Partida Rol por web

Todos los aqui presentes estan en el equipo rojo y se verán en breves sometidos a una guerra sin cuartel por salvar a vida.

Comenzareis en un mapa. En esquinas opuestas y más o menos juntos.

Los obstaculos tienen 5' de alto por defecto, y las estructuras 10. En caso contrario se especificará en la escena correspondiente.

El objetivo es sobrevivir.

Cualquier movimiento que hagais si no lo especificais lo considero hecho por el camino más corto aunque eso os perjudique. Si habeis realizado otra ruta especificarlo.

Da la impresión de que somos favoritos. Por los poderes de Helm que eso me gusta.
Su mirada recorre al resto mientras brillan sus ojos.

Un monje se acerca a la mujer.

-Aenor Kendon, para servirla señora. ¿Cuál es su nombre? ¿Cuales son sus habilidades combativas?

Desde el exterior del vestuario llega un tenue retumbar metálico. Clonch, clonch, clonch. El ruido es cada vez más audible, parece acercarse lentamente al vestuario... Cuando se abre la puerta se descubre que el causante del ruido es un enano, casi tan ancho como alto, vestido con una armadura completa. El metal bruñido cubre todo el cuerpo del guerrero, dejando sólo a la vista su luenga barba trenzada y unos ojillos perspicaces enmarcados a ambos lados de una rotunda nariz. A su espalda cuelga un gran escudo de metal y, de su cintura, un mangual.

-Buen día tengan usías. Mi nombre es Kelthôl Mellatestas.

Lanza una mirada inquisitiva a los presentes, intentando evaluar sus habilidades y estilos de lucha. Parece desconcertado al ver a Aenor.

-Maese -le dice dirigiéndose a él- no quisiera importunarle, pero la batalla está próxima y veo que aún no viste su armadura. Si lo desea, yo puedo ayudarle a ponérsela.

-Mi entrenamiento es mi armadura, y mi fé, mi espada. Si nunca ha visto pelear a nadie de mi orden, quedará impresionado con nuestras habilidades combativas.

Dice con profundo respeto hacia el arte del guerrero y algo divertido ante el desconcierto de este.

-Un provervio de mi orden dice: El árbol se quiebra, y el bambú, se dobla

Pequeña sonrisa:

-Mi estilo valora más la agilidad y la disciplina, que la fuerza y la espada

Frunce el ceño con sorpresa.

-¿Quiere decir que lucha sin armas ni armadura? Que el Creador nos asista, debe estar de broma.

Kelthôl examina el rostro serio del monje y se responde a sí mismo.

-No, claro que no bromea. Esto no es ningún juego. Si está aquí será porque sabe lo que se hace -argumenta, aunque no del todo convencido-. En fin, yo no apostaría por usía ni un mísero guijarro, pero usía sabrá lo que se hace... -añade con un encogimiento de hombros, o al menos eso intenta dentro de su pesada armadura-. Pero dígame, si no es indiscreción, cual es su nombre. ¿Tiene experiencia en este tipo de luchas?

Mi nombre es Aenor Kendon, vengo del monasterio de Ise Zumi, en las montañas del este. Allí se ancla una orden que utiliza el adiestramiento marcial sacado del trabajo del campesino y la fuerza de la mente para el combate, y le aseguro que no tengo el más mínimo problema en cuidar mis espaldas ni las de la elfa. Maese Kelthôl, confíe en mi palabra, pues yo nunca he mentido, y si estoy aquí es para completar mi entrenamiento racional, ya que mi entrenamiento físico ha concluido. He peleado junto a muchos hombres, y ninguno se ha quejado de mis habilidades, asique le aseguró que se lo que hago

Dijo el rapado hombre con una sonrisa en los labios, algo poco frecuente en una persona de tan duro carácter, pero que disfrutaba con el adoctrinamiento de los demás en sus artes.

Yo... solo soy una humilde guerrera que sigue los designios de Helm. En algunas tierras suelen llamarnos paladines, pero yo aún soy muy joven para ello. Tuve una visión y por ello estoy aqui. Ambos pareceis feroces combatientes, espero estar a vuestra altura

-Ah, Aenor... -comenta con interés-. Por lo que he oído el público también parece tener mucha confianza en sus habilidades marciales.

Se gira hacia la mujer de rasgos élficos, saludándola con una reverencia respetuosa pero distante. Desconfiaba de los elfos, aunque esta al menos era una paladin, un guerrero sagrado, algo muy respetado entre su gente.

-Bien, ya que vamos a jugarnos la vida juntos, les seré franco. Yo no tengo mucha experiencia en combate real. ¡Pero no se lleven a engaño! -añade rapidamente, con la barbilla alta y tono orgulloso-. Mi clan es una antigua estirpe de guerreros artesanos, los varones somos entrenados para la lucha desde que podemos tenernos en pie. Al llegar a cierta edad debemos demostrar nuestra valía en el campo de batalla. Mas, como mi clan vive un periodo de paz, decidí participar en este torneo.

Resopla con convicción mientras se atusa las trenzas de su barba.

-Pero basta de cháchara inútil y preparémonos para el combate. Maese Aenor, ya que parece el más experimentado, ¿se le ocurre alguna estrategia? Reconozco que su forma de luchar me desconcierta, no sé a que atenerme con usía.

Bien bien... asi me gusta... planeando... jaja... eso es lo que os hara sobrevivir.

Tras él entran un par de guardas con mantas, unos odres y algunos trozos de pan y queso.

Hoy dormireis aqui. Y por supuesto nada de comodidades hoy. Teneis que estar hambrientos antes de entrar en combate. Os sugiero que aprovecheis las horas para rezar, discutir o simplemente recordar. Porque puede que esta sea vuestra última noche.

-Mmmmmmmm

El monje reflexiona sobre sus habilidades y sus posibilidades.

-Ya que no tenemos enemigos mágicos no tenemos que preocuparnos por los ataques a distancia, las flechas son cosa mía. Creo que deberíamos avanzar en grupo refugiándonos en los obstáculos e intentando mermar sus fuerzas con armas arrojadizas. Aquí tengo unos cuantos cachivaches alquímicos que pueden sernos útiles. Cuando lleguemos a ellos no tenemos más que lanzarnos a por ellos. Pero claro, todo dependerá de lo que hagan ellos. Yo diría que ese puede ser el plan inicial, y de ahí podemos elaborar una estrategia apropiada dependiendo del enemigo. ¿Qué les parece?

Observa como dejan las mantas y unas escasas raciones. Comprueba con horror que toda la comida apenas le alcanzaría para cubrir una de sus cenas normales, menos aún para repartir entre tres hasta mañana a la noche. No dice nada por no demostrar debilidad, pero alguien perspicaz podría leer la congoja en su rostro. ¡Si ni siquiera hay cerveza!

-Sí, no es mal plan -replica a Aenor, centrándose de nuevo en la batalla-, pero yo no dispongo de armas a distancia, cuando se lleva escudo no resulta fácil utilizarlas. Prefiero confiar en la firmeza de mi armadura y de mi escudo, y en la fuerza de mi brazo -desenfunda su mangual y lo empuña alto para mostrarlo-. Esta no es el arma más temible que puede empuñar un enano, pero es muy útil para derribar a un oponente. También dispongo de una montura para el combate, un recio percherón llamado Raugnar, aunque aún no estoy seguro de que el terreno sea apto para usarla.

-Puedo seguir corriendo a tu percherón un trecho. Ahora que lo pienso, nos sería util si pudieras cargar, tengo unas bolsas de maraña preparadas para lanzarlas contra el enemigo, cuando estén pegados puedes cargar contra ellos, yo te seguiré corriendo y usted señora puede ayudarme. Me gustaría que no hubiera ningún muerto, asique por mi parte, solo pienso dejarlos inconscientes, agradecería que ustedes hicieran lo mismo si les es posible, al fin y al cabo, esto es un espectáculo, nadie tiene por qué morir sin razón, no está en nuestras manos el Juicio

Se mesa la barba pensativo, mientras niega con la cabeza.

-Hum... No es que yo disfrute matando gente, salvo si se trata de enemigos de mi clan, pero en un combate como este no se puede andar conteniendo los golpes. Eso entorpecería mis ataques y se lo pondría más fácil a nuestros contrincantes. En cuanto a mi Raugnar, es un caballo entrenado para la guerra. A veces pienso que es incluso más peligroso que yo. Aún así, preferiría no hacer cargas con él, sobre todo si el equipo contrario se mueve en grupo. Tendría ventaja en el primer embite, pero después quedaría desprotegido ante el resto. Además, no llevo lanza de caballería, no podría sacarle mucho partido a la carga.

-Cierto... de todas maneras creo que con dejarles inconscientes será suficiente, asique no hará falta contenerse, al menos, al principio...

De acuerdo... puedo apoyaros, tengo un arco largo y soy bastante buena usandolo. De todos modos en combate tenemos que tener cuidado. Yo podría daros fuego desde lejos si es necesario.

-Pero no demasiado lejos. El combate se decidirá en el cuerpo a cuerpo. Si estamos muy separados el equipo contrario podría aprovechar su superioridad numérica para flanquearnos. Deberiamos mantenernos a unos cinco o diez pies de distancia. Aenor y yo al frente y usia detrás, con el arco, si así lo desea.