Partida Rol por web

Todavía con los ojos cerrados noto una mano que coge la mía, y siento de pronto tanto consuelo que me aferro a ella con todas mis fuerzas.

Me levanto sin resistencia cuando tira de mí hacia arriba, y tras varios pestañeos me atrevo por fin a abrir los ojos. Aunque no hay mucha diferencia. Entre las lágrimas y las legañas terrosas atisbo un foco de luz en el que baila el polvo; todo lo demás es negrura. Y voces. Algunas me suenan, otras no.

Me dejo guiar por la mano que me lleva. Supongo que es la de ese tal Jack pero tampoco me importa si no lo es. En la celda de aquella gente he agotado los últimos resquicios de valor que me quedaban y ahora sólo deseo que todo esto acabe, como sea, pero que acabe.

Me asusté al ver, de repente, un punto de luz brillar iluminando una cara, pero no tardé en darme cuenta que se trataba sólo de un niño. Suspiré aliviada mientras hacía caso a las recomendaciones de Jack y me mantenía agachada, tal y como él me había pedido. Aún no sabíamos que había pasado y si los disparos continuarían.

No sabía cuántos estábamos en el túnel en el momento de la explosión y mucho menos sabía cuántos habíamos salido indemnes o casi, por ahora sólo había escuchado la voz de Jack y había visto al niño, pero un movimiento junto al señor Warsong me indicó que había alguien más, parecía otra niña o una adolescente, no estaba segura ya que mis ojos aún no se habían acostumbrado del todo a la oscuridad.

No hacía falta hacer comentario alguno, lo único que podíamos hacer en esos momentos era buscar una salida de aquella trampa, un lugar que fuera lo suficientemente seguro para poder detenernos a planear nuestros siguientes pasos. Así que, lo que hice fue seguir a los demás, esperando que Jack encontrara una salida de aquel maldito lugar.

Comenzáis a caminar dejando atrás la destrucción de los túneles pero, tras alejaros varios metros, escucháis un gemido de dolor a vuestra espalda seguida de una única petición de ayuda con voz débil. Sabéis que la voz es de un hombre pero, dada su baja intensidad y brevedad, no habéis logrado identificar a quién pertenece...

Poco a poco me iba haciendo a la oscuridad reinante, lo justo para apreciar algunos contornos y conseguir no darme de bruces con alguna pared o algo parecido. Caminaba intentando prestar atención, a falta de una buena visión, a cualquier sonido que me pareciera extraño, sobre todo voces o carreras que indicaran que había gente cerca de nosotros.

Quizás fuera la atención que estaba poniendo en poder escuchar, aislando los sonidos de nuestras propias pisadas, lo que me permitió oír un susurro muy débil. Por unos instantes creí que era producto de mi imaginación, debido a la tensión que estaba sufriendo pero, cuando presté un poco más de atención, estuve completamente convencida de que alguien se estaba quejando cerca de donde nos encontrábamos.

—Esperad... Me ha parecido escuchar algo, un quejido o algo parecido.

No me atrevía a levantar demasiado la voz, por eso mis palabras apenas habían sido un susurro. Me giré buscando el origen del gemido que había escuchado pero era incapaz de ver algo en aquella oscuridad.

—Podéis iluminar con la linterna por allí. —Mi dedo apuntó hacia donde creía que estaría la persona que se había quejado, sin saber si mis compañeros serían capaces de ver mi gesto.

El zumbido en mis oídos aun persistía, pero poco a poco comenzaba a irse, así que pude oír muy levemente un quejido detrás nuestro. Connor reaccionó mas rápidamente indicando el posible sector de donde provenía. Sentí algo de aprension. Lo primero que pasó por mi mente fue que si había alguien herido, ya sea por la explosión como por los disparos, no podríamos ayudarle. Fue solo un segundo, pero sentí que era mas "practico" ignorar esa voz y continuar. Pero ante todo soy un policía, así que me giré en esa dirección y camine a tientas, esperando un disparo o lo que fuera. La luz de la linterna nos delataba, pero sin ella no podríamos hacer prácticamente nada. Avancé barriendo el suelo con mis pies, buscando algo que impidiera mi movimiento, escombros, rocas, cuerpos... Quizás era alguno de mis guías el que se quejaba, como sea, ellos tenían armas que nos serian útil... Otra vez ese pensamiento...

La luz fue mostrandoos la escena de la que tratabais de huir. El suelo estaba lleno de casquillos, polvo y rocas que se habían desprendido del techo y las paredes. Hallasteis también lo que debían ser restos humanos calcinados y triturados por la explosión, una masa informe de carne y huesos repartidos por varias zonas de la estancia. Al fondo del todo, de donde provenía la voz y el lugar del que había venido Zoe, visteis que el techo se había desprendido completamente, taponando el túnel con un muro de escombros. Algo se movía lentamente debajo de esas rocas, aprisionado por toneladas de cemento y piedra.

Visteis también en el suelo una pistola medio quemada y con el cañón algo resquebrajado.

La luz de la linterna nos mostró la verdadera masacre que se había desatado, pedazos molidos de lo que antes eran personas adornaban el túnel. ¿alguien había sido capaz de salir de ese infierno? Me sorprende que nosotros hayamos logrado estar en una sola pieza. Antes que nada, levanté el arma y la miré rápidamente, la puse en mi cintura aunque sabia que no podría usarla. Estaba tan dañada que solo lograría volarme las manos. Pero podría servir para intimidar.

Me acerqué hacia esa sombra que se movía, pensando en mil y una tonterías mientras lo hacia. ¿Si era una persona atrapada? ¿Como la sacaríamos? ¿Podríamos perder tanto tiempo en alguien que fácilmente moriría luego? ¿Y si era el enemigo? ¿Nos ayudaría el sacarlo? Casi parecía que mi cerebro se empecinaba en analizar cada maldito paso que daba, mostrándome siempre lo mas oscuro de la situación.

El vello de la nuca se me eriza al oír el gemido, y a punto estoy de tirar de Jack para impedirle acercarse. No quiero saber si hay más supervivientes, no me importa de quién se trata ni si podemos hacer algo por él, lo único que quiero es alejarme de allí, encontrar una salida y abandonar los túneles de una maldita vez.

La linterna ilumina los cadáveres descuartizados y los miembros sanguinolentos y el cuerpo se me paraliza. Me sorprende no desmayarme. Siempre he creído que era una floja, aunque a veces me hiciera la dura; y sin embargo aquí estoy: mi pie casi roza lo que queda de un brazo y ni siquiera vomito. 

Con esfuerzo consigo alzar la mirada hacia Jack, que se acerca a la montaña de escombros. Si yo estuviera allí debajo también querría que me ayudaran, pero no estoy allí sino aquí, de una pieza, y como probablemente sea alguno de los que nos disparaban no tengo intención de ir a echar una mano.

El panorama que la linterna nos mostraba era dantesco. Tuve que aguantar una arcada al ver los cuerpos destrozados y, si por mí fuera, hubiera dado media vuelta echando a correr túnel adelante. Pero sabía que no me sentiría bien conmigo misma si no hubiera intentado ayudar a quien fuera que se estaba quejando, seguro que esos gemidos me hubieran perseguido durante el resto de mi vida.

Haciendo de tripas corazón, me posicioné detrás de Jack mirando el montón de escombros que aprisionaba al herido. La situación no pintaba muy bien, sobre todo para él, y me daba la impresión que lo único que podríamos hacer sería ofrecerle compañía mientras se moría. Con tal cantidad de piedras sobre él seguramente se moriría antes de que hubiéramos retirado una cuarta parte, eso sin contar con que no teníamos ni idea de cual sería la gravedad de sus heridas.

—Esto pinta muy mal...

Vuestra impresión fue que, tras varias horas de trabajo, podríais sacar al que estuviera debajo de ese montón de piedras y escombros. Sin embargo los peligros eran evidentes, un  nuevo desprendimiento que os sepultara también a vosotros, la llegada de nuevos enemigos o el fallecimiento del hombre que estaba debajo de las rocas y que no parecía estar consciente en esos momentos.

Michael huyó de lo que la luz revelaba, acercándose a Genevieve y ocultando su rostro entre la ropa sucia. El chico se mantuvo allí varios segundos hasta que al final murmuró una frase, apenas audible, en varias ocasiones -Quiero irme a casa...

No me siento con fuerzas para consolar a nadie pero dejo que el niño se aferre a mí.

-Yo también -le respondo antes de alzar la cabeza hacia los demás-. Vámonos. No podemos ayudarle, vámonos de aquí.

El lugar era un desastre, necesitábamos mucho trabajo para liberar al sujeto y no teníamos tiempo ni energía para ello. La voz de los jóvenes hizo que asintiera muy a mi pesar. No voy a arriesgar la vida de todos ellos, sabiendo que apenas estoy seguro si podre ayudar al tipo atrapado.

-Lo siento- murmuré asqueado de lo que estaba por hacer-. Tienes razón- dije a la joven-. Hay que garantizar nuestra seguridad... Aunque no nos guste- lo ultimo fue casi como un consuelo para todos, como diciendo que no teníamos otro camino más que ese-. Apresurémonos y pongámonos en marcha.

Estaba de acuerdo con el mocoso... Yo también me quería ir a casa. Y por muy triste que resultara tener que dejar a un herido por el camino, la situación no estaba para llevar más lastre del que ya llevábamos. Había niños con nosotros y no podíamos ponerlos más en riesgo del que ya corrían. Eso sin contar con que sería muy difícil que pudiéramos quitar todas esas rocas sólo Jack y yo, seguramente el hombre moriría mientras lo intentábamos y habríamos perdido un tiempo de lo más valioso. Y para colmo, había que añadir que aún no sabíamos si la gente del Jefazo, o como se llamara el gilipollas que nos había retenido, nos estaría buscando.

—Muy triste sí... No podemos hacer nada por él, pero sí podemos intentar salvarnos nosotros.

Tenía la garganta seca y lo que más deseaba en esos momentos, además de volver a ver la luz del día, era llevarme un poco de agua a la boca.

Nos pusimos en marcha, todos de acuerdo en que teníamos que sobrevivir, que no podíamos "perder el tiempo" con algo que solo nos atrasaría y que pudiera ser en vano. Apuré el paso, alejándonos cada vez mas de la persona atrapada, cada paso que daba me hacia sentir algo mejor, como si la responsabilidad se diluyera con la distancia. Ya no era un problema nuestro.

-Connors, ¿que fue lo que pasó cuando nos separamos?- susurré cuando estuvimos mas alejados-. Nosotros fuimos atacados por personas en trajes, como los de usan para protegerse de la radiación, creo que todos murieron, aunque no pude verlo por mi mismo. 

Intentando no tropezar con las piedras que pudiera haber en aquellos túneles, seguí a Jack con la intención de encontrar una salida de aquel lugar mientras nos íbamos poniendo en antecedentes de lo que había sucedido desde que nos habíamos separado. Al igual que hacía él, yo también hablaba en voz baja. Lo último que quería era encontrarme de nuevo con los tipejos que me habían capturado.

—¿Hombres con trajes especiales? Vaya... Todo lo contrario a lo que nos encontramos nosotros. —Me preguntaba cuánta gente había metida en aquellos túneles, los cuales parecían más transitados que el exterior—. Nosotros nos topamos con unos tipos que parecían llevar mucho tiempo viviendo aquí abajo. Demasiado locos para mi gusto. Gente armada, con su estructura jerárquica y todo. —Intentaba no perder el paso mientras seguía explicándome—. Había un tipo que se hacía llamar el Jefe, o algo así, y el resto parecían seguirle. Mala gente... te lo aseguro. Si les llevas la contrario no les temblará el pulso de pegarte un tiro. —Suspiré dando gracias de haber escapado de ellos—. Escoria, locos, lo peor de la sociedad supongo.

-Cuando me atacaron creo que usaron algo químico, me desmayé y terminé en manos de un grupo, no se, pero parecían ser gente normal. Un tipo llamado Aaron los lideraba, parecía ser un Padre o algo así. Quizás sera un titulo inventado, pero generaba devoción entre su gente- la historia de Connors parecía encajar en la mía-. Ellos me pidieron que entrara en otro grupo, gente peligrosa y adictos, para eliminarlos desde dentro. Antiguamente todos eran parte de un solo grupo, ex-adictos, pero unos quisieron eliminar a los mas debiles... Creo que eran las personas que te encontraste. Cuando íbamos hacia allí, nos encontramos de frente con el sujeto de pelo largo con el que se fueron ustedes, traía a estos jóvenes, pero entonces empezaron a disparar desde el túnel. Lo demás ya te es conocido.

Lo que Jack me contaba parecía tener mucho sentido. Uniendo lo que él había vivido a mis propias experiencias, podía hacerme una idea bastante aproximada de la "guerra" que debía desatarse a diario en esos túneles, así como la paranoia de los tíos con los que yo había dado.

—Tiene sentido... Mmm... Sí que lo tiene. Debimos caer en bandos opuestos que se deben estar rifando estos túneles... Tú con los "buenos"  y yo con los "malos". —Hice el gesto en el aire de las comillas aunque no estaba muy segura que me pudiera ver bien en la oscuridad apenas rasgada por el haz de la linterna—. Aunque mucho me temo que el término bueno o malo en estos subterráneos debe ser muy relativo. Por lo poco que he visto del lugar donde nos han retenido y lo que he conseguido hablar con los que estaban allí, la mayoría deben estar obligados y no precisamente muy a gusto.

Sólo esperaba no volver a encontrarme con ellos y lo único que quería era salir de allí y comprobar qué había sucedido en el exterior. Si Aidan estaría bien, y el resto del grupo, incluso si su familia habría sufrido algún percance... La vida allí abajo era muy distinta a la que ella estaba acostumbrada, sobre todo porque transcurría de manera muy distinta, ni siquiera sabía si era de día o de noche o el tiempo que había pasado desde que las explosiones nos habían aislado del mundo exterior.

—¿Creéis que tenemos posibilidades de salir de aquí y volver a nuestras casas? Si es que existen aún... Esto de no saber qué está pasando es bastante duro...

Vuestra conversación, protagonizada únicamente por Ze y Jack, continuó desarrollándose lentamente mientras caminabais por la oscuridad del metro sin orientación alguna ni un destino claro. A vuestro alrededor continuaba el peso del silencio, solo cortado por vuestra voz, la impenetrable oscuridad y el hedor propio de los ambientes opresivos y cerrados. Fue ese hedor o, más bien, su ausencia, el primer síntoma de que estabais llegando a una zona diferente, aunque ninguno fuisteis capaces de percataros de ello en un primer momento.

Frente a vosotros, a no más de veinte metros, escuchasteis la voz del crío, que se suponía iba al lado de Genevieve. En algún momento indeterminado el niño se habría adelantado a vosotros y acelerado el paso, aprovechando la oscuridad y el murmullo de vuestro diálogo para distanciarse.

¡Eee! ¡Venid aquí! ¡he encontrado la luz! -gritó el joven frente a vosotros con un claro tono de orgullo en su voz.

Cuando os encontrasteis con el chico pudisteis comprobar que las palabras del niño no estaban erradas. Frente a vosotros se encontraba una estación en la que se evidenciaba el daño sufrido por los bombardeos. Las paredes estaban rajadas, con numerosas baldosas caídas y ladrillos quebrados. En el suelo se amontonaba el polvo, los escombros caídos del techo y paredes y los restos de las bombillas caídas. Junto a todos los desechos visteis rastros de la presencia humana, una muñeca tirada en el suelo con el pelo sucio, algunas latas de bebida vacías y un pequeño bolso que alguien dejó caer. 

Sin duda la estación no era de las más grandes de la ciudad, probablemente fuera de una línea secundaria que recorriese los suburbios de Vega. Pero era un lugar desde el que salir al exterior.