Partida Rol por web

Marce queda en shock durante un momento, mirando a su padre, estando ella aún de pie.

¿Planes? ¿A que se refería? ¿Tendría que haber preparado algo? ¿Ensayado frases? ¿Quizá citarse con gente para poder hablar con ellos o si no estarían demasiado ocupados?

- ¿P-planes? ¿A qué te refieres? - la voz de Marce sonaba un pelín nerviosa - Iré con Gregory. Seguro que me presentará a alguien interesante. Y luego... ¡traerán comida!

Marce mira nerviosamente a su padre y repite.

- ¿Planes?

Johann ahora se ríe con más naturalidad. 

- No, bollito, me refería a que tenías pensado hacer allí. Comer, hablar, centrarte en los espectáculos... - Se cruza de brazos. - Pero ya veo que tienes un espíritu aventurero y quieres ir a lo que surja. ¿Verdad? 

Marcellette se sienta en su cama y queda mirando al suelo.

- No sé... suena todo a tan nuevo... Intentaré hacer un poco de todo. Pero los espectáculos me llaman mucho.

Entonces gira la cabeza hacia su padre.

- ¿Qué sorpresa, no? Jeje... pero sí. Supongo que improvisaré.

Johann sonríe con cierta orgullo. 

- Improvisar es una buena estrategia cómo cualquier otra, fue improvisando cómo conquisté a tu madre. - Presume, a pesar de que todo el mundo aseguraba que era su madre la que había conquistado a su padre. Se ríe por lo bajo, algo avergonzado. - Verte así... Preparándote para algo cómo esto. Me hace pensar en ella, ¿Sabes? - Sonrisa triste. - Eres toda una mujer y te sigo tratando cómo si fueras una niña. 

- ¿Soy... muy parecida a ella?

No era la primera vez que lo preguntaba. No sería la última. Es como cuando una chica pregunta si le quedan bien unos pantalones. Seguramente ya sepa que le quedan bien, pero quiere confirmarlo y le gusta escuchar que le quedan bien. Para Marcellette esto era algo parecido. Le gustaba saber que se parecía a su madre.

- Cómo dos gotas de agua. - Responde su padre, melancólico, cómo le había respondido ya otras veces. - No sólo su aspecto, su curiosidad, la pasión que le pones a aquello que te gusta... Incluso su torpeza. - Se ríe un poco por lo bajo tras ese comentario. - Su digno legado. - Concluye, cosa que ya había dicho también alguna otra vez en el pasado. 

Marcellette se ruborizó tan fuerte que seguramente se podía haber oído desde los suburbios.

"Su digno legado"

Eso le había gustado.

Marcellette abraza a su padre y entierra su cabeza en su pecho.

- Gracias. La fiesta será genial. ¿Estarás despierto cuando vuelva?

- Yo creo que aprovecharé que tengo un día más de fiesta para tomarme un buen descanso, la verdad. - Responde su padre. - Pero hablaremos por la mañana, no te preocupes. - Se queda en silencio unos segundos con Marcellette aún abrazada a él y entonces ella puede notar que le acaricia el pelo. - ¿Quieres que te ayude a peinarte? 

Durante algunos años, cuando Marcellette no tenía demasiada maña para estas cosas y su madre ya no estaba, su padre se había encargado de cosas así por pura necesidad. No era el mejor pero al menos lo intentaba. 

Marcellette finalmente se aparta, aunque no evita que su padre le siga acariciando el pelo.

- No hace falta papá. Ve a descansar. Te lo mereces.

Sus palabras eran suaves, y era realmente lo que deseaba a su padre. Y comenzaba a ponerse algo nerviosa de nuevo.

Johann parecía algo decepcionado con la respuesta. 

- ¿Estás segura? - Insiste. - Podría ayudarte con algún peinado complicado... Claro que no se si planeas ir con tu cabello al natural. Tampoco lo vería mal... No se, lo que tu prefieras. - Su padre no entendía de modas o de estilo, pero muchas veces lo había visto esforzarse por aprender. 

Marcellette piensa unos momentos. Quizá eso era una buena oportunidad para probar algún peinado que ella sola no podría hacer.

Le hace un gesto a su padre para que espere un momento y busca un peinado en su tablet. Cuando lo encuentra, se lo muestra.

Era un peinado rizado, con un moño también rizado. Sí, era complicado, y tendrían el tiempo justo si trabajaban ambos.

Mira entonces a su padre con una mirada pícara y dice:

- Qué, ¿te atreves?

Marcellette puede ver el terror en los ojos de su padre cuando le enseña la fotografía. 

- S-si, claro. No te puedo prometer que quede igual pero... Lo haré lo mejor que pueda. - Dice bastante inseguro.

Y dicho esto ambos se ponen manos a la obra con el complejo peinado. Primero limpiar, luego secar, luego rizar... A cada paso del proceso se iban pringando más y más y el resultado parecía alejarse más que acercarse. Estaba su padre intentando desatascar el peine de uno de los rizos cuando Marcellette, que había estado concentrada, mira la hora para descubrir que sólo quedaba una hora para que llegara Gregory a recogerla. ¡Cómo había pasado el tiempo! ¡Y ni por asomo eso iba a estar listo para entonces! Había sido un verdadero desastre... 

- Ahhh, no, no. Esto no saldrá bien. Lo siento papá, debí habértelo dicho con más tiempo. Ha sido un despiste mío. Creo que iré con mi pelo al natural.

Le sabía mal, porque sin duda su padre estaría decepcionado. Pero realmente no había nada que pudieran hacer ahora al respecto.

- Al fin y al cabo, siempre me has dicho que tengo un pelo precioso, ¿no es así?

- Por supuesto. - Dice su padre, resignado, mientras que consigue por fin sacar el peine del pelo de Marcellette. - Siento el destrozo. - Sonríe avergonzado. - Voy a dejar que te termines de arreglar, ¿Vale? - Se levanta y se acerca a la puerta. - Creo que iré a prepararme un café, ¿Quieres tú uno? - Tras la evidente respuesta afirmativa de Marcellette, su padre se marcha dejadola sola con aquel desastre de peinado.

Por suerte para Marcellette no era la primera vez que se enfrentaba a un reto cómo ese. No habían sido pocas las veces en las que no había escuchado el despertador y su pelo pareciera acabar de salir de una pelea. Así que tras un proceso metódico, energizado por el café que le trae su padre, consigue domar a la bestia y con el poco tiempo que le quedaba se resigna a ponerse el diabólico vestido.

Si, era una princesa digna de un cuento y el hecho de que tuviera una cara tan mona hacía que aparentara menos edad de la que tenia (Lo que no le hacía demasiada justicia en un evento cómo ese). De verdad esperaba que Thadeus no estuviera en la fiesta, no fuera a creer que tenía una cita con una menor... Pero ya no había nada que hacer. 

Estaba Marcellette saliendo de su cuarto, vigilando que el vestido no se enganchara con nada cuando puede escuchar que el timbre suena. Estaba cerca de la entrada por lo que abre ella y se encuentra a Gregory de frente. El mismo la mira sorprendido durante unos segundos. Su aspecto no había cambiado demasiado, Gregory iba bastante formal casi siempre a su manera. 

- Buenas noches, Marcellette. - Dice con educación. - Permíteme que te diga... Que estás preciosa.

Aquello hace que a Marcellette le recorra un escalofrío. Gregory iba a ser la única persona en toda la noche de la que recibiría un cumplido... ¿Es que no lo veía? ¿Tenía las gafas sin graduar o algo? 

- Ahhh, gracias Gregory... tu también estás muy...

...

Comenzar esa frase era realmente sencillo. Abrías la boca, te preparabas para devolver un cumplido y habías empezado la frase. Terminarla era lo complicado. "Estás muy guapo Gregory." "Estás muy formal Gregory." "Estás muy bien vestido Gregory." "Estás muy Gregory, Gregory". Dios mío, ¿por qué abriría esa bocaza?

- ... festivo, Gregory.

Marcellette se aplaude a si misma mentalmente de forma sarcástica. Un gran comienzo para la noche.

- Oh, vaya. - Dice Gregory, algo confundido. - Gracias. Supongo que eso es algo bueno, yendo a dónde vamos. - Añade intentando sonar agradecido, pero era evidente que no lo había terminado de entender.

En ese momento su padre también se acerca al recibidor y lo primero que hace es mirar el vestido de Marcellette con cierta preocupación. Tras eso, dirige su atención a Gregory. 

- Buenas noches, señor Vanguard. - Dice mientras que se saludan estrechándose la mano. Después de que Gregory le devuelva el saludo, su padre prosigue. - Conociéndola, seguramente ya lo hiciera, pero me gustaría agradecerle también que invitara a Marcellette a la fiesta. Sin duda va a ser una velada maravillosa. 

- Eso espero. - Responde Gregory. - Pero cómo ya le dije a Marcelette, no hay nada que agradecer. Esto es una simple recompensa por todo lo que me ayuda en la biblioteca. - Entonces mira a Marcellette. - El cochero nos está esperando. ¿Está todo listo? 

- Ah, espera, las gafas.

Dice Marcellette, y sale apresurada hacia su cuarto, casi cayéndose en el camino. Como realmente no las necesitaba, había veces que no las echaba demasiado en falta. Pero ese día tenía más razones que de costumbre para ponérselas.

Cuando baja de nuevo, ya tenía sus gafas puestas.

- Todo listo Greg. Papá.

Entonces mira a su padre y sonríe.

- Me lo pasaré pipa. ¡Te lo prometo!