Partida Rol por web

Partísteis del castillo de don Ramiro de Estebanillos, en habíéndole dejado con la pena de la muerte de la su esposa, el su sobrino y su hombre de confianza. Sin embargo, lejos de haber sido vosotros partícipes, que por contra se os agradeció vuestros "hallazgos" (por llamarlo así), pues ya saben Vuestras mercedes que no encontrásteis rastro del cuerpo de doña Luisa por ser devorado por aquella criatura...

En tanto que a lo que venidos es que, habiéndose recuperado vuestro contratante, proseguísteis el viaje con el agradecimiento con buenos aprovisionamientos de viandas, los cuáles casi se os salian de los zurrones. Tras tres días de camino tras la llegada a Montepenares, pasásteis junto a Calasparra, sin llegar a entrar en dicha población, pues Jimeno prefirió no demorar más el viaje, ya que aseguraba que "cuanta menos confluencia encuentraran, mucho mejor sería". Por lo que tras dejar atrás Calasparra, que continuásteis por una senda desfigurada con ciertas pendientes y pequeño cerros rocosos; y en tanto que el pesar del calor murciano os azotaba las ideas dentro de la sesera, la distancia hacia vuestro destino, Alaurico.

Venga, animáos... -dijo Jimeno tras notar que todos caminábais callados fruto del sol "empalagador" y "morriñero"-. Al menos tenemos los zurrones llenos de provisiones. El camino se hará así más llevadero, ¿no creéis?

El bueno de Potencio tenía el carácter algo agriado, no había obtenido nada de todo lo acontecido en el Castillo. No había conseguido quedarse en el lujoso castillo de Don Ramiro ni entrar a su servicio y para colmo, no le habían dejado quedarse con las pertenencias del traidor.

Lo único bueno era que al menos estaban comiendo bien, lo cual dadas las circunstancias, no estaba del todo mal. Pero nada de oro , riquezas o hembras... una pena.

Al menos Potencio tenía la esperanza de hallar algo bueno en los dominios del tal Fedro, aunque el nombre le chirriaba un poco. Alaurico... algo extraño.

Caminaba sin decir nada, tenía calor y no sabía si era de las tierras o de su interior, lo que sí notaba era el polvo del camino que se le metía en la garganta. Cuando Jimeno habló dijo

- Preferiría haber parado en Calasparra, tenía aspecto de ser un pueblo grande. Nos ha faltado la priva y una buena compañía Señor. Echo de menos el calor de una mujer... ya me entendéis. ¿Nos queda mucho de viaje?

Cansado por el viaje y el sol de justicia, Damián caminaba tras Pelayo en silencio, sólo roto por un resoplido de vez en cuando. El camino no era fácil, pues las constantes pendientes no hacían sino retrasarles y aumentar su cansancio, y el agobiante calor no ayudaba en absoluto. Jimeno intentó subir la moral del grupo entablando conversación, mas el tener los zurrones llenos de viandas no era consuelo suficiente tras todo lo que habían pasado recientemente.

Damián no pudo sino asentir las palabras de Potencio.

-Bien dicho. Desde luego que agradecería una buena moza en este momento... -dijo, cansado, mientras se secaba con el dorso de la mano el sudor de la frente- ... Bueno, en realidad, la agradecería en cualquier momento.

La palma del caballero azotó de manera sonora la nuca del muchacho.

-Ten un poco de decencia Damián. Si Don Jimeno no ha querido parar en Calasparra no hay motivo para suspirar por ello-le reprendió el de Arbás mientras pensaba sobre como aquellos dos le estaban influenciando al muchacho. Pero con influencia o no era difícil luchar con lo que ocupaba la mente a aquella edad.

Tariq caminaba silencioso y pensativo. Desde su encuentro con el aoun, eran ya tres veces las que se había topado con malignos engendros, y un descreído como él no atinaba a explicar su procedencia. Ciertamente debían ser shayatin* enviados desde algún lugar de los infiernos a los infieles o a los incrédulos. Eso, o que el sol murciano le estaba derritiendo la sesera.

En eso estaba cuando oyó la palabra "mujer" y salió rápidamente de su cavilación. Daba igual la raza o la religión, las ganas de mujer hermanaban a todos los pueblos, con excepción de los pudorosos monjes como Pelayo, que renunciaban, inexplicablemente para él, a ese placer. Mas como les quedaba el del vino, posible fuera que lo sustituyeran, pues mucha afición le tenían, sobre todo los curas, que bien pagados debían estar con la excusa de las misas.

Pensó entonces en Alaurico, y en que tenía un buen botín para gastarlo en putas.

-No penes, zagal -le dijo a Damián, animado-, que non faltan en los pueblos bujeros en los que hallar solaz.

Cinco hombres, con aspecto de soldado (portan espadas desenvainadas y al parecer armaduras) se aproximan por un lateral a la carrera, habiendoos divisado. Tu logras apreciarlo, pero tus compañeros no. En breves segundos os asaltarán al descuido, sin previo aviso, a no ser que adviertas a tus compañeros.

De pronto, Tariq divisó a cinco hombres que se acercaban con espadas desenvainadas por un lateral.

-Atención -avisó de repente, deteniéndose en seco y desenvainando dos cuchillos-. Se nos acostan* cinco omes que mal nos quieren. Allí.

Señaló con un cuchillo en la dirección por la que venían los soldados, para que todo el mundo se aprestase a echar mano a sus armas. Al hacerlo, se dolió un poco de su herida en el pecho y se dijo a sí mismo que no podía arriesgarse demasiado en un combate cuerpo a cuerpo. Habría que tomar ventaja.

Más no había tiempo de tomar ventaja alguna, ya que gracias a Tariq que el grupo del de Arguilla no fue emboscado. Al menos lo habían evitado.

Tirad iniciativa (1d10+AGI)

Demasiado llevaban ya sin meterse en problemas, pensó Damián, cuando la voz de Tariq les alertó del ataque y le sacó de sus calenturientas fantasías. Tan rápido como pudo, echó mano de su espada.

El acero salió de su vaina en el momento que escuchó al moro decir aquello pues el caballero conocía bien los peligros del camino. ¿Pero quién sería el insensato de asaltar a un caballero que armadura vestía si no un loco o un desesperado?

PNJOTIZADO.

Saqué rápidamente el terciario antes las palabras de alerta del moro, y en tanto que supe que otra vez habría de dar cuenta a la puñadas si quería salir vivo de ésta.

¿¡Cinco hombres!? -repitió Jimeno-, ¡a las armas pues!

Y entonces sacó su hacha y esperó a quienes intentaban darles caza en sorpresa.

Fue entonces cuando el grupo de soldados que Tariq había divisado os salió al paso. Todos ellos portaban espadas e iban bien aprovisionados de armaduras.

Iniciativas:

Potencio: 26:
Pelayo: 25
Tariq: 24
Soldado 2: 24
Damián: 23
Soldado 5: 23
Soldado 4: 22
Soldado 3: 20
Soldado 1: 18
Jimeno: 17

Declarad acciones de combate (2 normales o 1 extendida) y ejecutadlas (sin orden de posteo). Luego las ordenaré yo y añadiré, como siempre, el resumen turno a turno. Lo hago así porque se prevé una batalla muy larga.

PNJOTIZADO.

Fue entonces que apretando bien el terciado, me dispuse a atacar al soldado 3. Luego intenté esquivar cualesquier embestida.