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Ánima:Más allá del bien y del Mal II, Un reino de Pesadillas

Interludio de Faliar

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11/03/2012, 15:24
Director

Escena privada para poder poner la historia que pasa durante los tres años, mejorar al personaje y todas esas cosas nazis que requiere el comienzo de una partida.

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11/03/2012, 15:29
Faliar

La ficha ya te llegó, no? La de nivel 3

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11/03/2012, 15:58
Faliar

Sobre el cacharro... pues es que sin el libro no se decirte xDDD Más o menos que tipo de poderes tendría disponibles?

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11/03/2012, 17:08
Director

no necesito que tengas el libro, y tampoco quiero que sepas los poderes que tiene disponibles. 

Piensa dónde podrías haberlo conseguido, y qué es lo que te gustaría que tuviera. Y, sobre todo, qué es. Quiero decir, el artefacto lo haré yo solo quiero que me des unas "preferencias" ^^

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11/03/2012, 17:16
Faliar

Bueno, dado que en el avatar sale con un anillo, pues eso mismo: un anillo con forma de grifo, de diseño similar a los que adornan el escudo de Faliar. Había pensado en que incrementase el ACT o el turno, o ambas cosas si se puede.

La forma de encontrarlo... se me ocurre que investigando sobre su pasado, encontrase una caja en la que hubiesen algunos datos de sus padres, y el anillo incluído, que les perteneciera. De paso podría servir para enlazar con la trama de esta partida y justificar el viaje a Moth

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12/03/2012, 11:44
Director

El viaje a Moth vendrá justificado de por sí por una "petición" que te hará la organización. ^^ Pero si además quieres cargarlo de un componente sentimental, adelante ;) quedará mucho mejor

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12/03/2012, 11:48
Faliar

Pues apañado. Podemos hacer que el emblema del escudo de Faliar sea el escudo de armas de su familia, y que Faliar lo reconociese en un archivo en la Universidad de Lucrecio. Ahí encontraría lo que supone que es el testamento de su padre, y el anillo (por ejemplo)

Cuando ya sepa si Cath va a ser PJ o PNJ, me pongo bien con el trasfondo

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12/03/2012, 11:49
Director

Perfecto. ^^

Búscale una imagen, o si te atreves dibújale una ^^ que así puede que tenga más presencia ;)

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12/03/2012, 11:51
Director

Por ahora se lo he preguntado a dos Umbrianos que conozco, cuyo nivel de posteo me gusta para ver si quieren entrar... Si no quiere ninguno... se lo preguntaré a un tercero que acabo de conocer pero me está encantando. Y si ella no quiere, y no hay ningún otro que me interese...

Será PnJ.

No voy a abrir un hilo para buscar jugador. No sé... no me interesa ^^

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12/03/2012, 11:53
Faliar

Soy muy mal dibujante; todavía hago muñecos de palo xD

Este me mola. Se da un aire steampunk que pega con Lucrecio xDD

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12/03/2012, 11:54
Director

Cuando llegue a casa puedo intentar hacer un modelo de escudo con ese león con Photoshop... ^^

Cómo era el escudo? triangular?

o has cambiado entre aventuras?

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12/03/2012, 11:55
Faliar

Es triangular ^^

Pero decías el escudo de armas o el anillo?

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12/03/2012, 11:56
Director

el escudo de armas.

^^

 

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12/03/2012, 11:57
Faliar

Ah bueno, eso es fácil

Pues eso, la primera imagen, el anillo, y esta, el escudo de Faliar y escudo de armas de su familia

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13/03/2012, 01:40
Faliar

Primera parte: En un mar de tinieblas

Frio. Oscuridad. Humedad. El sonido de un trueno en la lejanía y el viento aullante despiertan a Faliar. Flota a la deriva, sujeto a uno de los tablones del barco destrozado. Ha soltado su hacha y su escudo; le pesaban y le hacían hundirse. Así que está indefenso, a merced de los elementos. El oleaje le lleva de un lado a otro. Se recuesta sobre el tablón e intenta propulsarlo en una dirección determinada, pero las olas no hacen más que zarandearlo. Cansado, simplemente se deja llevar. El viento y el mar le aproximan a más restos del barco; telas rotas, fragmentos pequeños de madera, cuerdas... pero nada que haga pensar que alguien haya sobrevivido al hundimiento.

Cuando se quiere dar cuenta, está flotando cerca de otro naúfrago, aferrado a un barril de la bodega. La oscuridad no le deja verlo bien, pero un relámpago ilumina el cielo, y Faliar ve unos rasgos reconocibles: pelo corto y negro como plumas de cuervo, y un pañuelo blanco atado a un brazo.

- ¡Aaron! ¡Menos mal! ¡Has sobrevivido!

No hay respuesta.

- ¡Aaron! ¡Eh, soy yo!¡Faliar!

Sigue sin responder; Aaron sigue aferrado a su barril y no se mueve. Faliar se impulsa en su dirección, y alcanza el barril en el que flota su amigo. Lo agarra, pero no responde; tal vez esté inconsciente. Le da la vuelta e intenta colocarlo sobre el tablón en el que flota, y entonces se da cuenta de que Aaron no está inconsciente. Sus ojos miran al cielo pero no tienen vida, y su rostro está torcido en un gesto de pesadumbre e incredulidad. Tiene dos dagas clavadas en el pecho; Faliar las reconoce enseguida. Una es de Quint, y la otra, de Xerine.

- Pero... ¿que?.... ¿que... te ha pasado?

Una voz resuena por encima de los truenos; una voz suave, y al mismo tiempo enérgica y sobrecogedora, que hace que a Faliar se le ponga el pelo de punta

- Víctima de la incomprensión

- ¿Que? ¿Quien....?

- El cazador de brujos no toleraba su magia. Creyó que estaba corrupto de poder y actuo en consecuencia; no quiso comprender que no era deseo de poder, sino simple inexperiencia. Y Xerine no comprendió lo que sentía por ella; se deshizo de él como si fuera una mosca molesta, revoloteando a su alrededor para reclamar su atención.

- Pero... no puede ser... Quint y Xerine...

- Quint y Xerine estaban tan convencidos de que el mundo tenía que ser como ellos lo veían, que no aceptaron que Aaron estuviese ahí para alterar su percepción de como tenían que ser las cosas. Y el pobre muchacho no cometió otro pecado que hacer uso de un don que no había pedido, y de enamorarse de la persona equivocada.

- Él... era un buen muchacho... No es justo...

- Nada lo es. La gente está dominada por sus prejuicios y sus miedos; raro es aquel que da una oportunidad a una persona que piensa y actúa diferente a lo que él concibe como correcto.

Un cuervo descendió de los cielos. Se posó sobre el cuerpo de Aaron, y pareció rebuscar algo entre sus ropas. Con su pico, cogió lo que parecían dos cartas del tarot con el que Aaron jugaba a adivinar el futuro. Reconoció las cartas: el Sumo Sacerdote invertido, y los Amantes invertidos. El cuervo reemprendió el vuelo, y desapareció en la tormenta. Sin saber si estaba llorando o no al tener la cara completamente empapada, Faliar empujó el cuerpo de Aaron y dejó que se hundiera en el océano. Y siguió flotando a la deriva.

El oleaje le acercó a lo que parecía una cama. Sobre ella habían dos figuras. Nadó hacia la cama. Allí estaban Xerine y Emil, tumbados, el uno al lado del otro, uno frente al otro. Se abrazaban, y parecían estar dormidos. Faliar se encendió de rabia.

- ¡Maldita seas! ¡Así que al final nos traicionaste! ¡Tanto jugar a la reina de hielo, para acabar así!

Pero Xerine no respondió; siguió abrazada a Emil

- ¡Respóndeme! ¡Atrévete a mirarme al menos!

Nada

- Fíjate mejor, Faliar -dijo aquella voz

Faliar nadó hasta la cama y trató de agarrar a Xerine, para obligarla a mirarle. Pero entonces se dio cuenta. Xerine estaba atravesada por la espada de Emil, mientras que la otra daga de Xerine se hundía en el corazón del espadachín. Se habían fundido en un último abrazo mortal. El violín de Xerine yacía junto a ellos, partido por el mástil.

- Ah, las mentiras... Fíjate en esos dos... El uno intentó usar al otro, y así terminaron. Se creyeron muy listos; pensaron que estaban engañando al otro, y en realidad solo se estaban engañando a si mismos. Acabaron apuñalados por sus propias mentiras.

-No puedo decir que sienta lástima...

¿Por que? ¿Porque piensas que Xerine te traicionó?

- Emil... no estaba muerto... Lo oí... antes de que se hundiera el barco.  Xerine nos engañó, por partida doble

- O a lo mejor la engañaron a ella. No la juzgues tan rápido; a fin de cuentas, ¿que sabias de ella? Nada; era una máscara detrás de otra, un enigma envuelto en belleza, música y ropajes elegantes. No eres quien para decir que os traicionó.

- Yo....

- Tu... no sabías nada de ella. ¿Inocente o culpable? Nunca lo sabrás

Y era cierto. El cuervo volvió a aparecer, y agarró el mástil del violín de Xerine. Alzó el vuelo, y desapareció. Faliar no dijo nada más; miró una última vez hacia la cama, hacia aquella pareja condenada, y siguió a merced del oleaje.

Por fin, en medio de aquella oscuridad, atisbó algo de luz en el horizonte. Pensó que podía ser un faro. Nadó en dirección a la luz, y el oleaje no se lo impidió. Sin embargo, a medida que se acercaba, se fue dando cuenta de que aquello no era un faro. Algo ardía sobre unos tablones, y olía a carne quemada. Más de cerca, lo vió; era  un cuerpo humano ardiendo. Y ese cuerpo, irreconocible, aferraba algo en sus manos; una daga en una, y una ballesta en la otra. Era Quint, o lo que quedaba de él.

- Dios mio...

- ¿Dios? Si, bueno, supongo que le puedes culpar a él de lo que le ocurrió a Quint. Creían tan fervientemente en su causa, estaba tan convencido de que hacía lo correcto en el nombre de ese Dios del crucificado, que al final sus propias llamas le consumieron. El fanatismo, Faliar, te puede hacer creer que merece la pena inmolarse y sacrificar montones de vidas, inocentes o no, en el nombre de tu causa. Pero pregúntatelo: ¿es la culpa de ese Dios ausente, o de aquellos que creen en él con ese fervor?

- Si no se nos vendieran falsas promesas...

- Tonterías. En última instancia, eres tu el que elige creer, eres tu el que decide actuar, y eres tu el que decide matar. Dios no guía tu mano; eso es solo una excusa para no afrontar tu intolerancia y tu falta de autocontrol.

Y volvía a ser cierto. Quint había acabado como Faliar temía que acabase. El cuervo volvió, y, ignorando las llamas, cogió del cuerpo calcinado de Quint lo que parecía un colgante con forma de crucifijo. Luego levantó el vuelo y volvió a marcharse. Cuando las maderas sobre las que ardía Quint pasaron por su lado, Faliar las golpeo, y el cuerpo de Quint cayó al mar. Las llamas se apagaron, y el cuerpo se hundió en la oscuridad.

- Y como todas las luces que arden con demasiada intensidad, pronto se apaga y su luz no guiará a nadie.

Faliar no quería continuar. No quería ver lo que aquel viaje le tenía preparado. Ya no hacía ningún esfuerzo para flotar en una dirección determinada, ni prestaba atención a lo que ocurria a su alrededor. Solo quería dejar que el frío y el agua hiciesen su trabajo, y se sumiese en la nada.

Pero el Destino no quería que su viaje terminase ahí; tenía algo reservado para él. Flotó durante horas, y al final una fuerte ola lo dejó en una playa. Permanció tumbado en la playa durante unos minutos, sin abrir los ojos.

- Faliar, tu viaje no ha terminado. Levántate

- ¿Por que no me dejas en paz?

- ¿Crees que la mereces? Gánatela.

Abrió los ojos y se levantó. Reconoció aquella playa; era donde había aparecido tras el accidente de la Dama. Estaba de vuelta en Corvinus. Pero Corvinus había sido destruida. Él lo había visto.

- ¿Estás seguro de que viste lo que viste?

Faliar caminó por la playa, y luego se adentró en la isla, siguiendo casi por instinto el camino al pueblo. Cuando llegó, vio que el pueblo estaba en un estado lamentable. Casas medio derruidas por el paso del tiempo, árboles muertos por la falta de agua, y unas nubes aún más oscuras que las que cubrían la isla al principio, y que no dejaban pasar ninguna luz. Solo los relámpagos ocasionales iluminaban aquel pueblo fantasma.
Por las calles avanzaban figuras cubiertas de harapos de pies a cabeza; Oscuros como los que les habían atacado en la mansión del Marqués. En el centro del pueblo, una estatua de Calvacanti observaba con arrogancia la ruina que él mismo había creado.

Faliar miró a su alrededor, y vió algo en el cementerio. Una figura pálida y blanquecina, que le llamaba. Se aproximó, y allí, sobre su tumba, le esperaba Penélope, sus ojos verdes enrojecidos de tanto llorar, sus brazos delgados y esqueléticos, de tanto no comer por la pena.

- Has vuelto, querido. Al fin has vuelto

- ¿Penélope?

- Ah, te acuerdas de mi nombre. Que detalle.

Su gesto se torció en una mueca sarcástica

- Yo... lo siento. No se que me ocurrió; no sé por que te abandoné...

- Ah claro, durante diez años me dejas sola, obligando a tu hija a cuidar de mi, y ahora vuelves, y un “lo siento” y todo arreglado.

- No pretendo que me perdones; no lo merezco...

- Claro que no te lo mereces. No te mereces nada de lo bueno que te ha pasado en esta vida. No me mereces a mi, no mereces a Catherine, y por encima de todo, no mereces a Nahia. Por eso me quité la vida. Me dabas tanto asco, que no quería que pensaras ni por un minuto que volvería a arrojarme a tus brazos

Ahora si estaba llorando; no podia responder

- Y ahora te echas a llorar. Eres un cobarde. Nos abandonaste, y no tuviste el valor de volver. Tuvieron que borrarte la memoria y aparecer aquí por casualidad para que de una vez vieses lo que me habías hecho. Nahia es tonta; no se como pudo perdonarte. Y para colmo, volviste a abadonarla

Yo no... no volví a abandonarla

-¿Que no? Claro que lo hiciste. Saliste a buscar tu pasado; le dijiste que volverías con ella enseguida, y no lo hiciste. La dejaste sola. Como a mi.

- ¡No!

Penélope comenzó a llorar también

- ¡Si! ¡Tu estúpida búsqueda era más importante para ti que ella! ¡La dejaste sola, a ella, y a esa chica tonta que se enamoró de ti! ¿Por que no vas a verlas, eh? ¡Ahí siguen, en la misma casa donde las dejaste!

-Penélope...

- ¡Lárgate! ¡Olvídate de mi! ¡No quiero verte nunca más! ¡Regresa a casa, e intenta cumplir una promesa por una vez en tu vida!

Faliar salió corriendo del cementerio y regresó al pueblo. Como loco, buscó la casa de Catherine, y al fin la vio. Su corazón le dio un vuelco; aunque permanecía en pie, parecía que había ardido. Rompió de una patada la puerta quemada, y entró en el salón. El olor carbonizado era reciente.
- ¡Nahia! ¡Catherine! ¡He vuelto!

Nadie respondió

-¡Nahia! ¡Cath!

Miró en la habitación de Nahia; nada, salvo el retrato quemado de Penélope. Miró en la cocina; tampoco nada. Y subió las escaleras, y allí lo vio.

Nahia y Catherine yacían en el suelo, ambas con la mirada clavada en el techo. El cuerpo de Catherine brillaba, pero no por la luz que irradiaba de ella, sino porque estaba envuelta en esas terribles llamas verdes que él manejaba. Las llamas no quemaban su carne ni su pelo; se alimentaban directamente de su alma.

Y Nahia... Su menudo cuerpo yacía desangrándose en el suelo, con una enorme herida en el vientre. Una herida provocada por una hoja pesada. Una hoja... como la de un hacha.

- No.... ¡No!

Faliar se arrodilló junto a ambas; ya no le quedaban lágrimas para continuar llorando. Colocó su mano derecha tras la cabeza de Nahia, y la levantó un poco.

- ¿Papá? ¿Has vuelto?

- Si.... si... He vuelto.... Y no volveré a dejarte

- No te creo.... eso dijiste la última vez....

- Si, si, lo sé... Pero esta vez es de verdad...

- ¿Por que duele tanto, papá?

-Tranquila... tranquila.... te curaremos, ¿vale? No pasa nada

- ¿Por que me has hecho tanto daño, papá?

- ¿Que...?

- Y Catherine... ¿por que la quemaste?

- Yo.... yo....

- Si Faliar, me quemaste

Catherine se había levantado, y estaba junto a él, ardiendo en aquel insano fuego verde que no la consumía

- Me quemaste. Me calcinaste el alma, y dejaste que me consumiera entera. Todo porque no pudiste afrontar tu pasado

- ¿Mi... pasado?

- Si, tu pasado

Otra figura apareció desde las sombras. Llevaba un hacha ensangrentada en una mano, y fuego verde ardiendo en la otra. Era él, un reflejo exacto de si mismo, pero con el rostro torcido en una mueca malvada.

- Me buscaste, y me encontraste, Faliar, pero no pudiste mantenerme alejado de ellas. Y este es el resultado.

- No.... no.....no....

- ¿Mereció la pena, Faliar? ¿Tanta búsqueda, para perderlo todo otra vez? ¿No pudiste conformarte con una preciosa esposa y una encantadora hija? ¿No eran lo suficientemente buenas para ti?

Catherine y Nahia se acercaron y lo abrazaron

- Si papá... ¿por que no lo dejaste pasar?

- ¿Por que con mi cariño no fue suficiente, Faliar?

- No... ¡Basta! ¡Tu...! ¡Maldito!

Se lanzó contra su doble y le pegó un puñetazo en la mandíbula tan fuerte que lo tiró al suelo. Pero casi al instante, Faliar notó otro golpe igual de fuerte en su boca, y cayó también al suelo. Se levantó al mismo tiempo que su reflejo oscuro, y le propinó un puñetazo en el estómago. Ambos se doblaron por el dolor. El reflejo recuperó el aliento, y se rió

- No puedes vencerme, Faliar. No puedes destruirme sin destruirte a ti mismo. Porque yo soy tu, y tu eres yo. Tu eres Fredo, y eres Faliar. Eres ambos.

- No.... yo... te doblegaré...

- No puedes doblegar tu pasado Faliar, solo aceptarlo...

- ¡Nunca haré tal cosa!

- ¿Nunca?

- ¡Nunca!

- Así que nunca aceptarás lo que eres... Y mira de lo que te ha servido: para dejar un reguero de cadáveres a tu alrededor. Y los cadáveres.... son pasto de los cuervos...

Una inmensa bandanda de pájaros negros entraron por las ventanas de la casa. Faliar se cubrió la cara, a la espera de que se arrojasen sobre él, pero no le tocaron. En su lugar, escuchó dos gritos femeninos.

- ¡No, no, no, no, no!

Los cuervos se abalanzaron sobre Nahia y Catherine, y comenzaron a destrozar sus cuerpos con sus corvos picos. Faliar intentó espantarlos, alejarlos de ellas, llamar su atención para que se lanzaran contra él, pero nada. Los cuervos graznaban tan fuerte que ahogaron los gritos de las dos muchachas, y al cabo de unos minutos, se marcharon. No dejaron nada, solo huesos ensangrentados y ropas destrozadas. Incapaz de seguir en pie, cayó de rodillas al suelo, en silencio. Su reflejo oscuro se acercó a él, pero ya no tenía su apariencia. No, ahora tenía otro rostro. Un rostro que ya había visto antes, flotando sobre Corvinus antes de que la isla se hundiera. Pero no fue esa la única vez que lo había visto; lo había visto mucho antes, en su pasado distante, que aún no recordaba.

- Esta es tu condena, Faliar. Tu castigo... por ser un monstruo. Como Galael. Como Raptor. Porque yo soy el rey negro, Faliar. Y soy tu señor. No tolero la traición, peón. Todavía te queda mucho por sufrir.

Una risotada fantasmagórica retumbó en la habitación, y aquel reflejo oscuro desapareció en un remolino de plumas de cuervo. Y allí se quedo Faliar. Solo. Con la única compañía de los restos de su amada y su hija. Se tumbó en el suelo, y allí permaneció lo que le pareció una eternidad, mirando fijamente al techo. Llegó un momento en el que cerró los ojos un instante...

- ¡Papá!

- ¡Faliar!

Voces familiares. Una luz intensa. ¿Otro truco de aquella criatura? Si, seguramente. No pensaba abrir los ojos; no quería ver que nueva tortura tenía preparada para él.

- ¡Faliar despierta!

- ¡Papá, papá! ¡Estás despierto!

- ¿Se está despertando? ¡Que alguien avise a un doctor! ¡El paciente se está despertando!

Esa última voz no la reconoció

Sintió una mano cálida sobre su rostro. Un tacto que ya había sentido antes. Agarró aquella mano con delicadeza.

- ¡Faliar!

Unos brazos suaves y delicados abrazaron su cuello. Y Faliar se atrevió a abrir los ojos.

Notas de juego

Y hasta aquí la primera parte del interluido de Faliar. Tengo pensadas más, espero que no tan tochas como esta, pero creo que esta lo merecía :p Ya me dirás que te parece.

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13/03/2012, 12:10
Faliar

Segunda parte: Despertando

Estaba en una habitación grande, blanca e iluminada. A su lado había una mesa con ungüentos, pomadas, pociones, y otros medicamentos. Había un olor aséptico en el aire; debía ser un hospital. Catherine estaba abrazándole, llorando. Nahia le cogía una mano, y sonreía.

- ¿Que... que es este sitio?

Catherine dejó de abrazarlo y le besó como si fuese la primera vez que lo veía desde hace mucho tiempo. Luego le respondió.

- En el hospital de Brudge. Acabamos en Kanon después.... después del naufragio.

- Entonces... ocurrió de verdad...

- Si...

- ¿Y ...Corvinus....está....?

El rostro de Catherine se ensombreció, y Nahia sollozó

- Lo siento mucho...

Catherine forzó una sonrisa

- Tranquilo. Hoy lo importante es que has despertado. Llevabas dos semanas en coma.

- ¿¿Dos semanas?? ¿Y... vosotras?

- Nosotras despertamos en la costa. Tu... bueno... estabas inmóvil y no despertabas... Nos temimos lo peor...

Catherine volvió a abrazarle. Nahia continuó por ella.

- Una pareja de ancianos nos encontraron y como tu no despertabas te trajeron aquí. Hemos estado todos los días esperando a que despertaras. Los médicos decían que podías estar así meses... e incluso años...

Nahia se sumó al abrazo

- ¡Me alegro tanto de que hayas despertado! ¡Tenía miedo de que... me hubieses vuelto a dejar!

Faliar acarició a su hija

- Te prometí que eso no volvería a pasar, ¿verdad?

Nahia no dijo nada, solo asintió mientras trataba de contener las lágrimas

- ¿Y los demás?

- No... no lo sabemos. En la playa solo estábamos tu, yo, y Catherine. Y bueno, tu escudo, tu hacha, tu diario... y el violín de Xerine.

- ¿El violín?

- Si... bueno... me lo dió antes del naufragio...

Un gesto totalmente inesperado por parte de Xerine.

Nahia parecía algo compungida; seguramente por la ausencia de Quint

- Bueno... no os preocupéis... La tormenta los habrá llevado a otro lugar. A fin de cuentas, no es la primera vez que salimos vivos de un naufragio...

Nahia asintió, algo más tranquila.

- Bueno señoritas, lo siento pero tienen que dejar que revise al paciente. Dos semanas en coma pueden desgastar mucho. Les avisaremos cuando puedan volver a entrar.

Un doctor, gordo y medio calvo, había entrado en la habitación. Nahia y Catherine soltaron a Faliar, y se marcharon de la habitación, dejando al doctor hacer su trabajo.

Notas de juego

Segunda parte; como prometí, bastante más corta :p

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13/03/2012, 13:36
Faliar

Tercera parte: Hasta que la muerte nos separe

Habían hecho una pausa en un pequeño pueblo cerca de la frontera entre Kanon y Lucrecio. Llevaban un tiempo viajando de un lado a otro, sin ningún destino concreto. Faliar ya no buscaba nada; había decidido hacer caso del consejo que le dio Quint, olvidarse de su pasado y simplemente disfrutar de la presencia de Catherine y Nahia. Si viajaban, era simplemente para satisfacer las ganas de ver mundo de las dos muchachas; tanto tiempo encerradas en una isla...

Con el tiempo, habían ido recuperando el humor. Después de que Faliar despertase, los tres estaban contentos pero algo sombríos; el fantasma de la destrucción de Corvinus, y el hecho de no saber que había ocurrido con los demás, había minado su moral. Pero ahora las cosas estaban como justo antes de coger aquel barco, e incluso mejor. Catherine sonreía la mayor parte del tiempo, siempre colgada del brazo de Faliar, Nahia practicaba con el violín a diario (y también algo de magia, siempre y cuando pudiese hacerlo lejos de ojos indiscretos, y bajo la supervisión de Faliar), y Faliar no pensaba ni el pasado ni en el futuro; solo en la suerte que tenía.

Aquel dia, Faliar y Catherine se habían levantado pronto; Nahia seguía durmiendo en su habitación. Faliar estaba de muy buen humor; aquella noche había conseguido dormir sin tener apenas pesadillas. En el comedor de la posada, mientras desayunaban, comenzaron a hablar.

- ¿Has pensado en que vamos a hacer cuando se nos acabe el dinero? Me estoy dando cuenta de que no vamos a poder estar siempre dando vueltas por ahí.

- Pues la verdad es que no he pensado demasiado en ello; se hacer pocas cosas... aparte de lo que ya sabes. Aunque supongo que podría hacer algún que otro trabajillo como guardia, o quizás aprender algún oficio... Herrero estaría bien.

- Y yo podría dedicarme a dar clases de canto. Juntar el dinero suficiente, conseguir una casa, instalarnos...

- Casarnos...

- Si, cas...¿¿que??

Catherine casi deja caer su desayuno; Faliar sonreía y la miraba a los ojos.

- ¿Lo...lo dices en serio?

Faliar le cogió la mano

Totalmente. Quiero estar contigo el resto de mi vida. A tu lado siento que por fin he encontrado la paz y el equilibrio que necesitaba. Es como... como si fuesemos almas gemelas. Como... si el uno no estuviese completo sin el otro... Nunca... me había sentido así... y espero que no termine nunca.

Ante la mirada curiosa del personal de la taberna y los dos o tres viajeros que estaban desayunando en aquel momento, Faliar se levantó de su silla y, sin soltar la mano de Catherine, se arrodilló junto a ella con teatralidad. Catherine estaba roja, pero sonreía.

- Así que Catherine Absolom, ¿te quieres casar conmigo?

Catherine pareció quedarse muda unos segundos, buscando las palabras

- Si.... ¡Si, si quiero!

En aquel momento Faliar no podía sentirse más feliz. Se levantó, cogió la otra mano de Catherine

- Pues hagámoslo. Ahora mismo

- ¿A..ahora?

- ¡Si! ¡Vamos a la iglesia y le pedimos al sacerdote que nos case, aquí y ahora!

- Pero... pero aquí... somos extraños...

- Estáis tu y Nahia. No necesito más.

Catherine empezó a reirse como una adolescente enamoradiza, lo que hizo que Faliar la desease todavía más.

- ¡De acuerdo!

Se lanzó a los brazos de Faliar y ambos se fundieron en un beso que pareció durar una eternidad y solo un instante al mismo tiempo, delante de todos los presentes en la posada, que no pudieron hacer otra cosa que aplaudir sorprendidos.

Aquella misma tarde, Faliar esperaba en la iglesia. El sacerdote era un muchacho joven, todavía sin la rigidez de mentalidad propia del que lleva mucho tiempo en un cargo espiritual, y cedió pronto ante la extraña petición de Faliar y Catherine. Normalmente una boda se planificaba con mucho tiempo... pero aquel era un pueblo pequeño, y habían transcurrido años desde que se oficiase una boda por última vez. Quizás por eso en la iglesia habían unos cuantos curiosos, gente del pueblo que se había acercado atraída por el rumor de que un par de locos que se habían declarado aquella misma mañana en la posada se iban a casar.

Faliar no llevaba más que unos pantalones y una camisa sencillos; no había tenido tiempo de comprar ropa más adecuada para la ocasión, pero no importaba. Se había bañado y se había recortado la barba; era toda la preparación que necesitaba. La novia, como era costumbre, llegaba tarde; nunca está mal visto hacer esperar un poco al novio.

Por fin apareció por la puerta de la iglesia. Llevaba un vestido blanco sencillo que alguna mujer del pueblo le habría dejado, y una corona de flores. Nahia, la dama de honor, iba tras ella, con un vestido similar y otra corona de flores; las mujeres del pueblo se habían volcado en ponerlas preciosas a las dos. Ambas avanzaron hasta el altar; los ancianos y ancianas del pueblo contemplaban la escena con un aire de nostalgia en los ojos, quizás recordando su propia boda, o la última que se celebrase. Unas cuantas jovencitas miraban alternativamente a Catherine y a Faliar y reían nerviosamente, pensando en estar tan deslumbrastes como Catherine el dia que pasasen ellas por el altar, y soñando con un futuro marido tan apuesto como Faliar.

Catherine se colocó junto a Faliar y ambos se miraron, sonrientes. El sacerdote inició la ceremonia.

[…]

- Faliar Eldwen, ¿aceptas a Catherine Absolom como legítima esposa, para serle fiel en las penas y alegrías, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y así amarla y respetarla hasta que la muerte os separe?

- Si, quiero

- Y tu, Catherine Absolom, ¿aceptas a Faliar Eldwen como legítimo esposo, para serle fiel en las penas y alegrías, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y así amarle y respetarle hasta que la muerte os separe?

Catherine miró a Faliar y no pudo evitar soltar una risita; aún no había terminado de creerse todo aquello

- Si, quiero

- Por el poder que el Señor me ha otorgado, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirmo este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la iglesia. Yo os declaro marido y mujer.

Antes de que el sacerdote dijese “puedes besar a la novia”, Catherine se lanzó a los brazos de Faliar y le besó con una pasión que hizo enrojecer a los presentes. Incluso se pudo oir como algunas de las jovencitas reunidas lanzaban un suspiro.

[…]

La cena de bodas había sido bastante sencilla, pero suficiente para ambos. La posadera se había empeñado en prepararles un asado e invitar a unos cuantos habitantes del pueblo, el sacerdote incluído. Lo cierto es que era una gente encantadora, y les habían ofrecido quedarse (la mayor parte de los jóvenes se marchaban a las ciudades, y una pareja joven de recien casados siempre era bienvenida), pero recharazon la oferta; todavía querían seguir viajando un poco más, antes de instalarse de forma definitiva. Terminados los postres, Nahia decidió ofrecer un recital de violín a los presentes, y mientras la gente del pueblo escuchaba las notas de la muchacha, Faliar se fugó con Catherine. Habían salido a pasear por el campo, solos en mitad de la noche, prudentemente alejados del pueblo para que nadie los viese. Estaban los dos sentados a la orilla de  un lago en el que se reflejaban las estrellas, sin decir nada.

Catherine cogió el brazo de Faliar y recostó la cabeza sobre su hombro

- Es lo más perfecto que podría haber imaginado

Faliar no dijo nada, simplemente la acarició y luego la besó. El beso creció en intensidad, y cuanto más permanecían unidos, más crecía la pasión.

Y allí, ante un paisaje que recordarían el resto de sus vidas, Faliar y Catherine hicieron el amor, por primera vez como marido y mujer.

Notas de juego

Tercera parte. Quizás Saphira quiera añadir algo más :p

Quedan el segundo sueño y la escena en la que encuentra el anillo; ya las iré haciendo esta tarde.

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13/03/2012, 18:48
Faliar

Cuarta parte: Tierras pantanosas

Dos años habían pasado desde aquella noche. Tras la improvisada boda, los tres habían seguido viajando un poco más. Cruzaron la frontera de Lucrecio, y cuando el dinero empezaba a escasear, Faliar empezó a trabajar como aprendiz para un herrero de Du´lucart. Catherine también consiguió trabajo como profesora de canto en el conservatorio, y con el dinero ahorrado se pudieron comprar una casita en la ciudad. Nahia creció e hizo nuevas amistades, Faliar aprendió rápido y pronto fue capaz de montar su propio negocio, y Catherine empezó a recibir ofertas para cantar en público, convirtiéndose en una pequeña celebridad local. Su vida era todo lo normal que se podría esperar de ellos, salvo por las prácticas mágicas que procuraban desarrollar en completo secreto. Cuando tenía tiempo libre, Faliar controlaba los progresos de las dos muchachas, procurando que practicasen sin llamar la atención de la gente. Faliar era feliz con esa vida, pero por mucho que se empeñase en dejar atrás su pasado, este volvió de nuevo a por él, tal y como aquel extraño personaje le había anunciado.

La noche era fría y húmeda, lluviosa como otras tantas en Moth. El pútrido olor del pantano cercano cubría el campamento militar, tenuemente iluminado por faroles. Unos metros más adelante, el pueblo sitiado se preparaba para la defensa final. El pueblo había demostrado ser más resistente de lo que en un principio había sospechado; la milicia estaba bien entrenada, acostumbrada a lidiar con las criaturas del pantano, y la muralla del pueblo era de piedra, en vez de la empalizada de madera que sería habitual por aquellas zonas. En otras circunstancias, el pequeño grupo de soldados encabezado por Faliar habría acabado con el pueblo en un solo asalto, pero hoy se habían estrellado dos veces contra la muralla.

- Señor, están reforzando la puerta y han colocado ballesteros en las almenas. ¿Deberíamos retirarnos?

Protegido de la lluvia por su gabardina armada, Faliar pensaba en como atacar aquel pueblo. En su espalda llevaba su escudo con el emblema familiar, y en el cinto, el hacha que su padre le había regalado cuando cumplió la mayoría de edad. Como primogénito y único hijo, estaba al cargo de las tropas personales de su padre. Soldados de armadura negra, con yelmos decorados con el emblema de dos grifos. Las tropas de la casa Eldwen.

- De eso nada, Teniente. Mi padre quiere lo que hay en la iglesia de ese pueblo, y lo obtendremos a cualquier precio. Simplemente tenemos que cambiar de estrategia; lanzarnos contra la puerta sería una estupidez.

Una hora después, Faliar y los soldados avanzaban rodeando el flanco derecho del pueblo, donde se levantaba la iglesia. Las suelas de las botas se pegaban al suelo húmedo y putrefacto del pantano, pero el ajetreo que había en el interior del pueblo era suficiente para para tapar el sonido que hacían. Habían fingido retirarse. Finalmente llegaron a un ángulo ciego de la muralla; solo un guardia vigilaba. Uno de los soldados disparó su ballesta, y el guardia cayó muerto sin hacer ningún ruido. Faliar fue el primero en avanzar. Colocó su mano sobre la piedra de la muralla, y pronunció unas palabras. Instantáneamente, la piedra se convirtió en arcilla quebradiza. Un solo golpe de su hacha, y se abrió un hueco lo suficientemente grande como para dejar pasar a sus hombres. El grupo de soldados pasó a toda prisa y atravesó la muralla. Dos guardias vigilaban la iglesia y acudieron corriendo a donde habían oído quebrarse la muralla. Faliar decapitó a uno con su hacha, y del otro se encargaron los soldados. No habían dado aún la voz de alarma.

- Yo pasaré a la iglesia; vosotros vigilad la entrada.

Faliar entró en el edificio. La iglesia estaba desierta, salvo por el párroco, que rezaba ante el altar. Cuando oyó los pasos de Faliar resonar en los pasillos, se levantó.

- Así que al final habéis conseguido pasar

- Unos pocos metros de piedra no sirven para detenerme

- Si, tu fama de precede, primogénito de la casa Eldwen. Asesino, carnicero. Brujo.

Faliar lanzó una risotada

- ¿Y entonces como es que no estás temblando de miedo?

- Porque no te tengo miedo. Dios cuida de los suyos.

Pocas cosas enfadaban más a Faliar que le escupiesen al dios del crucificado en la cara

- ¿Ah si? Ya veremos

Levantó su mano derecha, y una esfera de fuego verde se creó sobre la palma. El fuego emitía lamentos, y si uno miraba a su interior, podía ver rostros agónicos. El sacerdote no se inmutó; simplemente rezó una plegaria a su dios. Faliar arrojó la esfera contra el sacerdote, la cual le impactó de lleno. El cuerpo del sacerdote empezó a arder en fuego verde, pero era un fuego que no consumía ni la ropa ni la carne, sino la misma esencia de la vida. Con un silencio sepulcral, el cuerpo del sacerdote cayó al suelo, su rostro congelado en una mueca de horror. Faliar se acercó al cadáver, le dio una patada y se rió

- Parece que no le importas lo más mínimo a ese dios tuyo

Se acercó al altar. Durante unos segundos contempló la imagen de Cristo crucificado que lo presidía. Escupió a la imagen, y acto seguido destrozó el altar de un hachazo. De entre los restos salió rodando algo que parecía una pequeña esfera de oropel, con signos incomprensibles grabados. Faliar la cogió. Tenía poder mágico; era lo que había venido a buscar.

- ¡Señor, nos han descubierto! ¡Nos atacan!

- Enseguida estoy ahí; mantened la posición

Faliar salió de la iglesia. La milicia se había lanzado contra sus hombres, y unos cuantos yacían muertos por las espadas y los virotes. Sin pensárse lo dos veces, se lanzó al combate. Rebanó un brazo a la derecha y sajó una pierna a la izquierda. Otro soldado cayó destripado, y uno a uno, se iban sumando cadáveres de milicianos a los pies de Faliar. Los ballesteros habían caído hace rato, emboscados por los hombres que Faliar había dejado detrás, y la milicia se veía cada vez más mermada. Al final solo quedaban el capitán y un puñado de hombres.

- Tu -dijo señalando al capitán- Vamos a terminar con esto

El capitán se lanzó contra Faliar, esgrimiendo su lanza para empalarlo, pero el golpe fue desviado por el escudo. Faliar respondió con un contraataque; el filo de su hacha se iluminó con una fantasmagórica luz verde, y el golpe decapitó con limpieza al capitán. El cuerpo del capitán prendió fuego, y antes de que la cabeza o el cuerpo tocasen el suelo, ya se habían consumido por completo.

Los milicianos que quedaban permanecieron a la defensiva, acobardados y retrocediendo lentamente. Faliar los miró con asco y lanzó una llamarada verde contra el tejado de una casa cercana. El tejado de caña y paja prendió fuego al instante, y ante esa última demostración de poder, los milicianos tiraron las armas y huyeron a buscar refugio

- ¿Órdenes, señor?

- Sacad a todo el mundo de sus casas, y metedlos en la iglesia. Luego cerrad las puertas y selladlas, y prendedle fuego a todo. A su dios le agradará que mueran en su casa.

El graznido de un cuervo firmó la sentencia

En ese instante, Faliar se levantó de golpe, cubierto de sudor frío

- ¿Cariño?

Catherine se despertó también, sobresaltada por el repentino movimiento de Faliar

- ¿Que ocurre Faliar? ¿Otra pesadilla?

Miró a Catherine unos segundos , tratando de tranquilizarse. El mirar esos ojos miel siempre le inundaba de paz, pero en aquella ocasión estaba demasiado turbado y no era capaz de apartar esas imágenes de su mente. Sin embargo, no quería preocuparla, así que volvió a tumbarse a su lado.

- Si, solo eso. No es nada

Catherine le pasó una mano por el pecho y apoyó su cabeza en su hombro

- Venga cariño, ya sabes que aquí no pueden hacerte daño. Vuélvete a dormir y se te olvidará.

Catherine besó a Faiar en la mejilla y enseguida se volvió a quedar dormida. Pero Faliar no fue capaz de dormir aquella noche, y tampoco fue capaz de olvidar aquel sueño.

Un cuervo graznó y levantó el vuelo, abandonando la repisa de la ventana

Notas de juego

Ufff... 14 páginas de interludio llevo ya... Menos mal que solo queda el final xD

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13/03/2012, 22:52
Faliar

Quinta parte: Removiendo el pasado
Tras aquel sueño, Faliar no pudo reprimir por más tiempo su deseo de escarbar en el pasado. Tirando de sus clientes habituales, contactó con un anticuario que vendía reliquias venidas de varias partes del mundo, y en particular, de Moth y otras zonas de las conocidas como las Tierras Oscuras. Aunque al principio no le hizo mucho caso, tras mucho insisitir, el anticuario le dejó entrar un día en la trastienda, y allí vio cosas que no le gustaron. El hombre, al parecer, trabajaba para una organización mercantil conocida como el Sol Negro, aunque lo del comercio era solo una tapadera, porque su verdadera actividad consistia en el contrabando.

Faliar dijo que no quería mancharse las manos con negocios de dudosa legalidad, y el mercader le dijo que entonces hablase con Marco Piazza, un profesor de la Universidad de Lucrecio especializado en antropología.

Al poco de ponerse en contacto con él, descubrió que los estudios de antropología del profesor Piazza servían para encubrir su verdadera ocupación: era un erudito de lo oculto, experto en las tradiciones ocultas, mágicas y místicas de las civilizaciones a lo largo de la historia. Cuando Faliar mostró un interés genuino en dichos estudios, el profesor trató de hacerle desistir, temiendo que pusiera en peligro su coartada. Pero cuando Faliar le hizo una demostración de sus capacidades místicas, el profesor decidió acogerlo como estudiante particular, y lo introdujo en la organización a la que pertenecía: un grupo de científicos, eruditos y místicos conocido como Wissenschaft, que operaba desde la propia Universidad y cuya influencia se extendia por todo lugar civilizado.

En Wissenschaft, Faliar empezó a enfocar el estudio y la práctica de la magia desde un punto de vista más científico, más como un intercambio y manipulación de energía entre el brujo y el mundo, que como una serie de capacidades concedidas por dioses y ancladas en tradiciones. Dado que Faliar siempre había pensado que la magia era una herramienta, y no algo malvado o benigno por naturaleza, se adaptó pronto a estos estudios. También puso sus habilidades de herrero a disposición de la organización, contribuyendo a la fabricación de piezas. Aunque no era capaz de crear verdaderas máquinas (ese conocimiento aún se le escapaba), sus piezas servían para componerlas, así que su utilidad era innegable. Con el tiempo, también llegó a utilizar sus habilidades marciales en beneficio de Wissenschaft, aunque nunca se convirtió en uno de los soldados de élite conocidos como Cuervos, primero porque el procedimiento no le inspiraba confianza, y segundo porque llevar el nombre de un animal que le provocaba pavor le parecía una ironía demasiado desagradable.

Sin embargo, fue precisamente un Cuervo llamado Damian el que le enseñó un nuevo tipo de habilidades que hasta entonces habían sido un misterio para él: el dominio del ki. Damian le enseñó a disponer de esa fuerza interior y utilizarla en su beneficio, incrementando su potencial físico. Aunque no aprendió a desencadenar las impresionantes habilidades que los expertos en el ki denominaban técnicas, si que aprendió a utilizar esa fuerza interior para sanar sus heridas y potenciar sus ataques físicos.

Por aquel entonces, Nahia estaba saliendo con un muchacho llamado Dray, del que Faliar tenía algunas dudas, ya que percibía en él la misma aura oscura que ya había visto en Quint. Se preguntaba si fue precisamente eso lo que atrajo a Nahia, y si no estaría usando al joven como un sustituto. Pero estaba tan concentrado en sus estudios y en su búsqueda, que no le daba mayor importancia. A decir verdad, su comportamiento había cambiado; se había vuelto más callado y pensativo, y muchas veces llegaba tarde a casa. Claro, venía de las reuniones con los miembros de Wissenschaft, pero eso Cath y Nahia no debían saberlo; Faliar no quería involucrarlas. Eso hacía que las dos muchachas se mostrasen un poco recelosas, pero ¿que podía hacer él?

Aquel día, Faliar se encontraba en la biblioteca de la Universidad de Lucrecio repasando unas genealogías de casas nobiliarias de Moth, cuando el profesor Piazza le interrumpió.

- Faliar. Sabía que te encontraría aquí

Faliar levantó la cabeza, sorprendido

- Oh, hola profesor Piazza. ¿Que se le ofrece?

- La organización ha decidido premiarte por tus esfuerzos; nos has ayudado mucho en los últimos meses y has demostrado estar verdaderamente interesado en nuestra causa

El profesor llevaba una caja de madera cerrada. Parecía que llevaba mucho tiempo abandonada en alguna estantería, acumulando polvo. La dejó sobre la mesa de Faliar.

- Estuve investigando acerca de tu familia, y encontré esto en los archivos de la Universidad. No se como acabó aquí, pero creo que deberías echarle un vistazo. Te lo puedes quedar, si quieres.

Faliar miró la caja, deseando abrirla cuanto antes

- Muchas gracias, profesor

- No hay de que. Te dejaré a solas, para que lo leas tranquilamente

Faliar abrió la caja. Dentro había lo que parecía una carta plegada, y un anillo de oro adornado con la efigie de un grifo. Cogió la carta y la desdobló para leerla; parecía un testamento.

“Por la presente, yo, Amadeus Eldwen, patriarca de la casa Eldwen, lego todos mis bienes y propiedades a mi primogénito y único hijo, Faliar Eldwen, entre las que se encuentran este anillo que ha pertenecido a nuestra familia durante generaciones.
Hijo mio, este anillo siempre ha sido un símbolo de poder para nuestra familia. Cuando estés listo para ponerte al frente de la casa Eldwen, con todas las responsabilidades y privilegios que ello conlleva, podrás ponerte este anillo y regentar nuestra casa. Haz que me sienta orgulloso, como siempre me lo he sentido mientras estuve vivo”

Faliar dobló la carta y la devolvió a la caja. Luego cogió el anillo y lo examinó. Parecía que tenía algún tipo de magia en su interior. Considerando que era suyo por legítimo derecho, se lo puso, y entonces sintio la magia que había en su interior. Una reliquia mágica de una familia que parecía haber desaparecido de los registros.

Los dias posteriores estuvo buscando información acerca de Amadeus Eldwen, pero no encontró nada, ni sobre Amadeus, ni sobre los Eldwen en general. Así que decidió que si quería averiguar más, tenía que ir al origen: a Moth.

Notas de juego

Y fin. Esta última no me ha quedado tan molona, pero es porque sirve de enlace :p

Sobre Amadeus y los Eldwen, había pensado que la familia de Faliar fuese una casa nobiliaria menor de Moth, respetable hasta que Amadeus, un loco obsesionado con la magia y los artefactos mágicos (y padre de Faliar) ocupó el puesto de patriarca. Amadeus le inculcó a Faliar un profundo odio por la Iglesia y una total falta de escrúpulos para conseguir lo que quería. Amadeus esperaba que Faliar se convirtiera en su marioneta, un soldado violento que hiciese lo que fuera necesario para conseguir los artefactos y el conocimiento mágico que tanto ansiaba mientras él se quedaba tranquilamente en su mansión. Sin embargo, Faliar no era estúpido; también se volvió ambicioso, empezó a desear poder para si mismo, y de ahí que hiciese el pacto con Malekith. Un día ocurriría algo que haría ver a Faliar lo erróneo de su forma de vida, y que le hiciese huir a Corvinus, alejándose de su padre y de toda la vida que había llevado, y cambiándose el nombre por Fredo.

Durante el tiempo que Faliar estuvo en Corvinus, Amadeus enfermó y redactó su testamento, creyendo en su delirio que su hijo volvería algún día. Pero Amadeus murió, y la casa Eldwen, sin heredero y con muchos enemigos debido a las campañas de terror de Amadeus, cayó en desgracia, sus terrenos y bienes fueron absorbidos por otras casas, y su nombre se borró de los registros oficiales. Y el testamento de Amadeus, olvidado y sin validez, cayó en las manos del Sol Negro, que a su vez lo vendió a la Universidad, donde ha criado polvo hasta hoy.

Acerca de lo de iniciar el viaje y tal, había pensado que esa parte (de llegar Faliar a casa y decirle a las dos a donde quiere irse) se rolease ya in game

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14/03/2012, 13:13
Faliar

Bueno, ya te he enviado la ficha. Me he incrementado la Inteligencia y me he pillado una metamágica, para representar el estudio mágico más teórico y regimentado que Faliar ha iniciado (el conjuro especializado es Coraza, de la vía de la Tierra). También me he incrementado el ACT, Zeon y Nivel de magia, ataque, defensa, habilidades de ki (extrusión de aura y extursión de aura al arma) y me he aumentado unas cuantas secundarias (Ocultismo, Forja y algo de Ciencia)

Y me he pillado el conjuro de protección anticonceptiva para justificar que en tres años Cath no se haya quedado preñada xD Sobre lo de su embarazo actual (si al final se admite), pues un día de tantos Faliar llega tarde, Cath ha tenido un mal día, discuten, luego se reconcilian... y el resto ya te lo imaginas xD