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Asesinato en Córdoba

I. La puerta de Almodóvar

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16/02/2014, 23:06
Narrador

El habitual mas nuevo para ti ruido de la vespertina Córdoba despiértate poco después de la llamada de las campanas a Primas*, junto a los rayos de sol que entran ya por la tuya ventana. Aún adormilado faces memoria y recuerdas dónde estás: en la posada de la Liebre, en plena Calle Pedregosa, en la collación cordobesa de Santa María. El olor repugnante a sudor del húmedo colchón de paja, y las sábanas amarillentas, facen que saltes raudo del camastro. Llevas ya dos días aquí, et aún non has conseguido acostumbrarte. Seguramente el vuestro padre pudiere haberos costeado un mejor alojamiento al llegar a la antigua capital del Califato cordobés, mas parece que ha decidido que también vuestro descanso es merecedor de castigo por andar entre faldas et otros turbios asuntos.

Abres la ventana para ventilar un poco el cuarto, mas el resultado es casi nulo. Sólo un callejón estrecho se deja ver a través de la misma, por el que no cupieren más de dos personas (y no más una, si es de buen comer) a lo ancho. La cálida ciudad sureña non es precisamente a lo que estás acostumbrado, et el calor es bastante agobiante, pues en Baena, más al norte, el clima es algo más fresco. ¿Cómo pudiere vivir aquí nadie en verano, cuando las calores lleguen?, es lo que piensas mientras te vistes et adecentas dentro de lo posible, pues poco puede hacerse sin siquiera una palangana con agua. Revisas los filos del cuchillo antes de enfundarlo en su vaina et colgar tu hacha a tu espalda. Un grito de "¡Agua va!", y las consiguientes inmundicias que escuchánse caer bajo tu ventana son lo último que contemplas antes de terminar de pertrecharte et abandonar aquel cuchitril que el posadero llamare "habitación".

¿Acaso era esto justo? ¿Tan malo era forniciar con mujeres? ¡Si los suyos maridos diéranles lo que ellas piden, non tendrían que acudir a ti! Por non fablar de la gota que colmó la paciencia de Padre, aquella injusta acusación de robo. ¡Que bien pudieres tú tener poca vergüenza para los asuntos carnales, mas non eras amigo de lo ajeno! A no ser que tratárase de mujeres, claro está...

De cualquier manera, este es tu sino, y supónese que hoy te llamarán para tu primer día en la Guardia de la ciudad. Al menos es un trabajo honrado...

Notas de juego

*Misa que coincide con la salida del sol, sobre las 6:00h.

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16/02/2014, 23:35
Narrador

El habitual ruido de la Córdoba vespertina vos despierta a vuestro hijo y a ti* un día más. Lleváis ya tres días asentados en Córdoba, en la posada de la Liebre, en la calle Pedregosa, en la collación de Santa María. Non es precisamente el palacio de un cardenal, pero tenéis un techo para resguardaros en la noche, al menos hasta que puedas permitirte comprar una casa a la que poder llamar hogar. La posadera, Estuarda, le ha cogido especial cariño a Ferrán, de quien asegura que "es el niño más guapo que ha pasado nunca por aquesta posada", et por suerte preocúpase de aseguraros sábanas limpias et una palangana de agua (suficiente sólo para el niño, pero algo es algo) cada mañana desde que llegárais.

Ferrá salta sobre tu cama, contento, llamándote "oso perezoso" et diciendo que levantes, que las campanas ya han llamado a Primas** hace rato, et que está deseando desayunar otro de los bizcochos de la Estuarda. Con resignación levántaste et acicálaste (en la medida de los posible, claro), abriendo la ventana para ventilar un poco el cuarto.

Hace ya dos días que intentaste entrar a la guardia, mas aún non has recibido respuesta alguna. Pidiéronte nombre,  apellidos et lugar de residencia, por lo que supones que avisaránte si finalmente acceden a tu reclutamiento. ¿Será hoy el día? ¿Qué alternativas quédanme si soy rechazado? piensas mientras peinas con tus manos al chiquillo et le remetes la camisa por dentro.

Un grito de "¡Agua va!" y las consiguientes inmundicias chapoteando en la calle es lo último que escuchas antes de salir de la habitación, dispuesto a tomar el desayuno con tu hijo. A veces echas tanto a Helena cuando le miras, y ves sus ojos reflejados en los del zagal...

Notas de juego

*Me referiré siempre a Martí en segunda persona y a Ferrán en tercera. Recuerda que al postear puedes elegir hacerlo como Ferrán o como Martí.

**Misa que coincide con la salida del sol, sobre las 6:00h.

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16/02/2014, 23:53
Narrador

El ajetreo de Córdoba al amanecer despiértate en un sucio camastro de la posada de la Liebre, en la calle Pedregosa de la collación de Santa María. Allí has dado a parar con tus huesos (et tus carnes) tras un par de semanas de posada en posada de mala muerte, por la collación de San Lorenzo. Sólo cuchitriles, miseria, inmundicia et gentuza encontraste por aquellos lares. ¿Que si esta posada es mucho mejor? Pues no: el camastro amarillento hiede a sudor rancio que tira para atrás et ni una palangana de agua tienes para asearte, pero al menos la Estuarda, la posadera, sabe facer bien de comer. Non está a tu altura, mas la condenada sabe lo que hace entre fogones.

Abres la ventana para ventilar un poco la habitación, pero poco es el aire que corre por la antigua capital del Califato cordobés. El calor es agobiante, diríase que incluso más que en tu Alcarejos natal, et el sudor corre por tu cuerpo mientras te acicalas. ¡Y sólo hace un rato que las campanas han debido llamar a Primas*! ¿Cómo sobrevive aquí la gente en verano? ¡Cocidos como salchichas acabaremos todos!, piensas mientras te abrochas (con cierta dificultad, por qué non decirlo) el cinturón et terminas de recoger tus pertenencias.

Face ya dos días que pernoctas aquí, desde el día que solicitaste entrar a la guardia. Escuchaste que necesitaban gente, et por más que non gustárate, a tu edad, tenías que seguir trabajando para llevarte el pan a la boca (¡Et el cordero y el vino!). Aún non fas recibido nueva alguna, ¿Puede que sea hoy el día?

Una cubeta de mierda pasa rápido por tu ventana hacia la calle, proveniente del piso de arriba, tras un grito de "¡Agua va!". Suspiras deseando que realmente te admitan en la guardia de la ciudad para poder al menos costearte un alojamiento más digno antes de cerrar aquel cuchitril de un portazo et dirigirte al salón principal, maldiciendo a los bastardos de las levas que face poco volvieran a sus casas et dejárante en la calle.

Notas de juego

*Primera misa del día. Coincide más o menos con la salida del sobre, sobre las 6.00h.

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17/02/2014, 00:05
Narrador

El salón principal de la taberna non está demasiado ocupado a estas horas. O bien las gentes que aquí pernoctan son muy madrugadores, o bien muchos regresaron de sus quehaceres nocturnos más tarde de lo que lo haría una persona decente.

La Estuarda, posadera et mujer del dueño, Cipriano del Monte, es quien se encuentra sirviendo las mesas. Sus caderas se contonean bajo las faldas con mucha gracia, et el vestido deja ver la morena piel de sus hombros. Desde luego, Cipriano sabe elegir, pues la moza está de buen ver. Rondará las veinticinco primaveras, pero aparenta unas cuantas menos, haciendo las delicias de los parroquianos sólo con su presencia.

Hay un total de cinco mesas, una en cada esquina y otra central, algo más grande. Sólo una de ellas ocupada. En este momento, un omne "fornido" (gordo, que dirían otrosde pocos modales), otro omne con un zagal (diríase que es el suyo hijo) et un tercer omne que porta un hacha a su espalda et parece omne de armas salen de sus habitaciones.

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17/02/2014, 09:15
Gracián de Alcaracejos

-¡Estuarda! ¡ESTUAAARDAAAA!- Gritó el hombre "fornido", mientras entraba en el comedor como un barco con velamen hinchado, dirigiéndose hacia la mesa más próxima a la puerta, donde pudiera intuir al menos una brizna de brisa que le aliviara el calor. Portaba un atillo con la mano en el que se podía ver claramente un arco de factura extranjera junto con sus flechas y una maza, atados con el escudo que hacia las veces de mochila. De su cintura colgaba un pequeño odre, y el gambesón que protegía su cuerpo apenas daba para circundar la enorme barriga. A todas luces la habían ajustado a su cuerpo, pero ni así...

Resoplando y sudoroso, Gracián consiguió hacerse caber entre el banco y la mesa en la que había depositado su enorme cuerpo, y pese a los vanos intentos suyos y por muchos esfuerzos que dedicó, por mucho que empujó, no consiguió acercarse más, pues su barriga se lo impedía.

Finalmente dado por vencido, se giró nuevamente hacia puerta de la cocina.-¡Hambre, buena mujer! ¡Este nuevo guardia morirá de hambre antes de que le sirvas algo, por el amor de Dios! ¡Si estoy en los huesos!- Gimoteó teatralmente, poniendo cara de pucheros y guiñando socarronamente el ojo a Estuarda, sonriéndole después con su enorme cara bonachona.

Después, mirando a los recién salidos del cubículo, hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo, mientras llenaba un vaso con la jarra que tenía delante.- Buenos días, señores.- Saludó cortesmente, mientras se llevaba el vaso a la boca. Dado el primer sorbo puso cara de disgusto.-¡Agua! Esta mujer pretende ahogarnos...-.

 

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17/02/2014, 12:42
Narrador

El rumor de las gentes por las calles despiértate suavemente junto a los primeros rayos de sol que dan directamente en el tuyo rostro. El sudor empapa todo tu cuerpo a pesar de haber dormido con la pequeña ventana abierta, pero el calor cordobés no da tregua ni bajo el manto de la noche. El húmedo y colchón de paja cruje tras levantarte, como aliviado por el peso que (literalmente) ha quitádose de encima.

Echas un vistazo por la ventana esperando que el aire vespertino despiértete, mas ese aire non llega. Puedes ver desde esa misma ventana (o ventuco más bien, que llamaríale alguno) la Calle de la Madera, en la collación de San Juan, con algún carro vacío que parte hacia las puertas de la ciudad, et sus gentes de aquí para allá, liados con sus menesteres diarios. Al volver la vista se te viene el alma al suelo volviendo a observar el cuchitril (que el posadero tuvo la poca vergüenza de llamar "habitación") en el que pernoctas desde que llegaras a Córdoba hace unos días. A buen seguro que el tuyo padre pudiere haberte costeado un mejor alojamiento, mas pareciere que el elegir aquesta posada era también parte de su castigo por los pecados que a su juicio cometiste en tu Lugo natal.

Terminas de pertrecharte rápido, aséaste un poco con la palangana de agua sucia que hay en la habitación (la cual sospechas que lleva ya varias semanas sin cambiarse, pero eso esa es otra historia) et dirígetes al salón principal de la posada, esperando el delicioso desayuno que suele servir la Inés, la posadera, et quizá alguna nueva. Aún non has tenido noticias de la guardia, et supóneses que debes pasar a engrosar sus filas...

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17/02/2014, 13:59
Narrador

El bullicio de la Córdoba vespertina non te pilla por sorpresa. Yaces en tu sucio camastro de la posada que llaman "El Colmillo del Jabalí" (curioso nombre, pues desde que pernoctas aquí hace ya dos noches, non has visto que sírvase jabalí ni nada mínimamente parecido), con un ojo abierto, más despierto que dormido. Tus largos años buscándote la vida de un lado para otro (especialmente las noches que has pasado en la collación de San Lorenzo) han enseñádote que ni en las posadas puede uno estar seguro de levantarse al día igual de vivo que el día anterior, ni mucho menos con las mismas pertenencias. Especialmente si uno se dedica al tuyo oficio, que poco bien visto está por el resto del pueblo, et que guardas celosamente en secreto.  Por suerte esta posada está en la collación de San Juan, concretamente en la parte alta de la Calle de la Madera.

Levántaste del asqueroso camastro de paja (que hiede a sudor rancio que tira para atrás) et te aseas con la palangana de agua que hay en la habitación. Non es que el agua sea menos asquerosa o huela mucho mejor que el colchón, pero al menos se agradece el refresco en medio del sofocante calor cordobés. ¡Et el sol non hace ni un par de horas que ha salido! ¿Qué calor abrasador traerános este mediodia? ¡Por no fablar del verano! . Es un "lujo" que no todas las posadas que has visitado hasta ahora te han ofrecido, motivo por el que has repetido más de una noche (eso, y que aún non te has despertado con algún mozo rebuscando en tu zurrón, como pasara hace tan sólo un par de noches..).

Terminas de asearte et, tras echar un rápido vistazo a la ya ajetreada calle, decides salir al salón principal a tomar el desayuno que a buen seguro la Inés, la posadera, ha preparado. Desde luego, esa mujer sabe lo que hace cuando está entre fogones, pues pocas comidas como las aquí servidas has degustado en tu vida, et a tal precio.

Hace ya casi una semana que hiciste la solicitud de entrar en la guardia. Al principio parecióte sólo un absurdo rumor, mas el guardia non te echó a patadas cuando fuiste a fablar con él. ¿Acaso estarían los judíos consiguiendo más derechos? ¿Podría esto significar que más puestos se abrirían a la comunidad judía de Córdoba? Poco sabes, pues nadie parece querer fablar del tema, mas aún non has recibido respuesta alguna por parte de la guardia... Por si acaso aseguráste de facerles saber tu nuevo "lugar de residencia", la posada.

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17/02/2014, 14:18
Narrador

El salón principal de la taberna non está demasiado ocupado a estas horas. O bien las gentes que aquí pernoctan son muy madrugadores, o bien muchos regresaron de sus quehaceres nocturnos más tarde de lo que lo haría una persona decente.

La Inés, posadera et mujer de Saturno "El Napias", el dueño, es quien se encuentra sirviendo las mesas. Sus carnes se contonean bajo las faldas a cada paso et sus pechos no paran de botar arriba et abajo. Mujer entrada en carnes, mas simpática, a buen seguro faría las delicias de más de uno con sus... encantos et su juvenil cara de ángel. Apenas contará con veintirés primaveras la moza, et sus carnes aún están prietas.

Hay un total de cuatro mesas, una en cada esquina mas el escenario central, donde alguna vez se organiza un espectáculo, cuando térciase. Sólo una de las mesas está ocupada. En este momento, un omne "fornido" (gordo, que dirían otros de pocos modales), et un judío (bastante feo, aseguran las damas) entran al salón.

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17/02/2014, 20:18
Martí Carbonell

Martí se dirigió a una de las mesas que se encontraban vacías mientras discutía con su hijo que iban a desayunar.

-¡Buenos días, Estuarda!- dijeron ambos casi al unisono, en ese mismo instante, un fornido hombre hacia entrada en el salón de la taberna, se le veía bastante contento, al parecer acababa de entrar a formar parte de la guardia, "¡vaya, que casualidad!" pensó Martí, él también había mandado una solicitud pero aún no tenia respuesta, "aunque, si a ese hombre le acababan de dar la noticia, quizá la hayan llegado noticias a Estuarda."

Cuando Estuarda se acercó, -Estuarda, ¿han llegado noticias para mi?- dijo Martí mientras contemplaba la gran figura que era ese hombre.

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17/02/2014, 22:10
Rodrigo de Baena

Levantose del hediondo catre con cara de malas pulgas, y pulgas sin lugar a dudas debía haber entre la paja, pues sentía picores por todo el cuerpo. Aún no habíase acostumbrado a la nueva vida a la que su padre habíale obligado, y eso que eran ya dos los días que se encontraba en aquel cuarto de mala muerte. Cómo podía hacerle entender que no había mal en satisfacer a las hembras que iban en su busca. Eso era lo único malo que había cometido, si por malo pudiera considerarse, mas del robo aquel... no, eso sí que no.

Ahora veíase en atrapado en aquella pestilente ciudad, por lo menos donde aquella posada se situaba, sudando como un cerdo con el calor y eso que aún acababan de tocar a Primas y sin tan siquiera un jarro de agua con la que refrescarse. Cómo añoraba los días pasados... Pero no podía pensar en lo que había pedido, con toda probabilidad y ahora que iba a entrar en la soldadesca, seguro que no le faltarían oportunidades de probar la cama de morenas cordobesas, y ni pensar en hacerle ascos a creencia o fe de la mujeres, que en el lecho al fin y al cabo todos eran iguales.

Pertrechose con las cosas que tenía para bajar a tomar algo de desayuno.

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17/02/2014, 22:24
Rodrigo de Baena

Pocos eran los que a esas horas paraban en la taberna, motivo por el que Rodrigo pudo observar sin problemas y con algo de descaro a los que allí había. Cargando con todos sus pertrechos y disimulando un bostezo, sentose en la mesa más cercana que vio libre escuchando las palabras de los otros. Vio a la mujer del tabernero atendiéndolos y no pudo evitar una sonrisa zalamera, sin lugar a dudas la moza estaba de muy buen ver y seguro que estaría mucho mejor debajo de unas sábanas.

- Oh bella Eduarda, cuando podáis algo de yantar no me vendría nada mal.

Rodrigo tendría fama en cama ajena mas de boca y bellas palabras no andaba demasiado provisto. Miró al orondo personaje que reclamaba también su pitanza, enarcando una ceja al escuchar lo que decía y sin atar su lengua dirigiose a él.

- Así que buenhombre... nuevo guardia de la ciudad ¿eh? Qué coincidencia porque yo también estoy esperando nuevas sobre la guardia. Quizás seamos nuevos compañeros y todo.

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17/02/2014, 23:04
Ishaq ben Abner

Un día más, en aquella taberna. No entendía cómo no me habían echado ya a patadas... ¿un judío durmiendo en taberna cristiana?, mejor dicho... ¡un judío durmiendo allí! Sin duda que el dinero bien hacía su trabajo, que igual pintan bastos para unos que para otros, y los cuartos sucios o relucienten no cambian de valor, estén como estén... Y de esta guisa estaba yo en la taberna de singular nombre (¡que no probara yo semejante obscenidad!), puesto que religiosamente la tal Inés (y su marido, claro) bien me acomodaron "con los maravedíes por la diestra", escondiendo "a la siniestra" su vergüenza y reticencia de cobijar a herejes hebreos como uno...

Mas que como yo no daba problema, pues ni hablaba con nadie ni me metía en los asuntos ajenos, nada me decían; tan sólo dormía allí desde hacía poco, pues sabía que a la aljama no podía volver: si me pillaran los vecinos a los que le limpié los cuartos... ¡ay de mí!, que me echaban a la soga de inmediato... Y con lo que el latrocinio me proporcionaba, púdeme así pagar las rigurosas vistas de la mañana, esas dos protuberancias que salían de la cocina, esas... ¡Sí!, aquellos panecillos de pan, queridos malpensados (que no andaba yo con lo de la Inés...), que tan sólo verlos allí saliendo del horno de piedra a las mesas se me hacía la boca agua, aunque fuera con el olor que desprendían.

Y sólo pensaba en una cosa: ser alguacil, pues no era aquello oportunidad de redimirme, y al caso, de escapar de aquellos a quienes habíales robado día si y día también...

Y fue entonces cuando bajé al comedor de la taberna ví a un hombre... ¿Un nuevo inquilino? Desde luego que me senté, mas no con él, que uno no sabe qué intenciones tienen los extraños para un judío tan salido de la aljama, tan poco usual, a no ser que sea un muccadim... (cosa que no era yo...).

Tragaba saliva mientras esperaba que Inés me ofreciera algún plato... de almuerzo-desayuno, por supuesto...

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17/02/2014, 23:19
Estuarda

-¿En los huesos? -Estuarda acércase a la mesa donde Gracián ha sentádose, con una sonrisa, et recoje unos cuantos vasos de cerámica que hay en ella- ¡Será los que que déjasme en el plato, bribón, et bien apurados! -la mujer sonríe et vuélvese para saludar a Ferrán, Martí et Rodrigo - A los buenos días. ¿Cómo estás, zagalín? -un pequeño pellizco cariñoso hace sonrojar la mejilla del hijo del catalán.

Estuarda entra a las cocinas mientras los recién llegados toman también asiento, et vuelve pronto sin los vasos en sus manos. La pregunta de Martí llámale la atención.

-Aquí non ha venido nadie, Martí. Ni el desgraciado del mío marido, que partió temprano para el mercado a comprar viandas et otros menesteres, et miren las horas que son et no ha regresado. -mientras habla, pasa un trapo viejo por las mesas ocupadas, intentando adecentarlas- ¿Han oído ustedes los rumores? Dicen que una plaga está asolando los campos, que toda la cosecha del año ha echádose a perder et que viene época de vacas flacas... ¡Lo que hacíanos falta! Encima muchos campesinos están viniendo a la ciudad, muertos de hambre, pues han perdido todo lo que tenían... ¡Más bocas que alimentar! Como si los impuestos et aranceles non hiciérannos suficientemente difícil adquirir ya los alimentos...

Cuando termina de limpiar las mesas, se remete el trapo en la cintura de la falda.

-Bueno, ¿qué va a ser, señores? -se dirige a todos vosotros- Adviértoles que poco tenemos que ofrecerles, mas asegúroles que fago milagros en la cocina. ¡Si lo tenemos, chuparánse los dedos!

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17/02/2014, 23:35
Narrador

Encontrábaste* reorganizando tu colección de hierbas, remedios e incluso algún veneno, temprano, como cada día, poco después del amanecer, cuando Zacarías irrumpió en la habitación, somnoliento. Desde luego, si algo mostraba el chiquillo, era interés por aprender. Non importaba cuánto hiciérasle madrugar o cuántas veces llamárasle en mitad de la noche para que te acompañe a algún servicio de urgencia, el mozo siempre estaba ahí.

Los sonidos del incipiente ajetreo cordobés entraban ya por las ventanas junto a los primeros rayos de sol, por lo que apagas la vela de un soplido a la par que el tuyo aprendiz entra por la puerta. El zagal pronto empieza a ayudarte aún con las legañas poblándole los ojos. Aunque non te plazca reconocerlo, el muchacho tiene verdadera vocación et futuro.

Una vez termináis de facer las labores de mantenimiento, et tras el delicioso desayuno preparado por Zacarías (formado por lácteos et cereales, servidos en vasos et platos de barro, tal como manda tu tradición judía), un golpe en la puerta face que tu ayudante dése algo más de prisa en retirar la mesa. Abres tú mismo la puerta et encuentras a un habitual, Cipriano, el de la posada de la Liebre.

Notas de juego

*Me referiré a Yunus (tu PJ principal) en segunda persona y a Zacarías en tercera cuando narre mientras estéis los dos juntos.

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17/02/2014, 23:52
Cipriano

-A los buenos días, doctor. Preguntábame si pudiere atenderme con presteza, que tengo a la señora esperando a cargo de la posada...

El omne porta un par de sacos medio vacíos, et viene sudando por el esfuerzo de cargarlos.

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18/02/2014, 00:53
Pedriño "O Maruxo"

Los pestiños de la Inés. Nada me gustábame más que comer ese rico dulce por las mañanas, mojado en miel y leche. ¡Pracer de deuses! Motivación para salir, repeinado pero casi en camisón, que matábame aquella temperatura.

Bajé trabajosamente las escaleras mientras me secaba de la frente el sudor. ¡Odio o calor!... Toda la noche sin pegar ojo entre las chinches y el agotamiento que apenas dejaba moverme. Resoplé al terminar el último escalón y miré en derredor. Tranquilo todo salvo por un peregrino. ¡Xesús, Xosé y María! ¡Qué feo era!

Andúveme con cuidado de no arrimarme demasiado a él, ni cruzar la mirada siquiera, a ver si fuera a ser un leproso o algo así. Vista al suelo y calladito me arrimé a la esquina de la mesa tras murmurar un "Bos días" muy bajito a la ama Inés. Me abrumaba todo en aquella ciudad del Sur, dónde todos parecían amigos y gustaban de falar con alegría de cualquier cosa... tan distinto de mi Lugo natal, gris, lluvioso y de gente hosca. Tenía que faceme a ello, pero cuando despertase ¡qué era moi temperán!

En cuanto se acercó la paisana, mientras yo jugueteaba con una hormiga matando el tiempo, solo tuve que sonreir, esperando que me trajese un poco de leche y los pestiños... para tomar carrerilla y preguntar por si había venido alguacil alguno con órdenes del mío Pá. Lo pensé pero no me atreví. Si tenían que decírmelo ya me lo dirían, seguro.

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18/02/2014, 01:30
Inés

-A los buenos días, señores -dice Inés, dirigiéndose tanto al omne de horrible aspecto como al otro, el entrado en carnes- ¿Qué va a ser? ¿Lo de siempre, Pedro? -a la mujer cordobesa costábale desde el primer día llamar "Pendrinho" a omne de tal embergadura, por lo que siempre se dirige a él como Pedro a secas. Sin esperar respuesta por parte del forastero, Inés dirígese sonriente también al judío- Malas nuevas tengo para ti, Ishaq, pues poca leche o queso tengo, et carne nada más que de cerdo quédame. Supongo que omne de calle como tú fabrás escuchado los rumores, ¿verdad? -cortés, la muchacha se gira hacia el de Lugo, para referirle las nuevas- El otro día escuché a un judío, Tobías el de la alfarería... ¿Conóceslo? Bueno, qué importa... El caso es que aseguraba que un guardia habíale dicho que una plaga ha asolado la campiña, que nada de cultivo ha salvádose et que la cosecha de todo el año ha ídose al carajo -la mujer, simpática et charlatana, fabla por los codos, como si conociéraos de toda la vida-. Et es que por lo visto (y yo no he visto a ninguno, más conozco a más de uno que jura y perjura que así es), los campesinos están hambrientos, sin nada que echarse a la boca et sin tierra que labrar, viniendo a la ciudad a mendigar et a buscarse el pan. ¡Habráse visto! ¡Como si non estuviéremos ya suficientemente apretados de dineros con los aranceles et los impuestos, como para que encima vengan los del campo a por nuestra comida, et los precios venga a subir! Desde luego... ¿Dónde iremos a parar?

La mujer estalla de pronto en una carcajada.

-¡Pero bueno! ¡Que non dícenme nada, et yo a aquí sola pudiere tirarme horas fablando et fablando de cualquier asunto! -una enorme sonrisa adornó su cara, a pesar de la evidente preocupación que tenía por el futuro de su negocio si los precios realmente subían- ¿Qué va a ser, pues?

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18/02/2014, 09:40
Ishaq ben Abner

Cuando anunció lo de lo de las malas nuevas, ya crei que alguno había dado conmigo, y me azotaría a palos hasta que no le devolvises sus dineros, su cadenilla de oro o alguna de sus gallinas... mas al saber que era lo del menú no es que me aliviara, aunque tampoco me alegró, todo hay que decirlo.

Desde luego, poco me importaban a mi los del campo, que uno no era rico precisamente; et que si habría que medigar, estaban antes los indigentes y desarrapados de la propia ciudad, que para ensuciarla con sus sucias presencias ya habíalos suficientes, incluidos un servidor que, pese a que se llevaba a la boca lo que podía tomar del menos hambrunos, pasaba las penas como podía.

Si, se quién es -decía hablando como agachando a la cabeza debido a la vergüenza de que una mujer tan bella se dignase a verme, y encima judío-. Espero que sea un rumor,... ejem... pobres gentes... -dije con poco tacto-. Eso significa, señora... ¿que también nos subiréis la tasa de la alcoba? Mire que yo me conformo con patas limpias de pollo, aunque estén chupadas y relamidas... -temía la consecuencia indirecta, que se alzasen los precios en la propia taberna-. Entonces miré al muchacho de gran grueso (porque era grande) y lo cierto es que poco me sonaba de la ciudad (y miren vuesas mercedes que habíamela recorrido como entera, ya fuera robando o huyendo). Con que me traigáis, si es menester, un huevo duro, algo de queso o pan, aunque sea negro, será suficiente -le dije a la Inés-.

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18/02/2014, 10:06
Pedriño "O Maruxo"

Seguía entretenido con la hormiga, con las orellas bien abiertas, eso sí. Esperaba que el hombre feo, judío o musulmán por sus atavíos, no le diese más conversación a la rapaza y se demorase más el desayuno. Mis tripas ya rugían y hablar de cosechas, plagas y problemas de los campesinos no eran mucho de mi incumbencia y ciertamente cuando estaba en Lugo eran cosas del meu pai, no mías. Cierto dolor se apiadó de mi alma al recordar a Cloido, el mi sirviente, cómo chillaba en la hoguera justo antes de que yo partiese. Pobrinho... Tanto fue así que empecé a llorar, no a lágrima perdida, pero sí un poco sensible y con morriña.

Sorbime los mocos e intenté hacer de mi un paisano cuando sentí la mirada del tal Ishaq y aunque apetecíame hundir la mirada en la mesa, para no dar muestras de blandengue armeme de valor y pregunté lo que antes había pensado, no fuese que el poco agraciado pensase que era yo un menguado:

- E-e-e-e-u - dije, un poco nervioso - Eu como de costume, Inés.- paré para coger aire y pregunté de seguido - Non-non-non-nooon habrán venido de la guar-guar-dia con nuevas para mi ¿non? Eu espe, espero noticias para ser alguacil...

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18/02/2014, 17:38
Gracián de Alcaracejos

-Apurados de lo bueno que estaban, bella dama.- díjole Gracián a Estuarda.- Y ya puestos que me pides, si nos traes un poco de pan et queso que dísteme el primer día, el curado, me harías hombre digno de hollar esta posada. ¡Ah! Y un poco de vino para mi et para mi nuevo amigo.- Finalizó, apartando su atillo a un lado para dejar sitio al fornido joven que le había preguntado nuevas sobre la guardia.

-Sentaos, por favor, os lo ruego. Compartid desayuno como hermano de armas.- solicitó Gracián.- En verdad os digo que no tengo nuevas todavía, pero un amigo confiome que con tanta mesnada de gente hambrienta que entra en ciudad, como bien dijo nuestra hermosa posadera, acogen a toda solicitud de nuevos guardias. Así que si lo habéis pedido, tened fe buen señor, pues ya veréis como pronto nos veremos vistiendo jubón de guardia.- Le animó, guiñándole alegremente el ojo.- ¡Pero por Dios! ¡Menudos modales tengo! ¡Ni me he presentado!- Exclamó apurado.- Mi nombre es Gracián…- díjole su nombre, a la vez que alargaba su regordeta mano para saludar al joven.