Partida Rol por web

Camino a ritmo acelerado, asegurándome de que frente a mi Zoe no pierde el paso y tirando de la camiseta ensangrentada de Viktor mientras Nacer lanza una pregunta al aire fruto de la incredulidad.

El brazo con el que sujeto al chico herido se tensa de repente cuando este afloja el paso para volverse un momento mientras me susurra algo.

- ¡No mames wey! ¿¡Te has dejado las gafas de lectura!? ¡Ándale!

Viktor no se mueve, lanzo un suspiro de desesperación y me coloco a su altura, mirando en su dirección - así es cuáte, el tipo del bigote, el grande, es El Jefazo *¿matarle? - ¿estás loco bróder? ¿es que quieres morir? - tras decir aquellas palabras Viktor baja la mirada y aprieta los puños, *algo anda mal.

- Eh vato... - no me da tiempo a terminar. Me cuenta que mato a su padre. Miro de nuevo al chico, luego al Jefazo y de nuevo al chico, *joder, hijo de puta malagüero, maldigo al Jefazo.

Con la palma abierta golpeo sonoramente la mejilla de Viktor. Probablemente en otra situación el chico habría tratado de devolverme el golpe y eso es precisamente lo que esperaba, sacarle de ese túnel en el que acababa de entrar.

- Escúchame bro - le doy mi vuelta a la gorra y pego mi frente con la suya mientras apoyo las palmas de mis manos a sus mejillas - ahora mismo no matarías ni a una puta cucaracha. Habrá tiempo. Sabes quién y es y donde está. Vamos - le doy de nuevo un bofetón, esta vez fraternal, seguido un beso en la mejilla.

- Órale hermano - doy un par de toques sobre la espalda de Zoe para que siga caminando y vuelvo a tirar de él.

La bofetada lo cogió por sorpresa y con la suficiente fuerza e inercia como para tirarlo de espaldas sino fuera por que lo tenía bien sujeto, aunque eso no evitó que su cara se girase con violencia en la misma dirección que se había movido la mano de forma inexorable.-ah...-Se quejó cuando recobró la visión y dejaron de pitarle los oidos.-Que coño haces?.-Viktor tocó frente con frente y miró a César con intensidad.

Estaba en lo cierto, era un ser pusilanime en esos momentos y no tenía fuerza ni para acabar con una cucaracha pero aún quedaba el problema de su odio inherente, demasiados años comiendo odio, muchas malas noches, una vida jodida por todos los costados sin contar que hace escasos meses su madre había encontrado su final en la escuela publica a manos de una parodia de psicopata adolescente armado con una carabina...quería matar y matar a todos esos hijos de puta allí metidos, pisar sus craneos inertes y desarcirse en ellos, descargar todo su dolor en un objetivo al que culpar de todo lo que había pasado ¨¿Por que cojones perdimos la puta pistola?...esto no estaría pasando, mierda¨ su cabeza estaba al limite, le ardian las sienes y el escozor de la mejilla le estaba comenzando a impedir pensar correctamente, decidió jugarsela todo a una carta y confiar por primera vez en un desconocido desde hace varios años.-Bien...-El segundo golpe en la mejilla es suave, cálido...afectuoso.-Pero pienso volver a por él...y nadie me va a parar.-Prometió Viktor con la mirada vidriosa clavada en el suelo.

Planeaba y planeaba y su mano se acercó al brazo de Nácer, lo había oido y sabía que en ese cuchillo estaba su salvación...con esa navaja rajaría la garganta de El Jefazo.

Nacer observó la escena sin inmutarse, no se metió en nada de lo que estaba pasando. Tenía clara una cosa, decidiese lo que decidiese Viktor estaría con él.

Finalmente las cosas se apaciguaron y decidió posponer la venganza para un mejor momento, uno que se antojaba próximo. Sin decir nada más Nacer comenzó a andar nuevamente, ayudando a su amigo... tenían que salir de allí ya.

Kaleb permite a la joven Genevieve hablar antes de que él mismo responda al cojo que apunta a los dos hombres libres del grupo -La chica tiene razón. Y al niño lo matarán como al resto de nosotros, no será útil para ellos ¿o has visto más críos y ancianos por aquí? Han debido cargarse a todos los que eran bocas para alimentar... 

Detrás vuestra el campamento parece hervir de movimiento. No tardarán en llegar...

Los hombres te acompañan por la oscuridad de los antiguos túneles, abriéndose paso con un par de linternas de gran potencia. Los dos guías empuñan en su otra mano las ametralladoras ligeras, como si algo acechara en la penumbra y el peligro estuviera siempre presente.

Nada más salir del túnel que conduce a la base de Aaron y los suyos ves que en una de las paredes, pintada con tiza o algún tipo de pintura, se encuentra el símbolo de los Custodios, un círculo relleno con las insignias de las antiguas religiones.

La pareja no dice nada en todo el camino, dejando que el ruido de vuestros pasos y el constante rumor del agua sean los únicos sonidos que escuchéis.

De vuestra espalda os llegan las voces del par de hombre que han mandado a por vosotros. Es obvio que están justo a vuestra espalda y no parecen estar de buen humor. 

Eh, vosotros, venid aquí ahora mismo -os dice uno de los hombres. Pese a que ambos tienen las armas en las manos ninguno os apunta con ellas -los liantes de vuestro grupo a los que encerramos para evitar que nos jodieran, el jodido militar, el colgado religioso y el resto, la han jodido. Han herido, puede que matado, a uno de los nuestros, y vamos a ir a por ellos antes de que puedan escapar. El Jefazo quiere que demostréis vuestra lealtad y vengáis con nosotros. Vamos, venid antes de que lo hagáis enfadar aún más.

Viktor vió en aquello una salida y una oportunidad de resarcirse y cobrarse una venganza sobre Levinov, el hijo de puta que casi lo deja morir en aquel tunel de mierda de no ser por esta panda de hijos de puta al servicio del Jefazo...además de la oportunidad de armarse el mismo e ir en el momento adecuado a por El Jefazo.-Bien, esos no eran de mi grupo, contad conmigo si eso demuestra nuestra lealtad.-Viktor tiró del cuello de César en el que estaba apoyado, necesitaría el apoyo del latino para que convenciese a Zoe y le salvase el pellejo, era eso o morir ahí mismo todos ellos.
 

- Yo no tengo grupo - dijo Nacer al tipo aquél - Así que iremos a por ellos - La verdad que antes de llegar allí no se había enterado de mucho, tenía un mono del carajo y apenas recordaba los acontecimientos que ocurrieron en el túnel despues de que Viktor y él se encontrasen con el vagabundo del machete. Si su compañero decía que iban... pues qué cojones... iban.

A punto estuve de mandar a César a la mierda, no porque me hubiera mandado callar sino por lo que me molestara que me llamaran pequeña. Joder, seguro que era mayor que él. Pero hubo algo en su actitud que me hizo replantear mi cabreo, quizás fuera el hecho de que no me miraba a los ojos como solía hacer en plan machito. Ahora lo entendía... El duro de César se ablandaba cuando alguien le agradecía sus acciones. Sonreí para mis adentros pero prefería no decir nada . Además... no tuve tiempo siquiera a decir algo pues un revuelo hizo que mi atención se centrara en otra cosa.

Tengo que reconocer que en aquel momento me acojoné con las voces del Jefe y la peña con las armas en la mano, eso sin contar el viejo que salía corriendo, huyendo a saber de qué, y creo que tampoco tenía mucho interés en saberlo. Pero por lo menos algo bueno se sacó de aquel follón, el colega de Viktor parecía estar de una pieza, más o menos.

Y el acojone fue en aumento al ver aquellos dos tipejos venir directos hacia nosotros, y no quedé precisamente tranquila al escuchar las palabras que me dirigió César.

¿Que no me cojan? Joder... ¿Y dónde pretende que me esconda?

Pero tenía que reconocer que razón no le faltaba. Viendo la pinta de aquellos matones sería mucho mejor apartarse de su camino, así que empecé a recular. Pero estaba claro que a ese día aún le faltaban más de una sorpresa. Ahora le tocaba el turno a la gran revelación de Viktor.

Joder, lo que nos faltaba ahora.

Podía entender por lo que estaba pasando y que la venganza era algo que pudiera desear con toda su alma. Pero César tenía razón. En aquellos momentos Viktor no estaba en condiciones para nada, y mucho más para locas heroicidades que sólo le llevarían a acabar como su padre.

Preferí no interferir en aquel duelo de gallitos que, por fortuna, se saldó sin víctimas. Viktor parecía haber entrado en razón y ahora lo único en lo que teníamos que pensar era en salir de allí cagando leches.

Pero claro... no iba a ser tan fácil, faltaría más. Ahí estaban los dos que habían mandado a por nosotros, justo a nuestras espaldas. Sabía que iban armados así que echar a correr a lo loco hacia adelante era una auténtica gilipollez, ni de coña me iba a suicidar de aquella forma.

Fruncí el ceño, no tenía ni idea de lo que estaban hablando aquellos, si yo hasta hacía tan solo unas horas antes no conocía a nadie de aquellos tíos.

—No sé de quienes habláis pero...

Dejé la frase a medio terminar, evaluando las distintas opciones que tenía.

¿Huir? Descartado por el momento, ni siquiera sé donde estoy. ¿Seguirles? Qué remedio, ellos son los que tienen las armas. A saber qué coño nos van a pedir para demostrar nuestra... ¿lealtad? Esto tiene que ser un sueño, un puto mal sueño.

Eché una rápida mirada al resto antes de terminar la frase.

—Está bien... Tampoco es que tengamos otra opción.

¿Custodios eh? Eso explica esa actitud para con  Aaron. Nunca he sido religioso, ni siquiera cuando estaba con la mierda hasta el cuello, no soy de los que piden refuerzos, menos a un "plano superior". Ya veré si Aaron es tan bueno como dice y si su meta es tan noble... Diablos, solo me interesa que no quiera hacer mas de lo que la gente necesita, si solo busca protegerlos, estaré de su lado. Y si no...

-¿Conocen al otro grupo?- pregunté cuando ya estaba harto del silencio de mis guías. Quería tener algo mas de información, de otras personas para ver si había coherencia en sus coartadas.

Hijos de la chingada...

Los lacayos del Jefazo nos alcanzaron sin dificultad. Llevo la palma de mi mano sobre el pecho de Viktor, tratando de infundirle apoyo y tranquilidad. Los chicos y Zoe contestan justo lo que aquellos personajes quieren oír, *bien hecho.

- ¡Eso está hecho wey! - hablo con una confiada sonrisa en mi rostro - aunque no sé cómo les vamos a balear sin armas - río sonoramente. Debemos tratar de ganarnos su confianza.

Miro a mis tres compañeros. Todos parecen dispuestos a seguirles. De todas formas, tal y como ha observado Zoe, tampoco es que tengamos otra opción.

- Vamos allá... - hablo mientras empiezo a girarme, viendo las reacciones de Nacer, Viktor y Zoe. Ahora ya conocen el resultado de la lista que el Jefazo me obligó a hacer, *supongo que era cuestión de tiempo...

El hombre cojo parece estar decidiendo que hacer antes de actuar. Poco a poco se va acercando a Raymond, que espera nervioso junto al cuerpo muerto del yonki al que ha apuñalado repetidas veces. Cuando está a pocos metros lo apunta con la pistola y, con un movimiento de muñeca, se la tiende -Tomad la pistola, golpeadme para simular que he tratado de impedir vuestra huida y salid de aquí corriendo. Por lo que he podido ver el campamento tiene tres entradas. Una de ellas, la que está al sur es por la que habéis accedido. Las otras están al este y oeste. ¡Vamos, rápido!

El militar le toma la palabra al Rengo y, tras quitarle la pistola, le golpea en pleno rostro con ella, dejándolo en el suelo, insconciente.

Vamos, abre las celdas de esos tres -ordena a Raymond que está más cerca del hombre de las llaves. Este reacciona rápidamente y saca tanto a Geneveine como a Kaleb y el crío.

Id vosotros a la salida del oeste, nosotros dos iremos a la del este -ordena el militar adjudicándose a Raymond y el arma del cojo.

Kaleb, que parece alegrarse de alejarse del militar, coge al niño por la mano y golpea a Geneveine en el hombro para que le siga -Vamos, alejémonos de aquí antes de que vuelvan a cogernos...

El hombre mayor no parece demasiado dispuesto a responder a tus preguntas pero el joven, más extrovertido, no duda en soltar la lengua -Si, antes todos formábamos parte del grupo, cuando el Padre era El Jefazo de todos nosotros. Pero ya sabes, cada uno tira por su camino y cuando Padre decidió tratar de ayudarnos a salir de la mierda de la adicción algunos se opusieron a dejarlo y otros, unos verdaderos psicópatas, se alzaron contra el padre, intentando matarlo.

El yonki y su compañero parecen muy orgullosos al haberos convencido tan fácilmente. Os guían hasta la zona norte del campamento, una pared iluminada por varias velas en las que encontráis varios agujeros cerrados por puertas enrejadas. A su alrededor se encuentras tres hombres, uno de ellos El Jefazo, cuya ira es más que evidente y otro que sostiene algo o a alguien junto a la pared.

Cuando os acercáis más veis que todas las celdas están vacías y que, a los pies del líder del lugar, se encuentra el cadáver de uno de sus hombres. Atendidos por Carlos, el tipo del cigarro, veis al cojo, que parece estar inconsciente o muerto, apoyado sobre la pared de roca.

Andrew y Colette han ido por la salida del este, Ka y Susan por el oeste -os informa El Jefazo con rapidez -Lao, tu irás con César y el tipo al que salvamos por el este. Arnold, tu te llevarás a la chica y al yonki por el oeste. Cazad a esos cabrones y demostrad que sois de los nuestros -os ordena el líder del lugar mientras sostiene su rifle y otro de sus hombres, el apodado Chico, da una pistola a César y a Zoe, tras decidir que Nacer no se encuentra en el mejor estado para apuntar con un arma.

Nacer chasquea la lengua, resignado. El gilipollas con el bigote a lo pancho villa lo manda a la caza de alguien sin un arma... no pensaba mostrarle su lealtad, pero así esta seguro que le mostrará todo lo contrario. Observa a César y Zoe, que son los dos que han conseguido un arma y pueden aferrarse más al plan... una rápida mirada y listo.

- Cuando los pillemos les escupiré - murmura con cierta ironía casi para si mismo.

-Me alegra saber que tiene gente de confianza para protegerlo- le dije a joven muy serio, aprovechando que parecía estar "entusiasmado" con su misión-. ¿Cuantos crees que siguen en el otro lado? - si bien Aaron me había dicho medianamente la cantidad, quería corroborar datos y hasta lograra que dijera un par de cosas más. Por otro lado, tenia en mi cabeza la sensación de que algo mal podría salir con mucha facilidad, si bien estos tipo parecían ser leales a su jefe, una traición podría estar a la orden del día, sobre todo ante ex-adictos.

Recojo la pistola casi arrebatándosela de las manos al tipo que me la entrega. Inmediatamente compruebo la munición y monto el arma. Es evidente que sé qué hacer con ella.

- No hay pedo - enfundo el arma en la parte trasera de mi pantalón, mientras lanzo una mirada al cojo que está tumbado en el suelo - ¿vive? - la pregunta va dirigida a Carlos, el tipo del cigarro - por cierto wey, te recuerdo que llevas mi faca - le digo con la mano tendida esperando que me devuelva de una vez mi puta navaja.

Aún con la mano tendida miro al Jefazo y le hablo en tono serio, respetuoso, tratando de ganarme su confianza.

- Te lo dije bróder, te dije que esos tipos te traerían problemas - hablo sin reproche, tratando de que nos tenga por uno de los suyos - ojalá les hubieras baliao de inmediato. Nosotros lo haremos wey, descuida ¿cuántos son?

Antes de seguir a Lao me acerco a Zoe y agarro su arma, mirándola a los ojos.

- Ándate con ojo, quieres - compruebo su munición y le monto el arma - ahora está cargada, ahí tienes el seguro. Solo sube esto y... - se la coloco en la mano. Sostengo unos segundos mi mano sobre la suya, un gesto discreto - te veo enseguida - dedico un gesto a Nacer con la cabeza antes de volver junto a Viktor.

Me sorprendía ver el montaje que tenían aquellos tíos allí abajo, desde luego organizados estaban... si hasta parecía que tenían su propia cárcel, porque eso fue lo que me pareció aquel lugar al que me llevaron, nada más y nada menos que frente al jefazo.

Esperé acontecimientos intentando calmarme, mirando de reojo el cuerpo tendido en el suelo y preguntándome qué demonios pretendían de nosotros. Y de repente me encontré con un arma en la mano. ¡Un arma! En mi puñetera vida había manejado una cosa de aquellas y creo que se notó en la expresión de mi cara y en la mano temblorosa que sujetó, con desagrado, la pistola que me dieron.

Miraba el objeto en mi mano como si me fuera a morder en cualquier momento, escuchando casi sin oír las órdenes del jefazo, pero sí hubo algo que entró en mi cabeza como un latigazo y fue saber que César no iría conmigo. Me fastidiaba saber que iríamos por separado, y no era sólo porque me había acostumbrado a él sino más bien porque me había dado cuenta que era alguien que sabía por dónde se manejaba y conocía los bajos fondos suficiente para saber como salir de ellos.

Me quedé mirándolo fijamente, intentando quedarme con las instrucciones que me daba, asintiendo a cada una de sus palabras.

—Gracias. —Era lo único que podía decir en aquellas circunstancias, sin contar con la estupidez que solté después—. Ten... cuidado ¿vale?

Todos deberíamos tener cuidado y andarnos con mil ojos si queríamos salir de esa. Sólo esperaba que no me ordenaran matar a alguien porque ahí seguro que sería incapaz. Una cosa eran los atentados del grupo, al fin y al cabo eran por una buena causa, y otra muy distinta disparar a alguien a sangre fría mientras le mirabas a los ojos sólo porque alguien, loco de remate, lo había dicho.

Me junté con el tal Arnold y Nacer, al cual miré de reojo valorando si estaría en condiciones de manejar un arma dispuesta a cederle el honor de cargar con la pistola, y esperé a ver dónde nos llevaban.

Nacer devolvió la mirada a Zoe, intentando que fuese una mirada cómplice. Sus ojos estaban vivos, despiertos, las pupilas dilatadas de la droga, se sentía vivo y su mirada lo denotaba. Asintió con la cabeza a la joven. En su mente tenía un plan y, a fin de cuentas, estaba acostumbrado a tratar con gente de la mas baja calaña.  Saldremos de esta, joder que si lo haremos...