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Aquelarre: El secreto de la inmortalidad

II. Viaje por tierras de montaña

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16/04/2018, 22:33
Director

Esa noche apenas dormiste. O al menos no lo hiciste decentemente. En medio de la noche, en el calor de tu hogar, te despertaste empapado en sudor debido a una terrible pesadilla. Aquella mala sensación te invadió el cuerpo, y eso que las imágenes de tu mente en aquel sueño eran muy simples: una niña, hermosa e inocente, se presentó ante tí encerrada en una urna de fuego, ofreciéndote el secreto de algo que había sido buscado por todos los hombres desde el principio de los tiempos... Tenías la certeza, sin embargo, que mientras hablaba cambiaba de aspecto, transformándose ante tus atónitos ojos de niña en mujer, y de mujer en anciana. Esto te provocó un brusco despertar, lo cual no permitió que la mujer te comunicara revelación alguna...

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16/04/2018, 22:39
Director

Tras cruzar la puerta norte de la ciudad, aquella que daba al Puente Nuevo (puente que permitía cruzar el arga a viajeros y labradores para entrar y salir de la ciudad), vísteis en medio del ancho puente a un par de tipos de espaldas a vosotros, junto a unas bestias.

Os habíais reunido media hora antes del alba en una callejuela no muy lejos de la salida norte, y tras desayunar unos mendrugos de pan mientras caminábais en la soleada pero fría mañana pamplonense érais testigo del comienzo del trasiego de la ciudad. Ello cambiaría pronto, pues tornaríais el bullicio urbano por el crepitar campestre.

Cuando pisásteis el Puente Nuevo, os percatásteis de que ninguno de los que allí se encontraban era el caballero Mateo, que la noche antes había quedado él mismo, en persona, con vosotros. Por contra, una figura más alta que otra se giró y pudísteis ver luego sus rostros. El sol comenzaba a brillar elevándose poco a poco. El más bajo no era sino un muchacho que tenía sujetas en sus manos tres bestias, tres caballos de buena raza pero avanzada edad, jamelgos de viaje en sus últimos años. Además, iban cargados con fardos abultados. El otro, mucho más mayor y de rostro conocido, no era sino el inquisidor Fray Alonso de Salazar y Frías, en persona.

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16/04/2018, 22:39
Alonso de Salazar y Frías

Buenos días, caballeros -dijo enfundado en aquella capa negra con caperuza-. Os deseo buen tino en vuestro olfateo; Mateo me ha contado lo de los nombres y sus dueñas, y yo mismo quería traeros las provisiones. Aquí tenéis caballos y almuerzos y agua y vino. Con buen recaudo y seguro confío que volváis con las nuevas que puedan hacerno vencer al mal que se nos cierne pronto, o incluso traernos ese mal en persona, si es el caso.

Según tenía entendido el inquisidor, vuestra misión estaba muy clara: debíais descurir la identidad real de las tres brujas, caso que sean algo más que una leyenda.

Y sed dos veces y más discretos que vuestras pesquisas por la ciudad, os recomiendo -señaló mientras ya hacía un gesto a su joven acompañante para que os dejara los caballos a vuestro cargo y marcharse-, pues el mal nunca duerme y siempre es vil. Os estaré esperando aquí. Buen viaje.

Notas de juego

En principio el viaje, como os señaló Mateo, es a Zugarramurdi (valle del Baztán).

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17/04/2018, 06:28
Fermín Ruiz Ezcurra

La misión era un asco. Pero el día había amanecido despejado y prometía ser agradable pasado el frío de las primeras horas. Eso era halagüeño de un apetecible y agradable caminata por los senderos navarros. Con la panza llena todo se ve mejor, incluso la partida hacia el pueblo ese del demonio.
- Descuide Fray Alonso. Agudizaremos nuestro sigilo y discreción tal como ordena.
Sin querer añadir nada más, pues las palabras ante los inquisidores pueden ser lazos atados en el propio pie, tomo las riendas de las montaduras y espero que mis compañeros estén listos para partir.

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17/04/2018, 16:54
Faustino Vargas

El pícaro encajo la reprimenda del sigilo con buena cara. Estaba contento, le habían proporcionado la comida y el medio de transporte y eso era mucho más de lo que recibía por sus trabajos normales. ¿Alguna información que debamos de conocer sobre esas tierras malditas?

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18/04/2018, 15:26
Toribio de Benavente

Mala noche había pasado y ello fízome andar un tanto azorado aquella mañana.

Una vez en compañía de mis otros dos compañeros, Fermín y Faustino, pusimos rumbo al lugar acordado con Mateo. El frugal desayuno no fue problema para mí, acostumbrado a largos ayunos de penitencia.

La sorpresa fue no encontrar a Mateo, que no estaba. En su lugar había venido a despedirse Alonso en persona. Bueno, más que a despedirse había venido a aconsejarnos firmemente que fuésemos más discretos en nuestras indagaciones.

Preferí no contestarle y asentí con la cabeza a sus sabias palabras y agradecí las viandas que nos trajo para el camino. - Así lo haremos, fray Alonso.

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19/04/2018, 22:45
Alonso de Salazar y Frías

La misma que debáis darme -respondió el inquisidor a las palabras de Faustino, queriendo así decir que desconocía lo que pudiérais encontrar durante las jornadas que os esperaban de viaje así como en el destino-.

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19/04/2018, 22:46
Director

Entonces desaparecieron definitivamente delante de la ciudad, y vosotros estábais listos para ya partir. Toribio se extrañó un poco de que aquel tipo de aspecto callado, el caballero Mateo, no acudiera a la cita en la que él mismo dijo que iría, yendo por contra el contratista. Sin embargo, lejos de poder responderse tal cuestinamiento, pusísteis rumbo norte, hacia el lejano valle del Baztán donde se alzaba, en alguno los picos de aquel lugar, la aldea de Zugarramurdi. ¿Sería aquello un lugar brujeril o un foco de poco alentadoras almas entregadas a los pasos del diablo? En todas éstas posibilidades pensábais mientras ya dejábais atrás el Arga, el Puente Nuevo y más atrás la ciudad de Pamplona (con cierto pesar en vuestro interior...).

A medida que os fuísteis alejando, no tardásteis en daros cuenta que poco a poco íbais entrando en un mundo nuevo, prácticamente: la densa vegetación y la quietud de la flora y las montañas hacían de los parajes que íbais cruzando verdaderos misterios de Cristo...

En ese día pasásteis por diferentes pueblos como Ostiz, Ciáurriz, OlagUe, Lanz o Arraitz. En el camino que unía todos ellos os cruzásteis con diversas peronas: peregrinos perdidos, esportilleros y aguaderas y carruajes que bien podrían ser del más ricohombre del reino, pues así que iban de labrados. Tampoco faltaron los medigos que os acompañaron cuantiosas varas tras los pies de vuestras bestias para mendigaros unas monedas que sólo Dios sabía para que íbanlas a usar... A media tarde, cuando la mañana y el mediodía se habían pasado sin ningún contratiempo durante las siete leguas recorridas, pudísteis ver no muy lejos una aldea.

Pronto anochecería.

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20/04/2018, 16:30
Faustino Vargas

El pícaro fue tanteando a las personas con las que se encontraba. Preguntándoles sobre diversos temas normales como el clima, la agricultura, los caminos y los bandidos; y entres estas preguntas normales en cualquier viajero también pregunto por las historias, leyendas y rumores de la zona, tratando de sacar algo en claro sobre la villa de Zugarramurdi y sin querer llamar demasiado la atención.

Al llegar la noche, el pícaro era de la opinión de acampar al raso y montan guardias, para evitar bandidos o lobos descarriados.

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24/04/2018, 22:30
Director

Notas de juego

¿Qué opináis Fermín y Toribio?

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28/04/2018, 00:21
Fermín Ruiz Ezcurra

Despedí la ciudad con una rápida mirada de leve temor inconsciente ante lo que pudiera depararnos tal impío destino. Lo mejor sería inventarse una buena excusa cuando alguien, que tarde o temprano encontrarían, con demasiadas preguntas. Teníamos que ponernos de acuerdo y contar la misma historia.
Ante un trecho despejado de camino en el que por fin habían dejado atrás unos mendigos demasiado insistentes, pregunté a Faustino y Toribio.
- ¿Alguna buena historia que contar, cuando alguien nos pregunte qué hacemos por estos lares? Buscar tierras para un noble de Pamplona, podría ser una buena excusa pues así nos ayudaría a acercarnos a las gentes del pueblo -
Escuché su parecer gozando ya del camino. Vivir en la ciudad había disipado el recuerdo de mis largas caminatas en tierras lejanas. Del dormir al aire libre con los sonidos del bosque meciendo y a veces alertando mis sentidos. En ese tiempo viví momento a momento. Justo ahora volvía notar esa sensación. Podía alcanzarte la muerte en cualquier momento, mas haber vivido quitaba miedo de dejar un mundo ya gozado.

Notas de juego

¿Ahora vamos a buscar el guía, verdad?

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28/04/2018, 09:16
Director

El frío os helaba los huesos. Hicísteis acopio de todo lo que teníais y de las mantas adicionales que iban sujetas bajos las alforjas, todas ellas como material complementario que le inquisidor pamplonense os había proporcionado. Os apartásteis a un lado del camino, siempre sin perderlo de vista, y finalmente vísteis un claro entre unos árboles bastante suculento como para hacer una pequeña hoguera y pernoctar allí. Tras conseguir hacer fuego, preparásteis vuestro lugar de descanso, bien pegado a la lumbre, no sin antes formular un órden de guardias por si acaso (Toribio, Fermín y Faustino).

La noche pasó sin pena ni gloria, como solía decirse. Tanto Faustino como Fermín notaron que cuando Toribio dormía, éste debía estar soñando algo, pues se movía y provocaba espasmos (e incluso pronunciaba palabras ininteligibles...). Sin embargo, sin querer evitar males mayores, no despertaron su sueño para no interferir en su ánimo.

* * *

A la mañana siguiente Toribio fue el primero en despertarse. Estaba blanco como la leche, su rostro no presentaba buen aspecto. El navarro notaba un malestar interior, pero no localizado. Sin embargo, no tardó en reponerse y comenzar a recoger el improvisado campamento para volver al camino.

Tras volver a montaros en las bestias, preguntásteis a unos pastores que pasaban por el camino la ruta más directa hacia el norte del valle del Baztán, donde quedaban las aldeas de montaña más altas (entre las que se encontraban Zugarramurdi). Aquellos tipos os señalaron dos posibles vías: seguir el camino que cruzaba la aldea de Elizondo (lo cual implicaba dar un rodeo pero marchar por vereda) o bien atravesar el valle con sus subidas y bajadas, cuyo tramo era más corto hasta vuestro destino. Tampoco os dijeron nada más. Volvísteis a quedar sólos, con la duda en la mente*.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Actualizo dándole un empujón a la historia.

No, Fermín, al no decir nada sobre el guía de nuevo justo antes de marchar entendí que no iríais a buscarle. Ya habéis pasado el lugar donde vive. No obstante, siempre podéis buscar otro guía por vuestra cuenta.

*¿Por cuál de los dos caminos vais?

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28/04/2018, 09:30
Director

En esa noche al raso, soñaste lo mismo que el día anterior... Y aquel sueño te sentó bastante mal.

Notas de juego

Réstate 1 pv.

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04/05/2018, 15:45
Faustino Vargas

Creo que lo mejor sería ir por el pueblo. El atrochar por estos lares me parece muy peligroso. El pícaro estaba acostumbrado a andar por los caminos y las ciudades, y el campo le era un lugar inhóspito y peligroso.

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04/05/2018, 18:30
Director

Tornásteis finalmente por el camino que se extendía a vuestro lado, dando un gran rodeo pero haciéndolo de manera segura. El caso es que, después de caminar unos minutos, vísteis una serie de estructuras dispuestas a uno y otro lado del camino. Eran dólmenes, más de tres decenas repartidos hasta donde la vista os pudo llevar. El rumor del río Bidasoa ya llegaba a vuestros oídos, y el sol entre las nubes se hacía notar.

Una vez entrásteis en la aldea de Elizondo vísteis cuantiosos vecinos y naturales del lugar, gentes de paso o no. Todos en su mayoría hablaban el idioma natal, el euskera. Nada más entrar, encontrásteis una casa particular, bastante grande, que debía ser una posada. El trasiego en la zona no era mucha pero sí constante.

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05/05/2018, 14:50
Faustino Vargas

Deberíamos de parar en el pueblo y descansar. Así también podríamos obtener algo de información preguntando con cuidado a los lugareños. Aunque las últimas veces que habían tratado de obtener algo de información había sido un total fracaso.

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06/05/2018, 00:10
Fermín Ruiz Ezcurra

La guardia hubiese sido tranquila, y de hecho lo fue durante un buen rato en el que serenamente recordé retazos de mi vida, algunos con alegría con un trasfondo nostálgico y otros con pena. Pero fue cuando la luna se situó entre el claro de los árboles y nos iluminó con su sutil luz que Toribio empezó a removerse inquieto. Primero fue una patada que me sacó de mis recuerdos, y luego empezó un baile de movimientos bruscos interrumpidos por momentos de más quietud en los que farfullaba palabras incomprensibles.

Tomamos el camino fácil. Creo que un acierto pues a mis compañeros les hubiese costado una marcha campo a través.
El pueblo era como tantos otros. Para mi agrado en éste había vida, movimiento, gentes por las calles enfrascados en sus negocios y quehaceres. Un buen lugar para parar y no ser el blanco de todas las miradas.
- Propongo que vayamos a la posada donde más bullicio haya y comamos buenas viandas pues nos las hemos ganado. Puede que escuchemos alguna conversación interesante.
Bien cierto era que mi barriga agradecería una buena comida caliente y un vino resarcidor.

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07/05/2018, 20:18
Director

De buena gana el mercenario Fermín estaba por ir a la posada, al igual que Faustino pedía descanso en algún lugar donde poder relajar las piernas tras tanto viaje (que aún yendo encima de jamelgos, el viaje era pesado). El inquisidor don Toribio aún tenía el rostro un poco desencajado, tal vez fruto del trasiego de los montes norteños. La única vivienda que emanaba cierto bullicio (más bien cierta luz con algún rumor vecinal) era la primera vivienda, la que habíais visto que era de dos plantas.

Tras atravesar la frondosa y robusta puerta (dejando las bestias bien atadas fuera), accedístes a una sala amplia y toda empedrada en su interior. Una chimenea visible nada más entrar calentaba todo el lugar, y varias mesas y taburetes estaban repartidos en las esquinas y huecos. Los techos de madera alumbrados con numerosas velas decoraban el ambiente. Apenas había gente en aquellas horas tempranas. Unas escaleras en el fondo de la taberna subían a lo que debían ser habitaciones superiores. Bien es sabido que las gentes paran a descansar por la tarde noche, pero no a aquellas tempranas horas de la mañana (donde el trabajo ocupaba las horas de los habitantes de Elizondo). El tabernero, un tipo que limpiaba el bar y la barra, hablaba con una mujer que debía ser su esposa. Enseguida os vieron entrar.

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08/05/2018, 06:16
Fermín Ruiz Ezcurra

Entré en la taberna y me detuve un instante en el que mi vista se acostumbró a la tenue luz del interior. El tabernero y su esposa nos miraron y les deseé los buenos días.
- Egun on, venimos a horas muy tempranas pero con hambre de horas tardías. Si pudieran servirnos alguna cosa de comer haremos parada en su casa.
Me senté en la barra. Mis piernas agradecerion aquél breve descanso.
No se cumplía mi previsión de encontrar la taberna llena de gente y de conversaciones a las que acercar la oreja mas cabía la posibilidad que el tabernero fuera una persona habladora y nos contara algo interesante. Veríamos. Suele haber dos tipos de taberneros, el que habla por los codos y el que con tez seria y exiguas palabras atiende la clientela.
La labia de Faustino nos ayudaría a descubrir de qué tipo era el que teníamos delante.

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08/05/2018, 21:10
Faustino Vargas

El pícaro recorrió el lugar con la vista en busca de personas sospechosas o que pudieran ser interesantes a la hora de hablar. También presto oídos a las conversaciones de las mesas. Y ya que Fermín, mejor vestido y con mejor planta, hacia las funciones de “amo”, Faustino decidió interpretar las funciones de “paje/ayudante”.