Partida Rol por web

De pronto, alguien se sienta en frente en suyo. Lo primero que le viene a Undine es una bocanada de alcohol del aliento del hombre. Cuando levanta la cabeza para verlo puede ver que era bastante atractivo, pero tenía cara de creerselo demasiado. Iba vestido con uniforme de soldado, y tenía un par de medallas al lado de su placa identificadora. 

- Buenos días, ¿Te importa que te acompañe? - Tenía dos tazas de infusión en la mano, lo mismo que había pedido Undine. - Una mujer cómo tu no debería estar sola en un tugurio cómo este. - Y sin esperar a que esta le diera permiso se sienta. Le extiende una de las tazas. 

Undine levanta la cabeza para mirarle. Ella aún llevaba las gafas de sol. 

Por un momento está a punto de levantarse y irse, pero un hombre borracho era un hombre hablador. Ya tenía la mitad del trabajo hecho. Quizás podía sacar algo útil o quizás era un pérdida de tiempo.

- Ah, gracias.- Dice con timidez aceptando esa taza y le sonríe con amabilidad.- Es la primera vez que vengo por aquí. Pero la verdad es que ver a tantos oficiales y reclutas me da un poco de seguridad, aunque sea un tugurio como dices.- Se ríe dulcemente.

- ¿Y que haces por aquí? - Pregunta el hombre con curiosidad y ofreciendo su mejor sonrisa. 

Entonces Undine nota, molesta, cómo un pequeño grupo miraba hacía su mesa con cierta dirección, especialmente al hombre que estaba hablando con ella. Compartían risas y comentarios, aunque intentaban que no se les notara mucho, era bastante evidente para Undine. 

Undine era inmune a su seducción. Podían reír todo lo que quisieran que no iba a salir de ahí acompañado. No entendía como álguien se ponía a beber por la mañana..

- Quería pasear un poco. - Cuenta haciendo ver que no veía a sus compañeros.- Pero después de leer lo de la fiesta me da un poco de miedo y he pensado que quizás esta zona sería más segura.- Sonríe con timidez.

- Y veo que no me equivocaba.- Señala sus medallas.- ¿De qué són?- Pregunta curiosa, finguiendo que esas medallas le provocaban cierta admiracion. Los hombres adoraban alardear de sus logros enfrente de las mujeres que querían seducir. Un noble tenía sus tesoros, un soldado sus medallas.

Si le hacía hablar un poco normalmente luego ya hablavan mas en general.

- Oh, ¿Esto? - Dice levantando un poco su camisa para resaltar sus medallas. - Estuve en Coenn. ¿Conoces la historia de la batalla por la fortaleza de Gruham? - Dice sonriente, aunque con un tono que delataba falsa modestia.

Lo cierto es que Undine nunca se había interesado demasiado por la guerra por Coenn, y tampoco parecía que llegara mucha información de allí salvo por el hecho irrefutable de que Cele estaba ganando. Claro que estas victorias eran interpretadas de diferentes formas, sobre todo en foros de la Red dónde la lucha con Coenn no se tachaba de guerra si no de masacre. Las fuerzas de Coenn no eran rival contra la increiblemente avanzada tecnología de Cele. 

A pesar de este poco interés, si que le sonaba la fortaleza de Gruham, pues habían estado años intentando penetrarla. Al parecer Coenn había podido aguantar un asedio constante debido a lo reforzado de la fortaleza y al hecho de que los habitantes podían haber seguido viviendo a través de la pequeña ciudad que se encontraba en el subsuelo de la misma. 

Antes de que a Undine le diera tiempo de responder, el hombre lo hace. 

- Tienes delante al hombre ideó la estrategia para derribar las torres de guardia de la fortaleza en un sólo golpe y durante poco más que un par de minutos. - Dice con orgullo. 

Undine escuchaba fingiendo interés. No le gustaban las guerras y menos las masacres. Cuando el hombre le cuenta su hazaña Undine se muestra asombrada.

- Vaya, todo un heroe.- Sonrie con una preciosa sonrisa, mostrando cierta admiración. Todo puro teatro, por supuesto.

- Cele debe ser un aburrimiento en comparación.- Dice divertida.- No hay retos ni villanos a los que vencer por aquí, supongo.- Rie dulcemente.

- Por supuesto que no. - Asiente el hombre, tras lo que le da un trago a su bebida. Durante un breve instante pone una mueca, decepcionado, ¿Acaso sabía lo que había pedido? Pero la corrige con una sonrisa. - Nadie se atraveria a intentar ninguna locura dentro de este lugar. 

- A veces las ventajas de un lugar seguro como Cele pueden suponer algo malo para un heroe de guerra como tu. - Dice divertida con voz dulce, aunque las palabras de “un heroe de guerra como tu” las había pronunciado de un modo algo seductor, como si le resultase atrayente.

- ¿Nunca has pensado en ir a buscar aventuras por la ciudad? Como un héroe que protege a los civiles.- Pregunta curiosa con su preciosa sonrisa. - Así tendrías histórias interesantes que contar a mujeres desconocidas que encontrases tomando el té en una taberna. - Dice riendo brevemente de un modo muy dulce, tentándole a contar alguna história, si es que la tenía, con esa indirecta.

- Oh. - Dice el hombre, cada vez más animado. - Estar en un lugar ajeno a los conflictos cómo Cele también tiene sus ventajas. - Posa la mano sobre al mano de Undine y lo mira sugerente. - Yo podría llevarte a vivir otra clase de aventuras, si lo deseas. Lejos de un lugar cómo este. 

Quizás las intenciones de Undine fueran que el hombre se soltará más con lo que supiera, pero o bien no sabía nada interesante o bien Undine estaba malinterpretando las señales. 

- Debo reconocer que no estoy del todo convencido con su metodología. - Comenta el Administrador. - Pero hay preguntas que sería interesante que pudiera sonsacarle a alguien de su categoría. En la intimidad. 

No, aquello la superaba. No era su ambiente, se parecía, pero a la vez era completamente diferente. Y tener al administrador en la oreja no le ayudaba lo más minimo a que se relajase para que pudiese seguir. 

Todo lo que hacía... todo lo que decía... Quedaría registrado, quizás incluso podía llegar a escucharlo Crow... Y la simple idea de que la escuchase seduciendo a otro hombre y “caer” en sus seducciones le oprimía el pecho...

Aparta la mano con suavidad y le mira con una tímida sonrisa.

- Agradezco tu ofrecimiento. - Dice con amabilidad. - Pero debería irme. - Entonces empieza a ponerse de pie.

- Gracias por invitarme, ha sido una sorpresa conocerte en este lugar. - Dice con una preciosa sonrisa, llena de sinceridad. - Quizás volvamos a encontrarnos en un futuro, espero que para entonces puedas contarme una emocionante historía de como luchaste contra algún peligroso delicuente y salvaste Cele. - Hace una pequeña reverencia con la cabeza. - Adiós. - Se gira y se dispone a salir de allí.

El hombre se levanta también y le bloquea el paso a Undine.

- Eh eh. - Dice divertido. - ¿Por qué tanta prisa? Cómo he dicho, si el problema es el lugar puedo llevarte a otra parte. O si tienes prisa, puedo llevarte a dónde tienes que ir. Ni siquiera me has dado oportunidad de presentarme, soy Frank Terryson. 

Undine se sorprende un poco de que le bloquease el paso.- Un placer, Frank.- Dice como respuesta a su presentación.

- El problema no es el lugar, el problema es que hablando contigo se me ha hecho un poco tarde y debo volver a casa. - Explica con una sonrisa un poco incomodada.

Ya se estaba hartando de aquello. Había resultado una total perdida de tiempo y estaba deseando salir desde el primer momento en que había entrado.

- ¿Me dejas salir? - Pregunta con amabilidad.

- Oh, vamos. Estoy seguro de que lo que tengas que hacer en casa puede esperar. Vamos a divertinos un poco, ¿Si? - Su tono seguía haciendo amistoso pero su mirada era ya amenazadora. Undine puede fijarse también cómo sus amigos se habían levantado también, bloqueando el camino hacía la salida. - ¿O acaso me vas a obligar a pagar por tus servicios? No todos los días uno tiene la oportunidad de conocer a una estrella. 

Al ver aquello la sonrisa de Undine desaparece. - Creo que te confundes.

Le había avisado... Le había dicho al administrador que era una mala idea usarla en misiones donde tubiese que ir a sitios así. Pero no le había hecho caso... Y ahora estaba enmedio de aquella situación...

Se mantenía alerta por si intentaba agarrarla en algún momento poder esquivarle. - Déjame salir, y dile a tus compañeros que se aparten. - Ordena con seriedad.

Todo rastro de una sonrisa desaparece del rostro del hombre y no hace ademán de moverse.

- ¿Crees que por calentar a un par de hombres con tu voz y tus bailoteos tienes autoridad para darle órdenes a un héroe de guerra? Creo que no sabes dónde te has metido, Undine. Deberías estar honrada con mi propuesta. ¿Por qué no te lo repiensas?

- No necesito repensar nada. Ni siquiera entiendes el verdadero arte.- Añade con altivez.

- Estaré honrada si me dejas irme y paras de humillarte reteniéndome. Estoy segura que no tendrías problemas en conseguir “aventuras” con cualquier otra mujer.

- Veo que lo tuyo es todo fachada. - Dice el hombre, asqueado. - Siempre te había imaginado más dócil. Eso es algo que... - De pronto abre los ojos y comienza a temblar, cómo si lo estuvieran electrocutando. Se tambalea hacía un lado y parece que los temblores terminan, mira hacía los lados, alertado, pero no hay nadie cerca suyo. La escena comienza a llamar la atención a la gente del alrededor. - ¿Q-que has hecho? - Dice aturdido y con creciente ira. 

- Mira quien habla...- Decía Undine, aunque su frase se queda entrecortada al ver como temblava y da un paso atrás algo asustada por verle temblar por esa descarga.

- ¿Qué? - Pregunta confusa y empezando a preocuparse más.- Yo no he hecho nada...- Había tenido las manos a la vista todo el tiempo. Mira a su alrededor y detrás de él, buscando algo que pudiese haberle electrocutado. Era evidente que ni ella misma entendía lo que le había sucedido.

No había nadie cerca del hombre o nadie a su alrededor que mostrara ninguna clase de herramientas que pudiera haber provocado ese efecto. El hombre lleva su mano a su cintura, dónde guardaba su arma.