Partida Rol por web

Una media hora antes de llegar a vuestro destino véis que la tonalidad del agua a cambiado, a pasado de ser marrón a rojo. Exatamente el mismo rojo oscuro de la sangre. De las dos orillas empieza a llegar un murmullo, mezclado primero con el de los pájaros y sobrepasándole en intensidad después. Es como si, tras la línea de árboles en las dos riberas, se ocultase una larga fila de indios entonando cantos rituales. Su intensidad crece y crece, hasta llenar el aire, hasta llenarlo todo. Veis que en el cielo está la luna, pero en cambio el cielo no ha cambiado, no parece que sea de noche. No aparecen estrellas, ni la luz ha cambiado. Una claridad similar a la del crepúsculo cubre la selva.

Las corrientes hicieron que la balsa se sacudiese, Nathan cayó al rio, la corriente lo arratrasba hasta el fondo, pero Fonçinho consiguió darle la mano y subirlo de nuevo a la balsa y evitar que muriese ahogado. A vuestro lado, pasan rápidamente varios cadáveres flotando en el agua. Todos ellos están ensagrentados y llevan uniforme. Un helicóptero os adelanta a una endiablada velocidad, arrastrado por la corriente.

El sol vuelve a aparecer, a lo lejos, podéis ver el dirigible de los biólogos. Una larga cuerda lo une a un árbol que sobresale del agua. Más o menos su campamento estaba en ese lugar, ocupando una pequeña elevación, sin duda la inundación lo ha cubierto

Cuanto más cerca estais del dirigible, parace que más despacio baja las aguas. Llegais a donde está el dirigible, la cuerda está anclada a unas ramas, mirais bien y veis que lo que realmente hace que el dirigible esté allí es el cadaver de uno de los ecologistas, podeis ver que os mira, aunque son ojos vacios, de muerto, su cuerpo esta atravesado entre las ramas, impidiendo que el dirigible se mueva. Está completamente ensangrentado y las moscas zumban a su alrededor. Tiene varias ramas clavadas por todo el cuerpo. En las manos, pies y órganos genitales muestra quemaduras muy parecidas a las de las descargas eléctricas. Tiene cicatrices de azotes en la espalda, hechos por una fina vara. Multitud de golpes y contusiones. Quemaduras de puro o cigarrillo. Varios huesos rotos.

Y un único disparo, con quemaduras de pólvora alrededor de la herida. La bala entró por el estómago y penetró en los pulmones atravesando el diafragma. Quien disparó de esa manera está claro que quería que su víctima tuviera al menos un par de horas de cruel agonia.

Podeis ver que el dirigible tiene una hélice rota

Fruncí el ceño, pensativo.

-Rumeau. Algo me dice que esto ha sido cosa suya. -me revolví el pelo, mojado y sucio.- ¿Algún plan? Busquemos a algún superviviente o si queda a alguien cerca. O una radio que podamos usar para pedir ayuda.

Agregué:

-Y una camilla, entre la pierna rota y la tripa ardiendo no puedo casi moverme.

Dije refunfuñando.

-No quiero estar mas aquí, soy urbanita y no salvaje.

-Creo que en eso estamos de acuerdo.

Frunzo el ceño, pensativo.

-Buscadme una choza con una cama y a ver que encontramos. Igual sería buena idea pasar aquí una noche. Deben tener provisiones y medicinas en algún sitio.

La verdad, era una buena idea, pero... No quería pasar más tiempo allí. Pero Jack estaba en un estado lamentable. Me limpié un poco, ya que nunca en mi vida me había sentido así de sucio.

Vais rio abajo, a unos cien metros veis algo inexplicable, el rio va hacia arriba, contracorriente. La línea en que se cruzan las aguas que bajan con las que suben, constituyen una barrera infranqueable para cualquier embarcación. El sonido de los animales, ese murmullo intenso y omnipresente en la selva, ha desaparecido. El silencio es absoluto y sólo lo rompe el silbido del viento entre los gigantescos árboles y el ruido de las aguas al discurrir corriente abajo. Y no sólo eso, parece que todos los seres vivos han abandonado el lugar. Ni tan siquiera los mosquitos revolotean a vuestro alrededor. Ni insectos, ni pájaros, ni resptiles. Nada de nada. Lo único vivo a vuestro alrededor parecen ser los árboles.

Solo de cuando en cuando, puede verse algún mono entre las ramas más altas de los árboles, lejos de vuestro alcance. Pero estan callados, se quedan observandoos. Llegais con la balsa a donde estaba el campamento de Don Pedro, teneis que cruzarlo en balsa porque está inundado. Cuando alcanzais un lugar sin agua os bajais, sentis que os estan observando

Unos minutos andando por una suave pendiente y, tras cruzar una barrera de vegetación, podeis ver frente a vosotros algunas de las tiendas que había en el campamento. Tiene toda la pinta de haber sido montadas a toda prisa. El viento mueve las lonas con que están fabricadas, pero no se ve señal alguna de vida, parece un pueblo fantasma. En las tiendas no hay nadie. En una de ellas en la que reconoceis como la de Don Pedro, en la hamaca donde estaba la mujer embarazada, podéis ver sangre seca y unas manchas también resecas. En el suelo hay más manchas de sangre. Son grandes.

En otras de las tiendas encontrais una caja de herramientas, Fonçinho la coje, está seguro de que puede arreglar la hélice, también encontráis una radio

Al encenderla escuchais la voz de Don Pedro, pero se trata de la última conversación que hablasteis con él, vuestras voces también se escuchan, no parece que sea una grabación. Cuando terminais de escuchar, cuando cortais la comunicación con Don Pedro la radio sigue emitiendo sonido, pero la voz es angustiosa, es la voz de un hombre desesperado

No sé si esto que emito ahora pueden oirlo... pero tengo que intentarlo. No vuelvan al campamento, repito, no vuelvan al campamento... aquí estan pasando cosas horribles... el agua... y el capitan Rumeu, maldito bastardo... estoy seguro de que él tiene la culpa de todo... los ecologistas... estoy seg... de que los... tiene que haber sido él porque... y las agu... no paran de... subir... estoy segyro de que va a matarlos a todos...

De repente la comunicación se corta, de repente vuelve otra vez a sonar una y otra vez lo mismo. Cuando salis de la tienda, veis algo que hiela vuestras venas. La Luna llena luce en lo alto del cielo, un cielo absolutamente negro. Y sin embargo, hay luz, la misma crepuscular que observasteis antes. La camara de fotos de Nathan se dispara una y otra vez, las linternas se encienden y se apagan solas, las brujulas se han vuelto locas y giran sin parar

Sientes el irresistible impulso de mirar hacia el cuelo, ves que tres inmensas flores, las misma que habíais matado con anterioridad, ves que aparecen por los árboles, en nada las tendréis encima

Me quedé helado, viendo aquel extraño fenómeno. Cuando pensaba que podría librarme de cosas paranormales, una misión normal... Me había dado con un canto en los dientes.

-¿Qué coño? -solté un gruñido.- Tenemos que buscar a los demás y salir de aquí... Fonçinho, ¿es posible que esto lo haya hecho el brujo?

-Escucho la radio mientras bufo, y luego me pongo a gritar:

-Joder, joder, joder -señalo hacia arriba- ¡hay tres plantas mas de las de antes, nos vana joder vivos!

Miro hacia arriba y saco la pistola. La verdad, ya empezaba a acostumbrarme a disparar plantas... Yo, un defensor del Amazonas... Empezaba a entender porque las empresas madereras se cargaban al bosque.

- ¿El hechicero? Los Yamirogami murieron por la bomba, no creo que haya uno solo que se salvase- dice con dolor- Esto debe ser obra de la Diosa, vengando la muerte de sus hijos

Mirais hacia arriba, hacia donde señala Jack y veis tres plantas identicas a las que casi devoran a Jack

-¿Y por qué se venga de nosotros...? ¿Hay alguna manera de aplacarla o algo? -medité un momento, pensativo.- Debería haberme leído el libro del portugués sobre los Yamirogami.

Miro a las plantas, dando un suspiro agotado.

-¿Por qué, Diosa? ¿Por qué? Yo, que no he hecho nada. ¡Hasta reciclo, que en mi país no lo hacen ni a punta de pistola!

Me acomodo apuntabdo a las plantas con las dos armas y lanzo el rifle que nos habian dado a Fonci o a Nathan, el que prefiera utilizarlo.

-Joder, vamos sobrados de armas, dejad la cháchara para luego. -quito la cinta que aguanta el cuchillo de la bota por si hay que desenfundarlo y me preparo.

-Esta debe ser la maldición de los Yami. o por eso nmo querian que el agua lo llenase todo, para que estas plantas no creciesen.

Me quedé un momento en silencio, cargando el arma.

-Fonçinho... Esa embarazada... ¿Era Yamirogami? ¿Y quién era el padre?

- Yaseira no era una Yamirogami, por lo menos eso creo, no tuve tiempo de hablar con ella, solo Don Pedro me dijo que habían encontrado a una embarazada justo antes de que nos fueramos- Fonçinho cogió el rifle de Jack y apuntó a la planta, cuando la tuvo cerca disparo

Fruncí el ceño. ¿Una mujer embarazada en medio de la selva? ¿Estaría con Pedro?

-Me gustaría ver si ha podido huir. No me gustaría pensar que hay una mujer sola en medio de la selva, y encima estando embarazada...

Di un par de tiros con la mente en otro lugar.

A mi planta le disparo un ráfaga y un tiro con la colt, y a la segunda le disparo lo mismo acertando sólo con la colt.

-¡Ostias, que yo no quiero que me chupe otra vez esa cosa!, ¡deja a la puta preñada y atento a nosotros!

Nathan disparó con la pistola, pero la bala nunca llegó a salir. Más suerte tuvo Jack, disparó con su subfusil a su planta, dos ráfagas cortas, aunque solo acertó con una de ellas, la otra se perdieron por entre los espacios que había entre flor y flor. Con la Glock disparó a su planta hasta acabar con ella, después disparó a la flor que iba hacia Nathan. La Glock de Jack se había quedado sin bala, tendría que volver a recargarla si quería seguir disparando.

Fonçinho disparó con el rifle que le había dado Jack, ya que el suyo estaba sin balas, disparó a la flor que iba hacia él, un certero disparo, pero no era suficiente para acabar con aquella flor.

Las flores de Fonçinho y Nathan se agacharon y capturaron cada una a uno, empezaron a alejarse de allí

Forcejeé, intentando liberarme de la flor, pero no pude hacer demasiado. Con alarma, vi como Fonçinho era atrapado al igual que yo.

-¡Jack, sálvale a él primero!