Partida Rol por web

Cuando Julia dice eso, Marcellette se lleva las manos a la cara y se la tapa. Con su voz ahogada por sus manos dice:

- Juuulia.

Entonces se quita las manos.

- La iba a ver tarde o temprano. Son ganas de hacerte enemigos. Y esa pobre chica ni siquiera sabe lo que quiere. Aunque creo que Gregory es demasiado blando con ella. Por favor Julia, ahora Matrika vendrá a que registre los libros que quiere llevarse. No... no te pelees con ella aquí.

Marce pone las manos juntas, como implorándoselo.

- Quiero seguir trabajando en la biblioteca.

Julia suspira y mira el pasillo por el que se ha marchado Matrika. 

- Yo sólo digo que esa chica necesita que alguien le de una dosis de realidad, pero tranquila, no voy a hacer ninguna tontería... Y menos con su desconsolado abuelo delante. - Vuelve a mirar a Marcellette, sonriente. - Aunque tienes mucha fe si crees que va a venir a registrar esos libros. Que no te extrañe que se marche por la puerta de atrás para no tener que volver a pasar por aquí. 

Gregory por su lado, suspira profundamente y se vuele a levantar. Parece que va a ir en pos de Matrika pero se detiene. Da media vuelta, vuelve entrar en su despacho y cierra la puerta detrás de él. Era raro que la cerrara, normalmente le gustaba escuchar lo que ocurría en la biblioteca. 

Marcellette no dejaba de mirar la puerta del despacho de Gregory y arruga los labios preocupada.

- Jo. Esta vez parece bastante grave. Julia, ¿te podrías quedar aquí un momento? No creo que venga nadie, y si lo hacen puedes venir a avisarme. Voy a ver qué tal está Gregory.

Y si Julia no se lo impide, Marcellette va hacia la puerta del despacho de Gregory y pica a la puerta.

- ¿Gregory? ¿Puedo pasar?

Marcellette tarda un rato en recibir una respuesta. 

- S-si claro, pasa pasa. - Dice Gregory desde el interior. 

Cuando Marcellette abre la puerta parecía mentira que aquel despacho fuera el mismo en el que había discutido tan alegremente con Gregory esa mañana. Quizás era el hecho de que Gregory hubiera cerrado también la ventana, pero había algo más... Un aura oscura y pesada que lo rodeaba todo. 

- Siento que hayas tenido que ver eso. - Dice Gregory con una sonrisa triste. Verlo en ese estado era capaz de derretir el más frío de los corazones. - Pero bueno, ya sabes que las cosas entre Matrika y yo son... Complicadas. 

Marce cierra la puerta tras ella y se acerca al escritorio de Gregory. Se sienta en la silla que hay delante de Gregory.

- No te preocupes Gregory. La juventud es incontrolable. Por supuesto la culpa no es tuya. Y mírala, ¡ha llegado sana y salva!

- Esta vez ha llegado a salvo. - Responde Gregory, con tono sombrío. - ¿Y las siguientes? Ojala no tengas que bajar nunca ahí abajo, Marcellette, los suburbios son un lugar peligroso... Matrika es un joven fuerte pero, es demasiado osada... Siento que en cualquier momento podría perderla y... En el fondo tiene razón, lo único que hago es mirar hacía otro lado, ignorar esa posibilidad. Me gustaría hacerla entrar en razón, pero se que no lo comprendería. - Mira a Marcellette, sus ojos gritaba auxilio. - Pero tú puedes entenderlo, ¿Verdad? Nosotros y los que viven ahí abajo hemos nacido en mundo distintos. Intentar juntar esos dos mundos es una labor de demasiado calibre cómo para que repose bajo la consciencia de una persona, o un grupo de ellas... No tenemos la culpa de que las cosas sean así. 

Había algo que Marcellette no entendía. Alguna información se le estaba escapando. Quizá Gregory pensaba que Marce lo sabía... o quizá se le ha escapado.

- Hmm... ¿juntar esos dos mundos? ¿qué es lo que intenta hacer Matrika exactamente?

Gregory no parecía muy seguro de si comentar lo que iba a comentar. 

- Matrika nunca ha sido muy específica sobre lo que hace allí abajo, pero sus frases y algunos de sus actos me han hecho pensar que quizás pertenece a una especie de "Resistencia". Gente que desea el paraíso para todos mediante el derrocamiento de dicho paraíso. - Suspira. - No saben lo que hacen y no saben a lo que se están enfrentando. - Entonces mira a Marcellette, preocupado. - Quizás he hablado más de la cuenta, preferiría que no comentaras mis sospechas con nadie, por favor. 

Marcellette se lleva la mano a la boca cuando Gregory le cuenta sus sospechas.

Si realmente era eso, Matrika corría grave peligro. Daba igual lo espabilada que fuera o lo bien que se moviera ahí fuera. ¡Intentaba luchar contra Cele!

- Ay Gregory... no te preocupes, sabes que esto no saldrá de esta sala.

Finalmente, Marcellete coge la mano de Gregory con una de sus manos y se la aprieta con afecto.

- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

- Oh, no no no. - Insiste Gregory, con prisa. - Ya haces más que suficiente por mí, Marcellette. - Le ofrece una dulce sonrisa. - Gracias por preocuparte, pero preferiría estar sólo un rato... 

Marcellette le da un último apretón a la mano de Gregory.

Marcellette no era madre, y no planeaba serlo en muuucho tiempo, pero creía saber cómo se sentía Gregory. Se podría decir que Matrika era lo único que le quedaba... y se empeñaba en hacer las cosas difíciles. Como poco, tenía que hacer ver a Gregory que tenía apoyo moral.

- Está bien Greg.

Finalmente le suelta la mano.

- Pero procura no darle demasiadas vueltas, ¿vale?

Entonces se levanta y se encamina a la puerta. Antes de salir dice:

- Si necesitas cualquier cosa estoy en mi mesa.

Gregory vuelve a asentir, ya perdido en sus pensamientos y Marcellette sale del despacho cerrando la puerta tras de sí. Al hacerlo se encuentra una escena inesperada. Matrika estaba frente al mostrador, dónde una pila de varios libros había aparecido de pronto, e ignoraba completamente la presencia de Julia allí (Estaba claro que esas dos no estaban hechas para encajar). Julia, por su lado, parecía a punto de saltar en cualquier momento. Por suerte para Marcellette, al acercarse, capta la atención de ambas. 

- Hola. - Dice Matrika, con tono neutro cuando Marcellette se planta detrás del mostrador. Entonces señala la puerta del despacho de su abuelo con la cabeza. - ¿Cómo está? 

- Ah... bueno...

Marcellette no sabía bien como afrontar esa pregunta. Podía ser totalmente sincera y decirle que no estaba bien. Podía decir que estaba bien y ahorrarse esa charla.

No, eso segundo ni pensarlo. Le debía mucho a Gregory. Quizá...

Marcellette se coloca el pelo detrás de la oreja y dice:

- Pues... preocupado, ya sabes...

Marcellette no podía creerse lo que estaba a punto de decir.

- Pero creo... esto... que si de vez en cuando fueras a su despacho y... bueno... le dieras un abrazo o algo así... luego sería más permisivo y no te daría tanto la tabarra.

Marcellette se muerde nerviosamente el labio mientras mira a Matrika, y termina por agachar la mirada y dirigrse hacia su silla.

Matrika no parecía demasiado atenta a las palabras de Marcellette a juzgar por cómo miraba la puerta del despacho de Gregory, sin embargo cuando Marcellette termina ella vuelve a devolverle la atención. 

- Lo que menos necesita mi abuelo es que entre ahí dentro. - Julia suelta un chasquido de lengua, con lo que Matrika la fulmina con la mirada. Tras eso, añade. - No voy a darle falsas esperanzas. No hay forma de que me quede aquí después de lo que he visto ahí abajo. 

Marcellette por fin se sienta y repiquetea nerviosa en la mesa con los dedos.

En su simulación mental de la conversación Matrika no respondía eso. No sabía bien cómo encaminar esto.

"Lo siento Gregory, he hecho lo que he podido"

Finalmente, opta por preguntar:

- Y... ¿qué es lo que has visto?

Matrika frunce el ceño, desconfiada. 

- ¿De verdad quieres saberlo? Esto no es una de tus novelas de fantasía, bibliotecaria, esto es la realidad. 

Marcellette sonríe nerviosamente a Matrika.

Ella solo quería ser amable, no entendía por qué Matrika estaba tan a la defensiva. Pero no iba a estropearse el día discutiendo con ella, y esta conversación estaba destinada a ello.

Aún sonriendo, contesta:

- N-no, no te preocupes Matrika. Creo que seguiré en mi mundo de fantasía.

- Eso imaginaba. - Dice Matrika con frialdad aunque también algo decepcionada. Entonces vuelve parar la vista de los libros. Parece que piensa en algo durante un par de segundos, pero finalmente opta rodearlos con las manos. - Adios. - Termina diciendo, pero antes de que le de tiempo de sacar los libros de la mesa, Julia pone la mano encima de la pila.  

El movimiento de Julia no era algo que Marcellette no hubiera visto venir. Había esperado lo más paciente que había podido el final de la conversación, mirando a Marcellette fijamente, cómo si la juzgara. Al parecer aquel último gesto de cobardía por su parte la había hecho perder toda paciencia. Segundos antes de su movimiento, Marcellette ya había visto la rabia en la mirada de Julia cuando miraba a Matrika. 

- ¿A dónde crees que vas, criaja? - Dice con sequedad, al tiempo que aguantaba los libros sobre la mesa.

Matrika intentaba tirar de ellos inútilmente, pero era imposible que los moviera un centímetro. Desde su posición, Marcellette podía ver cómo los músculos de Julia se tensaban, y no sabía si preocuparse más porque aplastara los libros, hundiera el mostrador o por lo que era capaz de hacerle a Matrika. 

- Si de verdad repudias tanto a Cele deberías también repudiar los recursos que puede brindarte. Así que, ¿Por qué no te largas por dónde has venido y sigues convenciendo a los de abajo de los demonios que viven en este lugar? 

Finalmente, Matrika desiste en su desesperado intento de arrebatarle los libros a Julia y retrocede. 

- ¿Demonios? - Dice con media sonrisa, desafiante. - No, sois mucho peor que eso. Esclavos sin sentido común o pensamientos propios. Preferís entregaros al vicio y el entretenimiento mientras ignoráis y expulsáis a todo aquel que ansía tener un mínimo de lo que vosotros tenéis. Libros, sólo vengo a por libros y ni de eso sois capaces de desprenderos... - La rabia iba creciendo en su tono mientras habla. - Pero son vuestros egoístas corazones los que os llevaran a la destrucción cuando esta ciudad caiga. 

Sin duda el discurso de Matrika incómoda enormemente a Marcellette, que al bajar la vista la detiene en los libros que reposaban sobre la mesa. Eran libros con cuentos infantiles y de aprendizaje básico, cosas que había leído cuando algunos niños apenas sabían pronunciar frases completas.