Partida Rol por web

Entráis a unas grandes cavernas, que os dirigen hacia dentro de la tierra, en las cales apenas hay luz, excepto por unas pequeñas hogueras anti-naturalmente encendidas, ya que no veis ni entendéis por que están encendidas.

Oiis como sopla el viento, aun que este apenas os da en la cara.

Dentro de la caverna, veis como justamente en el centro hay un templo excavado en la roca, aun que parece por la perfección de su diseño, que se hayan traído piedras desde otros lugares y se haya construido allí dentro.

El camino hacia el interior del templo, son puentes que parecen naturales a primera vista, debido al desgaste del tiempo, que hace que acabe en punta parte de todo el suelo, apuntando al gran vacío que veis al mirar abajo.

Salimos de la taberna para dirigirnos al templo de ¿Akansien?, no recordaba exactamente el nombre pero no era algo importante, lo importante era las riquezas que pudiese tener en el interior, ardía en deseos de poder sustraerlas. Me dí cuenta mientras caminábamos de algo simple que yo todavía no había hecho -Sitsamae, aún no me he presentado que descortés por mi parte. Soy Kalista una duelista-  afirmé con orgullo mientras ponía mi mano sobre el florete que llevaba atado en el cinturón.  -Espero que no tardemos demasiado en llegar, no me gustan demasiado los viajes largos sobre todo si tenemos que volver por algún motivo- la verdad es que no sabía que nos esperaba en la mazmorra pero junto a Sitsamae me sentía algo más segura, aunque esperaba que pudiese correr tan rápido como yo si algo pasase

La entrada al templo os conducía inicialmente a una gran sala decorada con columnas que llegaban desde el suelo hasta el techo del templo, el cual quedaba claro que era una cueva natural rediseñada para el propósito de servir al dios.

Al dar unos pocos pasos en la sala, veis como parte del suelo se levanta y comienza a tomar forma humanoide, la cual os mira fijamente y se prepara para acabar con vuestra vida.

Tras moverse la tierra, veis como claramente, tras la criatura aflora un cofre completamente dorado, aunque sucio de haber estado enterrado cientos de años.

En un rápido movimiento que no sois capaz de ver, una de las piedras de la criatura, se separa del resto y golpea a Sitsamae de una forma brutal en la cabeza, haciendo un duro crujido, y ésta cae automáticamente al suelo.

Cuando llegué a la mazmorra noté como un viento azotaba mi cara, era una caverna bastante profunda y de grandes envergaduras donde se situaba un templo en el centro, excavado en piedra precioso, bueno supongo -habrá oro aquí,de no ser así me doy media vuelta y busco cualquier primo al que sacarle oro yo no estoy aquí para jugar a los héroes benefactores- estuve un poco indagada en mis pensamientos.

Mientras caminaba con Sitsamae pude ver como había un cofre algo dorado pero desgastado por el tiempo aún así no pude evitar dirigirme a el, ¿que podría contener? la emoción me llenaba pero que saliese un ser de la tierra me cambió un poco el rostro. Me puse tensa y pude ver como en un momento Sitsamae era aplastada por una piedra que le golpeaba el cráneo -parece que no es una tontería este templo- sonreí ante el desafío.

Desenvainé  mi florete y apunte al enemigo para enfrentarme a él, era momento de probar como podría golpear a un ser de piedra, ¿quién ganaría, mi espada o solo un montón de suelo?

Kalista con un rápido movimiento, consiguió clavar su florete entre las partes móviles de la criatura, pero en ese instante, ésta apretó las rocas entre sí, dejando inmóvil el arma. En un intento desesperado de sacarla, ya que sino estaba completamente expuesta a un contragolpe, el arma consiguió moverse lo suficiente para poder sacarla y además, hizo un pequeño giro, golpeando el centro del elemental, destrozándolo y haciendo que empezase a derrumbarse, ya que sin la magia del núcleo, la criatura se convirtió en un montón de piedras rápidamente.

Ya con la tranquilidad de que el elemental no se iba a levantar de nuevo, el tesoro, reluciente sino fuera por el polvo acumulado, estaba frente a ella, esperando ser abierto.

La verdad es que estaba algo nerviosa por ser un combate real, como cualquier persona era lógico me jugaba la vida a cada segundo -La dura vida del duelista- una sonrisa se esbozó en mi rostro al lanzarme a por el golem aunque rápidamente desapareció. En una sucesión de movimientos rápidos tras que el golem atrapara mi arma pude derrotarlo aunque la verdad sentí algo de miedo mezclado con la adrenalina del momento mientras veía como el golem se desmoronaba en el suelo convirtiéndose en solo piedra. 

Ahora venía la parte interesante para mí, -Buenos días cofrecito, que me puedes decir sobre tí- era una amante del oro pero no una idiota, si había habido defensas antes de abrir el cofre dentro o al abrir el cofre podía haber aún más trampas con lo que debía comprobarlo.

(Solo si no detecto trampas o las elimino abro el cofre con la tirada posterior) 

No hay trampas en el cofre, ves que para el tiempo que debe llevar allí, que estimas que es desde hace cientos de años, se abre con suma facilidad.

Dentro encuentras una gran maza, llena de pinchos en la punta, con la que crees que sería fácil acabar con cualquier cosa que se te entrometa.

Ves en uno de sus costados, varios insectos pintados, entre unas especies de runas mágicas, lo cual indica sus auténticas capacidades mágicas.

Una sonrisa se esbozó en mi cara cuando pude ver que no había ninguna trampa en el cofre, esto hacía que lo que sea que fuere de adentro estuviese a mi entera disposición. Al abrir el cofre sentí un poco de decepción simplemente vi una maza, ¿porqué demonios protegerían una maza?, al coger la maza unas ligeras runas de los lados brillaban suavemente, al verlas junto a unos grabados de insectos pude entender que no era una maza cualquiera, parecía estar encantada o algo y por los grabados quizás sea útil contra algún insecto.

Ahora estaba algo renovada tenía algo más de  emoción por la mazmorra al igual que algo de preocupación, al fin y al cabo mi pobre compañera Sitsamae que apenas acababa de comenzar su viaje conmigo falleció casi instantáneamente, me sentí mal por ello así que con las piedras de lo que fueron el golem de tierra la cubrí dejando un poco de ropa clavada en su arma encima del montículo donde se encontraba. Era la forma en que los ladrones enterraban a sus compañeros, en cualquier lugar, en cualquier rincón, aunque no fuese lo más bello.

En cualquier caso tocaba seguir, pero ahora iba sola tenía que tener mucho cuidado dado que ahora el primer golpe iría para mí.