Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo V

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12/01/2010, 20:12

Después de que Elizabeth salga y Edmund tras ella, se encuentran a Francis hablando con un hombre que está al mando de un espléndido carruaje tirado por cuatro caballos de buen porte y estatura. Por las ropas del hombre se trata de un criado, y Sir Spencer está hablando con él. Entonces nota los demás y, girándose hacia ellos, con todos los modales de su rango, les explica:

-Señores y damas, no hay necesidad de preocupar vuestros rostros. Nuestro criado aquí me ha explicado que Collins está a salvo, se reunirá con nosotros con prontitud y mientras esperamos su retorno, os pido amablemente que comenceís a cargar vuestras cosas en los carruajes.

Edmund, que estaba atendiendo lo que se decía con total atención, y aún sosteniendo el atizador en la mano, notó que había no un carruaje sino tres. Todos igual de magníficos, con criados y choferes adelante y algunas mucamas que bajaban desde atrás para ayudar a las damas con la tarea de prepararse para el viaje. Susanne, desde el porche vió todo y también escuchó las palabras del sir, quien se encontraba muy a gusto sabiendo que la pesadilla había terminado, o al menos eso parecía. Anabel, junto a ella, también notó que el amanecer comenzaba a despuntar. Ya eran cerca de las cinco y media de la mañana y los rayos de sol comenzaban a ganar la batalla contra la oscuridad.

Francis siguió su charla con el criado que estaba junto al chofer del primer carruaje, se lo notaba ensimismado en la conversación.

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12/01/2010, 20:27

Avon lentamente abrió los ojos. Estaba recostado en un sofá, sentado cerca había un sacerdote; era el padre Thomas quien se había quedado dormido. A su izquierda, en una silla, también dormitaba el ruso Varsatof pero los rayos del día que comenzaban a inundar la estancia, le hicieron abrir los ojos y desperezarse. Las chicas estaban en el porche, o eso se veía desde la ventana. También se notaba a un carruaje al menos, parado afuera, esperando. No había ni señales de la enorme bestia peluda, lo que era un alivio para absolutamente todos en el cuarto.

Edmund también había salido y estaba junto a Sir Spencer, cerca del carruaje. En este momento, por ende, la habitación estaba solamente ocupada por los tres hombres: Thomas, Avon y Alexander.

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12/01/2010, 20:31

Eran las cinco y media de la mañana. El sol comenzaba a pintar el cielo de colores más claros. Mary Anne, Claire, Jean y Byron llegaron a la mansión de las Hancock. Ni bien Claire abrió la puerta, la percherona Louisa salió a su encuentro y la abrazó en medio de un mar de lágrimas.

-OHhhhhhhh...ohhhhhhh mi Dios, alabado sea el señor que las trae con vidaa!!!

La otra percherona, Felicia, se quedó parada junto a la escalera. No era una mujer tan demostrativa, pero la única lágrima que rodaba por sus mejillas, daba a entender con plenitud su agradecimiento.

Claire trataba de separarse de Louisa, que no dejaba de aprisionarla, entonces la mujer notó a Byron. El hombre había sido no sólo responsable de ir a buscar a las chicas sino que había salvado la vida de la percherona.

-OOOOOOOOOOOHHHHHHhhhhhhh señooooooooooor, Dios lo salveee!! -dijo la mujer y se dedicó esta vez a abrazar a Byron mientras Mary Anne y Jean observaban la escena divertidos. Claire trataba de secar su vestido, lleno de lágrimas.

Felicia dijo:

-Señores si quieren pasar. Louisa, por favor, deja pasar a los señores a la sala. Preparemos algo caliente.

Notas de juego

Byron, yo asumí que tú también las acompañabas, al ser tu casa tan cercana. Si por alguna razón quieres que modifique el post, me lo haces saber. Bsos.

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12/01/2010, 20:41

Eran las cinco y media de la mañana. El sol comenzaba a pintar el cielo de colores más claros. Patrick galopaba con fuerza ya que los bríos renovados lo apuraban a la casa de las Cornwell. Como si fuera vaticino de un mejor día, la lluvia había dejado de caer sobre Windfield, quizá llevándose los malos recuerdos. Cerca suyo cabalgaba uno de los criados, llamado Stan. Stan le había informado a Collins que tres carruajes en total habían sido enviados, con sus respectivos choferes, criados y algunas mucamas también. La idea era ayudar a las Cornwell a cargar todo el equipaje que necesitaran de una vez.

Patrick seguía pensando en todo lo que había sucedido mientras los cascos hacían eco sordo sobre la tierra. Y entonces... a lo lejos, divisó la pequeña casa. Spencer estaba cerca de uno de los carruajes y las chicas esperaban en el porche. Todavía nadie le había visto.

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12/01/2010, 20:53
Ethan Byron

  Gustoso acompañé a las Señoritas Hancock hasta su hogar, no era para menos, se escudaría si alguien preguntaba diciendo que su casa apenas distaba unos metros de la suya, y por mera coincidencia o quizás educación era obvio que la trayectoría era sumamente lógica. Por otra parte había olvidado por completo a Lousa, la que ahora tomaremos por una amable mujer que tratar de agradecer algo que no tendría porqué, no por desmerecimiento sino porque aquello Byron lo encontraba completamente fuera de lugar.

  Ethan dibujó una sonrisa sumisa en su rostro, circunstancial, como quería que se entendiese su presencia allí, y con los brazos extendidos, bajo los de Louisa acabó por dar un par de palmadas con su diestra sobre su espalda.

  - Está bien, está bien. No hay nada que lamentar, todos estamos contentos por eso. - Dijo debatiendose entre un tono amable y sarcástico, ambiguo por naturaleza en un rostro que rebosaba satisfacción y también cierta timidez al contacto físico, estaba pálido, cualquiera lo estaría después de haber dormido tan mal aquellas noches o no haber podido concebir el suelo. No había duda de que los brazos de Morfeo recogería pronto al Lord en un buen lecho caliente donde poder olvidar las criaturas infernal y la condena de la que se había librado, bien por maña al acercarse al inocente, por suerte ante la aparición de de sus rescatadores o por haberse arrepentido.

  Dicho arrepentimiento, ni que decir tiene, era lo que había forjado a aquel nuevo Byron que no hizo ningún gesto desagradable para ahuyentar a la asfixiante Louisa, y quizás, parte de ello, había conseguido que sus ojos, para nada tímidos en ese aspecto, observasen directamente con su mirada las piedras preciosas que Claire, su cabello de hebras lacias de oro, dorado y brillante y su piel blanca y pura, nunca corrompida. Fue una imagen que extremeció al no tan joven Byron en su interior aún cuando su exterior seguía siendo magnificente y de autosuficiencia.

  - No quisiera molestar. - dijo por su parte ante el ofrecimiento, y separandose un poco, tomando cierta distancia, se inclinó ligeramente ante las señoritas Hancock, con la siniestra en la espalda y la diestra cerca del corazón.

  Mas...si insistían se vería obligado a aceptar.

Notas de juego

Conforme, sin duda vengo encantado :)

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12/01/2010, 21:34
Claire Windsor-Hancock

Me quedé de una pieza al ver la actitud de Louisa, no podía entender qué era lo que había sucedido realmente pero algo además de cuidarnos, tendría que haber hecho Byron para que la mujer lo tomara de aquella manera. Lo miré fijamente a los ojos cuando dijo que no quería molestar. Había muchas maneras de decirle que eso era simplemente imposible pero no delante de todo el mundo, además, quizá lo cierto es que después de lo que habíamos pasado, él ya no se sintiera como nos habíamos sentido allá solos y frente a la muerte. Yo no era una niña y aunque tampoco era una mujer en toda la extensión de la palabra, comprendía que debía dejarle elegir, eso era lo más saludable.

-Si, preparen algo bien caliente y algo de comer. Hemos estado toda la noche en vela-ordené.

Luego miré a mi hermana por lo que estaba a punto de hacer y le sonreí con dulzura, no era pidiéndole permiso, ni saltándome su rango por ser la mayor, simplemente era hacer lo que estaba deseando hacer y sin lastimar a nadie. Me paré justo frente a Byron y a Jean, sacudiéndome las últimas lágrimas de Louisa de mi vestido y con voz amable, a pesar del cansancio de la noche anterior me dirigí a ellos.

-Señores ambos son bienvenidos en casa. Es una manera de agradecerles el que nos hayan cuidado. Algo deberían comer y como ya se lo ha dicho mi hermana, señor Lésdiguièrs, es bienvenido en nuestra casa el tiempo que usted lo necesite, mi padre estará encantado...-dejé de mirarle para mirar a Byron directamente a los ojos.-Me encantaría que aceptara quedarse un rato pero entiendo si está demasiado cansado. En todo si lamentablemente decidiera irse espero que nos veamos pronto, Byron.

Di un paso atrás, segura de que me daría una negativa pero no tenía otro modo de pedirle que se quedase un rato más, que me haría bien disfrutar un tiempo más de su compañía; bajé la azulada vista unos instantes y luego volví a levantarla, además del cansancio se notaba claramente un dejo de tristeza. Por un momento de locura, deseaba estar en el medio de la nada siendo acechada por un animal salvaje pero sostenida de su mano.

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12/01/2010, 22:44
Edmund Banks

Edmund baja el atizador sorprendido ante los carruajes, y comprendiendo que ha sido alarmista nada más. Se gira hacia Elizabeth:

- Vaya... parece que no había problemas. Me alegro, sobre todo al ver que usted ha salido corriendo también señorita Elizabeth. Parece que se mudan a la casa del señor Francis... Probablemente estén allí más seguras. 

Sonrie a la joven, y luego mira en dirección a Anabel y Sussanne, acercándose a ellas con andares pausados.

- Han venido para llevarlas a la casa del señor Francis. Probablemente ya han oido que el señor Collins se encuentra perfectamente, y que se reunirá con ustedes en cuanto pueda.

Se queda pensativo mirando a los carruajes, y a las chicas.

- Bueno... han traido mucamas para ayudarlas a empaquetar sus cosas. De todas formas, cualquier cosa que necesiten, no tienen más que decirlo.

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13/01/2010, 13:30
Susanne Cornwell

Susanne respiró aliviada cuando el señor Banks confirmó que aquellos eran los carruajes de Lord Heddington y que Patrick había llegado con bien hasta la mansión, mas su semblante no alcanzó a mostrarse relajado pues, tras oír las palabras que siguieron, comprendió que en cierto modo tan amable señor se estaba despidiendo.

-¿Y a dónde irá usted señor Banks? -preguntó- Son tres carruajes los que han llegado, nosotras viajaremos en uno y las pocas pertenencias que poseemos caben perfectamente en el mismo. ¿Para qué cree usted que van haber enviado los otros dos? Quizás uno para que sea usado exclusivamente por Lord Heddington ¿pero y el otro? Es obvio que el otro es para que el padre Thomas, el señor Varsatof y por supuesto usted lo utilicen... ¿Acaso cree que después de todo lo que ha pasado va a quedar abandonado a su suerte?

No dijo más, pero miró a su hermana mayor esperando que ella dijese o hiciese algo que reafirmara o en su defecto refutara lo por ella dicho.

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13/01/2010, 16:13
Anabel Cornwell

Anabel suspiró hondamente al distinguir los tres carruajes y después incluso rió por lo bajo al percatarse de que todos se habían comportado con excesiva preocupación. El alba ya estaba llegando y con ella parecía que empezaban a despuntar las primeras buenas noticias, ¡al fin!.
Se acercó al lugar donde sus hermanas y Banks conversaban, no dijo nada a la pequeña Liz pero su mirada a modo de reproche fue suficiente.

-Buena observación, Susie- afirmó tras lo dicho por su hermana con convencimiento y un toque de buen humor -No estoy segura de si también serán invitados a su mansión hasta estar seguros de haber quedado fuera de peligro... pero estoy convencida que cómo mínimo les llevarán a donde ustedes estimen oportuno. Además, tampoco aceptaríamos marcharnos de aquí si no fuera así, ¿verdad?- dijo esto último a sus hermanas. Las conocía tan bien como a sí misma, las tres Cornwell tenían una personalidad poco habitual en las chicas de ciudad o bien asentadas pero apropiada para una campiña en la que debían desenvolverse solas sin la ayuda de hombres que las mantuvieran, y ahora más que nunca.

-En fin, será mejor que nos pongamos en marcha...- miró alrededor sintiéndose un poco extraña y después se acercó más a Sue -No me entusiasma demasiado que trabajen por mí pero supongo que por una vez que descansemos tampoco estará mal- le guiñó un ojo y después volvió a su humilde morada acompañada de una sirvienta que la ayudaba a reunir y empaquetar algunos vestidos y escasas pertenencias más.

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13/01/2010, 18:20
Edmund Banks

- Se lo agradezco señorita Susanne, pero no creo que deba importunar con mi presencia. -

Sus ojos pasan ligeramente sobre la revoltosa Elizabeth y se posan cansados sobre Anabel, con una expresión cansada.

- Sin embargo, no creo que la invitación sea extensiva, y aunque agradezco su preocupación, Susanne, no necesito que me lleven a ningún sitio. Volveré a la ciudad, aprovechando que ya ha amanecido, y buscaré trabajo que era mi objetivo inicial. A la iglesia fui por ustedes, nada más, y me quedé por el mismo motivo. Pero- alza las manos encogiéndose de hombros con gesto despreocupado- el señor Francis se basta para ocuparse de todas ustedes. Asi que lo que procede es que me vaya.

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13/01/2010, 22:23
Patrick Collins
Sólo para el director

El amanecer se mostraba precioso, y Patrick disfrutó de él mientras cabalgaba, sintiendo el viento en su pelo y notando el fresco de la mañana, con las hojas llenas de rocío por doquier. Había que admitir que aquella tierra, Winfield, era de una belleza sin par. A veces, se giraba para mirar al criado, cerciorándose de que estuviera bien. Hay ciertas personas que no toleran tanto la falta de sueño, y no era menester que cayera del caballo. Eso solía provocar heridas bastante graves.

Entonces, vió a lo lejos los carruajes, y a las hermanas Cornwell. No pudo evitar pensar en ella, en lo cerca que estaba de volver a verla. Todo eso no era por su señor, ni siquiera por sus hermanas. Todo eso era por ella. No quería verla encerrada, aislada. Pero, sobretodo, no quería verla lejos de él. No mientras viviera el resto de su vida.

El hombre que había vencido al malvado hombre-lobo Vintheville, ahora sentía vergüenza al pensar que le diría, como reaccionaría. Se sentía torpe y poco capacitado para ese tipo de cosas. Lo que había hecho esa misma noche, la vigilia, la larga marcha a campo traviesa, el combate y la cabalgata, se le antojaba fácil en comparación. Pensó en que dirían sus hermanas sobre su marcha presurosa en mitad de la noche, y por un momento quiso dar la vuelta y cabalgar lejos de allí. Inconscientemente, habría frenado el caballo, y este agredeció el descanso.

Miró al criado, que le observaba con una mezcla entre respeto y admiración. Sin duda, aquellos sucesos habían hecho ser mejor considerado entre los que los habían presenciado. Pero su mirada le recordó algo fundamental: tenía que centrarse en lo simple. Y en ese momento, lo que debía hacer era reencontrarse con ella, y procurar que todos salieran de allí. Luego, tendría que descansar un rato.

-Son ellos -dijo, señalando con el mentón- Vamos.

Picó espuelas de nuevo, acercándose a la casa con el corcel.

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14/01/2010, 08:27
Alexander Varsatof

El ruso se frotaba aun los ojos cuando Anabel entro, le sonrío

-Veo que esta larga noche finalmente esta llegando a su fin, valga la redundancia

Agranda un poco mas su sonrisa

-Cuando el sol salga le prometo que me iré señorita Anabel siento que ya hemos abusado de su hospitalidad, muchísimas gracias por acogerme esta noche tan… especial

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15/01/2010, 13:56
Jean Antoine Lésdiguièrs

La reacción de la pecherona fue gratificante, tal vez algo excesiva, pero ella no tenía que esconder sus sentimientos detrás de los buenos modales como hacían casi todos los que nos rodeaban. Cuanto echaba de menos la simpleza de las oscuras calles parisinas. Viajé buscando escapar de ellas y ahora las añoro, no deja de tener cierta gracia el asunto.

Estaba cansado y deseoso de agarrar la mullida cama que me ofrecían, ansioso por tener esos maravillosos instantes antes de que el sueño te venza, en los que toda la realidad se va desvaneciendo, triste deseo para algunos. Divagar siempre ha sido una de mis aficiones preferidas, pero desgraciadamente, la propia vida se opone a ello con demasiada vehemencia, e incluso es mi cuerpo quien me avisa de que sus necesidades son lo primero.

No pude reprimir la sonrisa que me produjo  el abrazo entre aquella mujer y el refinado noble de admirable comportamiento, no sabía bien que pensar de aquel que coqueteaba de manera extraña con la joven Claire incluso en momentos tensos, aunque algunos opinan que cuando el peligro acecha, gran parte de nuestras reprimidas inhibiciones, afloran a la realidad.

Miré a Mary Ann unos instantes, sin perder el gesto divertido, acercándose un poco a ella, aprovechando que la atención se fijaba en el más notable de los allí presentes, Agradezco sus anteriores palabras, pero no debe usted mentirme, si fuera por mi valor, seguramente no sería de una agradable bebida caliente de lo que estaríamos hablando seguía con la media sonrisa acompañando a susurro, ligeramente inclinado para poder hablarle con la adecuada discreción conozco mis defectos, pero usted aún no conoce mis virtudes señorita Hancock fue en ese momento cuando me retiré hacia atrás. La valentía estaba bien, para aquellos que estaban preparados para ella, como un hombre sabio dijo, los cementerios están llenos de héroes. Los vivos podían seguir disfrutando de otros placeres diferentes a las alabanzas.

Volví a fijarme en la más pequeña de las hermanas, asintiendo con la cabeza a su invitación, no me apetecía volver a una habitación alquilada que no tenía con que pagar.

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15/01/2010, 13:44
Susanne Cornwell

-Su presencia no es importuna, señor Banks -dijo a éste tras el comentario de su hermana mayor justo en el momento en que ella ingresaba otra vez a la casa-, lamento que no podamos ofrecerle nuestra casa para quedarse porque no es segura, si lo fuera no nos iríamos, pero concédame el favor de que, cuando menos, podamos pedir al señor Heddington lo acerque todo lo posible a la ciudad... Apenas y está amaneciendo, la obscuridad de la noche todavía reina sobre estas tierras. No es seguro, señor Banks, no sabemos si ese... esa cosa sigue acechando. Por favor se lo pido.

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15/01/2010, 15:24
Edmund Banks

- No es mi deseo inquietarla, Susanne, asi que aceptaré la idea de que me acerquen a la ciudad.

Mira afectuosamente a la chica, a la que considera sumamente responsable a pesar de su enfermedad. Desvia su mirada hacia Anabel, con un leve suspiro... maravillosa, sin duda. Luego mira a Elizabeth sonriente, el torbellino, y hacia el interior de la casa, donde aún está el ruso que tan ardientemente se le declaró.

Tonterias de viejo, mirar a la primavera tan de frente.

- ¿Puedo ayudarlas en algo? Se ofrece, mirando a Anabel. No te ilusiones, no tienes nada para ninguna de ellas.

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16/01/2010, 20:36
Elizabeth Cornwell

Había corrido sin saber muy bien a dónde iba ni lo que hacía.
Lo único que tenía presente era que no podía dejar que nadie sufriera más, a la par que sabía que estaba siendo más que imprudente, y que más que ayudar, podría hacer las cosas difíciles para los demás.

Pero no se detuvo, y siguió corriendo.

Por suerte para ella, no ocurrió nada, salvo ver a Francis charlando con un hombre que parecía estar a su servicio. Casi en seguida se sonrojó, consciente de lo tonta que había sido, por lo que redujo la marcha y se quedó a cierta distancia.

Edmund y luego sus hermanas, acudieron allí, y Liz captó inevitablemente la mirada que Anabel le ofrecía, por lo que agachó la cabeza y se quedó a un lado, simplemente escuchando.

Sue intentaba convencer al Sr. Banks que le acercasen en carruaje, y Liz asintió:

-Es cierto, no es bueno ir solo con lo sucedido últimamente...-le ofreció una leve pero dulce sonrisa, acompañada de la frase.

Centrándose luego en lo que al parecer sería inmediato, Liz descubrió que a ella tampoco le hacía mucha gracia tener que trasladarse a la mansión...

Pero entonces... ¿Por qué había actuado de la manera de la que lo había hecho?
Estaba demasiado confundida...

"Será el sueño... Seguro... Una vez haya descansado mejor, se me pasaran todas las tonterías..."

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17/01/2010, 10:23
Anabel Cornwell

-No se preocupe, no ha salido ninguna molestia. Creo que todos estábamos asustados así que la compañía fue agradable- respondió al ruso con claros signos de buen humor a juzgar por su rostro e incluso por el tono más dulcificado de su voz -Los carruajes de Lord Heddington ya han llegado, podrá regresar a su casa en uno de ellos así que será mejor que se prepare- le invitó a ello y después se acercó al sofá en el que Avon permanecía rendido para zarandearle con toda la suavidad que pudo hasta que se despertó.

-Sr. Avon, tenemos que partir, me temo que tendrá que acabar de descansar en su casa...- le sabía mal tener que haberle despertado en ese estado pero no tenía más opciones y además probablemente él dispusiera de sirvientes y unas habitaciones mucho más cómodas de las que cualquier Cornwell pudiera ofrecerle.

Después se giró y descubrió con cierta sorpresa que sus hermanas no parecían tener mucha intención de hacer sus propios equipajes así que emitió un suspiro de resignación y después le hizo gestos a Banks para que se acercara hasta que pudo sujetarse a su brazo.
-Parece ser que mis hermanas tienes muchos pájaros en la cabeza ahora mismo... y además con nombres concretos- sonrió un instante de forma traviesa y condujo al caballero hasta el piso superior -Espero que pueda ayudarnos con esto, tampoco nos llevaremos demasiadas cosas- acompañados de una de las sirvientas del Lord, ambos entraron en la habitación de Anabel y empaquetaron algunos vestidos y una pequeña y sencilla caja de madera de contenido desconocido. Después hicieron lo mismo en la habitación de Sue y Liz intentando no entretenerse demasiado y hacerse sólo con lo más básico. Mantenerse ocupada le hacía olvidarse de a dónde iban, ya que tampoco le hacía demasiada gracia.

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17/01/2010, 12:52
Susanne Cornwell

Susanne observó al señor Banks en silencio. No respondió a su pregunta. No pudo hacerlo porque era consciente que nadie, dadas las circunstancias, sería capaz de hacerlo.

Suspiró y la tristeza volvió a apoderarse de ella. Los ojos se tornaron vidriosos pero lo achacó al frío quitándole hierro al asunto.

Observó el cielo estrellado. Ese cielo que en cuestión de minutos dejaría de estarlo. Podía oírse el trinar de los pájaros saludando el nuevo día, así como los sonidos provenientes del pequeño granero que poseían.

-Los animales –pensó- ¿Quién se hará cargo de ellos?... Los rosales de mamá…

Y los recuerdos agolparon su mente. La imagen de su madre alimentando a las gallinas o bien ocupándose de sus flores. Ellas ayudándola, recolectando huevos frescos o bien ocupándose de sacar a pastar al caballo, el único que poseían.

-¿Usted cree que ella nos perdone? –preguntó con un tono de voz apenas audible- La dejamos allí, sola, en la iglesia… no pudimos darle sepultura –cerró los ojos-… ¿Qué va a pasar con ella? ¿Qué va a pasar con nuestra madre?

El no tenía respuesta para ello y Sue lo sabía, pero necesitaba hablar con alguien acerca de lo que estaba sintiendo, expresar sus temores.

-¿Cuánto tiempo deberemos estar lejos de nuestro hogar? Tengo miedo, señor Banks, estoy aterrada pero no quiero que mis hermanas lo sepan, ellas necesitan verme bien no puedo darles más preocupaciones de las que ya tienen… -la voz de Sue temblaba, parecía a punto de llorar- Tengo que ayudar a mi hermana a guardar las cosas, tenemos que ver las cosas de mamá… no hemos visto nada, hay que organizar la casa, dejarla bien asegurada para que nada pase durante el tiempo que estemos lejos… ¡¡Dios hay que hacer tanto y no nos queda tiempo!!

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17/01/2010, 15:13
Edmund Banks

Edmund pasa un brazo paternalmente sobre los hombros de Sue.

- No tema nada. El señor Collins  y el señor Spencer las cuidarán muy bien. Y sé que su madre no tiene nada que perdonarles. Ella sería la primera en desear que se pusieran a salvo.

Mirando a Anabel, y escuchando sus palabras, con una sonrisa condescendiente Edmund, le dice a Sue:

- Descanse, yo ayudaré a su hermana.

Con pasos decididos, contento de sentirse útil, entra tras Anabel, y la acompañó ayudándola en cuanto ella decía. La miró pensativo un rato:

- Como bien dice, sus hermanas tienen pajaritos con nombre propio en la cabeza, y a ambas este traslado les hará bien. La señorita Susanne, obviamente ve por los ojos del señor Collins, y deseará comprobar que está bien, y o mucho me equivoco o el que ocupa la mente de la joven Elizabeth es el propio señor Spencer... pero a usted parece que no le agrada el traslado, a pesar de saber que es momentaneo. Sé que estoy siendo un entrometido pero... ¿por qué se siente asi?