Partida Rol por web

¡Alto, en nombre de Castilla! II: ¿Quién roba a la Muerte?

I. Una parada obligada

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21/11/2013, 00:30
Jimeno de Arguilla

Dos días.

Llevábais caminando dos días tras dejar atrás la pequeña Vencemoza y haber deshecho aquel entuerto de los niños y los asesinos. Sin duda que teníais ganado un poquito más el Cielo. Cazábais lo que podíais y de comer... ¡ay!, que bien racionábais lo poco que teníais por eso de que no hablara más vuestro estómago que vuestra lengua. Jimeno era un tipo de pocas palabras (bueno, a veces), y nos referimos a pocas palabras en el caminar, porque ya han visto sus mercedes que saca el genio cuando menos uno se lo espera.

Poco  poco os adentrábais en territorio murciano, dirección sudeste, cada vez más a su profundidad. Hasta entonces y bien pensado si es que tal ejercicio "hiciéradis", el de Arguilla no os había contado mucho acerca de la misión, hasta ahora. Quizá con alguna que otra andanza en conjunto, éste se abría cada vez más, y tal que así que bien que era.

Alaurico es nuestro destino -"soltó" así y de improviso cuando íbais en hilera y casi con la lengua fuera-. Allí vive don Fedro de Soterraz, quien señorea las tierras del lugar, y es menester el llegar lo más aprisa posible... -era como si la prisa fuera en verle, ciertamente-.

Sin mucho más detatalle que anunciar, comprendísteis la prisa, y dicho entre comillas, de aquel estrepitoso y fatigoso par de días, viajando como si no hubiera un mañana. Fue en éstas que, cruzando las amarillentas estepas murcianas, Jimeno apoyó el pie en una peña que sobre salía del suelo y que hacía mala y confusa forma, y gritó enseguida mientras se dejaba caer a la pradera, fruto del dolor que le emanaba de un pie.

¡¡¡AAAahhhhh!!! -gritaba el de Arguilla-, ¡¡Mi pie!!

Jimeno, ya tumbado, se llevó la mano al tobillo derecho y rodaba un poco sobre sí como reacción lógica ante un percance tal: al parecer se había doblado un tobillo, torciéndosele o algo así, en un mal apoyo de pie durante la marcha.

Es media tarde.

Notas de juego

Cuando tengáis pasada la experiencia y las fichas (historia, valores y equipo) podéis postear.

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21/11/2013, 12:56
Potencio Flores

Potencio era de todo menos tonto y era capaz de percibir el desprecio que le tenían el muchacho y el moro. Ambos apenas disimulaban sus miradas que Potencio interpretaba como de rencor o envidia contra él, que era casi un santito... el caso es que caminaba siempre que le dejaban cerrando el grupo, en silencio y como mucho tatareaba alguna vieja cancioncilla que le había oído a Félix y los demás,goliardos todos ellos de León y casi tan aficionados al vino y a las putas como el propio Potencio.

Hacía ya bastante que no yacía con hembra alguna y notaba un cierto cosquilleo en su entrepierna y un malestar que iba en aumento. Si no se aliviaba pronto iba  a cometer una tropelía con alguna palurda pero no hacían más que atravesar una estepa feísima y casi sin árboles en las que no se veía a casi nadie. Igual no le quedaba más remedio que hacerce con una oveja un ratito, que no sería la primera vez.

Pensando estaba en Fabiola, una portuguesa que tenían en "Las Jaras" de Astorga, cuando vio sin ton ni son despeñarse al Señor Jimeno con al parecer una torcedura. Como buen arrimador al sol que más calienta, salió corriendo para ayudar al pobre desdichado...

- ¡AY POBRECITO MI SEÑOR!

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22/11/2013, 19:16
Tariq el Shadid

Aquellos dos días había estado pensando en la criatura que habíamos abatido. No pude evitar recordar mi episodio con aquel aoun que había intentado asesinarme. Sin embargo, aquellas criaturas sangraban, y aquello me reconfortaba, pues todo lo que sangra, muere. Y yo, que había sobrevivido a un naufragio y a infinidad de batallas, también sangraba, aunque trataba de no pensar en ello. Sabía que, siendo el combate mi modo de vida, alguno tendría que ser el último. Mi padre había muerto de viejo a pesar de ser askari, pero aquel era un privilegio al alcance de muy pocos combatientes. Al menos, yo luchaba por mí, y no por ninguna estúpida bandera ni escudo.

Aquello era lo que no me gustaba de los viajes por tierra: demasiado tiempo para pensar. Pensar hace ruin al hombre; por eso los reyes son tan hijos de puta; no hacen otra cosa durante su vida que sentar su gordo culo en un trono de oro y esperar a que vengan otros a lamérselo. Demasiado tiempo libre. Y los muy cabrones están siempre maquinando; no tienen más entretenimiento que lanzar a sus soldados a la conquista de más tierras. Por eso me gusta tanto el mar. El mar no es de nadie; el mar no se puede conquistar. En un barco siempre hay cosas que hacer, aunque seas el capitán. Hay vino, mujeres, fiesta o lucha, o una tempestad, o una ejecución, o una persecución. Echaba de menos aquella libertad, y a menudo miraba a los nobles con sumo desprecio; yo seguramente había llegado a tener una fortuna mucho mayor que la suya, y solo por ser de noble cuna se creían que podían mandarme a mí; a Tariq el Terrible.

Pero lo cierto era que los necesitaba. Aquel maldito naufragio me había arruinado. Estaba demasiado acostumbrado a vivir como un rey; putas y vino nunca me habían faltado hasta entonces. No obstante, sabía que mis días de gloria no habían terminado, que algún día volvería a Almariya y recuperaría mi territorio, que haría morder el polvo a Mustafá el Darr, mi enemigo... y, sin embargo, todo aquello quedaba tan lejos aún. Y más lejos aún si los dos que llevaban un palo metido por el culo seguían desfaciendo entuertos allá por donde fueran. Me asqueaba aquello; con los pies daban patadas a sus vasallos y con las manos ayudaban a otros plebeyos. Nunca llegué a comprender aquello; tal vez lo hicieran por mala conciencia, o quizás porque así se sentían más importantes. Y lo malo es que por aquel en tonces me concernía, pues iba con ellos.

Al menos, el episodio de Vencemoza me sirvió para conocerlos bien. Sin duda, eran valientes; no se dejarían matar fácilmente en la lucha, ni siquiera el pequeñajo, y eso era bueno, pues mi vida valía lo que ellos fueran capaces de aguantar en la lucha.

Potencio fue el que más me decepcionó. No hay cosa que odie más que un cobarde. Me había hecho una idea muy distinta de aquel pilluelo. Como a mí, le gustaba la buena vida, y no tenía tantos pájaros en la cabeza como los nobles y el escudero, pero, después de ver cómo trataba de huir, incluso teniendo una abrumadora superioridad frente a aquel engendro y el médico, estaba convencido de que iba a ser un estorbo. Y encima le daba coba al Jimeno.

Y lo que faltaba, aquel inútil iría distraído pensando en lo buen caballero andante que era y cuán digno era de la adulación del Potencio, cuando se tropezó y se torció un tobillo. La escena era mucho más cómica de lo que, imagino, hubiera deseado aquel estirado: él en el suelo y el acaponado haciéndole arrumacos.

Yo no podía hacer más que mirar y reír mientras sacaba un trozo de bizcocho y comía, burlón.

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22/11/2013, 22:36
Pelayo de Arbás

-¡Venid aquí muchacho!-llamó el caballero a su joven escudero mientras ayudaba a Potencio a levantar al de Arguilla- coged algo para inmovilizarle el pie. Espero don Jimeno que ese pueblo, Alaurico, no este lejos pues estamos demasiado cansados como para hacer todo el viaje en estas condiciones- y no mentía el caballero pues la comida cada vez escaseaban más y desde que habían salido de Vencemoza el descanso no había sido reparador ni abundante, el caballero llevaba varios días sin quitarse el gambesón al dormir al raso y aquello no mejoraba su humor. 

Notas de juego

Me he subido los 25 PA en elocuencia.

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25/11/2013, 14:27
Jimeno de Arguilla

No, Alaurico no está.... -¿lejos? Aún quedaba un largo trecho, pero revelar aquello y sobre todo la peligrosidad del viaje (tanto o más que un simple médico "robaniños") por la soldadesca y los señores castellanos afincados a su Murcia Castellana sería algo de mal agüero, una pifia e indiscreción por su parte-. ¡Ayudaadme a... ughh...! Se apoyó en los brazos que le tendíais e intentó reincorporarse. Una vez en pie se quedó inmóvil, se miró la bota y dio unos pasos.

Iba bien, ¡iba bien!, pero... ¡¡AUGGHHH!! Dobló mal su pie, y en mala hora no trajeron caballos por excesiva discreción.

Bueno..., -dijo entre muestras de dolor-, no nos paremos..., no podemos; puedo intentar no apoyar mucho el pie, y aun cojeando, el dolor será soportable.

- Tiradas (1)
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25/11/2013, 14:32
Director

Y así que con ahora un más despacioso caminar volvísteis vuestros pasos por los invisibles senderos de los campos murcianos. Al menos no contábais ya con fatiga por el paso rápido, que ahora era más soportable. Y era ya media tarde cuando, en llegando casi la noche y tras subir un pequeño recodo que bien le costó al vuestro jefe, el de Arguilla levantó su dedo, aunque todos lo vísteis. Señalaba a una media legua un imponente castillo liderando la pequeña altiplanicie mientras hacía involuntariamente muestras de terrible dolor por la torcedura.

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25/11/2013, 15:56
Damián

Damián llevó malamente la última parte del viaje. Si bien los primeros días estaba imbuído en sus propios pensamientos acerca de lo acaecido en las tierras de Vencemoza... acordándose en momentos de especial soledad de la hermosa Priscila... el ser deforme y el pacto del médico... y a todo esto buscando respuesta en la sabiduría del buen caballero de Arbás, los días que siguieron fueron tildados de la dureza del camino... hambre, necesidad, frío y malestar propio del viaje. Y es que el hijo de cortesano, aunque apuntara maneras para Caballero, estaba demasiado acostumbrado a la vida en la corte... con sus líos, sus dimes y diretes, pero a buen recaudo y bajo muralla.

Sin embargo apenas las últimas horas antes de arribar a Alaurico fueron un suplicio. ¿Cansancio...? ¿Fatiga...? ¿Hambre voraz...? No... risa. La caída del de Arguilla había sido de lo más cómica y, aunque el muchacho hacía verdaderos trabajos de Hércules para contenerla el recordar al buen Jimeno rodando ladera abajo hacía que se saltaran las lágrimas al contener el lenguaje del alma. A veces una simple mirada cómplice con el moro daba lugar a un pequeño estallido que rápidamente era disimulado. Portar al herido no era cosa de diversión pero la risa pertinaz lo hacía más soportable. A fin de cuentas, quizá el moro y el chico no tenían tanto de extraños. La risa unifica desde el más alto hasta el más bajo... aunque también el llanto.

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25/11/2013, 17:28
Potencio Flores

- ¡Vaya! jamás pensé que en estas tierras hubiera tanta riqueza-a decir verdad, eran muy nuevas y apenas sabía nada de esos territorios, sólo que hacía un calor infernal casi todo el año y un frío húmedo y desagradable en invierno. Si en verdad se parecían a las otras tierras de moros que conocía... ya se estaba frotando las manos ¡Qué mujeres las moras! ¡ y qué lenguas!

- Sus mercedes habían de pedir refugio en el Castillo, Don Jimeno y vos Don Pelayo, por muy grande que sea la fortaleza no es el que la habita comparable a vuestro valor, logros y fama...- dijo con una sonrisa sucia bobalicona en el rostro.

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26/11/2013, 21:01
Tariq el Shadid

-Mejor un castillo que tragar polvo -dije, consintiendo con la idea de pasar unos días de asueto en un lugar donde tenía que haber mujeres y vino; que aunque ya había desfogado con las putas vencemozanas, y bien que me había venido el desahogo, la entrepierna, como el estómago, nunca quedaba saciada.

Noté que Damián también encontraba graciosa la situación del caballero de brillante armadura. Me daba pena que el chico estuviera siempre sujeto al mangoneo del calatravo, que solo le faltaba usarlo también para limpiarse el culo; pero si aguantaba todo aquello, era porque el chico quería llegar a ser algún día igual que don Pelayo. Por el momento, al menos, conservaba la picardía y las ganas de chanza propias de la juventud; poco a poco, aquella tontería del sentido del honor le iría borrando la sonrisa hasta convertirse en otro don Pelayo adusto y amargado.

El Potencio era caso aparte... él seguía con sus cansinas adulaciones. Aunque se me ocurría que, a falta de destreza con la espada (pues a la mínima huía), no le quedaba otra que afilar la lengua para sobrevivir.

Terminé de comer el trozo de bizcocho y quedé a la espera de la decisión del Señor de los Patosos y don Calatravo.

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28/11/2013, 11:56
Pelayo de Arbás

PNJOTIZADO.

Opino lo mismo que Potencio, Don Jimeno... -dijo mientras ya se incorporaba y le pegaba a Damián una leve colleja sin decirle porqué...-. Es bien siempre y de buen honor hacer a un señor la oportunidad de dar cobijo a invitados, y además que bien lo necesita, ya que, y no se importune, no me gusta el aspecto de su andanza...

Notas de juego

No me acordaba que Galthor estaba fuera xD

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28/11/2013, 11:59
Jimeno de Arguilla

Va... vayamos... -dijo ya de pie Jimeno mientras probaba las posibles formas de andar con el menor dolor posible-. Y es que no querría él deshonor, pese a que era de nobleza de la baja, que por llevarlo a rastras, cuestas u hombros tuviera que depender de sus hombres hasta llegar a Alaurico, y aun así al castillo a media legua.

La pequeña marcha que quedaba era dificultosa en realidad, pues su ascendencia pareciera venida que ni pintada para entorpecer a cualquiera... Menos mal que estábais cerca y que, pese a que se hizo de noche, llegásteis a lo alto. Desde allí podíais ver la otra falda de la montaña, el lugar opuesto bajo vuestros pies al final del descenso, y hallábanse unas luces y unos tejados.

Montepenares... -musitó Jimeno tragando saliva mientras miraba las pocas luces en la falda-. Estamos... cerca de de Calasparra. Vamos bien...

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28/11/2013, 12:05
Director

Fue en éstas que el castillo se "yerguía" sobre vosotros, un majestuoso gigante, mucho más que el que había en Vencemoza. Sin duda algún bueno señor lo custodiaba. Jimeno os recordó, una vez más, acerca de la nobleza castellana aun reticente de abandonar esas tierras a manos de los Aragoneses, por lo que habríais de cuidar vuestras palabras y no hablar más de lo necesario, que metiéndoos en la boca del lobo estábais.

Nada más llegar al portón, y a punto de llamar que estábais a puño limpio, un tremendo ruido sacudió vuestros oídos por la espalda. Por el camino que daba al castillo algo venía, como una procesión. En breves, una disposición de pasos os descubrió por detrás, y os echásteis a un lado: eran soldados castellanos. Al parecer iban al castillo, quizá fueran los guardias del mismo. Eran en torno a unos veinte, ¡treinta quizá! Y enseguida fueron entrando a través del portón, mientras alguno giraba la cabeza hacia la vereda para miraros.

Claro que, entre los soldados vísteis a un hombre a caballo (con pintas nobiliarias) y trotando al paso de los hombres internarse también en el castillo (este iba mirando al frente simplemente), como si estuvieran escoltándole en el interior. Nada más desaparecer y entrando aún el resto de soldados, un tipo que iba a la retaguardia, ataviado con otra guisa que la de hombre de armas (llevaba una gran cpa como de piel de oso y armadura diferente a éstos) os miró, se percató de vosotros y con cara de circunstancia y extrañeza os habló.

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28/11/2013, 12:20
Hombre

Todos los soldaados habían entrado excepto dos, que guardaban las espaldas al tipo de la capa de oso, que os hablaba.

¿Quiénes sois? ¿y qué hacéis a las puertas de este castillo? -dijo extrañado al ver a cuatro tipos casi sujetando a uno que se quejaba de dolor por algo-.

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28/11/2013, 12:27
Potencio Flores

Miraba con asombro la mesnada que pasaba junto a ellos sin decir nada.

¡ Tres veces diez hombres! ¡ y yo sirviendo a estos muertos de hambre! el señor de estas tierras debe ser riquísimo. Quizás si me ve con buen disponer me contrate para servirle. Servir a un señor poderoso, los señores cuanto más poderosos más y mejores mulleres tienen.

Cuando habló el desconocido esperó educadamente como buen sirviente.
 

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29/11/2013, 20:00
Pelayo de Arbás

PNJOTIZADO.

Miré al señor Jimeno, y me esperé por si a pesar de sus dolores aguantaría el tipo y se presentaría como bajonoble que era (fuera o no con nombre verdadero o falso). En tal caso procedería a hablar. Miré a mi pupilo y al askari, observando sus reacciones... ¿se acordarían de lo que dijo el de Arguilla con respecto a la cautela?

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29/11/2013, 20:55
Tariq el Shadid

Crucé los brazos y esperé a ver lo que decía el Jimeno. Sabía que en aquellos momentos era mejor no abrir la boca e intentar pasar desapercibido, aunque el hecho de ser un moro entre cristianos no ayudaba. Al menos, difícil era que alguien me reconociera como el pirata que tantos años había estando asolando las costas murcianas.

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01/12/2013, 16:57
Damián

PNJOTIZADO.

Viendo que mi señor amo ni tan siquiera hablaba ante las preguntas de ese hombre de la gruesa capa, decidí callar, y dejar que los hombres de bien hablasen entre sí, que sería menesterno entrometerse. Eché una ojeada al interior del castillo (que aún tenían el portón principal abierto, y vi cómo los soldados aguardaban mientras hacían bajarse, en el patio de armas, al tipo de la montura).

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01/12/2013, 16:59
Jimeno de Arguilla

Perdone mi temblor en la voz, señor -dije haciendo una pequeña inclinación de cabeza acompañados de gesto de dolor-; el que le habla es Jimeno... de Arguilla, al servicio de Pero de Maeztu -habló aventurando su propio nombre aunque inventando el de su señor, esperando que aquel tipo asintiera como si se tratara de alguien que conocía-. He aquí que aquestos son mis hombres de viaje, y por ende que vamos a ver al solemne señor de Alaurico, por cuestiones de las buenos asuntos del verdadero Rey castellano, don Sancho...

Jimeno hizo una pausa, miró fijamente a los ojos al tipo y enseguida perdió su vista entrecerrando los ojos, con un fingido dolor momentáneo.

Et verá que ahora, íbamos a Montepenares para cruzarlo, pero se me hizo torcedura en un pie, y "si me vistes en despacio que voy con prisas", como se suele decir, que no puedo ahora andar... Y vimos su castillo, et dispusimos el subir por la su colina -la que teníais a las espaldas- hasta el su castillo, para pedir "compuerta" y asilo de noble palabra...

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01/12/2013, 17:28
Hombre

Cuando el hombre escuchó el nombre de Jimeno, ni se inmutó. No lo concía de nada (¡Normal!, haría arder Castilla entera por contentar a su gran Rey don Jaime allí en su Arguilla natal, en Aragón). Claro que cuando vuestro jefe mencionó eso de Alaurico, la mirada del tipo cambio, e incluso los dos soldados se miraron indiscretamente entre ellos. Cuando Jimeno apostilló después su afiliación a don Sancho, verdadero Rey de Castilla para la resistencia de los noblecastellanos murcianos, aquel hombre pareció relajar sus facciones y carraspeó un poco.

¡Soldados...! -gritó sin dejar de mirar a Jimeno y al resto-. ¡Ayudad a este hombre! ¡Llevadlo dentro y avisad al médico del Señor!

Los dos soldados hicieron lo propio, y tomaron a Jimeno de los hombros, ayudándole a andar cuidadosamente y haciéndole pasar por el portón.

Adelante... -os dijo secamente el tipo de la capa de piel de oso como invitándoos a entrar a la fortaleza-.

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01/12/2013, 17:33
Director

Nada más entrar, el patio de armas ya se había vaciado (los soldados se habían ido a sus distintos puestos de guardia, ronda o espera, tanto dentro del castillo como por fuera o en los adarves de la muralla). Llegásteis al edificio del castillo, caminásteis por un gran pasillo con varias puertas cerradas, y finalmente, en una de ellas, os introdujeron. Era una sala de plant rectangular y no muy grande con asientos y ciertos ventanucos. Había algunas cruces colgadas y escudos y espadas colgadas.

Ni siquiera el hombre de la capa os dijo nada al marcharse. Tan sólo llegaron algunos guardias a la sala, y también se colocaron de pie varios criados. A Jimeno lo dejaron allí, en uno de os asientos, junto con vosotros. Uno de los soldados os informó que pronto vendría el médico, que ya había sido avisado. Lo cierto es que el trato de hospitalidad era el adecuado para cualquier con tal rango (no el tipo de la capa, sino quiefuera el señor de ese castillo), pero el ambiente era algo raro: los criados se miraban entre sí, los soldados, puestos en firme, tragaban saliva...

Afuera ya era noche cerrada.

Notas de juego

Estáis, por decirlo así, como en una sala de espera, una sala sin una función clara. Una especie de hall, entrada, etc. (pero muy dentro ya del castillo).