Partida Rol por web

El ladrido de un perro alterado despierta a Butch de forma abrupta, seguido por un breve aullido de dolor producido por ese mismo perro. No había paz en los suburbios, ni siquiera para alguien en una posición tan privilegiada cómo Butch. A medida que su mente se despeja, el ambiente a su alrededor se llena de murmullos de sonidos lejanos. Los suburbios estaban ya despiertos, pues siempre lo estaban... La gente apenas se podía permitir dormir en un lugar cómo aquel. 

Butch se incorpora y mira su mano mecánica. Daba igual cuanto tiempo hiciera que la tenía, aún la sentía fuera de lugar, un pasajero indeseado en su cuerpo... Un recordatorio de que no podía perder de vista que aquel lugar estaba lleno de enemigos. El calor de las llamas invadía su cuerpo cada vez que se miraba ese brazo. 

Su otro brazo, sin embargo, le recordaba justo en ese momento que estaba ahí y que le pertenecía a él y sólo a él. Estaba magullado... Producto de una paliza en un callejón. Había sido bastante mediocre, pero la víctima era bastante testaruda... Y había muerto antes de soltar palabra. Sin duda la lealtad podía llegar a ser algo peligroso. 

Me levanto y me miro en el espejo, el cuerpo lleno de cicatrices y marcas destaca junto al pulido metal del brazo, es como tener un eterno recordatorio de lo que he perdido.

Abro la nevera y desayuno un batido nutritivo, sin mucho sabor pero efectivo, subo a mi gimnasio y empiezo mi rutina diaria, me encuentro haciendo ejercicios con el brazo sin músculos, quizás mi cerebro se niega a aceptar la realidad.

Al acabar me ducho, me peino y me visto, voy a mi mesa de trabajo y desarmo mis Berettas, les aplico aceite para mantenimiento y las vuelvo a montar, es casi como una meditación, y si quieres depender de un arma más te vale cuidarla como a tu hijo.

Me pongo el traje y mis "herramientas" y salgo de casa, voy a hacerle una visita a Larry, junto a una bolsa de oro, él necesita esto más que yo.

Paso al lado de un PABOT de Denaro al salir a la calle y voy en dirección al orfanato.

El PABOT no se inmuta cuando Butch pasa por su lado, las modificaciones de Denaro hacían que se eliminara de ellos toda rutina social iniciada de forma automática haciendo que solo se movieran en caso de recibir una orden. Esto tenía varias motivaciones, no se quería que un PABOT deambulara de forma independiente, sobretodo en un lugar cómo los suburbios dónde no tardarían en atraparlo, y además así se ahorraban parte de la energía necesaria para hacerlo funcionar, ya que no era especialmente barata en un lugar cómo aquel. 

Las calle eran tranquilas, al menos cerca de la mansión de los Denaro, pero a medida que Butch avanzaba el amasijo de callejuelas formado por las viviendas se complicaba y más te valía haber recorrido aquellos caminos varias veces, porque si no era muy sencillo perderse. Pero para Butch aquel laberinto no era ningún problema, no sólo se lo conocía mejor que la palma de su mano nueva si no que sabía por dónde ir si uno se quería ahorrar problemas innecesarios. 

Mientras avanza, puede mirar las caras a su alrededor, cómo lo miraban... Algunos con terror, otros con odio. Si, todo el mundo lo conocía, todo el mundo sabía que era mejor abrir paso cuando estaba cerca. Su fama había llegado a tan nivel que había escuchado incluso de madres que hacían callar a sus niños bajo la amenaza de que Butch vendría si se portaban mal.

A medida que se acercaba al orfanato, la podredumbre y el olor a muerto se intensificaba cada vez más. Parecía mentira lo rápido que se podía acostumbrar uno a la buena vida, a vivir en un lugar limpio y cuidado. Por supuesto, no era cómo si hubiera punto de comparación entre la casa de Butch y la vida de cualquier ciudadano de Cele... Pero la diferencia entre las personas que vivían en esas calles y Cele era tan grande que parecían mundos distintos, realidades tan diferenciadas que parecía una locura concebir que pudieran coexistir al mismo tiempo. 

Y por fin Butch llega hasta las puertas del orfanato. Resaltaba dentro del enjambre de viviendas porque Butch se había encargado que lo reformaran hasta el punto de que pareciera, cómo mínimo, un lugar habitable. Al abrir la verja que daba a un pequeño patio mira su alrededor al escuchar un sonido a sus espaldas. Había un niño de apenas 4 años y que era evidente que no había comido ni se había lavado en los últimos días. Estaba escondido detrás de una caja cercana a la entrada. En sus ojos había una mezcla de terror y amenaza, cómo un animal salvaje que se ve indefenso ante un depredador. 

Me agacho levemente y miro al chaval.

- Hola, ¿Como te llamas? ¿Tienes hambre?

Hago lo posible para no parecer intimidante, intento que no vea mi mano metálica

El niño retrocede un poco cuando Butch se acerca. Por su aspecto, su postura y su mirada, a Butch le faltaba poco para concluir que debía de haber sido criado por animales. Sin embargo, era evidente que su agresividad era causada por el miedo. 

- A-atrás. - Dice intentando sonar amenazador. - E-eres el carnicero. E-eres malo. M-me-me comerás. ¡Atrás! 

Si, el "carnicero", uno de los tantos pseudonimos que se había ganado Butch con su fama. Este venía referido a un evento en concreto en el que se había cebado especialmente con una de sus victimas, le había pegado tantos puñetazos en la cara que al terminar parecía que estuviera amasando carne picada. 

- N...

Iba a intentar decir algo pero no tiene sentido, he experimentado esto demasiadas veces, mi papel no es salvar a la gente, ahora mismo todo lo que puedo hacer es ayudar a Larry.

Me doy la vuelta y entro en el edificio.

Debo acordarme de salir por la parte de atrás, no quiero hacer que alguien que necesita ayuda no vaya a entrar por miedo a mi.

Butch entra en el interior bajo la atenta mirada del niño, que no se mueve del sitio. Dentro puede ver dos niños pasar corriendo que se detienen a saludarlo antes de irse entre risas. Al menos esos dos parecía que si sabían lo que estaba haciendo Butch por ellos, Larry se debía de estar encargando de ello. Seguramente el de fuera ni siquiera formaba parte del orfanato. 

Butch estaba valorando la posibilidad de si volver fuera o no cuando el sonido de unas ruedas al girar lo sorprende por detrás. 

- Buenos días Mad. - Dice la voz de Larry a sus espaldas. Cuando se gira ve que lo está mirando desde abajo, con la más dulce de las sonrisas. - Me alegro de verte. 

- ¿Cómo estás Larry? ¿La silla sigue funcionando bien?

No puedo evitar esgrimir una sonrisa, ese es el efecto que tiene Larry en la gente

- Oh si, todo va bien. Los niños me ayudan con su mantenimiento. Son unos angelitos. - Dice Larry agradecido. - Por favor pasa. - Dice al tiempo que le da la vuelta a la sila y comienza a dirigirse hacía otra habitación. - ¿Has comido algo? Creo que he preparado comida suficiente para un regimiento de soldados. - Se ríe por lo bajo. 

- No, no he comido nada todavía, muchas gracias Larry

Le miento, y él lo sabe, se nota que no paso hambre, pero ninguno de los dos querría perder la oportunidad de compartir mesa, además las comidas de Larry son mucho mejores que los batidos que suelo tomarme.

Al sentarme pongo la bolsa de oro encima de la mesa, no digo nada, es la rutina de siempre.

- Al entrar había un chico en la puerta pero creo que estaba intimidado por mí, luego echa un vistazo por favor.

Larry observa la bolsa durante un rato y suspira profundamente. Resignado y sin hacer comentarios, la coge y la guarda en un baúl cercano, el cuál estaba cerrado con una llave que escondía tras un panel oculto en la pared. 

- Vaya. - Dice tras el comentario sobre el niño, una vez que ha cerrado el baúl. - Tengo avisados a los niños de que si ven a alguno fuera lo hagan pasar... Supongo que nadie lo ha visto. - Entonces se enfoca hacía otro lugar. - ¡Maggie!

Una chica de unos 16 años aparece por el umbral de la habitación. Era la huérfana que llevaba más tiempo con Larry. Su permanencia se debía al miedo que le tenía al exterior. Era una chica bastante mona y todos sabían dónde una chica cómo ella acababa en los suburbios, de ahí al miedo. Tras tantos años, se había convertido en algo así cómo la asistente personal de Larry. 

Cuando ve a Butch, lo saluda respetuosamente con la cabeza, sin embargo había miedo en sus ojos. 

- Hay un niño fuera, hazlo entrar y dale un cazo caliente de la sopa que hemos preparado esta mañana. Ah, y trae otro para Mad. 

La chica vuelve a asentir y se marcha. Tras eso Larry se enfoca hacía Butch. 

- Dime Mad, ¿Cómo van las cosas?

- Bueno Larry, como siempre, en Denaro están muy nerviosos por el... - Agito el brazo - Ya sabes... He estado interrogando gente pero no parezco encontrar nuevos indicios. ¿Aquí falta algo? ¿Libros, juguetes...?

- No no, estamos bien... - Dice Larry mientras que hace un gesto con la mano en señal de que no debía preocuparse. - Yo... Con el dinero que nos traes es más que suficiente, Mad. A veces, demasiado... Ya sabes que lo único que necesito es que tú... Sigas con vida. - Sonríe tristemente. - Así que me alegro de que las cosas te vayan... bien. 

Justo en ese momento Maggie vuelve a aparecer por el umbral de la puerta. 

- No he visto a ningún niño fuera, señor Dimick. - Dice con cierta preocupación. - ¿Quiere que busque por los alrededores? - Era evidente que el echo de salir a buscarlo la preocupaba más que el hecho de que no estuviera. 

- No, no te preocupes Maggie. Imagino que volverá... Simplemente debe estar asustado, pero todos vuelven cuando tienen hambre. - De nuevo, mantenía aquella sonrisa triste. - Traéle la sopa a Mad, por favor. 

De nuevo, aunque algo preocupada, Maggie vuelve a asentir y desaparece. 

- Pobres criaturas... No saben de quién se pueden fiar. 

- Aquí abajo la única persona fiable eres tú, se que no te gusta la realidad en la que me muevo, pero recuerda que si quieres transmitir algo a Denaro sólo tienes que decirlo, intentaré que me escuchen. - Me estiro. 

Miro a mi alrededor. ¿Hay algo que me llame la atención, que falte o que esté en mal estado?

A primera vista si que había cosas que podían mejorarse. Los productos de limpieza, por ejemplo, tanto para la higiene personal como para el hogar eran un lujo difícil de encontrar en los suburbios, y Butch conocía a Larry: Priorizaba que los niños estuvieran bien alimentados y protegidos por encima detalles cómo aquel. A parte de esto, la ropa de algunos de los niños e incluso la de Larry habían pasado por tiempos mejores. No se trataba de que necesitaran un arreglo, algunas piezas pronto podrían pasar cómo simples harapos. 

Durante su inspección visual, Maggie termina por traer la sopa por fin, humeante. Butch sabia que no era un manjar, nada comparable a lo que se comía por ejemplo Montero Denaro de forma diaria, pero había algo en esa comida que superaba a todas las demás. Esa comida sabía a hogar. 

- Muchas gracias Maggie.  - Muevo una silla para ofrecerle asiento a mi lado. - Aunque supongo que ya has comido.

Empiezo a tomar la sopa, sus ingredientes son simples pero está hecha con mucho cariño.

- Cada vez te salen mejor Larry.

Aunque era evidente que no acababa de comprender el porque, Maggie se sienta al lado de Butch, obediente. Tras el comentario de Butch, Larry emite una ligera risilla. 

- "Nos" sale más bien. Todo el mérito es de Maggie, es un as en la cocina. Hará muy feliz al hombre que consiga atrapar su corazón. - Se vuelve a reír, con lo que Maggie mira hacía abajo, avergonzada. 

Pero cómo si el simple hecho de estar en los suburbios fuera motivo suficiente cómo para que momentos cómo aquel no pudieran ocurrir, de pronto se escucha un grito en la distancia. Maggie y Butch se levantan alterados, y Larry lo hubiera hecho también de no ser porque estaba en silla de ruedas. 

- ¿Q-que ha sido eso? - Dice Larry, preocupada. - Era un niño, pero no sonaba cómo ninguno de los de aquí. - Mira a Maggie cómo para confirmar este hecho y ella asiente. Entonces mira a Butch. 

Butch si había reconocido el grito, por muy poco que lo hubiera escuchado el recuerdo era reciente. Era del niño que había encontrado en la entrada del orfanato. 

Me levanto de golpe y dirijo mi mano derecha a una de mis Berettas, 

- No salgáis, si escucháis disparos poneos debajo de la mesa.

Me dirijo corriendo a la entrada y abro la puerta apuntando con la pistola hacia fuera.

¿Qué veo?