Partida Rol por web

Los guardias comienzan a alejarse cada vez más del vehículo; el oficial está evidentemente molesto por ser apartado de su posición de autoridad pero, al mismo tiempo, mantiene la distancia.

Es claro que ahora esto es problema de los Astartes, y solo de los Astartes.

Largos minutos pasan, sin novedades; una fina y fria llovizna comienza a espantar a los pocos curiosos que aún se mantienen alrededor.

Un lejano trueno sacude la modorra y ilumina el cielo como una cicatriz. La llovizna no tarda en aumentar su intensidad a la de un verdadero aguacero.

Rennard saca el seguro de su bolter y empieza a vigilar tanto a sus hermanos como al camión.

¿Que hacemos ahora? porque no recuerdo que ninguno de nosotros lleve un lanzallamas.

Arnulf observa el cuerpo atentamente, luego se vuelve hacia sus compañeros, se rasca el muslo por sobre la ropa y las placas de las perneras.

- Seguro que un poco de calor para alegrar el rato no estaría de más, no? Su risa alivio un poco los tensionados nervios.

Los fríos reflectores de la puerta de la ciudad se encienden, bañanado el lugar en duros tonos amarillentos. La lluvia comienza a caer con fuerza.

La Guardia ha habilitado un paso por el costado de la carretera, y los vehículos comienzan a transitar dentro de la ciudad. La gran mayoría de los habitantes os señalan, asombrados, al pasar.

La compañia era grata, ahora solo queda esperar, creo que esto me sobre pasa a mi y a casi todos los que estamos aqui, pero pienso que esto no es cosa de Marines, la guardia imperial esta mas que capacitada para esperar en este sitio sin mayor problema, nosotros deberiamos actuar y buscar los problemas no esperar a que los problemas lleguen a nosotros, pero creo que el pobre Micah ya ha tenido suficiente con migo por hoy, asi que vamos a darle un respiro al menos por ahora. Los compañeros empiezan con bromas, fruto de la desidia y del aburrimiento, unas maquinas como nosotros deberian estar buscando la acción, no lo entiendo:

-Lo mejor que podemos hacer es comprobar el equipo y rezar unas plegarias para que "esto"- señalando con un gesto del a cabeza -no se mueva- sigo en lamisma posición centrado en mirar si "eso" se mueve o no se mueve, el gatillo del Bolter y mi dedo son un uno y el arma no lleva el seguro puesto, tardare 20 segundo en combertir el camión en chatarra para el desguace.

No tengo intención en entablar conversación con los compañeros, cuando me piran mi opinión quizas hasta la de, pero de momento Micah no quiere ni verme y algun lameculos anda en la misma tesitura, la paciencia y el silencio es mi mejor arma para con el grupo.

Micah también comenzaba a impacientarse. Estaba acostumbrado a ir de aquí para allá, siguiendo las órdenes de Iah y de algún otro hermano que los entrenaba y ahora que era él quién debía decidir que hacer, se sentía perdido. Hubiera querido acompañar al grupo de exploración, pero los psíquicos habían dicho que el cuerpo dormido guardaba un engendro de la disformidad, así que no quería arriesgarse a dejarlo en manos de los humanos. Encima se avecinaba una tormenta.

-Bien dicho Arnulf, podemos encender una pequeña fogata al costado del camino. No será un lanzallamas, pero algo de calor proveerá. Iré a juntar algunas ramas.

Para hacer algo, el soldado líder comenzó a juntar algunas ramas, tratando de recordar los días en los que con su hermanos y otros pilluelos montaban campamentos en la nave en la que vivían.

Fue y vino varias veces, pasando cerca del camión. En una de esas veces, un impulso lo llevó a tirarse por debajo del vehículo, en busca de algo que pudiera haber pasado desapercibido en la primera inspección.

Micah, sobre su estómago, revisa el vehículo. Inmanculadamente limpia, ahora chorreando agua, pero limpio. Incluso las juntas de donde debería chorrear aceita y grasa... pasa el dedo por estos lugares, y la grasa se deshace en polvo, como si hubiera sido sometida a una muy alta temperatura.

Algo más llama su atención, tumbado en el suelo.

El suelo vibra.

Un pequeño charco de agua reproduce las vibraciones, rápidas, sordas, en ondas que se cruzan sobre su superficie.

El explorador se coloca rápidamente de pie, y puede ver la mirada preocupada de sus compañeros. El temblor es un tamborilleo sordo que crece constantemente y puede sentirse en el pecho, como el golpear de una onda de aire. La atmósfera comienza a oler a hierro, sangre y químicos... como si alguien hubiera destapado una fosa séptica.

Rennard se pone a olisquear el aire intentando adivinar de donde procede el olor, ya que las vibraciones no puede determnarlas él.

En el aire se despierta unos olores extraños, si todo parece tan inmaculado, porque ahora apesta, tanto.

Creo que deberiamos movernos de aqui, separar al grupo menuda tonteria, reviso el cadaber que esta delante mia y continuo con otras de las letanias, la calma a veces es una virtud, y en estos momentos donde no tengo nada mejor que hacer y nada mejor me han ordenado, creo que prevenirnos de "eso" es lo mejor que puedo hacer. Asi no podran decir que no cumplia con mi deber lo mejer que podia, antes de que al "jefe" le de un chungo.

Al no tener puesto el caso digo entre voces:

-¿Oleis eso?- parece que estan todos dormidos ahi fuera.

Yo si, a ver viene de...

Rennard alza su cabeza, intentando discernir el origen de semejante olor. No puede precisar un lugar determinado, parece simplemente permear el aire... aunque se acentúa ligeramente hacia la cabina del camión.

Observando en esa dirección, el Explorador se da cuenta que los retumbos en el aire parecen resonar en la cavidad toráxica del cadaver, como si un enorme corazón quisiera escapar del mismo.

Micah escuchó la transmición de radio de Litilus pensando en la similitud de lo que ocurría en el lugar dónde estaban ellos.

-Entendido Litilus, mantened la radio abierta. Aquí también tenemos una situación bastante extraña, pero si necesitáis refuerzos sólo debéis pedirlo.

Micah se sacó el casco para hablar con sus compañeros y transmitirles acerca de la comunicación que había mantenido con el otro grupo, antes de intentar llamar al espacio-puerto en busca de noticias. Fue allí cuando recién percibió el olor del cual hablaban Rennard y Larkin.

El cadaber parece mas quieto que nunca, pero me da la sensación de que va ha dar media vuelta y va ha salir corriendo en cualquier momento, la posición ya me resulta algo incomoda, si no estuviera entrenado hasta la saciedad en hacer mil veces el mismo ejercicio. Esto empieza a intranquilizarme ligeramente, si no tuvieramos munición para convertir el camión entero en poco mas que escombros, creo que no me voy a complicar;

-Señor ... cambio de posición!- dejo de apuntar al cuerpo por unos segundo y habriendo la puerta del copiloto apunto al cadaber nuevamente - aqui pasa algo - digo distraidamente, casi hasta para mi. No tengo entrenamiento ni conocimiento en estas cosas, pero si se que la fuerza que puede ejercer mi Bolter puede ser magnifica.

La radio chasquea algo, pero como no llevo el casco no me estoy enterando, el jefe comenta algo, quizas los hermanos necesiten ayuda, pero mientras estemos haciendo el trabajo de otros en vez de hacer el nuestro propio aqui estaremos, creo que a Iah no le hara mucha gracia esta falta de liderazgo y disciplina, una de las dos organizada por mi.

Micah esto no me gusta nada, este cadaver parece a punto de revivir, el aire esta impregando de este extraño olor y recomiendo que quitemos los seguros a las armas...-dice Rennard mientras apunta al cadaver y se aparta lentamente del camión sin perder linea de vision con el cadaver.

Micah miró hacia el cadáver y comprendió las palabras de Rennard y la inquietud de Larkin. Él también lo percibía. Al parecer, el engendro del caos estaba despertando. 

-Tienes razón hermano. Rodeemos el cuerpo y dispongámonos a disparar ni bien se manifieste. Salvo que nuestro psíquico opine diferente.- dijo y miró a Arnulf. Micah no estaba muy versado en los conocimientos acerca de la disformidad. Sólo podía esperar que lo que decidiera fuera lo mejor.

Se colocó el casco para no perder contacto con el resto del grupo y poder alertarlos de lo que allí ocurría.

-Aquí Micah, al habla- deliberadamente omitió su título de líder.

-El cuerpo dentro del camión ha comenzado a vibrar en forma extraña. Es muy posible que lo que tiene adentro esté por despertar. Manténganse atentos por si necesitamos refuerzos. Así mismo, manténganme informado de cualquier otro suceso extraño con el que se crucen. 

Los minutos pasan, lentos, mientras la tormenta ruge.

La lluvia amaina un tanto, mientras el camión se moja por dentro debido a las puertas que han dejado abiertas. Ustedes también están hasta la médula, pero son Astartes y no sienten semejantes nimiedades.

El cuerpo en el volante no ha vuelto a moverse, si es que realmente alguna vez se ha movido. Arnulf comienza a comentar algo sobre "pedirle un cigarrillo" a uno de los Guardias que se refugiaron bajo un alero a unos 40 metros, cerca de la puerta de la ciudad amurallada.

Todo alrededor es oscuridad y descampado... soledad. Algunas estrellas en lo alto titilan, pero eso es todo lo interesante que hay en la noche.

Un guardia se acerca, tímido, a ofrecerles participar en la partida de dados que están jugando...

Yo no gracias. - dice Rennard rehusando amablemente - Quizas deberiamos quemar el cuerpo e ir tras nuestros hermanos caramarada cabo Micah.

Micah estaba preocupado por el otro grupo, que no había transmitido nada más desde hacía bastante rato, por eso casi ni le prestó atención al soldado cuando se acercó hasta ellos. Más la voz de su Hermano lo sacó de su letargo. Efectivamente debían hacer algo. Rennard debería ser quien estuviera a cargo... en fin, ahora no puedo echarme atrás...

-Tienes razón Hermano. La inactividad no nos sirve de nada. Si Iah tenía intenciones de conservar este cuerpo... se lo hubiese llevado en la primera inspección. Busquemos con qué incendiarlo y vayamos en busca del otro grupo, que no han vuelto a comunicarse desde hoy.-