Partida Rol por web

El hombre llamado Jose María parece optar por callar ante vuestras respuestas cortantes que critican su actuación. 

Entre todos ayudáis a los ancianos a acelerar el paso y, con ayuda de los pañuelos de Jack, parece que ambos se relajan un poco y su respiración se vuelve algo más tranquila. 

El extraño hombre del que habló Jose María es el que hace de portavoz, respondiendo a vuestras preguntas -Ninguno de nosotros estamos heridos pero debemos salir de aquí cuanto antes, la nube de polvo no es buena para nuestros pulmones. Detrás de nosotros el techo se ha derrumbado, me temo que todos los que quedaron en la estación deben haber muerto.

El hombre mayor, unos años más joven que la mujer y con mucho mejor aspecto, responde a las preguntas de Zoe mientras se tapa la cara y la nariz con el pañuelo -Si, si, yo puedo caminar, solo estoy algo aturdido por la explosión y un poco asfixiado. Marisa es más mayor y tiene problemas en los pulmones y el corazón, ella si debe necesitar ayuda para salir de aquí. Gracias, gracias por todo.

Rob asiente y se dispone a contestar cuando escucháis ruido en el túnel que queda frente a vosotros. Ha sonado como algo pesado cayendo al suelo, tal vez sea una parte del techo pero puede que sea otra cosa.

El chico, aún con la pistola en la mano, te hace un gesto para que guardes silencio y, usando las manos y el resto del cuerpo, te pregunta sobre si os acercáis a investigar que ha sido eso.

El hombre se lleva una mano a la cara, pensativo -La salida por la que hemos venido es ahora solo un montón de escombros ardiendo, no creo que puedas salir por allí y menos en tu situación. No es que me importe pero usa un poco la cabeza, si tu familia estaba donde han caído las explosiones, los misiles o lo que fuera eso estarán muertos. Si no lo están se habrán escondido esperando que la situación se normalice. Que salgas fuera solo será un suicidio y, según yo lo veo, matarte ahora sería muy estúpido por tu parte si ellos siguen con vida.

Me desplazo para ayudar a la señora que dice llamarse Marisa. Es cierto lo que dice el anciano. Debemos salir pronto, antes que nos envuelva la nube de polvo y humo.

Paso su brazo sobre mi hombro, cargando su peso sobre mi cuello.

Debemos avanzar. Dado que la estación ha desaparecido, solo no queda un destino posible.

Señalo el oscuro túnel que se abre ante nosotros...Seguir adelante

No puedo evitar un estremecimiento al conocer la suerte que han debido correr los infelices que se quedaron en la estación, y más aún sabiendo que tan sólo unos minutos antes yo estaba allí. Apartando aquellos lúgubres pensamientos de mi cabeza me centré en la situación actual, al fin y al cabo ya no se podía hacer nada por aquellos desgraciados, en cambio nosotros teníamos que preocuparnos por seguir con vida.

Le dediqué una sonrisa tranquilizadora al anciano mientras, cogiéndole del brazo, comenzábamos a caminar túnel adelante.

-¿Alguno sabe la dirección que estamos tomando? ¿Hacia dónde nos dirigimos?

Había otra pregunta que me quemaba la boca, pero quizás ahora mismo no era el momento de realizarla. Cuando llegáramos a un lugar más seguro, entonces... quizás... me preocuparía por saber por qué demonios había sucedido todo aquello y sin previo aviso.

Raymond se acercó para echar mano de la vieja así que, ahora que la llevábamos entre los dos, la mujer podría llevar mejor ritmo.

- Ya pues señora... esto va a merecer una mención en su testamento o no!? - bromeaba con la anciana para intentar que no se bloqueara en esa situación. No daba la impresión de tener mucho ánimo por sobrevivir.

- ¿Es su hija vieja? - dije localizando en la oscuridad a la muchacha que les había pedido ayuda.

Cuando Zoe preguntó, negué con la cabeza.

- No tengo idea nena pero ¿tampoco hay alternativas verdad? - se dibujó una mueca de resignación en su rostro - órale, sigamos pues - y volviendo a sonreír añadí - tú mantente cerca.

-Entiendo- dije simplemente al escuchar la respuesta del hombre de pelo largo. Así que nadie había sobrevivido... o espero que si lo hicieron no estén atrapados bajo los escombros, eso seria todo un infierno-. No se preocupe señor, estamos para ayudarles- miré hacia adelante, escuchando lo que decían Mendes y Connor, ninguno de nosotros sabia como estaban los túneles, así que lo único que podíamos hacer era mantener el ritmo y procurar orientarnos desde el comienzo-. Continuaremos por el túnel hasta salir de todo este polvo, esperaremos a que pase- no quise mencionar la palabra bombardeo o ataque-, y luego seguiremos hasta la próxima estación-. Señor Jose Maria, procure ir delante nuestro con su móvil, usaremos fuentes de luz de uno en uno, para no derrochar baterías- si todos sabían que hacer, si tenían un plan y una meta no pensarían en lo que estaba pasando.

El aire parecía que traería algunas buenas noticias - si es que a salir de un túnel a oscuras a un mundo que no sabían como había quedado se le podían considerar buenas noticias... - y siguieron caminando. La mejor opción era intentar que el mechero no se apagase, era mejor un poco de luz que ninguna.. puesto que ni si quiera sabían con exactitud donde se encontraban.

- No debe quedar mucho - espetó Nacer mientras continuaba la marcha.

Duro pero real, el tipo me deja un momento sin palabras. Pocas veces me ha pasado en mi vida, no tener una réplica inmediata. Retrocedo arrastrando la pierna magullada hasta que mi espalda da con un muro y me deslizo para sentarme.

- Tiene razón, tengo que usar más la cabeza - Digo mientras me palpo la pierna para tratar de saber qué tipo de lesión tengo - ¿Saben qué ha sucedido? ¿Estamos en guerra?

Las palabras de El Jefazo fueron acertadas, ahora mis prioridades son ver qué puedo hacer por mi pierna y enterarme qué está pasando afuera. La ansiedad de ver cómo está mi familia puede matarme

Aún no se me ha pasado el susto que me he dado al descubrir el cadáver del guardia y el corazón ya vuelve a darme un vuelco con el repentino ruido en el túnel cercano.

Sin dejar de mirar de reojo la oscura embocadura frente a nosotros atiendo a los gestos de Rob. Asiento, pues aunque el cuerpo me pide echar a correr en la dirección opuesta, necesitamos salir de aquí. Quizás sea un superviviente, me digo para tranquilizarme cuando echo a andar hacia allí, aunque mi mente me traiciona pensando que tal vez sea el asesino.

Le cedo a Rob la linterna. Si tiene que disparar, será mejor que la luz enfoque a donde debe.

La radio no vuelve a emitir mensaje o, al menos, tu radio no es capaz de recibir la información desde las profundidades del metro. Armado con tu rifle e iluminado por la linterna te adentras en los oscuros senderos, buscando un lugar por el que escapar o, al menos, evitar la nube de polvo que te rodea.

Tras media hora andando por pasajes en ruinas y abandonados. Durante ese tiempo las ratas han sido tu única compañía. Te has visto obligado a elegir entre distintas intersecciones, sin tener ni la menor idea de que opción era la adecuada, obligándote muchas veces a volver sobre tus pasos tras llegar a caminos sin salida o a zonas en las que los techos se encontraban hundidos, impidiéndote el paso. El hambre se hace de notar por medio de un ligero pinchazo en el estómago pero tu mayor preocupación es la falta de agua, aumentada por el polvo que has tragado durante tu descanso.

Absorto en tus pensamientos casi pasas por alto un cuerpo tumbado en la esquina de uno de los túneles del metro. Parece ser un joven de poco más de veinte años, de piel pálida y pelo sucio. Parece dormir plácidamente, seguramente por culpa de algo que se ha metido en el cuerpo, hecho atestiguado por la jeringuilla que descansa vacía a su lado. Sin embargo no es lo único que tiene el chico, que parece vivir en la red de túneles. Junto a él hay una bolsa con varios paquetes de galletas, un par de botellas de agua, otro par de refrescos, leche deshidrata y un par de bocadillos duros.

La anciana responde como puede a César, negando que la muchacha sea su hija, mientras que José María hace caso de Jack y se pone en primera fila, ahuyentado las sombras con su móvil.

Camináis lentamente, frenados por el paso de la pareja de avanzada edad, especialmente por la mujer. Vuestro rumbo es incierto, atravesando túneles por donde el metro solía pasar, evitando tocar los raíles. Tras diez minutos caminando notáis que la nube de polvo ha disminuido hasta el punto de casi desaparecer. Además veis que frente a vosotros las vías siguen su camino pero hay una puerta a cada lado del túnel.

El hombre que lidera la marcha se detiene, iluminando ambas puertas con su teléfono -Tal vez deberíamos ver que hay detrás de estas puertas. O puede que si seguimos andando lleguemos a una estación que se encuentre operativa ¿que decís vosotros?

El anciano aprovecha la parada para sentarse y descansar un poco -Vosotros decidís, que sois jóvenes. Yo ya solo soy un anciano, hoy fue mi fiesta de jubilación. Mi hermana y yo volvíamos de ella cuando empezaron a caer las bombas -dice el hombre señalando a Marisa, la anciana.

Se puso de cuclillas, observando la bolsa por un largo tiempo. ¿Enserio me lo estoy planteando? Joder, pero tengo hambre...

Se mordió la comisura del labio inferior, apretó los ojos y le dio mil vueltas. Sujetaba su rifle con su diestra y con la mano izquierda abrió la bolsa del joven, cogiendo un refresco, la mitad de las botellas de agua y las galletas. Se lo guardó todo en su mochila, menos una botella que abrió y a la que dio un trago.

Estaba ya apunto de irse cuando la conciencia le dio un ataque moral, se sentó y saco un lapiz viejo y una hoja de papel de su agenda de patrullaje, ya no le haria falta.

Escribió: "Siento lo de la comida y el agua, de verdad me hacian muchisima falta, si volvemos a vernos te lo pagare -ATT Nasty"

Dejo la nota en la bolsa del pobre yonki y se levantó, estaba cansado, agotado mentalmente. Continuó andando por los tuneles, dandole de vez en cuando un trago a la que ahora era SU botella de agua.

El polvo fue una jodida molestia todo el camino, a pesar de que usaba mi brazo libre para cubrirme la boca, sentía una incomoda molestia en la garganta y la necesidad de tomar agua aumentaba. Intentaba calmarla salivando mucho y tragando de vez en cuando pero apenas ayudaba un poco. Por suerte después de un rato dejamos atrás esa mierda y descansamos unos minutos.

-No perdemos nada con ver que hay- dije cuando José Maria encontró esas puertas. No creo que haya agua o comida, pero tampoco haría daño fijarse-. Descansen un poco iré a ver si encuentro algo útil- una vez mas no podía quedarme quieto, aunque también necesitaba un respiro. Las palabras del anciano arrancaron una sonrisa amarga en mi rostro. Era una mierda el retirarse justo cuando no se podía disfrutar de ello... Aunque no conocía a ningún jubilado que viviera tranquilo, el dinero jamas alcanzaba y una misera pastilla costaba una fortuna.

 Me acerqué a la puerta de la izquierda, intentando abrirla sin ponerme delante de la misma. No sé que o quien podría estar del otro lado, así que mas vale precaución.

Rob sujeta la pistola y la linterna de forma torpe, tratando de imitar a los policías de las series de televisión. Comenzáis a andar lentamente por el túnel, nerviosos ante la posibilidad de que sea el mismo hombre que ha acabado con el guardia de seguridad. Tras torcer una esquina a pocos metros veis a un joven de color junto a dos bolsas repletas de comida y alimentos.

El chico, que parecía estar esperándoos pues debió ver la luz de la linterna, retrocede asustado en cuanto recupera la visión que la luz le ha arrebatado, seguramente por la pistola que Rob empuña

¡Esperad, no me hagáis daño! No quiero problemas, no me disparéis por favor -os suplica asustado.