Partida Rol por web

Cementerio de Baltimore, poco antes de las 10:00 p.m.

Ah, me encanta saquear tumbas a media noche-dijo Bill, ajustándose el capuchón.

Se dice profanar. Saqueas una tumba cuando la abres y coges algo de su propietario. Profanas cuando meas en su tumba o coges su cráneo para recitar a Hamlet. Vamos, eso es de primero de Ku Klux Klan, te dan un folleto sobre el tema al alistarte.

Lo dice el que trae la capucha roja... ¿En qué año de carrera kukluskaní se da eso?

Se me destiñó en la lavadora, ¿vale? Son cosas que pasan. Por lo menos yo no la llevo de color negro negrata.

Vale, genio... Vamos de incógnito, en plena noche. ¿Qué color va a pasar más desapercibido?

El blanco, si es en un barrio blanco. Jejejeje...

 ¡Cállate, Jerry!

¡Callaos los tres!-dijo una cuarta voz, enfocándoles con la linterna-. Es aquí... la tumba de Freddie Gray. Traed las palas. Empezad a excavar.

Las palas se dieron prisa. Un relámpago surgió del cielo, seguido de un trueno y un "está vivoooo" en la lejanía. Una noche cualquiera en el cementerio, salvo porque Lestat, esa vez, había traído consigo un libro.

Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn...

Eh, jefe... ¿Seguro que eso que está leyendo es una biblia? No suena muy católico...

Cállate, Jerry. ¡Claro que es una biblia! No lo entiendes porque está en latín, el idioma de Jesús. Vamos a darle sacramento a ese negrata impío ateo de Freddie Gray. Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu...

Entrada a Baltimore, justo a las 10:00 p.m.

¿Cómo podían haber tardado una hora en coche desde New Jersey a Baltimore? Tenían la próstata del viejo Tankman a punto de explotar, y no es que los demás no tuvieran ganas (de mear, no de que a Tankman le explotara la vejiga). Pararon al lado de una cafetería y dieron unos minutos al chino para que sacara de dentro todo lo que tenía.

¿No era un poco extraño? Las calles de Baltimore estaban vacías: ni transeúntes ni vehículos. Incluso la cafetería, vista desde fuera, estaba vacía. Cuando Tankman entró en los baños, escuchó un ruido inquietante detrás de la puerta de uno de los retretes...

Plok. Plok. Plok. Plok.

Al hacer ese alto en el camino en Baltimore, el Rey Ezekiel no pudo menos que echar un vistazo a su alrededor, intentando encontrar a posibles hermanos a lo largo de la calle. Baltimore era una ciudad en la que había muchos hermanos, algunos de ellos muy combativos socialmente. Se extrañó de ver esas calles tan vacías, pero se encogió de hombros y no le dio muchas más vueltas.

Después se aproximó a la pequeña Greta Thunberg, poniendo una negra mano sobre el hombro de la muchacha, antes de disponerse a decirle unas gentiles palabras.

-Lady Thunberg, habéis mostrado un gran talento al volante de ese vehículo -aseveró el afroamericano, volviendo a adoptar su tono shakespiriano-. Por vuestra hazaña contra ese par de botarates, yo, el Rey Ezekiel, te nombro Caballera de la Orden de Shiva.

El Rey Ezekiel no tenía una espada con la que tocarle los hombros a Greta, por lo que utilizó su escudo para posarlo sobre uno de los hombros de la adolescente autista y luego lo posó en el otro, como si fuese un rey medieval nombrando caballero a uno de sus hombres de armas.

Tankman estaba vaciando su Tank en el retrete porque el urinario de la pared estaba demasiado alto para él cuando escuchó un inquietante sonido en una de las cabinas.

Quería ir a comprobar qué era lo que originaba aquel sonido, pero él estaba inmerso en su propia generación de sonidos.

*Fssssssssssssssss*

*Grogrogloglogroglogro"

"Prrrrrrt"

Al acabar su sinfonía biológica, se aproximó a la puerta.

Hola amigo. Palecel que tú si tenel veldadelo ploblema de plóstata. ¡jiji! ¿Habel dejado glifo abielto? ¡jiji!...

Ante el silencio por respuesta añadió.

Paz inteliol. Eh, amigo ¿estal bien?

Llamó a la puerta del retrete y la empujó para abrirla.

Luego de estar en la furgo-batidora durante una hora, creo que hasta las hormonas se te revolucionan y el género se torna fluido. Ah, pero eso no iba por ahí y cuando al fin paramos porque el señor asiático necesita hacer pipí, me quedo allí estirando un poco el cuerpo. ¡Qué bien me vendría un poco de yoga! 

Pero ahora mismo contamos con una heroína de serie, nos ha salvado el pellejo y el loquito de las rastas oficia la ceremonia para convertirla en Lady no sé. Vaya esto se está convirtiendo en la mesa redonda del Rey Arturo. Como mola las idas de ollas en esta furgoneta, así que me acerco a los que la auspician y observo atentamente mientras el viejo le da uso a la próstata. 

—Llevar gente mayor trae sus consecuencias. 

Greta aparcó la furgoneta en una plaza de parking. Le sorprendió que no hubiera ningún otro coche aparcado, pero de igual forma le sorprendió que no hubieran enchufes para poder cargar la batería de su vehículo. Eran esos inevitables con los que tenía que lidiar aunque le resultaran incomprensibles. Bajó, respiró el puro aire contaminado de Baltimore, y sus ojos se achinaron algo más aún cuando vio al chino casi correr hacia la cafetería bajo el imperio de su próstata.

-Viejos -murmuró en lo que pareció un insulto.

Miró en derredor. Ni una persona, ni un coche circulando, nada de voces... Estaba a punto de llegar a la conclusión de que un ritual de res..., cuando alguien le puso una zarpa encima desbaratando toda su reflexión y llevándola a la destructora de recuerdos. Giró la cabeza lentamente, la alzó en un ángulo de 45º y cuando, en medio del silencio de la noche, abrió la boca pareciendo que iba a vomitar puré de guisante sobre Ezequiel, se limitó a decir siniestramente.

-Tú eres muy tonto, ¿verdad? No, no respondas, la pregunta era retórica.

Empezaba a ponerse nerviosa. El viejo tardaba más de lo esperado y para mear tampoco hacía falta mucho tiempo y menos si se era un hombre. Cerró los ojos, se puso un dedo en la sien y pareció concentrarse.

Mensaje telepático a Tankman.

-A ver, Paz Inteliol. ¿Has meado ya o todavía estás sacudiendo las últimas gotas? Ven ya o nos largamos sin ti.

The Unknow Rebel, alias Theo para los amigos, vació su vejiga en una didáctica historia que podría titularse Theo va al baño. Atraído por los ruidos tras la puerta del retrete, acercó la mano para abrir, despacio y con música ambiental de peli de terror de fondo. Miró hacia arriba y la música paró. Cuando se centró en la puerta, la música volvió. Retiró la mano y se hizo el silencio. Mano sí, música sí. Música no. Música sí. Se dio la vuelta y vio en el espejo una figura aterradora: un cuarteto de cuerda. Cuando se vieron descubiertos, recogieron sus instrumentos y se marcharon de allí por su lado del espejo. Sin más abrió la puerta. Dentro había un hombre gordo sentado en el retrete. Tenía un aspecto saludable, salvo por sus tripas abiertas. De hecho, el sonido que escuchó Tankman lo producían diversos órganos vitales desprendiéndose del cadáver al agua del inodoro.

Entonces Tankman escuchó una voz en la cabeza...

 A ver, Paz Inteliol. ¿Has meado ya o todavía estás sacudiendo las últimas gotas? Ven ya o nos largamos sin ti.

Mientras, en el exterior...

¡PONK!

El súbito golpe de una mano en el cristal de la furgo sobresaltó a los del interior como un espectador de la peli Titanic viendo la escena tórrida del coche. ¡Había alguien fuera! Además de Carola.

¡¿Hola?!-dijo el recién llegado, vistiendo un capirote blanco al más puro estilo del KKK de los inofensivos nazarenos de las procesiones en España-. ¡Me llamo Jerry! ¡¿Podéis llevarme?! Este sitio no es seguro, tenemos que irnos a un lugar tranquilo y, a poder ser, de algún estado confederado.

¡AAAAAAAAH!-gritó Jerry al ver al Rey Ezequiel-¡UN NEGROOOO!

Señolita Lica, ¿me oil? Plobando, plobando. Un, dos, tles, catolce. ¿Tu oil? No sabel si esto pillal cobeltula... ¿Il pol 5g?

Pala tu infolmación, se ve que las tlipas al caelse sonal como glifo abielto. Señol goldo se escule pol watel litelalmente. Su paz inteliol sel ahola paz exteliol. Yo cleel que nosotlos debel salil de aquí cagando litchis.

Mientras Tankman pensaba aquello, se había propuesto poner en práctica su propio pensamiento, así que ya estaba atravesando la sala de la cafetería desde el baño y a todo correr cuando se dio cuenta de algo.

Un momento. Esta cafetelia sel clalamente un dibujo. Un cuadlo. ¡Yo habel visto misma escena en los Simpsons!

Y terminó de salir corriendo

El Rey Ezekiel fulminó a Greta Thunberg con la mirada e hizo algo que cualquier estadounidense votante de Trump habría apoyado: abofeteó a la adolescente con TOC con la mano abierta.

-Callad, vil escudera. Respetaréis a vuestro Rey -le espetó, con frialdad, sin cambiar su tono teatral.

En ese momento, Ezekiel se percató de la presencia del individuo que llevaba un capirote blanco similar a los que utilizaban en el KKK. Aunque no le dio importancia. Eran sus costumbres y había que respetarlas. Además, se llamaba Jerry...

-Siempre quise tener un mayordomo que se llamara Jerry -comentó, en voz más alta de lo que hubiera querido-. ¡Abridle la puerta! -le gritó a sus compañeros, no queriendo dejar al racista a merced de esa ciudad sin habitante-. ¡Sí, Jerry! ¡Soy negro! ¿Mas no era negro Pelé, el más grande jugador de balompié de todos los tiempos? -le dijo, en tono educado, abriendo la puerta al racista para que entrase.