Partida Rol por web

Esta es la última fiesta banquete del torneo. Todo hace indicar a que los excesos en la bebida y en la comida se darán, pues mañana no hay pendencias.

En el salón parece haber más comensales que en las ocasiones anteriores. Al parecer damas  y nobles de menor rango se han unido a la celebración. Los grupos en las mesas se han mantenido casi inamovibles desde que se crearon el primer día, salvo algunas mujeres, damas menores,  que han reforzado la presencia en algunas bancadas, para regocijo de algunos caballeros allí sentados.

Las personalidades están todas las mencionadas anteriormente.

1º plato. Lecho de hierbas  con migajas de pescado .

Una compañía de acróbatas hace piruetas entre los animados comensales.

2º plato: empanadas de capon, entre rodajas de zanahoria.

Un arpa es tocado por una bella dama. Las mujeres se deleitan con la música, y los hombres con la belleza de la dama.

3º plato:  carne de ciervo a la parrilla con miel y tomillo.

Un bufon entretiene a la concurrencia con chascarrillos sobre Roma y los romanos, que agradan incluso a los allí nacidos.

4º plato. Pollo asado con salsa verde y queso.

Un juglar narra brevemente  la historia del rey Vortigen y sus pactos con los sajones.

5º plato: buey hervido con pulpa de melocotón, manzana y pera.

Un trio de laudes se esmera en entretener a la  concurrencia a pesar de la indiferencia general.

6º plato caldo con tocino y setas y migajas de pan de maíz revuelto en pescado.

La bella música del arpa, repite actuación, con idénticos resultados que la primera vez.

Ultimo plato, Galletas de pasteles secos, miel y mermelada de frutas.

Cadwallon no estaba nada satisfecho de su actuación en el torneo. Había llegado tarde, perdiéndose la justa con lanza, no estaba nada satisfecho con su intervención en la contienda, donde un estúpido resbalón le tiró por tierra... y había perdido su único desafío. La herida que le infligió el romano le dolía, pero no tanto como su orgullo.

No creía haber tenido la oportunidad de impresionar favorablemente al Conde Roderick. Ni a nadie de importancia en la corte. Incluso había perdido la ocasión de hablar bien de su señor feudal...

Ciertamente, este torneo no había salido como él esperaba. Y con estos pensamientos, se concentró en comer y beber. Al principio, con frugalidad. Pero los entretenimientos le fueron sacando de sus negros pensamientos y poco a poco fue comiendo más de los platos y bebiendo más de los vasos, hasta que la buena comida y la buena bebida le fueron animando más y más. Al fin era posible que Cadwallon terminara divirtiéndose.

El final de la contienda, de la fiesta y del torneo se acercaba. Ya no habría más comilonas por las noches ni vino de madrugada, algo que apenaba, y a la vez infundía coraje en Breunís.
No había salido tan mal parado después de todo. Tenía armadura, escudo, caballo y espada nueva. Había sido reconocido por bastantes caballeros y odiado por algunos otros pero no le preocupaban demasiado esos, ya que volveríana su tierra y no se sabría más de ellos. Sin embargo es posible que coincidiera con algún otro de los competidores en futuros torneos si la guerra no los impiden.

En definitiva Sir Breunís estaba contento. Se sentó en la mesa que le correspondía y se sirvió un vaso de vino. 

Os habeis percatado, que la gente de Cornualles, ha asistido al banquete, se ha limitado a comer y beber como se estila, pero que no ha esperado a nada más, marchandose de la sala del banquete.

Su zona esta vacia de córnicos, pero ocupada por caballeros, damas, sirvientes, pajes... que han visto una zona vacia y cómoda en la que instalarse en la sobremesa del banquete. De los de Cornualles nada.

Nuestros caballeros, han sabido comportarse con la bebida. En el último gran banquete de un torneo se esperan y se tolerán más abusos con la comida y la bebida de lo habitual. No ha sido el caso, pues han mantenido un comportamiento digno y correcto. No se puede decir lo mismo de algunos camaradas suyos demasiado propensos al exceso.

Comí y bebí alegremente con mis compañeros de mesa. Charlando y pegando codazos y brindando con energía sobre la mesa. Estaba contento con mi participación y con los caballeros que había conocido. Era evidente que podría haber estado mejor, pero no había de que quejarse. Los dolores del combate eran estimulantes y la situación que había dejado a mi señor, era buena. 

Cuando la comida comenzaba a escasear, cogí  mi cerveza y me dirigí a la zona de las damas. 

Marchó sir Loren dejando atras a caballeros celtas para adentrarse en la zona de las damas y de los caballeros occitanos.

Nada más alli acercosele una dama:

- Pareceis cansado de las pendencias del torneo. ¿ os fue bien a vuesa merced?

Sir Breunís todavía tenía un corte que le hacía dar algún que otro sobresalto cuando algo o alguien tocaba la herida, impidiendo olvidarse de los de cornualles. Vió que habían llegado, todos junto como de costumbre, y en un abrir y cerrar de ojos se habían ido de la mesma manera. Callados y sin fanfarronear, algo poco usual.

Empujó a un caballero ebrio que casi se le cae encima resintiéndose la herida, otra vez. Había comida abundante, bebida en exceso y la última noche era la mejor de todas para pasarlo bien pues muchas cosas se perdonaban cayendo en el olvido, más no podía dejar de pensar en Sir Paibol y su gente, de que estarían tramando.

Vio a Sir Loren levantarse dirigiéndose hacia las damas de la mesa y optó por dejarlo ir sin importunarle. Sir Breunís se levantó con una copa llena en la mano, y como dando un paseo, se alejó del comedor hacia una de las ventanas que daban al campamento. Sabía mas o menos, por la información de su hermano, donde se situaban las tiendas de los córnicos. Quería ver que hacían.

Levanté la ceja y la copa en dirección a Lady Patin.

- ¿Acaso no me vio? Yo intenté buscarle entre tanta dama que estaban observando, pero no pude localizarla. ¿Disfrutó de la contienda? 

No hay ventanas en el salon, es un lujo. al menos grandes ventanales desde lso que otear. Si quieres saber algo de eso, deberias salir dl banquete y buscar a los de Cornualles.

Has caido en la redes de lady Patin. Te invita a sentarte en la mesa con ella. Tu galanteria y modos te impiden negar esa merced. Al instante te ves rodeado de unas damas resabiadas y cotillas que te cercan por todos los flancos y de las que es dificil zafarse.

Terminada casi la cena, muchos caballeros se estaban levantando y paseando por el Gran Salón, disfrutando de la bebida, las actuaciones de los juglares y la charla. Cadwallon se levantó (con un ligero dolor por la herida sufrida en el combate contra el romano), cogió una jarra de cerveza y decidió pasear entre los caballeros allí reunidos. Podría haber ido a hablar con los nobles que se arracimaban junto al Conde, o tratar de hablar con las parlanchinas damas que estaban reunidas en un corrillo en aquel momento... pero el recuerdo de las preguntas del Conde del día anterior le atormentaba y no deseaba volver a presentarse ante él.

En lugar de ello, se dirigió a los caballeros celtas que comían cerca suyo, integrándose en las charlas que tenían lugar entre sus iguales. Había llegado a la conclusión de que su paso por el torneo había sido bastante poco impresionante y de que era poco probable que hubiera llamado la atención favorablemente; tenía que pensar en su futuro y puede que entre los caballeros que allí comían y bebían escuchara algún rumor sobre una guerra o una misión que le tuviera ocupado y sufragara sus gastos al menos en los próximos meses.

Inmediatamente me vi rodeado por las damas y las preguntas iban y venían de un lado para otro y me sentí por unos momentos aturdido entre tan avanzado interrogatorio. Tanto que apenas me dio tiempo a pensar en lo que decía.

- Efectivamente señoritas, los rumores sobre mi gloria es ciertos. Apenas tengo un escudero y pocos me conocen por estos lugares, a pesar de que intento camuflar estos prejuicios y dar a entender de que mi persona es famosa y conocida. 

Evidentemente tampoco era conocido en Francia. Y aquí estaba, buscando un poco de gloria y nombre.

- Ustedes, ¿conocerán algún señor que requiera los servicios de un diestro caballero? 

Sir Breunís se acercó a los caballeros celtas, aquellos que estaban más cercanos a la mesa córnica y les saludó.

-Habréis notado, sin duda alguna caballeros, la ausencia de Cornualles en la cena. ¿Me pregunto a qué será debido?.-
 

No se inmuto sir Cadwallon de Catterick, ante al marcha de sir Breunis fuera de la sala, ni del asentamiento pelin imprudente de sir Loren en la zona de las dama. Él prefirió compartir parlamento con otros caballeros celtas no muy lejos de él sentados.

Andaban estos discutiendo sobre las opciones de cazar osos. Unos apostaban por la presnecia fundamental de perros y lanzas, otros preferian a más lanceros y menos perros y otros hacian hincapie en las desventajas de ir con armadura en estas cazas. Cada uno fablaba de lo suyo y daba sus razones, unas más y otras menos validas.¿ cual serian las de nuestro caballero?

Tu interrogante quedó en el aire. Esas damas hicieron mofa y befa sobre tu escasa destrza en la contienda. A pesar de que tu lo espusiste como ejemplo virtuoso, te delataste ante ellas , al hazmitir que tus victorias se debieron a errores, caidas, y tropezones de tus torpes rivales.

Tanta guasa te esta comenzando a inquietar.

Afortunadamente un bello mozo cruza cerca de tu mesa, y las damas dejan de interesarte por ti. Te exprimieron, y prefieren sonsacar a otro tierno mancebo.

Te giras y un poco más alla, contemplas expectante, la conversación de unos románticos caballeros occitanos.Andan procurando discernir cúal seria el baile cortesano que mejor espresaria el palpitar de un corazón enamorado. ¿ que opinas?

Perdida la atención sobre mi persona, miro la sala nuevamente, desanimado. Y descubro a mis compañeros charlando en la mesa. Me dirijo con paso veloz hacia ellos para intentar saber de que estaban charlando. Cuando veo al Loco Irlandés, me arrimo a él y le propino un golpe en la espalda a modo de saludo demasiado exagerado.

- ¿Como va la ceremonia querido amigo?

Marcharonse pronto los de Cornualles. Anduvieron apresurados en la ingesta et nada más finiquitar la cena, fueronse raudos . No son esos de Cornualles gente muy partidaria de la charla y la camaderia, al menos con los no Córnicos. Por lo que a mi respecta, les pueden dar y se pueden dar por culo, en sus nobles culos peludos córnicos. Non moveré un musculo en aliviarles esa pena. Mas bien , poco me faltaria para unirme a la sodomia de sus culos blancos.

Dicho lo cual, se aferra a su jarra y da un generoso trago, como queriendose quitar el hedor tras lo dicho.

¿ debo entender que pasas de los occitanos y de lo del baile?