Partida Rol por web

Os despertáis con las energías recuperadas. Os encontráis en un antiguo dormitorio de soldados en la que hay ocho literas dispuestas contra las paredes. Vuestras heridas son ahora cicatrices cerradas de color morado y rojo. Vuestros músculos, aunque algo entumecidos, parecen haber descansado lo suficiente para emprender de nuevo la marcha. Ha llegado la hora de marchar. De pronto, alguien llama a la puerta de la habitación y un soldado de Parsafal entra en la habitación.

-Disculpad, pero mi señor Lord Griffon, desea hablar con ustedes antes de su marcha, si hacen el favor de seguirme…-

Tras esperar fuera a que terminéis de prepararos, os guía por los pasillos del castillo hasta la sala de audiencias donde tuvisteis el combate. Mientras camináis, podéis ver que el castillo se encuentra en bastante mal estado, con paredes con enormes grietas, almenas derruidas, grandes escombros acumulados por el suelo, etc. Cuando llegáis a la sala de audiencia, varios soldados custodian la puerta y os la abren en cuanto os plantáis en frente. A un lado de la puerta podéis ver un pequeño boquete y Nostradamus no puede evitar sonreír levemente al sentirse responsable de ese agujero.

Una vez dentro, la sala apenas ha cambiado desde vuestra visita de ayer, tan solo la ausencia de los cadáveres ha cambiado, ni siquiera se ha limpiado la sangre del suelo. De pie, junto al asiento del Lord, se alza Parsafal que al veros, hace una leve inclinación de cabeza y sentado a su lado, Lord Griffon os mira a través de su demacrado rostro.

-Mis queridos amigos. Ya he sido informado de vuestra misión por mi fiel Parsafal, pero no quería que marcharais sin antes mostraros mi agradecimiento. Os debo la vida, cuando ya me había rendido y estaba a punto de abandonarme al abrazo de la parca, vosotros volvisteis a encender el fuego de la vida en mi corazón.- Mientras habla, podéis notar que su voz suena cansada y que a veces gime de dolor, aunque vivo, sigue bastante débil. –El camino hasta la linterna oscura no es seguro en estos días, más teniendo en cuenta que el ejército del Señor de la Guerra ha tomado toda la zona. ¿Necesitáis información o queréis algo de m? No tenemos mucho, pero si está en nuestra mano, lo tendréis.-

Mi señor -comienza a hablar Millicent-, sabed que no existen palabras para expresar cuánto me congrace esta pequeña victoria, esta fisura en las fuerzas del nuestro enemigo, contemplar este baluarte de esperanza que aquí se erige, bajo vuestro sabio y noble mando -proclama llena de emoción.
En verdad, la recuperación del castillo y el Lord que un día fue amigo de sus padres, ha hecho que sus energías se renueven con una nueva fuente de esperanza.
La oscuridad no va ha vencer, mi señor.
Pero para derrotarla necesitaremo toda la ayuda que podáis ofrecernos. Información.
Necesitamos conocer el terreno y a qué terribles pruebas nos enfrentaémos allí.
Necesitamos estar más prevenidos de lo que estamos ahora, mi Lord.

Lo que había experimentado Regathix era un conjunto de sensaciones extrañas y dispares, estuvo apunto de saltar contra aquel tipo y cortarle en trocitos con sus cimitarras, pero al final los que por lo visto se habían convertido en sus compañeros habían salido en su defensa, en un primer momento Regathix se llenó de incredulidad, pues estaba seguro de que posiblemente se hubiera tenido que enfrentar a aquellos que le amenazaban, pero las palabras que pronunciaron en su defensa llegaron a lo más profundo de su ser... Había sido la primera vez que era defendido, pues los de su raza cada uno miraba por si mismo, era inimaginable lo que había vivido en aquel momento, pero más inimaginable era que aquellos humanos defendiera a un acechador con tan vigor... Finalmente el hombre cedió, pero Regathix ya se había relajado ante y casi había bajado las armas y sus defensas, ahora estaba aún más si cabía con pensamientos de incredulidad y con un sentimiento que apenas reconocía, deuda para con aquellos que le habían defendido...

Se encontraba ahora en la sala donde sucedió todo escuchando las palabras de aquel señor que había estado al borde de la muerte si no hubiera sido por el grupo, pero Regathix apenas oía sus palabras, estaba pendiente pensando y mirando a cada uno del grupo, le había dicho que su destino estaba unido a aquel grupo, y se preguntaba por que, ahora sentía una sensación de que tenía que estar con ellos, y no la comprendía...

Al estar en el recinto LG se dirige a nosotros... se le vehia todavia cansado por los hechos del dia anterior que estuvo devatiendose entre la vida y la muerte... al ofrecer su ayuda hubo un breve silencio roto por Millicent al estar hablando observo al grupo y veo como Regatix parecia un poco confundido y al parecer lo que habia pasado habia inpactado dentro de el, asi que devia de poner mas atencion a el ya que mi desconfianza a los de su raza era mucha y todavia no sabia cual era su parte en todo esto... Mi señor digo dando un paso al frente en verdad nos alegra verle y escucharle... y de momento como comento Millicent, informacion y guia es la que nos hace falta, la verdad ignoramos, si la linterna esta cerca o lejos de este su castillo, por lo que si el lugar no esta cerca de aqui agradeceriamos si nos pudiera ayudar con monturas para agilizar nuestro movimiento... nuestro siguiente destino como ya lo hemos comentado es ese lugar y no sabemos que podamos nececitar, pero podriamos solicitarle tal vez algunas medicinas o posiones ya que hay algo dentro de mi que me dice que de ahora en adelante el señor de la guerra pondra sus ojos en nosotros... por desgracia uno de los ayudantes del señor de la guerra escapo y parte de nuestro factor sorpresa se esta perdiendo, pero si somos veloces, todavia podemos sacar ventaja de todo esto, por lo pronto su castillo es un lugar estrategico muy importante que se ha recuperado y creo que lo que sigue es que informe a la dama lo que esta sucediendo... mi señor estamos a sus ordenes y nadie mas que usted conoce estas tierras por lo que no hay hombre mas sabio que usted para que nos guie y nos pueda ayudar con lo que crea necesario para cumplir esta diligencia digo aasintiendo al final y regresando a milugar en linea con el resto del grupo

Lleno de gozo; al ver que el anciano por el que tanto dolor había pasado se encontraba mejor. Eso era alegría lo se asomaba en sus ojos. Tranquilo y pendiente de las salidas y la gente de la sala. El dialogo es bueno pero hay momentos es lo que es mejor ver quien escucha y que cara ponen. La misión es larga y tenía la sensación de que los espiaban. Eso no le gustaba, en su profesión si alguien te seguía estabas muerto.
Pero lo realmente preocupante era la difícil situación en la que le dejo el mal nacido, al rebelar el secreto; que con tanto celo estaba guardando.

Marcus escucho la conversación sin decir nada, tenía el cuerpo un poco entumecido del combate del día anterior, pero por lo demás se encontraba bien. Aunque sonreía por ver que la misión había salido bien y que el anciano seguía vivo no intervino en la conversación, la verdad es que no tenía nada que decir, y quería ir pronto a enfrentarse al señor de la guerra, quería que pagara por el mal trato dado a todo el mundo.

Lord Griffon escucha vuestras peticiones y asiente con una forzada sonrisa. Sin embargo, al intentar hablar, su cuerpo se sacude y prorrumpe en una fuerte tos seca. Su cuerpo se inclina, haciendo que Parsafal, situado a su lado, se abalance sobre su señor para sujetarle por los hombros. Mientras duran los golpes de tos, Lord Griffon no levanta la mirada y Parsafal le observa con clara preocupación en el rostro. Cuando finalmente se calma, alza la mirada y sonríe a su fiel amigo. Parsafal no parece convencido de dejarle seguir con la conversación, pero finalmente asiente y se aparta quedándose justo a su lado.

-Gracias amigos. Vuestras palabras de esperanza avivan la llama de mi corazón. Aunque me cuesta ser tan optimistas como vosotros. Demasiada muerte han visto estos ojos. Demasiada oscuridad. Pero creo en vosotros. Por ello, os ayudaré en lo que pueda.-

Lord Griffon hace un gesto con la mano y uno de los guardias sale a la carrera de la sala.

-Desgraciadamente, después de unos días de ocupación, nuestras reservas de armas y equipamiento se han visto considerablemente mermadas, por lo que poco puedo ofreceros en este aspecto. Sin embargo, puedo cederos un caballo, el mío, Ojo de tormenta. no os servirá para viajar, pero es fuerte y superviviente. Sabe valerse por sí mismo y puede llegar pesadas cargas sin inmutarse. Ya he ordenado que os lo preparen.-

De pronto, las puertas de la sala se vuelven a abrir y por ella entra el mismo soldado que hace unos instantes salió por orden de su señor. En sus manos, trae un enorme libro de gruesas páginas. Con paso rápido, se aproxima a los aventureros y se lo tiende.

-Me pedisteis información, sin embargo, estando tan cerca de desolación, no son pocos los lugares insólitos ni la magia salvaje que inunda el lugar. En este libro he ido recopilando todos los datos sobre lugares, criaturas y leyendas de la zona. Era mi sueño completarlo con todo. Ahora os lo cedo con una única condición.- Lord Griffon esboza una sonrisa -Que cuando todo esto acabe, me ayudéis a completarlo con vuestras aventuras-

Un nuevo golpe de tos le impide continuar y esta vez, cuando cesa, se recuesta agotado sobre su silla.

Parsafal, que ha estado viendo toda la escena, decide tomar el relevo de su señor para así dejarle descansar.

-Puesto que yo he estado fuera durante estos oscuros dias, os diré lo que sabemos. El ejército del Señor de la Guerra ha avanzado más de lo que esperábamos, destruyendo todo a su paso. No suelen dejar tropas salvo en lugares estratégicos, por lo general, arrasan los pueblos, masacran a la gente y siguen su camino. A pesar de todo, los caminos no son seguros. Decenas de criaturas que solo conocíamos por historias y leyendas han empezado a deambular por la tierra. El hedor de Desolación impregna el aire y el sol no ilumina más la tierra. El camino hacia la linterna oscura es todo recto hacia el este de aquí, está a un día y medio de viaje, cuando arribeis a la costa, vereis el edificio. Antiguamente había un pequeño pueblo entre este castillo y la linterna oscura, Katermore, pero dudo que quede nada ni nadie con vida. Hacia el norte del pueblo podéis llegar a la gran ciudad de Arathan, la ciudad subterranea o también conocida como la ciudad de oro. Creemos que aun queda gente en ella, aunque las últimas cartas que nos llegaron de allí, hablaban de un mal que atenazaba a la ciudad. No tenemos ni idea de a que podían referirse.-

Lord Griffon se queja sentado en su sillón, tiene los ojos cerrados

-Ahora, mi señor necesita descansar a fin deque podamos preparanos para marchar hacia la capital ¿necesitáis algo más? Si no es así, podeis partir cuando querais-

tras las peticiones LG retoma la palabra, pero al parecer todavia su salud estaba muy mermada... al terminar de hablar y ofrecernos a su corcel para poder ayudarnos, un soldado entra con algo en sus manos... un gran libro.. la curiosidad invade mi pecho y no puedo evitar adelantarme al resto para tomarlo... informacion, el arma mas poderoza!!! pienso controlandome por no empezar a devorarlo en ese mismo momento... pero luego escucho que LG condiciona el libro, no podia creerlo, nos pedia que le ayudaramos a completarlo...in-cre-i-ble!!!, tras terminar de ofrecernos la ayuda que podia, Parsafal nos informa de la situacion de la zona, las ubicasiones y los estatus conocidos, por lo que grabo la informacion en mi mente como si fuera tinta magica indeleble sobre un pergamino eterno, no quedaba mas que agradecer la ayuda y comenzar la nueva diligencia...

Muchas gracias contesto tras tomar el libro ,este no estaba tan pesado como parecia, se veia que le cuidaban y atesoraban mucho... despues de escuchar a Parsafal doy un paso al frente de nuevo cuidaremos bien de su legado mi señor, y nos complacera mucho el poder ayudarles a poder expandir el contenido de esta obra... sobre la informacion a quedado grabada en mi mente, y estoy seguro que nos servira de mucho, asi que no le molestaremos mas mi señor, descance, recupere sus fuerzas, que estoy seguro de que le daremos la oportunidad de poder ayudar a la dama y de que pueda castigar a quien oso tomar su castillo...  me incilno levemente para ofrecer una leve reverencia de respeto a LG gracias Lord Griffon y gracias a ti tambien Parsafal  regreso a la fila y llevo el libro a mi pecho apretandolo contra mi, no podia esperar a que nos pusieramos en marcha para poder estudiar el libro...La espada de Millicent, el legado de los Grifon, cuantas sorpresas... me quedo en mi lugar esperando a los demas para ponernos en marcha... aun era temprano y si apresuramos el paso podriamos llegar todavia con luz al poblado de Katermore... Empieza una nueva aventura

Sin nada más que decir, todos os marcháis a fin de tomar vuestras cosas y marchar.

Sentada sola en lo que antaño fue un camastro, piensas en todo lo que ha ocurrido y en la verdad que se te ha revelado. Tu hermano sigue vivo. Tu mente navega en un mar de dudas cuando de pronto dos golpes secos resuenan en la puerta. Al abrirse, un soldado de Lord Griffon atraviesa el umbral y se dirige hacia ti.

-Mi señor desea hablar con vos antes de partáis, si sois tan amable de seguirme.-

Casi de manera automática, te levantas y te sitúas detrás de él. entonces os ponéis en marcha. Tras recorrer varios pasillos, os detenéis frente a una gran puerta doble de roble perfectamente pulida y cuidada. El soldado, tal como hiciera contigo, llama a la puerta dos veces, pero esta vez espera pacientemente frente al umbral. unos enérgicos pasos se aproximan y abren de sopetón la puerta. Tras ella, aparece un hombre escuálido, totalmente calvo y con una barba cobriza en el rostro, su expresión refleja una ira descontrolada.

-¡He dicho que nadie moleste a Lord! Nada de lo que tengas que decir puede ser tan importante-

El soldado no sabe qué hacer ante la apabullante voz del médico y tan solo consigue balbucear unas palabras.

-Yo... Milady Millicent... Llamada...-

El doctor está a punto de replicar cuando la grave voz de Lord Griffon se alza tras la puerta.

-Déjela pasar Doctor, debo hablar con ella y no puedo demorar su marcha. Concédame esto y le prometo descansar todas las horas que usted crea convenientes.-

El doctor, aun reticente, acepta de mala gana y deja pasar a Millicent. Al entrar, ve que se encuentra en el dormitorio principal de Lord Griffon, una enorme cama con dosel se muestra frente a ella, vacía. A su derecha, un fuego arde en una enorme chimenea y sentado en un enorme sillón, puede reconocer al amigo de su padre, Lord Griffon. Este la hace una señal para que se acerque.

-Ha pasado mucho tiempo Mil- Una punzada de nostalgia revuelve tu estómago al oír el diminutivo por el que solo te llamaban tu padre y Lord Griffon.-Parece que fue ayer cuando corrías por estos pasillos, volviendo loco a tu padre. Eras una chica muy temperamental-

Lord Griffon intenta reír pero un golpe de tos le interrumpe abruptamente. Sin dejar de mirar el fuego, rebusca algo en sus bolsillos y finalmente saca algo que mantiene encerrado en su puño. Lentamente lo abre y deja que la luz de la chimenea muestre el contorno del objeto. Tu corazón da un vuelco al reconocer su delicado contorno y el símbolo grabado en él, el anillo de tu casa, un anillo que no habías visto desde...

-Aun recuerdo como lleno de dolor, tu padre me contó cómo te negó el anillo familiar y te lo arrancó de las manos. Dijo que la intensa mirada de odio que le lanzaste por poco lo mata, fue además el mismo día en que decidió enviarte a la institución militar ¿cierto?- El rostro de Lord Griffon se torna en hondo pesar. -Tu padre te quería Mil, más que a nada en este mundo. Tal vez su mayor error fuera quererte demasiado ¿Sabes por qué te quitó el anillo y te apartó de la vida entre la nobleza? Porque vio que en ti residía una fuerza que, llegado el momento, podría cambiar el mundo. nunca quiso que te perdieras por culpa de los juegos de la corte ni...- lord Griffon alzó el anillo -...que por tu status, te dejaras y convirtieras en un ser prepotente y vulgar. Cuando murió, me hicieron llegar una carta sellada, en la que solo había este anillo y una nota. Me pidió que llegado el momento, te devolviera el legado y símbolo de tu familia. Y después de ver en la mujer que te has convertido...- Lord Griffon, con mucho esfuerzo se pone en pie -...creo que ha llegado el momento. Mil. No, Millicent, arrodíllate.-

Una vez tu rodilla se hinca en el suelo, Lord Griffon coloca su mano sobre tu cabeza.

-Millicent Formalhault. yo, Lord Griffon, señor de este castillo y guardián del legado de tu padre, te hago entrega del símbolo de tu familia, para que lo lleves con orgullo y dignidad. Que nadie ose jamás negar que mereces este honor, pues no puede haber mejor persona para recibirlo.-

Entonces te toma la mano y deposita con cuidado el anillo en tu mano.

-Si tu padre pudiera verte ahora, estaría orgulloso-

Las lágrimas brotan de los ojos de Lord Griffon.

-Ahora parte, Millicent Formalhault, cumple tu destino, labra tu propio futuro-

Y sin decir nada más, Lord Griffon se deja caer de nuevo sobre su sillón y se cierra los ojos. El médico, que ha oído el golpe, entra corriendo en la habitación y te insta con aspavientos y empujones a que abandones la sala.

Una vez fuera del castillo, ves a tus compañeros que se están reuniendo en la entrada, todos están listos para partir.

Tras terminar de hacer el petate, tomas todas tu cosas y sales del pequeño cuarto en el que has descansado y en el que encontrabas a solas. Tu mente navega en un mar de dudas. Antes todo parecía sencillo, tenias una misión, la cumplías y recibías tu recompensa. Ahora, sin embargo, tu nombre salía a la luz, la verdad de tu historia era revelada y todo objetivo en la vida se difumina en un incierto futuro.

Te encuentras divagando cuando una figura aparece a tu lado. Parsafal te hace una seña para que le sigas. Tras entras en un diminuto almacén en el que apenas cabe una mesa y un par de taburetes, el amigo de Lord Griffon cierra la puerta tras de sí.

-Perdona que te moleste justo cuando estabas listo para partir, pero había algo que quería discutir contigo. Lo cierto es que una extraña sensación de deja vu me asalta desde el momento en que te vi en la sala de audiencias.-

Con un ágil movimiento, extrae un objeto de su capa y lo pone en la mesa, frente a ti. la sangre se te hiela en el corazón. Es un guante de asesino, realizado en cuero, con un elaborado dispositivo que mantiene oculta una hoja plana y que el portador puede sacar a voluntad. Pero no es eso lo que te ha asustado, el problema de ese arma es que antiguamente había sido tuya hasta que...

-Aquella noche en que intentaste robar el sello de Lord Mortimer, mi señor y yo estábamos de visita en casa del conde, tuvimos la suerte de intercambiar golpes y al final, pude quitarte esto. Llevabas la cara cubierta, pero esos ojos son difíciles de olvidar- Parsafal te mira durante unos instantes, desafiante -Juré que encontraría al dueño de este artilugio y le cortaría el brazo por su osadía. Y mira por donde, la buena fortuna me brinda la posibilidad.-

El silencio consiguiente crea una atmósfera de tensión que os mantiene a ambos alerta, ante cualquier movimiento que pueda hacer cada uno. Parsafal rompe el silencio.

-Una pena que no pueda cumplir mi promesa. Solo espero que le des mejor uso esta vez.-

Parsafal sonríe picaronamente mientras tu rostro se llena de incredulidad ¿Acaso acababa de decir que te lo devolvía? El guerrero parece darse cuenta de tus dudas.

-Se que te resultará extraño, pero me he pasado toda la noche interrogando al desertor que os ayudó en la sala de audiencias. Y me ha contado como tu cometido era traicionar a todos, incluida tu hermana... y como te negaste.- Al decir esto último, puedes sentir que las palabras están bañadas de profundo respeto. -Has hecho de todo, si. pero no has sido más que una herramienta, un arma en manos de gente mezquina y deshonesta. pero cuando tuviste que decidir por ti. Cuando tuviste que tomar tu destino en tus manos. Lo hiciste. Se lo que es eso y lo respeto. por eso te devuelvo tu artilugio, por eso te dejaré marchar.-

Tras tomar el guante, te lo acoplas a tu mano derecha que entra sin problemas. Moviendo  los dedos hacia dentro, ves salir violentamente el filo y al estirarlos, este vuelve a su sitio. De pronto te preguntas como has podido estar tanto tiempo sin él. Tras darle las gracias, te dispones a marchar cuando la voz de Parsafal vuelve a detenerte.

-Pero no lo olvides. He creído en ti. Si me entero que hice mal. Si llegas a traicionar a tu hermana... Bueno, recuerda que la primera vez te arranqué el guante. la próxima vez ni los infiernos me impedirán que te arranque la cabeza.-

Con este último aviso, sales de la habitación y te encaminas hacia el exterior. una vez fuera del castillo, puedes ver a tus compañeros que se están reuniendo frente al camino. Todos estáis listos para partir.

Tras recoger tus cosas y preparar tu petate, compruebas tu equipamiento. La armadura, milagrosamente parece estar lo suficientemente bien como para que siga sirviendo como elemento protector, tu escudo, aunque ennegrecido, todavía se ve sólido. Sin embargo, la espada se encuentra mellada por varios sitios. Maldices para tus adentros, lamentando no llevar un mejor arma, pero sin nada más, te la cuelgas a la espalda y te pones en marcha.

Tal como acordaste con tus compañeros, te dirijes al establo para recoger a Ojo de tormenta, el caballo de lord Griffon. Mientras andas, piensas en todo lo que ha sucedido y en todo lo que está por suceder. Aunque te sientes algo fuera de lugar, con tanta magia y secretos vedados entre compañeros, estás dispuesto a marcar la diferencia y a luchar por lo que es justo, tal como tu padre te enseñó. Cuando llegas a lo en otro tiempo fue el establo (ahora no es más que un edificio semi-derruido, sin la pared oeste y con e l techo hundido) ves que el caballo te espera amarrado en un poste.

Le contemplas unos instantes, es un magnífico caballo de color negro, fuertes patas y mirada altiva. El caballo de un Lord. Estás a punto de desatarlo cuando alguien te habla a tu espalda. Te gira rápidamente para ver al hombre que os ayudó en la lucha de la sala de audiencias, el traidor que finalmente volvió al camino de la rectitud. Su rostro se ve cansado y parece haber estado llorando durante horas.

-Disculpe que le moleste. Sir Marcus ¿verdad? No sé si se acordará de mi pero...- Debido a la vergüenza, apenas tiene el valor de mirarte a los ojos. -Perdóneme señor. A pesar de que mi señor me ha perdonado, yo no puedo perdonarme a mí mismo. No puedo pasar por alto mis pecados solo porque han servido a un bien mayor. Si quiero alcanzar la absolución, me espera un arduo camino que espero lleve a buen puerto, pero hay algo que no puedo seguir llevando conmigo.-

El soldado se lleva la mano a la espalda y desenvaina una espada bastarda con bellos motivos grabados en su hoja y unos pequeños dientes de sierra en una de sus hojas.

-Esta espada ha pertenecido a mi familia durante generaciones, he sido el primero en deshonrarla. Sé que no es mucho, pero quiero que la lleves y la portes con el honor que se merece.-

Sin decir nada más, te tiende la espada y cuando está en tus manos, se gira y desaparece tras los muros del castillo.

Con tu nueva espada a la espalda y con la correa de Ojo de tormenta en la mano, sales del castillo de Lord Griffon, fuera, se están reuniendo tus compañeros. Todos están listos para partir.

Te encuentras paseando por los muros exteriores del castillo. A pesar de que teníais aun bastante tiempo para prepararos, te cansaste de las suspicaces miradas de los soldados que casi parecían estar atravesándote el cuerpo con dagas y decidiste preparar rápidamente el petate y salir a fuera. Una vez en el exterior, rodeado del silencio, casi te sientes agradecido. Muchos sentimientos extraños han aflorado en el día anterior ¿qué significan? Pensarlo solo te produce mayor pesar.

Te encuentras paseando tras un promontorio de rocas cuando ante ti, se muestra una escena dantesca. Al menos diez cadáveres de merodeadores del fango se encuentran tirados sobre el suelo en extrañas posturas y con los cuerpos totalmente mutilados. La rabia inunda tu ser pues, a pesar de que esos mismos seres son los que te repudiaron, siguen siendo tus hermanos. Y sus cuerpos no solo han sido despreciados, han sido insultados, vejados. ¿Por qué tanto odio? ¿De dónde nace exactamente? Todos os odiáis por historias pasadas, por cuentos infantiles en los que el otro hace de monstruo. ¿Realmente esto es todo a lo que se puede aspirar? ¿No hay nada más? No tienes las respuestas, pero si sientes que debes darles el reposo que se merecen.

Aprovechando un gran hueco junto a la formación rocosa, empiezas a reunir los cadáveres uno a uno. Sus cuerpos fríos y sin vida tensan hasta el último músculo de tu cuerpo. Cuando están todos en el mismo sitio, tomas tu arco y apuntas a una zona donde la roca se ve más débil y disparas. Primero se oye un Clink, luego sobreviene un pequeño derrumbe que entierra bajo él a los merodeadores. Con una piedra, marcas los símbolos funerarios en la piedra y te arrodillas para darles el último adiós. No puedes evitar que una pequeña lágrima resbale por tu mejilla.

Te dispones a marcharte, con el alma un poco más en paz cuando de pronto reparas en un pequeño objeto tirado en donde antes yacía uno de los cadáveres. Al acercarte, puedes ver que se trata de un tótem usado por los exploradores para ahuyentar al enemigo. lo interpretas como una señal de gratitud de los muertos y tras tomarlo, te lo cuelgas al cuello.

Sin más, vuelves a la entrada del castillo, donde puedes ver que tus compañeros se están reuniendo. Todos están listos para marchar.

Te encuentras dando una vuelta por el castillo. hacer el petate apenas te llevó unos minutos y te parecía grosero encerrarte en el cuarto a ojear el libro, aunque no porr falta de ganas, así que para ayudar a que pasen las horas, decides inspeccionar el castillo, aunque solo sea por simple gusto más que por necesidad. Rápidamente te aburres al comprobar que es como cualquier otro castillo de noble, con una torre principal donde se aloja el Lord, dos pequeñas torres para los soldados y los invitados y unas casuchas apartadas para los siervos.

Estás a punto de sucumbir al aburrimiento cuando de pronto oyes unas risas y el sonido de dos piedras entrechocando. Al aproximarte a la fuente de los ruidos, compruebas que lo que oías, eran a dos soldados que parecen estar jugando con varias piedras colocadas de pie frente a ellos para derribarlas con otra que ellos tienen. Un juego infantil y vacío, pero que en estos momentos de terror e incertidumbre, se convierte en el mejor de los entretenimientos. Y no se lo reprochas. Estás a punto de marcharte cuando ves como uno de los soldados se prepara para lanzar su piedra. Solo que no es una piedra común, es una piedra del alma. Rápidamente, te interpones en la trayectoria y coges la piedra al vuelo ante la mirada atónita de los guardias.

Amablemente, les pides que te dejen llevarla, pero ellos insisten que ya que no han encontrado nada de valor, al menos no quieren perder la diversión. Sonríes al escucharles pues lo absurdo de su comentario se recalca con el echo de que os encontráis rodeados de trozos de piedra. Así se lo comunicas y ellos asienten dándote la razón. tras eso, se giran, riéndose de los magos y su extraño gusto por una simple piedra.

Mientras te marchas, te ries de la ignorancia de la gente media. Si hubieran sabido que tenían en sus manos algo que valía más que tres de sus sueldos, seguramente lo habrían cuidado mejor o incluso escondido. Por suerte, el desconocimiento popular te ha vuelto se ser de ayuda. Una vez alejado de ellos, la estudias con más detenimiento. No es más que una piedra de alma menor, con poca capacidad, pero es suficiente como para ayudarte en tu aventura.

Con profunda satisfacción, te dirijes a la salida del castillo, donde tus compañeros se están reuniendo. Una vez allí, compruebas que están todos listos.

Iniciáis la caminata por lo que antaño fueron unos verdes prados. Ahora, la tierra se mostraba negruzca y el aire levanta la ceniza de los fuegos. Tal como os dijo Parsafal, unas nubes negras impiden el paso del sol y cada paso es una gran esfuerzo. Un silencio solo roto por el silbar del viento inunda la zona. no hay animales, no hay vida.

Por primera vez desde que empezarais esto, os encontráis solos y sentís que el silencio incomodo en el que estais sumidos solo os pone más nerviosos. Cada uno se encuentra sumido en sus propios pensamientos, sin levantar la mirada con miedo de que algún compañero le hable.