Partida Rol por web

Vuestra llegada al Tribunal fue bastante sencilla. Tuvisteis un año para asentar los cimientos de vuestra Alianza antes de presentaros en el Tribunal de 1101 donde formalizasteis vuestra adhesión al Tribunal del Este. Dado que las normas del Tribunal son muy laxas, por no decir que el Código Periférico del mismo es prácticamente nulo, no tuvisteis ninguna complicación y Rognvald ex Guernicus confirmó vuestra pertenencia.

Los magi de las Alianzas asentadas desde siglos atrás en este Tribunal os recibieron con la mezcla de indiferencia y suspicacia de quien está acostumbrado a que lo dejen en paz y ve como llegan extraños que pueden cambiar la placidez de su existencia.

Por su parte los magi de Para Belli os recibieron favorablemente, siendo ellos mismos recién llegados con los cruzados como vosotros.

Por último, los Mercere de Venti Rosa os trataron con la cortesía y educación habitual de los Mercere acostumbrados a tratar con magi de toda condición, además de ser ellos mismos recién llegados también al Tribunal.

Así en general podría decirse que comenzabais vuestra andadura en el Tribunal con una Tabula Rasa.

- …aquí, aquí y aquí irán las torres que complementarán las murallas, pero lo prioritario es construir las murallas – explicaba Galeran apoyado sobre unos pliegos que mostraban un dibujo con la proyección de lo que era su sueño para la fortaleza – Además de la necesidad que tenemos para garantizar una defensa real de la plaza, una vez contemos con la muralla podremos empezar a cobrar peaje a quienes se dirigen al puerto de Haifa y con ello sufragar los gastos del resto de las construcciones… - prosiguió.

Soñaba a lo grande Galeran. Las otras dos torres gemelas a las que ya disponíais costarían al menos 200 Libras cada una, más otras 100 Libras por cada una de las 4 torres adicionales para proteger las esquinas de cada rectángulo. A eso habría que añadirle otras 200 Libras para las murallas de cada una de las partes de las fortalezas y otras 100 Libras para las murallas que unirían cada fortaleza y que compondrían las puertas por las que se cobraría el peaje. En total no menos de 1300 Libras.

Eso sí, la doble fortaleza sería un castillo digno de mención, con capacidad para albergar a varios cientos de soldados y el beneficio añadido de que en caso de querer conquistarlo el enemigo tendría que tomar dos castillos en vez de uno, ya que cada mitad de la fortaleza podría ser completamente autónoma.

- Por eso es imperativo que encontremos cuanto antes la forma de costear las murallas. – su conclusión tenía el tono imperativo de quien está acostumbrado a que sus deseos se tomaran como órdenes y en este caso hablaba de encontrar 500 Libras para costear las murallas y poder comenzar a cobrar peajes.

-Así se hará, mi señor -dice Teotimus, reprimiendo un escalofrío ante las mareantes cifras de las que habla el amigo Galeran–. Nos tomaremos este asunto con la mayor seriedad, podéis despreocuparos. Trataremos cualquier minucia relativa a este tema con Belmont.

─Quizá mi aportación sea más humilde de lo deseable, pero abriré un negocio en Haifa y tengo la esperanza que sea el primero de varios. Imagino que cada aportación será positiva. Además, las cosas surgidas por "arte de magia" despiertan suspicacias, es preferible buscar una solución a más largo plazo ─dijo el mago con aspecto de artesano, no sólo indicando brevemente su humilde aportación, sino también advirtiendo de los peligros de una magia demasiado llamativa.

Aunque la Alianza gozaba de una tesorería saneada, no había dinero en aquel momento, ni mucho menos, para hacer frente a las aspiraciones de Galeran o tan siquiera para mantener de forma indefinida el laboratorio que Lignum tenía en mente. La solución obvia era conseguir esos recursos a través de magia. Un El Toque de Midas, por ejemplo, generaría suficiente oro para sufragar por sí solo la mitad de las obras que la delirante imaginación del noble había ideado. pero esa vía levantaría suspicacias. Era mucho mejor, según la visión del mundo del Verditius, generar los ingresos necesarios a través de una fuente regular y mundana... aunque fuera con un poco de ayuda mágica (una cantidad moderada y discreta de esta, la suficiente para conseguir el éxito y no tanta como para que alguien se cuestionase si aquello no habría sido algo más que suerte y habilidad).

- Señores – se dirigió a vosotros entrando.

- ¿Qué está pasando en mis tierras? ¿Qué son esas tonterías de ginis? – preguntó Galeran malhumorado sobre los rumores que llevaban sucediéndose todo el invierno.

Poco más que supersticiones de mahometanos y demás ralea querido Galeran.  Dijo bajo la faz de Hugh de la Marche Leocart Nada de lo que debais preocuparos pues precisamente para estos menesteres es para los que con tanta sagacidad decidisteis confiar en los magos de Sycamion. 

Y tras hacerlo clavó sus ojos en Galeran para lanzarle Lagunas en la memoria y borrar esas preocupaciones. Cuando el mundano se repuso del hechizo prosiguió De hecho debo de nuevo felicitaros por vuestra sagacidad Galeran. Vuestro ingenio y rapidez de pensamiento para decidir a apoyar la expedición del de Tolosa en tierras de Tripoli os hace gran crédito. ¿Por que no seguimos discutiendo los pormenores mientras pasais revista a la tropa?

Y levantandose le abrió la puerta para facilitarle la salida.

- Bien, encarguesen de esas supersticiones. - dijo a los magi levantándose con Hugh.

- Sí, discutamos esos pormenores. ¿Qué habeis pensado, sir Hugh? - le preguntó saliendo con él, seguido de Kemish quien miraba a Hugh con los ojos entrecerrados.

- Magníficas esas murallas – dijo Galeran satisfecho de sí mismo asomado por la ventana – Seguro que eso acallará esos insidiosos rumores de viejas entre los esclavos, ¿eh? – se le notaba contento, pero también la puñalada implícita que decía “aún no lo habéis resuelto”.

Dio un golpe en la mesa con ambas manos, enérgico.

- Voy a preparar a los hombres para la batalla de Acre. La finalización de esas murallas no se van pagar solas – dijo satisfecho de sí mismo una vez más como si el sólo hubiera pagado las murallas.

Muy bien dicho monsieur. Ahora solo falta seguir engrandeciendo vuestra fama y fortuna. Que tambien son la nuestra. Dijo siempre diplomático el mago normando. No quisieramos demoraros más, las tropas esperan vuestra firme mano en el patio de armas. No os preocupeis por los esclavos, no ha el león de entretenerse con los asuntos de las hormigas ¿no creeis?

- Bien dicho, Hugh. Venga. Usted tampoco ha de perder el tiempo en estas cuestiones. Quizás le gustará repasar conmigo los planos de Acre. – le replicó animándole a marcharse con él.

Hace un gesto atento a Galeran para que salga y se dispone a salir tras de él. Cerrando la puerta.

Despues de vuestra señoría. Y ya que estamos quiero comentaros la posibilidad de recabar la ayuda de unos miles sodalis que bien podrían lograr grandes éxitos en esta empresa...

- Claro - Galeran parecía animado; más apoyos en cualquier batalla era siempre una buenta noticia - ¿Son esos miles sodalis caballeros como vos? ¿He oído hablar de ellos? - se interesó.

- Esas pociones de Leocart* me fueron de gran ayuda en la batalla. – dijo Galeran con una sonrisa de oreja a oreja – Ustedes son grandes magos, ¿no? Seguro que pueden fabricar algo más poderos que me ayude. Una espada flamígera, una armadura indestructible o un escudo que repela todas las flechas, ¿verdad? – dijo más como una afirmación que como una pregunta - ¿Para cuándo podrán tenérmelo listo? – esa era su forma poco educada y menos sutil de pedirles unos cuantos objetos mágicos a sus magi.

Leocart sonrió, el noble había picado.

Ciertamente utiles son nuestras ciencias apreciado Galeran. Dijo con voz melosa. Si no hubiera sido por las buenas obras y consejos de vuestro consejero Hugh de la Marche nunca hubierais podido disfrutar de ellas. Haríais bien en seguir siempre su sabio consejo. Incluso creo que deberíais recompensarle por ello.

Ahora había que tirar del anzuelo y cobrarse el precio Pensad claro está que las ciencias arcanas son costosas en exceso. Decidnos ¿estaríais dispuesto a corresponder nuestra amabilidad con una nadería, un pequeño favor?

─Una espada flamígera, una armadura indestructible o un escudo repele-flechas, sí, son cosas que podría encantar. Pero su coste sería muy elevado. Maese Leocart ha sido extremadamente generoso al emplear su tiempo y capacidades con esas pociones, pero yo no puedo hacer tal cosa, se consideraría un abuso y podría salir muy malparado. Yo y aquel a quien hubiera suministrado mis objetos. El precio comenzaría en 90 libras de plata por el más inocuo de los objetos y podría alcanzar los cientos de libras para los más poderosos que puedo fabricar. Si podéis costearlos no tendré reparos en fabricároslos. Y antes de que os apresuréis a decir nada, pensad que no soy, ni de lejos, el más poderoso de los míos, igual que sabéis de buen número de nobles más poderosos que vos...

Lignum, como buen Verditius, estaba bien dispuesto a vender sus artes a cambio de un precio, pero como bien sabían los integrantes de la Orden de Hermes, eso no hacía que sus precios fueran baratos, casi siquiera asequibles. Y, además, podía haber numerosas complicaciones y, tratándose de un mundano, algunas poco habituales para los magi, complicaciones que Lignum podía prever y aspiraba a superar aún antes de que se presentasen.

─Atended a la petición de Leocart y después podremos negociar un acuerdo fructífero para ambos, si gustáis ─dijo el artesano mágico.

Teotimus observaba el intercambio entre el noble y los magos con cierta desconfianza. No le hacía gracia mercadear objetos con mundanos, para él era terreno cenagoso, pero tampoco le afectaba directamente, así que confió en la sensatez de Lignum y Leocart y se limitó a escuchar cómo acababa la conversación. Tal vez él tuviera que hablar con el Verditius para pedirle algún objeto que facilitara sus investigaciones...

- ¿90 Libras? – preguntó arqueando las cejas y llevándose la mano a la barbilla – Es el coste de una torre… aunque ahora mismo no necesitamos el espacio… - parecía meditabundo – Bien – dio un golpe en la mesa con la mano abierta - ¿qué me ofrece por ese precio?

Luego miró a Leocart.

- Señor Leocart, por favor, somos amigos. Nos une estrecha relación. Todos estamos en el mismo barco, por así decirlo. – gesticuló con las manos reclinándose - ¿Qué es lo que queréis? Hablad con libertad.

Asintió el mago al noble. 

Bien lo deciis, nos une una estrecha amistad. Y que por muchos años así sea. Es por eso que el favor que os pedimos no os será gravoso. Sonrió ampliamente. Desearíamos que contrajeseis matrimonio apreciado Galerán. Con la doncella que nos os propongamos.

- Hum… - Galeran se reclinó mesándose la barbilla mientras miraba largamente a Leocart.

- Está bien. Os concedo el favor de buscarme una esposa, pero si no es de mi agrado no la aceptaré. Espero que sea de una buena familia que me permita medrar. Necesito más un buen título y linaje que dinero. Nuestras arcas están bien surtidas y aquí hay grandes oportunidades para surtirlas mejor todavía. – sentenció.