Partida Rol por web

Asamblea de Bestias

El fin de un linaje (Prólogo Isabella) (Terminado)

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11/03/2014, 10:54
El Libro de Nod

15 de Diciembre de 1999
22:04
 

Finalmente, cerraste el libro que tenías ante ti. En silencio, alzaste la vista hasta observar el reloj de pared, comprobando la hora. Pasaban poco más allá de las diez de la noche. En aquel momento, miraste a tu alrededor.

Te encontrabas en tu despacho, en la embajada Inglesa en Estados Unidos. En el que ahora era tu despacho, tras la muerte de tu padre, después de asumir el puesto y cargo como si de algún tipo de tradición familiar se tratara. La mayoría de la gente ya había marchado a sus casas. el único ruido que podías escuchar era el de la calefacción contrarrestando el frio invierno húmedo de San Francisco, y los pasos de tus últimos subordinados marchando hacia sus casas.

Volvió aquella sensación de soledad, de vacio que siempre queda tras el logro de todos tus objetivos, y es que aquel libro que tenías entre manos no era más que el resumen del último tratado sobre unas exportaciones que habías conseguido firmar. No solo habías vuelto a sorprender la realización de algo que parecía imposible a los demás, si no que además habías superado a tu difunto padre.

Miraste el teléfono. Deseando recibir una llamada que sabías que normalmente, no llegaba. Habías dejado muy claro que tu estabas por encima de los asuntos de los demás mortales. Y aun así, a veces, los echabas de menos.

Alguien apagó la calefacción central. El sonido de las agujas del reloj repiquetear en la esfera de este resonaba en tu cabeza, mientras seguías sumida en tus pensamientos, hasta que el teléfono comenzó a sonar.

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11/03/2014, 21:37
Isabella Black

Y una vez más, Isabella, lo has conseguido.

No sabía cuánto tiempo me había tirado allí, pasando las páginas de aquel tratado, de aquel libro que representaba mi más total y absoluto triunfo sobre todo lo anterior a mí, incluido mi propio padre. Sabía que no podían haber sido más que minutos, a juzgar por el sonido de la calefacción central, que siguió ronroneando durante algunos segundos más hasta que alguien, en las plantas inferiores, había decidido cortarla.

Miré por última vez el libro, pasando mis dedos sobre su cubierta, dedicándole una caricia que estaba impregnada quizás de más afecto del que jamás hubiera demostrado por una persona, incluida mi propia familia. Aquellas páginas demostraban lo que yo ya sabia, lo que llevaba sabiendo toda mi vida: que estaba por encima del resto. Que era inigualable, en todos los sentidos. Y que tras aquel rostro de ángel se ocultaba una depredadora, capaz de hacer creer hasta al más pintado que el infierno estaba hecho de hielo.

Cogí aire, y me recliné ligeramente en mi asiento de cuero, cruzando las piernas en una pose que, de haber habido alguien conmigo allí, seguramente habria resultado de lo más seductora. Aquella pregunta, la eterna pregunta, volvía a rondar mi cabeza.

¿Y ahora qué?

Era lo que llevaba preguntándome, año tras año, cada vez que alcanzaba uno de mis objetivos. Desde muy pequeña había tratado de marcarme metas cada vez más altas, objetivos que se antojaban inalcanzables y, sin embargo, más antes que después siempre había terminado alcanzándolos. Y, cada vez que me había visto en aquella situación, el sentimiento que experimentaba era similar al que estaba experimentando en aquel preciso instante: satisfacción y orgullo por el trabajo bien hecho, por haber logrado mi meta. Y vacío. Un profundo y abismal vacío que me producía vértigo.  Y soledad. Una enorme y asoladora soledad.

Eso fue lo que me llevó a mirar el teléfono. Hacía tiempo que había dejado de sonar si no era yo quien habia dispuesto con antelación que sonara. Mi familia y mis amigos ya habían aprendido cual era el modus operandi conmigo: cuando quería algo de los mortales, era yo quien me comunicaba con ellos. Entretanto, habían aprendido que no se debía molestar a Isabella con asuntos mundanos.

Sin embargo, durante sólo un instante, casi desee que alguien se saltara esa norma. Hoy habría sido un buen día para ir a cenar a un sitio obscenamente caro, y acabar la noche con una copa en la mano, brindando por mi brillantez, con las luces de la ciudad de fondo, en un ático que prometiera una noche inolvidable.

El problema era precisamente ese: que, en todos aquellos años, ninguna noche había conseguido aquel estatus. Había tenido días y noches buenos, días y noches maravillosos. Pero ninguno de ellos, jamás, había estado total y absolutamente a la altura de mis expectativas. Siempre deseaba más. Siempre anhelaba más de lo que cualquiera podía ofrecerme. Y eso, a la larga, hacía que prefiriera aquella soledad a conformarme con algo mediocre.

Mejor sola que mal acompañada.O peor aún... que acompañada por mediocres. 

Aquel pensamiento me arrancó una delgada sonrisa que se torció en mis labios. Sí, aquella era yo. Isabella Black. Y, quien quisiera formar parte de mi vida, tenía que aceptar sus consecuencias.

Eché hacia atrás la silla, abriendo el último cajón de mi mesa. Allí había un paquete de cigarrillos y un zippo de plata. Un pequeño desliz que solía pemitirme en contadas ocasiones, básicamente en aquellas en las que, como hoy, conseguia algo importante. Una forma de celebrar el triunfo, entre el humo chocolateado de aquellos cigarrillos color azabache.

Sin embargo, no llegué a sacar el paquete del cajón. De repente, el teléfono sonó y, si en vez de ser yo hubiera sido otra persona, seguramente habría dado un respingo. ¿Quién podía ser? No esperaba ninguna llamada a aquellas horas.

Intrigada, descolgué el auricular del teléfono. Tendría que retrasar mi pequeño rito de celebración.

-Dígame.

No hubo pregunta ni presentación. Y aquella palabra sonó directa, clara y concisa. Una clara invitación a quien quisiera que estuviera al otro lado a no hacerme perder el tiempo si no merecía realmente la pena.

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15/03/2014, 01:49
Voz al Teléfono

Cualquiera que tuviera tu teléfono y te conociera, te habría hablado inmediatamente. Más posiblemente, cualquiera que t conociera lo suficiente y tuviera tu teléfono, no te habría llamado. Y aún así, alguien te había llamado, y ahora, después de tu demanda, nadie contestó al teléfono.

No hasta que pasarón algo más de veinte segundos, momento en el que se rompió el silencio teléfonico. Solo un segundo antes de que fueras a colgar el teléfono, alguien habló. La voz de un hombre. Una voz tranquila, serena, segura de si misma. Por el tono, un hombre ya formado, hecho y derecho, con una voz grave y profunda.

- Restaurante COI, Calle Broadway 373. La reserva esta a nombre de la Señorita Black, allí estaré esperandote - Segundos después, sin dar más opción a réplica, el pitido característico de que tu interlocutor había colgado se hizo evidente. Fuera quien fuera, no parecía conocerte. O te conocía muy bien.

Habías escuchado hablar de aquel restaurante. No solo era el mejor de la ciudad, además era uno de los más caros. Y era donde te habían dicho que tu padre, había muerto.

¿Era todo casualidad?

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15/03/2014, 02:41
Isabella Black

Veinte segundos. Veinte largos segundos en los que, aún hoy en día, me pregunto por qué no colgué. Supongo que algo me decía que debía esperar, que no se tratababa de un error. Y, contra todo pronóstico eso, fue precisamente lo que hice: esperar, una de las pocas veces que lo había hecho en mi vida.

Sin embargo, incluso aquel derroche espectacular de paciencia tenía un límite. Repiqueteé mis dedos sobre la mesa, algo irritada. No me gustaba que me tomaran el pelo de aquella forma. Y mucho menos pensaba rebajarme a volver a preguntar de quién se trataba.

Maldito imbécil.

Y, me disponía a colgar el teléfono cuando, de repente, aquella voz me habló dándome el último mensaje que yo habría esperado. Reaccioné con rapidez y, sin embargo, ni siquiera eso me permitió volver a preguntar a mi desconocido interlocutor de quien se trataba.

Demasiado tarde, Bella.

Pasé algunos segundos escuchando aquel pitido, observando el auricular, descolgado, en mi mano. Ni que decir tiene que, en circunstancias normales jamás habría acudido a una cita así. Habría supuesto que se trataba de cualquier chalado que me hubiera visto en algún sitio y que pensara que, como embajadora, seguramente me sintiera sola y deseosa de algún hombre que me hiciera compañía. Sin embargo, habia algo en esa voz, en aquella confianza, en aquella tranquilidad que despertó lo más efectivo que podría haber despertado en alguien como yo: mi curiosidad.

Muy bien. Veamos quien eres.

Colgué el auricular, incorporándome finalmente de mi asiento, hasta ponerme en pie. Me arreglé aquella falda roja y, con un elegante gesto, me acerqué hasta la puerta, maletín en mano, dipuesta a salir de la embajada. Si en algo no habia creido nunca era en las casualidades: aquella voz, en aquel lugar, precisamente, con una reserva a mi nombre. Habia que reconocer que, fuera quien fuera, le habia echado narices llamándome y citándome de aquella forma, cosa que, personalmente, valoraba.

Caminé por el parking exterior hasta mi coche, aquel deportivo negro, el único coche que aún seguía aparcado en la embajada a aquellas alturas. Y, desde la distancia lo abrí, acercándome a él con paso seguro mientras terminaba de colocarme el abrigo negro con un elegante gesto.

Veríamos que nos deparaba el COI.

 

 

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18/03/2014, 00:39
El Libro de Nod

Tras recorrer lo largo del aparcamiento de la embajada, subiste al coche. El suave rugido del motor pudo escucharse por todo el aparcamiento, y saliste de la embajada, conduciendo tu coche. No necesitaste programar el GPS del coche, conocías perfectamente el restaurante donde te habían citado.

Uno de los más lujosos, caros y prestigiosos de la ciudad. No tuviste más problemas que los habituales para llegar al restaurante. Encaraste la via privada de la via hasta que un aparca oches comprobó la matricula de este, y te dio los indicativos de que él se ocuparía del coche.

Te bajaste del coche, caminando hacia el restaurante. Entonces, según te acercabas, te diste cuenta de lo más obvio a primera vista.

Estaba vacio.

Unicamente los camareros estaban allí, esperandote. Y cuando te vieron, te reconocieron. - Buenas Noches, Señora Black. La estan esperando - comentó uno de los camareros, educado y entrenado en el más perfecto arte de la educación. En ningun momento te miró, con la cabeza agachada, la mirada clavada en el suelo, y guiandote hacia el interior del restaurante.

Te llevaron a una de las salas privadas del restaurante. Ni siquiera tu habías estado nunca allí. Todo era simplemente perfecto. Y sentado en la mesa principal, había un hombre que rondaría la treintena, sosteniendo una copa con algún tipo de liquido rojizo, posiblemente vino, entre los dedos.

- El caballero la esta esperando - Avisó el camarero, antes de retirarse, en silencio.

 

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18/03/2014, 14:59
Isabella Black

Todo fue perfectamente normal, perfectamente natural... hasta que entré en el COI. Bien era cierto que normalmente me recogían el coche en la puerta, y que me saludaban llamándome por mi nombre cada vez que iba allí, que no eran pocas veces. Sin embargo, he de reconocer que hubo algo que llamó poderosamente mi atención, algo que sorprendió incluso a alguien como yo: en todos aquellos años era la primera vez que el COI esta total, completa y absolutamente vacío, sobre todo teniendo en cuenta la hora que era.

Tendí mi abrigo al camarero, y agarré mi maletín, caminando con paso decidido por el restaurante. Aquel confiado repiqueteo de mis tacones por el suelo daba buena fe de que no era una mujer insegura o que se dejara apocar por una situación como aquella.

Lo segundo que logró sorprenderme aquella noche fue el lugar al que me condujo el camarero: un reservado, uno de aquellos que quizás habria sido abierto una o dos veces a lo sumo, coincidiendo con la visita de algún monarca o algún jefe de estado. Y eso me hizo comenzar a elucubrar sobre la voz al otro lado de la línea. Al menos algo quedaba claro: no, no era ningún don nadie. Y no, tampoco era un intento desesperado de Peter por intentar que, de una vez por todas, accediera a caer rendida en sus brazos. No, Peter jamás habría conseguido llegar tan lejos. Sin embargo, ¿Quién podría interesarse por mi entonces? ¿Y con qué motivo?

La respuesta me llegó enseguida, casi de forma inmediata, en cuanto volví mi vista hacia la mesa. Allí estaba, mi misterioso acompañante. Un hombre más o menos de mi edad, cuyo rostro no podía vislumbrar por la posición que ocupaba en la mesa, semigirado desde mi perspectiva. Tampoco sabia si lo conocía o no, o si lo había visto antes.

En cualquier caso, si habia ido hasta alli era precisamente para resolver todos aquellos interrogantes. Así pues caminé, con la misma seguridad, hacia la mesa, deteniéndome junto a él, en una posición que me permitiera poder ver su rostro con claridad.

-Dicen que me estaba esperando. -dije, con una media sonrisa en los labios, mezcla de astucia y juego.- Isabella Black. Aunque claro, eso usted ya lo sabe. - añadí, tendiendo mi mano hacia el hombre, en un gesto educado, con la lentitud suficiente como para que pudiera reaccionar a mi llegada. Aunque algo me decía que aquel tipo estaba de sobra preparado para recibirme. Quizás aún mas que yo para conocerlo a él.

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18/03/2014, 21:53
Víktor

Escuchó los pasos de la mujer acercarse a la mesa, mientras aun comprobaba la carta. Cuando aquellos pasos se detuvieron, pudiste ver que debía ser un hombre de una edad parecida a la tuya, quizás algo más mayor. Con un traje perfecto a medida y sin duda, un gusto impecable por el buen vestir.

La mesa era una de las más grandes del lugar, en el centro de la sala, y con un gran número de detalles que solo alguien con un gusto infinito podría haber tenido. Desde tu punto de vista, no podias verle la cara, a pesar de estar hablandole. Y cuando dijiste tu última frase, momento en el que bajó la carta, dejandola sobre la mesa, y entornó la mirada hacia a ti, con una media sonrisa.

En silencio, te miró de arriba a abajo. Guardó silencio durante unos segundos, hasta que emitió una media sonrisa. - Claro que lo sé - es lo único que dijo, señalando una de las sillas de la mesa. La que estaba frente a él. Curiosamente, la decoracion de la mesa era baja, ideada para que dos personas pudieran hablar sin ningun tipo de molestia. - Es un placer que aceptara mi invitación, Señorita Black. Tome asiento, por favor - Educado y galán, espero a que tomaras asiento.

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18/03/2014, 23:15
Isabella Black

Aún tenía mi mano extendida hacia aquel hombre cuando la carta desapareció de mi trayectoria y me permitió ver aquel misterioso rostro. Por teléfono, había tenido la sensación de estar hablando con alguien mucho mayor que yo. Alguien que me recordaba ligeramente a mi padre: esa seguridad, esa tranquilidad pasmosa para hablar, esa confianza en que, fuera como fuera, acabaría accediendo a su peticion.  Y, sin embargo, me había equivocado de par en par: allí estaba aquel tipo, con su traje perfecto, sus ademanes perfectos, su gusto exquisito y perfecto, aquellas manos de dedos largos e igualmente perfectos y aquella sonrisa capaz de hacer que, incluso alguien como yo, llegara a sentir un escalofrío.

No sé explicar qué fue exactamente: el tipo era guapo y tenía porte, de eso no habia duda. Y no era un niñato que intentaba jugar a ser un hombre, como Peter.  Pero ni siquiera se trataba de eso. Tampoco eran aquellos modales exquisitos, aquella forma de tratarme, tan en su sitio y tan atento al mismo tiempo. Había algo más. Algo que era incapaz de explicar, pero que me hizo sentir, en aquellos escasos veinte segundos mucho más interés por alguien del que había sido capaz de sentir durante toda mi vida. Y pude afirmar, por primera vez en años que me apetecía sentarme en aquella silla. Quería saber más de aquel tipo. Por qué me había llamado. Qué buscaba en mi. Quién era. Y, sobre todo, dónde había estado el resto de mi vida.

-He de reconocer que ha sido capaz de despertar mi... curiosidad, señor... - dije entonces, haciendo el amago de retirar aquella mano, al ver que no la había estrechado, dispuesta a ocupar aquel asiento que me ofrecía con tanta galantería. Y puse especial enfásis en aquella última palabra, esperando que completara aquellos puntos suspensivos con un nombre que pudiera darme algo más de información sobre el hombre que tenía frente a mi. Una cosa es que aquel tipo me pareciera medianamente interesante y otra muy distinta que me hubiera vuelto imbécil, o confiada. Necesitaba medirlo, saber más de él, para intentar predecir su siguiente movimiento. De eso iba la cosa, despues de todo: de tener el control de la situación. -Y tutéeme, por favor. No creo que esta sea una velada de formalidades, ¿me equivoco?- dije, dando a entender que si estaba allí, en aquel lugar, despues de recibir una llamada como la suya, era porque tenía claro que aquello no era, en absoluto, una reunión de negocios.

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24/03/2014, 10:09
Víktor

Al ver que Isabella seguía en pie, se fijó en el vago gesto de la mano estirada en su dirección. Aun sentado, observo a la mujer de pie ante él, en silencio, haciendo algo más de tiempo. Por un momento, parecía que la dejaría con el brazo estirado, pero no fue así. Se puso en pie, lentamente. Un gesto lento, a la par que elegante, que dejaba entrever que no tenía prisa de ningun tipo.

Dio un par de pasos, no necesito más para situarse ante la mujer, y tomó aquella mano que había estirado. Pero no la estrechó, apenas tomó la punta de los dedos, alzando la mano y agachandose ligeramente para dejar un beso en el dorso de la mano. - Viktor - Contestó, soltando la mano de la rubia, y volviendo a señalar la mesa, esperando esta vez que tomara asiento.

- No creo que desee realmente que la tutee. - Contestó, con absoluta tranquilidad y confianza en sus palabras. Y no fue hasta que la mujer tomó asiento, que el volvió hasta su silla, y con la misma tranquilidad, elegancia y calma con la que se levantó, tomo asiento, centrando su atencion en Isabella.

- Permitame ser el primero que le felicite por su reciente éxito, no esperaba menos de alguien con una trayectoria tan brillante como tu. Puedo decir sin riesgo al error que has superado a tu padre con creces, y con un tercio de su edad. Impresionante. -  Reconoció, mientras tomaba una copa a medio llenar de vino, alzandola ligeramente y asintiendo con la cabeza, antes de dar un trago sin apartar la vista de la rubia.
 

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24/03/2014, 21:35
Isabella Black

Mis ojos siguieron cada uno de sus gestos mientras mis labios se entreabrian ligeramente al ver la delicadeza con la que tomaba mi mano entre aquellos dedos suyos, sin apenas rozarla. Unos dedos fríos, gélidos. Pero claro, estábamos en diciembre. ¿Quién no tenía las manos heladas?

Caso contuve la respiración cuando note el roce de sus labios en el dorso de mi mano. ¿Qué me estaba pasando? Había conocido a miles de hombres en toda mi vida, unos más guapos que otros, unos más galantes que otros, y ninguno, nunca, jamás, había conseguido hacerme contener el aliento de aquella forma. Y desde luego mucho menos con un simple beso en el dorso de mi mano.

-Viktor... - repetí, en un suave susurro, mientras una diminuta sonrisa se dibujaba en mis labios. - Es un placer. - dije, sintiendo que era una de aquellas contadas ocasiones en mi vida en las que lo decia con total sinceridad. Y, ante su segunda frase, ladeé mi sonrisa, con aire astuto, casi felino, sin añadir nada más. Tenía estilo, no iba a negarlo. Y parecía saber a la perfección qué era lo que me gustaba y qué no. Qué deseaba y qué no. Era como si fuera capaz de adivinar mis pensamientos antes siquiera de que fueran formulados.

Acabé por tomar asiento frente a él, cruzando mis piernas bajo la mesa con un elegante y sutil gesto, tras acercar silenciosamente la silla a la mesa, con una serie de movimientos más que cuidados. Segui entonces al hombre con la mirada, mientras volvía a ocupar su sitio, estudiando sus gestos, su movimientos. No era un cualquiera, eso estaba claro. Pero tampoco recordaba haberlo visto nunca antes, asi que eso descartaba a los miembros del cuerpo diplomático. ¿Un empresario? Era posible, aunque no solían ser de los que llamaban de noche a tu despacho, mucho menos sin haberte visto nunca antes. ¿Un noble? Los ademanes no le faltaban, eso estaba claro. Pero los nobles que solo son famosos por ello, solian presentarse con su título, antes de nada.

Demasiadas opciones, descartadas paulatinamente con demasiada facilidad. Sin embargo, no necesité quebrarme la cabeza durante mucho tiempo. Viktor no tardó en echar por tierra todas aquellas hipótesis mías cuando me felicitó. Aquellas tres frases lograron hacer que abriera ligeramente los ojos, en una expresión de sorpresa que pretendía ocultar pero que, por segunda o tercera vez en lo que llevaba de noche, me resultaba imposible esconder. Era imposible que supiera aquello. Cuando el teléfono sonó, acababa de firmar aquellos documentos. Aún no se había hecho nada público. ¿Cómo era posible que aquel tipo estuviera ya al tanto de todo aquello?

Me incorporé ligeramente en el asiento, forzando mi espalda en una posicion ligeramente más recta de una forma inconsciente. Y me obligué a mantener mi acostumbrada frialdad, a fingir que, por dentro, todo iba tan bien y estaba tan controlado como quería aparentar. Nada más lejos de la realidad.

-Gracias por tamaña cantidad de elogios -dije, ladeando mi sonrisa, con aquella expresión astuta aún en mis labios. Sin embargo, mi corazón habia comenzado a bombear con más rapidez y mi pulso se habia acelerado.- Lo cierto es que me halaga sobremanera... - añadi, frunciendo ligeramente el ceño, al tiempo que ladeaba ligeramente mi cabeza, con un movimiento exquisito y encantador, que pretendia dar seguridad a mis palabras y que siempre soliar funcionarme bastante bien- Sin embargo... Hay algo que no alcanzo a saber. Una pregunta que no logro responder. - añadi, entornando ligeramente la mirada, clavando mis ojos directamente en los de él, como si en ellos fuera a encontrar el misterio de todo aquello- ¿Cómo es posible que usted disponga ya de esa información? Nadie sabe nada de eso aún. - dije, estudiando cada uno de sus gestos, para intentar saber por su respuesta sin me mentía o no.

Todo aquello era cada vez más extraño y desconcertante, y a la par, cada vez más emocionante. Y es que, a pesar de todo aquel desconcierto, habia de reconocer que hacía mucho tiempo que no me sentía tan viva como lo estaba haciendo justo en aquel preciso momento.

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29/03/2014, 18:48
Víktor

- El placer es todo mio, Señorita Black, puedo asegurarselo. - Contestó, cortés y con cierta amabilidad educada que junto a una eternizada calma, daba cierta sensación de poder y caballerosidad muy poco usual. Esperó hasta que a que la señorita Black tomara asiento, momento en el que Viktor miró una sola vez hacia la puerta tras Isabella, como si pudiera enviar algun tipo de mensaje mental, y acto seguido volvio a mirar a la rubia, ahora sentada ante él.

- Cada uno de los halagos estan totalmente justificados, creame. Gusto de decir las cosas claras y como son, como las pienso. Es la... mejor forma de conocer a la gente. ¿No lo cree usted también? - Preguntó, mirandote fijamente. A decir verdad, desde que tomaste asiento, no aparto la mirada de tus ojos, como si pudiera hipnotizarte.

Llevaba tiempo observandola, estudiandola. Lo cierto era que Viktor, en todos los campos, le llevaba una soberana ventaja a Isabella en cualquiera de los frentes. No solo llevaba estudiandola y evaluandola desde hacía años, además, conocía su trabajo mejor que ella. Ya había estudiado el de su padre con anterioridad, antes de que Isabella comenzara a leer.

- Tengo la seguridad de que usted misma es capaz de deducirlo con la siguiente frase que voy a decirle. - Hizo una pausa, levantando el dedo indice mientras ampliaba su sonrisa. - ¿No apunto su último logro en un cuaderno, justo antes de que recibiera mi llamada? - Y bajó el dedo, momento en el que se abrieron las puertas del salón, entrando unicamente dos camareros.

Cada uno sirvió vino en la copa de los comensales, y marchó, para volver a los segundos con un plato de entrantes. - Tomé la libertad de escoger el menú para usted, Señorita Black. No le gusta la comida Britanica, irónica para una embajadora orgullosa de su pais, y desprecia la comida americana, como todos. Así que me decidí por la cocina francesa. Una de sus favoritas ¿Me equivoco? -

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30/03/2014, 01:12
Isabella Black

No lo negaré. Lo cierto es que era todo un deleite que un hombre como aquel se dirigiera a ti de aquella forma. Y es que había algo en sus gestos, en sus ademanes, en su forma de hablar y de moverse que resultaba sencillamente cautivador. Algo a lo que resultaba imposible resistirse.

Cabeceé, sencillamente, tras su primera frase, en un gesto de halago y agradecimiento y acto seguido me dediqué a escucharlo nuevamente, ladeando una media sonrisa en los labios, cuando lo escuchó formular aquella pregunta- Desde luego que lo es. La verdad es algo que no suele gustar, Viktor. - dije, a falta de un apellido con el que dirigirme a él.- Debe ser porque al fin y al cabo es eso, cierta. - añadi, afilando una sonrisa en los labios. Siempre habia sido de la opinion de que no se avergüenza quien no tiene nada que esconder. Y si, en mi caso, tenia motivos por los que estar orgullosa lo cierto era que no me importaba que se me dijera a la cara. En mi opinion, sólo teme a la verdad aquel que no está a la altura de ella. Y ese, desde luego, no era mi caso.

Sin embargo, cuando comenzó a responder a mi pregunta, me incliné ligeramente hacia adelante, prestando más atención a cada una de sus palabras, analizándolas con atencion. Sin embargo, cualquier suposición, cualquier hipótesis que pudiera haberme hecho, quedó anulada ante su aplastante respuesta- ¿Me ha estado espiando? - pregunte entonces, sin saber cómo reacionar ante toda aquella informacion. Me incomodaba, claro que me incomodaba, pensar que alguien habia estado husmeando en mi vida y en mis cosas, incluyendo gustos o acciones a realizar. Sin embargo, por otra parte, aquel ramalazo de emoción, de vida, volvió a sacudirme, haciéndome sentir viva una vez más, por segunda vez desde que llegué a aquel lugar. Y, ¿A quién pretendia engañar? En el fondo, saber que a alguien llegabas a interesarle hasta aquel punto también era algo agradable, sobre todo viniendo de alguien como el.

Y su ultima frase me sacó de dudas, haciendome asentir lentamente- No, no se equivoca, eso está claro. Sin embargo... ¿Para qué quiere usted toda es información? ¿Qué es lo que quiere de mi, Viktor? -mis ojos se clavaron en los de él, escrutadores, y mi mirada se tornó intensa, una mirada cargada de intenciones, felina, que permanecia atenta a cualquier gesto que Viktor realizara y que yo pudiera interpretar. Pero una mirada serena, a pesar de todo.

Clara y contundente, desde luego. Y mucho más serena de lo que cabria, dadas las circunstancias.

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30/03/2014, 18:12
Víktor

- La verdad no es algo que suela gustar a los mediocres, a los ignorantes o a los infelices. Por suerte, ese no es nuestro caso. - Comentó ante tu primera frase. No borró aquella sonrisa, una sonrisa de quien sabía de que hablaba, de que disfrutaba diciendo la verdad por que estaba por encima de los demás. Te quedó claro que te incluía en ese circulo por encima de los demás mortales, pero algo te decía que, para tu desgracia, aquel hombre seguía manteniendo el control de la situación y que por superior que te considerara, no te consideraba superior a él.

Y después de lo que habías visto, no te era difícil suponer porque pensaba así.

Ante tu pregunta, la impasible cara de Viktor se desdibujó hasta que pudiste ver... ¿Satisfacción? ¿Placer? ¿Disfrute? Fuera lo que fuera, parece que habías acertado. - Espiar es una palabra horrible, Señorita Black. Aun así su ingenuidad despierta mi interes... Es usted la embajadora del país que marca el precio mundial de la mayoría de cosas. Y es embajadora en el país más poderoso del mundo. ¿De verdad cree que nadie desearía espiarla? ¿Interesarse por su trabajo? Yo no solo no la espié, si no que me aseguré que otros no lo hicieran. Invertí en usted, y debo estudiar mis inversiones. Estoy seguro que me entiende, almenos tanto, como confusa debe encontrarse. -

Tomó entonces una copa de vino, bebiendo de ella, sin apartar la mirada de ti. No dio más que un trago, en un gesto fluido y elegante, de unas maneras y educación impecables. Pasó la mano sobre los cubiertos, seleccionando uno de los tenedores -el correspondiente al protocolo- y espero a que hicieras lo propio. - Que aproveche. Espero que disfrute de la velada. - Acabó por decir, esperando a que comenzaras a comer.

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30/03/2014, 20:15
Isabella Black

Mi sonrisa se afiló, convirtiéndose en una mueca de absoluta satisfacción cuando habló de mediocridad. Eso, exactamente, es lo que siempre habia pensado. Y eso, exactamente, era lo que me había hecho ganarme los apelativos de insensibles, clasista y elitista entre mis amigos. -No, Viktor, por suerte no lo es. - dije, negando entonces, mientras daba un pequeño sorbo a mi copa de vino. Y entonces hice algo que jamás antes había hecho, algo que ningún otro hombre había conseguido que hiciera, hasta el momento: lo miré, mientras daba aquel lento sorbo, dedicándole una mirada cargada de intención y en la que si algo faltaba, eso era inocencia. Estaba mostrando interés en alguien, por primera vez en mi vida. Interés de verdad, no como el que solía fingir por Peter hace tiempo.

Separé la copa de mis labios, sin dejarla sobre la mesa. En su lugar, jugué con ella entre mis dedos, escuchándolo, con aquella pose elegante y atrayente, a la que cualquiera de los mortales se habria rendido sin dudarlo. Y, cuando lo escuché hablar de mi ingenuidad, ladeé una sonrisa en mis labios, inclinándome hacia adelante de nuevo, aún con la copa en los labios.- ¿Ingenua? Esa también es una palabra muy fea, Viktor. -le parafraseé, con cierto humor- Sobre todo teniendo en cuenta que llevo años pagando en teoría al Inspector Jefe de polícia y a su equipo para que se encarguen de una seguridad que, obviamente, ha resultado no ser suficiente. - No, claro que siendo quien era no habia sido tan estúpida como para no preocuparme por mi intimidad y mis negocios. - Y no lo digo porque usted haya conseguido llegar hasta donde ha llegado. Lo digo porque si usted ha tenido que evitar que otros lleguen a donde ha llegado usted, la seguridad de mi equipo ha brillado por su ineptitud. - No me importó hablar así de los que estaban a mi cargo. Claridad y sinceridad. Wood habia fallado. Y tendria sus consecuencias, vaya si las tendria.

Sin embargo, no me detuve ahí. Habia cosas, muchas cosas que habia dicho de mí. Y muchas cosas que habia dicho sobre mi: vigilar sus inversiones. ¿A qué se refería con eso? Claro que estaba confusa. A medida que la conversacion avanzaba cada vez me sentia mas perdida, entendia mucho menos de qué iba todo aquello. Pero no podía flaquear. No podia dar mi brazo a torcer. No, yo era Isabella Black e, incluso cuando estaba perdida, como entonces, debia aparentar controlar una situacion que se me habia ido de las manos desde el mismo momento en que habia descolgado el teléfono aquella noche.

-Sé que muchos podrian querer espiar mi trabajo, saber qué me traigo entre manos. Pero ese no es su caso, ¿verdad Viktor? - dije entonces, apoyando mi codo en la mesa, echando mi cuerpo hacia adelante, para terminar apoyando mi menton en la palma de mi mano, en una actitud claramente provocadora y desafiante- Usted no sólo quiere saber sobre mis negocios. No. De ser asi, no se habria molestado en saber qué tipo de comida me gusta ni cual es mi vino favorito. - alcé ligeramente la copa hacia él, con una media sonrisa- Reconocería un Vega Sicilia del 69 incluso si me atrofiara el paladar, Viktor. - dije, afilando ligeramente mi sonrisa, dejandole claro que no me habia pasado por alto aquel detalle. -A propósito... Bon Appetit. - respondi en un perfecto francés, aunque no llegué a tocar aún la comida. Antes habia preguntas que debia formular. Interrogantes que debia plantear antes de dar buena cuenta de aquel exquisito menu.

Y acabé por dejar la copa sobre la mesa, inclinada aún hacia él, dedicándole una profunda mirada. En mi interior sentía un pequeño gusanillo en el estómago, un pellizco que hacia años que no sentia, y que jamás habia sentido con tanta intensidad. Sin embargo, mi fachada ocultaba todas aquella grietas que llevaban abriéndose en mi interior desde que llegara a aquel lugar. Tenía que aprovechar que aún era capaz de mostrarme entera. - Dígame, Viktor. ¿Por qué soy su inversión? Se lo vuelvo a preguntar... ¿Qué quiere de mi?

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02/04/2014, 16:52
Víktor

- Pagando al Inspector Jefe de la Policia. - Afirmó, con una mueca de falsa sorpresa. - Existen dos problemas ante esa afirmación. La primera, lealtad basada en el dinero. La segunda, comparar a la policia de San Francisco con los servicios de espionaje de cualquier pais - Lo cierto era que para Viktor, el plan de Isabella estaba bien, si la policia no estaba bajo el controld e otra persona previamente, claro estaba. Se inclinó hacia ella, imitando aquella pose interesada de la mujer, pero esta vez, de él hacia ella. Entrelazó los dedos de las manos observandola, durante unos segundos en silencio.

- No se preocupe, Señorita Black. Me encargué de... todo. Su seguridad e intimidad estan a buen recaudo. - Y al hombre pareció gustarle la perspicacia de la mujer, ya que se relajó en su asiento, tomando nuevamente la copa de vino, bebiendo de ella, solo un sorbo, en un gesto elegante y fluido. Dejó la copa sobre la mesa, mirando al a rubia.

- Verdad - Contestó, con una media sonrisa. - No es un vino fácil de conseguir - Afirmó, cuando habló del vino. Tampoco era uno precisamente barato. - Pero tiene razón. Mi interés no esta limitado a su trabajo. Me interesa usted. Toda usted. - Te señaló con la mano abierta, con un gesto educado y calculado. - Bon Appetit - el francés de tu interlocutor era perfecto. Más que perfecto, tenía cierto toque único, como aquel que solo se obtiene viviendo una larga temporada allá donde el idioma tiene su cuna.

- Como acabo de decirle, es usted perfecta. Y lo que quiero es que pase a formar de mi familia. No sabe cuanto tiempo llevo buscando a alguien como usted, con su mismo perfil. - Acabó por decir, situando las manos a cada lado del plato, observando a la mujer.

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02/04/2014, 23:21
Isabella Black

La falsa mueca de sorpresa de Viktor me arrancó una sonrisa. Sabía que estaba jugando. Estaba claro. Y, si algo parecía seguro a aquellas alturas es que aquel hombre podía saber tranquilamente más de mi que yo misma. Desde luego que no habria pasado por alto el papel de Wood en todo aquello. - Me temo que no todos poseemos de los medios a su alcance, Viktor... Sin embargo, intentamos optimizar aquellos con los que podemos contar sin llamar demasiado la atención ni levantar demasiadas suspicacias... - le explique, con aquella delgada sonrisa en sus labios, estudiando sus gestos al mirarlo.Noté cómo mi pulso se aceleraba cuando Viktor se inclinó hacia mi, imitando el mismo gesto que yo acababa de hacer. Y es que allí, en medio de aquella cercania, me resultaba mucho más atrayente, era mucho más consciente de lo perfecto de aquellos rasgos y de lo irresistible de aquella sonrisa - En cualquier caso, le agradezco su interés por mi protección... y porque, paradójicamente, siga preservando mi intimidad... -dije entonces, ladeando aquella sonrisa en una expresión astuta, que pretendía ocultar todo lo que aquel hombre estaba consiguiendo despertar en mi interior.

Y entonces volvio a hablar. Primero del vino, después de mi.

Me interesa usted. Toda usted.

Aquellas cinco palabras me provocaron un agradable escalofrío. A aquellas alturas era innegable que, por primera vez en mi vida, alguien parecía estar a la altura de mis expectativas. Y pensar que sería tan sencillo, que de repente mis opciones de acabar aquella noche en la cama con aquel hombre perfecto se antojaban tan grandes, no hacía sino acrecentar aquel deseo que llevaba intentando abrirse paso en mi durante toda la noche.

Sin embargo, cuando iba a replicar a aquellas palabras, cuando iba a responder a aquel juego de seducción que, de repente, se me antojaba tan claro, Viktor continuó hablándome. Y entonces todo, de repente, se volvió a tambalear. ¿Estaba realmente hablando de una relación conmigo? ¿Era posible que fuera tan directo sin haber intercambiado apenas algunas palabras conmigo? ¿O la atracción que sentia hacia él me habia jugado una mala pasada, haciéndome creer que había algo, donde en realidad se ocultaban tan solo algunos intereses de otro tipo.

No lo sabía. Sin embargo, si algo tenía claro, era que no me iria de alli aquella noche sin despejar aquellas dudas que no dejaban de aflorar en mi mente. Apoyé una mano en el mantel, ligeramente adelantada, en un claro gesto de ofrecimiento y provocación, repiqueteando ligeramente con mis dedos en el mantel, para que no se notaran todas aquellas tribulaciones en mi interior.

- Apenas hemos pasado del primer plato y ya me habla usted de matrimonio.- bromee, con una sonrisilla astuta, aunque mis ojos seguían clavados en los de él, como una forma de demostrar no sólo que tenía mi atención, sino que estaba dispuesta a quemarme en aquel juego suyo que había iniciado aquella noche, al llamarme por teléfono. Claro que suponía que no podía estar hablando de matrimonio. Y claro que tenía claro que él sería capaz de captar, al instante, mi intento por saber más sobre todo aquello, por captar su atención.

Y, aunque mis labios se mantuvieron prudentes, respecto a lo que opinaba de él, mi cuerpo comenzó a dejar de responderme. El corazón latía con fuerza en mi pecho y cogi aire discretamente, en el momento en el que mi pecaminosa mente hizo que de mis labios brotara un diminuto suspiro de anhelo. Ni siquiera sabía a ciencia cierta qué deseaba aquel hombre de mí y ya lo deseaba.

Me mantuve inclinada hacia él, y mis labios se curvaron en un sonrisilla intencionada, mientras mis ojos seguian posados en los suyos-Me halaga, Viktor. Y consigue despertar mi interés a pasos agigantados, entre otras cosas... -susurré entonces, dedicándole una intensa mirada- Sin embargo... Sus palabras me halagan y me confunden a partes iguales.. Aunque supongo que eso es parte de su juego... ¿no es cierto? - añadi, ladeando aquella sonrisilla poco inocente, acompañandola de un coqueto guiño- Así que, dígame una cosa...  ¿Qué espera de mi? ¿Cómo pretende convertirme en... "parte de su familia"? - repondió, estudiándolo con la mirada, detenidamente.

Y, por un instante, al verlo alli, tras pronunciar aquellas palabras, sentí el irrefrenable impulso de saltarme todo protocolo y lanzarme directa a sus labios.

No, no era el único que parecía haber encontrado lo que llevaba buscando toda su vida.

 

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07/04/2014, 18:04
Víktor

Fue consciente del interés que estaba suscitando en ella. La miró, fijamente, con aquella media sonrisa que dejaba entrever una mezcla de satisfacción... y de interés por ella. Por como la miraba, reparando en todos sus gestos, en todas sus acciones, en como le miraba y en como se movia.

Quizás se había equivocado en algo. En algo que el no había calculado, y que le fue imposible medir o apreciar hasta tenerla delante. Isabella era perfecta, más de lo que el creía. No solo por la forma de hablar, como pensaba, o como se movía. Había algo más en aquella mujer que le decía que había escogido de forma sabía. Que todo aquel telar que se había dedicado a tejer para encauzar a aquella mujer hasta donde estaba había dado todos sus frutos. Una obra a la altura de sus expectativas.

Quizás más alto que sus expectativas.

Así que cuando ella habló de matrimonio, Viktor esbozó una amplia sonrisa, llevandose un diminuto trozo de carne ala boca, como si estuviera comiendo más por compromiso que por hambre. A pesar de lo exquisito de todo lo presente en la mesa. - Esto si me sorprendió. No esperaba escuchar la palabra matrimonio de su boca. - Bromeó con ella, haciendo el gesto de coger aire, a pesar de no necesitarlo. Remanentes humanos, o quizás una obra perfectamente preparada y estudiada. O quizás simplemente un esqueje de humanidad oculto que ironicamente, alguien con tan poca humanidad como Isabella, había conseguido hacerle recordar lo que era "ser humano".

- En su defensa diré que usted lleva despertando mi interés los últimos años. De no ser así, le aseguro que no estaría aquí. Y antes de que lo piense, le diré que no, que no hay más... personas que me hayan interesado. - Viktor acabó por dejar el tenedor sobre el plato, tras haber dado simplemente un par de bocados a la delicia que tenía frente a él. Entrelazó los dedos ante él, observandola fijamente, cuando ella le dedicaba una mirada de aquel calibre.

No se sintió intimidado, mas bien todo lo contrario. Parecía disfrutar de la atención suscitada en ella, del interes de ella por él. Del Deseo. - Claro que es parte del juego. Todo es parte de un gran juego, Señorita Black. Y quiero que forme parte de este juego, junto a mi. - Por que tener aquella mujer junto a él. Que él recordara, y era capaz de recordar muchos más años que cualquier humano vivo, era la primera vez que sentía cierto deseo de posesión sobre una humana.

Sangre de su sangre.

Y aquello quería decir, que debía cambiar las normas. Solo una noche. Con una noche sería suficiente. Solo si ella aceptaba a formar parte de aquel juego, aquel peligroso juego de todas las noches. Estaba invitando a la más perfecta creación que había visto aquel planeta a que dejara de serlo, a condenarla. Y todo por tenerla junto a él.

Por eso, al final, te miró. En silencio, una de aquellas miradas que podrían acelerar el pulso de cualquiera. Que podrían hacer suspirar a la mujer más fría, y que que pasara lo que pasara, Isabella no olvidaría ni en su lecho de muerte.

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08/04/2014, 00:57
Isabella Black

Reí, melodiosa, tomando la copa de vino para dar un corto sorbo de ella, elegante y metódica. Un gesto deliberado para captar la atención de mi interlocutor y dotar de cierto interés más a mi respuesta- Será que soy una caja de sorpresas... - dejé caer, con un seductor susurro. A aquellas alturas no era necesario que Viktor me dijera que quería jugar conmigo. Era yo quien quería jugar con él, quien quería quemarse hasta arder en el infierno.

Volví a dejar la copa sobre la mesa, mucho más interesada en mi interlocutor que en la comida, a la que también atendí de forma distraida, pese a lo delicioso del menú. Me sentía viva, más viva que nunca. Sentía el deseo arder en mi como no habia ardido nunca. Y eso, obviamente, cierra el apetito a cualquiera. Y una sonrisa se afilo en mis labios cuando, de repente, Viktor me deleitó con su exquisita "declaracion"- Asi que años con el ojo puesto en mi y en nadie más... - repitió clavando su mirada en él, sin poder evitar sentirme deleitada con aquello. No sólo aquel hombre habia conseguido despertar mi interés. También parecía tener uno profundo por mi y aquello, desde luego, se ajustaba perfectamente a mis más profundos y actuales deseos y anhelos. -¿Por qué ahora entonces? Déjeme adivinar... ¿Por que ahora es el momento, quizas? - adiviné, suponiendo que, como era habitual en esos casos, habría una razón fundamentada en mis éxitos, en mi fama, en mi trayectoria profesional o en el color de mi vestido.

Sin embargo, algo en mi interior me decía que todo aquello, en el caso de Viktor podría tener un porqué infinitamente más inverosímil o más profundo que el que cualquier otro pudiera ofrecerme. No dudaba que aquel encuentro tenía sus razones de peso, pero deseaba ahondar aún más en él, en sus deseos, en todo aquello que parecía estar ofreciéndome si aceptaba formar parte de aquel juego que acababa de proponerme.

Y entonces lo miré. Y él me miró a mi. Y el mundo se derrumbó a mi alrededor y nunca, jamás, volvió a ser el mismo. No sé cuánto tiempo pasó: no sé si fueron horas, minutos o segundos lo que estuve perdida en aquella mirada, juro que no lo sé. Lo que si sé es que, en aquel mismo instante en el que sus ojos se posaron en los mios, noté una sacudida, un escalofrio que iba más allá de lo físico y que hizo que contuviera el aire unos instantes, para acabar dejando escapar un pequeño suspiro que intenté disimular.

Y mi pierna se movió bajo la mesa, en el más exquisito y elaborado juego de seduccion que jamás antes había llevado a cabo, rozando ligeramente con la punta de mi pie la pierna de él, al tiempo que volvía a inclinarme hacia él, acabando por dejar escapar un susurro de lo más sugerente, sin apartar mis ojos de aquella mirada que habia logrado encandilarme de aquella forma.

-Esta bien, Viktor. Juguemos.

No sabía de qué iba aquel juego del que hablaba, ni que implicaría, pero tampoco parecia importarme. A día de hoy habia conseguido todo lo absolutamente conseguible, a excepción de derrocar a la reina de Inglaterra. Y nada de todo lo que habia conseguido a lo largo de toda mi vida habia despertado en mi tanto interes como aquella sencilla invitación que tanto ocultaba. Aceptar era un riesgo que debía correr, estaba claro...

...pero me apetecía tanto correrlo...

 

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08/04/2014, 21:49
Víktor

- Eso es un poco redundante ¿No cree? - Preguntó el hombre, sin inmutarse, sin apartar la mirada de ella, sin moverse. Evidentemente, era el momento por algun motivo, si no, no estaría allí. - Si no fuera por que este es el momento, no estaría aquí. Debería preguntarse cual es el punto de inflexión. Algo que ha cambiado hoy, como por ejemplo que dejó de marcarse metas para superar a su padre, y ha comenzado a marcarse metas para superarse a si misma. Es ahora el momento. -

- Has dejado de ser Isabella Black, hijo del Señor Black, para convertirte en Isabella a secas. Fijar tu propio rumbo y dejar de... demostrar al mundo que eres mejor que todo lo anterior. Eso ya ha quedado lo suficientemente claro. Por eso estas ahí sentada. Solo como Isabella. -

Sintió entonces aquel juego, aquel roce con la punta del pie sobre su pierna. No se movió, ni pareció sorprenderse cuando lo hiciste. Quizás lo estaba esperando, o no le esta dando la misma importancia que se la estas dando tu. De cualquier manera, tu frase, la aceptación de entrar en aquel juego, le gustó. Fue de su deleite y placer, por que no ocultó aquella media sonrisa, orgullosa y satisfecha.

- No esperaba menos de usted. Sabía que no me equivocaba al escogerle. - Y movió su pierna, acariciando la tuya en un lento pero intenso gesto, que correspondía al tuyo. 

- Y como espero, tiene muchas preguntas por hacerme. Adelante, hoy me siento magnanimo... únicamente por usted. - Viktor seguía con aquel juego de seducción, volviendo a llevar la comida a los labios sin apartar la vista de ti. - Por cierto, no tenga prisa por la hora. La notificación de que mañana no asistirá a la embajada debe haber llegado mientras servían estos mismos platos. Oficialmente, mañana tendrá que reunirse con un importante magnate de los negocios. -

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08/04/2014, 23:31
Isabella Black

Mi mirada se mantuvo fija en él, mientras escuchaba cada una de sus palabras, sacando mis propias conclusiones- Entonces, su punto de inflexión fue la firma que dejé estampada en aquel cuaderno que dejé sobre la mesa. - respondí, estudiándolo con la mirada, mientras hablaba. No era sólo aquel innegable atractivo, ni siquiera era aquella forma de ponerme a prueba, aquel desafío que representaba, ni tampoco se trataba de aquella irrechazable oportunidad de ir más allá. Había algo más. Algo que, si hubiera tenido alma, me habría hecho querer salir lo más rápido posible de aquella habitación, alejarse de alli. Sin embargo, hacía tiempo que mi alma me había vuelto la espalda, o más bien que yo había decidido enterrarla en algún profundo y oscuro lugar en el que no se entrometiera en mis asuntos.

Quizás por eso no dudé en aceptar, en coger la mano que me tendía. Quizás por eso, cuando escuché mi nombre de sus labios, me produjo tal sensación de placer, tal arranque de deseo, que fui incapaz de negarme a mi misma el privilegio de volver a escucharlo una y mil veces mas, durante el resto de mi vida, si era necesario. - Isabella a secas, igual que Viktor a secas, ¿me equivoco? - dje entonces, sin pasar por alto el detalle de que sólo se habia presentado con su nombre, sin necesidad de nada más- No necesita un apellido porque nadie, jamás, osaría confundirle con ningún otro Viktor, de la misma forma en la que, a estas alturas, todo el mundo es capaz de identificar a Isabella, sin necesidad de usar el apellido de mi padre. Eso es lo que nos diferencia del resto, ¿no? Que somos únicos, exclusivos. Que nunca nadie podrá igualarse con nosotros porque, sencillamente, no hay nadie a la altura. -para cualquiera que me conociera aquel discurso no resultaría extraño. Desde pequeña, siempre habia tenido claro cuál era mi lugar en el mundo: por encima del resto. Sin embargo, lo que si representaba una abismal diferencia era el hecho de que, por primera vez en mi vida, estuviera usando la primera persona del plural, que estuviera considerando a alguien como un igual, no como alguien inferior. 

Entonces noté aquella pierna, devolviendo mi caricia, respondiendo a mi provocación, dejándose tentar por ella. Entreabrí entonces ligeramente los labios, dejando escapar un pequeño y practicamente imperceptible suspiro mientras le dedicaba una mirada repleta de deseo y de intención. A aquellas alturas, estaba decidida a acabar la noche entre los brazos de aquel hombre, aunque fuera lo ultimo que hiciera en mi vida.

Volví a tomar la copa de vino, dandole un nuevo y pequeño sorbo para, acto seguido, seguir comiendo yo también, en un intento porque no se me notará demasiado que, a aquellas alturas, mis instintos estaba disparados. Afortunadamente, tras aquella caricia, comenzó a hablar de preguntas. Preguntas que, por supuesto, tenía y que estaba deseando realizar. Sin embargo, antes de que pudiera siquiera plantear la primera, me sorprendió con aquella declaración de intenciones, con aquella explicación de lo que habia hecho una vez más en mi vida sin que ni yo misma lo supiera.- Gracias, es todo un detalle por su parte. La verdad es que sería una pena tener que acabar esta velada antes de tiempo. -dije, con una media sonrisa, mientras mi cabeza volaba inevitablemente a lugares más intimos y placenteros. No sabía qué estaba sucediendo. Nunca había sentido algo así, jamás. Y, por mucho que intentara volver a tomar las riendas de la situación, mi juicio parecía doblegarse ante aquel hombre que ni siquiera parecía inmutarse lo más minimo.

Me obligué a volver entonces a aquella mesa, a aquel lugar en el que aquel desconocido me estaba brindando la posibilidad de saber más, de conocer las razones por las que un hombre como él habia llegado a fijarse en alguien como yo. - ¿Quién es usted, Viktor? - lance mi primera pregunta, queriendo ahondar algo más en aquel hombre, en las motivaciones que tenía a sus espaldas. - ¿Y en qué consiste ese juego que he decidido jugar con usted? - claro que entre aquellas dos preguntas habia muchas más pero aquellas, sin duda, eran las más importantes en aquel momento. Necesitaba saber quién era la persona que tenía enfrente, a qué se dedicaba, por qué se había fijado en mi y necesitaba saber en qué consistia aquel juego que habia decidido jugar con él, a ciegas. Y el resto de preguntas vendría despues.... en fucion de sus respuestas.