Lord Kennegan os acompaña hacia la habitación de teletransporte. Ha llegado el momento de que seáis mandados hacia las lejanas tierras de calimshan para que podáis cumplir con vuestra misión.
Normalmente proporciono un amuleto mágico que permite a los miembros volver a la ciudad una vez terminada la misión o en situación de apuro. Pero esta misión es un tanto "particular" ... - Dice con seriedad mientras prepara los componentes del ritual que tiene que realizar.
Entrareis como esclavos en la arena, y un amuleto podría llamar la avariciosa atención de algún guardia. Con lo que os proporcionaré un tatuaje mágico de un uso.
No lo malgastéis.
Kennegan toma un bote lleno de una sustancia liquida negra y se acerca a vosotros. Uno a uno abre el bote y murmura palabras arcanas para que una mancha parecida a la tinta, salga reptando hacia vuestros cuerpos ... tomando la forma de un tatuaje.
Cuando termina os coloca todos dentro del circulo de teletransporte.
Espero veros en breve y ...vivos.
Un estallido de luz os ciega y sentís una sensación de vértigo pronunciada mientras vuestros cuerpos viajan a lo largo de Faerûn.
Cuando recobráis vuestra vista y movilidad os encontráis casi postrados en un suelo de piedra.
La primera cosa que notáis es el abrasador calor que os envuelve, el cambio con el clima de Loudwater es bastante radical y vuestras ropas pronto se os hacen incomodas.
Lo segundo es que alguien está de pie mirándoos con los brazos cruzados.
Por fin llegáis ... los sicarios de Kennegan.
Normalmente os metería una paliza y os vendería al mejor postor. Pero Kennegan ha pagado una buena suma para ... que terminéis en la arena. - Sus palabras suenan arrogantes y burlonas.
Svok se siente raro, no está acostumbrado a la teleportación y está mareado. Aun con todo, sus sentidos permanecen alerta y observa al humano que se les acerca.
otra vez un esclavo piensa pero esta vez solo es una treta por una buena causa
- Yo acostumbrado a luchar en arena - le dice al mercader,- Yo esclavo antes de ahora y sobrevivir hasta escapar - añade mientras escupe al suelo.
El "hombre" sonríe, las lineas de energía que surcan su piel brillan con intensidad. Su piel rugosa como la piedra cruje con sus movimientos.
Eso, ya lo veremos.
La voz cavernosa del genasi de tierra resuena en la estancia de tonos pálidos y arenosos.
Eldon habia estado evaluando la situacion y decidio intervenir a ver si conseguia algo de informacion extra. ¿A que nos enfrentaremos en la arena?- Pregunto con un apenas un susurro.
Uriel observo la situacion en la que se encontraban, la magia del transporte no le era tan ajena pero a pesar de ello sentia como el lugar al que acaban de llegar es muy diferente a todo lo que estaba acostumbrado.
Aun asi, observa y escucha, la pregunta de su compañero de viaje es casi la mejor que pueden realizar y ademas asi estar preparados.
Nadie sabe eso. - Dice con sorna. - Si no los esclavistas amañarían el combate.
Venga no tengo todo el día, quitaros las armas y armaduras.
El Genasi os lanza unos grilletes al suelo.
Os están esperando en la arna, mañana es el combate.
La magia de teletransporte era extraña y desagradable. No la entiendo del todo, pero creo conocer las bases de su poder arcano. Quizás con el tiempo sea capaz de entenderla más en profundidad, pero entenderla no implica que sea menos desagradable.
El calor pronto comienza a molestarme mucho, pues aparte del frío de Loudwater, yo provengo de tierras tan frías como esa, acostumbrado al clima de las montañas. Me saco la ropa, quedando en pantalones y con el pecho descubierto, para calmarme un poco.
En eso veo al Genasí de tierra que nos habla, entiendo que a pesar de no ser una buena persona está de nuestro lado, por lo que le agradezco hablándole en idioma Primordial:
- "Muchas gracias, estaré listo de inmediato."
Dejo mi daga (Única arma que porto) y me pongo los grilletes, que aunque no me gusta mucho, imagino que está contemplado en el plan.
Luego miro a mis compañeros, un poco nervioso pero no menos carismatico que siempre, y les hablo:
- "Creo que no será tan divertido o fácil como pensamos. Je je je. Mi nombre es Ericus, para los que no me conocen y espero que trabajemos bien juntos."
Me río tímidamente, un poco más por los nervios que por otra cosa y me dispongo a seguir al Mercader hacia donde nos lleve.
Eldon no llevaba armas, el orbe que portaba no era un arma para él pero como no estaba seguro pregunto: ¿Debo dejar mi orbe? Cogió los grilletes y se los puso como pudo. Eldon, la esperanza es mutua.- dijo a modo de respuesta al comentario de Ericus.
- Yo Svok - dice el kobold mientras deja su bastón junto a la daga, tal vez la única pertenencia que poseía, junto con su ropa, cuando escapó de la infraoscuridad. - Espero tu puedas cuidar bastón, yo tener mucho aprecio - le añade al genasi.
Perdón por la confusión de la raza, todos los humanoides parecen jodidamente iguales XD
Si, todo ... el orbe también. - Sonríe con malicia.
Tranquilos, no se espera que luchéis con los puños y dientes, en la arena se os devolverán las cosas.
El genasi recoge todas las cosas y las pone en un baúl, luego sale de la habitación para aparecer mas tarde acompañado de lo que parecen dos matones enormes. Estos os acompañan no muy gentilmente hacia al exterior de la casa.
Cuando salís el calor se hace mas abrasador aún. Todo tiene un color arenoso y las calles están abarrotadas de genasis de distintos elementos y esclavos en mal estado. Tenderetes, encantadores de serpiente, guardias, pregoneros.
El cielo se muestra impoluto, sin una nube, y la prenda de ropa mas utilizada por aquí es la túnica.
Justo enfrente hay una especie de bar/salón de te árabe con varios clientes fumando en exóticas pipas de agua, os miran con sus pieles bronceadas y ojos fogosos. Y uno de ellos dice - ¿Nuevos esclavos Mahnir? Espero que estos sean mejores que tus últimos luchadores.
Mahnir no responde, se limita a asegurarse que os ponen bien en una carreta con barrotes y luego se sube con los matones para guiar la carreta por las calles de la ciudad. Pasáis entre los habitantes, casas de adobe, templos y minaretes y verdes jardines que parecen aguantar mejor el clima que vosotros.
A un ritmo lento pero inevitable, os vais acercando a lo que parece uno de los edificios mas grandes de la ciudad, y recientes. Un coliseo (estilo islamico) os espera delante. Mahnir habla con los guardias y pasáis por debajo de algunas arcadas, se detiene y continuáis a pie bajo el escrutinio de demasiados soldados.
Entráis en el subsuelo, pasando pasadizos y pasillos a oscuras ... finalmente llegáis a las celdas, donde os "acomodan".
El genasi de tierra se despide.
Dormid, descansad y mañana demostrad al pueblo de lo que sois capaces. La arena os aguarda.
¿Recordais vuestro objetivo?
Sentados en la celda recordáis las palabras de Kennegan ...
Recordáis como Otto habló con Kennegan y de las cosas que sus pajarillos le habían contado. El gremio necesitaba ingresos rápidamente con tantos nuevos reclutas y por lo que parece una vieja gitana Vistani había tropezado con una historia interesante.
La vieja Vistani proclamaba que se había encontrado con el espíritu de Gilbert Anthonidus, un bardo que había vivido toda su vida en las tierras de Calimshan, pero que murió recientemente en ellas. Ese espíritu estaba inquieto, había descubierto la ciudad perdida de Al-Yabbadet, la ciudad de los minaretes de oro.
Pero mientras volvía a algún lugar para aprovisionarse y conseguir transporte para sus grandiosos tesoros ... fue capturado por esclavistas genasi y lanzado a las arenas, donde murió en su primer encuentro.
Y la ciudad volvió al olvido ... o no ...
El espíritu de Gilbert proclamaba que se había tatuado el mapa en su piel para que no se le olvidara nunca la ruta. Kennegan trazó un plan, mandaría a un grupo de aventureros a conseguir la piel del recientemente difunto Gilbert, que aún estaría secándose en la arena.
Y aquí estáis, en el coliseo donde murió Gilbert. Con un macabro mapa para encontrar.
La ciudad me pareció asquerosa. El clima es terrible y la gente despreciable. Me preguntaba hasta qué punto de maldad pueden llegar las personas. Cuan poco respeto a la vida y al projimo pueden ostentar los seres de este amargo basural en medio del desierto.
Cuando ya estamos en la soledad de la celda, le respondo a Svok:
- "Te recuerdo. Bebimos en la taberna del gremio cuando llegaste. Es bueno tenerte aqui. Al resto aun no he tenido el placer, pero espero que podamos salir de esta, pues claramente no es el mejor trabajo que uno pudiera hacer. Aun asi, tengo Fe de que podremos hacerlo y saldremos victoriosos."
Miro la habitación a mi alrededor mientras un poco de electricidad estatica recorre mi cuerpo.
Svok parece sobrellevar bien las penurias de la esclavitud y parece no sufrir los efectos del calor, ventajas de su sangre reptiliana.
Ante el comentario de Ericus, le responde.
- Svok se acuerda de ti también. No te preocupes, Svok acostumbrado a luchar como gladiador. Svok intentará entretener a los enemigos para que otros puedan cumplir misión.
Aunque es dificil notarlo, Svok siente un cierto nerviosismo por volver a la vida de la que huyó pero está resuelto a servir al gremio, su hogar, lo mejor posible.
Aquel calor era horrible, Eldon nunca habia estado en un lugar igual. Cuando llegaron a las celdas el calor amaino, agadecido por ello Eldon se sento en la fria roca. Creo que deberiamos descansar, aun no sabemos lo que nos espera mañana.
Respondiendo a las palabras de mi compañero, me recuesto de la forma más comoda posible en aquella inhospita celda, sujetandome la nuca con mis manos y cruzando mis pies estirados, y respondo:
- "Creo que será lo mejor. Debemos guardar nuestras fuerzas para lo que sea que se nos avecina."
Intento dormir hasta que me despierten para salir a la arena.
Descansáis y dormís, si bien no es el clima mas agradable y la celda carece de comodidades.
Os despiertan con un fuerte golpe en los barrotes de la celda, un Genasi de pelo flameante os mira con una mirada maliciosa.
Venga levantaos esclavos. Tenéis que prepararos para el combate.
El Genasi, junto a otros guardias os acompañan por los pasillos hasta llegar a una habitación llena de armas, escudos y armaduras reveladoras.
En una mesa se encuentra vuestro equipo y el mercader está sentado en una silla junto ella, con expresión indiferente.
Aunque temprano, los primeros ruidos del publico empiezan a resonar en las paredes del recinto, parece que la gente empieza a llegar hambrienta de sangre.