Partida Rol por web

Padilla tenía cero ganas de gilipollas, pero sin embargo estaba ansioso de que le colmaran la paciencia. Se acercó al pintas y agarró el manillar de la moto.

-Abajo. Ya.

El chaval anónimo se pegó progresivamente a Lupita. Le ponían las morenazas, y allí había material del bueno. Le sonreía. Ni siquiera se había presentado, pero si cadera se acercó varias veces a la suya. El mecanismo ancestral conocido como "arrimar cebolleta".

El chaval apagó la moto y se bajó con tranquilidad, como desganado.

-No sabía que no se podía circulá por aquí.

Tenía cogida la moto por el otro lado del manillar.

-Si me deha me la yevo empujando pa aparcála.

Se quería escaquear.

Le tomó de la mano con cariño, y salieron a la calle de nuevo. El local del puti estaba disociado físicamente de donde estaban las camas, otro recurso contra la posible interferencia policial. William estaba pagando, y se levantó para lo mismo. Pero ellos subieron primero a un bloque de pisos que estaba en la misma calle, acera contraria, dos portales más allá. Carmen abrió la puerta (ahora entendía por que iba vestida de "normal") y subieron al segundo, no había ascensor.

El piso estaba lleno de puertas de habitaciones con baño, como si fuera un hostal.

Realmente parecía un hostalillo. No había nada que tu dijeras "anda, si es un puti". Todo cojonudamente pensao. Se cerró la puerta de la habitación y ella se giró a mirarle. Le vió nervioso, así que se acercó a abrazarle.

-Shhhh -susurró- No te pongas nervioso, ¿Mmm?

Le acarició el pelo. Dejó que se calmara un poquito. Tenían una hora, y ella sabía que con las ansias de la juventud, quizá no durara mucho. Por eso no tenía prisa con los previos.

-¿Es tu primera vez, Borja?

Le miró con una pequeña sonrisa.

-De momento échale la pata a la moto y sácate loh papeleh.

Un pintas más en la rutina de la vida de un policía. El enésimo mierda. Él se cree un puto amo. Su tribu lo cree también. El resto del planeta sabe que es carne de cañón. Padilla está de acuerdo.

Le miró un momento, como ofendido.

-Ni veh...

Iba a decir algo, pero aquel par de polis parecían de los de la mano suelta. Y él había ido de fiesta, no a recibir golpes de porra. Así que obedeció la órden con mala leche y pegando tirones a la moto. Sacó los papeles y carné de conducir. Sorprendente que los tuviera. La moto estaba a nombre de su madre, doña Rosario Castro, y él figuraba como conductor del vehículo. En el carné le quedaban 6 puntos por una infracción leve aparcando en un área no habilitada para ello.

Su carné de identidad a punto de caducar decía que vivía en Casería de Montijo, distrito Norte. Uno de los focos de gitanazos y canis de la ciudad.

-¿Ta to correcto?

No esperaba que me fuera a sacar de nuevo hacia la calle. Tampoco sabía que esto estaba disociado. La verdad es que era una estrategia cojonuda. Seguí a Carmen, dejándome llevar. En la calle miré un poco alrededor. Estaba más desinhibido, pero no sabía si sería muy evidente si pasa alguien y me ve salir con ella de la mano. No obstante, el momento de alarma dura poco. Pronto me veo en el interior de un piso con pintas de hostal. Poco después, en una de esas habitaciones.

Me quedé mirando la habitación, aún sin creer del todo lo que había venido a hacer, cuando Carmen se giró a mirarme. Así a solas, como que intimidaba más. Sería cosa de la intimidad que se palpaba. La tensión que se podía cortar con un cuchillo de untar el queso Philadelphia. Y parece que mi canguele es más que evidente, porque me suelta un abrazo. ¡Y hace la pregunta del millón! ¿Pero no era obvio que si?

- Un poco…- atiné a decir, asintiendo- Tampoco esh mi cumpleañosh…y tampoco iba a venir. Pero el yanqui esh un poco liante. Y esho que dije que sholo venía a acompañarle…- eso suena a algo que le deben decir mucho - Shuena a mentirushco gordo y a eshcusha mala del copón, pero esh cierto…

Ea, ahora me había dado por hablar. Pero me sentía como que debía darle la explicación.

-Loh papeleh sí. Háh el favor de abrí la moto. A lo mejó lleva dentro el cahco que debería llevá puesto en la cabeza, no?

Sonrisita.

Lupita estaba bailando sin más, le daba igual si era el más guapo o el más feo del grupo. Total, aunque se le arrimara tanto, sólo iban a bailar. La mexicana tenía buen movimiento y aunque prácticamente iba a su bola, mientras lo hacía bebía y sonreía a otro de los chicos. Tiró de Carmen para que bailara con ambos.

-No te quedes mirando, chiquilla.

El contoneo de caderas de la Lupita era proporcional al alcohol que empezaba a correr en sus venas. Sonreía, bebía, coqueteaba, lo dejaba rozar pero se aparta, es evidente que aún juega con él y que muy posiblemente se aparte en cualquier momento para buscar otra copa.

Abrió el huevo de la moto otra vez, y allí no había casco. Solo unas bolsas del covirán llenas de ron Brugal y Coca Cola.

-Es que se me ha caío el casco y eso.

Los gitanos eran únicos contando trolas.

-Qué cosa ¿verdá? El casco ha volao con el cerebro dentro. Tú sabe que esto son 3 puntico meno y 150€ de multa ¿no?

Miró a Marqués.

-¿Tú qué dice, compañero?
 

Sonrió, despacio, al escucharle.

-Está bien, no te disculpes. ¿Mmm? Empecemos por ahí. Nunca te disculpes con una chica que no conozcas por éstas cosas. A no ser que hayas hecho algo "realmente" malo. Pero no tienes pinta de ser de esos.

Se retiró un poco para quitarse el vestido. Se quedó entonces en ropa interior, sentada en la cama. Le miró.

-Ven... tranquilo.

Él se acercó, obediente. Ella le dió un beso. Éste si era un poco más picante. Le estaba gustando ésto de los besos. La prostituta se rió cuando notó algo.

-Te pones enseguida, ¿Mmm?

Palpó pene por encima del pantalón.

-Eso es bueno -susurró- No sabes lo difícil que es para algunos.

Bajó calzoncillo y sacó pene. Le dió la risa tonta. Pero no para mal, si no para bien.

-Vaaaaya, vaya. Tienes un pollón, cariño. Y además es muy bonito, te lo aseguro. Suelen ser feos de cojones.

Eso le subió el ánimo y el pene, que latía con fuerza, con la puntita mojada. El chaval le pareció limpio y si le hacía un francés, le cobraría un poco más.

-Mmmm... míralo -siseó.

Le lamió el pene desde los testículos hacia arriba. Se sentía calentito, prometedor, excitante. Él le acarició el pelo un momento, lo tenía suave. Luego, sin esperárselo, ella se metió su glande en la boca y chupó.

La sensación más maravillosa del mundo. El placer más sublime que había experimentado en su puta vida. Ni siquiera aquellas pajas que se hacía llenando la bañera de agua hirviendo, en las que la imaginación volaba y el pene se le ponía como una puta piedra. Aquello si era PLACER, con mayúsculas. Un placer solo superado al que ella le produjo cuando comenzó a mover la boca hacia alante y hacia atrás. Follándole con los labios, succionando despacio. No quería darle mucha caña, si no que disfrutara.

Carmen bailó cutre y torpemente. A veces trataba de acercarse al chaval, pero éste la esquivaba con cualquier excusa. Una vez, incluso, le puso cara de asco. Le estaba cortando todo el rollo.

Lo bueno de llevar yukata era que las mangas funcionaban como enormes bolsillos, así que dentro echó algunas cosas básicas por lo que pudiera pasar, como las piezas de fruta o la cartera, ahí nadie podía verlas ni cojerlas. En el “obi” se metió el móvil (puesto en vibración, que con el gentío seguro que no se oía nada).
No era el trabajo de sus sueños pero la trataban bien, por eso entró saludando con sus sonrosados y sonrientes mofletes, al fin y al cabo conseguía que el local estuviera siempre lleno mientras ella estaba en la puerta. Se sentó en la primera banqueta, el jefe le puso una coca cola (light, que las otras no le gustaba el sabor) con una pajita de metacrilato en espiral muy graciosa que solo usaba ella y una rodajita de limón –Arigatooooooooooou! Mmmmm que rica! Se agradece con el calor que hace- hizo gesto como de abanicarse –emmm si tienes flyers viejos tb sirven, así nos los quitamos de en medio ¿No?- bebió otro buchito –Madre mía esta la calle llena de gente, desde casa se sentía el ruido del botellódromo ¿Qué planing hay para esta noche?-

No, ningún pinche escuincle pendejo le iba a hacer el feo a su mejor amiga. Tiró de la mano de Carmencica y se apartó del bailarín para coger un par de copas mas.

La noche era larga y no se iban a poner mal por un "wey" del montón. Además, si querían bailar o si ella quería, podía seguir haciéndolo y de hecho lo hacía al mismo tiempo que bailoteaban y tarareaba la estúpida canción que le sonaba.

Su hermano habría estado impactado pero encantado de estar ahí. Ya lo invitaría alguna vez si es que no le resultaba choto el hermanito.

Baile para acá, sobe para allá y su fan parecía cada vez más contenta de tenerla cerca. A Chantal aquello no era sino un indicio de lo fan/amiga suya que era. Aunque bueno, tocaba de más quizás, pero como la gabacha no había tenido nunca amigas pues tampoco sabía donde estaba el límite, aquello le parecía normal, el alcohol también ayudaba a ello. Saco su móvil, ya más rehecha y habiendo acabado el cubata e hizo una foto en movimiento. Allí salió caos y descontrol, pero pensó que quedaba todo muy vintage y se puso a ponerle marcos y filtros.

C'est la folie! #FiestaLoca #Folie #Crazy #Party #Fete
#Sauvage #Wild #Salvaje #Granada #OleTorosOle #España
#Espagne #Spain #Dancing #OnDanse #Bailando #Morena 
#Brunette #Brune #Amigas #Friends #Copines #Youtuber
#YoutuberLife #SoHardBeMe #JeVousAime #OnS'EnFout
#CuloABrit #FessesABrit #BritIsOnFire

Y tras dejarse los ojos poniendo putos hashtags, importantísimos para que todo el mundo la encontrara en las redes, paró un poco con cierto mareo y fue a ponerse otra copa. -I think I'm gonna drink another one...- anunció a Brit y fue a cargarse el cubata, contenta de no tener al final un chico de verdad bailándole, no sabría que hacer... Al menos no sin más alcohol en sangre.

Marqués revisa los papeles desde un lado de su compañero y asiente cuando éste habla de la multa - Que me parece que ehte va teneh que pagah... Y la próxima veh que vayah de listillo poh lo menoh ten un cahco puehto, que te evitah estas cosas - Pese a multar al tío por lo menos le había dicho que se consiguiera un casco para evitar problemas en un futuro, y eso le calmaba un poco la conciencia, aunque probablemente el cani fuese a ignorarle.

Asentí a sus instrucciones de las “no disculpas”. Empecé a pensar que, efectivamente, me disculpo más que cago a lo largo del día. Y a veces por cosas de las que no tengo la culpa…Pero pierdo el hilo de pensamientos cuando se quita el vestido. Sí que estaba buena. Ya quisieran algunas de mi edad tener ese porte y ese todo.

Como un cordero me acerqué como pedía, y le correspondí al beso. Lo hice tratando de mejorar. En realidad,  no tenía por qué. Se supone que es en lo último que pensará un tío. Que la tía a la que pagó por follar, disfrute. Pero a mí me daba igual. Yo iba a poner de mi parte.

Me choca que se sorprenda de que me ponga rápido. ¿Quién podría tener la polla en off con semejante potranca? No entiendo. Ella habla al respecto, pero yo no sé qué decirle. Bastante que me mantengo en pie y no me desmayo.

- Bueno…Eshtá ashí cashi todo el día…- confieso.

Me pilla un poco de sopetón que me deje con la huevada al aire tan pronto. Yo que llevaba unos calzones de Spider-man, rojos y negros. ¿Pero qué iba a saber que esa tarde mojaría? Me hubiera pijado de risa si me lo dicen. Me alarmo un poco cuando se ríe al ver a Borja junior. Principalmente, porque de primeras pienso que es por algo malo. Sabía que la tenía grande, pero tampoco lo llamaría pollón ¿no?. Ni esperaba halagos, sinceros o no. Claro que sus palabras me levantan el ánimo y lo que no es el ánimo. Eso da lugar a que ahora mismo tenga una cara de monguer  de felicidad para cargarse.

Y ya después no digo más. No palabras. Pero gemiditos de gillipollas me salen para rato. De gilipollas porque más que parecer varoniles, me suenan a un sonidito agudo de animalillo herido. Pero ahora mismo no estaba pensando en eso. Solo pensaba en mi merienda en su boca, y que aquello era la pera limonera. Ni prostituta, ni no prostituta. Solo era la Carmen, la tía con la que me había reído y hablado durante una hora, y ahora me hacía un oral de la hostia. Y yo le acariciaba el pelo mientras ella hacía. Porque ella lo valía. Incluso me dieron ganas de devolvérselo después, me cago en todo.

El gitano negó, despacio, indignado. Pero el cabrón era listo. Conocía la legislación. Sabía que pagar las multas en caliente te venía con descuento. Así que en vez de pagar los 150 con un ingreso, miró el ticket que le daban y les sopló los 100 de pagar el caliente. Llevaba pasta encima, el hijoputa. Como mil euros, o así. ¿De donde los había sacado? Adivina. De hecho les quiso vacilar sacando un billete de 200.

-¿Tenéi cambio de cien, ahente?

Sonrió, y luego les dió el billete de 100. Así era España. El pitorreo era una cosa generalizada.

-¿Entonces me puedo yevá la moto pa aparcála empuhándola o me la vái a inmovilizá aquí en medio de toa la hente?

A pesar del placer, estaba aguantando como un campeón. Él pensaba que iba a ser de los de meterla y correrse a los cinco minutos, pero no. Después de todo, quizá no era tan tirillas, ni tan poca cosa. Ella le dijo un buen par de guarradas de la hostia.

-Que pena... -susurró, volviendo a lamer su pene- Tantos empalmes desaprovechados a lo largo del día...

Y vuelta a chupar. El pobre ya tenía el equilibrio un poco jodido, así que le hizo tumbarse. Tumbao, mamada. Dios, era incluso mejor. Y ella podía aplicarse más a la faena. Durante un momento, Carmen lo hizo despacio. Le volvió loco. La respiración contra sus huevecillos postpuber, la suave presión de la boca... Demencial.

Jugó con él, con acercarlo a la eyaculación follándole con la boca. Pero al cabo, dejó lo que estaba haciendo y se giró a mirarle desde allí abajo. El pelo le caía sobre el vientre y los muslos y le hacía cosquillas. Era agradable, gracioso. Le sonrió.

-Ven...

Ella se quitó las bragas, pero dejó que él le quitara el sujetador. Imaginaba que al ser primerizo no sabía como hacerlo, así que le explicó. No tenía mucha ciencia, y en aquel los corchetes eran de otro color. El sistema era meridianamente sencillo. Sujetas un lado, coges el otro, estiras, salen los corchetes. Joder, a él le parecía una ciencia super complicada, pero es que su hermana se explicaba como un libro cerrado.

Quería que él ahora tomara el mando de la situación, así que se tumbó, buscando el condón para ponerle. Pero él vió coño. Lo vió ahí, tan mono, visible, rasurado. Como el de las actrices X. Y no se lo pensó. Bajó al pilón y trató de reproducir sacando la lengua, lo que había visto en las pelis.

Carmen se sorprendió, pegó un respingo, por que aquello no era normal. Pero Borja descubrió que era un chupaconchas exigente y con tintes de maestría. La obligó a quedarse quieta con sus bracillos de palo, que algo de músculo tenían, mientras recorría la, para él, deliciosa raja con la lengua. Ella comenzó a respirar fuerte, y tuvo la certeza de que le estaba dando placer, y que ella no fingía. Moral +20 en ese momento, estaba haciendo disfrutar a una tía, auténtica y genuinamente. Así que se atrevió con el clítoris, que encontró explorando como Dora, valientemente, aunque sin un monete como compañero. Ella comenzó a tocarse sus propias tetas, y luego él subió una mano y tocó teta. Ella le enseñó, poniendo su mano encima, a amasar bien el pecho sin hacer daño, a jugar con el pezón.

Entonces, se sorprendió. La combinación de frotar pezón y lamer clítoris la estaba haciendo jadear como una puta loca. Hasta que intuyó lo que estaba pasando, por que la respiración de ella se descontroló, la cadera comenzó a bailar el mambo, de forma totalmente involuntaria, y los músculos de sus muslos se contrajeron. Chilló. Carmen se corría, y hacía tanto que no le pasaba de esa manera que lo disfrutó tan a voces que parecía que la estaban matando. Por ahí iban los tiros. Una vez leyó por internet que el orgasmo masculino o femenino era como morirse, una desconexión de nosequé del sistema nervioso, y por eso te daba vértigo y esos espasmos.

Al cabo de un momento, se separó. En todo ese rato no había pensado, "le estoy comiendo el toto a una puta, y vete tu a saber si me va a pegar un herpes del copón". No. Borja se había puesto en plan maestro comecoños y ella, obviamente, no había puesto ningún reparo. Allí estaba ella, corrida, tirada en la cama, algo despeinada, con un sudorcillo minúsculo y fino en la piel. Preciosa, petable en todos los sentidos. Le acariciaba el pelo y le miraba con cariño. Ahora si, auténtico cariño, no fingido. Aquel chaval era una mina de oro, un diamante en bruto.

-Borja, ha sido increíble -susurró, cariñosa.

Le tocó el labio, todavía mojado.

-Dios, me tienes temblando...

Sacó un condón de la funda. No tenía marca, sería de los que vendían al por mayor.

-Ahora ponte ésto, ven aquí y FÓLLAME.

Dicho lo cual, bajó un poco las caderas, ofreciéndose.