Susurros en la selva

Durante días solo habían visto selva. Daba la sensación de que el planeta solo estaba formado por una maraña de árboles, plantas, ramas, hojas gigantescas y una humedad agobiante que les mantenía sudando durante todo el día. Y los mosquitos, que por supuesto no daban tregua y les atormentaban noche y día. Pero al margen de eso todo iba como la seda, la base Susurro estaba ya por fin a tiro de piedra y su infiltración en el planeta se había producido sin incidentes. La misión era delicada. Ondearon era un planeta controlado por el almirante Corlen, pero oculto en la desagradable jungla estaba el puesto de escucha clandestino del moff Dardano, rival político de Corlen. Dardano había construido aquella base en secreto y sin el permiso imperial, y aquello era una baza a favor de la Alianza Rebelde si ellos lograban cumplir con éxito aquella misión. El objetivo era capturar el puesto de escucha de Dardano, aprovechando la guerra secreta entre ambos oficiales imperiales, con el fin se asegurar la zona como base avanzada para la Alianza en el sistema Japrael. 

El viaje hasta la base Susurro se les había hecho largo, pero ahora, para completar la misión, debían infiltrarse en la base, derrotar a los escasos defensores que había en ella según la inteligencia de la Alianza, y asegurarse de que ningún soldado imperial escapaba para dar parte de lo ocurrido. Si la información de la Red Espía bothan era correcta, el moff Dardano no se arriesgaría a dejar al descubierto sus tejemanejes para tratar de recapturar la base utilizando tropas imperiales. 

Así, después de una dura jornada caminando durante horas a través de la jungla, el grupo había llegado a la base y ahora debían infiltrarse en el recinto. Para ello habían cortado el cable de comunicación que iba de la base a una torre de comunicaciones cercana. Esto evitaría que solicitasen ayuda, pero lo que era más importante, también iba a atraer a una patrulla con un cilindro de códigos con el que ellos podrían hacerse y utilizarlo para acceder a la base sin ser detectados y sin que ninguna alarma sonara. La posibilidad de propinar un contundente golpe al Imperio —y, todo sea dicho, de alejarse del calor sofocante y los enjambres de insectos de la jungla— era demasiado irresistible para dejarlo pasar. 

Salieron de la húmeda selva plagada de insectos para adentrarse en el relativo frescor del garaje de la base. El taller hacia las veces de entrada a la base Susurro. Por primera vez desde que la nave les había dejado en Ondearon, el zumbido de la maquinaria ahogó los sonidos de la selva. El plan era cortar el cable de comunicaciones, esperar a la patrulla para tomar los códigos, inutilizar la única lanzadera de la base y derrotar a la guarnición de soldados imperiales sin que el comandante al mando de la base, el teniente Sarev, huyera para informar de su pérdida. Simple, pero en modo alguno fácil. 

El interior del garaje estaba impregnado del olor a lubricante. Pudieron ver varias motos deslizadas y un par de andadores AT.ST, todos con las escotillas cerradas; también algunas cajas y tanques de combustible. Al fondo había una puerta metálica de gran tamaño, cerrada con un cerrojo complejo, que conducía al interior de la base. Encontraron el cable de comunicaciones que les dijeron que sabotearan y lo cortaron, incomunicando a la base Susurro del mundo exterior con un siseo y una lluvia de chispas. Los soldados de la base llegarían pronto a investigar qué había pasado. Por suerte, eso formaba parte del plan.

Deenia estaba acostumbrada a las condiciones duras de casi cualquier lugar, era cierto que aquella jungla era harina de otro costal pero, aún y así, se sintió más aliviada de lo que cabría esperar.

La misión estaba hecha para ella, había un cilindro de códigos de por medio y, si algo salía mal, quizá pudiera descifrarlo y que la misión sucediera como debía.

La última jornada a pie, antes de llegar a la base de escucha del moff llegaba a su fin y ante el grupo se mostraba la estructura, en el lugar indicado por la Red Espía bothan.

- Los tuyos son eficientes - le dijo a Asyr en cuanto vieron las paredes del complejo secreto.

Después de aquel comentario preferiría mantenerse en silencio. La entrada en el garaje creaba una situación de tensión habitual en aquel tipo de escaramuzas.

El cable se cortó sin ninguna interrupción y entonces solo quedaba ser pacientes. Deenia se ocultó tan bien como pudo tras una mesa de trabajo del garaje, esperando a la aparición de la patrulla que bajase a comprobar qué había sucedido con aquel cable.

Cruck estaba de muy mal humor. No solía estarlo, pero si algo le molestaba eran los mosquitos. Claro, siendo un mon calamari no es que estuviera particularmente acostumbrado a esos insectos. O casi a cualquier insecto. Siendo sinceros, hasta le daba cierta inquietud que hubiera tal cantidad de variedades y particularidades en una selva como esa. También le generaba curiosidad, aunque se sabía contener: no tenía alguna utilidad enfocarse en eso ahora. Sí, también era un joven práctico. A veces.

Mientras Deenia cortaba el cable, Cruck revisaba su bláster. No era grande, no era inútil. Ya había compartido un par de misiones antes con Deenia, por lo que tenían sus andanzas. Tenían sus puntos en común, y hasta métodos compartidos.

Con Ekim era la primera vez, y por lo que había investigado, tendría que acostumbrarse. Claro, si sobrevivían, si él sobrevivía... que aunque se decía que tenía algunas tendencias suicidas, allí estaba, vivito y coleando.

De Asyr no sabía algo. Como era de esperar considerando que era un representante de la Red de Espías Bothan. Tampoco se esmeró demasiado en investigarlo, ya que suponía que no encontraría mucho. Pero era una buena señal que enviaran a uno de los suyos para la misión: confiaban en la información que habían brindado. Y efectivamente, hasta ahora, era certera.

Y con Kia había compartido varias misiones. Y aún así, su pasado era misterioso para Cruck. Pero confiaba en que la joven, con el tiempo, abriría a contarle el por qué de esas quemaduras.

Cruck se escondió detrás de las cajas, ya que así tendría mejor alcance hacia los soldados que llegaran. Tal vez allí podría quitarles un bláster de verdad... que ya extrañaba el suyo, perdido en la anterior misión. Le había salvado la mano recibiendo un disparo, pero había quedado inservible.

Ekim estaba acostumbrado a ir a misiones suicidas con poca  compañía incluso menos que la que llevaba ahora dado que al final solía volver él solo. Y es que cuando decía: "seguidme", se tomaban la idea por una locura y no pensaban que Ekim había calculado que vendrían por detrás y así les pasaba. No llegaban a alcanzarle y por eso no solía esperar nunca.

A parte de aquello, lo que más podía detestar de trabajar en un equipo donde estuviesen mujeres del otro sexo era que estas fuesen humanas. No porque fuesen peores o mejores que nadie, sino porque no era de piedra y se podían convertir en una distracción muy mala para él.

Un claro ejemplo fue como mientras avanzaban por la jungla llega de mosquitos del tamaño de un Ala-X, Ekim acabó tropezando con una raíz y quedó colgando en una pequeña rampa que le hubiese dejado a decenas de metros de sus compañeros. Algo que dolió más a su ego que a su propio cuerpo cuando logró alzarse y se sacudió los hierbajos de encima. La parte positiva de aquello, era que esas plantas que dejaron su ropa apestosa, alejaron a los insectos de su piel y cuerpo durante mucho tiempo. No era agradable estar a su lado con ese olor, pero... ¿realmente lo había sido alguna vez?

Al menos los demás parecían conocerse de antes y le resultaba a Ekim divertido ver al anfibio retirando tan molestos insectos en lugar de comérselos.

Frente a la base enemiga, se sonrió con la suerte de estar allí y se puso los guantes antes de sacar su bláster. Esa era otra. La rebelión le había prometido equipo nuevo y seguía con lo mismo con lo que pudo hacerse en aquel planeta tras perder todas sus pertenencias, antes de entrar en dicha misión.

En sigilo, no solo alcanzó al calamar de secano, sino que le sobrepasó incluso, quedándose al acecho y bien parapetado entre algunas cajas de las cuales no había más salida que la entrada por la que se había metido o prácticamente, por encima. Ekim sabía bien lo que hacía. El problema era que los demás confiasen en él y le siguiesen.

Su otro problema seguía estando allí, en forma de mujer y cuanto más lejos estuviese Ekim de ellas en batalla, mejor combatiente sería.

Asyr fué la última incorporación al grupo, al que se les encomendó hacerse con la Base Susurro.

Tras su buen hacer en la Misión de Damantir, el Alto Mando creyó oportuno dotar de un especialista Bothan al equipo destinado a Ondeara.

La llegada al planeta fue perfecta, sin problemas, y los datos entregados por sus congéneres eran bastante correctos... Incluso lo molesto que sería moverse por esa selva llena de plantas venenosas y mosquitos... Por suerte su pelaje le protegía bastante de las picaduras de esos insectos, y aunque alguno se le posaba a él, la mayoría prefería la rosada piel de los humanos...

Al final la Base delante de sus narices... Cansados pero determinados a empezar con buen pie, decidieron cortar ese cable de comunicaciones y buscar un buen lugar donde esconderse...

Mientras Deenia se encargaba de dicho cable, Asyr buscó el botón de cierre de emergencia del taller o hangar donde estaban... Cerrar la puerta para que ningún patrullero pudiera huir era una buena cosa... Claro que luego deberían acabar con ellos...

Sabotear la lanzadera era otra cosa muy necesaria... y otra ver si alguna emisora de alguna moto deslizadora, podía servirles para saber que ordenes se estaban dando desde el interior de la base... 

Mi querida Deenia, "eficientes" es un vocablo demasiado insignificante para definir el buen hacer de los míos. Somos los mejores, no lo dudes, y han muerto muchos de ellos para conseguir datos que nos den cierta ventaja.

Acuérdate de inutilizar la lanzadera cuando tengas un momento - le dijo guiñándole un ojo -

Luego se apostó detrás de una vagonetas de carga, típicas para llevar materiales pesados por un hangar, cerca del mando de control de cierre de emergencia.

Tuvo tiempo para ver que el soldado Edisnori, del cual había oído algunas historias bastante peculiares, era muy bueno con el arte del sigilo y el camuflaje, lo cual le arrancó una sonrisa... Seguro que aprendería de algún "primo" peludo de Bothani.

La piloto había estado anteriormente en otros planetas selváticos pero eso no facilitaba tener que lidiar el bochorno y los mosquitos, para el grupo daba la impresión de estar acostumbrada a la jungla, marchando en cabeza y sin perder el ritmo aunque lo cierto es que por dentro estaba tan hastiada del paseo como los demás. 

Simplemente era la idea de dar un buen golpe lo que la empujaba a avanzar, el odio podía llegar a ser algo bueno si te da fuerzas para seguir adelante. 

Llegaron al hangar y dejó escapar un suspiro de alivio mientras disfrutaba del micro clima, bebió un poco de agua y revisó su alrededor en busca de algo interesante aparte del objetivo. Le llamó mucho la atención los vehículos de guerra y aunque los ATST eran siempre llamativos no le importaría quedarse con las deslizaderas.

El cable es cortado, por lo que mandarían a una pareja a una comprobación, con mala suerte mandarían a cuatro. Tocaba esconderse y esperar, buscó un escondrijo, sacó la pistola y allí permaneció.

-Sin prisioneros, supongo. -Comentó.

En lo que el tiempo pasaba se imaginó usando un de esos tanques de combustible y derramando parte en la entrada para quemar vivos a esos dos, pero igual sus compañeros no aprobaban tanta violencia y quizá la placa de datos que necesitaban quedaban dañados. Negó con la cabeza y desechó la idea.  

No perdieron tiempo, entraron en el garaje de la base con la precisión y el sigilo del comando de élite de infiltración que se les había presupuesto que eran. Cortaron el cable y se prepararon para recibir a la patrulla que llegaría a investigar el problema. Se ocultaron entre las cajas y las cargas según tuvieron a mano aquellos lugares y se prepararon a la espera. 

El sonido de pesadas botas caminando sobre el suelo de mortero no tardó en llegar a ellos junto con la charla intrascendente de unos soldados imperiales tras la puerta cerrada que daba acceso al resto de la instalación de la base. 

—Te digo que la carabina EE-3 tiene mayor rango de alcance y precisión que los A280 —afirmaba una voz que iba sonando cada vez más cercana.

—Da igual, porque no te van a proporcionar ni uno ni otro. Pero insisto en que los A280 tienen mayor rango de alcance —replicaba otra voz—. ¿Qué creéis que haya pasado esta vez?

—Lo más probable es que sea un cannok que ha roído otra vez los cables —dijo una tercera voz con tono hastiado. 

Pudieron escuchar como la puerta que daba acceso al resto de la base se cerraba de nuevo tras el paso de cinco soldados que pasaron al lado del grupo de infiltración sin verles y continuaban andando por el garaje hacia la puerta del garaje por la que se habían colado hacía un rato. Los centinelas iban vestidos con un traje gris impolutamente planchado y ajustado a la cintura con un cinturón negro, en la cabeza lucían un casco que les dejaba la cara al descubierto y que se alargaba por detrás hasta cerca de la espalda y los hombros. Era el momento perfecto para acabar con todos ellos antes de que pudieran dar la alarma. 

—Un momento, si la puerta está cerrada, ¿cómo demonios el cannok iba a...?

- Aguanta. Aguanta. Aguanta. Aguanta. Aguanta. - Se repite Ekim en la cabeza mientras escucha al enemigo pasar hacia el lugar donde será ejecutado. Se asoma levemente cuando nota que le dan la espalda y antes de que miren, saca lo justo de su cuerpo y bláster para disparar sobre su enemigo.

Sus ojos marrones, ahora brillan con un tono rojizo, causado por la ira y el odio que siente hacia cualquier soldado del Imperio. Cualquiera que le recuerde su pasado y quien fue una vez.

Dos, tres, cinco. vaya... -Eran mas de los que pensó que mandarían incluso en el peor de los casos, signifcaba que habría que disparar varias veces, cualquier podía errar el disparo. 

Se asomó para ver si eran soldados de armadura blanca mezclados con técnicos pero no, iban de gris todos. Significa, en principio, que eran operarios. Para kia era un poco lamentable tener que matar a unos ingenieros o técnicos pero contribuian con el imperio asi que a sus ojos no eran inocentes.

Buscó con la mirada a sus compañeros para ver si estaban listos y sin perder la cobertura apuntó y abrió fuego. 

Ekim y Kia abrieron la veda. Los soldados habían mordido el anzuelo y ahí estaban sorprendidos de que un cannok hubiera "roido" los cables.

Deenia se asomó a la vez que sus otros dos compañeros, levantó su bláster y abrió fuego. Se sintió inspirada al apretar el gatillo. Los soldados ni siquiera se imaginaban lo que se les venía encima.

La lluvia de haces de luz atravesó el garaje en dirección a estos y algunos de ellos impactaron. Deenia sabía a ciencia cierta que los suyos habían dado de lleno. Había tenido alguna dificultad pero, de alguna manera había logrado acertar en el blanco.

A Cruck comenzaron a acecharle los nervios que siempre le aparecían en las misiones... pero especialmente las que implicaban disparar. No era malo, pero implicaba que tenía que tener la suficiente suerte como para que no hubiese otros buenos tiradores del otro lado. Hasta ahora, había tenido la suerte de su lado. ¿Seguiría así? Esa era la pregunta que repicaba en esos momentos...

Salió de su escondite cuando los demás lo hicieron, y se adelantó hacia los operarios con el bláster frente a él.

-¡Ríndanse ahora mismo! ¡Al suelo!- les gritó el mon calamari, queriendo aprovechar la sorpresa que inevitablemente tendrían que tener esos hombres que no esperaban que fuera un sabotaje lo que tenían frente a ellos.

Asyr, era el que estaba más cerca de la puerta de salida... Pero como esta estaba cerrada talcosa ya pareció llamar la atención de alguno de los hombres del imperio...

Asyr mantuvo su escondite, el no tenía arma de distancia y salir a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo era bastante absurdo, teniendo 5 enemigos. Decidió esperar apostado para degollar al primero de ellos que se acercara para abrir la compuerta... Solo sacó su vibrofilo "matarile" para estar preparado. Necesitaba que se acercaran más...

Aprovechó para fijarse si alguno o todos los hombres imperiales llevaban comunicadores, radios o similares en sus manos, cinturones o trajes... ya que si pedían ayuda por ellos, sería un gran problema, y eso si debían de evitarlo.

Vamos acercaos un poco más... "matarile" quiere sangre.

El nombre del vibrofilo se lo puso hace algún tiempo cuando oyó, en una pelea de cantina, a alguien decir "Dale matarile a ese payaso", justo antes de acuchillar dos veces al insolente buscabroncas, una en el estomago y otra en el cuello.

Cuando los centinelas contemplaron el cable cortado apenas les dieron tiempo a hacer muchas conjeturas ni examinarlo siquiera, enseguida pusieron en marcha el recibimiento que les habían preparado y una lluvia de disparos de bláster cayó sobre ellos iluminando el hangar. Uno de los más rápidos para abrir fuego fue Ekim, quien logró impactar en uno de los centinelas, quién al ser consciente de la emboscada desenfundó su pistola bláster y devolvió el fuego logrando impactar al soldado rebelde. 

Kia-Nut pudo herir a otro de los centinelas, y de igual modo, éste se revolvió para abrir fuego contra ella y aunque falló, el disparó pasó lo suficientemente cerca para que la piloto sintiera un sudor frío recorrerle la espalda. En cambio, Deenia logró un disparo increíblemente preciso y eliminó al centinela que tenía en el punto de mira. La fuerza del disparo sorprendió incluso a la peliazul, y el retroceso le hizo algo de daño en la muñeca. Aunque visto el resultado, bien merecía la pena soportar un poco de dolor. 

Al contrario que sus compañeros, Cruck Grimdo no disparó, sino que salió de su escondite y se acercó a los centinelas encañonándoles con la pistola pero para ordenarles que se rindieran. Aquellos debían odiar mucho a los de su especie, porque no solo no logró convencerles de que se rindieran, sino que dos de ellos dirigieron sus disparos hacia él con la fortuna de no llegar a herirle. 

Por último, Asyr se fijó en el equipamiento de los guardias. Llevaban una pistola bláster ligera, aquel uniforme, el casco que les brindaba cierta protección, una cantimplora para saciar la sed que provocaba el húmedo planeta y el cilindro de códigos. Ninguno de ellos llevaba un comunicador, a excepción de uno de ellos que parecía ser el cabo de la patrulla y quien había recibido las instrucciones de ir a comprobar el cable de comunicación. 

Usando el comunicador que lleva, Asyr indica a sus compañeros que los que puedan han de acabar con el soldado de mayor rango, el cabo, ya que es el único que lleva un comunicador y podría pedir refuerzos... Lo hace sin levantar mucho la voz, y esperando que ola confusión de la batalla haga inaudible su comentario.

Chicos, a por el Cabo. Tiene un comunicador!!!

Aprovechando el escenario y la confusión, el Bothan intenta moverse para saltarle por la espalda al soldado que tenga más cerca (lo ideal sería el Cabo), y meterle el vibrofilo por la garganta, usando su cuerpo de defensa antes posibles disparos de los otros soldados...

Los movimientos del espía estaban siendo más rígidos de lo deseado... El salir en medio del tiroteo a una zona expuesta tensionaba el cuerpo del bothan en demasía, cosa que le dificultó la acción de ataque... 

Llegar a su objetivo llegó, pero lo de impactarle era arena de otro costal...

El mon calamari, por alguna razón, parecía pensar que el Imperio tenía derecho a una rendición justa. Deenia pensó en lo que habían hecho con su mundo natal y a cuántas personas habían detenido o incluso matado, sin opción a nada. Apretó los dientes antes de hablar.

- ¡Acaba con ellos! - le gritó a Cruck a la vez que apretaba su gatillo.

En ese momento y con tantos disparos volando de un lado al otro del garaje, con el dolor provocado por el retroceso de su arma, no pudo acertar en ninguno de los soldados.

- ¿Qué coño haces Kya? - Pregunté a la piloto cuando la vi pasar a mi lado, sin cobertura alguna y avanzando para disparar al enemigo de cara. - ¿Acaso no sabes que es el jodido flanqueo y el sigilo? - Joder... otra misión que acabaría yo solo... Pero les necesitaba vivos, no podían caer en el primer combate, así pues asistí a la mujer para evitar que la matasen, esperando que Cruck se diese por aludido y eso hizo que descuidase mi propia guardia, exponiéndome demasiado.

- Encima la piloto... hay que joderse.

Sentía el quemazón de la herida en mi cuerpo del bláster enemigo, pero con la adrenalina a tope podía aguantar el dolor con facilidad y ahora mismo la tenía completamente disparada.

Cruck pensó que los habrían tomado más por sorpresa, pero parece que la disciplina de sus enemigos era mayor de lo que hubiera imaginado. Lo tendría que tener en cuenta para la próxima vez, porque sino dejaría el cuerpo tendido.

Se fue moviendo hacia acortar distancias (claramente tendría que hacerse con alguno de los bláster de sus enemigos o estaría en esta dicotomía una y otra vez), agachando la cabeza ya que los disparos estaban rondándole, y buscando alguna cobertura que lo ayudara a enfrentar a esos operarios.

Disparo como pudo más que como quiso, y el operario que le estaba apuntando tuvo que correrse y por lo tanto perderlo de la mira al mon calamari. Les iba a decir que tenían que dejar alguno vivo, pero ya había dado el mensaje. No quería alertar a los operarios y que pensaran que disminuirían el ataque con tal de hacerlos sobrevivir.

El intercambio de disparos continuó sucediéndose en el garaje de la base Susurro, aunque los disparos del grupo de infiltración no lograron terminar con los centinelas de una vez. Los centinelas, pese a haber perdido a uno de los suyos de un poderoso disparo, se mantenían firmes y resistían como buenamente podían, devolviendo los disparos con clara intención de matar a los intrusos. 

Asyr se había movido por las sombras para evitar ser visto y flanqueó a los centinelas sin que estos se percataran de su presencia hasta que ya fue demasiado tarde. El bothan saltó sobre el cabo del grupo y le lanzó una puñalada que el soldado pudo esquivar a base de colocar su arma de por medio, pero el ataque era tan contundente que el arma se escurrió de las manos del centinela y se deslizó por el suelo hacia la espalda de los otros centinelas. El cabo soltó una maldición y corrió a recuperar el arma, sin ser consciente de que uno nunca debía darle la espalda a un bothan armado con un vibrocuchillo. 

Deenia disparó de nuevo a los enemigos, pero en esta ocasión el tiro estuvo muy lejos de compararse al que había realizado un instante antes. Se sentía la muñeca dolorida y eso, junto a la caótica situación que se vivía en el lugar, hizo que no tuviera el tino de acertar su disparo. Tampoco Ekim tuvo mucho éxito en su disparo, el soldado no logró acertar a sus objetivos una vez más, aunque en esta ocasión sus disparos parecían ser más de cobertura que de otra cosa. Y tampoco Cruck logró acertar a nadie con su disparo, parecía que la suerte no estaba de su lado en aquella ocasión. 

Los tres centinelas que quedaban armados no se demoraron en devolver el fuego, el primero disparó al mon calamari, a quien ya tenía fijado en su objetivo, pero no logró acertarle ya que Cruck se había parapetado bien y los disparos que hizo pusieron lo suficientemente nervioso al centinela para no ser demasiado preciso. Otro de los centinelas que había disparado antes al mon calamari se giró hacia Deenia y le disparó con el mismo rotundo éxito que estaban teniendo todos los disparos de aquella pequeña escaramuza. Tampoco el último de ellos logró acertar a Ekim, y su disparo se fue desviado contra una de las motos aerodeslizadores que había aparcada en el garaje. Desde luego alguien debía elevar una queja a la industria armamentística, porque esto empezaba a ser de cachondeo. 

Ekim se estaba cansando de aquella situación y comenzó a disparar de nuevo a los hombres del Imperio. La mejor defensa era un buen ataque e iba a pelear por ello. Aún así, continuó cubriendo a la piloto y disparando a todo aquel que osase apuntarle a ella. A fin de cuentas, para Ekim ahora mismo solo era una mujer y la única capaz de sacarles de allí si salía todo mal.

Además ahora había una dificultad añadida. El maldito botham se había metido entre las líneas enemigas y era un blanco fácil si se fallaba el disparo. - Sal de ahí si no quieres recibir fuego aliado. - Le dijo Ekim por el intercomunicador entre disparos. La verdad es que más que decir, fue ordenar. Aquello debía ser fácil y estaba resultando ser más complicado de lo que esperaba por la precaria situación de todos y de no avisar del tipo de arma que llevaban.

Los disparos continuaban y a pesar de estar haciendo los disparos a distancia corta, con pistolas muchos tiros por ambas partes fallaron. En cualquier caso eso no importaba, apretó con fuerza toda su dentadura mientras seguía apuntando lo mejor posible y aprentado el gatillo para acabar con esos hombres.