificios, para entrar en viviendas ajenas y coger todo lo que se podía, ay que buenos años y como los echaba de menos.
En ese momento una serie de comentarios de mis compañeros me sacaron de mi ensoñación, había otro barco y nos habían visto
mira que sois mal pensados-digo en tono irónico- seguramente esos señores se habrán perdido y querran alguna indicación mientras de manera disimulada comienzo a acariciar las empuñaduras de mis pistolas