Partida Rol por web

La gente se mueve furtivamente, rehuyendo las miradas. Algunos se encierran en sus casas o talleres, echan los pestillos y cierran sus ojos y oídos al exterior. Otros observan, piensan o siguen los pasos de los demás, buscando la acusación que los exonere a ellos mismos de las llamas. Grupos de gente se adentra en los bosques buscando hogueras, huesos, signos de rituales. Uno de ellos lo encuentra.

Todo el mundo cierra los ojos. Las Brujas y los Aldeanos abren los ojos y se miran entre ellos durante 5 segundos, después los cierran.

Todo el mundo abre los ojos.

Para acelerar la cosa y que no nos enrollemos, yo mismo comunicaré a la gente lo que es cada uno.

Pues this is it, damas y caballeros.

Edeltraut y Harby son Aldeanos

Clara y Franz son Brujas.

Que os divirtais. O viel spaß, que dirían los bambergenses.

Vuestros sueños están llenos de imágenes de Muriel. A veces la amable y sonriente posadera, a veces la muchacha que venía del bosque con un zurrón de caza, a veces la bruja inclinada sobre su caldero con ojos febriles. Por un breve instante, la masa semiarbórea que os atenazó el pecho en sueños, y en el momento final, su forma desnuda bañada en la luz incandescente que se la llevó.

Despertáis, y ahí está.

No, espera... con un frenético frotar de ojos, os sacáis los ultimos restos del sueño, pero aún así, durante todo el día la veis entre los puestos, en los callejones, frente a las ruinas de su casa... de una forma u otra, Muriel está presente, ahí, con vosotros.

El primer jugador en morir (Muriel, 5) vuelve a la vida durante una votación, y su voto cuenta doble.

Se abre la sesión. La gente mira nerviosamente a su alrededor. Todos sienten la presencia de la bruja en la sala, y el miedo los acobarda. Incluso Förner, un par de veces, se frota los ojos enérgicamente, como para sacar de su vista algo.

Bien. Creo que todos estamos sintiendo que, de alguna forma, la serpiente nos susurra al óido. No me son ajenos los rumores de avistamiento de la bruja que quemamos hace unos días. Si quieren tomarlo como algo, tomenlo como señal de que nuestro enemigo pierde fuerzas y, en la desesperación, recurre a estos ardides. Sean firmes, y no tendrán nada que temer.

¿Sois vosotros o parece menos convencido que de costumbre? No os da tiempo a pensar mucho en ello.

Que comience el juicio.

Harby tuvo que restregarse los ojos de incredulidad, esperaba aquella visión de Franz después de todo, como dijera el día anterior, no sabia cual de los dos era bruja y cual animal, pero ver que a Franz le acompañaba Clara fue algo que no esperaba. Tembloroso, ante el silencio sepulcral que había ahora mismo en el edificio, pese a los gritos de fuera, hoy como ayer volvería a reunir fuerzas para luchar contra el mal.
Aquello que estaba destruyendo su pueblo y no le dejaba dormir por las noches, incluso sus ovejas empezaban a dar leche agria cuando las ordeñaba si es que daban leche, sin duda todo aquello debía terminar cuanto antes.

-Edeltrait, decir-decirme que habéis visto lo mismo que yo, por favor. Que no ha sido un mal sueño fruto de una mala digestión, que tanto tu como yo hemos conocido las caras de las brujas, porque sí, son dos, aun hay dos brujas entre nosotros y ellas son... -Trago saliva. -Franz y Clara. -Y entonces la presencia de Muriel se le clavo en el espinazo.

-¿Que es esta sensación? ¿Acaso Dios no esta contento que devuelve la presencia de la bruja que el mismo nos mostró, para estar hoy con nosotros? Ay madre con la inquisición hemos topao... -Se sentó en su sitio, con la cabeza gacha, sin animo de seguir hablando...
-Hoy serán mayoría si no consolidamos votos, debemos votar al unisono, todos a una. -Reditaba preocupado.

Edeltraut estaba turbada. ¡El engaño se confirmaba!

—¡Mentirosa! ¡Bruja!—gritó señalando a Clara—¡Y vos, alguacil traidor y fariseo, sois otro brujo! Lo tengo claro, y la farsa ya no se puede ocultar más. Harby y yo vimos anoche a Clara y a Franz cometer sus fechorías. Eleonora ayer decías confiar en mí. Si es cierto, debemos votar todos contra uno de ellos dos. Propongo empezar por...

Un profundo escalofrío recorrió el espinazo de Edeltraut. Extrañada, se giró y lo que vio la dejó pálida.

—Muriel...—susurró—¡Que Dios nos acoja confesados! La otra bruja ha vuelto...

Veía la imagen de Muriel por todas partes y solo podía respirar unos cortos minutos después de frotarse los ojos e intentar volver a la realidad. Todos en la sala parecían estar turbados, por el mismo motivo. Harby y Edeltraut fueron los primeros en pronunciarse y ante sus palabras la granjera se quedó atónita. 

- Una fuerza divina me hizo confiar en ti Edeltraut... y no creo que sea casualidad que los dos estéis de acuerdo y digáis los mismos nombres... - miró con desconfianza a Franz y a Clara, especialmente, a ésta última. De pronto, mientras la miraba, su vista se fue hacia atrás de ella. Veía a Muriel, volvió a frotarse y desapareció por un momento Edeltraut... Dame una señal... y se santiguó.

En ese juicio Berthold sentía que seguía soñando. Los que el día anterior parecían amarse con locura ahora se odiaban, mientras que los muertos regresaban a la vida únicamente para tener palabra en las votaciones… Al menos era el de la chica guapa, algo que pareció no importarle demasiado.

¡Non entendo! – Gritó, queriendo hacerse escuchar por el resto.- Primero “yo te creo”.- Señaló a Clara y al resto de mujeres.- Amor, mucho amor entre mozas.- Pareció sonreír al decir esto, gustándole demasiado esa imagen.- Ahora non querer, ahora brujazas.- Esta vez miró a Harby.- Yo non ver nada, no entender nada. ¿C’a pasao?

Clara sonrió con malicia mientras escuchaba las palabras de los pueblerinos, disfrutando de cómo Harby y Edeltraut finalmente abrían los ojos. Dirigió una mirada a Franz, disfrutando de las acusaciones del ovejero y la dama de compañía, como si no le importasen en gran medida.

-Ha sido divertido -reconoció la costurera, disfrutando con la revelación-. Aunque como todo lo bueno, la diversión se tiene que acabar -sentenció, volteando su mirada hacia la aparición de Muriel Tudor, que regresaba de entre los muertos en el mejor de los momentos-. Mi querida niña, te fuiste de nuestro regazo demasiado pronto, pero ahora... ahora es el momento que nos ayudes en el día de hoy. Has renacido, como lo hizo Jesucristo -Clara sonrió tras pronunciar aquel nombre-, y tu poder será clave para derrotar hoy a unos pobres borregos. -Miró hacia quienes consideraba sus aliados en aquel enfrentamiento-. Centrémonos primero en Harby. Primero será el pastor. Después, nos ocuparemos de las ovejas -declaró, dirigiendo una mirada hacia Eleonora y Edeltraut.

Harby abrió mucho los ojos, tanto como sus cansados parpados le permitieran, al escuchar las palabras de Clara y su amenaza hacia su persona.

-¡Lo habéis oído! Todos la escucháis ¿Cierto? -Se callo al suelo de culo al intentar levantarse para hablar, las piernas le fallaron. -Ellas son las brujas que faltan y el mismo espíritu de la que se fue. Y están conspirando alegremente, ¡Ante todos! Y desea deshacerse del pobre ovejero. -Se todo el pecho con fuerza.

-Señor Förner. ¡Que mas pruebas quiere! -Ahora mismo deseaba tener poder para mandar a la guardia como la tuviera el clérigo. -Pero si necesita una votación... ¡Todos debemos votar contra Clara y luego contra Franz! Es vital para que el pueblo se libre de ellas y dejen al pobre aldeano ¡en paz! -Hablaba en tercera persona, temeroso de lo que pudieran hacerle las garras y los dientes al servicio del diablo.

Förner pasea la mirada entre Clara y Harby, como ponderando algo, antes de hablar finalmente.

He visto a gente que no parecía saber ni quien era. A gente que cuando se le pedía un nombre que llevar a la hoguera, ha dado el suyo propio. A gente hablar con un convencimiento tal que parecía la misma palabra del Dios vivo acusando a quien más tarde declararon su hermandad. He visto a gente empezar a acusar antes de ser acusado, sin que ello esclareciera nada, buscando apoyo de los demás. Los estoy viendo ahora mismo, de hecho.
Señor Harby, aquí y ahora, los testimonios de los ciudadanos de Bamberg tienen un valor... más testimonial que fáctico. Es su voluntad y la mano que la guie en el voto lo que cuenta. Si hiciera caso a todo lo que oigo aqui, mucha más gente habría muerto, y no tengo claro que fuesemos a estar más cerca de ganar esta guerra.

El alguacil mantuvo su pose adusta y reservada dejando a los demás que hablaran.

—No estoy sorprendido—dijo ante la acusación de Harby—. Igual que cuando la disputa entre Willhelm y Willburg, que uno cayó un día y el otro el siguiente. Era más que evidente de que después de mandar a la hoguera al pobre Horst, ahora haríais todo lo posible en mandarme a mí.

Franz se quedó en silencio.

—Deberías haber sido más comedido con tus acusaciones porque has acabado en la misma posición que el molinero, granjeándote suficientes enemistades. Rézale a Dios para que perdone tu alma.

Miro primero al clerigo y luego al alguacil.

-¿Que enemigos? ¿Dos brujas y una tercera sobrevolando sus cabezas? ¡Clara ya lo ha admitido! Porque sigues en tu farsa. -Titubeo sin saber donde mirar. -No lo entiendo.

-¿Qué he admitido? ¿Mi alegría ante el regreso de un arma que voy a utilizar? -La costurera arqueó una ceja, mientras observaba a Harby, sin comprender-. Me malinterpretáis, buen pastor -le dijo a Harby, deleitándose con el enfrentamiento-. Muriel ha sido traída durante este día con la única finalidad de destruir a ovejas con piel de cordero, y también a su ovejero. Utilizaremos a una herramienta de Satanás para hacer el trabajo de nuestro señor Jesucristo.

Clara sonrió de nuevo al pronunciar ese nombre, sin que nada pudiera sucederle, a pesar de que los pueblerinos la consideraran una servidora de Satanás.

-Acusasteis a Horst y errasteis, Harby -le aseguró al ovejero, con malicia-. Horst era un inocente cordero al que no convenía tener en vuestro rebaño. Porque se enfrentó a Wilburg y salió victorioso. El brujo Wilburg -sentenció, con una risita-. Vos sois el brujo, Harby. No yo. No Franz. El cuerpo de Muriel estaba condenado, pero su alma aún puede alcanzar el cielo si se le da el uso que el Señor requiere. -Miró hacia la fantasmal Muriel-. Sabes lo que tienes que hacer con Harby, dulce muchacha.

—Alguacil, costurera, hablad lo que queráis. Harby y yo os hemos visto a Clara y a vos cometer brujerías. Ella lo ha confesado con diabólica arrogancia ante todos, aunque intente disimularlo malamente. Y Muriel... ¡Todos sabemos que es bruja! Sólo el demonio la traería de vuelta. ¿Quién se cree esta costurera para decir qué quiere Nuestro Señor?

​Edeltraut hablaba con ira, roja como un tomate, ante las palabras de los malnacidos a los que acusaba.

—Si Él está mirando Bamberg, esta noche se votará contra Clara o Franz—gritó a toda la sala—Yo digo que votemos a Clara, bruja confesa.

La granjera estuvo escuchando atenta la conversación de los presentes, mientras seguía frotándose los ojos porque seguía viendo a Muriel por las esquinas. Sentía miedo y confusión.

Cuando Edeltraut dijo el nombre de Clara para ser la siguiente en votar, la miró por un segundo con disimulo.

Förner no hace nada por parar la discusión esta vez, se limita a esperar a que las voces se acallen por si solas y las miradas de desconfianza las sustituyan. Si ve a Muriel moviéndose entre la gente, susurrando y posando su mano sobre hombros o acercando su boca a las orejas de la gente, no da ninguna señal de ello.

Cuando la sala se sume en el silencio, hace un gesto para que los escribas empiecen su labor.

Como no se si sigues mucho la partida, solo para recordarte que en esta seion votas. Y que de hecho vales doble XD.

Clara