Partida Rol por web

Apenas tardo unos minutos en cruzar el recinto de la colonia a paso ligero y llegar hasta la oficina del supervisor. Me adelanto hasta la puerta y llamo con los nudillos en la dura superficie de aleación.

—Señor Simpsons, tengo que hablar con usted.

Estaba trabajando en su escritorio. Se le veia bastante agotado.

Haddad pase. Te diste cuenta de que lo pronuncio mal. ¿Que se le ofrece? y dio un sorbo a una taza de café.

Después de cruzar la puerta automática, me quedo unos segundos ahí de pie, parado, con una mano en la frente y la otra en la cadera, conteniendo un suspiro de exasperación.

—Señor Simpsons… —comienzo—. Me imagino que ya habrá sido informado de lo sucedido. La señorita Annalee Call… Por desgracia ha fallecido. —Me quedo unos segundos en silencio, consternado, antes de continuar hablando—. Esas cosas que hemos traído son peligrosas para la integridad de Hadley’s Hope, mucho más de lo que habíamos imaginado. Por eso, después de darle algunas vueltas, no puedo entender que la Compañía nos obligue a mantener aquí esos organismos. Especialmente, me resulta muy extraño porque ellos ya tienen acceso de sobra a los especímenes en la nave alienígena que descubrimos Call y yo. Incluso ignorando el comportamiento homicida que tuvieron sus androides para con nosotros… —elaboro, caminando hacia un lado y otro de la sala—… ¿no le parece raro? Es decir, ¿que insistan tanto en que guardemos aquí los especímenes, teniendo ellos cuatro mil, o no sé cuántos, en esa nave? ¿Para qué querrían eso? ¿Sabe a qué me suena a mí? —Me quedo mirando al administrador a los ojos—. A lo mejor le parece una locura, pero me suena a que quieren probar esas cosas en nosotros. En los colonos, a ver qué pasa. Dígame que lo que digo no tiene ningún sentido, pero piénselo antes. Dados los últimos acontecimientos, y la manifiesta letalidad de esas cosas, yo sugeriría deshacernos de ellas. Podríamos ponerles a Weyland-Yutani cualquier excusa. Podríamos decir que escaparon, o cualquier otra cosa. Y luego está el asunto de las desapariciones. Puede tratar de justificarlo como quiera, pero yo sé que aquí ha desaparecido gente. Son datos reales. Datos que luego la Compañía ha hecho un esfuerzo activo por ocultar. —Suspiro, esperando que Simpsons sea un hombre razonable y que al fin escuche lo que le digo—. ¿Qué opina usted? ¿No cree que es algo que habría que denunciar a las autoridades?

Claro que se de la desastrosa muerte de Call. Me preocupo por toda la gente que trabaja para mi.

Te siguió escuchando y suspiro.

Todo eso suena muy bien. He incluso suena plausible algunas partes. Pero hay varios puntos un tanto extraños.

El primero.

Esos androides. ¿Cómo saben que son de Weyland? Si ya tienen los huevos podían habérselos llevado.

Y las ultimas ordenes que tenemos. son las de  preservarlos aquí a toda costa.  Dicen no tener ningún equipo en la nave y nos ordenan mantener las distancias.

Se giro a su computadora.

Pero…pero… Se olvida de la  Agente de Weyland que esta aquí. Ella tiene mas autoridad que yo. Y a sido muy tajante la Señorita Vickers.

Despues giro el monitor.

Potencialmente peligroso. Relacionado con terroristas Scavengers. Proceder a su detención para posterior evacuación. 

Cuando el administrador Simpsons menciona a los androides, mi rostro se ilumina con esperanza.

—¿Ve? Por eso lo digo. ¡Es muy raro! Y cierto, no sabemos al cien por cien que los androides sean de Weyland-Yutani, pero respóndame una cosa: ¿qué corporaciones hay que fabriquen androides de esa clase y que además tengan acceso a Acheron? A lo que me refiero es a que, si esta operación no estuviese siendo llevada a cabo por la propia Compañía, sería extremadamente raro que sus actividades hubiesen pasado desapercibidas. O sea, todos los que aterrizan en LV-426 necesitan permiso expreso de Weyland-Yutani, eso lo sabemos. Es decir, que incluso en el remotísimo caso de que no se trate de la Compañía, esta habría incurrido igualmente en una negligencia grave y potencialmente mortal. ¡Esos robots casi me matan, y aunque no operasen bajo directrices de Weyland-Yutani, eso no lo haría…!

No termino mi frase. Se me corta la respiración cuando Simpsons le da la vuelta al monitor de su ordenador. Allí, en una imagen sobresaturada en gradaciones de verde y negro, veo mi retrato. No puedo dar crédito cuando leo la información que aparece junto a mi fotografía:

«Potencialmente peligroso. Relacionado con terroristas Scavengers. Proceder a su detención para posterior evacuación».

—¿Qué cojones…? —Miro alternativamente a Simpsons y al monitor, sin salir de mi asombro—. Es una trampa, ¿verdad? Debí suponer que esto pasaría en cualquier  momento. ¿Terroristas Scavengers? No tengo ni la menor idea de quiénes son esos tíos. Señor Simpsons… —Trago saliva—. Usted sabe que desde que estoy aquí, lo único que he hecho es intentar que las cosas vayan bien. Me he arriesgado Dios sabe cuánto para hacer lo que usted me ha pedido. ¡Incluso he traído esos bichos a casa! Vamos, usted no se cree eso de que yo sea un terrorista, ¿verdad? Es solo una estrategia de la Compañía para liquidarme, porque les molesto… ¡Si ni siquiera sé cómo manejar un arma en condiciones!

Espero que el administrador me crea. Eso teniendo en cuenta que no forme parte de la artimaña, claro está.

Podrían ser de otra Compañía. Eso implicaría el por que ese secretismo. No lo se es todo muy raro.

¿Alguien mas vio esos Androides? ¿Los vieron cuando volvieron a esa nave?

Se recostó en su sillón cuando empezaste a hablar.

Los scavengers son los peores terroristas que hay. Y suelen atacar estaciones de Weyland Yutani.

No lo se Señor Haddad. Todo el mundo dice que es usted simpático. Pero un poco raro. Aunque si bien es cierto que volvió a esa nave para traer esos huevos. Se rasco la cabeza.  Por ahora asumiré que esta tan detenido como todos nosotros en esta colonia. Y así bastara por ahora.

Le creo. Pero parece demasiado nervioso.

Me doy cuenta de que estoy temblando. Dios, los nervios casi me traicionan.

—Claro, estoy nervioso porque la Compañía ha decidido ir detrás de mí. Porque sé cosas que no le conviene que sepa. —Hago una pausa—. Y no, nadie más aparte de Call y de mí mismo vio los androides en la nave. Cuando llegamos, casi parecía como si hubiesen decidido dejarnos vía libre... Pero la primera vez que estuve allí, logré piratear remotamente uno de ellos, y lo traje aquí en el vehículo, como ya les dije... —Me paro un momento a pensar—. ¿No sería posible identificar la manufactura del androide a partir de sus componentes internos?

Me cruzo de brazos, inquieto. Las cosas están a punto de ponerse verdaderamente difíciles para mí.

—Señor Simpsons, le agradezco su confianza, pero si de verdad Weyland-Yutani ha decidido ir a por mí, no se van a detener ante nada. Lo de asociarme con ese grupo terrorista no es ningún error. Lo han hecho a propósito, para tener una excusa para borrarme del mapa... —Trago saliva—. Con su comportamiento no hacen más que confirmar lo que yo llevaba diciendo desde el principio: ocultan cosas. Piénselo. ¿Qué podríamos hacer para devolverles la jugada?

Una vez entramos en la oficina buscamos a Faisal-Faisal, venimos de hablar con el Capitán y no nos ha aclarado nada, el no tiene ninguna información sobre otra presencia militar que no sea la nuestra y la Compañia como siempre, dando largas, así que estamos jodidos ¿tú has tenido más suerte?-dije con frustración.

Antes de que el supervisor Simpsons tenga ocasión de responderme, un ruido a mis espaldas me sobresalta; ¿acaso la Compañía ya ha llegado para arrestarme? Cuando me doy la vuelta con el corazón a mil por hora, veo que la puerta automática del despacho se ha abierto, y por ella entran… ¡Spartan y Banks! Nunca me habría imaginado que me alegraría tanto de verlos, como atestigua la gran sonrisa que, aunque tensa, se dibuja en mi cara.

—Pues sí, aunque me temo que no tengo buenas noticias —contesto, meneando la cabeza en gesto de negación—. Por lo visto, nuestros amigos de la Compañía han tomado la iniciativa, y han decidido jugar fuerte. Me han acusado de pertenencia a una organización terrorista que no había oído nombrar nunca hasta ahora mismo, los Scavengers, y han ordenado mi detención inmediata. Pero como os podréis imaginar, es una mentira del tamaño de la Tierra; ¿de verdad tengo pinta de ser un terrorista? —Me encojo de hombros, cambiando el peso de pierna—. Van a por mí, y eso solo puede significar una cosa: que tenía razón en todo lo que os había dicho. Esos tíos están escondiendo algo aquí, algo muy gordo, y nosotros lo sabemos. El tren de decirles sí a todo para no tener problemas con ellos ya se ha ido de la estación. Me quieren muerto… —Lanzo un suspiro profundo, y me paso una mano por la frente, que está perlada de sudor—. Chicos, tenéis que ayudarme. Esto no puede pasar. Tengo la corazonada de que si me detienen y les dais esos huevos del demonio, esta colonia se va a ir a la mierda en cuestión de días, si no de horas.

Aunque intento mantenerme firme y aparentar seguridad, mi voz, normalmente suave y agradable, delata que estoy al borde de la desesperación. Si la Compañía quiere que desaparezca del mapa, tengo muy pocas probabilidades de contarlo.

Mire le creo como he dicho. Pero yo no tengo alma de cruzado. No voy a empezar una cruzada que se que voy a perder. Yo solo quiero que la compañía venga se lleve esas cosas y ellos a los suyo y nosotros a lo nuestro. Nada mas.

Por mi parte . Puede irse en el próximo transporte.

Pero esta bien. Me acercare a mirar ese Androide o pedire a Johnson que lo examine.

En ese momento entraron Spartan y Banks.

Pasen. Pónganse cómodos. Si quieren tengo ahí mi mejor Whisky. Dijo molesto el supervisor al entrar de esa manera.

¿Mas suerte? Esto ya es demasiado. Fuera ahora mismo. Antes de que avise a vuestro capitan.

Banks acompaño a Spartan por las instalaciones hasta llegar a la oficina del supervisor, en ese momento se encuentra con Faisal y la expresión del afroamericano religioso se torno más seria. Demostrando ese temple de alguien curtido en el campo de batalla que en este momento puede colocar en duda el testimonio del técnico , cruzándose de brazos con gesto de escuchar detenidamente el discurso de este.

-De eso ya nos hemos enterado Faisal...nuestro capitán nos ha colocado al tanto de toda su situación-.

Lo observa con expresión seria sin cambiar las arrugas que brindan dureza a las facciones de su rostro.

-Sea terrorista o no...en eso estamos de acuerdo. Los huevos son un peligro biológico  y estamos todos expuestos-.

Iba a seguir hasta que escucha detenidamente el discurso de Simpsons, mirándolo con esa expresión más severa que rara vez hace presente Banks en contextos burocráticos.

-¿Y que piensa avisar a nuestro Capitán?, Simpsons...-.

Dice en un tono marcado, solo aceptando que su capitán sea quien le dé las ordenes.

Las palabras de Faisal no me pillaron de sorpresa y Banks se encargó de confirmarlo-Estamos al tanto y tenemos que buscar alguna solución a esta mierda que tenemos encima-dije y miré al supervisor-No pierda el tiempo Simpson, el capitán conoce de qué va el tema así que sus amenazas no servirán de nada-le espeté ignorándole.

-Larguémonos de aquí, no vale el esfuerzo, tendremos que salvar el culo a estos colonos de otra manera, ya que no piensan esforzarse lo más mínimo en salvarse a sí mismos, prefieren esconderse en su agujero-miré con desdén y lástima a Simpson.

Miro alternativamente a Simpsons y a los dos marines, bastante confuso y sin entender muy bien lo que está sucediendo. Desde luego, a juzgar por lo que la conversación deja entrever, la comunicación existente entre los varios puestos de mando dentro de la colonia es prácticamente nula, además de que se adivinaría ciertas tiranteces entre el capitán de los Marines Coloniales y el administrador Al Simpsons. Sea como fuere, no me apetece nada estar en mitad del fuego cruzado cuando finalmente decidan lanzarse cada uno a por la yugular del otro.

—Vamos, señores, no es necesario perder la calma… —A decir verdad, yo consigo mantenerla a duras penas. ¿Cómo es posible que los responsables de este lugar decidan deliberadamente no hacer nada frente a una situación claramente tan grave? Es peor de lo que pensaba. O todos están comprados por la Compañía y por lo tanto carecen totalmente de escrúpulos, o adolecen de un caso extremo de síndrome del funcionario—. Señor Simpsons, ya nos vamos. Venga.

Mirando a mis dos compañeros con un gesto expeditivo, abandono la sala por la puerta automática. Que se pudra. Si Simpsons no va a ayudarnos, vamos a tener que hacer esto solos.