Partida Rol por web

Maldito bastardo ¿tampoco podías morir en este accidente? -te dice la voz nada más responder, algo distorsionada -la suerte parece estar de tu lado pero eso tiene que acabar. Te espero en la vieja estación de metro de la calle Bulevar Azul, es hora de que pongamos fin a esta historia y de que hagamos justicia. Por Vera.

Estupendo -te responde la joven, tornando su rostro de nuevo a la amabilidad. Pocos minutos pasan hasta el retorno de Margarita que hace pasar a la joven a un pequeño despacho para hacer negocios.

Tras más de una hora de conversación la joven se marcha, despidiéndose de ti con simpatía, y tu jefa, pálida y nerviosa, da saltos de alegría pese a su edad -Los hemos vendido todos chica, todos. Voy a tener una jubilación de oro. La semana que viene cerraré el negocio por lo que solo trabajarás para mi una semana. De todos modos no te preocupes en demasía, parece que a la joven le has caído bien y ha aceptado el precio que le he propuesto a cambio de que tu ganes un 3% de la transacción, dinero de sobra como para que vivas más de medio año sin trabajar. Aunque de todos modos te lo habría dado, no tengo familia y no voy a ser capaz de gastar tanto dinero en los años que me quedan -te dice la anciana, abrazándote con dulzura.

Los días de la semana siguiente se pasan rápidos. Solo cinco días después de cerrar el contrato recibes un paquete, un pequeño libro antiguo con una pequeña nota bajo su cubierta.

Los salvadores se reúnen en la oscuridad, bajo las ruinas de la vieja estación Alegría Norte. Debes vestir con ropajes verdes y responder "tal vez" y "puede" a cada pregunta.

Sales a la calle para hablar con algunos vecinos e informarte de lo que ha podido ocurrir. La gente ha formado pequeños corrillos donde van intercambiando rumores de problemas venideros con justificaciones muy variadas. Lo que te llama especialmente la atención es que tres de los allí reunidos tenían familia en Nueva Esperanza que no responde a las llamadas, algo poco habitual en ellos según afirman tus vecinos.

No hay ningún comunicado oficial, siquiera la policía está presente, pero el pánico comienza a extenderse poco a poco y muchas personas se encierran en sus casas, negándose a asistir al trabajo, mientras que otros buscan más información o reúnen variadas existencias de las tiendas que si han abierto.

La inquietud me produce una comezón en el cuerpo. Es hora de moverse o ser pasto para las llamas. Vengo planeando e investigando el asunto hace un tiempo. Antes de que Tina y el niño despierten saco la pistola del escondite y me la pongo a la cintura. Lo mejor para estos trabajos es tener al menos un compañero, pero hace mucho que no me contacto con mis antiguos colegas así que tendré que hacerlo sólo. Completo mi equipo con algunos bolsos, mochilas o valijas que haya en mi casa.

Salgo con supuesto rumbo al trabajo, pero tomo por los túneles que he aprendido de Floro. Por un momento me pregunto qué pensaría el anciano si supiera lo que planeo hacer. Transito por los pasadizos que mejor conozco, voy en busca de alguno de los negocios que he estudiado antes, de los que conozca entradas y salidas. Con suerte encontraré algún almacén o depósito de alimentos que no haya abierto hoy a causa del caos para poder forzar alguna entrada. Cuento con poder hacer un simple hurto, sin violencia, aunque si no existe la posibilidad tendrá que ser por las malas.

Tienes ya el objetivo en mente, una zona de un barrio de nivel medio bastante alejado de tu hogar. Tras casi una hora andando llegas al lugar y observas ambos objetivos antes de decidir, un comercio grande, con gran cantidad de provisiones y bastante abarrotado por un lado y, en el otro, un pequeño comercio que se encuentra cerrado, con bastantes menos productos y cuyo dueño es un simpático anciano.

Viktor salió del hospital con ganas de poner en orden las pocas cosas que le quedaban y sobretodo recuperar su pistola y efectos personales.-Coge la llamada ahora hablamos.-Comenta viktor mirando con ojos entrecerrados el horizonte, la luz le quemaba y le molestaba para pensar...

Nacer cogió el teléfono con extrañeza. Pasaron unos segundos en los que parecía que escuchaba lo que alguien le decía al otro lado. Su rostro se volvió más serio, bajó el móvil y miró a su nuevo compañero.

- Necesitamos ese arma, ahora - fue todo lo que acertó a decir. Sabía que este momento llegaría,  no quería venirse abajo, no quería desmoronarse, más aún sabiendo que ese tipo tenía el móvil de sus padres, por lo que seguramente los tendría a ellos. Se merecía un castigo por lo que pasó, pero sólo él... nadie debía pagar por sus errores. 

Sintió la necesidad de meterse algo, los últimos sedantes que le habían dado comenzaban a desaparecer de su torrente sanguíneo... 

Viktor ladeó la cabeza mientras pensaba en aquel camello sirio que le consiguió su revolver"¡Y solo con dos muertes en su registro!" Pensando en aquel tipo como su próxima visita para obtener algo de potencia de fuego...además si queria pillar a ese cabrón debería de empezar a crear algunas cositas y sobretodo comprarse el libro de cocina del Anarquista, un tomo de preparación de explosivos caseros bastante bueno...le dijeron por ahí.

Que dices?.-Reaccionó Viktor saliendo del ensimismamiento.-Un arma dices?pues ve preparando la pasta si tienes, vamos a comprar una...o dos y puede que algún juguete.-Viktor sonrió con la malicia que solo alguien cruelmente vengativo puede hacerlo.-Antes compraré algo de comer para el camino, iremos a mi casa, allí haré una serie de llamadas y me explicaras que pasa.-Señaló el camino a seguir y silbó para parar un taxi, era pobre pero ganaba la pasta suficiente para permitirse esos lujos.-Vamos, tenemos que empezar a conocernos.

Cogéis un taxi con algo del dinero que el padre de Nacer le dejó en el hospital y llegáis a un burguer donde pedís algo de comer. El restaurante está más vacío de lo normal pero aún así sigue habiendo gente.

En la mesa de al lado vuestra se sientan un grupo de estudiantes de unos quince años que charlan dando voces. Uno de ellos les cuenta a los otros sobre un grupo de militares que, enviados a sofocar una protesta de trabajadores, mataron a más de la mitad. Continúa afirmando que el grupo está compuesto por presos que han obtenido su libertad a cambio de ayudar al gobierno. Otro de los jóvenes, una chica que pese a la edad tiene unas curvas bastante sugerentes, interviene en la conversación diciendo que ha escuchado que la ciudad de Nueva Esperanza, la megalópolis más grande y rica de todo Arimor, ha sido arrasada por algún tipo de bomba.

Ya tengo estudiadas mis posibilidades desde hace días, sin embargo me lleva toda la hora de camino tomar una decisión. Si tuviera al menos un compañero no lo pensaría dos veces, el comercio grande tiene más mercadería y lo bueno de no hacer daño a un pobre viejo, pero seguramente también tiene más seguridad. Sería peligroso intentarlo sólo. Está decidido, iré a lo del viejo. Esto pensado en los primeros 15 minutos de caminata.

Luego, el remordimiento. Por algo dejé estas andadas, el viejo se busca la vida como cualquiera de nosotros y me remuerde asaltarlo, encima tiene poco que ofrecer… Está decidido, correré el riesgo en el gran comercio.

Pienso en Tina, en el niño, ya no estoy sólo. No puedo arriesgarme a que me peguen un tiro o terminar preso. ¿Quién cuidaría de mi familia? Que se joda el viejo, cada uno vive como puede y a mi familia le hace falta lo que él tiene, lo siento por él.

Termino mi cigarrillo entre las sombras, toco mecánicamente mi arma en la cintura. Sin pensar estoy frente al gran comercio, cambio de planes de último momento.  Entorno los ojos, tratando de ser más astuto que la seguridad del lugar. Me doy una idea de donde puede haber alarmas, tengo que ser creativo  porque el riesgo es grande. Lo único que no he podido mirar con atención es una posible entrada por el techo, quizás deba empezar por ahí, si es que  es posible trepar por algún lado.

Nacer apenas tenía hambre por lo que pidió el primer sandwich que ojeó en el menú y apenas lo tocó. Escuchaba la conversación de aquellos jóvenes y se daba cuenta que todo se desmoronaba. Pero aquello, por raro que le pareciese, no era su principal preocupación ... así que miró a Viktor.

- Alguien tiene a mis padres - le dijo en un arrebato de sinceridad - . Hace unos años tuve un accidente con mi novia, ella murió ... y ahora alguien cercano a ella quiere venganza y tiene a mis padres, por eso necesito el arma - lo soltó todo casi como disparando, sin contener el aire y sin hacer una sola pausa, como si quisiese quitarse el lastre de encima. - Debo ir a la vieja estación de metro Bulevar Azul y acabar con esto para siempre, no tengo más tiempo que perder, necesito un arma. 

Cuando aquella chica se marcha celebro con Margarita la venta.
-Gracias -le digo respondiendo cariñosamente a su abrazo. Me alegro sinceramente por ella, y, la verdad, también por mí. No sé a cuánto ascenderá ese 3% pero seguro que mejora mi situación.
Los días siguientes ayudo a la anciana con el poco trabajo que queda. He estado poco tiempo con ella pero va a darme pena despedirme. Es como la dulce abuelita que nunca he tenido.
El mensajero me sorprende limpiando el polvo de las viejas estanterías ya vacías. Coloco el paquete en el mostrador y lo abro con cierta emoción. Al leer la nota me siento como en una película de misterio, como una espía o una investigadora sumergida en un antiguo enigma. Guardo la nota y el libro en la mochila que me compré hace un par de semanas y espero ansiosa la hora de cerrar para ir de tiendas. Necesito ropa verde para la reunión, aunque tal vez celebre mi parte de las ganancias y me compre cosas de otros colores... Hace taaanto que no estreno nada...
Con paso ligero y una sonrisa llego camimando a uno de los grandes centros comerciales de Vega.

Victor si tenía hambre, el y su cuerpo tenian una buena comunicación y sabia que este no respondía igual si no iba bien alimentado asi que el pidió una buena hamburguesa con patatas y refresco grandes y se sentó con Nacer.-Bien...-Dijo tras esccuchar a Nácer.-Iremos a por ese arma y mataremos a ese tipo...pero come algo antes, necesitas energías para lo que viene y para matar a ese tipo.-No era la primera vez que Viktor mataba a alguien y a ese paso no sería la última, pero siempre y ante todo las cosaa había que tomarlas con calma...o acabarás en un hospital con un tiro en un pulmón...o algo peor.

Mientras comía escuchaba a los chicos un par de años menores que ellos mismos y asintió.-La verdad la cosa parece estar muy jodida, yo estuve en el tiroteo de la zona pobre de hace un par de semanas y ya se está mascando la tragedia en el aire.-Cuando terminó de comer se puso en pie.-Vamos a por eso, Nacer.-Le instó a seguir adelante, a buscar un arma

Nacer dio un par de bocados a su sándwich, con más desgana que otra cosa y se levantó a la par que Viktor, dispuesto a conseguir ese arma y acabar con aquella situación de una vez por todas.

Salís de la zona segura de la ciudad y entráis en los barrios más pobres, hogar de Viktor y lugar de trapicheo habitual de Nacer. Allí veis que la poca gente que hay en la calle está alarmada y tensa, que la mitad de los negocios están cerrados y que hay una notable ausencia de fuerzas de seguridad del estado.

Pese a ello os dirigís al lugar donde habitualmente está el contacto de Viktor y lo encontráis en ese momento saliendo por la puerta. Es un hombre adulto, de unos sesenta años, piel bronceada y estómago abultado oculto bajo una gabardina de color negro -Ey, hola ¿que queréis? Vamos rápido chico que tengo prisa por irme de aquí.

Entras al centro comercial con un buen puñado de billetes fruto de la recompensa que la anciana Margarita te ha dado. La verdad es que has tenido mucha suerte, por una vez en tu vida.

A tu alrededor la gente, cargada de bolsas, entra en las innumerables tiendas adquiriendo productos de todo tipo, ropa, joyas, comida, tecnología o animales. Pese a la pobreza que gobierna en algunas partes de la ciudad muchos de los ciudadanos son de clase media, con la suficiente capacidad y la incipiente necesidad de consumir.

El centro comercial está en el piso inferior de un bloque de pisos por lo que la única entrada que ves es la delantera, con alarmas y un guardia de seguridad permanente, y una férrea entrada de mercancía en un lateral de la calle, a la vista de los traunseuntes.

Viktor miró a un lado de la calle y luego al otro.-Creo que el tema de las armas de fuego es mejor hablarlo en privado.-Le dijo Viktor en voz baja.-Aunque para acelerar la cosa, necesito un par de armas por seguridad mas que nada.-Dijo Viktor lanzando una mirada de soslayo a Nácer.

El hombre os mira con cierta molestia, aunque le estáis ofreciendo beneficios -Mirad chicos, los tiempos que corren no son los mejores y he decidido cerrar el chiringuito. He vendido tantas armas en las últimas semanas que puedo afirmar que se avecinan problemas por lo que prefiero largarme de esta ciudad antes de que sea demasiado tarde. Me queda una pequeña glock aquí con un único cargador pero os saldrá muy caro si lo queréis pues era un arma para mí -os responde abriéndose la gabardina y mostrandoos el arma en una funda colocada sobre la parte izquierda de su pecho.