Partida Rol por web

Viktor había permanecido en un silencioso segundo plano con la mirada huraña de un perro herido y desconfiado mirando a todos los presentes con la mirada turbia y la piel pálida y sudorosa, enfermo, febril y decidido a no morirse ahí mismo de pie ante todos los presentes.-Bien, los mataremos Jefazo...-Intentó decir las palabras con el maximo respeto posible mientras en su fuero interno luchaba por no arrancarse la lengua de un mordisco por lo que estaba haciendo, pero no tenía mas opciones y César así se lo había explicado.-Si encontramos al soldado dejame rematarlo a mi...-Le dijo Viktor sin ninguna clase de pena a César, ambos habían matado antes y habría suplicado por tener también una pistola, aunque no a el cabrón que mató a su padre.-Ya cogeré un palo o una piedra por el camino con la que convertirle el cráneo en mierda.-Se apoyó de nuevo en el pandillero latino y confió en que este y su instinto de superviviencia lo guiasen a un paso mas cerca de su meta personal.

A mí no me convence esto de separarnos, y menos ir en el grupo del niño y no en el del militar, pero no es momento de discutir, bastante tengo con haber salido de la celda.

Asiento a Kaleb y lo sigo. Espero que sepa cómo marcharnos de este lugar.

El Jefazo os mira a todos, decidiendo a quién responder primero. Sin embargo el comentario de Nacer no parece agradarle lo más mínimo y, tras plantarse delante de él, le planta un puñetazo en pleno rostro, tirándolo al suelo.

Os he acogido en mi hogar, os he dado comida, un objetivo y droga, pedazo de gilipollas -responde mientras se acerca a Nacer, ya en el suelo y sangrando por la nariz, para continuar descargando su ira con él -vosotros habéis respondido matando a uno de los míos y, ahora, os creéis con algún tipo de posibilidad de cuestionar mis órdenes o cachondearos de ella -continúa mientras su pierna choca con el torso de Nacer en un par de ocasiones más, preso de la furia y la frustración.

A vuestro alrededor los hombres de El Jefazo, Carlos, el Chico, Lao y Arnold, se llevan las manos a las armas y os observan, preocupados por su decidís actuar de una u otra manera. 

Pues algo más de veinte, puede que treinta. Después de escapar no sabemos si acabó con algunos del grupo o si otros, de los cuales no sabemos nada, se adaptaron y siguen bajo sus órdenes -te responde el joven planteándote la situación. Animado por la conversación parece dispuesto a seguir hablando cuando su compañero le golpea en el hombro y le insta a callarse -alguien viene -susurra.

Tras el comentario apagan las luces y te obligan a detenerte, totalmente en silencio. Escuchas como quitan el seguro de sus armas y se preparan. Puedes oír facilmente el sonido de pasos apresurados, acercándose...

Kaleb os guía a ti y al niño como puede, saliendo del campamento por una de las rutas e internándoos en la oscuridad de los túneles. Sin luz ni un arma avanzáis torpemente, corriendo unidos por las manos. Kaleb se guía con una mano, posada en la pared, mientras que con la otra te sujeta la tuya y tu haces lo propio con la del crío. Vuestros pasos son rápidos pero posiblemente inútiles si os persiguen con linternas...

Pegué un respingo al ver la reacción tan violenta del Jefazo. No entendía a que había venido aquello, me parecía que se había pasado bastante y que Nacer no se merecía el golpe que le había dado, y encima el cabrón seguía dándole. Desde luego el tío ese estaba bastante mal de la cabeza, sobre todo cuando nombró la retahíla de cosas que supuestamente nos había dado. No sabía al resto pero, por lo menos por mi parte, yo no había visto nada de lo que decía.

A punto estuve de cometer una locura, aún con la pistola en la mano, pero viendo las pocas posibilidades que tenía con todas aquellas armas apuntándome, prefería quedarme quieta. Bueno... tanto como quieta no.

Mientras me agachaba para ayudar a Nacer, recriminé ligeramente al Jefazo. Algún día aprendería a mantener la boca cerrada.

—Basta. El tío está medio atontado aún por las drogas, no hace falta que te ensañes de esa manera ¿no?

Viktor desprendió crueldad por sus labios.-Palabras de un Yonki, Jefazo no se si os merece la pena golpearle...pero aqui mandais.-Viktor con el rostro serio se encogió de hombros indefenso deseando en su fuero interno poder tener en sus manos un arma de fuego como la de César o Zoe con la que pegarle un tiro a aquel hijo de puta del Jefazo para salvar a su amigo Nácer, pero solo podía ayudarle con aquellas palabras...tal vez esa crueldad le salvase la vida y le ayudase a abandonar las malditas drogas que lo acabarían matando, le daría pena tener que enterrar tan pronto a una persona que estaba comenzando a sentir como un buen amigo que había sobrevivido con el a tantas cosas.

Palmeó el hombro de César ya que estaba apoyado en el para mas o menos caminar.-Oye, calmemos a Zoe...le debemos respeto a este grupo y debemos de ganarnos nuestro lugar.-Cuando César se acercó a la chica y el Jefazo lo hubo permitido y solo entonces le tendió la mano a Nácer y lo miro con tristeza, lamentando lo que le estaba pasando a su amigo.

Veo el golpe que El Jefazo lanza a Nace sin inmutarme. Era de esperar con la tensión en el aire y la ira fruto de la frustración de quién manda fuera de control.

Tras las palabras de Viktor asiento en silencio, con calma. Tiene razón.

- Zoe, no te metas, no es asunto tuyo - digo con tono serio y seco, colocándome tras de ella y sujetándola por las axilas para llevarla hacia atrás - empecemos cuánto antes si no quieres morir aquí - susurro con los labios pegados al cabello de la chica mientras la arrastro, tratando de hacerla entrar en razón.

Vuelvo junto a Viktor y Lao y repito al Jefazo la pregunta que le hice, tratando de distraer su foco de atención sobre Nacer y procurando que vea todo nuestro interés en dar caza a los fugitivos.

- Órale, no perdamos más tiempo o no les alcanzaremos ¿Cuántos son? - digo tratando de arrancar una respuesta rápida antes de iniciar la marcha de inmediato.

Nacer recibió el golpe por sorpresa, no se lo esperaba y cayó sin control al suelo, donde "El Jefazo" se ensañó un poco más con él.
No era la primera vez que alguien le atacaba así, que lo tiraban al suelo y le daban un par de patadas. Había tenido alguna costilla rota en alguna que otra ocasión. Cosas de la calle. Sin embargo.. aquello era diferente. Aquello no estaba justificado nada más que por el estrés de aquél imbécil. Ni si quiera sabía que no conocía al resto, y tampoco le importaba saberlo o no. Simplemente estaba descargando su frustración con él. Lo que no sabía aquél tipo era que la estaba descargando con la persona equivocada.

Cuando el tipo dejó de patearle Nacer se quedó unos segundos con la cabeza agachada e hizo ademán de levantarse. Clavó una rodilla en el suelo, se limpió la sangre con la manga y escupió una poca más. Todo con la cabeza agachada. Contó hasta tres, tratando de disimular su ira, notó el peso de lo que llevaba en su bolsillo derecho... y terminó poniéndose de pie. No dijo nada por unos momentos... Después miró a Arnold.

- Pillemos a esos desgraciados - dijo sin más. La venganza se sirve fría, y no pensaba dejar de servirsela a ese hijo de puta. Era un simple yonki, atrapado en aquél lugar, que había perdido a su familia y todo lo que conocía. No debes meterte con alguien que no tiene nada que perder.

¿Veinte o treinta? Mierda viejo, eso era mucha mierda que limpiar. Si tengo suerte la mayoría estará muerta a causa de la abstinencia. Pero como por el momento toda mi información era relativa, no tengo la mas puta idea de como encarar el asunto, sobre todo sabiendo que no tendré "apoyo" de ningún tipo.

De repente apagan las luces y me obligan a esconderme. Escucho a alguien que se acerca apresuradamente, quizás huyendo de algo. Les hago una señal a mis guías, para que mantengan la calma. No quiero empezar a los tiros ahora. Espero que me hayan entendido.. o visto teniendo en cuenta la oscuridad imperante. Trato de prestar atención, para distinguir algo, lo que sea, que me permita saber mas datos sobre el desconocido.

Me despierto y parece que van a comenzar la cacería. El clima está muy raro, el Jefazo  muy cabreado, sus esbirros con muchas ganas de demostrar quien tiene el control, los nuevos… sospechosamente colaborativos.

Me renuevo en el lugar tomando la parte de mi cara que empieza a hincharse y duele como el demonio.

- Aaarrgg… uuhg… - Me incorporo como puedo sobre una muleta - ¿Yo que hago jefe?

Finalmente El Jefazo parece tranquilizarse y, tras propinar a Nacer otro par de patadas, atiende a la pregunta de César.

Cuatro o cinco, nada grave porque solo tienen un arma, la que han conseguido quitarle a él -dice señalando a Rapaz, que en ese momento vuelve en sí -después de todo el yonki tiene cojones, me cae hasta bien -comenta el Jefazo riéndose por la reacción de Nacer tras la paliza recibida -Rapaz, tu irás con Arnold, la chica y el yonki al este. Ayúdales y recupera mi arma. ¡Vamos, salid de aquí, rápido!

Los hombres del Jefazo, que actúan de guía, os urgen para apresar a los reos huídos, guiando a ambos grupos, uno por la salida del oeste y otro por la del este.

La oscuridad de los túneles es inquebrantable y solo se escuchan los pasos rápidos del grupo que huye. Sin previo aviso unas luces se encienden, rasgando la penumbra y dañando vuestros ojos. 

Los portadores de dicha iluminación guían los focos hacia los ojos de los huidos. Sus armas apuntan en la misma dirección, preparados para matar si es necesario.

Los dos grupos se miran cuando los ojos se adaptan a la luz de las linternas. El hombre de la chaqueta roja, la mujer morena llena de suciedad y el crío observan con cierto miedo a los hombres que les han atrapado, un joven lleno de tatuajes, un hombre mayor con papada y, por último, un adulto desarmado con los ojos entornados para protegerse de la luz de las linternas.

Viktor intentaba mantener el ritmo de Cesar por los túneles utilizando a este como apoyo para su precipitada carrera como tullido, resoplaba a menudo y el sudor le bañaba el cuerpo haciendo que la ropa se le pegase al cuerpo como una segunda e incómoda piel.-Vamos!.-Le urgió al tipo que los guiaba.

Cuando cojamos a esa gente tengo un plan, espero que andes de mi parte.-Le comento a César al oído mientras corrian.-Necesito dormir dos días después de esto...joder.-Se quejaba, como no.

El hombre de la chaqueta roja es el primero en hablar, colocándose frente a la pareja de hombres armados, tapando a la chica y al niño con su cuerpo.

Jack, tío, soy yo, Kaleb. Nos persiguen, tenemos que salir de aquí... -dice mirando fíjamente al hombre desarmado.

El hombre de la papada le grita, cortando de raíz la explicación de Kaleb -Poneos de rodillas ¡Ahora! ¡vamos! ¡de rodillas!

Si matamos a esos cabrones podremos quedarnos, no?.-Le preguntó al Jefazo seriamente, dispuesto a ganarse la confianza del cabrón al que mataría pronto...muy pronto.-Vamos César, tenemos que ser los primeros en cogerlos.-Le dijo a este volviendo a apoyarse en el y con decisión.-Id con cuidado y que no os maten...vale?.-Le dijo

Las luces me ciegan, acribillando mi cerebro con fuerza. Siento un deja vu y las palabras de mis guías hicieron que este se acentuara. Reconocí al tipo de pelo largo, el que estuviera sin los demás me trajo un mal presentimiento. Pero detrás suyo había una niña flaca y mugrienta y un niño pequeño de aspecto temeroso.

-Baja tu puta arma viejo- le digo al de la papada casi sin darme cuenta-. Va con niños- algo iluminó mi mente-. Esto no es lo que "él" querría...- dije en obvia referencia a Aaron y mirando al chico mas joven que había hablado conmigo antes. Me estaba metiendo en donde no me llamaban, lo sabia, ya tenia bastantes problemas, pero sencillamente no podía con mi genio y actuaba de puro terco que era.

Espero que los otros dos hagan caso al hombre al que Kaleb ha llamado Jack, pero por si acaso yo obedezco y me arrodillo, y tiro de la mano del niño para que haga lo mismo. Si consigo salir de estos túneles juro por Dios o por lo que haga falta que no volveré a pisarlos nunca.

Mietras se deciden a acribillarnos, apresarnos o dejarnos ir, examino disimuladamente a los tres hombres y especialmente al viejo de la papada, que parece el jefe.

Me revolví furiosa entre los brazos de César dispuesta a enfrentarme a él o a cualquiera que se me pusiera por delante. Aquellas no eran formas de tratar a nadie y no iba a consentir que aquel bigotudo asqueroso tratara así a la gente. Por fortuna, las palabras susurradas por el pandillero consiguieron tranquilizarme de alguna forma y mi enfado, tal y como había llegado, estaba desapareciendo. Aunque eso no significaba que me fuera a olvidar de todo lo que estaba viendo y el trato que dispensaban a algunos.

Intentando controlar la respiración, buscando de esa forma la manera de tranquilizarme, escuché en silencio lo que pasaba a mi alrededor, viendo como el tío en el suelo, el tal Rapaz que ya conocíamos, poco a poco iba recobrando el conocimiento.

Menudo desastre de cara lleva. Joder, sí que se han ensañado con el pobre.

Apreté los dientes y el puño de la mano que no portaba el arma, evitando de esa forma que el enfado volviera a asaltarme y, de esa forma, me fuera a ganar un tiro en la cabeza. Bufé por lo bajo cuando el jefazo comentó que el apaleado vendría también con nosotros.

Genial... Un yonqui que aún está en su nube particular, un tío que no sé si podrá dar un par de pasos seguidos y yo que no tengo ni puñetera idea de manejar un arma. Menuda mierda de equipo... Espero que el tal Arnold sepa lo que se hace aunque... Como vea la más mínima oportunidad juro que le pego un tiro y me largo con viento fresco.

Una cosa era tener esos "maravillosos" pensamientos de fugas y demás y otra muy distinta que lo fuera a conseguir. Por ahora sólo podía hacer lo que me habían mandado, seguir al grupo y buscar a los infelices que habían cabreado al bigotudo.

Miré tanto a Viktor como a César y les hice un leve movimiento de despedida con la mano.

—Suerte... Tened cuidado. —Me volví a los de mi grupo para animarlos a caminar—. Venga, pongámonos en marcha ya.

Antes de partir pienso en pedir un arma, pronto recuerdo que se han llevado la mía, esto no le debe hacer ninguna gracia al Jefazo así que mejor me callo y obedezco.

Mientras andamos por los oscuros pasajes bajo la ciudad miro detalladamente al tal Arnold, ha de ser alguna especie de Rambo, porque si nos encontramos a los fugados, ni el yonkie, ni la niñita, ni el lisiado podremos hacer gran cosa, incluso intuyo que los otros dos se pasarán de bando a la primera oportunidad. Así que el Jefazo confía mucho en su hombre, o en que nos perderemos en este puto laberinto sin él.

- Deberíamos dirigirnos a las salidas y bloquearlas, mientras no puedan salir de los túneles los encontraremos o morirán de hambre.