Partida Rol por web

El Salón de Mármol Blanco es una edificación relativamente nueva. Pese a que el edificio lleva cientos de años construido (en la Barriada del Fin del Mundo), jamás lo habías visto antes. Su riqueza y opulencia resulta obscena para alguien que ha vivido en una Arkhania rodeada de una burbuja aislante. Pero en este tiempo, la burbuja jamás existió y la ciudad que en tus recuerdos había sido un núcleo autónomo por sí mismo, es ahora una muestra de poder. Ciudad de conquistadores que nutre sus arcas y su dominio más allá del horizonte. Reflejo de esta solemne codicia es el lugar donde te encuentras ahora.

Eres el primero en llegar, escoltado por un soldado de La Guardia Roja. Allí, te aguardó un rostro conocido.

No me puedo creer que por fin haya regresado. Le estrecho en un abrazo afectuoso, me aparto, sostengo sus mejillas y le miro a los ojos. Vuelvo a abrazarlo. -Por fin estás aquí.- Le digo con sincera emoción.

-Me sorprende que no haya cambiado nada desde tu partida. ¿Llegaste a conseguir algo?¿Tuvo éxito el envío?- Le pregunto visiblemente excitada -No importa eso, ya me lo contarás todo. Ahora, vayamos a ver al rey. Hay que informarle de tu llegada.- Su mirada de asombro me impresiona de forma palpable -¿Qué?- le pregunto mientras su mirada se dirige al retrato del monarca, analizando los rasgos. Es entonces cuando entiendo. -¡Tuvo éxito!- Las repercusiones de sus acciones serán para él un misterio. -¿Me pregunto en qué tiempo manipuló los hilos?¿Se habría encontrado con aquellos que viajaron después?- Lo miré con suspicacia, regresé a las puertas y las cerré antes de continuar con la conversación -Es la primera vez que oyes hablar de un rey. ¿Verdad?- Asiento yo antes que él, no hace falta que conteste. Su ceño fruncido y su mirada hacia el retrato es una respuesta en sí misma -Uff... sí que ha cambiado- digo con preocupación en el rostro. Deslizo el índice por la barbilla -Ciertamente no sé por dónde empezar-.

-Aquí todo es sencillo. El rey- digo poniendo la mano lo más alto que puedo, simulando un escalón -El general de la Guardia Roja- señalo en el segundo escalón -El Consejo de Sabios- que componen el tercer escalón -Los Caballeros de Arkhania- cuarto escalón -Los habitantes de la superficie- quinto escalón -Los habitantes de los niveles inferiores- sexto escalón -los presos de Arokhan- séptimo escalón -y en último lugar, los muertos.- Octavo escalón.

Hago una pausa para que entienda las implicaciones y lo repito una vez más. -Soy miembro de La Guardia Roja. Hasta hace pocos días nuestro general era Daxherina Ir'van. Hasta que la sustituyó Yurik a su regreso- Tuerzo un poco el rostro -Me duele que no sepas eso, que no lo recuerdes. Nos costó mucho ponernos en donde nos encontramos ahora.- Muestro mi molestia colocando los brazos en jarras, pero luego me relajo. Ahradiel no tiene la culpa. -Toda la familia somos miembros de La Guardia Roja. Emma también.- Comento mirando hacia la puerta y sabiendo que no tardará en aparecer.

-El monarca es nuestro aliado.- Digo convencida aunque mi semblante es serio.

-El rey...- Rectifico, mejor continuar con los cargos -La Guardia Roja controla los portales que tan importantes son para nuestra causa.- Saco el reloj de bolsillo y le hecho una ojeada -Nuestro rey aún está en la capilla rezando a Unrir por lo que tenemos tiempo- comento con aire desinteresado. -Usamos los portales para comunicarnos en todo nuestro territorio y para que los arkhanianos no arriesguen sus vidas, en las labores de conquista usamos presos militares o reos que vamos sacando de prisiones ajenas y lejanas. En las misiones imposibles son mandados únicamente presos. En las importantes o diplomáticas que pueden salir mal, les acompañan Caballeros de Arkhania. Pero en las más delicadas o que amenazan directamente la ciudad, nosotros les acompañamos.-

En menos de un momento le cuento lo que considero más importante. Saco un paño rojo y se lo ofrezco. -Ponlo donde gustes pero en lugar visible. Atado al brazo, en la cabeza, el cuello. Yo llevo el mío aquí- Señalo mi pañuelo rojo atado al muslo izquierdo. Sonrío.

Un soldado accede respetuosamente en la estancia -Señores Ur´Dómine- hace una reverencia -La princesa acaba de llegar. Ha conseguido forjar la alianza con ciudad Azur siendo favorable a nuestras provincias del Este bajo su mandato, un éxito digno de elogio, pero los Scahrossar nos siguen dando problemas.- Comenta con la mirada cargada de entusiasmo.

Inmediatamente Elvurith le pregunta -¿Por dónde viene?- refiriéndose a la princesa -Va a entrar a palacio en breve. Está atendiendo a las gentes y recibiendo la admiración que merece.- De pronto tanto el soldado como la elfa comparten una sonrisa pícara.

-Vamos- te dice apresurándote hacia la entrada.

Todo el camino está plagado de riqueza, mármol, ribetes dorados, plateados... sedas, tapices, complejos escultóricos... descendéis por una amplia escalera de mármol y al llegar a la base, la gran puerta de piedra tallada e hierro forjado se abre y al palacio entra la princesa con su escolta.

Tienes recuerdos cruzados que se mezclan con la realidad. En ellos es el rostro de una niña pequeña pero ahora, hacia ti, camina una mujer de paso firme y coraje indómito. Mientras su escolta saluda a los cortesanos que allí se reúnen, los ojos de ella están clavados en ti. A su derecha se encuentra el general de los caballeros de Arkhania, Falco Henkel. A su izquierda, un Nek Zeros ausente de la influencia del diablo.

La princesa pasa por tu lado, sosteniendo la mirada con elegancia. -¿Quizá ha sonreído?- no estás seguro.

Todo era bastante confuso, aunque me sentía aliviado de haber vuelto a mi época junto con Ema, había tantas cosas tan diferentes... todo era un misterio, el lugar donde estábamos, las explicaciones que Elvurith me ofrecía solo servían para avivar más mi curiosidad, había tantas cosas que quería saber... y cuando entró aquella princesa acompañada de Yuric y Nek.... bueno, simplemente no podía creerlo, sin embargo, obedecí, até el distintivo rojo en las evillas que sostenían mi espada, y aguardé a que su majestad y su escolta se retirasen para poder formular a mi cuñada una pregunta que me carcomía por dentro -...¿Qué hay con Irae?- no estaba seguro si me iba a gustar la respuesta, todo parecía muy diferente y en ningún momento mencionó a la familia Eimonim, la cual era bastante importante en mi línea temporal... o lo era hasta antes de su caída...

Mi rostro refleja la extrañeza de la pregunta -Sabes que nunca estuve a favor de esa aventura. Pero después de lo que os hizo a vuestra hija y a ti, me sorprende que preguntes por ella- digo con sinceridad y un temor aflora a mi rostro, un temor en el que Ahradiel haya vivido una relación diferente con esta drow en otro tiempo -No. No es buena para ti. Os abandonó e intentó matar a vuestra hija. Tú la salvaste antes de marchar a la misión y los druidas tuvieron que volver a salvarla. Ahora es una iniciada en el sacerdocio de la diosa Lolth a la que veneran con ciego fanatismo.- Le contesto esperando ver su reacción.

Aquella respuesta hizo que el color abandonara mi cuerpo... sentí nauseas, por un momento me sentí mareado, ¿Era aquello verdad? no, simplemente no lo podía creer, instintivamente llevé mi mano a la argolla que había en mi dedo, símbolo del pacto que aquella Drow y yo habíamos concebido hacía tantos años, simplemente, no la creía capaz de aquello, era... demasiado... -Debe ser una broma... no, eso no es posible, yo la desposé... por favor dime que es una broma...- mis ojos suplicaban por una respuesta que en mi corazón sabía que no obtendría... pero no podía simplemente dejar las cosas así... y mi semblante normalmente afable y despreocupado, fue ensombrecido por el pesar.

Vi a lo lejos a mi padre y Elvurith. Hablaban. Apreté el paso para reunirme con ellos pero, al llegar, vi que el semblante de ella era de extrañeza y, sin embargo, los hombros de mi padre caían como afligidos por un gran peso. -Padre- dije con un hilo de voz para que se diera la vuelta. Por fin estábamos juntos y supe que su pesar era debido a alguna variante de los tiempos que no es como debería ser. Apreté los puños ante esta realidad pues sabía que nada podríamos hacer salvo adaptarnos.

Escuché suavemente, casi alejada, la voz de mi hija, lentamente giré hacia ella, intentando forzar una sonrisa, intentando parecer como si todo estuviera bien, cosa que seguro debía ser inútil a estas alturas, pero debía intentarlo -ya te recuperaste Emma?- pregunté aliviado por poder reunirme con ella después de tanto tiempo seguro  también se enteraría de los cambios, y más pronto que tarde, a fin de cuentas era tan buena como yo, si no es que ya me había superado, la edad estaba empezando a hacer mella en mi después de casi 300 años 

Miré a mi padre y asentí. -Me siento bien- dije -Aún tengo molestias pero los druidas dicen que pasarán pronto.- Sonreí y me di cuenta que hacía mucho tiempo que no mostraba una sonrisa sincera, como ahora mismo. -¿Tú estás bien?- le pregunté con cierta preocupación infundada pues se veía muy bien.

Tras ello saludé a la tía Elvurith sin perder la sonrisa. Tras ver pasar a la princesa nos acompañó a una sala de mármol blanco muy bien iluminada y de una riqueza que me dejó pasmada.

Tras el reencuentro familiar, una vez acomodados en las sillas de ribetes dorados y terciopelo blanco que enmarcan la gran mesa, adopté una postura algo más seria pero sin romper la buena sensación del reencuentro.

-La Guardia Roja, a la que represento, cuida de los portales que conectan Arkhania con sus dominios en el exterior. Además, se encargan de viajar lejos para luchar con nuestros enemigos.- Les digo explicándoles la situación -La fuerza de choque está compuesta por seres que funcionan muy bien para nuestros fines. Los presos de Arokhan. A menudo viajamos con ellos para asegurarnos de que cumplen la misión y no se exceden en sus funciones.- Digo con una sonrisa, quitando hierro al asunto. -Estaríamos encantados de contar con vuestra experiencia en nuestras filas.- Les dije sin andar con rodeos -Todo habitante de Arkhania debe tener una función y no ser ocioso. Son tiempos difíciles y las amenazas externas están cada vez mejor preparadas.- Aseguro con cierta preocupación. -¿Podemos contar con vosotros? Creo que sois más apropiados para este puesto que para recoger plantas con los druidas- comenté divertida y me alivió ver la afirmación de Emaleth.

Asentí. Mi tiempo con los druidas había terminado y no quería que mis dotes como exploradora, como arquera, se oxidaran. No obstante, miré a mi padre para intentar traducir su rostro.

Amenazas externas... supongo que el viaje no había resultado tan bien como esperaba, sin embargo era un alivio ver que lo que había hecho en el bosque de las bestias había dado resultado y las cosas no estaban dominadas por demonios... al menos no aún, aún así, cierto era que todos debíamos ayudar cuando las cosas se ponían difíciles, y aunque hacía mucho tiempo que no combatía como en mi juventud hasta llegar a aquel lugar extraño en el valle de los titanes, era cierto que no desconocía la batalla... sin quererlo, una sonrisa sanguinaria se dibujó en mi rostro, tal vez ello alejara de mi mente la noticia que me acababan de dar -Cuenta conmigo, dime ¿Quienes serán nuestras primeras presas?- pregunté, sin poder evitar la ansiedad de la pelea, me sentía excitado, como un lobo antes de la próxima cacería, y hablando de lobos... -¿Donde esté mi manada?- pregunté mientras, así mismo, revisaba si traía la talla de araña que me había proporcionado Irae en mi linea temporal original, también había varias otras preguntas que quería hacer a mi cuñada, pero no podía hacerlas con Emma al lado

Sonreí ante la contundente respuesta de mi padre. No tanto por sus palabras sino por la emoción que recorrió todo su cuerpo. -Estamos preparados- sentencié colocándome a su lado. Elvurith asintió. En ese momento vi en los ojos de mi tía que nos reconocía. Como si hasta ahora hubiera estado dudando de que fuéramos nosotros mismos debido a los disturbios temporales.

Un sentimiento recíproco. -¿Cuánto se parecía la elfa que tenía delante a la cazadora de demonios y no-muertos Elvurith?¿Cuánto habrían cambiado sus intereses o sus principios?- Eso es algo que el tiempo dirá.

En ese momento miré a mi padre -El uno al otro- pensé. Él vivió una vida que existió en otra línea temporal. Cuando se fue, compartí su línea temporal siendo también la mía. Pero ahora, ambos nos encontramos en un lugar que parece nuestro hogar, pero no lo es. -Jamás nos sentiremos en casa- pensé -como si nos hubiéramos mudado.- Continué para dar a entender que era algo que no me preocupaba en exceso -Sólo tenemos que adaptarnos y hacer de esta Arkhania nuestro hogar.- Miré a Elvutirh -¿Qué hacemos aquí?¿A quién esperamos?-

Vuestra pariente fue a hablar, pero la puerta del fondo se abrió. De espaldas a la misma escuchabais dos juego de pasos que accedían a la estancia. Sin giraros, como si tu hija y tú os hubierais puesto de acuerdo, aguardasteis a que el sonido se hubiera acercado. Lentamente, mirasteis atrás.

El más cercano era Nek Zeros, pero no el taimado magus de sangre que recuerdas (ambos lo recordáis). Ante ti se encuentra el archimago director de La Universidad. La versión de Nek que no fue poseída por un diablo.

A un paso por detrás está Falco Henkel. El General de los Caballeros de Arkhania. Un hombre regio y testarudo que está a la cabeza del ejército.

-Buenos reclutas- comento rodeándolos y parando junto a la elfa -¡Qué! ¿Les has hablado de mis hombres?- pregunto alternando la vista de uno a otro -No ha hecho falta- contesta Elvurith -conocen la fama de Los Caballeros de Arkhania- asiento complacido -¡Bien! ¿Entonces, se unirán a nosotros o a la Orden Roja?¿Seréis soldados de verdad o niñeras de la escoria que...- 

Nek carraspea cortando la frase que iba a pronunciar.

-Ejem... dudo mucho que el apelativo niñera pueda describir a semejante guerrera. ¿No le parece, general?- Al hablar miro a Elvurith y cómo su sonrisa se ensancha al tiempo que el rostro de Falco se sonroja debido al enfado creciente.

-¡Oh! Tranquilos- les digo cuando la mirada de los recién llegados se posan en mí -Estoy aquí como testigo de vuestra afiliación a una u otra orden.- No les aburriré con detalles y les doy tiempo para que elijan: La Orden de Caballeros de Arkhania, defensores del reino ó La Orden Roja, guardianes de los portales y la avanzadilla en la conquista.

Conocía a los caballeros, mucho tiempo trabajé para ellos sin afiliación directa como avanzadilla, investigador y entrenador, conocía sus métodos y técnicas, así como sus flaquezas, por otro lado, la orden roja era algo nuevo, prácticamente desconocido, además, era un explorador, y como tal, la curiosidad me llamaba, era algo que, sabía, era de familia y que Emma compartía -Los caballeros son eficientes, no lo negaré, pero busco algo que me permita explorar y saciar mi curiosidad... además de encontrar presas cada vez mayores- sonreí para mi mismo, en realidad hacía mucho tiempo que no disfrutaba la emoción y la adrenalina de una verdadera cacería "humana", el haber estado en aquel bosque salvaje y peligroso, por primera vez en mis siglos de vida, despertó en mi una naturaleza predadora, salvaje, era cierto, Arkania... esta Arkania no era nuestro hogar, pero, ¿Realmente podría sentirme de nuevo en casa en la otra ciudad? no, sinceramente, ya no podría hacerlo, mi hogar era lo salvaje, lo había comprendido allá, no podía negarlo, era una parte de mi... mi verdadera naturaleza -Dime cuñada, la orden roja, que tipo de enemigos combate, y en que entornos?- realmente debía analizar bien mi decición

Elvurith escuchó tu pregunta, pero se mantuvo en silencio. Miró a la izquierda, a Falco, que no ocultó su desilusión al perder a semejante arquero, pero se mantuvo en silencio. Aún esperaba la respuesta de otra arquera. Emmaleth.

Tu hija se giró hacia ti y supiste que estaba evaluando la situación. Si ella elegía La Orden Roja puede que fueran compañeros y eso no le gustaba...

-Padre- comencé a decir -Sé que conoces mis capacidades. Soy muy capaz de cuidarme sola. Pero si entramos en conflicto no podré evitar preocuparme por ti, ni tú podrás evitar preocuparme por mí. Nuestra atención estará dividida y eso puede traer pésimas consecuencias. Por ello, prefiero afiliarme a Los Caballeros de Arkhania.- Dije esperando que mi padre lo comprendiera.

Asiento -Es lo mejor- dije atrayendo la atención de Esderian -La Orden de Caballeros de Arkhania es una organización defensiva que opera cuando otro ejército llega a nuestras fronteras. Mientras tanto, su misión es salvaguardar la ciudad. No diré que no tienen riesgo, pero el peligro es mayor en las incursiones en territorio enemigo que es lo que hacemos en La Orden Roja. Somos la ofensiva.- Expliqué.

Todos pudimos apreciar que Falco, pese a haber preferido a Ahradiel en sus filas, aceptó a la nueva recluta.

-Somos organizaciones independientes por lo que hablaremos en nuestras respectivas sedes- concluyo.