Partida Rol por web

(Post en progreso, hoy ya no doy para más. Sentiros libres de narrar cómo llegáis hasta la sala de juicios por la noche o empezar a interactuar entre vosotros)

Tras escuchar los susurros de Wilburg, Berthold retrocedió tan rápido asustado que cayó de culo contra el suelo, como si el molinero tuviera algún tipo de peste con la que pudiera contagiarlo.

¡Nos h’angañao!- Le señaló con un dedo tembloroso, todavía alejándose de su figura para poner la máxima distancia posible entre ambos.- Non es bueno. Non e d’este pueblo.- Arrastrándose, se acercó a la figura de Franz al considerarle como la persona con más poder en el grupo por su posición como Alguacil, queriendo colocarse detrás de él para buscar protección.- ¡Malo! ¡Malo!

¡Tate! ¡Otra vez no, por Dios! ¡El diablo habla por tu boca, posadero!

El molinero se alejó del que hasta entonces era su amigo refugiándose una vez más tras Horst por su gran complexión. 

¡¡Sus está mintiendo!! ¡Amigos! ¡¿Qué sentío tendría que yo mubiese expuesto así?! ¡Qué llevo hablando desde el primer día de todo lo que sé!

Mirad, tanto confío en vosotros que con el permiso del algozí, hoy ni yo voto. ¡Pero tenéis que votale a él questá mintiendo y malmetiendo sobre mi!

El Ovejero mas obligado que por deseo o iniciativa, llevo en la mañana a sus ovejas a pastar, para en la tarde volver a casa, temprano, esperando no ver el caos de ayer, pero siendo ya el cuarto día era imposible, a no ser de que hubiese acabado, más la nueva pesadilla delato un rotundo no, por lo que entro al edificio sin gorro esta vez.

Arrastrando los pies, llego nuevamente a sentarse en su ya acostumbrado lugar, sin mirar a nadie, tan solo dubitativo sobre lo ocurrido ayer, donde a diferencia de la señora Tudor, el herrero pareció sufrir hasta el final, sin llegar a profanar la palabra del señor o gritas insultos como su vecina de pila.

-Si no es uno a de ser él otro. -Repitió las palabras que le acompañaron ayer antes y después de voto y se reforzaran cuando el tabernero acuso al molinero.

Se sentía cansada y ese día no tenía el cuerpo para mucho, pero aun así se puso manos a la obra. Hacía las tareas con más lentitud de lo normal, todas esas pesadillas hacían que no pudiese dormir bien, era como si varias carretas de dos mulas hubieran pasado por encima de aquella mujer.

Llegó la noche y en parte sentía algunos nervios debido a la acusación que hizo públicamente el día anterior, pero no se iba a echar para atrás. Una vez que entró, dos vecinos estaban discutiendo entre ellos acaloradamente, dirigió su mirada primero a uno y después al otro, sin poderse creer lo que estaba viendo. Luego miró a Harby - Por favor... ha muerto un inocente, no podemos acusar así a la ligera, solo "porque si no es uno es el otro". Algún tipo de conducta extraña ha podido tener y eso puede servir como prueba - pensó al recordar su acusación del día anterior. No lo tenía claro pero aquellas fueron algunas pruebas que pudo presentar y que algún tipo de fuerza le dio el valor para compartirlo con sus vecinos.

-Pero ayer se acusaron mutuamente y hoy Bertohld a confirmado las palabras del herrero, alguien que al parecer no tuvo culpa ninguna... Si no es uno a de ser él otro... -Repetía lo mismo como un salmo.

¿Por qué dicen que ha muerto un inocente? ¿De onde sacan eso? Wilhelm era un Sectario desos. ¡Se lo digo de buena fe!

Si non era bruja era su pariente. Tien que creerme. ¡Si creen al molinero sí que morirá un inocente!

Aquella mañana Edeltraut se despertó sin ningún sobresalto. ¿Significaba eso que Wilhelm era inocente? Quizás las brujas tenían aliados, como decía Wilburg. Pero claro, lo decía Wilburg y no... no confiaba en él. Además estaba la acusación de la granjera. ¿Estaba loca? Bueno, teniendo en cuenta la situación tampoco era de extrañar.

El día pasó para Edeltraut sin pena ni gloria, ensimismada en sus pensamientos, hasta que llegó la hora del juicio. Otro más.

Al entrar en la sala los cuchillos volaban en todas direcciones. Edeltraut se santiguó y se colocó donde siempre. A escuchar qué decían los demás, primeramente.

Clara no sabía qué pensar. Había estado creyendo firmemente en la inocencia de Wilburg y que estaba aprovechando la ocasión para señalar a posibles brujos. Sin embargo, la ejecución de Wilhelm no solo había sido innecesaria, sino que ahora todos habían sido partícipes en la muerte de un hombre inocente. Un buen hombre había muerto y la única seguridad que tenía es que Muriel Tudor era una bruja.

Al presenciar cómo el molinero trataba de nuevo de escurrir el bulto y señalaba a un nuevo sospechoso, en este caso Berthold, la costurera decidió no callarse.

-Wilburg, ¡llevas acusando cada día a alguien distinto desde el principio! -le recriminó, señalándole con un dedo acusador-. Por tu culpa, un hombre inocente está muerto, y si te hubiéramos hecho caso el primer día, puede que Horst también lo estuviera. No, Wilburg. Yo no me fío de tus palabras.

Cuando la moza se quemó todos lo vimos. Ahí.- Señaló hacia la hoguera mientras se terminaba de incorporar, todavía tras la protección del alguacil.- Era una brujaza d’esas, hacía el mal.- Agarró con fuerza la piedra blanca que, según él, le había salvado.- Tos lo vimos.

Después dijiste que el hombre amable era d’una secta.- Señaló a Wilburg con el dedo índice de manera inquisidora, aunque todavía estaba temblando y se negaba a acercarse.- Te creí. Pensaba que era un brujazo.- Su rostro se entristecía, arrugándose en cada palabra.- Te creí y le voté. Le quemaron y non pasó ná.- Se secó una lágrima con la manga sucia de su camisa, sollozando.- Él era bueno y ahora el señó le protege de las brujazas. Al igual que el señó me protege a mi.

No entendí nada y te pregunté molinero. Me dijiste que no eras del pueblo, sino de un culto d’esos.- Bajó la mano que todavía le estaba señalando, cansado de mantenerla en alto.- M’as engañao, a mi y a todos. Non ere de los nuestros.

¿Pero sus estáis oyendo? ¡Que el Wilhelm non era inocente! ¡Quera duna secta!

Andemás, mestáis diciendo que yo acuso cada día a uno y eso non es cierto pa ná. El primer día dije lo que sabía, quel leñador bien podía ser bruja porque tenía mucho "protegonismo". Aluego el segundo día dije que ya non sabía ná. ¡Non acusé a nadie! ¡Tó lo contrario! Aluego, el tercer día descobrí quel Wilhelm era duna secta y lo dije también. ¿Onde veis su inocencia? ¿Que no ardió derritiendose como la bruja? ¡Derritiose como el que más! Andemás, quigual servía a Satanás siendo un "pariente", ¡que lo dije mu clarinete! Y luego hoy ¿A quién he acusado yo hoy? ¡Si man acusao a mi!

¿Non sus dais cuenta que los satanasos están aprovechándose de quel Wilhelm no se derritió de tal manera como la bruja pa urdir un ataque sobre uno de los vuestros? ¡Y no cualquiera de los vuestros! ¡Que si matacáis a mi lastáis liando buena! ¡Que las brujas van directitas a por mi cabeza por algo! ¿Haz falta que sea más claro? Poque si haz falta lo soy. ¡Mataime a mi es poneivos un cuchillo al cuello a tós! ¡Esto ye las brujas contra mi persona y otro!

A ver, a ver , a ver-Dijo Horst, bastante enfadado intentando buscar algo de sentido a todo aquello. El hecho de que a la muerte  del herrero no hubiera ocurrido nada como la otra vez ya lo había puesto de los nervios por la mañana. Y eso que estaba últimamente con el negocio dando bastantes frutos, puesto que el mercado de la madera había aumentado enormemente aquellos días- ¿Qué Demonios vas diciendo de que yo tengo protegonesmo,  que lo llevas diciendo todo el día? Yo solo recuerdo que te has pasado tosa la temporada acusando sin ton ni son, te hemos hecho caso, non ha pasao nah, y ahora va el Carnero y le dice que tu eres de la secta. Y no tengo ni puta idea de que es una secta, así que o nos aclaramos o al Cielo juro que aquí me lio a ostias

—¡CALMÁOS!—gritó Franz.

El alguacil había llegado como siempre, con su familia y sin hacer mucho ruido. Pero Berthold se había asegurado de meterlo por medio. La histeria empezó a propagarse entre sus vecinos y se vio obligado a poner un poco de orden.

—Willburg, si sigues gritando a lo loco, no serán los hombres del vicario los que tengan que reducirte—le advirtió—. Ya te lo avisé ayer, esto es lo que te traería acusar sin ton ni son. Sobretodo después de lo que pasó ayer, ¿qué esperabas? Si la muerte de Willhelm no nos mostraba nada especial, todas las miradas recaerían sobre ti.

Tras sus palabras al molinero, Fran se dirigió al pueblo.

—Los demás mantened la compostura también.

Willburg se echó a llorar.

¿Qué non grite? ¿Y qué hago, señor algozí? ¿Me callo y dejo que macuse de Sectario?

¿Cómo me pregunta que quesperaba? ¿Cree que yo sabía antes de quemar a Wilhelm si iba a ser brujo o solo pariente? ¿Si se iba a nota al morir lo quera? Non lo sabía, pero dígame osté ¿qué haría? Póngase en mi pellejo: averigua por estar atento a las intrigas del pueblo qualguien es un Sectario. Non sabe si bruja o pariente. ¿Se lo calla por la posibilidad de qual morir non se sepa la verdad? Pos non. Si busca acabar con la secta lo dice. Como hice yo. Aluego el maldito resulta ser un pariente sin más y los hijos de satanás aprovechan pa señalarle a uno dándoselas de erudito. Esto va de confianza. Yo non quiero morir, pero si confíais más en él que en mí que llevo compartiendo todo lo que sé cuando muera veréis que tenía razón y queste hombre macusa con interés malsano.

Y si non me creéis os lanzó otra pregunta. El primer día yo averigüe con las intrigas del pueblo que Horst era alguien importante y lo dije y el segundo día esa información se mezcló con la del resto del pueblo. Ya non podía decir si era Wilhelm, Eleanora, Muriel, Harby o el propio Horst. Ahora Horst lo niega, pero es la verdad. El caso es que ese mismo día yo non fui el único que averiguó algo. El otro que averiguó algo fue precisamente Berthold. Supo algo de Harby. ¿Por qué non lo dijo? ¡Ah, sí, señores! ¡Ya sus lo dije! ¡Sus dije que non solo yo sabía cosas, sino que sabía que otros sabían cosas que non querían decir! Pero es más fácil señalar al que satreve a hablar qual que calla. 

Cuando me matéis por desconfiar del que habla en lugar de del que sabe y calla, mucha suerte encontrando a los verdaderos siervos de Satanás que se lo tienen tan calladito como se lo tenía la bruja. ¡A ver quacéis sin alguien como yo que descobre toas las intrigas en lugar de callarlas!

—Wilburg, puede que tengas razón. No lo sé. Quizás Wilhelm sea un ayudante de las brujas y por eso no hemos soñado nada esta noche. Pero, aunque Berthold haya ocultado información, no ha actuado como tú, es verdad que has acusado demasiadas veces y... y...—Edeltraut no sabía muy bien cómo seguir. Le daba pena que castigaran a ese hombre, pero las circunstancias eran desesperadas— Yo no te creo.

Eleonora seguía observando a todos sus vecinos y cada vez estaba más confundida. No sabía qué pensar ni, sobre todo, qué decir. Tenían que acusar a alguien. Ella tenía en mente su acusación del día anterior, pero también es verdad que el acusar a diestro y siniestro de Wilburg era sospechoso.

La granjera suspiró - ¿Qué es para ti una secta Wilburg? No me queda claro lo que comentas... - le preguntó para que pudiese explicar aquello, buscando así algún modo de que pudiera demostrar su supuesta inocencia o que dejara ver si ocultaba algo.

¡Oye, Willburg, que yo no he negao nah! ¡Lo que digo es que no se que dices cuando hablas de que soy importante, leches! ¡Si yo solo traigo maderos del bosque! ¡Más importante que yo hay bastantes!

Förner, de nuevo, asiste al intercambio sin mostrar ninguna emoción, con el mentón apoyado sobre las manos cruzadas. Parece inusualmente silencioso hoy. De hecho, cuando sus escribas se aproximan a él como han hecho a menudo a lo largo de las otras noches, los detiene con un gesto irritado de la mano y prosigue mirando fijamente hacia adelante, hacia la asamblea que cada vez parece más agitada.

Con el mismo gesto detiene a los guardias cuando hacen un conato de avanzar para romper alguna discusión. Resulta extraño, especialmente habida cuenta de que hasta ahora ha sido adamantino en que el proceso se lleve en orden y silencio. La gente de las filas más avanzadas parecen darse cuenta y comentan entre corrillos, aunque rápidamente estos se disuelven cuando observan que el eclesiástico parece tener tendencia a posar su mirada en ellos cuando eso ocurre.

Las filas del pueblo no están quietas, tampoco. Hay algo flotando en el aire, casi como electricidad. Es como si después de lo ocurrido, la gente estuviese esperando algo que no termina de suceder. No obstante, para cuando el vicario se levanta, por primera vez prácticamente desde el principio de los juicios, nadie se ha dirigido a él.

Bueno. Parece que todo el mundo tiene algo que... compartir. No parece que le deliberación vaya a avanzar más. Escribas, procedan.

3 Eleonora