Partida Rol por web

Creo que con el grabado en la escultura de las diosas ya queda bastante claro. Tan espeso no creo que sea. XD

Al ingresar a  aquel lugar sagrado me sorprendo enormente de que el mismo haya soportado el paso del tiempo y que a su vez haya logrado resistir la terrible corrupción que redujo esta magnifica fortaleza a una mera sombra de su pasado.

Tras recuperar mis fuerzas decido volver por el cuerpo de Haliax, para traerlo a este recinto sagrado a efectos de que pueda descansar en paz, lejos de la corrupción creada por el amo de la mazmorra, pues mi compañero no merece convertirse en un esclavo de este nefasto ser.

Tras desenterrar el cuerpo de Haliax de su improvisada tumba lo cargo sobre mi espalda y lo llevo ante la estatua de las diosas gemelas y ruego a ellas que cuiden de su alma y si está en su voluntad lo ayuden a encontrar la paz en el otro mundo junto a su hermano.

Luego elevo una plegaria a mi propia diosa y tras agradecerle por seguir con vida me preparo para salir del recinto, no sin antes agradecer también a las diosas gemelas por brindarme su favor y sanar mis heridas mientras me dispongo a seguir adelante con la única finalidad de destruir a  aquel ser que ha corrompido este lugar hasta la medula, no sin antes pedirle también a las diosas gemelas que me acompañen en la batalla.

Despues de concederse unos momentos de descanso y oracion tras todo lo que habia ocurrido hasta entonces, Femeref se dispuso a seguir adelante, sintiendo que parte de sus fuerzas volvian tras haberse acercado a la escultura que representaba a las dos hermosas e inmoviles figuras de las diosas gemelas y aladas, a las que alguna mano prodigiosa habia dado forma en aquel material precioso, fino y liso, pero tambien duradero.

Sin embargo, la restitucion de parte de su fuerza vital no fue lo unico que ocurrio. Otro milagro estaba por acontecer, pues el cuerpo inerte de Haliax comenzo a dar señales de vida. Primero, un temblor en los dedos de sus manos y un agitarse de sus pies. Enseguida, vinieron sacudidas en su pecho y finalmente, el guerrero abrio los ojos y alzo la cabeza, un fenomeno insolito que solo podia atribuirse a la generosidad de las diosas, aunque tuvo una repercusion, pues el brillo que tenia la escultura se apago, dejando la sala en una semipenumbra. 

Al sentir mis fuerzas renovadas agradezco tanto a mi diosa como a las diosas gemelas para finalmente ponerme en marcha nuevamente.

Sin embargo, cuando estoy por salir de aquel recinto sagrado noto con asombro como el cuerpo de Haliax empieza a convulsionar para luego ponerse de pie, lo que me sorprende muy gratamente.

Bienvenido de vuelta al reino de los vivos. Pensé que tendría que seguir adelante solo. Me alegra mucho estar equivocado. - digo al tiempo que estrecho la mano de mi compañero.

Toma esto te pertenece. Úsalo con sabiduría. Será mejor que continuemos aunque esta vez con más cuidado, ese hechicero aún podría estar cerca y me temo que no soy rival para él. - digo mientras le entrego la matalobos con una sonrisa y me tomo un momento para pensar en los desafíos que nos aguarn más adelante rogando a los dioses estar a la altura de los mismos y poder purgar finalmente este lugar de todo rastro de corrupción.

El cuerpo de Haliax extendio una mano tremula hacia su compañero y por unos momentos, la vida parecio retornar a el. Sus labios se movieron debilmente y el guerrero hizo una tentativa por doblar las rodillas e incorporarse, pero inesperadamente algo sucedio. La sala entera se ensombrecio rapidamente hasta quedar en unas tinieblas absolutas y Femeref pudo sentir una presencia aterradoramente siniestra que se cernia sobre ambos aventureros. 

Una carcajada tan burlona como diabolica surgio en el aire y el mago escucho como la estatua de las diosas gemelas era hecha añicos, quebrandose y cayendo en pedazos al suelo, en un estruendo acompañado por un gemido ahogado que parecia provenir de Haliax, hasta que todo termino.

Bajo una luz tenue y vacilante, Femeref se encontro solo en aquella camara de piedra. La escultura de las diosas yacia a su costado, completamente desmoronada y de su compañera solo quedaba una mancha de sangre en el suelo. Con la inconfundible certeza de que algo mucho mas aterrador habia estado ahi, el mago escucho con claridad una palabras, provenientes de algun sitio mas adelante, pronunciadas con una voz ronca y profunda, capaz de estremecer las piedras, retumbando con sus ecos en toda la mazmorra:

- ¡Ven si te atreves, mortal, pues tu compañero ya es mio para toda la eternidad!  ¡Adelante, avanza y afronta el verdadero terror que te aguarda en lo mas profundo! ¡LA OSCURIDAD ES MI DOMINIO!

Con mis energías renovadas y mi corazón lleno de dolor por no haber podido salvar a mi compañero decido continuar dispuesto a acabar con el amo de la mazmorra.

"Oh Eilistraee dame fuerza. Corellon reserva un sitio en tu casa para mi pues es muy probable que pronto llame a las puertas de tu reino."

Mientras abandono aquel lugar de paz ahora destruido por la insanía del amo de la mazmorra sólo me pregunto hasta dónde llegará la oscuridad en el corazón de ese ser. Sólo ruego a los dioses que me concedan la fuerza necesaria para poner fin a la existencia del amo de la mazmorra de una vez por todas.

Mientras me adentro en la mazmorra con la mayor precaución posible siento nuevamente como la corrupción y la oscuridad se fortalecen lo que me indica que con cada paso que doy me acerco más al origen de toda esta maldad para finalmente poder acabar con ella.

Con un valor y tenacidad dignos de ser llamados heroicos, Femeref siguio internandose cada vez mas en el lugubre subterraneo, determinado a proseguir hasta las ultimas consecuencias y a vengar la muerte de Haliax. Poco despues de trasponer el ultimo arco y puerta de piedra tallada, sus pasos lo llevaron por escalones de piedra que descendian por pasajes cada vez mas altos y anchos. Los peldaños perdian forma y acabado conforme iban ganando profundidad, hasta que dejaron de tener forma visible y se convirtieron en burdas formaciones rocosas, jamas tocadas por mano o cincel alguno. 

El descenso concluyo en una vasta y oscura caverna. Los ojos del aventurero apenas podian distinguir nada en ella. Algunos hongos fosforescentes, y la palida luz que lograba colarse a traves de un orificio en el techo de la cueva era lo unico que permitia al mago avanzar con menos tropiezos y darse al menos una idea de la colosal magnitud de aquel lugar. 

El eco de sus pasos resonaba con claridad y molestaba a los murcielagos que anidaban en el techo de la descomunal caverna. Pero habia algo mas ahi. Femeref era capaz de olerlo y de sentirlo. Un olor acre, intenso y animal, ademas de un  hedor a cosas en descomposicion. Pero tambien podia escucharlo. El arrastrarse de un cuerpo gigantesco, garras que arañaban la roca, un aliento profundo y lento.

Mas no podia ver quien o que era su enemigo, pues la oscuridad parecia envolverle e ir ganando terreno poco a poco, nublando la vista del aventurero y borrando todo contorno de las cosas alrededor.

- ¡BIENVENIDO HEROE, A TU TUMBA!  ¿ESTAS LISTO PARA MORIR? - rugio una voz ronca y atronadora, definitivamente salida de una garganta inhumana, que venia de algun sitio muy por encima de la cabeza del mago.

Conforme desciendo por los oscuros corredores siento que cada paso que doy me acerca más a mi objetivo. Es así que finalmente tras mucho caminar llegó a una gran cámara, la misma que parece ser la última de aquel laberinto subterráneo. Así que ingreso a la misma con mucha determinación.

De pronto una voz gutural resuena a mi espalda, así que me giro sólo para ver como una enorme bestia me ataca por sorpresa.

"Por todos los rayos y truenos al parecer esta noche cenaré en Arvandor. Pues lo que deba ser que sea." - pienso mientras observo a mi adversario cargar contra mi a toda velocidad derribándome sin contemplación alguna haciéndome perder la concentración y echando a perder mi conjuro.

La violencia del impacto es suficiente como para arrojarme al otro extremo de la habitación causándome un terrible daño. Mientras me pongo de pie intento recuperar la compostura para poder contraatacar. Otro golpe como ese y me convertiré en un cadáver lo cuál implicaría el fin de mi viaje.

Es todo o nada vencer o morir, pues mi camino hacia la libertad estaba bloqueado por esa abominación así que huir no era una opción. Si moría sería luchando.