Partida Rol por web

-Mierda.

Fue lo primero que dijo. Mercenarios contratados por el ayuntamiento, aquello olía a chamusquina. Y la conversación del jefe. La podían despedir, por que antes caería ella que el jefe. Pero ella estaba en la policía para hacer cumplir la LEY y la JUSTICIA. Y ayudar a hijos de puta que habían provocado aquel desastre no era justicia.

-Gracias, eres un tesoro.

Y se fué corriendo otra vez.

Los orgasmos de esta tarde habían estado muy bien, si, todo lo que tú quieras. Pero creo que lo que sentí cuando conseguí sujetar a la Patri, lo supera con creces. Euforia, alivio, el susto, el corazón a mil martilleándome las sienes…Cosas indescriptibles. Porque a la Patri le había tenido mucho asco. Pero era mi hermana, cojones. Cuando te encuentras en momento así, es cuando te das cuenta de lo que tira la sangre.

Creo que debo estar del color blanco de la pared cuando caigo al suelo, con el aire quemándome los pulmones de la puta tensión.

- Joder, joder, joder…- digo de primeras, con un resoplido.

Luego la Patri se pone un poco histérica. Que por otro lado, es normal, la pobre. ¿La pobre? Sí que cambia la mente ante ciertas situaciones, sí. Soy yo ahora quien le acaricia el pelo para consolarla. Pero yo lo hago en serio, no como ella hace un rato.

- Ya eshtá, ya eshtá…Ya pashó - le digo, pero aún estoy asimilándolo hasta yo.

Me pedía perdón por todo. Pero en lo último que estaba yo pensando ahora, es en mi vida antes de este día. Que la recuerdo lejana que te cagas. El tiempo, que pasa lento cuando la estás pasando putas.

La radio policial se activó con un mensaje en general...

-A todas las unidades de la policía nacional en el ayuntamiento. Aquí la inspectora Andrade. Detengan y sitúen bajo custodia al concejal Francisco Manuel Montero. Es una órden ejecutiva sin mandato judicial.

Hubo una pausa.

-Pero si no le detenéis ahora, destruirá todas las pruebas que le implican como responsable de la muerte de vuestros compañeros.

Aquello eran palabras mayores. Luego dió un mensaje más particular.

-A todas las unidades disponibles en Zaidín y cinturón, acudan a la persecución de la furgoneta de Preston Fiestas. Repito, acudan a la persecución de la furgoneta Renault Traffic blanca matrícula 3788 GRXL con vinilo corporativo. Extremen las precauciones, son mercenarios y creemos que van fuertemente armados.

Se quedaron ahí un momento, hasta que sintieron ruido en la habitación contigua, la cocina. Los vecinos en cuyo piso habían irrumpido se habían acercado y les miraban ahí tirados en el suelo. Una pareja de mediana edad avanzada. Los asesinos habían registrado su piso pero no les encontraron, gritaban y tiraban las cosas, furiosos por malgastar esfuerzos en echar la puerta abajo.

Y entonces los vecinos terminaron de entender el por qué. Y les identificaron como las personas que solían ver por la ventana cuando ellos tenían la ventana de la cocina abierta.

-Pasad -cuchicheó la señora- Pasad rápido.

La persecución proseguía, bordeando la colina a toda hostia. A riesgo de caer por el barranco y morir como chinches. ¿A donde coño iban? Pisaron el acelerador y Álex no pudo seguir empujándoles.

Pero no les perdía el rastro, seguía bien pegado a su cola. Entonces, un zumbido raro sobre sus cabezas, el zumbido de unos rotores. Y unos focos que apuntaban a la furgoneta mientras conducía, iluminándola en la noche. Un helicóptero de la poli siguiendo la persecución.

-Policía nacional, ¡Detengan la furgoneta! -decían por el altavoz.

Anda que se iban a parar por los cojones.

Lupita escuchaba y se le hacía un nudo el estómago, no sabía bien si la policía iba a poder afrontar aquello, aunque la jefa esa o lo que fuera, tenía pinta de tener más huevos que un toro, así que capaz que sí pero ella, lo que era ella, no confiaba en las polis, fueran del país que fuera y sin embargo estos le estaban demostrando que podían ser aptos. -Pues vaya, esto no parece una broma. La mexicana estaba con ganas de romperle el hocico a alguien y de otras cosas también pero se las reservaba, se acercó a la puerta y luego miró a la detective o lo que fuera, ya casi creía que estaba en La ley y el orden UVE y que en cualquier momento le iban a hacer un ADN a ver si se había follado a Thor, a Loki y a toda la familia asgardiana. -¿Qué podemos hacer nosotros o simplemente nos vamos, oficial? No sabía cómo reaccionar, ella tampoco era Rambo para salir a matar pinches pendejos que se creían que tenían siete vidas como los gatos pero tampoco quería quedar como una insensible con Björn. -¿Hay alguna lista de sobrevivientes? Si, quizás eso pudiera ayudar.

Escuchó lo que ella le decía tras oír la radio. La jefatura iba a ser una fiesta en los días posteriores. Arrestos cautelares, expedientes, mandatos desde subdelegación de gobierno, políticos del PP intentando cubrir una enorme mierda escarbando con las patas sobre el cemento. Una fiesta.

-Ya habéis hecho mucho, siendo tan valientes. No cualquier persona sale de una situación así y muestra tanta entereza como vosotros.

Sonrió un poco, aunque no tanto como antes. Su segunda solicitud le hizo pensar.

-Eso nos ayudaría mucho. Que fuérais al polideportivo e hiciéramos una lista de los que van llegando, si conocen teléfono de sus familiares y todo eso. Ir informando de que están a salvo, y de quienes tenemos certeza que han muerto. Gracias.

Ella era buena haciendo esas cosas y quería hacerlo, así que se acercó a la oficial de nuevo.

-¿Podría darme papel y algunos lapiceros?

Mientras esperaba por ellos, se volvió a Björn y le preguntó:

-¿Quieres hacer esto conmigo, güero?

Esperaba que sí pero si no, ya se había ofrecido, así que no le quedaba mas que ir y hacerlo.

-Shantal, si quieres también puedes venir...

Lupita se ponía seria por momentos.

Una vez el motorista entra al uro, Marqués se lleva una mano a la radio y presiona el botón de transmisión - Centráh, aquí el Agente Marquéh, hemoh rehcata'o al motorista pero se encuentra herido, repito, se encuentra herido. Solicito apoyo médico tan pronto como sea posible. También informo que aún hay doh sohpechosoh con vida fuertemente armadoh y noh encontramoh bajo fuego ¿Tenemoh permiso para usar la fuerza letal o loh neutralizamoh para futura interrogación? - En realidad la respuesta se la sudaba, iba decidido a llenar a los dos subnormales de plomo... Pero hacerlo con permiso es un poco menos peligroso que hacerlo a lo loco.

Pisó freno y acelerador a tope y el motor empezó a rugir. El volante bien agarrado con las dos manos.

 BAAAAMMMMMMMMMMMMMMMMMMM  BAAAMMMMMMMMMMMMM BAAAAMMMMMMMM

Miró a su compañero con media sonrisa y asintiendo.

-Orden ejecutiva, compañero, ¿no has oído? Orden ejecutiva.

Y con el motor todo revolucionao se tiró contra esos dos hijos de puta. ¿Querían plomo? A ver si se quedaban contentos con 5 toneladas.

Que la zorra de Brittany había vuelto a la residencia lo entendió bien y por un momento el odio la cegó, pensando en salir a buscarla y arrastrarla de los pelos a que encarara a aquellos locos. Ellos podrían darle la lección que merecía. Pensamiento fugaz, pues solo salir fuera le causó pavor. Quería volver a su casa, a su habitación en Nîmes, con su conexión a internet, su ordenador, sus suscriptores... La agorafobia crecía en su mente.

No entendió del todo a la policía morena. ¡Qué estrés! ¡Y hablaban tan rápido! Entendió que iban a otro lugar, a saber a qué y que Lupita iría también. Asintió a las palabras de la mexicana, aunque no sabía qué le pedía. Volvió a mirar mientras alrededor a ver si encontraba a su novio/héroe/amor de su vida... Pero nada de nada.

De primeras el sonido del helicóptero la escamó temiendo que fuera en apoyo de los “Preston” aunque se tratara de la policía. Sin embargo este enfocó a la furgoneta y no a ellos, “A buenas horas mangas verdes”, con esa luz podría grabar un poco más, se inclinó sobre las rodillas de su chico y estiró el brazo para grabar a través de la ventanilla. Una postura un poco ortopédica para ella, para Pelayo terriblemente sugerente, esos generosos, calentitos  y blandos pechos presionados contra él y esa faldita revuelta dejando entrever otras redondeces igualmente sonrosadas y turgentes –Sujetame porfa- el coche se zarandeaba por las curvas haciéndola tambalearse. Mientras grababa hizo una pequeña narración de los hechos para que quedara constancia.

La irrupción de la señora me altera un poco, pero me giro a mirar y me calmo. Bien, afables. De ser unos hijos de puta igual nos echaban del piso, o a saber. Esto era ya de locos.

- Vamosh, Patri. Vamosh…- le susurro, incorporándome lo justo para no quedar en el suelo y pasar. Pero por debajo de la altura de la ventana. Los locos del coño estaban en nuestro piso, y si nos veían en este desde el nuestro, lo mismo decidían venir a este bloque. Si es que no lo estaban intentando ya.

Cómo me dolían los brazos, copón.

Aceleró, aceleró. El que estaba más entero salió corriendo oliéndose lo que pasaba. El otro se parapetó aún más en el vehículo. Aceleró, aceleró... BAM. Hostiaza contra el audi, el herido sale despedido contra la pared y se abre la puta cabeza. El que corre intenta llegar a la puerta de la zona de servicio del túnel, pero está cerrada. Se gira y vuelve a disparar contra ellos.

Cling, clang. Rebotar en chapa.

-Si les disparan están autorizados a responder a los disparos -dijo la radio.

La típica casa de viejos. Todo con aire muy rancio, como si no se cambiara desde los 80. Pasaron de la cocina al salón, y la pareja dejó cerradas las puertas para que no se propagara tanto el sonido.

El salón con su sofá de tapicería recién cambiada y las mantas de ganchillo para tumbarse a ver la tele y ponérselas por encima y que no te de fresco. La tele, eso si, un plasma to moderno, que cuadraba allí como a un Cristo un bazooka.

-Sentaos, sentaos -dijo la señora- ¿Queréis algo, criaturas? Madre mía. Espero que no entren en éste bloque. Pero no creo, tenemos la puerta en el callejón y seguro que ni se fijan. La mayoría de la gente no lo hace.

Les sacó unas galletas de esas del té que a saber cuanto tiempo llevaban allí.

María les acompañó y fueron a pie. Las calles estaban tranquilas, aunque ellas estaban nerviosas. Doblaron la esquina y siguieron otra enorme tapia que rodeaba una un complejo de tamaño también elefantiásico. La entrada estaba en la avenida de por encima, la que daba a las espaldas de la Estación de Autobuses.

El polideportivo Antonio Prieto Castillo, tan nuevo que a la gente de Granada no le sonaba de una mierda. Pero tenía de todo: piscina cubierta, sala multiusos, pistas de pádel, cancha de baloncesto y campo de fútbol. Todo lo que necesita el español moderno para hacer deporte.

Había un poli en la puerta, de esos que parecen un SWAT. Le sonrió brevemente al pasar. María les indicó donde estaba la pista multiusos, que normalmente se usaba para fútbol sala o frontón, con una de esas gradas retrácticles. El sonido se propagaba de forma cavernosa, como suele en ese tipo de lugares.

De momento había unas seis personas supervivientes, dos de ellas heridas de levedad. Un montón de sillas de las que se apilaban, de plástico y unas mesas que se usaban de mostrador. Había dos voluntarios de la Cruz Roja y sobre la mesa tenían unos bocatas y unos dulces maritoñi, que era lo que solían tras las donaciones de sangre. Habían puesto unas colchonetas en el suelo a modo de camas improvisadas, y las estaban equipando con unos sacos de dormir y/o mantas. Algunos de los supervivientes estaban tumbados ya e intentando dormir un poco. A pesar de ello la luz seguía encendida.

Habló un momento con los voluntarios y sonrió. Luego se giró hacia ellos.

-Bueno chicos. Os dejo en buenas manos con éstas personas. Hablad con ellos para lo de la lista, dicen que les parece muy bien. Cualquier cosa que necesitéis decídselo, que para eso están.

Se despidió con la manita y corrió de nuevo hacia su puesto de trabajo. Tenían jaleo en comisaría y no era para menos.

Siguieron conduciendo a toda hostia, mientras les acompañaba el helicóptero dando advertencias. Advertencias que en principio no iban dirigidas a ellos. Creerían que eran policías, aunque todavía no habían contactado con ellos por radio.

Abandonaron el Camino de Beas y remontaron una nueva colina, pasando por el Sacromonte, oscuro y silencioso a aquella hora de la noche. Pasaron de largo por el edificio y remontaron la carretera hacia el Camino Viejo del Fargue. Ya llevaban casi media hora conduciendo, y no tenían claro hacia donde iban aquellos cabrones, o si simplemente estaban tratando de escapar.

Yo ya no estaba seguro de nada el día de hoy. Y menos de que no fueran capaces de dar con la puerta y querer darnos a amor también en este bloque. Pero bueno, de momento ahí estábamos. El piso me traía aire a la casa de los yayos en Tres Cantos. La mujer parecía amable y nos ofreció galletas, pero yo ahora mismo no tenía el estómago para meterle nada. Si acaso, agua. Porque correr por tu vida, saltar por el patio de luces, y salvar a tu hermana que se iba a escoñar, eso da una sed que te cagas.

- Agua..Un poco de agua eshtará bien...Graciash...- yo me siento donde primero pillo, con la respiración aún fuerte y me paso una mano por el pelo. Así como con nerviosismo. - Que locura...No hemosh tenido mash remedió que saltar el patio de lucesh...

Les miró apartándose el pelo de la frente.

-¿En qué podemos ayudaros?